RSS
Mostrando entradas con la etiqueta Valle del Genal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Valle del Genal. Mostrar todas las entradas

96 PARAUTA: Y LA NATURALEZA INDÓMITA

martes, 8 de febrero de 2011


Ulula el viento y eriza el vello de la nuca. El invierno lame la serranía rondeña y sus colinas rocosas, duras, cobran mayor prestancia si cabe. Ulula el viento y mece las hojas desnudas de los castaños, el matorral bajo, los bosquetes de romero bailan su son. Ulula el viento y este ulular imprime carácter al caserío que tenemos ante nosotros. Blanco, puro, casi parece tallado sobre el la ladera del cerro sobre el que se arrumba. Los primeros soles de esta mañana de invierno templan las terrazas cúbicas y calienta los huesos de ese hombre, mayor, que camina solo y despacio por la carretera de montaña. Arrebol en sus mejillas.

No entienden la serranía de Ronda ni el valle del Genal de estaciones, las viven con profusión, con pasión, con intensidad. Si el otoño nos ofrece los colores dorados de los bosques de castaños y la primavera los brotes verdes de las flores, el verano deja que asome la placidez de la pereza y en invierno los campos y caminos curtidos se abren al caminante para su paseo. Sus pueblos apretados, abrazadas las calles unas a otras y a su propio abrigo conforman trazados de sabores antiguos. Se paladean, se saborean con intensidad estos pueblos blancos engarzados en la sierra como joyas de una corona antigua. Parauta es uno de ellos. Silencioso y recio.

Llegada y fuente

El olor, el perfume, aroma de las brasas, de los hilachos de humo que desprenden las chimeneas nos asalta con tan solo asomar el rostro fuera del vehículo. Es denso, intenso, profundo, auténtico. Los fuegos hogareños se prenden aquí para calentarse, para calentarse de verdad. El invierno es frío y duro en ocasiones y las mujeres y hombres de Parauta lo saben bien. Estacionamos junto a la Fuente de la Alquería. Un gran pinsapo, seña de identidad de la Sierra de las Nieves a la que también pertenece Parauta, nos da la bienvenida. Mojamos las manos en el agua fría y sentimos en ellas la mordida intensa del invierno. Su ubicación, a la entrada del municipio da una idea de su importancia antes de la llegada del agua corriente. Abastecía a la localidad su caudal fresco y claro. El nombre parece querer indicar la existencia en este lugar de alguna antigua alquería árabe, pero como gran parte de la historia de Parauta aparece sumida en el misterio de lo ignorado. En todo caso, la fuente nos recuerda la significación de estos elementos en los pueblos antiguos. Desde el mirador que nos ofrece el caño de agua cubierto de un tejadillo podemos observar la imponencia de las sierras de Jarastepar y Oreganal, de Los Riscos y de la Cancha de Almola. El paisaje es recio y duro, pero eso le dota de una fuerza telúrica impresionante. La naturaleza, aquí, parece estar a una con el hombre, en un juego imbricado de relaciones centenarias.

