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91 ALMÁCHAR: LA TIERRA DE LA PASA

martes, 4 de enero de 2011

Es un sabor dulce e intenso, el mismo sabor que antes de nosotros hoy, probaron los fenicios, los griegos y romanos, los árabes de Palestina y el Magreb, los otomanos del imperio turco. Es un sabor intensamente mediterráneo, que tiende puentes entre generaciones y culturas, que forma parte de un intenso pasado común. Sabe dulce, huele dulce esa pepita pequeña y oscura, arrugada, que encierra bajo su aspecto un mar de sabores antiguos, sabe a Mediterráneo la pasa de Almáchar, a Mediterráneo puro.

Llegada y hermanamiento

Reúne Almachar las esencias paisajísticas de la Axarquía en un catálogo de barrancos broncos, bancales de frutales y almendros, caminos serpenteantes, cimas inusitadas, paseros innumerables y vides trepadoras que forman un compendio de lo que es esta comarca. Así, tanto su acceso por Vélez Málaga, suave ascenso entre un vergel de frutales exóticos, como por Rincón de la Victoria, recorrido de sorpresas paisajísticas y miradores naturales, merecen la pena por su contradicción y complementaridad. Abrigado entre el abrazo de los dos ríos que rodean el pueblo, el centro urbano se recompone sobre una ladera, adaptando el trazado imposible de sus calles al terreno. Almáchar debe recorrerse a pie para enfatizar en su esencia, así que estacionamos el coche en la plaza “de arriba”, junto a “los arcos”. Nos pertrechamos, preparamos el bloc de notas, la cámara de fotos, slaimos del coche y lo primero que llama nuestra atención es un gran mural sobre una pared que reza: “Encuentro de las tres culturas”. Custodiando el escudo del municipio, a su derecha aparece una ciudad hermanada, Cornellá, y a su izquierda otra ciudad hermanada, Barakaldo. Confluyen en esta última mis orígenes con los de mis experiencias actuales y recuerda la memoria, siempre frágil, que en la ciudad vizcaína de Barakaldo, de donde provengo, existe una asociación fundada en 1978 que se llama “Hijos de Almáchar”. Sonreímos y confiamos en las casualidades.

Hasta los Jardines del Forfe

Nos sumergimos en las calles almachareñas siguiendo las indicaciones que aparecen sobre las paredes encaladas. Todo el centro urbano está señalizado, así que la única pérdida posible será la que asumamos de manera consciente. Son buena ayuda, ya que las calles de la localidad son tortuosas y serpenteantes, apenas se ven diez metros de calle recta cuando se requiebra sobre sí misma para dar paso a unas escaleras, una empinada rampa, una plazuela minúscula o la emparrada entrada a una casa. Son los almachareños y almachareñas afables y de saludo fácil. – Buenos días, buenos días. Los orígenes del municipio se remontan a tiempos árabes, es innegable su trazado, su edificación, e incluso su nombre, Almáchar, podría corresponderse con el vocablo Maysar o Machar, traducido como pradera o tierra de prados, pero no hay ningún documento que lo atestigue. Durante la Guerra Civil se destruyeron la mayoría de los documentos y de los dos únicos que se tiene constatación real antes de la contienda son el primer bautizo, el 7 de febrero de 1537, y la primera boda, del 2 de febrero de 1573. Parte de la historia de Almáchar se ha reconstruido con leyendas y en los Jardines del Forfe nos encontraremos con la primera de ellas. En nuestro paseo nos asaltan aromas dulces a jazmín que cuelgan de terrazas de forma cúbica. Paseamos por las calles empedradas y de vez en cuando asoma entre los tejados el perfil de la montaña de la Maroma, mayor cima de la provincia malagueña. Nos cruzamos con la oficina de turismo (Tfo: 952.51.20.02) a la que se puede llamar para concertar visitas con grupos al Museo de la Pasa. Y con el paseo llegamos hasta la plaza que alberga la parroquia de San Mateo, una construcción de apariencia sobria, en la que se combinan los blancos encalados con la fábrica de ladrillo. En su entrada, un grupo de mujeres charla animadamente. En su interior se halla el Cristo de la Banda Verde, venerado por los almachareños y al que le tienen gran devoción, ya que según cuenta la leyenda salvó a unos marineros de una muerte segura tras naufragar el barco en que viajaban. Los marineros buscaron la imagen del Cristo por todos los pueblos hasta que lo encontraron en Almáchar, y en agradecimiento, los náufragos le regalaron dos lámparas de plata. Además, se le adjudica ser fuente de protección, ya que en el terremoto que asoló la Axarquía la navidad de 1884, Almáchar no sufrió daños personales. Frente a la iglesia hay un panel cerámico donde se cuenta la leyenda antes mencionada. Habla de una cueva, de un morisco, de una huida y de…. un tesoro. En la fotografía que aparece acompañando este texto se relata en verso y punto por punto toda la historia de cómo un morisco, antes de huir a tierras más propicias escondió en la cueva de el Forfe un tesoro. Muchos lo han buscado, pero nadie aún lo ha encontrado. Los almachareños sonríen ante esta leyenda y cuando se comenta en público dicen que, quizá, el tesoro no sea el cofre escondido, sino el propio municipio de Almáchar. Precisamente desde la plaza de la iglesia, a la derecha por la calle Sevilla, tomamos la dirección de los Jardines del Forfe, una serie de paseo con forma de balconada que mira de tú a tú al cauce del río Almáchar y que se sitúa justo enfrente del lugar donde, según la leyenda, se ubica el tesoro. Nos dejamos llevar por las ensoñaciones durante un instante e imaginamos a aquel huidizo morisco que, amparado por la noche, trasladó hasta allí a lomos de un burro un cofre repleto de oro.

