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EN / 14 DESFILADERO DE LOS GAITANES: El mito

martes, 18 de octubre de 2011

Se asomó aquella testa coronada. Vio el tajo cortado a pico por las sabias manos de la naturaleza. La montaña se partía en dos y por su lecho discurría el río embravecido. Colgando sobre aquellas murallas que se elevaban hasta el cielo se había construido una pasarela que se adentraba en el desfiladero. El rey puso un pie. Sintió las vibraciones brutales de la corriente de agua ascendiendo por el farallón. Cortésmente, Alfonso XIII, giró sobre sus talones y se marchó. Desde aquel día, aquella pasarela recibió el nombre por el que ahora se la conoce: El Caminito del Rey. No se sabe si por sus angosturas o por el breve recorrido que su majestad realizó aquel día de 21 de mayo de 1921.

Una aproximación

Es este un paraje de leyenda, un secreto a voces, un lugar mágico del que los senderistas y escaladores hablan, murmuran, cuentan. Y con cada nueva voz se agranda el mito del Desfiladero de los Gaitanes. Se cuenta que los pájaros vuelan bajo los pies, que el aire asciende desde el cauce encajonado con fuerza inusitada hasta arrancar anclajes, que las murallas de piedra tiemblan con el bramido del río, que el fogonazo del tren sorprendió a dos excursionistas en mitad de un largo túnel, que el cemento del caminito se desprende al paso de los caminantes poco avezados dejándoles colgados en el vacío, que en algunos tramos se cierran tanto los farallones de piedra que casi no dejan atravesar la luz del sol, que en la noche se escuchan los pasos de los imprudentes fallecidos… Mito, leyenda, realidad se mezclan en este paraje de incuestionable belleza. Cerrado al público hasta que el proyecto de su rehabilitación se lleve a cabo definitivamente, vaticinando que cuando este sea una realidad el Desfiladero de los Gaitanes se convertirá en uno de los centros turísticos más destacados de la provincia. En nuestro viaje solo pudimos asomarnos, suficiente experiencia para relatar, para fotografiar, para grabar, para seguir cultivando su leyenda incuestionable.




Paraje Natural Desfiladero de Los Gaitanes

Retumba bajo nuestros pies la fuerza del agua en caída. Fortaleza aprovechada, provocada, bebida por el ser humano para generar electricidad, así se forja el paisaje que rodea en Desfiladero de los Gaitanes. En las llanuras delicadamente alomadas de la comarca del Guadalteba, tres láminas de agua refulgen bajo la luz del sol. Abrazan los tres pantanos la estrecha garganta por la que discurre el río Guadalhoce y que forma el desfiladero que da nombre al paraje natural. Así, son el Embalse del Conde de Guadalhorce, el del Guadalteba, el del Guadalhorce y el llamado Tajo de la Encantada los que atrapan con su rielar el paraje falsamente suave, engañoso, de esta comarca. Pero hay un cuarto embalse, el del Gaitanejo, el que es verdadera puerta de entrada al secreto mundo del tajo inabarcable y que alberga la que es una de las centrales hidroeléctricas más antiguas de España. Parecen el ser humano y la naturaleza haberse puesto de acuerdo para configurar un paisaje imposible. Rodea además estos parajes la Historia, que nos habla de rebeliones y de conquistas, de castillos inexpugnables, de Omar ben Hafsún, de las ruinas de Bobastro, de las Mesas de Villaverde, de iglesias excavadas en la roca. Imaginamos a los jinetes de leyenda recorriendo estos parajes entre los pinos carrascos y piñoneros, las encinas y eucaliptos, los majuelos y las aulagas, las jaras, las sabinas. Observando como en los cielos evolucionaban las águilas reales, los cernícalos, los azores o los buitres leonados. Alimentándose de la caza de cabra montés, de roedores, de los peces de agua dulce que remontaban los saltos de los ríos. Y es que en las 2.016 hectáreas que ocupa el paraje natural aún se conservan todas estas especies, incluso parece quedar, como apuntan los biólogos, una pareja de alimoches.
El Desfiladero de los Gaitanes se mueve en un desnivel de casi 800 metros, con 240 metros sobre el nivel del mar en su punto más bajo, hasta los 1.195 de su punto más alto, comprendido por el macizo de Sierra Huma. Fue designado como paraje sobresaliente en 1987 y como Paraje natural en 1989.
El paraje natural abarca tres términos municipales, el de Ardales, el de Álora y el de Antequera, siendo los dos primeros donde se inicia y termina el desfiladero propiamente dicho, una garganta de 5 kilómetros de longitud y un encajonamiento natural de hasta 400 metros de caída. Sus paredes llegan a alcanzar en algún tramo los 70 metros de altura, llegando a apenas 10 de anchura entre un farallón y otro. La erosión, la composición arenisca y caliza de gran parte de las montañas y la fuerza natural del agua han configurado este paraje espectacular.
Son tres los senderos principales que se pueden recorrer en el interior del paraje natural: el Sendero de haza del Río, el Sendero de Sierra Huma y el Sendero del Gaitanejo. Este último es el que vamos a realizar, un camino de dificultad media baja, perfectamente señalizado, de 5,5 kilómetros de recorrido y de unas dos horas de duración. Nos llevará desde el Mirador de Los Tres Embalses, hasta la Central Hidroeléctrica del Gaitanejo, desde esta podremos acceder, fuera ya del camino marcado, hasta la entrada del Caminito del Rey, para regresar de nuevo hasta el mirador bordeando el embalse en un ambiente fresco y umbrío.