Todo a un paso en el centro urbano

Caminamos por la entrada principal al municipio. Conformadas sus calles por casas bajas, blanquísimas, encaladas una y otra vez, nos sumergimos en su abrazo. Nos encontramos en primera instancia con un ejemplo de Turismo Rural perfecto para la sierra rondeña, las Casas de Parauta. Una serie de 21 apartamentos diseminados por el centro urbano que han conservado y mantenido la arquitectura popular y la esencia serrana en todos ellos. Una forma de vivir una experiencia excelente para un tipo de turismo familiar, romántico, deportivo, etc… Y la hospitalidad, durante los días en los que el visitante se aloje en ellas podrá sentirse uno más del pueblo, viviendo lo que sus promotores definen como una experiencia personal, una vivencia para el recuerdo. En la página web de este centro turístico tan especial (www.casasdeparauta.com) podrán ver todas las posibilidades que se ofrecen. En nuestro caminar por el pueblo nos encontraremos con muchas de ellas.
Continúa el viento, ulula entre las callejas retorcidas. Caminamos por sus calles silenciosas, prácticamente vacías hasta que irrumpe en la mañana el claxon de la furgoneta del panadero. Como un flautista de Hamellin que hace su sortilegio comienzan a surgir mujeres mayores de las puertas de las casas. Abrigadas lo justo, con mandiles cubriéndoles el cuello y medias gruesas. Saludan al pasar de manera muy afable y se dirigen al reclamo del pan templado y charlan y conversan y sonríen, negocian con el panadero los precios y productos, y se dirigen con despacio, de nuevo, al abrigo de sus casas.
Seguimos camino hasta llegar a la plaza de la Constitución. Haces de leña se apilan en el hueco de las escaleras de algunas casas. Cruzamos el arco de la calle Altillo y vemos un sorprendente pinsapo junto a un colorido limonero en el centro de una plazuela. Se entrecruzan las calles en este barrio alto y se pierden en rincones imposibles. El sol va ganando terreno e ilumina, poco a poco, las calles, templando sus paredes. En la plaza de la Constitución contemplamos y leemos con fruición un panel cerámico en el que se habla de la importancia del esparto y su relación con Parauta. En la información leemos que el esparto se obtenía de la sierra del Oreganal, donde es muy abundante y que con él se realizaban diversos utensilios aunque su elaboración era costosa en tiempo y ganas. El esparto se recogía, se mantenía en agua quince días y se majaba posteriormente con el machacadero. Tras este proceso, los ramales se vuelven flexibles y resistentes, quedando listos para su trenzado. En la elaboración de los diferentes utensilios participaba toda la familia “los ancianos y niños haciendo soguillas y tomizas, las mujeres elaborando las pleitas y los hombres trasmallando y cosiendo esas pleitas hasta lograr la pieza convenida”.
Desde la plaza de la Constitución descendemos por la calle Iglesia hasta llegar al templo de la Inmaculada Concepción. Las montañas están siempre presentes en nuestro paseo por Parauta, forman parte del centro urbano, como una edificación más. Parece que las casas hubieran sido escavadas en la roca, arrancadas a las colinas poderosas. Vemos asomando cada tanto el próximo municipio de Cartajima, con la torre de su iglesia presidiendo su línea de horizonte. Caminamos entre las flores de los arriates, entre el saludo quedo de algunos vecinos, sumergidos en la plácida tranquilidad de esta visita sin prisas.
Y en esta tesitura de calles enredadas, la iglesia. En el tiempo en el que Ronda fuera conquistada por los ejércitos cristianos de los Reyes católicos, año 1485, se ordenaron construir templos en todos los municipios de la serranía, de ahí que muchas de las iglesias de la comarca pertenezcan a los siglos XV y XVI. Tal es el caso de la parroquia de la Inmaculada Concepción. Sobresale su campanario, como un nervio hacia el cielo azul. La torre, edificada en fábrica de ladrillo al estilo mudéjar, está hoy en día pintada de blanco, encalada, manteniendo así el conjunto del caserío. Se remata con un tejado a cuatro aguas de cuyos ojos penden cuatro campanas. Junto a la iglesia se abre una nueva plaza, que se presume será centro de la vida social de Parauta en tiempos venideros.
Paseamos, indagamos, nos asomamos a las calles, a sus miradores, recorremos sus callejones, aspiramos el aroma inconfundible de las brasas que alimentan los hogares. Caminamos, tranquilos, con deleite.
Y despaciosamente llegamos de nuevo hasta la plaza de la Constitución, cruzamos bajo el arco de la calle Altillo y allí, preguntamos, un hombre nos indica y acompaña hasta el camino correcto. Vamos a ver la encina Valdecilla, que ya intuimos por encima de algunos tejados. Tiene veinte metros de altura y se calcula que tres de diámetro. Es imponente, frondosa, repleta de vigor. Parece vigilar por el bien del pueblo, otear las montañas, peinar el viento desde su copa. Si continuáramos de frente, a la derecha, llegaríamos hasta el municipio de Igualeja, si giramos a la izquierda desembocaríamos en la calle principal de Parauta. Tomamos esa dirección. Es un paseo empedrado flanqueado de farolas, donde los castaños, desvestidos, parecen estirar sus nervaduras hacia el sol creciente. El paseo dese la encina hasta la fuente de la Alquería resulta espléndido y vigorizante. Olivos, naranjos y limoneros colmados de frutos… Paseamos…