El Museo de la Pasa

Desde los Jardines del Forfe, que nos ofrecen además de leyendas, una espléndida panorámica de la Maroma, hoy cubierta de nieblas su cima, continuamos nuestro camino hasta la plaza del Santo Cristo. Un lugar recoleto, trufado de macetas floridas, de arriates coloridos. Saludamos a los vecinos con los que nos cruzamos. Al final de la plaza de encuentra el Museo de al Pasa, una suerte de museo etnográfico perfectamente acondicionado como si de una casa centenaria se tratara. Resume en sus dos pisos apretados una excelente muestra de la arqueología social, un catálogo de útiles, de aperos, de herramientas de un pasado no tan lejano y que era utilizado de manera habitual por los almachareños del siglo XIX y XX. Desde lebrillos para mezclar el agua con harina, hasta molinillos de café manuales, jinteros para amasar el pan, cántaros y tinajes, quinqués, una antigua cama con dosel, búcaros y botijos o escupideras. La casa es de paredes gruesas y vigas redondas, como antaño… Una de sus salas, además, está dedicada a la explicación del proceso de la plantación, recogida y seca de la pasa, elemento de gran predicamento en la localidad y con el que se elabora aparte de un excelente vino moscatel, diferentes recetas y productos. La elaboración de pasas es de tal importancia en la localidad que calcula que la población almachareña vive en un 80% directa o indirectamente de su cultivo. El Museo de la Pasa está hoy regentado por dos mujeres estupendas, de charla fácil y amena con las que hablamos no sólo de las particularidades de la pasa, sino de la historia del pueblo, del hermanamiento entre Almáchar y Barakaldo, de los lugares propicios para comer, de la gastronomía local, del ajoblanco, de la televisión, de los turistas. Una de esas buenas conversaciones, amenas y saltarinas, que van de un tema a otro sin preocupación. El Museo de la Pasa puede visitarse todos los días de la semana y concertando una cita previa con la Oficina de Turismo (Tfo: 952.51.20.02), también se pueden adquirir distintos productos y optamos por una hermosa caja de pasas moscatel con el rabito, que como dice la tradición popular sirve para no olvidar las cosas (8 euros) y una botella de vino moscatel (3 euros). Salimos del museo con muchas historias resonando en nuestra mente.

