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69 OJÉN: INSPIRACIÓN PARA LOS SENTIDOS

martes, 3 de agosto de 2010

Y primero fue Hoxán y después Oxán y ahora Ojén, como un sortilegio de palabras que conjuraran su inevitable pasado árabe. Ojén de calles estrechas y blancas en puridad, de arriates coloridos, rojos, azules, rosas, morados y lilas, amarillos... Ojén de cantes y de duendes, de secretos y leyendas, de aguardientes. Ojén de Picasso en su "Bodegón Español". El Ojén y ojén de la media copita. El ojén de Las Grecas y Joaquín Sabina en "Con las manos en la masa". Ojén de flamenco recio y de OJEANDO colorista. Ojén de feria trasnochadora. Ojén del Mediterráneo. Ojén de la sierra. Ojén de senderos y pinsapos. Ojén de tostones, de romerías, de tapas, de bolo de hinojos, de potaje de castañas, de pasas en aguardiente... Ojén dulce de miel y salado del mar. Ojén, privilegiada atalaya que mira al Mare Nostrum. Ojén, puerta obligada de entrada a la Sierra de las Nieves. Ojén que fue Oxán y antes fuera Hoxán.

Aproximación

Aparece Ojén, caserío de blancura inmaculada, encaramado a las laderas de los picos y cerros que le rodean. Un pincelada blanca, una mota argentina entre el verdor. Sólo blanco sobre verde. Esto es lo que vemos tras la primera curva en la que dejamos atrás la autovía desde Marbella. La carretera, sinuosa, nos propone un juego de magias imposibles cuando el caserío aparece y desaparece en cada vuelta. Se asoma y se esconde, se asoma y se esconde. El sol primero de la mañana lame sus terrazas cúbicas, cuadradas, rectangulares, proyectando un caleidoscopio de luces y sombras sobre el trazado urbano. Crece Ojén, asciende por la ladera que lo sustenta. Y si la parte inferior del pueblo recibe el nombre de Los Llanos, luego se transformará en Castillo, en Nacimiento, en Chifle según las calles asciendan, reposadas sobre la ladera del cerro Ojenete. Antes de llegar al centro urbano encontramos una rotonda. Si descendemos por su ramal derecho, llegaremos hasta un amplio parking donde estacionar el coche. Desde aquí intuimos que no es este un pueblo de llanuras, sino más bien de abruptas cuestas que se retuercen unas sobre otras cumpliendo los designios de su antiguo trazado árabe. Nos pertrechamos y comenzamos.

Hasta la cuevas


Desde el parking y frente al nuevo ayuntamiento se inicia una cuesta pronunciada que nos lleva al centro del pueblo. Recibe el nombre de Camino de Marbella, ya que, antiguamente y antes de la construcción de la carretera primero y de la autovía después, había de ser paso obligado hacia el centro del pueblo en dirección a Sierra de las Nieves. Bancales de naranjos ganados a los tajos, pinos mediterráneos. Nos saluda el leve canto de las chicharras. Encalan y pintan de blancos las casas un grupo de vecinos. Al final de la cuesta llegamos a una pequeña plazuela, tomamos la calle de la izquierda (Calle Río) y de nuevo a la izquierda la calle Cuevas. Nuestro objetivo son las cuevas de Ojén, unas oquedades naturales que el ser humano aprovechó desde allende los tiempos para refugiarse primero de las inclemencias del tiempo y para resguardar el ganado después. Las cuevas son de origen kárstico y se integran en el casco urbano de manera tal que son muchas las casas que se sostienen sobre ellas, mirando al vacío desde la altura. Pero antes de llegar recorremos la calle Cuevas con deleite. Una calle estrecha, colmada de arriates floridos, colorista y vital, cuelgan buganvillas de uno de los balcones. Llegamos a la primera de las cuevas, una oquedad abierta con un pequeño escenario sobre el que pende un poderoso roquedal. Caen flores azules desde las alturas. Sobre ese escenario tienen lugar algunas de las actuaciones de OJEANDO Festival, un festival de música pop rock independiente que se ha convertido en cita obligada en la provincia de Málaga durante el mes de julio. Continuamos adelante frente a la casa El Molino y descubrimos la Cueva Cerrada. Un hueco profundo ganado a la montaña que ahora hace las veces de sala de exposiciones, escenario para representaciones teatrales y musicales, sala de conferencias, etc. Fresca en verano más cálida en invierno. Sobrecoge el paseo al abrigo de estas rocas abiertas sobre las que se asientan casas. Nos acompaña en el paseo el arrullo constante de las palomas y el rumor incesante del Río Almadán, que nace a escasa distancia de este punto y que borbotea agua de manera permanente, transformando el rumor en bramido en las épocas de más lluvia. Ascendemos una serie de escaleras hasta una balconada elevada que nos permite hacernos una mejor idea del conjunto kárstico de las cuevas. Borbotea el río a nuestra vera y a nuestros pies, sentimos su influjo poderoso. Tintinea. Llegamos así hasta la calle Carretera, principal arteria del municipio y que lo divide en dos. La parte más moderna de la más antigua. Hacia la derecha, caminamos.