Sendero Gaitanejo primera parte

No tiene pérdida y está perfectamente indicado. Antes de llegar al complejo de restaurantes y viviendas de la presa Conde del Guadalhorce encontraremos un desvío a la derecha que nos indica el camino al Sendero de Gaitanejo. Un acceso por pista de tierra, antes de cruzar un túnel nos permitirá acceder hasta el Mirador de los Tres Embalses. 400 metros antes de llegar hasta él encontraremos la entrada al sendero, el panel informativo, una barrera que cierra el paso a vehículos no autorizados y un mapa detallado de la ruta.
Estacionamos el coche en las inmediaciones, nos pertrechamos e iniciamos el camino.
Soprende el contraste entre la delicadeza del sendero frente a las imponentes montañas que se perfilan hacia El Chorro, parecen surgir de la nada, formadas en un exabrupto de la tierra, de una manotazo colérico. Se elevan y elevan hacia las alturas y desde el inicio del camino se puede intuir, frente a nosotros, el tajo del desfiladero, un corte profundo en la roca, una herida sobre la montaña. Picos que parecen recortados golpe de cincel y escoplo, aún sin desbastar por la erosión. El agua verde esmeralda del Guadalhorce espejea en el fondo del valle encajonado. Siguiendo su curso con la mirada, se puede ver las dos bóvedas de contención que forman la presa del Gaitanejo.
Nos envuelve el perfume fresco de la montaña en otoño, la intensidad del aroma a pino. Nuestros pasos resuenan sobre la grava, cras-cras-cras-cras. El piar intenso de una bandada de pájaros que parecen combatir sobre la copa de un árbol nos sorprende.
Verde entre verde, el meandro del río Guadalhorce serpentea en la cuenca horadada, entre bosque, matorral y carrizo.
Llegan hasta nosotros las voces claras de dos hombres charlando entre sí. Es un efecto acústico que parece situarlos a nuestra vera. Nos giramos, miramos, no logramos verles. Las voces provienen desde abajo, desde el fondo del cauce del río. Seguimos camino hasta llegar a un túnel de apenas 100 metros de recorrido. No hace falta linterna, ya que la entrada y salida están a la vista y la distancia que las separa está siempre iluminada por la luz del sol. Resuena el eco de las pisadas sobre la bóveda.
Según descendemos podemos comprobar, por la cercanía de las montañas, las peculiaridades de estas formaciones rocosas, como las arcillas se han descompuesto y han dejado huecos inconcebibles en sus laderas, agujeros, cavidades y cuevas superficiales. En toda la comarca se pueden contemplar el fenómeno que recibe el nombre de “taffonis”, esta particularidad se hace más visible y evidente en el camino que comunica la salida del Desfiladero de los Gaitanes en El Chorro y la carretera de Ardales hacia los embalses, y que recorre la ribera del arroyo Granadillo. Aquí los “taffonis” son más que evidentes, de todos los tamaños y aspectos. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha utilizado este fenómeno erosivo para guarecerse y construir casas o cerrados para el ganado en forma de alojamientos semitrogloditas.
Tan es así que en el ya próximo embalse se podrán comprobar los restos de algunas casas edificadas de este modo y que pertenecieron a los trabajadores de la Central Hidroeléctrica.
Comienza a sonar el murmullo del agua. Se hace más recio y persistente con cada paso que nos acerca a la presa. Ya podemos contemplar el edificio de la central hidroeléctrica. Cerrado su acceso con una verja metálica. A la izquierda, la caída de agua del embalse y el indicador del Sendero Gaitanejo. Junto a la verja metálica, un camino que nos llevará hasta la entrada del Caminito del Rey. Un cartel avisa: “El Caminito del Rey está intransitable. No pasar. Alto riesgo de caída”.

