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55 PIZARRA: LA VEGA DEL AZAHAR

martes, 27 de abril de 2010

Huele a azahar, de manera profunda e intensa. Huele dulce. La densidad del aroma recorre las esquinas, los recovecos, se cuela bajo las puertas y entra en las casas por las ventanas. Es un perfume fuerte y delicado a un tiempo, un reclamo de antiguas herencias que ha acompañado al ser humano desde que tiene memoria en estas tierras. Y es que Pizarra es el epicentro de un vergel, de una campiña edénica conformada por inmensas plantaciones de frutales, una estampa pura del Valle del Guadalhorce. Los naranjos y los limoneros ya dieron sus frutos, y en el estallido primaveral queda la flor de azahar como reclamo mítico. Nos persigue y cautiva su olor como una esencia de lo que Pizarra es.

La iglesia y el palacio

Las calles, alargadas y empedradas, de nueva construcción. Es una localidad relativamente moderna, su constitución como municipio está datada en 1847, y su trazado poco o nada tiene que ver con los de otros pueblos de marcado pasado árabe, que ponen el acento de su crecimiento en los laberínticos espacios sobre los que se idea su estructura urbana. Seguimos dirección centro y estacionamos en una de sus calles principales, calle Málaga, frente al antiguo ayuntamiento y a la vera de una plaza que lleva su nombre y que está presidida por dos altas palmeras. En los bancos de piedra que la bordean unas cerámicas nos muestran imágenes de las diferentes pedanías en las que se constituye Pizarra, así vemos a Zalea, Cerralba, Gibralmora y la Barriada Hipólito. Se encuentra ajetreado hoy el centro pizarreño, con idas y venidas de gentes que charlan, mercadean, pasean, ríen... Un movimiento propio de entorno vivo y rico. Desde la plaza del Ayuntamiento tomamos la calle San Pedro, por la que descendemos, hasta la calle Puerta de la Guardia, donde se ubica la iglesia de San Pedro Apóstol. Las casas, de planta y piso en su mayoría, se sumergen en la umbría tras un primer zaguán. Sombras que pueblan los patios y los refrescan del calor exterior, patios donde los niños juegan y una anciana poda con delicadeza un limonero, limonero que perfuma la casa y la calle. Las ventanas están protegidas por rejas de forja negra, al igual que muchos de sus balcones, que se abren tímidos al exterior. Giramos a la derecha y nos encontramos con la entrada de San Pedro Apóstol, un templo de apariencia sencilla, con una puerta coronada en granas y sobre la cual gravita un redondo lucernario por el que se filtra la luz del sol. Cuenta la historia pintada en un panel cerámico que es una "Construcción de estilo mudéjar de una sola nave, levantada en el siglo XVII sobre el mismo solar donde Diego Romero, fundador de Pizarra, ubicó en el siglo XV la primera iglesia del pueblo. En el siglo XIX fue reformada dotándola de una nueva puerta de entrada y trayendo desde Zaragoza las vidrieras y rosetones que aún se conservan". Anejo al templo se encuentra un cuidado jardín con bancadas de piedra donde poder sentarse al fresco. Junto al jardín, el Palacio de los Condes de Puerto Hermoso. Es un edificio enorme, de cierto gusto indiano, con un gran jardín en derredor y altas murallas que impiden su visión directa. Despuntan palmeras, dos altísimas, y dos torres principales. Es un edificio de planta compleja, con tejados sobre tejados a diferentes alturas, algunas de sus terrazas asoman almenadas al exterior. Y hete aquí que aparece de nuevo el nombre de Diego Romero, ya que este insigne edificio se construyó a principios del siglo XX sobre los cimientos de la casa solariega del fundador de Pizarra. En este emblemático lugar pernoctó el Rey Alfonso XIII el 2 de mayo de 1921 y albergó, un año más tarde, la Conferencia Gubernamental sobre la Guerra de Marruecos.

