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EN / 10 EL TORNILLO DEL TORCAL: La piedra inconcebible

martes, 23 de agosto de 2011

Y cuando las formas más ingeniosas y caprichosas se han presentado a la vista, nunca piensas que puedan dar un paso más. Si el Torcal representa la excentricidad de la naturaleza, su imaginación y querencia, el Tornillo del Torcal representa el sueño de un escultor orate, de un Praxíteles más antiguo que el propio ser humano. Láminas de rocas que parecen flotar unas sobre otras, sostenidas en un punto de apoyo casi inexistente. Simulan estar a punto de desmoronarse, de caer en lascas calizas sobre el valle. Y es en este juego cuando la composición final parece tan sutil y volátil que esté a punto de echar a volar o de derrumbarse definitivamente. Nada más lejos de la realidad. Por milenios se mantienen erguidas de estas singulares maneras, tan aparentemente precario su equilibrio. Un juego imposible de emulaciones en las que las rocas parecen enormes hamburguesas, tartas de varios pisos, discos compactos amontonados… cada cual que juego su juego. El Tornillo del Torcal parece un prodigio y resulta tan representativo que ha sido elegido como símbolo de este Paraje Natural. Pero detrás de esa efigie hay más. Y vamos a descubrirlo.

El Monumento Natural Tornillo del Torcal

Si la excentricidad de la que hace muestra el Torcal tiene un ejemplo mejor, ese es el del Tornillo del Torcal. El nombre, apropiado donde los haya, ya le confiere una precisión de cirujano en la que la mano del ser humano nada ha tenido que ver. La disolución de los diferentes estratos gracias a la erosión del viento, el agua y la diferencia de temperaturas, ha creado una figura tan caprichosa como inusual, un tornillo. Una serie de seis lascas colocadas una encima de otra y de menor a mayor configuran este juego de erosiones. En realidad, no están colocadas una sobre otra, sino que forman parte de un conjunto erosionado, de un todo que la acción de los meteoros ha hecho desaparecer poco a poco.
El Tornillo del Torcal fue declarado Monumento Natural en 2001, tiene una superficie de 1953 metros cuadrados y va más allá de la figura más representativa, ya que esta forma parte de un conjunto mayor de formas tan caprichosas como ella. Tal y como sucede con el Torcal, en el Jurásico esta zona estaba sumergida bajo el mar de Tethys, la salida a la superficie de las rocas tras diferentes movimientos sísmicos y la retirada de las aguas dejaron en la piel de la tierra un conjunto montañoso formado por roca caliza muy susceptible a la erosión. Aquí se inicia el proceso de conversión del Torcal hasta lo que es hoy en día.
El Tornillo del Torcal representa la esencia del Paraje Natural y de ese complejo mecanismo natural que ha permitido albergar en su interior infinidad de formas excéntricas. Además para llegar hasta el Tornillo se debe atravesar otra formación geológica particular, el Lapiaz Agrio del Caracol. Este Monumento Natural comparte con el Torcal la fauna y flora que ya hemos comentado en el post anterior.

