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EN / 18 GRAZALEMA: La cicatriz del agua

martes, 13 de diciembre de 2011

Y no es un abismo, sino un abrazo lejano y frío. El viento recorre este falso llano que fuera en lo antiguo cuenca de glaciares, espumean las lágrimas en la comisura de los ojos y cortan la piel las ráfagas de aire matinal, refrescando el ambiente, deshelando el rocío, delicado. El cielo, despejado y azul y rotundo, acoge las evoluciones silenciosas de los buitres leonados que parecen circunnavegar alrededor de los picachos. Cimas grises y desgajadas, a punto de desmoronarse, cincelando figuras imposibles. Combina el paisaje lo abrupto de sus picos informes con la suavidad dúctil de la cuenca glaciar, un llano que se extiende hasta el horizonte y que se combina con otro llano y con otro, salpicado de encinas retorcidas y centenarias, de ganado vacuno, ovino, porcino, pastoreando en semilibertad. Una senda atraviesa el corazón de los llanos como un enorme costurón, una cicatriz olvidada desde tiempo inmemorial y que modela un paisaje que parece imposible, pero que ahí, aquí, bajo nuestros pies, es perfectamente real. Tierra de grietas y hendiduras, de lapiaces y poljes, de simas y oquedades. Esto es el Parque Natural Sierra de Grazalema y estos son los enigmáticos Llanos de Líbar.

Una aproximación

Los glaciares, lenguas gélidas de hielo en movimiento, modelaron el paisaje kárstico de Grazalema a su antojo, sin prisa, con la sabiduría que da tiempo y la fuerza indescriptible. El hielo se transformó en agua y sus filtraciones amasaron la tierra como levadura de rocas, partiendo la piedra, hundiéndola, resaltándola, desgajándola hasta crear un paisaje imposible plagado de abruptos barrancos, idílicos valles y tajos verticales. El agua, apenas un destello en superficie, se ha filtrado durante milenios, desgastando la roca hasta producir inmensos hundimientos a los que se denomina poljes o miles de cicatrices en las cimas, a las que ha erosionado y roto formando lapiaces. Precisamente los Llanos de Líbar constituyen uno de los poljes más importantes del parque natural y uno de los más destacados de Europa. Recovecos entre los que se esconden los corderos, donde anidan los buitres leonados y las águilas. Agujeros en los que se abrigaron los guerrilleros de la Independencia, los bandoleros del XIX, los maquis del XX. Pastan las vacas retintas sobre el paraje, ramonean las ramas bajas, brotes verdes de las encinas, engordan los oscuros guarros ibéricos a la sombra de la dehesa. Y la Grazalema malagueña va más allá de los Llanos de Líbar para discurrir a la vera del Guadiaro, recorriendo los términos municipales de Jimera, Benaoján y Cortes de la Frontera; o se sumerge en la tierra en el Hundidero montejaqueño para asomar cuatro kilómetros más allá en la Cueva del Gato de Benaoján, formando un complejo espeleológico de primer orden; o nos muestra un pez dentro de un pez o un hombre con alas en la Cueva de la Pileta. La Grazalema de Málaga es impresionante, grandiosa, diversa y diferente. Hoy nuestro caminar nos lleva a los Llanos de Líbar, un lugar de fuerte impresión telúrica, donde el ser humano parece ser no más que una mota de polvo.

