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12 GENALGUACIL: MUSEO HABITADO

martes, 30 de junio de 2009

Villa Museo, pueblo museo, arte en la calle, la calle del arte, escultura viva. Esto es Genna-Alwacir, jardines del visir en su pasado, Genalguacil en su presente inquieto. Genalguacil, sorpresivo y mágico. Telúrico en su naturaleza, delicado en su concepción del arte. Genalguacil que vive entre el pasado y la vanguardia, que crea un embrujo único, personal, mágico. Genalguacil para recorrer. "Una experiencia única de creatividad, convivencia y naturaleza". Genalguacil, museo habitado. Genalguacil para perderse, para no regresar.

Primero, la naturaleza
La carretera que une Estepona con Genalguacil, sinuosa, encaramada a la falda de la montaña que asciende y asciende y asciende, nos adentra sin quererlo en un cada vez más frondoso bosque de pino mediterráneo. Es una trufada alfombra verde, compacta, que no deja resquicio por el que vislumbrar la tierra rojiza, bermeja, que lo sustenta. Pero, sin duda, el mejor regalo que ofrece el trazado es una impresionante panorámica de la Costa del Sol Occidental. Los días en los que sople viento de poniente, intuimos se podrá contemplar las montañas del Atlas africano, el perfil perfecto de El Peñón, Manilva, Casares, Estepona, Marbella... Paramos tras una curva sólo por el capricho de disfrutar del intenso paisaje. Huele a pino y a jara. Verde intenso, recortado sobre el color azul del cielo, recortado sobre la brumosa presencia del mar. Sobrecogidos, no podemos imaginar lo que nos espera apenas diez kilómetros más adelante.
Continuamos por la carretera hasta llegar a un cruce de caminos, una trifurcación. A la derecha Jubrique-Genalguacil. A la izquierda Genalguacil y un desvío con una advertencia "carretera asfaltada hasta el Kilómetro 9,300". Junto a la carretera un cartelón nos indica el camino para una de nuestras visitas "Los Reales de Sierra Bermeja", una reserva declarada en 1989 como Paraje Natural por la Junta de Andalucía y que es una de las más impactantes visitas que hemos realizado.

Los Reales de Sierra Bermeja


El Paraje Natural de Sierra Bermeja pertenece a los municipios de Casares, Estepona y Genalguacil. Separa la serranía de Ronda del mar Mediterráneo. Tiene un color pardo, ocre, rojizo que hace llevar a gala su nombre, Sierra Bermeja. Posee una intrincada red de senderos en los que perderse. En sus laderas, al norte, se pueden contemplar pinsapos, especie endémica de Sierra de las Nieves y Serranía de Ronda y es que fue aquí donde el botánico Edmund Boissier describió para el mundo científico al "Abies Pinsapo". Luce múltiples balconadas desde las que contemplar la inmensidad del mar y el arco perfecto que forma la Costa del Sol Occidental desde el Peñón de Gibraltar hasta Marbella. Tiene una presencia telúrica, totémica, que te hace sentir pegado a la tierra de manera inimaginable, casi magnética. El conjunto que forman los árboles, la montaña y el mar es de una hermosura sobrecogedora.
La carretera de montaña que asciende durante cuatro kilómetros hasta Los Reales es estrecha, los pinos, de uno y otro lado, casi llegan a tocarse por encima de ella formando una bóveda. A la derecha dejamos el paseo de pinsapos a los que acudiremos de regreso. Aparcamos un tanto más arriba, pasada el área recreativa y el refugio de Agustín Lozano. Caminamos hacia el Mirador de Salvador Guerrero. Dentro de toda la oferta que extiende Los Reales ante nosotros hemos optado por esta. Un paseo corto, de unos quince minutos por la cara sur de la sierra y con la presencia, siempre permanente del mar ante nosotros. El espectáculo es impresionante, no hay palabras. El horizonte del Mediterráneo y el cielo se conjugan para ofrecer, con el perfil de la costa, un espectáculo natural incomparable. Caminamos por un sendero rojizo entre matas bajas y jaras. Hemos dejado atrás los árboles y sólo hay trocha despejada ante nosotros. La brisa trae perfumes de mar, como un recordatorio de la mole azul que tenemos ante nosotros. Entendemos aquí porqué estas montañas reciben el nombre de Sierra Bermeja, tal es el color de la tierra, de un rojizo vivo. La causa es la presencia de peridotita, el mineral que le da este aspecto. Es un horizonte abrumador, azotado por el viento y de una belleza sobrecogedora. Imprescindible su visita. En silencio, contemplamos la panorámica que tenemos ante nosotros. No decimos nada, sólo nos dejamos llevar. Regresamos al parking con esa sensación de querer más, de el imperioso regreso para descubrir todos los recovecos de este paraje del que sólo hemos disfrutado una mínima parte. Montamos en el coche e iniciamos el descenso hasta el camino que nos lleva hacia los pinsapos. Aparcamos y nos asomamos. Ideal para hacer senderismo armados con la cámara de fotografías. El pinsapo es un árbol excepcional y de una rara y compleja morfología, sus ramas parecen acabar en tres dedos y sus agujas son gruesas. Todo silencio, apenas se mecen los árboles con la brisa. Leemos el panel explicativo. El sendero se prolonga por 4 kilómetros y medio con una duración aproximada de ida y vuelta de 4 horas y está calificado como de modalidad media. Sólo en su entrada ya se observa la profusión de pinsapos. Es esta, sin duda, una oferta natural de primer orden. Tomamos la carretera y nos dirigimos a Genalguacil por Jubrique, una ruta más larga (a Genalguacil también se puede ir por Gaucín) pero que nos ha facilitado el acceso a Los Reales. Son 28, 5 kilómetros los que nos faltan para llegar hasta el centro urbano.