El mirador

Resulta Ojén un pueblo hermoso, que nos descubre casas secretas entre los tajos y las chumberas, más cuevas que se elevan hacia lo alto, hasta formar un mirador natural. Y flores, muchas flores, blancas, lilas, rosas... Desde la misma carretera subimos hacia la Cueva de las Columnas, que, además nos promete una vista panorámica. Escalones estrechos, perfume de jazmín, aromas de flores dulcísimas. Son un buen tramo de escaleras, pero la vista que se nos ofrece desde arriba es cautivadora. A nuestros pies, el caserío de Ojén. Al fondo, el espejo del Mediterráneo, promesa de idas y venidas, promesa de bienes. Nos sentamos en uno de los bancos de forja negra y reposamos al frescor de la sombra que produce la cueva. Se escucha desde aquí el trajín matinal del pueblo, las idas y venidas de los vecinos y vecinas, los coches que pasan algo más abajo. Miramos el mar y dejamos que la mente se vaya con él...

Hasta el Toledillo

Tras descender, continuamos el paseo, Apenas a diez metros adelante se nos abre una nueva perspectiva del municipio. El casco antiguo se abre en pleno para permitirnos observar el trazado irregular de calles estrechas, las terrazas, dos niños correteando... Muy pronto, encontramos a la derecha una hilera de escaleras que nos llevarán callejeando hacia el centro del pueblo. Descendemos por la calle Barrio Alto y nos adentramos en un confuso dédalo de calles que desembocan unas sobre otras, que se ramifican y transforman en rincones, en plazuelas, en patios. Flores, macetas, arriates... Tomamos la primera bifurcación a la derecha, por la calle Jollanías, para adentrarnos aún más en este delicioso enredo de callejas, rincones secretos... Al final de la calle giramos a la izquierda y en lugar de descender por la calle Almona continuamos por un pasillo a la derecha. Perfumes de jazmines y azahares, delicados y dulces. Llegamos así hasta el Toledillo, una singular plazuela con bancadas de piedra pintadas de blanco donde reposar y dejarse llevar por la esencia andaluza de la villa. Casas altas y estrechas, con patios escondidos y terrazas abiertas al centro del pueblo. Flores delicadas que cuelgan de las fachadas. Jambas y puertas de madera, algunas de ellas pintadas de azul. Pájaros que trinan.

La iglesia de la Encarnación y San Dionisio Areopagita

Tomamos desde el Toledillo la calle Rey hacia abajo, luego la calle Fuente a la izquierda para desembocar, literalmente, en la plaza de Andalucía, presidida por la iglesia de la Encarnación y centro neurálgico de Ojén. Es esta una plaza viva e intensa, que se alimenta del paseo de las mujeres y hombres en su quehacer cotidiano, de los juegos de los niños en los fines de semana, de la charla en sus terrazas hasta bien entrada la noche en el tiempo del verano. Flanquean la entrada al templo dos hermosas palmeras que dotan al espacio de cierto aire exótico. La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación fue antes mezquita sobre la que se edificó en 1505 el actual edificio. De aquella antigua mezquita se conserva la torre alminara, transformada en campanario. El artesonado de su techo está elaborado en madera de pino rojo y muestra una serie de figuras con forma de estrellas y crucetas. El reloj que preside la fachada está elaborado con la misma maquinaria que el de la Puerta del Sol de Madrid, lo que parece garantizar su exacta puntualidad que certifica con su repique a las medias y a las enteras. En el interior de la iglesia se encuentra la figura del santo patrón de la villa, San Dionisio Areopagita que tiene como característica particular y un tanto siniestra llevar su propia cabeza decapitada en la mano. Cuenta la historia popular que un párroco quiso reintegrar la cabeza del santo a su estado natural, es decir, sobre los hombros, pero que resultó imposible ante la rotunda negativa popular. En el exterior del templo, en la pared lateral izquierda se exhibe otra curiosidad de la iglesia: los limones hiedra, los limones trepadores. Toda esa fachada se encuentra trufada de hojas de limonero del que penden, en temporada, sus hermosísimos frutos amarillos. Decir que en la parte superior, inaccesible a la mano humana sin herramientas, abundan muchos más que en la parte inferior, esta sí, perfectamente accesible a la mano furtiva.



