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EN / 17 MONTES DE MÁLAGA: Corazón verde

martes, 29 de noviembre de 2011

Mira a la ciudad desde su posición de altura. Dibuja con la yema de sus dedos arbóreos, picudos, el trazo que forma la bahía de Málaga, la semicircunferencia aristada de edificios, de casas apretadas, de calles improbables, de arácnidas grúas portuarias. Y desde allí, desde el verdor esmeralda de sus cimas, envía un hálito de vida que inunda la capital como un manto. Respiran los Montes de Málaga y las briznas de hierba inundan el aire capitalino, las pinazas revolotean y tocan el mar. Se confunde el penetrante aroma de los pinos con el perfume denso de las ollas rebosantes de callos y de coles, de los almuerzos serios y contundentes de las ventas que salpican el camino viejo de Colmenar. Montes de Málaga vive en lo alto de la ciudad, que parece querer encaramarse a sus laderas y, desde esta posición privilegiada contempla el trasiego de la vida cotidiana. Respiran los montes, respiran. Inspiran, espiran.

Una aproximación

Una masa densa de pinos, apretados, de color esmeralda tras el rocío de la mañana, marca el límite del parque natural. Bordea la carretera serpenteante que une la capital malagueña con el municipio de Colmenar, una vía que asciende y asciende, que parece revolverse sobre sí misma, como una víbora. A su vera, se pierden las construcciones antiguas, desportilladas algunas, desvencijados los antiguos cortijos de patio ancho. Salpican el recorrido las ventas de oficio inmemorial que si en el pasado alimentaron en su caminar a los arrieros a base de comida sobria, ahora hacen deleite de sabaderos y domingueros capitalinos que se asoman al parque natural para degustar su celebérrimo Plato de los Montes, siempre acompañado de los pucheros tradicionales que airean su perfume entre los pinares. Carreteras transitadas por ciclistas y andariegos, parque natural surcado por rutas senderistas que van desde los miradores naturales hasta las umbrías serenas. Parque Natural el de los Montes de Málaga que cuenta con dos centros de interpretación, el Lagar de Torrijos, magnífico etnomuseo, y el Aula de las Contadoras, de dos zonas de acampada libre organizada, de cientos de caminos y trochas por recorrer. Nuestra visita irá desde el Lagar de Torrijos y sus inmediaciones, hasta el Mirador del Pocopán. Visita en la que nos cruzaremos con un nutrido grupo de scouts, con aguerridos ciclistas, con senderistas animosos, con sabaderos vocingleros, con el sonido de un río y con el color de otoño pintado en la copa de los árboles.