El convento

Subimos por la calle Real y dejamos que aire fresco que proviene de algunos patios abiertos nos rebaje un tanto la temperatura. En todo nuestro paseo nos sentimos observados, vigilados, escrutados. Es "El santo", una enorme escultura de un Sagrado Corazón de Jesús que se erige sobre la cima de la Sierra de Gibralmora y al que se puede acceder caminando un trecho, tal y como luego indicaremos. Llegamos así hasta la plaza del Ayuntamiento, que dejamos atrás, para ascender por la calle Alta y llegar al Convento de Las Hermanas de la Cruz. En apariencia es una casa más, de no ser por el distintivo que aparece en la puerta y que cuenta, someramente la historia del centro que fue el "antiguo convento de las Madres Dominicas, fundado en Pizarra por Pedro Soto Domecq, Conde de Puerto Hermoso. Se inauguró en 1955 y destaca en su interior el magnífico retablo de estilo plateresco que adorna la capilla". Una vecina nos ve dudar en el exterior - ¿Quieren ustedes entrar en el convento?, nos pregunta. -Pos supuesto-, comentamos. La mujer da dos pasos, pulsa un timbre y allí aparece una hermana, vestida con un ropaje sencillo. Dicharachera, habladora y sonriente nos cede el paso. El convento responde a todos los atributos que le pueda atribuir el imaginario colectivo: Silencioso, sencillo, limpísimo, recogido. Preside el hall un cuadro de la fundadora, Sta. Ángela, conocida como madre Angelita. Charlamos largo y tendido con Sor María del Camino que nos cuenta que este es un convento vivo, que recibe a niños y niñas a los que se da clases extraescolares, que las siete hermanas que en él residen realizan labores de ayuda a los más necesitados con visitas a domicilio - Aunque sea sólo para hacer compañía-, apunta Sor María del Camino. Nos permite pasar a la capilla y aquí vemos el altar de estilo plateresco que rezaba la placa exterior. Tras algo más de plática, salimos al exterior.

La Raja Ancha

Continuamos calle Real hacia arriba, hasta llegar a calle Barrio Alto, que cruzamos, hasta llegar a calle Rosales, que descendemos, calle Fuertecillo hasta llegar al Área Recreativa Raja Ancha. Esta zona de esparcimiento es un amplio parque que extiende sus límites hasta bien entrada la montaña. Se encuentra equipado con fuentes, bancada sy mesas de madera, barbacoas, etc. Sabemos que en la zona alta del parque se sitúa la que se llama Raja Ancha, una hendidura natural en la roca a la que se han añadido algunos escalones tallados en la piedra y por la que el visitante puede transitar hasta llegar a su mirador. Eso pretendemos hacer. Preguntamos a dos jóvenes que se sientan lasamente en uno de los bancos - ¿Al mirador? Cinco minutos andando, no más-, contestan. Sumemos a esos cinco minutos otros diez y así tendremos el tiempo real de ascensión. No tiene pérdida, sólo hay que subir hasta encontrar las indicaciones. Llegamos hasta el roquedal y observamos las enormes piedras sujetas unas sobre otras por su propio peso. La Raja Ancha, sumida en la penumbra resulta inquietante y estimulante. Pasamos seguidos uno de otro y nos sumergimos en un instante de tinieblas. Provoca La Raja ciertas emociones encontradas, parece uno ascender hasta un mundo pétreo y sólido, pero contempla, hacia arriba, las losas sobre su cabeza y el mundo sólido se transforma en frágil. Cruzamos en silencio y ascendemos por las escaleras talladas en la piedra hasta regresar, de nuevo, a la luz total, al refugio del mirador. Desde este baluarte se otea una buena porción del centro urbano pizarreño. Reposamos un tanto, tomamos un buen trago de agua, tiramos un par de fotografías. Desde aquí parte el camino hacia "El Santo", desde el que se obtienen, nos han dicho, unas vistas inmejorables. El camino asciende, bien indicado, por una pendiente no en exceso pronunciada y llevará al visitante hasta la cima en una hora y cuarto aproximadamente. Tomamos nota para una próxima visita, aún nos queda por visitar uno de los lugares emblemáticos de Pizarra. Regresamos hasta la calle Málaga, donde habíamos estacionado el coche.