Parque Natural Sierra de Grazalema

Como un pan de hogaza que se desmiga, vayan aquí los números del Parque Natural de Grazalema. De sus 51.695 hectáreas, 14.900 corresponden a la provincia de Málaga y de estas, 4.556ha a Montejaque, 4.531ha a Cortes de la Frontera, 2.9191ha a Ronda, 2.152ha a Benaoján y 742ha a Jimera de Líbar. Se distribuye la extensión como un puzle administrativo del que la naturaleza no entiende y brinca el parque natural de una municipalidad a otra, de una provincia a otra sin solución de continuidad, formando un todo que va más allá de las particiones institucionales.
Desde 1977, Grazalema está contemplado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y desde 1984 como Parque Nacional. Son trece los municipios que la configuran además de los malagueños Benaoján, Montejaque, Cortes de la frontera, Ronda y Jimera de Líbar ya citados, se incluyen los gaditanos Grazalema, Zahara de la Sierra, Villaluenga del Rosario, Benaocaz, Ubrique, El Bosque, Prado del Rey y El Gastor.
Y más números. La altitud máxima del parque se localiza en El Torreón con 1.654 metros de altitud y la más baja, 289 metros, localizada en el municipio de El Bosque. Entre ambas solo distan 10 kilómetros, con lo que se puede trazar un perfil abrupto, con un desnivel impresionante en el que las sendas y carreteras se retuercen de manera permanente sobre sí mismas.
El ser humano ha poblado estas tierras desde antaño, en la Cueva de la Pileta se han encontrado restos del Paleolítico Superior, pero es en la historia moderna donde el asentamiento se hace definitivo con los romanos, árabes, cristianos… Estos riscos y valles fueron testigo y escenario de cruentas batallas en la Guerra de la Independencia contra Francia, posterior abrigo de bandoleros en el siglo XIX y escondrijo de maquis durante la dictadura franquista. Pero si algo ha permanecido ha sido la labranza y el pastoreo. Siempre el ser humano ha logrado el punto de equilibrio entre producción y sostenibilidad, alimentándose de los frutos del parque y alimentando a su vez a la ganadería que pastoreaba. Esa esencia de respeto ha modelado también el paisaje como lo ha hecho el agua. Mimando los bosques, construyendo praderas, manteniendo dehesas.
Así el hábitat de flora y fauna se ha mantenido prácticamente inalterable desde allende los tiempos. El visitante podrá contemplar cerca de 1.300 especies de plantas superiores entre las que se encuentran el algarrobo, encina, quejigos, acebuches, alcornoques y un resto mínimo de pinsapo, además de malvas, candiles, aulaga, cardo, amapola, tomillo, sabinas y en la vera de los ríos álamos, sauces y olmos. Del mismo modo, la fauna no se queda atrás en la catalogación y reinando la cabra montés y el buitre leonado, se encuentran el zorro, nutria, corzo, ciervo, águilas reales, perdiceras y pescadoras, búho real, milanos negros, alimoches e incluso el halcón peregrino.
Y llueve, llueve mucho, en abundancia, como un torrente, situando el índice pluviométrico por encima de los 2.000 litros anuales por metro cuadrado. Uno de los lugares más húmedos de España, por encima, incluso de muchas zonas más septentrionales.
Con todos estos elementos se ha configurado un paisaje insólito, densamente poblado por flora y fauna, en el que el ser humano ha incidido con respeto y en el que la naturaleza muestra su dignidad y su carácter más indómito, aún sin domesticar. Los Llanos de Líbar son un ejemplo de todo ello, de esta combinación aparentemente imposible que enriquece el viaje y el paisaje.