Despedida

Aspiramos. El aroma de brasas. Sentimos. El frío en la piel. Escuchamos. Los pájaros quedos. Vemos. La enormidad de la sierra. Paladeamos. La naranja caía en el paseo de piedra. Disfrutamos de Parauta con los cinco sentidos en una visita reconfortante, donde la naturaleza imprime su carácter indomable a un caserío que convive con ella y sirve de refugio y reposo al viajero que pretende en su visita algo más que un simple paseo. Una experiencia única.

Información turística y enlaces de interés

Senderismo: Dada su ubicación geográfica, Parauta es uno de los puntos naturales de salidas y llegadas de las rutas senderistas que discurren por todo el valle del Genal. Además, en su término municipal se incluye parte de la falda del pico Torrecilla, el segundo más alto de la provincia de Málaga y forma parte del Parque Natural de la Sierra de las Nieves. Precisamente en sus estribaciones se ubica el área recreativa de Conejeras y el camping del mismo nombre, muy frecuentados ambos por los amantes del senderismo. En el término municipal de Parauta también se puede encontrar el famoso Pinsapo de las Escaleteras, un ejemplar enorme de esta especie arbórea en démica de Sierra de las Nieves y que es todo un monumento natural. En la página web de la Asoc. Senderista Pasos Largos se incluyen algunas rutas que tienen a Parauta como punto de partida, de llegada o de paso.
La Fiesta del Conejo: La Fiesta del Conejo se ha convertido desde su primera edición en 2008 en una de las citas imprescindibles de la serranía rondeña y del Alto Genal. Parauta acoge en las celebraciones de esta jornada a más de 1.500 visitantes dispuestos a degustar el plato estrella, que en su primera edición fue arroz con conejo. La fiesta transcurre acompañada de la presencia casi continuada de pandas de verdiales que la amenizan y ponen la nota de color y que tienen su primera escuela de la serranía de Ronda precisamente en Parauta. En cada nueva edición de la Fiesta del Conejo los platos se elaborarán siguiendo distintas recetas siempre tradicionales. La degustación del conejo se acompaña de vino dulce. En 2009 la fiesta recibió el título de Singularidad Turística Provincial. La Fiesta del Conejo se celebra en el mes de noviembre.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Parauta. Como oferta de alojamientos turísticos incluimos la web de Casas de Parauta.

70 JUBRIQUE: PURO GENAL

martes, 10 de agosto de 2010

Jubrique que antes de uno fue cuatro. Cuatro de nombres Jubrique, Rotillas, Monarda y Benameda. Jubrique rebelde y levantisco. Jubrique de castaños en forma de mares verdes. Jubrique de calles enredadas, de dédalos imposibles, de arquitecturas casi oníricas. Jubrique de campo y sendero. Jubrique de senderistas. Jubrique de otoños dorados, veranos frescos, inviernos severos y primaveras floridas. Jubrique de emparrados y de buganvillas. Jubrique de caminar despacioso. Jubrique de sosiegos.