La fuente de Los Chorros

En el conjunto de la plaza, cerrada al tráfico, tranquila, en la que trasciende el suave ritmo de la vida en el pueblo, se encuentra la fuente de los Chorros, símbolo de Ojén y práctico surtidor de agua. Es un emblema del municipio, parada obligada para el refresco. Los ojenetos y ojenetas acuden a Los Chorros con cántaros y tinajas y garrafas y búcaros para apaciguar su sed con su agua clara y cristalina. Cuatro caños presiden su parte frontal, uno más, a la izquierda, su lateral. Fuente de sólido ladrillo rojo, de tintineo permanente, de constante rumor de buena agua. Bebemos, por supuesto, nos refrescamos, calmamos la sed del viaje, del paseo. Suena la fuente de los Chorros, suena.

El Museo del Molino de Aceite

Desde la plaza tomamos la calle Río (junto a la fuente) y nos dirigimos por la calle Charcas hasta el Museo del Molino de Aceite. Las calles se asoman a las montañas cubiertas del tupido verdor de los pinos que delatan su esencia mediterránea. Es Ojén puerta a la Reserva de la Biosfera Sierra de las Nieves desde la Costa del Sol y, a la vez, una atalaya sobre el mar Mediterráneo. No puede escapar Ojén a ninguna de esas dos esencias, si no que busca su complemento, siendo municipio de vocación costasoleña y de tradición serrana a un tiempo. La Sierra de las Nieves recibió además en 2008 el premio EDEN concedido por la Unión Europea a los destinos turísticos con vocación de sostenibilidad y equilibrio con la naturaleza. Descendemos por una calle empedrada, formada por largos escalones hasta acceder a la entrada del Museo del Molino de Aceite. El Museo se enclava en el interior de un antiguo molino completamente restaurado y en perfecto estado de funcionamiento. No en vano, ante nuestra llegada se pone en marcha la maquinaria que antiguamente se movía por la fuerza motriz del agua y que nos permite hacernos una idea muy concreta de cómo era el proceso de prensado de las olivas y cómo se extraía el aceite. En el hall se pueden adquirir productos de artesanía local y elementos gastronómicos tradicionales como pasas en aguardiente, miel casera artesanal o una amplia colección de aceites de Sierra de las Nieves. En el patio de trojes, los propietarios de las aceitunas colocaban en su cancha correspondiente el producto extraído de sus campos para esperar el turno de la molienda. Era este lugar un centro de reunión social en el que ojenetos y ojenetas departían acerca de las cuestiones cotidianas, de los quehaceres diarios. En las dos salas adyacentes a la maquinaria se sitúan las salas de exposiciones que se renuevan de manera prácticamente mensual. En la superior se encuentra un antiguo alambique que destilaba el famoso, internacionalmente, aguardiente de Ojén.