La visita

Se puede llegar hasta el Monumento Natural de dos maneras desde el Centro de Visitantes del Torcal. La primera, caminando por la carretera, apenas a 300 metros hay un desviación a la derecha con una indicación, sin pérdida. La segunda, a través del Lapiaz Agrio del Caracol, a 450 metros de sendero, perfectamente señalizado, sin pérdida tampoco. Optamos por la segunda posibilidad.
En la época estival, el color amarillo tiñe los resquicios de campo que aún pueden verse entre el roquedal. Amarillos y ocres, salpicados de cardos. Este sendero nos permite aproximarnos, tocar, rozar con la yema de los dedos la suavidad de las rocas moldeadas pro el tiempo… Contemplar de cerca algunas curiosidades como los pequeños caracoles adheridos a la piedra en grupos apretados, algún fósil retorcido sobre sí mismo, plantas que parecen crecer del interior de las rocas… Caminamos entre hierbas altas, por el sendero marcado, y llegamos al lapiaz. Estamos ante la formación primigenia del modelado kárstico, es decir, en la primera fase de lo que fue el Torcal justo después de que el Mar de Tethys se retirara. “Las calizas son rocas sedimentarias compuestas por carbonato cálcico, mineral soluble en agua. Esto facilita que se formen relieves en los que abundan las cavernas y las aguas subterráneas, los hundimientos del terreno, las cárcavas y, como en este caso, un lapiaz fruto de la erosión. El aspecto de un lapiaz es el de un micropaisaje árido. Está formado por rocas de color blanco o grisáceo semicubiertas por arcillas de descalcificación, conocidas como “terra rossa”. Se confirman estas explicaciones ante nuestra vista. Es agreste, pero intensamente atractivo. Ocre y pálido, relamido por el sol. Las hierbas altas, mecidas por la brisa parece la superficie de una mar dorado donde asomaran olas en forma de rocas. Caminamos entre el lapiaz y lo dejamos atrás para seguir sorprendiéndonos antes las formas que nos ofrece el Torcal. Piedras que forman ánulos perfectos, como capiteles de un templo romano o griego, callejones estrechos, brechas y aberturas en la piel de la piedra, portillos, mesas, pequeñas caménicas como un fantasma de pequeñas lagunas sobre la roca y las primeras pilas de bollos.
Es esta última formación la que configura la mayor parte del Tornillo. El desgaste produce hendiduras transversales en la roca y hacen que el resultado se asemeje a una pila de pequeños cilindros de piedra colocados unos encima de otros. Muchos de ellos están erosionados en su base y su caída se nos antoja inminente.
Una curva nos lleva hasta el auténtico Tornillo del Torcal. Ante nosotros una gran masa de pilas de bollos de distintos tamaños. Destaca entre ellos, en la parte izquierda, una alargada figura formada por ocho alturas, el centro más esbelto y estrecho, la parte superior más ancha, la inferior también, parece que vaya a girar sobre sí mismo, a iniciar una danza insólita, a retorcerse en un movimiento único e imposible. Se aparta del resto de formaciones, solo, separado del conjunto por milenios de erosión y de desgaste. Contemplarla es saber que, pese a su inmutabilidad milenaria, estamos ante una hermosa figura finita, que más pronto o más tarde terminará venciéndose por su propio peso, cayendo, derrumbándose en la ladera, quizá arrastrando a otras consigo. Quizá en el momento preciso, dentro de una tiempo indeterminado y remoto para nosotros, no haya nadie para contemplar el espectáculo de su caída, mientras tanto nos quedamos con su reinado, majestuoso y espigado, símbolo del Torcal, el Tornillo.
Caminamos por entre las pilas de bollos, nos fijamos en su precariedad, en su entereza, en las plantas y líquenes que habitan sobre su piel, imaginamos las formas que dibujan contra el cielo, fantaseamos… Abandono el grupo por un momento y recorro algunos pasos atrás, asciendo por un camino y subo a lo alto de una pequeña meseta. Suelto la mochila, la cámara de fotos, pongo una piedra sobre el cuaderno para que las hojas no revoloteen, me quito la gorra y las gafas de sol, cierro los ojos, me siento y dejo que la brisa me acompañe en esta ensoñación jurásica. Abro los ojos. Ante mí aparece el Tornillo del Torcal en su conjunto, apretado. Es hermoso saber de su antigüedad, del esfuerzo temprano del ser humano por conservar la belleza de la naturaleza sin maltratarla. El cielo es intensamente azul y las piedras calizas, grises, casi blancas, despuntan. Me pongo en pie y me giro, miro hacia el Mediterráneo, que se ve allá, a lo lejos, tan distante y tan próximo, los Montes de Málaga, el Torcal Bajo y Villanueva de la Concepción, los campos sembrados, los cortijos desvencijados y los cortijos reformados, la antiguas majadas de los pastores, los techos desportillados, las paredes de piedra oscura. Imagino a los habitantes de esas antiguas casas que desde aquí se ven… ¿Qué sentirían ellos al ver el Torcal, el Tornillo, cuando aún no había explicaciones científicas que ofrecerles? ¿Qué verían, qué seres poblarían aquellas formaciones de piedra? ¿Qué leyendas susurrarían a sus hijos en las noches de invierno, al amor de la lumbre? ¿Hablarían de dragones y de gigantes y de seres extraordinarios? Lo imagino. Y allí estoy ahora, con ellos, con el Torcal y el Tornillo a mis espaldas y en la cabeza bullendo las imágenes que aún mantengo en la mirada.

Despedida

Cuentan las leyendas, en un susurro por los callejones, que en tiempos inmemoriales, un rico emperador construyó en la cima de una montaña el más precioso de los palacios. Torres de luz, plazas de perlas, hermosas almenas. El Mediterráneo, celoso y roto por la envidia decidió enviar a la cima de la montaña sus más poderosos vientos. Soplaron durante días y meses, durante años y una fina capa de arena cubrió las torres y las plazas y las almenas. La piel de sus habitantes, animales y humanos, se escamó y endureció, formándose una coraza de piedra sobre ella. Cuando el viento amainó, y el torbellino de arenisca se posó de nuevo en el suelo, el Mediterráneo observó furibundo el resultado de sus celos. Todas las construcciones y seres vivos se habían transformado en roca, en piedra, y bañadas por la luz de la luna refulgían, bruñidas en plata. El Mare Nostrum contempló extasiado la belleza del lugar y, con humildad, decidió retirarse hasta la costa. Desde entonces, en el Torcal, en las noches de luna, se escuchan entre las piedras voces que juegan y que hablan de una antigua ciudad de luz y perlas que el Mediterráneo transformó en plata.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, las páginas web municipales de Villanueva de la Concepción y de Antequera ofrecen todos los datos necesarios para visitar el Torcal.

Turismo rural: En la comarca Antequera y su área de influencia confluyen tres espacios naturales de Málaga. El Torcal, el Tornillo del Torcal y el Pinar del Hacho. Una buena opción de visitar los tres sin desgastarnos mucho puede ser alquilar una casa rural en la zona, muy bien equipadas e ideales para la época estival ya que la mayoría tiene piscina. A través de la Asociación de Turismo Rural Sur de “El Torcal” se puede obtener un buen catálogo de casas muy próximas a los tres destinos. En esta ocasión los dos viajeros habituales hemos estado acompañados por nueve más, tomando como base de operaciones y de ocio la casa Villa Alba.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Monumento Natural.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

Gracias a Jon, Mariví, Arregui, Paco, Sara, Andrés, Pepa, Rosamari, Jesús y especialmente a Antonia por acompañarme en este viaje.

2 comentarios:

Nekane dijo...

Utilizas dos palabras que parecen definirlo todo:precariedad y en tereza.Prima la entereza .Increible los caprichos que nos ofrece la naturaleza.Buscar misterios por descubrir.
Un abrazo,un martes más,Israel

Francisco Espada dijo...

No hay piedra, escarpadura o llano que se te resista; eres el reconquistador de las tierras malagueñas. Saludos.