Un caleidoscopio

Una tupida alfombra dorada cubre los bordes de la carretera. Las primeras castañas, verdes aún, espinosas, penden de los árboles como frutos de un edén por descubrir. Y es que, incluso en los rigores estivales que propicia agosto, el Valle del Genal nos ofrece su cara más luminosa, más frondosa, más verde, más fresca y umbría. Un paraíso natural forjado a base de alcornoques y castaños apretados, de colinas y montañas colmadas. De silencios. De sosiego. Sólo suenan los pájaros y alguna chicharra madrugadora. La luz del sol forma un caleidoscopio de verdes y de azules imposibles. Suena, tan solo, la banda sonora de los árboles, que rozan y frotan sus ramas unas contra otras. No es de extrañar que aquellos moriscos se rebelaran en el siglo XVI, que quisieran preservar su estilo de vida entre frutales, vides y aguas, que se mostraran belicosos cuando aquellos cristianos castellanos expulsaron a sus padres y hermanos para luego asfixiarles a ellos mismos con una leyes de severidad tal que hacía imposible su cumplimiento. Se rebelaron en el Genal, en Jubrique, como algunos de los más furibundos defensores de su tierra. Derrotados por las huestes cristianas les desterraron al norte de África y a Galicia, para luego regresar en forma de salteadores de caminos, semilla, origen y génesis del posterior bandolerismo romántico del siglo XIX. Así lo certifica un panel explicativo que reza: “Los moros que poblaban estas montañas fueron valientes, más belicosos y menos pacientes bajo el yugo de los castellanos que los de las demás regiones del reino. Poco después de su reducción por Fernando El Católico se rebelaron de nuevo siendo esta montaña de Sierra Bermeja a la que subió don Alonso Aguilar con su ejército y sufrió la terrible batalla (1494) en la que perdieron la vida él y casi todos sus hombres, incluidos quinientos jinetes a caballo, mientras su hijo, junto con el Conde Ureña y algunos más, lograron escapar a la ira de los moriscos serranos, que estaban enfurecidos y desesperados por los reiterados agravios y violaciones de los tratados”.

Jubrique, llegada

Estacionamos en la calle Algatocín, que es en realidad la carretera que comunica este pueblo con Estepona y que se integra de manera natural en el municipio jubriqueño, muy próximos a la parada de autobuses, frente al supermercado The Shop. Jubrique se asoma a una balconada natural en cuyo frente se encuentra una colina trufada de castaños, salpicada entre las sombras por la pincelada blanca de algunas casas de aperos, algunos cortijos, algunas villas de recreo... Nos adentramos en el municipio hasta toparnos con el llamado Quiosco de la Crítica, curioso nombre, para un pequeño soportal en el que se sitúa un banco y desde el que, eso sí, se comprueba el trajín de idas y venidas, salidas y llegadas hacia, por y en Jubrique.

El laberinto, la plaza y la iglesia

Pronto muestra sus cartas Jubrique, caserío apretado, de calles empinadas y retorcidas, estrechas, de callejones sucintos como un suspiro. Nos hemos descargado en pdf un callejero que facilita el ayuntamiento de Jubrique en su página web. Lo utilizamos como referencia, pero sabemos que lo mejor es perderse para volver a encontrarse, para volver a perderse... Recorremos los senderos que nos señala hasta llegar a la plaza de Andalucía, curioso lugar que parece concentrar en cien metros cuadrados todos los centros de poder jubriqueños: aquí está la iglesia, el ayuntamiento, el bar la plaza, una sucursal bancaria, la farmacia (muy próxima)... La iglesia de San Francisco de Asís parece empotrada contra el caserío, formar parte de la propia piel del laberinto, un templo que luce una torre campanario imponente al frente. Es pronto en la mañana y el claxon que anuncia la llegada del pescadero resuena entre las callejas, perfectamente intransitables para los desconocedores. Hermoso laberinto. La iglesia de San Francisco de Asís fue erigida en el siglo XVI sobre los restos de una antigua mezquita. Desde entonces hasta hoy son numerosas las reformas realizadas en su interior y exterior, hasta el punto de añadirse en el siglo XIX un crucero con capillas laterales y la propia torre campanario de dos cuerpos integrada en el siglo XVIII. El soportal previo a su entrada luce en un lateral una imponente imagen de la virgen.

