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EN / 15 ACANTILADOS DE MARO - CERRO GORDO: Mascarón de proa

martes, 1 de noviembre de 2011

Hunde su proa en el mar la Sierra de Tejeda Almijara, como un mascarón de barco pirata espumeando sobre las olas. La verticalidad de sus paredes y la elasticidad del mar se funden en un instante único, en una foto fija, donde parece que el barco vaya a remontar de nuevo y cabecear sobre las olas, cabalgar sobre ellas, como si la sierra quisiera escapar a su destino. En esa lucha titánica del Mediterráneo con la feroz montaña hay un claro vencedor, el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Ese espacio ambiguo y brutal que se mece entre el poder erosivo del mar y la contundencia de la montaña que se sumerge en él. Mientras, el paisaje muta según los caprichos del Mediterráneo y cambia, muta, se mueve, se transforma, se reinventa ofreciendo al visitante un panorama distinto sujeto a sus veleidades. Si el mar está calmo, nos mostrará un rostro amable. Si el mar, enfurece, nos enseñará su rostro fiero. Abandonamos tierra firme para someternos al antojo del Gran Azul.

Una aproximación

Se forjan en esta franja costera un ecosistema y paisajes excepcionales. Abandona el paisaje la suavidad a la que la Costa del Sol nos tiene acostumbrados para crear un lugar único, en la que la comunión entre el mar y la sierra se hace más que singular, radical, combinando los barrancos cortados a pico y de formas caprichosas con el paisaje marino más vital. Entre los vericuetos que dejan las rocas, se encuentran playas de piedra fina, de aguas límpidas y transparentes, de difícil acceso. Estas características las dotan de una exclusividad solo disfrutada por conocedores y por algunos de los últimos hippies costasoleños, que hacen de sus juncos y carrizos hogar incluso en los breves inviernos de Málaga. Hay al menos dos rutas senderistas que permiten disfrutar de los acantilados desde la orilla, desde la montaña, desde la costa, pero donde se exprime todo el potencial del paraje es cuando se vive y se contempla desde el mar. Roquear en kayak por entre sus cortados, palear por estrechos pasadizos, nadar en sus remansos, hacer snorkel al bies de sus calas, sentir el poder del mar bajo la embarcación, percibir las vibraciones del mar, convierten la experiencia en única. Para realizar este reportaje nos pusimos en contacto con la empresa Educare Aventura, radicada en la Playa de Burriana, en Nerja, y que realizan todo tipo de actividades durante todo el año, las rutas en kayak por los acantilados incluidas. Si se visita la página web www.educare-aventura.com se puede encontrar toda la información. Pero antes, los datos del Paraje Natural de Los Acantilados de Maro – Cerro Gordo.

Paraje Natural de Los Acantilados de Maro – Cerro Gordo

Pisamos territorio ZEPIM, es decir una Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, pues así catalogaron al Paraje Natural de Maro – Cerro Gordo las Naciones Unidas. Tal es la importancia de este ecosistema particular. Tiene un recorrido de que abarca una estrecha franja de 12 kilómetros y penetra una milla en el mar de Alborán, con 395 hectáreas terrestres y 1.415 marítimas. Incluye, además, 2 provincias, porque sus límites se sitúan en la malagueña Nerja y en la granadina Almuñécar. Cuenta con un microclima semiárido que favorece la aparición de especies poco usuales en las proximidades del mar, de hecho es el único lugar en el mundo en el que se encuentran juntas la olivilla y el boj.
A estas dos especies hay que sumar el pino carrasco, los cultivos agrícolas en las terrazas de los acantilados que casi cuelgan sobre el mar, el lentisco, el enebro y algarrobo, el acebuche y el palmito, el cambrón y el arto. Como curiosidad, también se pueden avistar romeros marinos, siemprevivas de los acantilados o hinojo marino.
Todo ello en lo que se refiere a la flora terrestre ya que uno de los grandes tesoros de este espacio natural se encuentra en el mar, en sus grandes praderas de posidonias, de fenerógamas marinas, que alfombran de manera endémica en Mediterráneo. Estas posidonias que conviven con estrecheces en la compañía del ser humano, que tanta pesca irresponsable ha arrancado de los fondos marinos como un manojo de malas hierbas. Una pena, porque al rebufo de las posidonias, el mar de Alborán y el paraje de los acantilados de Maro ofrecen cobijo para centenares de especies marinas amenazadas como esponjas marinas, corales y anémonas; moluscos como la lapa, la nacra y el coral naranja estrellado.
Más aún, estos cortados de la Sierra Almijara hundiéndose en el mar, albergan gaviotas y lagartos ocelados, cernícalos, halcones, camaleones y la sorpresiva, por estos lares, cabra montés. Si nos sumergimos en el mar, nuestros ojos pueden contemplar congrios y meros, lubinas, peces luna, morenas, delfines y tortugas.
La variedad inigualable que ofrece este ecosistema a caballo entre el mar y la tierra es única en la provincia de Málaga. Para disfrutar de ella plenitud se pueden hacer diferentes recorridos por tierra, cresteando sobre los acantilados en senderos marcados, descendiendo a las calas, a las playas de piedra casi vírgenes, el bosque del Cañuelo, el arenal de Cantarriján, el Molino de Papel… Pero merece la pena también acercarse a los acantilados desde el nivel del mar, percibir su altura, su poder granítico, la maleabilidad del mar, la untuosa forma con la que el Mediterráneo abraza los pies del gigante serrano hasta parecer dominarlo, domeñar su poder. Nuestro viaje hoy nos traslada al mar, al gran azul, para descubrir la majestuosa presencia de los Acantilados de Maro Cerro Gordo.

