Se asomó aquella testa coronada. Vio el tajo cortado a pico por las sabias manos de la naturaleza. La montaña se partía en dos y por su lecho discurría el río embravecido. Colgando sobre aquellas murallas que se elevaban hasta el cielo se había construido una pasarela que se adentraba en el desfiladero. El rey puso un pie. Sintió las vibraciones brutales de la corriente de agua ascendiendo por el farallón. Cortésmente, Alfonso XIII, giró sobre sus talones y se marchó. Desde aquel día, aquella pasarela recibió el nombre por el que ahora se la conoce: El Caminito del Rey. No se sabe si por sus angosturas o por el breve recorrido que su majestad realizó aquel día de 21 de mayo de 1921.
Una aproximación
Es este un paraje de leyenda, un secreto a voces, un lugar mágico del que los senderistas y escaladores hablan, murmuran, cuentan. Y con cada nueva voz se agranda el mito del Desfiladero de los Gaitanes. Se cuenta que los pájaros vuelan bajo los pies, que el aire asciende desde el cauce encajonado con fuerza inusitada hasta arrancar anclajes, que las murallas de piedra tiemblan con el bramido del río, que el fogonazo del tren sorprendió a dos excursionistas en mitad de un largo túnel, que el cemento del
caminito se desprende al paso de los caminantes poco avezados dejándoles colgados en el vacío, que en algunos tramos se cierran tanto los farallones de piedra que casi no dejan atravesar la luz del sol, que en la noche se escuchan los pasos de los imprudentes fallecidos… Mito, leyenda, realidad se mezclan en este paraje de incuestionable belleza. Cerrado al público hasta que el proyecto de su rehabilitación se lleve a cabo definitivamente, vaticinando que cuando este sea una realidad el Desfiladero de los Gaitanes se convertirá en uno de los centros turísticos más destacados de la provincia. En nuestro viaje solo pudimos asomarnos, suficiente experiencia para relatar, para fotografiar, para grabar, para seguir cultivando su leyenda incuestionable.
Paraje Natural Desfiladero de Los GaitanesRetumba bajo nuestros pies la fuerza del agua en caída. Fortaleza aprovechada, provocada, bebida por el ser humano para generar electricidad, así se forja el paisaje que rodea en Desfiladero de los Gaitanes. En las llanuras delicadamente alomadas de la comarca del Guadalteba, tres láminas de agua refulgen bajo la luz del sol. Abrazan los tres pantanos la estrecha garganta por la que discurre el río Guadalhoce y que forma el desfiladero que da nombre al paraje natural. Así, son el Embalse del Conde de Guadalhorce, el del Guadalteba, el del Guadalhorce y el llamado Tajo de la Encantada los que atrapan con su rielar el paraje falsamente suave,
engañoso, de esta comarca. Pero hay un cuarto embalse, el del Gaitanejo, el que es verdadera puerta de entrada al secreto mundo del tajo inabarcable y que alberga la que es una de las centrales hidroeléctricas más antiguas de España. Parecen el ser humano y la naturaleza haberse puesto de acuerdo para configurar un paisaje imposible. Rodea además estos parajes la Historia, que nos habla de rebeliones y de conquistas, de castillos inexpugnables, de Omar ben Hafsún, de las ruinas de Bobastro, de las Mesas de Villaverde, de iglesi
as excavadas en la roca. Imaginamos a los jinetes de leyenda recorriendo estos parajes entre los pinos carrascos y piñoneros, las encinas y eucaliptos, los majuelos y las aulagas, las jaras, las sabinas. Observando como en los cielos evolucionaban las águilas reales, los cernícalos, los azores o los buitres leonados. Alimentándose de la caza de cabra montés, de roedores, de los peces de agua dulce que remontaban los saltos de los ríos. Y es que en las 2.016 hectáreas que ocupa el paraje natural aún se
conservan todas estas especies, incluso parece quedar, como apuntan los biólogos, una pareja de alimoches.
El Desfiladero de los Gaitanes se mueve en un desnivel de casi 800 metros, con 240 metros sobre el nivel del mar en su punto más bajo, hasta los 1.195 de su punto más alto, comprendido por el macizo de Sierra Huma. Fue designado como paraje sobresaliente en 1987 y como Paraje natural en 1989.