Ahora, el dédalo

En la misma plaza, a la que desembocan una, dos, tres, cuatro, hasta cinco calles se encuentra un bar en el que desayunar o tapear a gusto, con un amplio ventanal que mira hacia la montaña. Entre la taberna y un pequeño arco de piedra, una colorida fuente se declara a la mujer jubriqueña en los siguientes términos: "Esta fuente ha sido durante decenios testigo del quehacer del pueblo, de sus preocupaciones y de sus alegrías. Dedicada a la mujer jubriqueña que, con el trajín diario, dignificó su papel en la sociedad". La cita está datada un ocho de marzo de 2004. Ascendemos por la calle que se encuentra a la izquierda de la sucursal bancaria para adentrarnos en un trazado urbano con construcciones civiles insólitas, como dos casas comunicadas por un puente con base de madera o por otras dos, un poco más arriba, unidas por un arco de medio punto. Asciende Jubrique hasta los azules cielos gracias a sus empinadas cuestas, a sus callejas que se cruzan unas sobre otras. La calle Ánimas, la calle Palacios, la calle Picasso, la calle Altillo... Parece un dédalo que no fuera a acabar nunca, que se retroalimentara en sus curvas y revueltas. Nos asaltan perfumes de romero y de hierbabuena, de tomillos y matrantos. En nuestro caminar nos encontramos a la altura de los tejados- Qué hermosa la calle 28 de febrero con sus arriates de flores, con emparrados ante las puertas de algunas casas, con su suelo empedrado, con buganvillas que descuelgan sus morados explosivos hacia las calles inferiores. Y siempre, de nuevo, la montaña colmada de castaños. Tantas otras calles, cuidadas hasta el extremo. Aparecen vides aquí y allá, integradas en los patios, en los arriates públicos, en las macetas, haciendo gala y rememorando la importancia de la industria vitivinícola de la que Jubrique históricamente ha sido cabecera. Así lo apunta el Patronato de Turismo de la Costa del Sol: "Y fue a mediados del XIX cuando Jubrique alcanza su momento de mayor esplendor, consecuencia directa de la riqueza que generaban sus viñedos, las industrias derivadas de éstos y la explotación minera de las sierras. La tradición vitivinícola de Jubrique continuó hasta bien entrado el siglo XX, e incluso hoy día, las únicas destilerías que existen en la comarca, ubicadas en Ronda, pertenecen a una familia procedente de Jubrique". Los vecinos y vecinas encalan y repintan de blanco inmaculado las fachadas de sus casas en la calle Séneca. Descendemos por la calle Fuente hasta encontrar un pequeño calvario donde, gracias a una placa explicativa conocemos la historia de "El Melchi", un morisco sublevado, que según las crónicas era la maldad personificada, dice así: "Estaba entre los moros uno escandaloso y malo llamado El Melchi, imputado de herejía y suelto de las cárceles de la Inquisición, el cual, juntando al ignorante pueblo , que ya estaba resuelto a rendirse, les hizo mudar de propósito", dando lugar a las revueltas moriscas y a las sublevaciones del Valle del Genal. Y siguen los arcos y los puentes. Descendemos por la calle Cobertizo, a la espalda de la iglesia para regresar a la plaza de Andalucía y de ahí, de nuevo al coche.


Despedida

A la sombra de un emparrado, sentados para las primeras uvas, aún verdes y tiernas, con el estallido morado de las buganvillas y la brisa recia de la montaña. Contemplamos el mar de castaños y nos zambullimos en él, inspirando los perfumes de la tierra húmeda, de las flores tiernas, de las ramas trenzadas... Aspiramos las esencias del Valle del Genal que penetran en nuestro interior, invadiéndonos... Nos dejamos ir, nos dejamos llevar desde ese emparrado de la calle 28 de febrero de Jubrique, hasta el corazón mismo del Genal.

Enlaces y consejos de interés

Senderismo: Jubrique es la capital del senderismo, del turismo natural en el Valle del Genal. Desde aquí parten numerosos caminos y senderos que comunican, como un red natural y abierta a prácticamente todos los municipios del valle. La profusión de rutas permite que su variedad, en distancia y dificultad, sea muy variada, ofreciendo caminos para todos los gustos y preparaciones. Así en la página web municipal de Jubrique encontramos hasta nueve rutas oficiales que comunican el municipio con Benaluría, Charco "Picao", Faraján, Benajarón, Genalguacil, La Solana, Pujerra, Charco Azul y Charco Esteban. Todas las rutas se pueden descargas en fichas individuales, en formato pdf. En ellas aparece una descripción de la misma, el perfil, el grado de dificultad, etc.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Jubrique. Además, para visionar vídeos de la feria, romerías, viajes y fiesta de las máscaras, la página personal Jubrique.net tiene un amplio catálogo.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