El Parque Natural de los Montes de Málaga

Un Parque Natural que ha sufrido los embates de la naturaleza y del ser humano. La naturaleza en forma de inundaciones, de filoxera. El ser humano en forma de incendios devastadores. Estos hechos han provocado a lo largo de su historia que el perfil faunístico y florestal de Montes de Málaga haya cambiado con el paso de los años. Las encinas, alcornoques, madroños, lentiscos y quejigos en algunas zonas húmedas, tuvieron que ser sustituidos por pinos de repoblación. Tras la llegada de la filoxera, que acabó con las viñas y en gran parte con el trabajo del que proveía la zona, el campo se abandonó a su suerte, los múltiples lagares que se asentaban en sus laderas cerraron y desaparecieron (a excepción del de Torrijos). Además, las grandes lluvias torrenciales (diecisiete registradas en el siglo XIX y dos en el XX) arrasaron con parte de su bosque primigenio llegando hasta la capital de la provincia. Las autoridades se vieron en la obligación de restaurarlo hidrológicamente con el embalse del Limonero y con la repoblación de sus montes con pino carrasco. Poco a poco, la vegetación original se va recuperando y se pueden ver algunos grupos de encinas y alcornoques creciendo en el parque. En 1907 comenzó el plan hidrográfico para salvar a Málaga de las inundaciones. En 1921 se construyó el Pantano del Agujero. En 1930 comenzaron las primeras actuaciones forestales encaminadas al encauzamiento del río Guadalmendina. En 1975, Montes de Málaga fue incluido en el inventario de Espacios Naturales Protegidos. En 1986 se adscribió al catálogo de Espacios y Bienes Protegidos de la provincia de Málaga. En 1989 recibió la calificación de Parque Natural.
Pino carrasco, pino negral y pino piñonero constituyen la principal masa forestal, con la regeneración natural del entorno, comienzan a verse algarrobo y alcornoque, a la vez que la presencia de matorral se está haciendo más evidente con matagallos, aulagas, tomillo, romero, jara blanca o cantaueso. Dado su carácter agrícola, en algunas zonas del parque se observan también olivos y algarrobos.
La fauna tiene su representante de mayor envergadura en el jabalí, del que algunos ejemplares pueden alcanzar hasta los 180 kilos de peso. Del mismo modo a parecen turones, comadrejas, gatos monteses, garduñas, jinetas, conejos, liebres, zorros, etc. Pero si destaca alguna especie es el camaleón, ya que Montes de Málaga es uno de los pocos enclaves en la provincia en el que habita. La presencia de aves es constante y no es raro observar las evoluciones del águila culebrera, cernícalos, lechuzas, azores ratoneros, gavilanes, chotacabras o alondras.
El Parque Natural de los Montes de Málaga es un espacio amplio, de gran extensión, de riquísimo ecosistema y muy visitado por los habitantes de la capital. Ocupa un total de 4.995 hectáreas, de las cuales el 96% pertenecen a Málaga y el restante 4% a Colmenar y Casabermeja.
La visita de hoy nos llevará a conocer el Lagar de Torrijos y sus inmediaciones, para descubrir después la zona del Aula de las Contadoras y llegar hasta el mirador de Pocopán.

