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13 BENAOJÁN: CUANDO EL HOMBRE SOÑÓ CON VOLAR

martes, 7 de julio de 2009

Bajo el influjo de Ronda, entre campos de cereal y picos calizos que sobresalen aquí y allá como auténticos hitos de piedra, ahí está Benaoján. En las llanuras de esta meseta se podría trazar un mapa imaginario uniendo sus cumbres, una red de cimas, un sostén que amparara los campos de olivos, los cortijos y haciendas, los terrenos de cultivo. Establecen estas cimas un horizonte de tonos grises y dejan, con su rotundidad, constancia de su presencia milenaria. Testigos del rumor del hombre por estas tierras, de su pasado prehistórico, árabe, visigótico, bandolero, guerrillero, maqui, agrícola.... Las cimas son las que han hecho a los serranos como son, y han marcado sus vidas cotidianas y su historia. Hacia ellas nos dirigimos. Se observan, entre el cereal, los manchones amarillos de los campos de girasoles que pintan y dan color sobreimpresos al horizonte calizo. Hemos dejado atrás Ronda y hemos puesto rumbo a los peñascos situados al oeste, cuyas laderas permanecen alfombradas de campos verdes y jaras. Las lomas ascienden y descienden en un vaivén permanente. El camino discurre paralelo a la vía férrea que une Bobadilla con Algeciras que apuntamos para un próximo recorrido en tren.


La Cueva del Gato


Poco antes de llegar al centro urbano de Benaoján nos topamos con la primera de nuestras visitas: La Cueva del Gato. La enorme hendidura que se abre sobre la ladera inferior de un pico nos sobrecoge. Paramos. Es la entrada (o la salida) a la Cueva del Gato. Es un enorme túnel de 4,5 kilómetros de largo que discurre desde la vecina Montejaque a través de El Hundidero (del que hablaremos la semana que viene) hasta su salida en Benaoján con la Cueva del Gato. Por su interior discurre el Río Gaduares. La cueva es muy apreciada por espeléologos y deportistas gracias a la espectacularidad de su interior en la que estalactitas y estalagmitas realizan formas imposibles. Para visitarla se necesita un permiso especial de medio ambiente. Richard Tais la descubrió para el mundo en 1772. Una indicación nos señala: 50 metros para el mirador de la Cueva del Gato. Aunque la Cueva se ve desde la carretera, no está especialmente bien señalizada, así que conviene que el viajero permanezca atento a su derecha. Se puede acceder con el coche hasta casi la misma entrada. Estacionamos, cruzamos un puente de madera por encima del Guadiaro, pasamos bajo las vías del tren y accedemos a los prolegómenos de la boca de entrada. En el camino nos acompaña el río, nos invade el frescor entre los rumores del agua y la sombra de los árboles. Presentimos una cascada. Y la vemos, de cerca. Una explanada arbolada con un pequeño lago a la izquierda y dos puestos de barbacoa a la derecha precenden la entrada a la sima. Es impresionante. La cascada presentida cae desde la boca y alimenta el lago. Se puede acceder hasta la misma entrada a través de una serie de escalones excavados en la roca. Impresiona. Mucho. Se asemeja a una gran y dentada boca dispuesta a devorarnos. El agua cristalina que se desprende desde su interior refresca todo el ambiente. Los pajaros entran y salen entre chillidos. Pozas y pozas saludan a los viajeros intrépidos. Optamos por no seguir. Hay que estar preparado y equipado para continuar. Salimos de sus fauces hacia el vergel de su desembocadura donde un grupo familiar está disponinedo mesas y sillas y remojando en el lago sandías y bebidas. El agua está fría. Ideal para refrescarse. Imprescindible la visita.
En el parking de entrada a la Cueva hay un restaurante, bar, casa rural para aquellos que dispongan de tiempo o deseen quedarse a dormir frente a la boca de la cueva. No se podía llamar de otra manera: Hotel Cueva del Gato.
Salimos a la carretera y continuamos dirección Benaoján. Entramos en el Parque Natural Sierra de Grazalema e inmediatamente después cruzamos el río Guadiaro. Dejamos a la izquierda la entrada a Benaoján estación y, tras una curva, nos encontramos en el centro urbano.