58 IGUALEJA: DONDE NACE EL RÍO GENAL

martes, 18 de mayo de 2010

Parece Igualeja robada a los castaños, cincelada a las faldas de los montes con la delicadeza a la que la naturaleza obliga. Incrustada en el corazón de la serranía rondeña como un corazón nuevo y palpitante de savia arbórea. Y decimos esto porque es Igualeja una mancha de blancos impolutos sobre el verde primaveral de los castaños. Es este municipio, origen y causa, génesis, de uno de los valles más fértiles y frondosos de la provincia malagueña. Igualeja es la cuna del río Genal que configura en su valle alto y bajo una de las comarcas más especiales y mágicas, una promesa de convivencia y armonía entre ser humano y naturaleza.

El nacimiento del río Genal

Y así corre el rumor del agua entre las calles de Igualeja, como el susurro de un sortilegio ininterrumpido. Agua pura, clara, cristalina, límpida en esencia, en fondo y en forma. Es lo primero que encontramos al llegar, el nacimiento del río Genal, perfectamente equipado con bancadas de piedra, de hierro y de madera, barandas rústicas y una pequeña fuente en la que refrescarse. Nos acompaña el río con su rumor de agua viva y constante, tres pequeñas cascadas rompen su quietud. Es una agua tan transparente que nos permite distinguir a la perfección los detalles que se hallan en el fondo del cauce. Huele a hierba húmeda. Nos acompañan los trinos de los pájaros. En una de las cascadas, formadas por tres pequeñas presas artificiales, descubrimos varios puntos de luz, por lo que intuimos el aspecto que tendrá este magnífico lugar acompañado por la iluminación nocturna. Podríamos quedarnos aquí para siempre. Nos mojamos el rostro en la fuente, bebemos de su agua, fría, intensa y deliciosa.

La iglesia de Santa Rosa de Lima

Caminamos por la calle principal hasta llegar al barrio del Albaicín que se despliega en la margen izquierda del río. Y es que, el Genal divide a Igualeja en dos, la parte en el barrio de Santa Rosa, situado en la margen derecha y el del Albaicín, situado en la parte izquierda. Se abre una pequeña plaza donde ubicamos un mapa de cerámica en una pared y nos situamos en el espacio del municipio. Tomamos calle iglesia hasta llegar al templo, que apareja una de sus paredes para formar parte de la vía por la que transitamos y su pequeña torre, antiguo alminar, sobresale del conjunto. La iglesia de Santa Rosa de Lima conserva una apariencia de cierta antigüedad, pero su interior es radicalmente moderno. Carece de artesonado de madera, sustituido por una serie de planchas cuadradas pintadas de blanco, lo que contrasta con sus imágenes de madera policromada fechadas en el siglo XVII y XVIII. Este contraste enriquece la belleza sutil del templo. Es un edificio, además, fresco que se construyó sobre una antigua mezquita en el siglo XVI y que ha vivido varias modificaciones en los siglos XVII, XVIII y, finalmente, en el siglo XX. Tañen las campanas cuando traspasamos la puerta del templo.

La ermita

Seguimos caminando, apenas diez metros, hasta cruzarnos con la calle La Ermita a la derecha. Y la vemos. La Ermita del Divino Pastor es un edificio incrustado entre las casas, a las que acompañan un árbol y una fuente. El conjunto tiene algo de singular indefinible. De su escueta espadaña de doble ojo superpuesto penden dos campanas. Parece la puerta a un templo de mayores dimensiones y, sin embargo, todo queda reducido apenas a un recinto de cinco metros cuadrados con un pequeño altar que termina en una techo en forma de media cúpula pintado al fresco. Es un edificio profusamente decorado, pero sin exageraciones. Una construcción puesta en pie en el siglo XVIII y que antes fue convento de monjas carmelitas. Salimos y regresamos a la calle principal.