El Caminito del Rey

No podemos dejar de asomarnos. En apenas 200 metros de recorrido, bordeando la central eléctrica, podemos llegar hasta la entrada de este mítico recorrido, El Caminito del Rey. La entrada está tapiada y el acceso prohibido, pero desde la puerta misma se puede observar el tajo impresionante, las primeras balconadas de este trazado Real.
En el año 1921 se inauguró la Presa Conde del Guadalhorce con la asistencia del Rey Alfonso XIII. En su visita, además de conocer esta obra de ingeniería hidráulica de primera magnitud, también se contemplaba la posibilidad de que la testa coronada contemplara el Desfiladero de los Gaitanes desde el Embalse del Gaitanejo y las complicadísimas obras del ferrocarril que transitaban a la vera de la garganta en El Chorro. Para ello, y para el más fácil acceso de los trabajadores hasta el lugar exacto de las obras, los ingenieros idearon un pasillo voladizo que se introducía en la garganta salvando un desnivel de 400 metros a través de un pasillo de 5 kilómetros de largo. La altura que alcanzaba en tramos este camino colgante era de hasta 70 metros sobre el fondo angosto del río. La anchura que en algunos tramos alcanzaba el tajo era de tan solo una decena de metros. El viento corría bramando entre el roquedal, alcanzando velocidades inusitadas. El espectáculo natural era incomparable. La historia escrita por los cronistas oficiales cuenta que Alfonso XIII recorrió el camino completo, haciendo pertinentes observaciones sobre las obras hidráulicas y ferroviarias, alabando la majestuosidad natural del lugar. El pueblo llano, los trabajadores que acompañaron al rey, contaron que cuando su majestad vio aquel pasillo voladizo de apenas un metro de ancho colgado y encajonado sobre el precipicio, cortésmente declinó la invitación. De ahí el nombre de “Caminito del Rey” que nunca se sabrá si por estrecho o por corto.
Solo asomarse desde esta balconada previa ya resulta sobrecogedor. El estruendo del agua, que cae y se encajona en el cauce angostísimo del río. El bramido que asciende y parece trepar por la estrecha cortada, buscando el escape del cielo. La balconada tiembla ante la fuerza hídrica. Nos asomamos, vemos los primeros tramos del pasillo suspendido en forma de balconada. Los metros hacia arriba, los metros hacia abajo. El suelo del caminito colgado está muy deteriorado, resquebrajado, roto. Los avisos son terminantes, está prohibido acceder. En internet se pueden encontrar numerosa cantidad de vídeos de personas que se han subido al sendero, que han caminado por su temblorosa superficie. Más o menos prudentes, algunos con arneses y cuerdas, otros sin protección alguna.







La naturaleza nos hace pequeños. La majestuosidad de este entorno, su agresividad, su radicalidad, resulta embriagadora, imponente, única.