Callejeo

Desde el Museo de la Pasa ascendemos hacia la parte alta del municipio, la calle de Mártires nos muestra una curiosidad arquitectónica, cómo la iglesia de San mateo está unida en su parte posterior con una casa a través de una considerable bóveda de cañón. Nos perdemos y nos reencontramos entre las calles que serpentean, el “barrio de las cabras” es un dédalo imposible y a cada paso nos encontramos con un recorte, la inusitada entrada a una casa, un pequeño jardín, un emparrado bajo el que descansan dos o tres sillas y un gato. Almáchar debe recorrese de esta manera, sin prisas, sin el afán de encontrar nada, dejando que las callejas y plazuelas salgan al encuentro. Son muchas las casas que lucen macetas y flores junto a sus paredes encaladas, también algunos carteles escritos a mano en los que se anuncia “Se venden pasas”. Poco a poco ascendemos así hasta la parte alta, lugar donde hemos estacionado el coche. Miramos detenidamente el escudo del municipio flanqueado por el de Cornellá y por el de mi Barakaldo de origen. Sonreímos.

Despedida

Nos sentamos en uno de los bancos que hay en los Jardines del Forfe, el río Almáchar bajo nuestros pies. Intuimos, frente a nosotros la que pudiera haber sido entrada a la cueva del tesoro morisco. Abrimos la cajita de pasas moscatel, las probamos, nos animamos y abrimos la botella de vino dulce, lo catamos. Y con el calor del alimento y el caldo en el cuerpo, casi podemos intuir un burro cargado con un extraño cofre de madera a través de cuyas hendijas refulge una luz dorada…

Informaciones de interés y enlaces útiles

Fiesta del Ajoblanco: Tal y como nos indica la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la Fiesta del Ajoblanco se celebra el primer sábado de septiembre, y ha sido declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía. Al pueblo acuden ese día miles de forasteros, que son obsequiados con una degustación gratuita de este genuino plato almachareño elaborado a base de miga de pan, agua, almendras, aceite, vinagre y sal .Paralelamente al perfil gastronómico de la jornada, el pueblo se convierte en un variopinto escaparate donde se muestran objetos de gran valor histórico-artístico e incluso se representan escenas tradicionales mediante muñecos o maniquíes vestidos a la usanza de un siglo atrás. Las actuaciones de pandas de verdiales, coros rocieros y flamenco en todas sus vertientes completan el ‘día grande’ de Almáchar.
Función del Cristo de la Banda Verde: Como apunta la página web del ayuntamiento de Almáchar, es una celebración religiosa que data de 1.754, a raíz de unos terremotos que se repetían con frecuencia y para su salvaguardia, pidieron la advocación del Cristo. Como consecuencia que de este trance salieron indemnes personas y haciendas, por aclamación popular se le nombró protector de la villa, dotándolo de un camarín y pedestal desde 1.797. En el programa de actos que se celebran durante todo el fin de semana, destaca la misa que se celebra el domingo por la mañana, y la procesión, por la tarde, del Santo Cristo acompañado de bandas de música y cohetes, en medio del fervor popular. Las orquestas, amenizan y ambientan la verbena, así como las actuaciones de afamados artistas. Torneos deportivos, bailes, fuegos artificiales, etc., complementan las jornadas festivas y no dejan el más mínimo espacio para el aburrimiento.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de Almáchar y la página web de Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

4 comentarios:

Nekane dijo...

Cómo no podía ser menos lo primero que me ha llamado la atención es el escudo de mi pueblo(Barakaldo) que he creído atisbar el el cartel del hermanamiento.
Luego,efectivamente,lo cuentas y siento una corriente íntima de conexión ya que en Barakaldo,actualmente mi vida tiene un puntito de relación con la Asociacíón Hijos de Almáchar.Curioso.
Me parece muy "bilbaino" y gracioso que que quizá los almachareños consideren el tesoro del morisco su propio pueblo.No me extraña ya que tienen mucho de lo que enorgullecerse.
Un abrazo,Israel.
otro martes que me impulsas a saltar de la cama.

Anónimo dijo...

Isra: Precioso, como todos los martes y no dejas de asombrarme con tu memoria. Yo no he sido capaz de ubicar la Asociación Hijos de Almáchar de Barakaldo

reimonalbert dijo...

pues no me ha quedado claro cual es el origen, la causa de ese hermanamiento... ¿se sabe algo?

Anónimo dijo...

Quiero dar la enhorabuena a todos los viajeros y viajeras de El Color Azul del Cielo.
Es un número MUY REDONDO superar las 90000 visitas.
Un abrazo para todos y fundamentalmente para nuestro motivador:Isra.
Dentro de poco llegaremos a las SEIS CIFRAS.