Camino de Genalguacil y avituallamiento antes de la visita

Es un camino largo, repleto de curvas. Un camino que hay que tomarse con tranquilidad. La recompensa merece la pena. A la espalda de Los Reales se encuentra un bosque inmenso que combina a la perfección los pinos mediterráneos con otras especies arborícoras. En el camino, casi sin solución de continuidad y en un paraje casi umbrío, los pinos dejan a la vuelta de una curva, a las encinas, los cerezos y los castaños de copa dorada. Una carretera sin apenas compañía que atraviesa un auténtico vergel. Con las ventanillas bajadas, el aroma penetra en el interior del coche, es embriagador. La mañana se nos ha echado encima, así que, una vez dejado el desvío hacia Algatocín a la derecha e inmersos las primeras estribaciones del llamado pueblo-museo, decidimos parar en la primera fonda que encontremos. La Venta de las Cruces, situada en la entrada a Genalguacil y apenas a 200 metros del centro. Ya sentados, nos llevamos las manos a la cabeza. Vaya aquí el primer consejo del viaje. Hay que llevar dinero en efectivo, en el municipio no hay cajeros automáticos, y la venta, no admite tarjetas de crédito. Lo que prometía ser una buena comida se transforma en un delicioso tapeo. 2 cervezas, 1 tapa de carne con tomate, 1 tapa de carrillada y 1 helado... 5,70 euros. Todo es casero, y bajo, un techado de paja, a la sombra, parece que sabe mejor. Tomamos nota de la venta para regresar, con efectivo, en otra ocasión.