Desde el centro urbano hasta la Cueva de la Pileta

La Cueva de la Pileta, uno de nuestros objetivos de este viaje, cierra por la mañana a las 13:00 horas, así que optamos por visitarla primero y después acudir al centro urbano en el que perdernos. La carretera de acceso a la cueva circunvalando el municipio (a 4,5 kilómetros) está cortada, así que hemos de atravesar las angostísimas calles del pueblo para, según indicaciones de los benaojanos, poder acceder a la carretera que nos llevará hasta la cueva. Pasada la Plaza de la Constitución y un poco más adelante del bar Eel Tajillo se encuentra la "temida cuesta", una estrecha y empinada calle en zig zag que el coche sube a duras penas en primera. Un intento fallido, dos intentos fallidos, al tercer intento... también fallamos. Un vecino se ofrece voluntario para echarnos una mano. Se monta en el coche y sube el tramo más empinado. Desde allí todo es más sencillo. Una vez en la carretera llegamos sin pérdida hasta el parking de la Cueva de la Pileta.

El acceso y la historia de la Cueva de la Pileta


El acceso hasta la angosta entrada de la Cueva está precedido de una serie de escaleras de piedra que culminan, tras una buena subida a través de un sendero, en una pequeña explanada. En esa explanada encontramos una cabaña de madera y un techado bajo el que cobijarnos del sol. En la cabaña venden refrescos, agua, ofrecen información de la cueva y de la zona. 2 aguas, 1,60 euros. La visita dura aproximadamente una hora, medio kilómetro de ida y medio de vuelta.
La historia de su descubrimiento es una historia de delicadeza y honda sabiduría popular. Era el año 1905, José Bullón, agricultor de la zona, decidió hurgar en el interior de la gruta para buscar guano, el excremento de los murciélagos que se utilizaba como combustible y abono para las tierras. Atado a una soga salvó unos treinta metros de desnivel hasta llegar al fondo. Allí se encontró con algunos guijarros que los lugareños tiraban para comprobar la profundidad de aquella sima que a principios del siglo XX era conocida como de Las Grajas. Inspeccionando los alrededores y en casi una completa oscuridad descubrió restos cerámicos y óseos apiñados. Eso no había llegado hasta allí por casualidad. Se internó algo más en la cueva y en una de sus paredes descubrió trazos de pintura negra que formaban algunas imágenes. Allí habían vivido seres humanos. Días más tarde regresó a la cueva, sus imágenes y su descubrimiento no le permitían dormir. Por el día trabajaba en el campo, en la noche, después de cenar subía hasta la sima y excavaba unos escaloncitos para hacerla practicable. A su regreso, detallaba a su mujer y a sus hijos los nuevos descubrimientos: más pinturas, más cavidades, más bóvedas enormes, más formaciones rocosas, más "retratos". En 1909, José comenzó a enseñar a algunos vecinos el descubrimiento de este nuevo mundo bajo tierra. La historia se propagó como el fuego. Muchas noches, José hubo de montar guardia para que nadie se llevará los tesoros prehistóricos allí encontrados. En la primavera de 1909, el ornitólogo Willoughby Verner visitó la cueva y quedó fascinado. Regresó acompañado de dos prehistoriadores Hugo Obermaier y Henri Breuill. Tras su repaso científico , en 1912 Henri Breuill le dijo a José Bullón "No permitas que nada dañe la cueva. Sus pinturas son un tesoro que no tiene precio", hasta hoy, En el año 2005 La Pileta cumplió 100 años. La familia Bullón sigue al frente de la misma. La cueva se encuentra en perfecto estado de conservación y algunas de sus pinturas son sobrecogedoras. El 25 de abril de 1924 la Cueva de La Pileta fue declarada Monumento Nacional. La información referente a la historia de la Cueva de la Pileta está extraida del libro "Cueva de la Pileta: acontecimientos históricos más importantes sobre La Pileta y la Familioa Bullón (1905 - 2005)". Libro que se puede adquirir a la salida de la sima por el módico precio de 10 euros.