Sendero Gaitanejo segunda parte

Regresamos al camino, al Sendero Gaitanejo, con las imágenes de la angostura del desfiladero aún en nuestra mente, con el sonido, que se apaga según nos alejamos, que queda como un eco en nuestros oídos, como un rumor, como parte del mito y de la leyenda. Contemplando el agua remansada del embalse nada hace presagiar que apenas 200 metros más allá nos vamos a encontrar con el corte, la hendidura, la cicatriz de la naturaleza sobre la montaña. El camino de regreso hasta el mirador se realiza por un camino fresco y umbrío, entre pinos y eucaliptos, siempre junto al verdoso río Guadalhorce, juagando con sus curvas y meandros. Se observan los “taffonis” al otro lado del río, horadados en la roca de la montaña, algunos de ellos protegidos por lo que parecen paredes de adobe. Sobre ellos, una edificación natural magistral, la llamamos la catedral porque se asemeja al frontispicio de un templo. La piedra arenisca se ha desprendido y formado innumerables cavidades sobre una gran pared vertical. Sobre estas cavidades un arco parece coronar toda la estructura. Se refleja en el río, ondulante, haciendo que la imagen se dibuje y desdibuje de manera permanente. Seguimos el camino a la sombra y las voces que antes escucháramos hacia abajo ahora las escuchamos hacia arriba. Nos sorprenden los pájaros que alborotan y aletean y escapan a nuestro paso. El cloqueo de los patos, sus zambullidas sorpresivas. Observamos su vuelo a ras del agua, casi tocando la superficie con la punta de las alas.
Es paseo estupendo, excelente para acudir con niños gracias a su baja dificultad y su buena señalización. Nos permite acercarnos a unos de los centros hidroeléctricos más importantes de Andalucía.
Desde el cauce del río se asciende por la parte inferior al Mirador de los Tres Embalses. En el camino podemos observar la enorme boca del embalse del Guadalhorce primero y del embalse Conde del Guadalhorce después. Sus lenguas de desagüe que llegan hasta el fondo del cauce, la presión que retiene la fuerza del agua. Transcurre el sendero entre pinos hasta una bifurcación. Si seguimos la indicación hacia arriba, llegaremos hasta el mirador y al lugar donde hemos estacionado el coche. Si continuamos hacia adelante llegaremos hasta un túnel que tras atravesar nos abrirá una panorámica inmejorable del embalse Conde del Guadalhorce. Justo a la derecha de la salida del túnel podemos encontrar el Restaurante El Kiosko, un lugar estupendo para comer y reponer fuerzas. Como nuestra intención es cerrar el camino, ascendemos hasta el mirador.
Unas vistas magníficas. La serenidad de las aguas embalsadas contrasta con lo abrupto del desfiladero. Parece mentira que esta misma agua, reposada y serena, sea capaz de horadar una montaña hasta partirla en dos. Nos apoyamos sobre la barandilla de madera y contemplamos el paisaje del Guadalteba, con Ardales al fondo y el cauce del río Turón. Respiramos y creemos, convencidos, que la provincia de Málaga es diversa y poliédrica y única.

Despedida

El bramido bajo nuestros pies. Retumba el agua. Observamos el cortado que alcanza el cielo y la débil balconada que se interna en el tajo. Llegan hasta nosotros el eco de los mitos y de las leyendas, de las historias que caminan por la estrecha vereda, de la Historia con mayúsculas y de las historias con minúsculas, de los temerarios y de los imprudentes, de los osados… Imaginamos a los trabajadores que erigieron el camino del desfiladero, sin saber que estaban realizando una combinación única entre la labor humana y la labor natural, conformando un paisaje sin igual, sin parangón. También creemos ver a un rey diminuto ante la grandiosidad de la naturaleza.
Esperaremos, pacientes, a que el nuevo proyecto se transforme en una pronta realidad y que sean nuestros pasos los que resuenen entre los ecos de los otros muchos que caminaron por esta senda antes que nosotros.
Mi acompañante me dice al oído: “Yo lo hice. Yo recorrí el Caminito del Rey”. Me giro y la voz desaparece por entre los farallones de piedra.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Los ayuntamientos de Ardales y Álora lo incluyen en sus webs. en las entradas correspondientes a ambos pueblso en este blog también se puede encontrar información útil para su visita, gastronomía, patrimonio histórico y cultural , actividades, rutas senderistas, etc. "ARDALES: Un encuentro milenario" y "ÁLORA: La Bien Cercada y su Caminito del rey".

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.



Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural Protegido.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

3 comentarios:

Nekane dijo...

El rey Alfonso XIII fue educadísimo declinando cortesmente la invitación a continuar el camino.A mi me entra un cosquilleo sólo con verlo y hubiera declinado el seguimiento del camino a grito pelado.
Me parece un descubrimiento con un entorno majestuoso.
Pienso en los que lo hicieron,¡Qué mérito! Asomaré¿quizá? la cabeza cuando lo reconstruyan...
El viaje que hoy nos propones es especialmente singular.Maravillosas fotos.
Un abrazo,Israel.

antonia dijo...

Yo lo hice...

Anónimo dijo...

Nunca había leído una descripción tan bonita sobre el este Paraje.