En el mar

El cielo límpido, solo veteado por un jirón de nubes grises que descienden desde la montaña. El mar, azul, intenso. Con un oleaje suave. El agua, cristalina, transparente. Para realizar esta travesía hemos contactado con una empresa especializada radicada en Nerja, en la playa de Burriana: Educare Aventura. Por 15€ se facilita a los asistentes el kayak de mar, unas nociones mínimas de su uso, gafas de buceo para practicar snorkel, monitores especializados y casi tres horas de recorrido sorteando los roquedales hundidos en el mar. Tienen dos salidas diarias en los fines de semana de otoño e invierno (siempre que la mar lo permita), una a las 11:00 horas y otra a las 16:00. En esta última, al regreso y desde el mar se pueden contemplar unas puestas de sol grandiosas. Toda la información y contacto se puede encontrar en su página web www.educare-aventura.com.
Hoy es sábado y hemos optado por disfrutar del paseo en kayak matinal en este otoño incipiente. Inscripciones realizadas, presentaciones hechas. José y Alberto son los dos monitores que nos van a acompañar en esta travesía. Como compañeros tendremos una familia alemana compuesta por cuatro miembros (2 de ellos niño y niña no mayores de 10 años), una silenciosa chica europea, el autor de este blog de viajes y un noveno acompañante. En tierra se nos muestra cómo palear hacia adelante, cómo palear hacia atrás, cómo hacer giros. Lo básico para poder disfrutar de la jornada. La compañía de profesionales y la sencillez del manejo del kayak hace de esta experiencia apta también para los no iniciados.
Hundimos la proa de la caravana de piraguas en el mar de Alborán. Fresco y estimulante en la mañana y bogamos rumbo levante, hacia los imponentes acantilados. En la distancia observamos cómo se recortan en el cielo, como se sumergen en el mar. Los caprichos de sus formas, que se sumergen y aparecen en forma de islotes oscuros. Las gaviotas reidoras que planean hasta posarse en vericuetos imposibles.
Con cada palada nos acercamos más. Y su monumental presencia se hace más impactante. Suena el oleaje más próximo contra las rocas. Comprobamos cómo el mar ha horadado la base de las paredes, cómo ha socavado con paciencia y constancia la granítica.
Llegamos a los primeros parajes míticos, a la Cascada de la Doncella, una cortina de agua fina, suave, que desciende desde las alturas como una película conformada de gotas. Imaginamos allí a esa doncella sirénida, reposado el lomo de escamas sobre la roca, recibiendo el consabido baño de agua dulce. Nos hemos acercado a las paredes verticales, sentimos el poder del bajo el kayak, tocamos con prudencia los salientes rocosas que cortan como cuchillas. Las olas se han revuelto un tanto y el mar golpea con algo más de ímpetu que al inicio de la travesía. Muestran, asoman recovecos imposibles que se llena de agua para después vaciarse con cierto estruendo. No queremos imaginar encontrarnos aquí en los momentos en los que el Mediterráneo abandone su somnolencia para despertar con la furia de sus embates. Qué frágiles nos sentimos ante este espectáculo natural de roqueríos y oleajes.
Cruzamos el Pasaje del Silencio que se transforma en un oasis de mutismo entre la sonoridad reinante. Despacio, paleando delicadamente, apoyando los remos en las rocas para desplazarnos. Salimos de nuevo a mar abierto, siempre próximos a los acantilados que se elevan hacia el cielo. Están coronados de penachos verdes de vegetación, de las vallas de los campos sembrados que cuelgan, de colores ocres y marrones las paredes, de oscuro granito las rocas inferiores. Se pintan algunas calas minúsculas, donde algunos supervivientes hippies costasoleños han establecido su residencia en casas hechas de juncos, hundidas en la maleza. Se les ve ventear sus ropajes, reposar mirando el gran azul desde lo alto de una roca.
Las formas caprichosas de las rocas ofrecen elementos como el Gran Genital, como el Camaleón. Roquedales esculpidos por el mar, por el viento. Dos hombres observan nuestras evoluciones desde lo alto de uno de los acantilados. Vemos a las gaviotas planear sobre nosotros, graznar. Vuelan y se posan sobre los roquedales, sobre los islotes.