El Lagar de Torrijos y su entorno

Ascendemos, ascendemos, serpeamos entre las curvas de la carretera vieja de Colmenar. Dejamos atrás la ciudad, las primeras ventas, el eco de la ciudad. El paisaje, cada vez más apretado de pinos, perfumado de bosque, asciende y asciende. Aparece, tras un buen trecho colmado de vueltas y revueltas, reposada en una curva, la Fuente de la Reina, junto a un bar en el que una manada de motocicletas reposa el desayuno, como antiguas mulas de arrirero. Continuamos el ascenso, hasta que una indicación a la izquierda señala Ecomuseo Lagar de Torrijos. Hemos bordeado el límite del parque natural y ahora, nos adentramos de lleno en él. Circulamos por una pista asfaltada, estrecha, que desciende hasta el corazón mismo del verde. Se pintan aquí y allá los colores del otoño. Ocres y naranjas y marrones. Descendemos hasta el fondo del valle tras dos kilómetros de recorrido y estacionamos el vehículo. Abrimos la puerta y una vaharada de intenso aroma a tierra húmeda nos saluda, a pinar vivo, a bosque. No se asoma el lagar hasta caminar tras una ligera curva.
Se mantiene, blanco e incólume, entre los colores ocres del otoño. Es un edificio de rasgos poligonales, casi cúbicos, que vive en el aliento del bosque como un ser más de los Montes. Único lagar que se mantiene en pie entre los cientos que había antes de la llegada de la temible filoxera en el siglo XIX, que terminó con el tradicional cultivo de la vid en la zona. El Lagar de Torrijos es un lugar vivo, dinámico, es uno de los dos puntos de referencia del parque natural junto con el Aula de Naturaleza de las Contadoras.
La empresa Educare Aventura (www.educare-aventura.com) es la responsable de que este edificio de 1843 se mantenga en funcionamiento. Desde aquí se organizan visitas guiadas para grupos y escolares, rutas de senderismo, talleres de elaboración de pan artesanal, múltiples actividades que ayudan a conservar el entorno, rico en bosques umbríos y en murmullos de agua. Toda la información, horarios de apertura, índice de actividades etc, se pueden consultar en la página web de la empresa
Tal y como se apunta en uno de los paneles informativos, “Un lagar es literalmente, una casa cuya parte principal se destina a la elaboración de vinos, predominando el elemento funcional sobre la comodidad. El Lagar de Torrijos no solo es un prototipo de las edificaciones típicas de los montes, sino que además en él tendrás la oportunidad de contemplar algunos de los instrumentos, máquinas y aperos empleados en las labores agrícolas y de transformación que constituían la base económica de la población de este territorio. El Lagar de Torrijos se ha conservado hasta nuestros días con todos sus detalles. El lagar propiamente dicho, con su prensa de viga en su parte más accesible de la casa (para facilitar la entrada de las uvas), la sala de fermentación, la bodega, los hornos de pan (donde se cocía un pan cateto riquísimo), el molino de aceite, etc. y la parte superior de la construcción que se destinaba a vivienda”. Entramos, tocamos, observamos. Huele a pan. En el horno late el color cobrizo de las brasas, que parece respirar de manera propia. Con la ayuda de Gabriel, el responsable del lagar, nos ubicamos en tiempo y espacio, en la necesidad de conservar el patrimonio etnográfico como muestra del pasado reciente, el patrimonio natural y el entorno como una promesa del futuro próximo. Charlamos. Un grupo entra. Tiramos una, dos, cinco fotografías. El lagar está en impecable estado de revista y su colección de aperos y útiles es rica y original. Paseamos por sus diferentes estancias y nos asombra la temible envergadura de la viga de prensa principal. Hacemos un ejercicio imaginativo, y no resulta difícil ponerse en situación. Dibujar un arriero con su reata de mulas, de burras, de pollinos cargados los cestos de uva recién cortada, dejar que transite por estos pagos, que se lleve a la mano las herramientas. Imaginamos.
Salimos del recinto y descendemos hasta el cauce del río. Es este un lugar magnífico. El entorno del lagar está rodeado de una zona recreativa concurrida los fines de semana, además de una zona de acampada libre organizada (una de las tres que hay en el interior del parque, las otras dos se encuentran en la zona de El Cerrado). Recorremos alguno de los senderos. Este es un lugar magnífico. El murmullo del arroyo, el crujido del alfombrado de hojas secas bajo nuestras pisadas, el trino distraído de los pájaros, los pasos de una pareja de senderistas que saludan y continúan su camino. Precisamente desde aquí parte un sendero que es columna vertebral del parque y que comunica el Lagar de Torrijos con el llano de las Contadoras, del que parten, dos senderos más, en cinco kilómetros que transcurren entre la sombra del bosque apretado. Mesas de madera dispuestas para recibir a un grupo de scouts del que vemos su bandera y sus tiendas de campaña y al que encontraremos algo más tarde en nuestro recorrido por los montes.