Todo Genalguacil: centro urbano, arte y calle

Caminamos y a la vuelta de la esquina nos encontramos con la mayor particularidad de este municipio. Es, literalmente, un museo al aire libre. En el año 1994 se celebró el Primer Encuentro de Arte. Sólo había una norma. El ayuntamiento ponía los materiales para crear las esculturas a condición de que éstas se quedaran en el municipio. El trato entre artistas, munícipes y vecinos resultó fructífero para todas las partes y, desde entonces, cada dos años (pares) Genalguacil acoge estos Encuentros de Arte. De esta manera, el paseo por el pueblo es algo más que una intensa experiencia de la Andalucía interior auténtica, es además un paseo por el arte, una sorpresa continua que deja boquiabierto y entusiasmado al visitante. Pinturas y esculturas de madera, hierro, corcho, barro.... toman las esquinas por sorpresa. Hemos estacionado el coche en la propia venta y el camino hasta el centro es ya un espectáculo, nos topamos con un asaeteado elefante de madera, un tótem indio, una colorida veleta... Las calles de genalguacil son, muchas de ellas, estrechísimas y plagadas de recodos con sorpresa, esculturas, obras de arte en cada rincón. Es sorprendente y chocante y dota a este pueblo encalado y de calles perfectamente empedradas de un encanto dispar, auténtico y tradicional y vanguardista y moderno y actual. Posee un encanto sutil y delicado. sus calles están cuidadas hasta el máximo detalle y no exagera su sobrenombre de Villa Museo. Caminamos por entre las callejas con los ojos abiertos de par en par, dejando que vuele la imaginación, que nos lleve el propio pueblo por sus calles allá donde quiera. Las modernas esculturas contrastan con la explosión de color de las buganvillas. Todo parece tener cierta cualidad mágica, una pátina de irrealidad, de escenario vivo. Recorremos la Calle Real, apretada y blanca, que al final de su trazado irrumpe en el mirador de la Lomilla que se abre, abrupto hacia los montes. Resulta irresistible no sentarse en el banco que se encuentra al lado y contemplar el paisaje compartido con una nueva escultura. Al final de la calle Real, a la izquierda nos encontramos con otra de las joyas del municipio.
La Iglesia de San Pedro Martir de Verona. Blanca con los tirantes granates y el penacho de su campanario rojo intenso, su torre octogonal mira al cielo. Vemos cómo una mujer entra en el templo por su puerta lateral, la seguimos y preguntamos si se puede pasar. Sin objeciones y con una sonrisa, nos invita. Es una pequeña iglesia de tres naves, de interior vivo. Columnas de ladrillo visto sostienen los arcos de medio punto que separan cada una de las naves. El altar, con su frontal de piedra, alberga una sola imagen, la de San Pedro Martir de Verona. La Plaza de la Constitución, donde desemboca la puerta principal de la iglesia forma un balcón perfecto desde el que se contemplan las sierras de Csares y Manilva e intuimos el pueblo de Gaucín tras ellas. Optamos, de nuevo, por perdernos entre las callejas del pueblo. Existe un mapa que indica la posición exacta de cada uno de los tesoros de Genalguacil, donde se ubica cada escultura, quién es su autor, en qué año fue creada, pero creemos que lo mejor es sorprenderse, dejarse llevar por el ritmo que imprime el pueblo a la visita. Y es que en cada esquina hay una sorpresa. Es una delicia perderse entre sus calles quebradas. Un viaje atemporal entre los arriates, tiestos y buganvilla. La armonía entre su intrincado pasado árabe y las modernas esculturas es tal que parece que hayan convivido desde siempre con total naturalidad. Se complementan y potencian las unas con las otras, lo moderno, más moderno, lo tradicional, más tradicional, sin rupturas. Perderse entre el dédalo de sus calles es un regalo que no se puede dejar pasar. Es una visita imprescindible en la que todo está en las paredes, en las callejas, en los rincones. Sólo pasear, contemplar y dejarse llevar. Parece que aún estamos allí. No hemos regresado aún.
Algunas fotografías


Enlaces de interés e información útil
Consejos: Armase con una cámara de fotos con batería a pleno rendimiento, las imágenes que se pueden tomar del municipio son impactantes. Caminar y dejarse llevar por el ritmo interno del pueblo, sin prisas. Perderse y disfrutar de la pérdida. Cuidado con la gasolina, los desplazamientos no son cortos y tener el tanque lleno nos ahorrará algún susto. Llevar dinero en efectivo, no hay cajeros en el municipio y tampoco se puede pagar con tarjeta de crédito.
Enlaces de interés: Partimos con la referencia del Patronato de Turismo de la Costa del Sol que nos ofrece los datos básicos que completamos con la página web municipal de Genalguacil, la página personal Genalguacil.info y la web palimpalem.com, donde encontrar el mapa del tesoro. Museo: Se puede visitar el museo municipal, en el que se encuentran algunas de las esculturas que, por diferentes razones, no están instaladas en el exterior. Los datos del museo son: C/ Lomilla, 9 - 29492 Genalguacil y teléfono: 952.15.21.30. Conviene llamar antes de acudir, ya que los horarios pueden ser un tanto flexibles.
Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.

8 comentarios:

Juana dijo...