La Cueva de la Pileta

Esperamos bajo una sombra. La visita no es recomendable para personas de corazón o de poca agilidad, nos advierte un letrero. Los grupos han de ser de 25 personas con una horario de 10:00 horas a 13:00 horas y de 16:00 horas a 18:00 horas. Cuando los grupos son de más de 10, el precio es de 7 euros, los niños de 5 a 12, 5 euros y los estudiantes en grupo, 5 euros. Tras la espera, nuestro guía, bisnieto del descubridor, José Bullón Lobato, nos indica: No fotos. No video. No animales... Ofrece a los viajeros una lámpara de gas para cada cinco. Aquí comienza un viaje de apenas un kilómetro pero que nos trasladará a 20.000 años atrás, al pasado más remoto del ser humano. Se encienden las candelas. Se cierra la puerta. Comienza el viaje.
Una hora más tarde, salimos con la sensación de ser, realmente, unos privilegiados. La Cueva es hermosa, grandiosa y preciosista. La naturaleza la ha dotado de unas formas y colores portentosos y el ser humano de unas pinturas rupestres que hacen volar la imaginación. Calendarios, animales, hombres, flechas... y dos figuras especiales: el pez y un ícaro. No narraremos aquí qué es La Pileta. Sólo diremos que es una visita imprescindible, que constituye un patrimonio único y que sobrecoge pensar que allí mismo, en un lugar prácticamente inalterado, hace 20.000 años, el antepasado de los serranos actuales vivió, durmió, se relacionó y cosntituyó una sociedad que le permitió soñar con hombres que volaban y pintar sobre las paredes peces que se encontraban a distancias imposibles. La luz del día nos ciega y, desde la altura de la boca de entrada a la cueva sólo se puede reflexionar acerca de quiénes somos y de dónde venimos. La familia Bullón ha hecho aquí un trabajo de conservación excelente. No en vano, una de sus frases es "Sal de ella con la seguridad de que cuando vuelvas la encontrarás tal cual está". Ante el respeto y por la prohibición de sacar fotografías, vayan aquí estos dos vídeos donde se recogen imágenes de su interior. El primero es la formación geológica de la cueva y el segundo de las pinturas rupestres.






En el pueblo


Benaoján es un municipio de estrechísimas calles y angostas ascensiones. El trazado resulta completamente irregular. Dadas estas características y la quimera que puede resultar encontrar aparcamiento en el centro, lo más aconsejable es estacionar en la parte baja del municipio y caminar por entre el dédalo de sus callejas. Ascendemos por la calle Presbítero Juan Moreno hasta la Plaza de la Cosntitución donde encontramos el ayuntamiento, la iglesia y un buzón desde el que enviar nuestra postales. Posee Benaoján el encanto de lo sencillo, sin alharacas, la esencia misma de la sierra malagueña sin concesiones al escaparatismo. Perderse entre sus calles es caminar entre la historia viva. Como núcleo central de la población se alza la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, sin duda epicentro benaojano. La Iglesia, amplia en extensión, se encuentra curiosamente emplazada. Casi de manera oblicua ofrece su pórtico en chaflán a los visitantes tras una escalera a dos aguas. Su torre, ribeteada de rojos, al igual que algunas de sus estribaciones y tirantes ofrece un aire de moderno y soberbio. Las calles de Benaoján están repletas de macetas, arriates y flores que salpican las esquinas. Sus callejas son un quebrado juego del escondite por el que perderse. Cabe destacar de su arquitectura popular los arcos que unen las casas por encima de la calle. Sencillos arcos de medio punto de los que penden tiestos floreados. Preguntamos a algunos benaojanos por este particular, pero no obtenemos respuesta satisfactoria. Destila este municipio esa esencia propia de la sierra malagueña donde prima el aroma denso del cereal y del olivo, el perfume intenso de las flores y su contundente gastronomía. Preside Benaoján una mole granítica anterior a los hombres que la habitaron como un eterno vigia de sus vecinos.

