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EN / 08 LAGUNAS DE ARCHIDONA: El tesoro escondido

martes, 26 de julio de 2011

Son invisibles. Hay que buscarlas, encontrarlas, acceder a ellas, a su falso silencio, al espejeo de sus aguas… Traspasar el perímetro de olivos y encinas que las rodean, hollar el suelo pardo que nos conducirá hasta ellas. Son invisibles y no son accesibles, pero ahí están, esperándonos, como una promesa de azules luminosos entre los acebuches centenarios. Dos lagunas gemelas, una Grande y otra Chica, que se escapan entre los dedos del visitante. Dos lagunas invisibles que solo abren sus secretos al osado o al permitido. Ahí están, a 760 y 823 metros de altitud, rodeadas por la fortaleza de los promontorios trufados de olivos. Casi llegamos a tocarlas con los dedos, pero tuvimos que conformarnos con su contemplación. El sol, que riela sobre sus aguas, un pájaro furtivo que nos sobrevuela y aterriza en su superficie... Se oyen a lo lejos ladridos y disparos de cazadores.

La Reserva Natural de las lagunas de Archidona

Y es que en su invisibilidad está su éxito y su condena. Las lagunas de Archidona no son visibles desde ninguna vía principal. La autopista A92 que une, entre otras, Málaga con Granada, circula a escasamente un kilómetro de su perímetro pero apenas si se oye el tráfago de los vehículos que circulan por ella. Son, además, de propiedad privada, por lo que el acceso hasta ellas debe ser permitido por Medio Ambiente o por sus dueños con el preceptivo permiso. No obstante, sí se puede acceder a su perímetro y contemplar el entorno que las rodea, la lámina de agua, el encinar que viste las faldas de las sierras de Gibalto, San Jorge y Gorda. La Zona Periférica de Protección tiene una superficie total de 187 hectáreas y a ella se permite el acceso libre, así que, sin poder acercarse a las lagunas propiamente dichas (ocupan 7 hectáreas entre las dos) se puede pasear por su perímetro. Este control facilita que la presencia de especies animales, terrestre, acuática y aérea sea muy abundante y permita al visitante encontrar al paso diferentes especies.
Las Lagunas de Archidona fueron declaradas Reserva Natural en el año 1989 y tiene dos características diferentes a otras. La primera, que se encuentran rodeadas de una serie de promontorios que las hacen invisibles, como ya se ha relatado, y que ofrecen la sensación óptica de estar hundidas. La segunda, su altitud, las dos lagunas se hallan a más de 750 metros de altitud.
Nos adentramos.