El Albaicín

Seguimos hasta prácticamente el final de la calle para torcer a la izquierda y ascender hasta el barrio del Albaicín, el barrio viejo, en el que sus calles serpentean y muchas de sus casas aparecen enjabelgadas. Los muros de piedra se asientan sobre rocas y el propio barrio parece escalar montaña arriba. Guardan sus callejas y rincones arriates plagados de flores, algunas macetas de romero que desprenden un perfume intenso y ciertamente dulzón, un grupo de gatos perezosos que buscan cobijo del calor bajo la sombra de un alar. Igualeja se sumerge en un valle y es desde el Albaicín donde podemos obtener algunas imágenes parciales del complejo entramado de casas que conforman el caserío. Observamos el barrio de Santa Rosa y más allá, al fondo el inmenso mar de castaños que rodea todo el municipio. Verde y verde, un océano. Se atisba un leve perfume a brasas dulces de primavera y un intenso aroma a puchero, de condición tan serrana y contundente como las mismas montañas.

El nicho

Regresamos hasta la ermita desde la calle principal hasta llegar, a la plaza del Buen Pastor, donde la figura blanca de un pastor preside un conjunto rematado con un pequeño caño de agua, para dirigirnos, a la izquierda hasta la plaza de Andalucía. Pero antes, más fuentes, más agua, sombras y callejones, adarves, puertas señoriales, macetas florecidas, arriates, niños que juegan... La plaza de Andalucía se traduce en el epicentro de la vida social de Igualeja, donde se sitúa el ayuntamiento y dos de sus establecimientos hosteleros destacados. Una serie de pequeños árboles la rodean y los techos, anaranjados, escapan hacia el cielo. A la entrada a la plaza y frente al ayuntamiento se sitúa el Nicho del Señor de la Misericordia es una pequeña capilla donde se representa al Señor de la Misericordia. Dentro del nicho se encuentra un cuadro de la escuela granadina del siglo XVIII que representa una imagen del "stabat mater" (la madre al lado del niño). Su interior también alberga otro cuadro del Cristo Crucificado en un cristal, copia del original que está en el lienzo.

El barrio de Santa Rosa

Cruzamos el río y en el camino fotografiamos dos hornacinas que albergan en su interior cruces y promesas. El barrio de Santa Rosa es más moderno y pese a que su arquitectura no destaca, sí lo hace el paseo que discurre a lo largo del río Genal. Es un paseo sencillo, con una barandilla de hierro pintada de oscuro que se asoma al río. Es un lugar fresco, parece que los efluvios del Genal ascienden y, junto con su rumor, refrescan el ambiente. Paseamos con tranquilidad, deleitándonos con cada paso. Descansamos, reposamos, disfrutamos.

Despedida

Antes de recoger el coche decidimos acercarnos de nuevo al nacimiento del Genal. El rumor del agua es fuerte e intenso. Nos sentamos en uno de sus bancos. Caminamos por el pequeño jardín de hierba. Nos mojamos la cara una y otra vez. Observamos el devenir del agua y pensamos en aquel filósofo griego, Heráclito, que decía que nunca verás dos veces el mismo río. Tenía razón. El Genal es único, es irrepetible, permanentemente cambiante y afortunadamente constante. Génesis de vida, hacedor de comarcas, fuente de castaños. Uno de los espíritus que hacen de Málaga lo que es vive en Igualeja y se llama Genal.

Consejos y enlaces de interés

Día de la Castaña: Como no podía ser menos, y tratándose de la la primera localidad productora de castaña, Igualeja celebra el día de Todos los Santos la fiesta de la castaña con su correspondiente tostón, que consiste, como en muchos otros pueblos del valle del Genal, en pasar una jornada en el campo que se aprovecha para asar castañas y comerlas después con el acompañamiento que cada cual prefiera.
Senderismo: Todo el valle del Genal es un entrecruzar de rutas senderistas, casi desde cualquier municipio se puede llegar, con mayor o menor dificultad a otro. El Club Senderista Pasos Largos recomienda en el siguiente enlace la senda que une Igualeja con Parauta: Igualeja - Parauta. La web wikiloc ofrece algunas otras rutas para realizar a pie o en bicicleta.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Igualeja, a las que sumamos la ya conocida del Club Senderista Pasos Largos y la recién incorporada Wikiloc.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.