El paraje natural abarca tres términos municipales, el de Ardales, el de Álora y el de Antequera, siendo los dos primeros donde se inicia y termina el desfiladero propiamente dicho, una garganta de 5 kilómetros de longitud y un encajonamiento natural de hasta 400 metros de caída. Sus paredes llegan a alcanzar en algún tramo los 70 metros de altura, llegando a apenas 10 de anchura entre un farallón y otro. La erosión, la composición arenisca y caliza de gran parte de las montañas y la fuerza natural del agua han configurado este paraje espectacular.
Son tres los senderos principales que se pueden recorrer en el interior del paraje natural: el Sendero de haza del Río, el Sendero de Sierra Huma y el Sendero del Gaitanejo. Este último es el que vamos a realizar, un camino de dificultad media baja, perfectamente señalizado, de 5,5 kilómetros de recorrido y de unas dos horas de duración. Nos llevará desde el Mirador de Los Tres Embalses, hasta la Central Hidroeléctrica del Gaitanejo, desde esta podremos acceder, fuera ya del camino marcado, hasta la entrada del Caminito del Rey, para regresar de nuevo hasta el mirador bordeando el embalse en un ambiente fresco y umbrío.
Sendero Gaitanejo primera parteNo tiene pérdida y está perfectamente indicado. Antes de llegar al complejo de restaurantes y viviendas de la presa Conde del Guadalhorce encontraremos un desvío a la derecha que nos indica el camino al Sendero de Gaitanejo. Un acceso por pista de tierra, antes de
cruzar un túnel nos permitirá acceder hasta el Mirador de los Tres Embalses. 400 metros antes de llegar hasta él encontraremos la entrada al sendero, el panel informativo, una barrera que cierra el paso a vehículos no autorizados y un mapa detallado de la ruta.
Estacionamos el coche en las inmediaciones, nos pertrechamos e iniciamos el camino.
Soprende el contraste entre la delicadeza del sendero frente a las imponentes montañas que se perfilan hacia El Chorro, parecen surgir de la nada, formadas en un exabrupto de la tierra, de una manotazo colérico. Se elevan y elevan hacia las alturas y desde el inicio del camino se puede intuir, frente a nosotros, el tajo del desfiladero, un corte profundo en la roca, una herida sobre la montaña. Picos que parecen recortados golpe de cincel y escoplo, aún sin desbastar por la erosión. El agua verde esmeralda del Guadalhorce espejea en el fondo del valle encajonado. Siguiendo su curso con la mirada, se puede ver las dos bóvedas de contención que forman la presa del Gaitanejo.
Nos envuelve el perfume fresco de la montaña en otoño, la intensidad del aroma a pino. Nuestros pasos resuenan sobre la grava, cras-cras-cras-cras. El piar intenso de una bandada de pájaros que parecen combatir sobre la copa de un árbol nos sorprende.
Verde entre verde, el meandro del río Guadalhorce serpentea en la cuenca horadada, entre bosque, matorral y carrizo.
Llegan hasta nosotros las voces claras de dos hombres charlando entre sí. Es un efecto acústico que parece situarlos a nuestra vera. Nos giramos, miramos, no logramos verles. Las voces provienen desde abajo, desde el fondo del cauce del río. Seguimos camino hasta llegar a un túnel de apenas 100 metros de recorrido. No hace falta linterna, ya que la entrada y salida están a la vista y la distancia que las separa está siempre iluminada por la luz del sol. Resuena el eco de las pisadas
sobre la bóveda.
Según descendemos podemos comprobar, por la cercanía de las montañas, las peculiaridades de estas formaciones rocosas, como las arcillas se han descompuesto y han dejado huecos inconcebibles en sus laderas, agujeros, cavidades y cuevas superficiales. En toda la comarca se pueden contemplar el fenómeno que recibe el nombre de “taffonis”, esta particularidad se hace más visible y evidente en el camino que comunica la salida del Desfiladero de los Gaitanes en El Chorro y la carretera de Ardales hacia los embalses, y que recorre la ribera del arroyo Granadillo. Aquí los “taffonis” son más que
evidentes, de todos los tamaños y aspectos. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha utilizado este fenómeno erosivo para guarecerse y construir casas o cerrados para el ganado en forma de alojamientos semitrogloditas.
Tan es así que en el ya próximo embalse se podrán comprobar los restos de algunas casas edificadas de este modo y que pertenecieron a los trabajadores de la Central Hidroeléctrica.Comienza a sonar el murmullo del agua. Se hace más recio y persistente con cada paso que nos acerca a la presa. Ya podemos contemplar el edificio de la central hidroeléctrica. Cerrado su acceso con una verja metálica. A la izquierda, la caída de agua del embalse y el indicador del Sendero Gaitanejo. Junto a la verja metálica, un camino que nos llevará hasta la entrada del Caminito del Rey. Un cartel avisa: “El Caminito del Rey está intransitable. No pasar. Alto riesgo de caída”.