Los Llanos de Líbar

Una senda serpea en el corazón del polje. Se asemeja al trazo que un niño hubiera dibujado en la arena. Suave y sinuosa, escoltada por castillos de arena, por lapiaces. Modelada por el agua como si una lengua de mar se tratara. El ser humano empequeñece, se desdibuja ante la magnitud del fenómeno geológico, resulta imposible siquiera imaginar la contundencia de las fuerzas que han sido necesarias para crear este paisaje cuasi lunar. Desde la “montaña perdida”, Montejaque, nombre que le dieron a este pueblo los árabes, parte un humilde camino de tradicional paso de ganado. Comunica el municipio del Hundidero con el vecino de Cortes de la Frontera a través de Los Llanos de Líbar que 10,5 kilómetros más allá, en la profundidad de la Sierra de Grazalema se transformarán, junto a una fuente, en los Llanos del Republicano. Sendas y caminos que discurren por un valle tallado en la piedra, un valle que abre sus entrañas al cielo azul, un valle de llanura imposible al que los geólogos denominan polje y que las palabras mundanas se quedan cortas para describir.
Partimos desde la parte norte de Montejaque, detrás del Hostal La Cabaña, donde encontramos el panel informativo de la ruta con una somera descripción que nos pone sobre aviso sobre el espacio tan especial que vamos a recorrer. Tras una primera subida, por la sierra de Juan Diego llegaremos al Llano de los Almendros, de ahí, a través de un lapiaz impresionante, hasta el llano y dehesa del Pozuelo, de ahí a travesaremos un encinar centenario, para parir en el Llano de Líbar, tras el cortijo del mismo nombre, desde el que caminaremos por una llanura que parece no terminar hasta llegar a la Fuente de Líbar, donde se cambia el nombre por el del Llano del Republicano. El camino discurre por pista en su totalidad, mejor o peor conservado para acceder con automóvil, pero siempre adecuado para hacerlo a pie. Es costumbre cruzar la primera parte, algo más dura, hasta el encinar, estacionar el coche allí y caminar hasta el final del sendero. Es una opción, pero ir descubriendo gradualmente el paisaje es uno de los mayores atractivos de esta ruta.
Es un sendero que se disfruta quitándole capas, observando su interior siempre cambiante, perfilando con la yemas de los dedos las formaciones imposibles (y que tanto recuerdan al Torcal) que el lapiaz recorta contra el cielo; oteando el vuelo majestuoso, casi estático de la gran colonia de buitres leonados; caminar junto al ganado retinto que pasta libre, que ramonea los brotes verdes de las encinas; escuchar el balido de un cordero minúsculo, de anuncio, que camina junto a su madre, asustadizo; contemplar la aparente agresividad de las piaras de cerdo ibérico que se alimentan tras las vallas protectoras; querer ver mil figuras en las encinas retorcidas que saludan en la dehesa, internarse en sus troncos huecos, centenarios; ver como el sol se refleja en las rocas lisas de las cimas, como un espejo pétreo imposible; intentar contabilizar los matices de grises que pintan el paisaje que nos rodea; asemejar el tractor que labra la tierra oscura a un inmenso caballo mecánico del far west; sentir el viento frío que corta la piel del rostro cuando abandonamos el abrigo de la dehesa arbolada; quedar atónitos al descubrir el último llano, como la promesa de una llegada a término, un circo abierto al cielo, pespunteado por el filo de las rocas picudas que lo rodean, salpicado de motas ocres en forma de ganado, pisar su hierba mullida y suave, aspirar el aroma de la naturaleza con súbita intensidad; y el regreso, silencioso y mágico, que nos permite sentir la fuerza telúrica que desprende este lugar, la conexión que nos une a la tierra, la sensación de formar parte de un todo, siendo tan solo una partícula minúscula; y por su puesto lo más prosaico y trivial, un rito obligado de caminantes, el almuerzo bajo una encina, sobre un bancal de madera, parapetados tras un muro natural de piedra, el perfume de la tortilla de patata, la contundencia del embutido, de los dulces marroquíes, de la buena compañía, de la charla desenfada y profunda, de la sensación de sentirse libre y uno con el entorno.
Con los sentidos afinados regresamos, sintiendo la tibieza del sol que cae, que se mece sobre el horizonte, como una compañía amigable que nos echara un brazo sobre los hombros.
Dejamos los Llanos de Líbar con una promesa a flor de labios. Volveremos.

Despedida

Abrazar las montañas, un sueño inabarcable, solo imaginar las figuras que el lapiaz, que el karst dibuja sobre el horizonte, permitir que los llanos nos lleven más allá de las fronteras de los municipios, que formen sus propios hitos a base de bosques apretados, campos imposibles, cimas inconcebibles. La Grazalema malagueña es insólita y provocadora, llama al descubrimiento, al disfrute, al paseo, al sendero y a la aventura, a vivirla con intensidad.

Enlaces de interés e información útil

Otras rutas senderistas en la Grazalema malagueña: Además de la ya mencionada aquí de Los Llanos de Líbar, la Sierra de Grazalema ofrece otras rutas en la provincia de Málaga como: La Cueva del Gato, Río Guadiaro, Camino de Huertas Nuevas, Camino de la Dehesa, Camino de la Fuente, Camino Viejo de Ronda, Cañada del Olivar, El Pimpollar, Hundidero.

