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68 ALFARNATEJO: "LOS PIRINEOS DEL SUR"

martes, 27 de julio de 2010

Paisaje abrumador de horizontes espigados, parecen las montañas, picos macizos desiguales, haber caído del cielo al son de un ingeniero extravagante. Sierras picudas dulcificadas sólo por la frondosidad de sus laderas. Paisajes casi oníricos que bien responderían a un sueño de particular belleza más que a la realidad. Tajos que se exhiben al sol como farallones antiguos, parecen reposar en un equilibrio inestable, a la vez sólidos y a la vez etéreos, tremendos en su corte, afilados. Sugieren poseer el secreto de la mesura y la desmesura. Comparten Alfarnate y Alfarnatejo cierto paisaje similar, apenas distan 4 kilómetros el uno del otro, y a la vez diferente. Si Alfarnate se resguarda en un valle imposible, Alfarnatejo busca el abrigo de uno de esos picos de los que se alimenta su horizonte.

Una aproximación

Alfarnatejo es un pueblo pequeño que convive con los tajos y veredas desde allende los tiempos y que se ha ganado el apodo de "Pirineos del Sur" por la consistencia de su orografía. Es habitual cruzarse con moteros y con ciclistas (tanto de ruta como de mountain bike) al ser sus carreteras más que propicias para la práctica de este deporte (no muy transitadas por turismo o vehículos pesados, con un hermoso paisaje y sinuosa, sinuosa, sinuosa...). Los campos de olivos y cereal, de garbanzos, sosegado, pone el contrapunto a los roquedales. Los picos Chamizo, Vilo y Gallo forman parte de un paisaje de oquedades y retuertos muy extenso, lo que motivó la presencia de los románticos bandoleros del siglo XIX por estos pagos. Pero ya el ser humano se había asentado aquí hace mucho tiempo como "Así lo revelan los restos arqueológicos hallados en el desfiladero del río Sabar, correspondientes al Neolítico, y también en el tajo de Gómer se han encontrado objetos de uso doméstico de unos 5.000 años de antigüedad", informa el Patronato de Turismo de la Costa del Sol.

Alfarnatejo

Estacionamos en la entrada, junto a la parada del autobús y nos adentramos en un pueblo blanco, de calles estrechas y empedradas, con el discreto encanto de lo mínimo. Caminamos por la calle Callejones hasta llegar a la plaza de la Constitución, centro neurálgico de Alfarnatejo. La mirada se escapa, invariable, hacia los picachos, hacia los macizos montañosos. Una mujer baldea con agua una de las calles y ascienden hasta nosotros perfumes de tierra mojada, de tierra húmeda que vencen al calor de la mañana entrante. Se escucha el repiqueteo de las esquilas de las cabras... Tlin-tlen-tlin-tlin-tlen-tlin... Los niños nos miran con ojos curiosos, los mayores nos saludan con un gesto de la cabeza o con un "Buenos Días" recio. Desde la plaza de la Constitución tomamos una de las calles que sale hacia la derecha, la calle Feria, que pasa frente a la balconada del ayuntamiento. La segunda calle a la derecha, vemos el torreón de la iglesia. Es majestuoso, sorprende su color, su textura, poco habitual en los templos malagueños que hemos visitado. Antes de subir nos refrescamos en una fuente próxima, dejamos correr el agua hasta que sale fresca, cristalina. Nos remojamos la cara. Delicioso. La iglesia tiene su fachada construida en ladrillo y roca vista, hecho que la diferencia, que la hace especial. Es una construcción sólida, recia, sin concesiones al barroquismo más cargado. El templo del Cristo de la Cabrilla es muy hermoso en su sencillez. "La iglesia, que data del siglo XVIII pero reconstruida en 1.977, se sitúa en la parte más alta del pueblo y es conocida como del Santo Cristo de la Cabrilla. Esta iglesia sobresale por entre las casas y construcciones del núcleo urbano de Alfarnatejo. Fue construida con estructura de planta sencilla que responde al tradicional modelo rectangular con dos naves, separadas por arcos de medio punto. En el exterior, destaca la Torre cuadrangular y maciza, construida en ladrillo cocido al estilo mudéjar", apunta la página web municipal. Su color, oscuro, se asemeja al color de la tierra que le rodea. Nos perdemos un tanto por las calles tejonas, disfrutando del arrullo de las palomas, del trinar de los pájaros posados sobre el tendido eléctrico. Nos refrescamos en sus fuentes, de nuevo, contemplamos cómo los gatos ronronean al sol. Despiden tranquilidad, sosiego, paciencia sus calles y sus gentes. Nos deleitamos con la vida sencilla a cada paso, observamos el vuelo de las rapaces sobre los tajos más altos. Se nos despierta el apetito y entramos en el restaurante Los Pirineos. Es demasiado tarde para desayunar y demasiado pronto para el aperitivo, optamos por un refresco de cola, una cerveza y dos pitufos mixtos, total: 4,40 euros. Desde la amplia terraza del restaurante observamos los campos que rodean Alfarnatejo, campos de olivos, de cereal, salpicados por encinas y quejigos. Faltan los garbanzos, legumbre que se popularizó en esta comarca hace unas décadas, generando un producto de primera calidad de fama internacional, tan es así que el vecino pueblo de Alfarnate incluyo una flor de garbanzo en su escudo. En la actualidad no se cultiva para su comercialización masiva, pero los vecinos y vecinas de Alfarnatejo no han perdido la tradición y la costumbre y siguen sembrando para su uso personal o familiar. No en vano, todas las variantes de cocido y de puchero siguen formando parte de la carta gastronómica del municipio. Repuestos un tanto, llegamos al Parque Municipal Miguel Alba Luque. Un espacio alargado, situado sobre una balconada, que vive a la sombra de unos grandes árboles. En el extremo opuesto al que hemos entrado, junto al arco árabe que marca la salida, hay una serie de juegos infantiles. Miguel Alba Luque, al que está dedicado el parque, consta como el último alcalde republicano del municipio al que fusilaron ante las tapias del cementerio de San Rafael de la capital el 9 de octubre de 1937.