El Aula de las Contadoras y el Mirador del Pocopán

Además de por el interior y gracias al sendero antes mencionad, también se puede acceder hasta el Llano de las Contadoras en coche. Partiendo de la Fuente de la Reina un panel nos indica la presencia del Aula de las Contadoras a dos kilómetros de distancia. No tiene pérdida. Una pista nos acercará hasta el monolito del lugar, otro de los emblemas del parque, ya que se erigen en los lugares considerados importante cruce de caminos e indican las direcciones y distancias hasta puntos destacados como antiguos lagares, casas, miradores e incluso hacia las poblaciones de Colmenar o Casabermeja. Estacionamos. Dentro de las varias posibilidades que nos ofrece el parque desde aquí hemos optado por realizar el camino que nos llevará hasta el Mirador del Pocopán, por ser la ubicación de este un cerro alto y casi aislado que permitirá tener una visión circular no solo del parque natural, sino también de algunas de las más importantes sierras de Málaga. Es un recorrido lineal de ida y vuelta con 2,5 kilómetros de longitud, que transcurre por pista de tierra compacta, de dificultad media y que se puede realizar en aproximadamente una hora y media.
Antes de iniciar el camino, es necesaria hacer una referencia al Aula de las Contadoras. Tal y como se indica en su página web (www.contadoras.org), “El Aula de las Contadoras es un Centro de Educación Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía gestionado por la Sdad. Coop. And. Aula de la Naturaleza Montes de Málaga. Las instalaciones cuentan con calefacción, chimeneas, piscina, laboratorio, pista deportiva, salas audiovisuales, cocina y comedor”. En sus dependencias se desarrollan diversos programas destinados a la preservación del medio ambiente con escolares, formación de voluntariado ambiental, cursos de fin de semana, etc. Desde el hito del llano se puede acceder hasta sus instalaciones. En su web se encuentra toda la información, contactos y actividades del centro.
Precisamente, para llegar hasta el Mirador de Pocopán, tenemos que dejar el camino que lleva hasta el aula a la izquierda y continuar por un tramo de pista perfectamente accesible.
El paseo es tranquilo y gratamente concurrido, sin estar masificado. Discurre por un carril de pista transitado por grupos y parejas de ciclistas, por algunos rápidos andariegos y por el grupo de scouts que pernocta en las inmediaciones del Lagar de Torrijos. Precisamente, nos hemos cruzado con ellos en el Llano de las Contadoras, han recorrido caminando el sendero desde el lagar y van a realizar nuestro mismo itinerario hasta el Mirador de Pocopán.
El bosque se aprieta en las riberas de la senda, un bosque de color verde vivo, brillante por el rocío de la mañana, casi esmeralda. Nos permite entrever las colinas próximas que desciende progresivamente, sin producir cortes radicales en el paisaje, suavizando el horizonte en el que brilla el mar y se mueven las grúas del Puerto de Málaga. Entre los árboles se vislumbra el conjunto del Aula de las Contadoras, como un refugio para caminantes al abrigo de los pinares. – Buenas, buenas, hola, hola, buen día, buen día.- Nos cruzamos con otros senderistas. Crujen la botas sobre la grava. Cuán distintos paisajes nos ofrece el parque natural. El más umbrío y cerrado del entono de Torrijos, con este más luminoso. Un contraste que se complementa a la perfección y que ofrece dos rostros del mismo espacio.
Sobre una colina, divisamos la casa que marca el Mirador del Pocopán. Se encuentra a una altura considerable y para llegar hasta él habrá que tomar la senda de un cortafuegos. Precisamente para evitar incendios devastadores, también se observan los resultados de las tareas de limpieza, en las que se desbroza el matorral para evitar cobijos a las llamas y se mantienen las anchas avenidas de los cortafuegos como vastos cinturones de seguridad. Se talan algunos árboles para evitar males mayores. Más aguerridos ciclistas, un buen grupo que se espera. Algunos de ellos, sentados, toman barritas energéticas para recuperar fuerzas. Escuchamos las voces apagadas de los scouts unos cuantos metros por detrás de nosotros.
Para ascender hasta el mirador tenemos que tomar la senda del cortafuegos. Para la subida es el mejor de los dos posibles caminos, sin embargo, para el descenso recomendamos que se baje por la parte de atrás, algo menos pronunciada y sin piedra suelta para evitar alguna caída.
Las vistas son inmejorables. Rodeado de encinas, con las huellas leves del ganado ovino y caprino formando estrechos hilos de senda, se abre ante nosotros un mirador espectacular, desde el que se divisa gran parte de la Bahía de Málaga, el Puerto de las Pedrizas, las sierras de Jobo y Camarolos, las sierras Gorda y de San Jorge, los tajos de Gomer y Doña Ana, la sierra de las Cabras, el Torcal, la sierra de las Chimeneas y la del Valle de Abdalajís.
Se sitúa el mirador al abrigo de una casa, con una altura de 853 metros y en una colina casi aislada del resto, lo que permite tener una visión de 360º sobre el parque natural. La panorámica es espectacular. Hacia el sur, espejea el Mediterráneo que baña las costas de la provincia con su embate suave y caprichoso, hacia el este, el oeste y el norte, el arco calizo de Málaga, las moles graníticas que cortan barrancos y configuran el paisaje y el paisanaje. Nos sentamos, contemplamos. No queremos regresar, pero el aroma de los pucheros y del plato de los montes en las ventas tiene también un influjo poderoso, como un sortilegio.