Egun on,Genalguacil:Me sumerjo en tus bosques y dentro de un as horitas,te visito a fondo.

Anónimo dijo...

Isra:¿Qué ha pasado con los comentarios? Se han esfumado...y me gustaban mucho.

Israel Olivera dijo...

Hola:

Hemos tenido que realizar algunos cambios en la estructura interna del blog y algunos de los últimos comentarios se han esfumado en el limbo de la red. Intentaré recuperarlos de algún modo, pero intuyo que será difícil.

Saludos

Israel Olivera dijo...

He logrado recuperar algunos de los mensajes que antes de los últimos cambios en el blog estaban publicados.

Mentxu ha dejado un nuevo comentario en su entrada "12 GENALGUACIL: MUSEO HABITADO":

Cada vez nos está resultando más "complicadito" hacer la selección de los pueblos que vamos a visitar.A mitad de mes nos vamos para allá desde Boroa(mil y pico Km.).
tú nos has metido el gusanillo pero es que no sé si leerte los martes que nos quedan.No nos van a llegar los días.
Lo de hoy ha sido mágico,sublime.Genalgacil no nos lo perdemos.
saludos,Israel.agur.

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "12 GENALGUACIL: MUSEO HABITADO":

Hola Isra -aqui Fernan-, buenas a todos.
Mi parada genalguacileña será del 1 al 18 de agosto. Nos llamamos. Será un placer compartir caminos y cañas con otros amigos comunes. Los que os acerquéis (anota Mentxu) llamadme 655720542 (os recuerdo eso sí que las coberturas más seguras allí son las de chocolate) y además de contactaros un guía (los niños del pueblo de forma gratuita lo hacen) os comentare el programa cultural de la quincena del arte vivo autóctono (que se celebra en los años alternos a la del arte mayor) Viajando -¡qué placer!- como debe ser. Besos

juana ha dejado un nuevo comentario en su entrada "12 GENALGUACIL: MUSEO HABITADO":

Fer:Yo también quiero...esos días no podré estar allí¡qué penita!

Anónimo dijo...

Isra, Fernan de nuevo. Este fue el primer mensaje que lancé y he recuperado: "1000 kilómetros me separan y esta noche he paseado de nuevo por Genalguacil, mi segunda casa. Gracias Isra. Ha estado bien leer tu relato no vulnerado por mis pasiones (haberlo paseado conmigo en agosto en plena vorágine artística nos hubiera colapsado) Demasiado duende tiene mi Genalguacil, que es el tuyo y el vuestro. Permíteme alabar a su alcaldesa, Beatriz, antes concejala de cultura de la villa. La mano de la mujer esta tras esta joya, la de ella y la de Ana, Julia, Maribel, Isa y tantas otras. Volveré en agosto, vuelve. Seré tu tarjeta de crédito, tu cayado en las cuestas, tu zahorí de sensaciones. Y que no se me olvide, Genalguacil son 'personas', amables que aman y cuidan el arte. Vente y deja que te cuiden. Nos vemos, todos, en la Villa Museo. ¡Pero que rico paseo me he dado contigo! Gracias"

Fina dijo...

Hola a to@s, me encanta que os guste mi PUEBLO. Soy Genalguacileña de pura cepa y creo que este entorno que tengo el previlegio de poder contemplar todos los dias, es un PARAISO.
PARAISO al que estais to@s invitad@s. Venir y contemplarlo, patearlo, disfrutarlo, es unico.
Más información en www.genialgenalguacil.com.
Os espero por aqui, porque los de por alla, siempre sereis bienvenidos a este bonito pueblo.

Israel Olivera dijo...

Hola Fina:

Fue un pplacer visitar Genalguacil y más placer aún nos ofrecerá revisitarlo. La magia de sus calles es indescriptible, el aroma,la gente, el arte, el paisaje vivo...
Nos sentimos en su día bienvenidos y esperamos, pronto, sentirlo de nuevo...

Saludos desde Ojén

Anónimo dijo...

Genalguacil es un lugar especial, donde el arte y la naturaleza se funden. Las aguas cristalinas de sus ríos y arroyos te susurran desde la distancia. Puedo decir que cada vez que tengo la oportunidad de visitarlo me agudiza los cinco sentidos. Gracias Genalguacil ¡¡