Los tajos

Son impresionantes paredes verticales que caen a pico hacia un valle desde decenas de metros de altura. Tajos grises, parduzcos, moteados de verdes aquí y allá. Para llegar a ellos desde el centro urbano, hay que seguir adelante desde el pueblo, cruzarlo y comenzar una tortuosa bajada hacia el pantano de la Viñuela y Periana. Son testigos del paso del tiempo, vieron como entre ellos caminaban los antiguos viajeros, albergaron en sus oquedades vida desde allende los tiempos y permitieron que los árabes construyeran en sus proximidades oteros artificiales desde los que controlar el trajín de viajeros. Se constituye así la Ruta de los Tajos integrada por los de Gómer, Doña Ana y el Alto del Fraile. Quizá sean por estas excepcionalidades orográficos que se haya ganado a pulso el apelativo ya comentado de Pirineos del Sur.


Despedida

Nos hemos sentado en uno de los bancos de forja negros que salpican las calles de Alfarnatejo, a la sombra. La vida pasa ante nuestros ojos con un sosiego pasmoso. Dos niños juegan con una pelota, una mujer mayor de pelo cano camina con las dos manos juntas ante el pecho, un hombre carga con tres bolsas de la compra... Se nos contagia la paz, la tranquilidad, el reposo. Pero nuestra mirada vuela hacia los picos, hacia las montañas y cerros y comprobamos la dualidad de estas tierras de sosiego y abruptos barrancos y creemos que ahí radica su especial circunstancia, su herencia indómita y reposada.

Consejos útiles y enlaces de interés

Apodos: "Todo apunta a que el origen de los apodos de Alfarnate (palancos) y Alfarnatejo (tejones) tenga más de leyenda que de base histórica. Según la tradición, en el único camino que unía las dos localidades cayó una piedra de considerable tamaño como consecuencia de unas fuertes lluvias, de modo que el paso quedó interceptado, y para dejarlo expedito la gente de Alfarnate decidió llevar hierros y palos para utilizarlos a modo de palancas, en tanto que los de Alfarnatejo aportaron picos y palas con la intención de socavar el terreno y hacer que la piedra rodara monte abajo, método éste que al final resultó ser el más efectivo, porque la piedra, efectivamente, cayó por su propio peso hasta el valle, donde todavía permanece, según se dice", extraído de la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol.
Fiesta del gazpacho: El primer fin de semana de agosto se celebra en Alfarnatejo la Fiesta del Gazpacho, fresca sopa fría elaborada con los productos extraídos de los cultivos de Alfarnatejo. Durante la fiesta se reparte a los visitantes miles de litros de gazpacho. La velada se acompaña con la celebración de la Velada Flamenca Pirineos del Sur.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de Alfarnatejo y la página Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

3 comentarios:

nekane dijo...

Mujeres baldeando.Paisajes de hermosísimo contraste.Iglesia encantadora.
Otro martes más ten lejos pero TAN CERCA.
Un abrazo,isra.Esta vez muy muy muy fuerte.

Begoña dijo...

Me gustan los tajos, la verdad es que llaman la atención.

Pantxike dijo...

Alfarnatejo,"los Pirineos del Sur...",magnifica descripción, que gracias a Israel,nos confirma lo completas que son esas tierras del Sur.
Feliz día.Besotes.
Pantxike.