Despedida

El sol se abate muellemente sobre el mar, con una cadencia de lentos compases, como en un baile sutil y ligero. En el recorrido tiñe de púrpuras y naranjas el cielo que hasta ese momento era azul. Poniente es una fiesta de colores y sobre levante comienza a pintarse un velo oscuro de noche. Las luces capitalinas comienzan a titilar, con timidez, casi una a una, y dibujan un nuevo mapa sobre la bahía. Reina el silencio en el mirador del Pocopán, la espalda apoyada sobre la pared, aún caliente, de la caseta de cuento que se yergue en su cima. El atardecer desde aquí es solo para nosotros. No se puede fotografiar, hay que venir a vivirlo.

Enlaces de interés y consejos útiles

Gastronomía: Para poner colofón a la ruta es perentorio degustar cualquiera de los paltos de cuchara que se ofrecen en las múltiples ventas que salpican la carretera vieja de Colmenar. Puchero, coles, callos, la variedad es finita pero deliciosa y contundente. Pero si hay algo que destaca es el nada calórico Plato de los Montes, que después de un buen recorrido senderista es de muy buen apreciar. Es variado y depende de la venta, pero tiene el denominador común de lo nada sobrio. El Plato de los Montes suele llevar lomo en manteca colorá, acompañado de patatas fritas, chorizo, huevo frito, morcilla y pimientos fritos, entre otros. Se dice que tiene su origen a finales del siglo XIX y principios del XX, en la comida enérgica que se ofrecía a los arrieros que cruzaban los montañosos accesos a la capital con sus burros y mulas cargadas. Se ha transformado en un clásico de los domingos de otoño e invierno, cuando las ventas se transforman en un hervidero de gentes, deseosas de degustar tan deliciosa contundencia.

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Los ayuntamientos de Málaga, Colmenar y Casabermeja lo incluyen en sus webs. en las entradas correspondientes a los tres municipioso en este blog también se puede encontrar información útil para su visita, gastronomía, patrimonio histórico y cultural , actividades, rutas senderistas, etc.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural Protegido.


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EN / 15 ACANTILADOS DE MARO - CERRO GORDO: Mascarón de proa

martes, 1 de noviembre de 2011

Hunde su proa en el mar la Sierra de Tejeda Almijara, como un mascarón de barco pirata espumeando sobre las olas. La verticalidad de sus paredes y la elasticidad del mar se funden en un instante único, en una foto fija, donde parece que el barco vaya a remontar de nuevo y cabecear sobre las olas, cabalgar sobre ellas, como si la sierra quisiera escapar a su destino. En esa lucha titánica del Mediterráneo con la feroz montaña hay un claro vencedor, el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Ese espacio ambiguo y brutal que se mece entre el poder erosivo del mar y la contundencia de la montaña que se sumerge en él. Mientras, el paisaje muta según los caprichos del Mediterráneo y cambia, muta, se mueve, se transforma, se reinventa ofreciendo al visitante un panorama distinto sujeto a sus veleidades. Si el mar está calmo, nos mostrará un rostro amable. Si el mar, enfurece, nos enseñará su rostro fiero. Abandonamos tierra firme para someternos al antojo del Gran Azul.

Una aproximación

Se forjan en esta franja costera un ecosistema y paisajes excepcionales. Abandona el paisaje la suavidad a la que la Costa del Sol nos tiene acostumbrados para crear un lugar único, en la que la comunión entre el mar y la sierra se hace más que singular, radical, combinando los barrancos cortados a pico y de formas caprichosas con el paisaje marino más vital. Entre los vericuetos que dejan las rocas, se encuentran playas de piedra fina, de aguas límpidas y transparentes, de difícil acceso. Estas características las dotan de una exclusividad solo disfrutada por conocedores y por algunos de los últimos hippies costasoleños, que hacen de sus juncos y carrizos hogar incluso en los breves inviernos de Málaga. Hay al menos dos rutas senderistas que permiten disfrutar de los acantilados desde la orilla, desde la montaña, desde la costa, pero donde se exprime todo el potencial del paraje es cuando se vive y se contempla desde el mar. Roquear en kayak por entre sus cortados, palear por estrechos pasadizos, nadar en sus remansos, hacer snorkel al bies de sus calas, sentir el poder del mar bajo la embarcación, percibir las vibraciones del mar, convierten la experiencia en única. Para realizar este reportaje nos pusimos en contacto con la empresa Educare Aventura, radicada en la Playa de Burriana, en Nerja, y que realizan todo tipo de actividades durante todo el año, las rutas en kayak por los acantilados incluidas. Si se visita la página web www.educare-aventura.com se puede encontrar toda la información. Pero antes, los datos del Paraje Natural de Los Acantilados de Maro – Cerro Gordo.