El mar retumba a tramos, las escolleras naturales rompen las olas, las parten, salpican espuma. Aproximarse a los precipicios es una experiencia más que gratificante, saberse en un lugar inaccesible por otro medio que no sea este, el mar casi translúcido bajo el kayak, los fondos rocosos que juegan al escondite, el sol y el salitre.
Llegamos hasta la Caletilla, donde descansamos y reponemos fuerzas. Otras tantas casas de hippies supervivientes se alinean junto a la playa, algunos de ellos toman el sol. Sorprende, al fondo de la playa el manchón blanco de una vela armada sobre una balsa de construcción artesanal. Charlamos sobre las excelencias del paraje natural, sobre el turismo activo, sobre Nerja y sus posibilidades como centro de piragüismo en Málaga y Andalucía. Nos cuentan que aquí fue donde se rodó la famosa escena de la famosa serie “Verano Azul” en la que Pancho anunciaba a voz en cuello: “¡¡Chanquete ha muerto, Chanquete ha muerto!!”.
Nos hacemos de nuevo al mar. Nos aproximamos a los acantilados, a las rocas que parecen a punto de desmoronarse, accedemos a lugares impensables que se inundan con cada nueva embestida de las olas. Penden sobre nuestras cabezas las siemprevivas de los acantilados. Caen torrenteras hacia el mar, volcando sus aguas dulces sobre el salado Mediterráneo.
Tras un farallón, contemplamos uno de los grandes atractivos de la ruta en kayak, la Cascada Grande de Maro, una caída de agua de 15 metros de altura que se vierte al mar con toda su fuerza. La comitiva de kayaks nos aproximamos y Alberto, uno de los monitores, anima a cruzar bajo el torrente de agua. Salpica y sorprende la fuerza de la caída. Por la abertura del caño desde el que se desprende el cauce se ve a dos montañeros dispuestos a rapelar. José me comenta que en primavera, con el agua más fuerte, resulta imposible cruzar bajo la cascada, tal es la fuerza del agua cayendo. Contemplamos. Escuchamos el sonido casi atronador. Miramos hacia arriba. Son muchos metros. Impone.
Este es uno de los tantos secretos que esconde el Paraje Natural de los Acantilados de Maro – Cerro Gordo. La combinación única entre el mar y la sierra viste a este lugar de un aire mítico, legendario, abierto a la imaginación.
De regreso, aquellos que deseen darse un chapuzón con gafas de buceo, disfrutar de los fondos marinos, de la fauna, de las posidonias, podrán hacerlo. Los más osados incluso podrán adentrarse en la Cueva del Lobo.
Paleamos con despacio, disfrutando del momento, dejando que el mediodía nos lleve. Observamos las cercas de los cultivos, a un grupo de cabras haciendo equilibrios imposibles mirando al mar. La cima de la Maroma esconde sus 2.068 metros de altura tras las nubes. Nerja se acerca a nosotros o nosotros nos acercamos a Nerja, tal es la sensación. El Balcón de Europa nos mira a lo lejos, casi se puede perfilar la efigie egregia del Rey Alfonso XII.
La playa de Burriana se agranda, paleamos a fondo, cogemos fuerza e impulso, nos adentramos en el arenal con la proa del kayak. Un sonido grrrssss-grrrssss nos indica que ya hemos abordado la playa. Descendemos. Comentamos. Nos sacamos la fotografía de rigor. Clic – Clic. El mar sonríe tras de nosotros.

Despedida

El viento ulula entre el roquedal, rompen las olas con fuerza contra los acantilados. Una vela blanca flamea en el horizonte más próximo. Débil estructura para tan bravío Mediterráneo. Sobre ellas navega un hombre de pelo largo, de barba poblada y recia. Ataviado apenas con dos harapos. Sortea la embarcación un promontorio y se hace al mar abierto, libre. Se asemeja a un Robinson Crusoe moderno. Atrás dejaba la Caletilla, la incólume presencia de los farallones de piedra, las aguas cristalinas de Maro. Regresará. Como lo haremos nostros.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Si se quiere visitar Nerja se puede recurrir a la web municipal o a la entrada de este mismo blog en el enlace: 93 NERJA: Azul e intensa. La página web de la empresa Educare Aventura nos ha servido para entrar en contacto con la misma.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.












Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

1 comentarios:

Nekane dijo...

Gracias,Israel(aunque nos pongas los dientes demasiado largos) por descubrirnos nuevos paraísos.Mientras tu vuelas cerquita de ellos yo los disfruto aquí DE MOMENTO.
Un abrazo grandísimo.