El aguardiente de Ojén

Leyenda y realidad. Hay una leyenda y una realidad sobre el famoso aguardiente de Ojén. Leyenda alimentada por el paso de los años y por el secretismo. Realidad más prosaica y, por tanto, menos atractiva. Contemos la historia primero y, después, avivemos aquí la leyenda. "El aguardiente de Ojén, de tipo anisado y dulce se elaboró a partir del vino procedente de las uvas de los viñedos que por entonces abundaban en nuestro municipio al que se le añadía matalauva como ingrediente aromático. Para su destilación se utilizaban alambiques que eran calentados con madera de enebro y posteriormente rebajado con agua hasta alcanzar los 40 grados. No se conoce a ciencia cierta el tipo de uva utilizado pero casi con toda seguridad que era del tipo moscatel ya que ésta es la que mas abunda en toda la zona. Fue en 1830 cuando el ojeneto Pedro Morales invirtió la fortuna que hizo fuera del pueblo para fundar una destilería de aguardiente en Ojén. El resultado fue un licor de mediana graduación, anisado y dulce de gran calidad que le valió el prestigio y fama no sólo en España, sino en buena parte del mundo, hasta tal punto que el nombre de Ojén se utilizó como una denominación genérica de aguardiente dulce y de calidad. De todos es ya sabido la consagrada "una copita de ojén" acompañado de los siete golpecitos que daban música a este antiguo eslogan publicitario que aún hoy perdura y se repite por toda España. A finales del siglo XIX la filoxera (pequeño insecto que ataca la raíz de la vid hasta matarla) produjo una epidemia en buena parte del viñedo europeo. En Ojén fue devastador hasta tal punto que desaparecen buena parte de los viñedos aquí existentes. En 1920 se produce el cierre de la destilería. Fue un duro golpe económico ya que eran muchas las familias que vivían del aguardiente. A principios de los 70 del siglo pasado Juan Espada Fernández intentó sin éxito, devolver al pueblo ese aguardiente famoso creando una fábrica. El esfuerzo cayó en saco roto. La fama de nuestro aguardiente queda en el recuerdo y en las referencias literarias y artísticas sobre el mismo: Camilo José Cela lo menciona en varias ocasiones en La Colmena "fuma tabaco de 90, cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta". Anita Delgado Briones (maharaní de Kapurtala) artista malagueña de la época y casada con un príncipe indio solía pedir en París una copita de ojén. Picasso en su época cubista inmortalizó la botella de aguardiente con la leyenda de Ojén ("Bodegón español" de 1912, se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Villenueve Dascq. Daix de Francia). También en la heráldica del escudo del municipio una planta de vid hace referencia a este famoso licor. Añadir que una de las pocas botellas de aquel afamado aguardiente se encuentra en el Ayuntamiento de Ojén, protegida por una hornacina de dunita", esta información extraída de la página web Blog de Ojén, elaborado por Benito González Sánchez nos acerca a la historia del aguardiente. La Leyenda cuenta que tan sólo Pedro Morales conocía la fórmula exacta del aguardiente que se encontraba en las hierbas aromáticas que añadía al licor. Durante este punto del proceso de elaboración ordenaba salir a los trabajadores de la destilería y cuando se quedaba solo añadía sus secretos. Pedro Morales murió y dejó la receta a su hijo. Éste, a su vez, falleció en un accidente siendo único depositario del secreto del anís de Ojén, perdiéndose así en la historia su fabricación. Hubo un intento de revitalizarlo en la década de los setenta del siglo XX pero no funcionó. Ahora, una empresaria belga residente en el municipio parece que ha dado con la clave. Quizá pronto vuelva a escucharse el famoso soniquete de "una copita de ojén".

(Tres de las imágenes han sido extraídas de Blog de Ojén)

El Refugio de Juanar

Desde el Museo del Molino, descendemos hasta el parking en el que hemos estacionado el coche. Salimos hasta la carretera principal y tomamos dirección Coín-Monda. A cuatro kilómetros del centro urbano encontramos unas desviación a la izquierda perfectamente señalizada en la que se indica: Refugio de Juanar. Nos dirigimos a un paraje natural espectacular, en el que confluyen multitud de rutas senderistas y que es un paraíso de olivos, pinsapos, pinos y castaños. Desde aquí se pueden acceder a picos como La Concha, un mirador natural sobre la Costa del Sol Occidental, la Cruz de Juanar, que recibe una romería hasta su cumbre en el mes de mayo, el Lastonar, bastión sobre Marbella, o el Tajo Negro, un corte espectacular sobre el pueblo de Ojén. La carretera para acceder hasta Juanar es sinuosa y repleta de curvas. Termina al llegar al refugio, donde estacionar el coche y comenzar a caminar. El Refugio de Juanar fue construido por el Marqués de Larios como refugio de caza para el Rey Alfonso XIII (que nunca llegó a acudir), posteriormente se transformó en parador nacional, momento en el que el ex Presidente de la República Francesa, Charles De Gaulle se hospedó durante una larga temporada para escribir sus memorias. De hecho en el Refugio de Juanar, ahora convertido en hotel rural y con una excelente cocina especializada en asados, aún se conserva enmarcado el cheque con el que el general De Gaulle pagó la factura. Desde el Refugio de Juanar, además de los ascensos a los picos, hay una ruta perfecta para realizar con la familia. Apenas son dos kilómetros en un falso llano que comienza en un bosquete de castaños, para llegar hasta uno de los pocos olivares de altura que aún existen en Málaga. Se abre un valle imposible encuadrado por Tajo Negro y la Cruz de Juanar. Si continuamos el camino llegaremos hasta el Mirador del Macho Cabrío, una balconada sobre Marbella que nos permite ver un paisaje excepcional. Se recomienda llevar prismáticos y cámara de fotos. Recordar que es una reserva natural y por tanto toda la flora y fauna está protegido. No es inusual, si se camina en silencio ver cabras montesas. Llegamos hasta el mirador y se abre ante nosotros un espectáculo de primer orden. El mar brumoso, permite ver, más bien imaginar, el perfil de África al fondo. A nuestros pies, la ciudad de Marbella. A la derecha, la Cruz de Juanar. A la izquierda, el Tajo Negro. Parece una postal enmarcada. No sentamos sobre la bancada de piedra y vemos a los montañeros diminutos, como una fila de hormigas, ascender por los senderos. Saludamos con la mano y nos responden con una voz de: - Holaaaaaaaaaaa..... Tranquilidad. Naturaleza plena.