Complejo Hundidero-Gato: “A principios del siglo XX, se gestó la idea de construir una presa en el río Gaduares, justo antes de su desaparición por la sima del Hundidero con la intención de crear una fuente permanente de energía electrica. Tras diversos estudios y acondicionamientos de carreteras la presa se construyó aprovechando las estribaciones del tajo del Hundidero, una auténtica herida abierta en el campo que desciende hasta la apertura del sistema de Hundidero-Gato. Pero el aliviadero de la presa nunca llegó a funcionar. La presa nunca se llenó. Las dos llenadas más grandes registradas fueron las de 1941 y 1947. ¿Cuál era la causa? Los ingenieros que construyeron la presa no tuvieron en cuenta las filtraciones. El agua acumulada en el embalse se filtraba gracias a la porosidad de las rocas y hacía que el río siguiera alimentándose más abajo. Un fallo de previsión que dejó como testigo inmutable e impresionante el sistema de muros de contención de una presa vacía. Aún con todo, los ingenieros no cejaron en su empeño y pusieron otro ingenuo plan en marcha: impermeabilizar la entrada al sistema hídrico del Hundidero Gato, es decir, intentar impermeabilizar una sima de 5 kilómetros de largo. Así, en 1929 se dispusieron dos cuadrillas de 10 hombres cada una que entrarían a la vez por El Hundidero y su desembocadura en la Cueva del Gato para inspeccionar la cavidad hasta entonces nunca atravesada. Las dos cuadrillas, armadas con lámparas de carburo, escalas de cuerda y barcazas construidas con bidones vacíos tardaron 30 días en recorrerla. Se encontraron en el centro de la cueva, localizándose a base de voces. Relataron, tras encontrarse y salir de aquel sistema de cuevas, las bellezas que encontraron en su interior. Era una sima de extrañas formas, elaboradas por el paso del agua a través de los siglos, una maravilla geológica que se ha convertido con el paso de los años en uno de los atractivos más destacados para los amantes de la espeleología. En septiembre de 1929 quedó concluida la obra del camino interior de la cueva. Pero el agua, pese al intento de taponamiento de las grietas siempre buscaba nuevos recorridos para escapar. La Guerra Civil terminó con la idea de continuar con este proyecto faraónico y hoy día es paraíso de aventureros y espeleólogos. Las personas que han transitado esta enorme cañería natural cuentan cómo aún se observan indicios de aquellos trabajos infructuosos. Escaleras de madera derruidas, algunos puentes y diversos restos de actividad humana. El fracaso fue evidente, y ahora sólo queda ese monumento de la petulancia del ser humano y de la victoria de la naturaleza”. Fragmento extraído de este mismo blog y correspondiente a la entrada 14 MONTEJAQUE: Asomada al abismo del Hundidero.

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de Málaga - Costa del Sol y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Los ayuntamientos de Jimera de Líbar, Ronda, Cortes de la Frontera, Montejaque y Benaoján lo incluyen en sus webs. En las entradas correspondientes a los cinco municipios en este mismo blog también se puede encontrar información útil para su visita, gastronomía, patrimonio histórico y cultural, actividades, rutas senderistas, etc. Se pueden encontrar en el buscador que aparece a la derecha

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural Protegido.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

Gracias a Paco y a Sara por la compañía, la siempre animosa charla y por el avituallamiento.

EN 06 LA DEHESA DEL MERCADILLO: Cinturón forestal

martes, 28 de junio de 2011

Como un abrazo protector, la Dehesa del Mercadillo rodea con sus brazos, corona, la zona norte de Ronda. Un apretado pinar salpicado de encinas centenarias que mira de tú a tú a la Hoya del Tajo rondeño, a los imponentes montes de la vecina Montejaque, a los caminos que van y vienen de Antequera y de Sevilla. Perfuma, con su denso aroma mediterráneo, pino, romero, tomillo, la llegada de los visitantes desde el norte y traslada su fragancia milenaria hasta la profunda y honda ciudad del Tajo. Silencio. Sólo el zumbido de algún insecto, el violín de la chicharra, un ladrido lejano, un trino aislado.

Parque Periurbano la Dehesa del Mercadillo

Allende los tiempos, cuando el ser humano tuvo primera memoria, alguien bautizó este lugar como Dehesa del Mercadillo por haberse situado precisamente en estos lares un mercado de ganado. La relación entre la ubicación del parque y su uso como punto intercambiador de mercancías tiene su lógica. Se sitúa en la zona norte de Ronda, antes de la entrada a la ciudad, los viajeros que provenían de la vecina provincia de Sevilla lo cruzaban, los que traían el camino desde Antequera también debían cruzarlo, los que llegaban desde Málaga tenían un fácil acceso a él, igual que los que accedían desde Sierra de las Nieves a través de El Burgo. Punto de unión, cruce de caminos. Tal es así que la Dehesa está atravesada por una serie de vías pecuarias como la Cañada Real de Setenil, el Cordel de Ronda a Olvera, la Vereda al Molino de la Fuente, el camino del Llano de la Cruz y la Cañada Real de Ronda a Jerez y Sevilla.
La Dehesa del Mercadillo fue declarada Espacio Natural Protegido en el año 2000 y cuenta con 137,77 hectáreas de extensión.