La ermita

Se puede llegar hasta la ermita caminando, excepto una pequeña cuesta al comienzo, el resto es un camino llano, un vial de tierra por el que se puede pasear sin problemas. También se puede acceder en coche. Tanto para lo uno como para lo otro hay que tomar, desde la calle Málaga, la calle Ermita y después el Camino de La Ermita que también conduce a la Vega de Santa María. En el recorrido, que en su primera parte transcurre por las calles altas de Pizarra, nos encontraremos con el mirador del Algarrobo Centenario que ofrece unas visitas inigualables de los campos de frutales que rodean el municipio. Pero, sin duda, el auténtico tesoro de este camino es la ermita. Una construcción ganada a la roca, con una portada espigada, pintada de grana y cal, con una espadaña de la que pende una campana y dos recargados tejadillos que destacan sobremanera en el edificio. "Está datada en el siglo XVI, semiexcavada en la roca y levantada sobre una antigua iglesia mozárabe del siglo XVIII, mientras que la fachada actual es de estilo neogótico, al igual que el altar interior, de mármol, datan de principios del siglo XX. Su advocación a la Virgen de la Fuente Santa se debe al manantial de agua que brotó durante su construcción". Es esta, además, una ermita con ermitaños. Josefa y Ángel viven junto al edifico religioso, en una casa también excavada en la roca que ocupan desde hace más de 20 años. Cuidan y viven en la ermita y nos cuentan que cuando el calor del verano aprieta no es raro que algún vecino visite de madrugada la capilla o se siente al fresco en su entrada mientras el perfume de azahar se cuela por todos los rincones. Charlamos con ellos, nos cuentan y relatan su vida entre anécdotas y sonrisas. Allí nos quedamos un buen rato, disfrutando de su agradable compañía, sintiendo la amabilidad de los ermitaños y de sus vivencias.

La despedida

Dejamos atrás Pizarra y circulamos entre las vegas trufadas de naranjos sin fruto. Se agitan al compás de la brisa las flores del azahar que penetran en el coche, en las ropas, en el pelo. Un olor denso y dulce, intenso y volátil, delicado y recio. Un poeta dijo que el azahar y la dama de noche olían a flores asfixiadas. Nunca había estado en Pizarra en primavera.

Consejos útiles y enlaces de interés

Pizarra arqueológica: Son muchos los vestigios de la antigua Pizarra que se conservan en relativo buen estado y que un ojo experto podría traducir en elementos reconocibles son los Castillejos de la Quintana donde en el cerro de este nombre y aprovechando su difícil acceso así como sus inmejorables condiciones de puesto defensivo y de vigilancia se ubicó un poblado en época mozárabe; los restos de la Torre Árabe, que se conserva en la Sierra de Gibralmora, y que formó parte del sistema defensivo musulmán en el Valle del Guadalhorce; una necrópolis prehistórica en la zona conocida como Castillejos de Luna, compuesta por en torno a una decena de tumbas en cista que se encuadran cronológicamente dentro de la Edad del Bronce; o el "Bañaero de la Reina", se llama así al lugar porque según la tradición popular allí se bañaba la reina mora. Aunque en realidad nos encontramos con una pileta de época romana para la captación de agua.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, a la que añadimos la del Patronato de Turismo de Pizarra, la web municipal del consistorio pizarrerño y la del Grupo de Desarrollo Rural Valle del Guadalhorce.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

3 comentarios:

Nekane dijo...

Hasta aquí me llega un ligero vestigio del rastro aromático del azahar.Algún viento misterioso me lo ha traido por unos instantes.
Ser el epicentro de un vergel,una campiña edénica,todo un privilegio.
Y poder podar un limonero y que el olor del azahar te impregne...
Irte a la ermita una noche de verano...
Genial,Israel.
Un abrazo.

ISRAEL B dijo...

Mi ausencias por trabajo me han impedido redescubrir mis pueblos últimasmente.
Aquí de nuevo reanudaremos el saludable ejercicio de hacer excursiones o incursiones por la zona.Elegiremos las rutas y a disfrutar con tus valiosas indicaciones.
Un abrazo,tocayo.

Israel

Israel Olivera dijo...

Nekane:
Sin duda, el perfume de la Vega sobre la que señorea Pizarra es muy intenso en primavera. Es un aroma dulce e intenso, delicado a un tiempo, un olor característico de Málaga...

Israel B:
Bienvenido de nuevo. Tienes 55 posibilidades con las que disfrutar. Un cordial saludo.