Paraje Natural de Los Acantilados de Maro – Cerro Gordo

Pisamos territorio ZEPIM, es decir una Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, pues así catalogaron al Paraje Natural de Maro – Cerro Gordo las Naciones Unidas. Tal es la importancia de este ecosistema particular. Tiene un recorrido de que abarca una estrecha franja de 12 kilómetros y penetra una milla en el mar de Alborán, con 395 hectáreas terrestres y 1.415 marítimas. Incluye, además, 2 provincias, porque sus límites se sitúan en la malagueña Nerja y en la granadina Almuñécar. Cuenta con un microclima semiárido que favorece la aparición de especies poco usuales en las proximidades del mar, de hecho es el único lugar en el mundo en el que se encuentran juntas la olivilla y el boj.
A estas dos especies hay que sumar el pino carrasco, los cultivos agrícolas en las terrazas de los acantilados que casi cuelgan sobre el mar, el lentisco, el enebro y algarrobo, el acebuche y el palmito, el cambrón y el arto. Como curiosidad, también se pueden avistar romeros marinos, siemprevivas de los acantilados o hinojo marino.
Todo ello en lo que se refiere a la flora terrestre ya que uno de los grandes tesoros de este espacio natural se encuentra en el mar, en sus grandes praderas de posidonias, de fenerógamas marinas, que alfombran de manera endémica en Mediterráneo. Estas posidonias que conviven con estrecheces en la compañía del ser humano, que tanta pesca irresponsable ha arrancado de los fondos marinos como un manojo de malas hierbas. Una pena, porque al rebufo de las posidonias, el mar de Alborán y el paraje de los acantilados de Maro ofrecen cobijo para centenares de especies marinas amenazadas como esponjas marinas, corales y anémonas; moluscos como la lapa, la nacra y el coral naranja estrellado.
Más aún, estos cortados de la Sierra Almijara hundiéndose en el mar, albergan gaviotas y lagartos ocelados, cernícalos, halcones, camaleones y la sorpresiva, por estos lares, cabra montés. Si nos sumergimos en el mar, nuestros ojos pueden contemplar congrios y meros, lubinas, peces luna, morenas, delfines y tortugas.
La variedad inigualable que ofrece este ecosistema a caballo entre el mar y la tierra es única en la provincia de Málaga. Para disfrutar de ella plenitud se pueden hacer diferentes recorridos por tierra, cresteando sobre los acantilados en senderos marcados, descendiendo a las calas, a las playas de piedra casi vírgenes, el bosque del Cañuelo, el arenal de Cantarriján, el Molino de Papel… Pero merece la pena también acercarse a los acantilados desde el nivel del mar, percibir su altura, su poder granítico, la maleabilidad del mar, la untuosa forma con la que el Mediterráneo abraza los pies del gigante serrano hasta parecer dominarlo, domeñar su poder. Nuestro viaje hoy nos traslada al mar, al gran azul, para descubrir la majestuosa presencia de los Acantilados de Maro Cerro Gordo.