La visita

Hemos salido de la A92 en la desviación de Salinas, un anejo de Archidona que nos llevará, si tomamos dirección Fuente Camacho, directamente a un carril asfaltado donde poder estacionar el coche tras ver la señal indicativa de “Lagunas de Archidona”, 1 km. Estacionamos. A partir de ahí se abre una pista forestal en un estado muy irregular, perfecta para andar.
Los olivos nos abrazan. El murmullo de la autopista va quedando atrás, poco a poco, como un colchón sonoro sordo y apagado que se va desvaneciendo. La banda sonora cambia, se transforma y comenzamos a escuchar los primeros trinos de pájaro, el aleteo vibrante de una chicharra, el ramoneo entre los arbustos de algún roedor. Caminamos entre los olivos y las encinas, en silencio, como furtivos con la esperanza de ver algún animal. Pronto comprobamos que tanto sigilo no es necesario, los conejos y las liebres saltan ante nosotros aquí y allá según avanzamos en el recorrido. Y son ellos los que nos sorprenden a nosotros. Vemos sus colas blancas alzadas, sus carreras por los campos sembrados… Leemos la documentación con la que nos hemos documentado. Además de conejos es posible ver otros mamíferos como el erizo común, el zorro, la comadreja, la gineta o el tejón. No tenemos esa suerte.
Los olivos que marcan nuestro caminar dejan pender sus frutos a nuestra vista, verdes y negros, duros y apretados, esencia mediterránea en estado puro. De ahí se nos proveerá de aceite, de ese preciado líquido dorado que acompaña la cocina terrena de intensos sabores. Algún despistado cometerá el error de hacerse con una o dos olivas, caerá en la tentación de morderlas y se llevará a la boca uno de los más amargos sabores. Aún no hemos visto la laguna, es cierto que permanece escondida, secreta, oculta a las miradas. El carril asciende y desciende. Observamos el terreno que pisamos y comprobamos que hay pequeños rastros dibujados en el suelo, como bosquejos de líneas curvas y estrelladas. La presencia de reptiles es habitual en la reserva, así no es de extrañar que nos topáramos con alguna culebra bastarda, culebra de escalera, lagarto ocelado, salamanquesa o culebra ciega.
No hay visible presencia humana. Un cortijo semiabandonado a la derecha y los campos labrados son sus únicos indicativos. A lo lejos, unos disparos sordos y ladrido de perros.
Continuamos el camino hasta que llegamos a dos mojones que nos advierten que las lagunas son de propiedad privada. Nada impide el paso, ni cuerdas ni cadenas, así que continuamos adelante, apenas a 10 metros, a la izquierda sí encontramos evidencia humana. Dos vallas blancas en las que se puede leer “Propiedad privada. Prohibido el paso. Do not Enter”. Y un gran cartel con el mismo mensaje. Además dos señales de tráfico lo dejan claro, no podemos pasar de ahí. Pero el cartel de la reserva se encuentra a nuestra vista, así que pasamos y nos acercamos a leerlo, siempre con el respeto debido a los clarificadores mensajes anteriores.
Se abre la laguna ante nosotros, arropada por los promontorios de tierra, colmados a su vez de olivos y de encinas. En su invisibilidad radica el secreto de su belleza, la aparente mansedumbre de sus aguas, solo agitadas por la suave brisa. Enfocamos con el teleobjetivo para poder distinguir algún ave acuática y allí las vemos, a lo lejos, nadando en la placidez de la lámina, reposadas y tranquilas. Es posible contemplar al zampullín chico y cuellinegro, al somorgujo lavanco, a la garza y el ánade real, al pato cuchara y al colorado, al ánade silbón, a la polla de agua y la focha común y al chorlitejo chico y patinegro. La Laguna Grande alcanza una profundidad entre los 6 y los 10 metros en su época de mayor llenado, llegando a registrarse en 1997-1997 hasta 13 metros. Las lagunas de Archidona son las lagunas interiores de Andalucía que reciben mayores aportaciones subterráneas, responsables de la permanencia de sus aguas incluso en época de más seco estío.
Se oyen más disparos sordos, más cerca.
Reposamos un tanto, sentados sobre una piedra con la Laguna Grande al frente. Observamos su contorno, su ubicación. Los olivos que la miran sedientos, las encinas que rodean su parte más septentrional, profusa vegetación. Aprovechamos para leer algo más de la documentación. Nos llama la atención que bajo la superficie cristalina existan peces como el barbo o la gambusia affinis, no tanto la presencia de anfibios y reptiles como rana y sapo común, sapo corredor, culebra de agua o incluso galápagos. Tiramos un par de fotos. Nos levantamos y continuamos el camino. Nos desplazamos por la misma pista hasta llegar al Cortijo de Las Lagunas. Desde el cortijo tenemos unas vistas espectaculares de las sierras y del espeso encinar que rodea el complejo lagunar. Nos detenemos a admirar la flora. Los carteles de “Prohibido el paso” continúan, hasta que encontramos uno atravesado en el carril que nos impide avanzar hacia la Laguna Chica. Apenas dista medio kilómetro hasta su ubicación como hemos comprobado en el gps, y nos debatimos entre cruzar y continuar o regresar a la Laguna Grande. No queriendo cometer ninguna imprudencia (los disparos y ladridos de los cazadores se escuchan cada vez más cerca), decidimos retirarnos.
En el secreto de las lagunas radica su belleza, en la posibilidad que solo aquellas personas autorizadas puedan cruzar sus límites se encuentra el quid de su conservación casi intacta, sin injerencias del ser humano. El privilegio de poder contemplar la Laguna Grande desde el promontorio, disfrutar de su visión es suficiente para dar por más que aprobada la visita. El silencio, los olivos y encinas, los trinos lejanos de las aves…
Caminamos, nos cruzamos con dos ciclistas, saludamos, llevan cara de esfuerzo y es que la pista ofrece unos repechos serios para ir montado sobre las dos ruedas. Sonríen, les advertimos, contestan que llegarán hasta donde puedan, se pierden tras los olivos. Sentimos la presencia de la laguna a nuestra espalda, dos pasos más y desaparecerá como por arte de magia. Puf. Ya no está.

Despedida


La luz reflejada en la laguna aún permanece en la mirada, colgada de la retina con un fulgor irisado. Pensamos en el pasado, en la relación del ser humano con las lagunas, en cómo los cultivos se asoman a ellas implorando beber. Pensamos en la dualidad del ser humano cómo las explotó y cómo las conserva ahora. Las lagunas de Archidona conforman junto con Fuente de Piedra, la Ratosa y Campillos un complejo lagunar extenso, rico, esencial en Málaga y Andalucía. Todas ellas con su personalidad propia, tan distintas. Emparejadas por el cielo azul reflejado en sus aguas dulces y salinas. Aquí, en el promontorio, nos sentimos en comunión con ellas, notamos que formamos parte de algo. Tocamos la tierra con la mano, escuchamos los trinos de los pájaros, percibimos los aromas duros e intensos del tiempo estival, observamos la laguna. Y la laguna nos observa.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, la página web municipal de Archidona ofrece todos los datos necesarios para visitar la laguna.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.



Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de esta Reserva Natural.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

1 comentarios:

Nekane dijo...

La introducción un verdadero poema.
La misteriosa ubicación de las lagunas..Curioso,interesante y para mi desde luego ilustrativo.Sigo aprendiendo.
Un abrazo,laztana.