Despedida

Inspiramos el aire fresco de la sierra y con él las emociones de un Picasso recordando su niñez malagueña y el aguardiente de Ojén, los sutiles colores de las flores decorando las calles encaladas, el bramido del molino de aceite haciendo girar sus prensas de piedra, el refrescante sorbo de agua de la fuente de Los Chorros, las increíbles historias de San Dionisio Areopagita, el frescor estival de las cuevas al son del río Almadán, las buganvillas descolgándose muellemente desde las azoteas, los niños jugando en la plaza a la sombra de las dos palmeras, el hondo lamento flamenco del Festival Castillo del Cante, la vanguardia sonora de OJEANDO Festival, los juegos populares de la feria... Ojén, inspiración para los sentidos.

Consejos útiles y enlaces de interés

Churros "mojaos": Hay una especialidad gastronómica única en Ojén, son los "churros mojaos". La Churrería "Er Mojaíto" ofrece esta especialidad que a los visitantes llama muchísimo la atención. Los churros se fríen en aceite y a la hora de degustarlos, Jorge, el encargado de la churrería pregunta: -¿Secos o mojaos?. Si escogemos la primera opción stomaremos un buen churro. Si escogemos la segunda, Jorge cogerá una pinza y mojará el churro en un recipiente repleto de agua con sal. Hay que comerlo de manera inmediata y es, lo garantizamos, una experiencia única. La Churrería Er Mojaíto se encuentra en la calle Arroyo número 5.
Festival Castillo del Cante: Es uno de los festival flamencos con más solera de la provincia de Málaga. En 2010 celebra su edición número treinta y seis. Se celebra siempre el primer fin de semana de agosto y por sus tablas han pasado históricos como Camarón de la Isla o nuevos valores como Miguel Poveda.
OJEANDO Festival: Es un festival con la música pop rock independiente como columna vertebral. Desde 2008 se ha transformado un referente en la provincia de Málaga atrayendo a más de 10.000 visitantes en las dos últimas ediciones, gracias a conformar un cartel con nombres principales de la escena musical y grupos emergentes. Se celebra entre las dos primeras semanas de julio. Esta es su página web.
Feria y fiestas: La Ferias y Fiestas de Ojén se celebran entre los día 8 y 12 de octubre. Alboroto y colorido, mucha música. Se han recuperado los juegos tradicionales como una forma más de entretenimiento entre los que se encuentran el de las sillas, el del botijo, las carreras de cintas, etc... El día 8 tiene lugar la coronación de las reinas y damas, el día 9 la procesión de San Dionisio Areopagita y el día 12 la procesión de la Virgen del Pilar.
Recorridos turísticos: El Ayuntamiento de Ojén cuenta con dos técnicos de turismo que ofrecen diferentes servicios entre los que se encuentran visitas culturales y etnográficas guiadas, talleres ecológicos o ambientales y rutas senderistas o a caballo. Todos los servicios se ofrecen tanto a grupos como a particulares. Los teléfonos de contacto son: 697.501.935 y 659.666.152 para visitas en inglés. También puede encontrase en facebook en la pa´gina de Turismo Ojén.
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web muncipal de Ojén, a las que añadimos la webs personales Blog de Ojén, Ojen.net y Las Estaciones y Los Días.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

5 comentarios:

Pantxike dijo...

Enhorabuena al mejor embajador de Ojén en el mundo,ya pueden estar contentos los Ojenetas contigo...nosotros los que te queremos estamos superorgullosos de tí.
Besos.
Pantxike.

bgs dijo...

Gracias, Israel por haber añadido el Blog de Ojén como enlace. Un saludo.

Benito

Begoña dijo...

Ojen me transmite buenas sensaciones y muy buenos recuerdos,tantas veces te hemos leido y hemos oido hablar de Ojen que el conocerlo ha sido una suerte.

iris dijo...

Ojen tiene muchos encantos, pero dos de ellos sin duda eres tu y mi Pikis!!
Ya no es lo mismo sin vosotros!!
iris

antonia dijo...

Ay! amiga!