En el mar

El cielo límpido, solo veteado por un jirón de nubes grises que descienden desde la montaña. El mar, azul, intenso. Con un oleaje suave. El agua, cristalina, transparente. Para realizar esta travesía hemos contactado con una empresa especializada radicada en Nerja, en la playa de Burriana: Educare Aventura. Por 15€ se facilita a los asistentes el kayak de mar, unas nociones mínimas de su uso, gafas de buceo para practicar snorkel, monitores especializados y casi tres horas de recorrido sorteando los roquedales hundidos en el mar. Tienen dos salidas diarias en los fines de semana de otoño e invierno (siempre que la mar lo permita), una a las 11:00 horas y otra a las 16:00. En esta última, al regreso y desde el mar se pueden contemplar unas puestas de sol grandiosas. Toda la información y contacto se puede encontrar en su página web www.educare-aventura.com.
Hoy es sábado y hemos optado por disfrutar del paseo en kayak matinal en este otoño incipiente. Inscripciones realizadas, presentaciones hechas. José y Alberto son los dos monitores que nos van a acompañar en esta travesía. Como compañeros tendremos una familia alemana compuesta por cuatro miembros (2 de ellos niño y niña no mayores de 10 años), una silenciosa chica europea, el autor de este blog de viajes y un noveno acompañante. En tierra se nos muestra cómo palear hacia adelante, cómo palear hacia atrás, cómo hacer giros. Lo básico para poder disfrutar de la jornada. La compañía de profesionales y la sencillez del manejo del kayak hace de esta experiencia apta también para los no iniciados.
Hundimos la proa de la caravana de piraguas en el mar de Alborán. Fresco y estimulante en la mañana y bogamos rumbo levante, hacia los imponentes acantilados. En la distancia observamos cómo se recortan en el cielo, como se sumergen en el mar. Los caprichos de sus formas, que se sumergen y aparecen en forma de islotes oscuros. Las gaviotas reidoras que planean hasta posarse en vericuetos imposibles.
Con cada palada nos acercamos más. Y su monumental presencia se hace más impactante. Suena el oleaje más próximo contra las rocas. Comprobamos cómo el mar ha horadado la base de las paredes, cómo ha socavado con paciencia y constancia la granítica.
Llegamos a los primeros parajes míticos, a la Cascada de la Doncella, una cortina de agua fina, suave, que desciende desde las alturas como una película conformada de gotas. Imaginamos allí a esa doncella sirénida, reposado el lomo de escamas sobre la roca, recibiendo el consabido baño de agua dulce. Nos hemos acercado a las paredes verticales, sentimos el poder del bajo el kayak, tocamos con prudencia los salientes rocosas que cortan como cuchillas. Las olas se han revuelto un tanto y el mar golpea con algo más de ímpetu que al inicio de la travesía. Muestran, asoman recovecos imposibles que se llena de agua para después vaciarse con cierto estruendo. No queremos imaginar encontrarnos aquí en los momentos en los que el Mediterráneo abandone su somnolencia para despertar con la furia de sus embates. Qué frágiles nos sentimos ante este espectáculo natural de roqueríos y oleajes.
Cruzamos el Pasaje del Silencio que se transforma en un oasis de mutismo entre la sonoridad reinante. Despacio, paleando delicadamente, apoyando los remos en las rocas para desplazarnos. Salimos de nuevo a mar abierto, siempre próximos a los acantilados que se elevan hacia el cielo. Están coronados de penachos verdes de vegetación, de las vallas de los campos sembrados que cuelgan, de colores ocres y marrones las paredes, de oscuro granito las rocas inferiores. Se pintan algunas calas minúsculas, donde algunos supervivientes hippies costasoleños han establecido su residencia en casas hechas de juncos, hundidas en la maleza. Se les ve ventear sus ropajes, reposar mirando el gran azul desde lo alto de una roca.
Las formas caprichosas de las rocas ofrecen elementos como el Gran Genital, como el Camaleón. Roquedales esculpidos por el mar, por el viento. Dos hombres observan nuestras evoluciones desde lo alto de uno de los acantilados. Vemos a las gaviotas planear sobre nosotros, graznar. Vuelan y se posan sobre los roquedales, sobre los islotes.