Los bartolitos de El Tajillo

Tras los paseos por la Cueva del Gato, por la Pileta y por las cuestas del centro se nos ha abierto, con razón y por la hora, el apetito. Escrutada una benaojana por esta querencia nos señala que en el pueblo hay muchos bares donde se come bien y se come casero y a un precio razonable, pero que si tiene que recomendar uno, nos recomienda El Tajilllo, que está un poco más allá de la iglesia, antes de subir la "temida cuesta" hacia la carretera de La Pileta y por el que ya hemos pasado. Ponemos rumbo hacia allí. Aunque el bar en cuestión tiene una terraza, optamos por el frecor acondicionado del interior y refugiarnos así del fuego de la tarde. El Tajillo es un bar de raciones y tapas, un lugar popular con carta sobre una pizarra y recomendaciones del barman. Nos dejamos guiar: 2 cañas, 2 refrescos de cola, 1\2 ración de bartolitos, 1 churrasco de pollo, 2 montaditos de panceta y 2 montaditos de filete, total: 18, 50 euros. Hemos de decir que el bartolito es una variante del flamenquín (jamor york enrollado y rebozado en pan rallado) relleno también de queso y acompañado por una ensaladita con aroma de ajo. Los montaditos de panceta están decorados con dos filetitos de aguacate, y el churrasco de pollo, delicioso. No podemos más que mostrar nuestra complacencia a la cocinera cuando en un impasse sale de sus fogones. Tras un rato de amigable charla, decidimos poner rumbo de regreso. Salimos al fuego de la calle y caminamos por el laberinto desierto hasta el estacionamiento del coche.

Despedida

Dejamos atrás Benaoján, con su peñón que la preside. Y atrás dejamos la experiencia de descubrir que nuestros antepasados quizá soñaran con volar y que el valor y cariño de un agricultor salvó del probable expolio a una de las cuevas de arte rupestre mejor conservadas de la península. Dejamos atrás las emociones de habernos introducido en las fauces de la Cueva del Gato y el sabor del bartolito aún en nuestros paladares. Benaoján ha sido un descubrimiento, un municipio que ha sabido conservar sus esencias sin venderse, que mantiene el espíritu indómito de los antiguos habitantes serranos. Benaoján "Hijos de Ben" o quizá "casa del Panadero", Ibn Uyan. Benaoján para regresar.

Enlaces útiles y consejos

La Cueva de la Pileta: Es muy recomndable visitar su página web (www.cuevadelapileta.com), donde se detalla la historia, el arte rupestre de su interior, se adjuntan fotografías y vídeos. Recordamos aquí los horarios de visitas que son de 10:00h a 13:00 y de 16:00 a 18:00. Una recomendación personal para la visita es llevar calzado cómodo y, al ser posible, anti-resbalones, ya que el interior de la Pileta es muy húmedo y en el suelo hay cierta pátina que puede ayudarnos a resbalar. Recomendable es también el libro antes citado, donde se detalla la que consideramos historia apasionante de su hallazgo y conservación.
La Cueva del Gato: Hay empresas como Pangea Active Nature que organizan excursiones semiprofesionales al interior de la cueva por 68 euros. Aviso para temerarios, la Cueva del Gato tiene su principal peligro en las crecidas imprevistas del río Gaduares.
Compras: Benaoján tiene una industria chacinera de primer orden. Hay muchas tiendas y fábricas que la ofrecen a buenos precios. La industria chacinera en el municipio trasciende lo económico para convertirse en tradición popular, de hecho en diciembre se celebra la Feria de la Chacina.
Enlaces de interés: además de los ya citados, destacar la págfina web municipal de Benaoján donde se alientan más actividades de turismo, y las págfina no institucionales Benaoján.net y Benaojan.com, y como guía de refrencia la Página Web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.

4 comentarios:

Nekane dijo...

De sorpresa en sorpresa.
Además de frescor,paisaje,gastronomía y bellísimo pueblo UNAS CUEVAS .Me he quedado sin palabras con las cuevas de La Pileta.He pillado para mi unas estalactitas a las que voy a llamar alas de ángel.Pinturas rupestres.De todo.
la belleza y la historia(Y hasta la prehistoria siempre es bienvenida).
Sigue dejándonos "de piedra",Israel.
Un abrazo.

sierrablanca dijo...

Mu bonito!, Inra.
Cuando pasen los calores, me lo pido pá septiembre.
Antoño

Elba dijo...

Los lugares parecen elegidos por su belleza pero tu forma de contarlo,especialmente las introducciones son sublimes (ya sabes que soy de los números uno de tus seguidores y seguidoras).
Un abrazo,isra.

juana dijo...

Ojén también es un maravilloso pueblo malagueño en el que hoy comienza un Festival de tres días de duración.OJEANDO 2009.
Música y fiesta a tope.YA QUE YO NO PUEDO IR OS ANIMO A TODOS.
Por allí,seguro,encontrareis a Israel,el autor de este blog.
Saludos a todos los viajeros y viajeras.