Entre el pinar

Hemos estacionado el coche en la parte norte del Parque Periurbano, junto a unos servicios de recreo y el acceso al centro de Reforestación de Ronda, donde varios vehículos de Medio Ambiente, un camión cisterna de bomberos y un helicóptero reposan. Vamos a atravesar del bosquete de pinos de norte a sur, caminando por las vías abiertas hasta descubrir la Olla del Tajo de Ronda y la pared granítica del Hacho de Montejaque, bajo el que se encuentra el abismo el Hundidero.
Los servicios, columpios y zona de barbacoas están bastante deterioradas por el uso y las encinas señorean por encima de los toboganes y las resbaletas. Una valla metálica baja separa la zona de esparcimiento del pinar, donde la umbría fresca reina sobre el primer sol de la mañana que comienza a apretar. Es un pinar de silencios, acompañado por los leves zumbidos de algunos insectos y los violines de chicharras aisladas. Más allá de la valla, si se camina con despacio y tranquilidad puede descubrirse el salto de algún conejo despistado. Señala la guía en la que nos hemos informado que los tejones y zorros también abundan. La masa forestal de la Dehesa está conformado por pinos piñoneros y pinos integrales, pero la sorpresa de encontrar los troncos retorcidos de alguna encina centenaria es una buena recompensa. Realizan algunas formas casi imposibles en el aire, sosteniendo sus copas sobre brazos ramudos sólidos que se extienden en horizontal. Priman los colores de secano, los ocres, amarillos, naranjas oscuros. El paseo por el pinar es tranquilo, sosegado y aunque se salvan un buen trecho de metros hasta la zona más alta, la paz que destila el lugar hace que se dulcifique la suave ascensión.
Recoge nuestro caminar un perfume de romeros y de tomillos y podemos ver aulagas, retamas, jaras y majuelos, mejorana. Pura esencia mediterránea de bosque aromatizado.
Este paraje, atravesado por esta red de vías pecuarias, no ha perdido aún su carácter eminentemente ganadero. Todos los años se realiza en sus inmediaciones una parada de sementales, donde las Fuerzas Armadas del Estado (provenientes de Jerez) ponen a disposición de los habitantes de la comarca sus sementales para montar a las yeguas privadas y de este modo mejorar la raza equina en la zona. La tradición, que se lleva a cabo en el Llano de la Cruz, se realiza desde el siglo XIX.
Caminamos por las trochas que, fundamentalmente en otoño y primavera, son utilizadas por los rondeños para realizar senderismo, bicicleta de montaña y equitación hasta llegar a la vista de la Olla del Tajo.

La Olla del Tajo

Hemos dejado a tras un vivero de plantas y nos encaminamos a la parte superior de la Dehesa. Vemos las aves rapaces planear sobre nosotros con majestuosa parsimonia, distinguimos algunos buitres y al menos dos águilas. No resulta extraño poder contemplar desde el Parque Periurbano algunos ejemplares de la avifauna local como pinzones, verdecillos, verdones, piquituertos, jilgueros y picapinos, agateadores, gorriones chillones, abubillas, pitos reales, petirrojos y mirlos o las ya mentadas águilas calzadas y buitres leonados, acompañados en el vuelo con mochuelos o cárabos.
Ante nosotros se asoma la ciudad de Ronda que a su vez parece colgar de las paredes que conforman su Tajo. No llega a verse como tal, tampoco el Puente Nuevo, pero sí su Olla. Su campo que casi parece taracea, jugando con los colores amarillos y ocres aparcelados, marcados lo límites por los caminos rurales, algunas plantaciones apretadas de olivos, suaves ondulaciones que se van estrechando hasta llegar a las estrecheces del Tajo.
Frente a nosotros la cadena montañosa presidida por el Hacho de Montejaque acompañado por la cimas del Palo, la Ventana, San Cristóbal, Torrejón o el Peñón de las Mures, pertenecientes al Parque Natural Sierra de Grazalema. Contemplamos algunos remolinos de polvo elevados al cielo por el viento. Podemos imaginar las reatas de burros acercándose hasta Ronda procedentes de otros lugares, los batallones de soldados árabes cercando la ciudad, a Orson Welles paseando por estos parajes antes de una corrida de toros, a los viajeros románticos sumergidos en la fragancia procedente del pinar. Oímos un chillido en el aire. Ahí están, una pareja de águilas, una de ellas gira en el aire y desciende de pronto a gran velocidad, la perdemos. Una pareja pasea tomados de la mano, caminan hacia el pinar, hacia la umbría fresca que procede de la masa forestal.

Despedida

Solo por un momento. Sentados sobre una roca. Cerrados los ojos. Sólo escuchamos el crepitar de algunos insectos. Aspiramos y hacemos nuestras las fragancias mediterráneas a tomillos y romeros. Rozamos con la yema de los dedos las hierbas altas. Abrimos los ojos. Frente a nosotros una encima enorme, enraizada al suelo desde hace centurias, nos contempla. Se esconde y funde sus colores verdes con los verdes de los pinos.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. El Parque Periurbano la Dehesa del Mercadillo se encuentra en el término municipal de Ronda.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.



Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Espacio Natural Protegido.


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