El mar retumba a tramos, las escolleras naturales rompen las olas, las parten, salpican espuma. Aproximarse a los precipicios es una experiencia más que gratificante, saberse en un lugar inaccesible por otro medio que no sea este, el mar casi translúcido bajo el kayak, los fondos rocosos que juegan al escondite, el sol y el salitre.
Llegamos hasta la Caletilla, donde descansamos y reponemos fuerzas. Otras tantas casas de hippies supervivientes se alinean junto a la playa, algunos de ellos toman el sol. Sorprende, al fondo de la playa el manchón blanco de una vela armada sobre una balsa de construcción artesanal. Charlamos sobre las excelencias del paraje natural, sobre el turismo activo, sobre Nerja y sus posibilidades como centro de piragüismo en Málaga y Andalucía. Nos cuentan que aquí fue donde se rodó la famosa escena de la famosa serie “Verano Azul” en la que Pancho anunciaba a voz en cuello: “¡¡Chanquete ha muerto, Chanquete ha muerto!!”.
Nos hacemos de nuevo al mar. Nos aproximamos a los acantilados, a las rocas que parecen a punto de desmoronarse, accedemos a lugares impensables que se inundan con cada nueva embestida de las olas. Penden sobre nuestras cabezas las siemprevivas de los acantilados. Caen torrenteras hacia el mar, volcando sus aguas dulces sobre el salado Mediterráneo.
Tras un farallón, contemplamos uno de los grandes atractivos de la ruta en kayak, la Cascada Grande de Maro, una caída de agua de 15 metros de altura que se vierte al mar con toda su fuerza. La comitiva de kayaks nos aproximamos y Alberto, uno de los monitores, anima a cruzar bajo el torrente de agua. Salpica y sorprende la fuerza de la caída. Por la abertura del caño desde el que se desprende el cauce se ve a dos montañeros dispuestos a rapelar. José me comenta que en primavera, con el agua más fuerte, resulta imposible cruzar bajo la cascada, tal es la fuerza del agua cayendo. Contemplamos. Escuchamos el sonido casi atronador. Miramos hacia arriba. Son muchos metros. Impone.
Este es uno de los tantos secretos que esconde el Paraje Natural de los Acantilados de Maro – Cerro Gordo. La combinación única entre el mar y la sierra viste a este lugar de un aire mítico, legendario, abierto a la imaginación.
De regreso, aquellos que deseen darse un chapuzón con gafas de buceo, disfrutar de los fondos marinos, de la fauna, de las posidonias, podrán hacerlo. Los más osados incluso podrán adentrarse en la Cueva del Lobo.
Paleamos con despacio, disfrutando del momento, dejando que el mediodía nos lleve. Observamos las cercas de los cultivos, a un grupo de cabras haciendo equilibrios imposibles mirando al mar. La cima de la Maroma esconde sus 2.068 metros de altura tras las nubes. Nerja se acerca a nosotros o nosotros nos acercamos a Nerja, tal es la sensación. El Balcón de Europa nos mira a lo lejos, casi se puede perfilar la efigie egregia del Rey Alfonso XII.
La playa de Burriana se agranda, paleamos a fondo, cogemos fuerza e impulso, nos adentramos en el arenal con la proa del kayak. Un sonido grrrssss-grrrssss nos indica que ya hemos abordado la playa. Descendemos. Comentamos. Nos sacamos la fotografía de rigor. Clic – Clic. El mar sonríe tras de nosotros.

Despedida

El viento ulula entre el roquedal, rompen las olas con fuerza contra los acantilados. Una vela blanca flamea en el horizonte más próximo. Débil estructura para tan bravío Mediterráneo. Sobre ellas navega un hombre de pelo largo, de barba poblada y recia. Ataviado apenas con dos harapos. Sortea la embarcación un promontorio y se hace al mar abierto, libre. Se asemeja a un Robinson Crusoe moderno. Atrás dejaba la Caletilla, la incólume presencia de los farallones de piedra, las aguas cristalinas de Maro. Regresará. Como lo haremos nostros.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Si se quiere visitar Nerja se puede recurrir a la web municipal o a la entrada de este mismo blog en el enlace: 93 NERJA: Azul e intensa. La página web de la empresa Educare Aventura nos ha servido para entrar en contacto con la misma.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.












Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural.


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