El Caminito del ReyNo podemos dejar de asomarnos. En apenas 200 metros de recorrido, bordeando la central eléctrica, podemos llegar hasta la entrada de este mítico recorrido, El Caminito del Rey. La entrada está tapiada y el acceso prohibido, pero desde la puerta misma se puede observar el tajo impresionante, las primeras balconadas de este trazado Real.
En el año 1921 se inauguró la Presa Conde del Guadalhorce con la asistencia del Rey Alfonso XIII. En su visita, además de conocer esta obra de ingeniería hidráulica de primera magnitud, también se contemplaba la posibilidad de que la testa coronada contemplara el Desfiladero de los Gaitanes desde el Embalse del Gaitanejo y las complicadísimas obras del ferrocarril que transitaban a la vera de la garganta en El Chorro. Para ello, y para el más fácil acceso de los trabajadores hasta el lugar exacto de las obras, los ingenieros idearon un pasillo voladizo que se introducía en la garganta salvando un desnivel de 400 metros a través de un pasillo de 5 kilómetros de largo. La altura que alcanzaba en tramos este camino colgante era de hasta 70 metros sobre el fondo angosto del río. La anchura que en algunos tramos alcanzaba el tajo era de tan solo una decena de metros. El viento corría bramando entre el roquedal, alcanzando velocidades inusitadas. El espectáculo natural era incomparable. La historia escrita por los cronistas oficiales cuenta que Alfonso XIII recorrió el camino completo, haciendo pertinentes
observaciones sobre las obras hidráulicas y ferroviarias, alabando la majestuosidad natural del lugar. El pueblo llano, los trabajadores que acompañaron al rey, contaron que cuando su majestad vio aquel pasillo voladizo de apenas un metro de ancho colgado y encajonado sobre el precipicio, cortésmente declinó la invitación. De ahí el nombre de “Caminito del Rey” que nunca se sabrá si por estrecho o por corto.
Solo asomarse desde esta balconada previa ya resulta sobrecogedor. El estruendo del agua, que cae y se encajona en el cauce angostísimo del río. El bramido que asciende y parece trepar por la estrecha cortada, buscando el escape del cielo. La balconada tiembla ante la fuerza hídrica. Nos asomamos, vemos los primeros tramos del pasillo suspendido en forma de balconada. Los metros hacia arriba, los metros hacia abajo. El suelo del caminito colgado está muy deteriorado, resquebrajado, roto. Los avisos son terminantes, está prohibido acceder. En internet se pueden encontrar numerosa cantidad de vídeos de personas que se han subido al sendero, que han caminado por su temblorosa superficie. Más o menos prudentes, algunos con arneses y cuerdas, otros sin protección alguna.
La naturaleza nos hace pequeños. La majestuosidad de este entorno, su agresividad, su radicalidad, resulta embriagadora, imponente, única.
Sendero Gaitanejo segunda parteRegresamos al camino, al Sendero Gaitanejo, con las imágenes de la angostura del desfiladero aún en nuestra mente, con el sonido, que se apaga según nos alejamos, que queda como un eco en nuestros oídos, como un rumor, como parte del mito y de la leyenda. Contemplando el agua remansada del embalse nada hace presagiar que apenas 200 metros más allá nos vamos a encontrar con el corte, la hendidura, la cicatriz de la naturaleza sobre la montaña. El camino de regreso hasta el mirador se realiza por un
camino fresco y umbrío, entre pinos y eucaliptos, siempre junto al verdoso río Guadalhorce, juagando con sus curvas y meandros. Se observan los “taffonis” al otro lado del río, horadados en la roca de la montaña, algunos de ellos protegidos por lo que parecen paredes de
adobe. Sobre ellos, una edificación natural magistral, la llamamos la catedral porque se asemeja al frontispicio de un templo. La piedra arenisca se ha desprendido y formado innumerables cavidades sobre una gran pared vertical. Sobre estas cavidades un arco parece
coronar toda la estructura. Se refleja en el río, ondulante, haciendo que la imagen se dibuje y desdibuje de manera permanente. Seguimos el camino a la sombra y las voces que antes escucháramos hacia abajo ahora las escuchamos hacia arriba. Nos sorprenden los pájaros que alborotan y aletean y escapan a nuestro paso. El cloqueo de los patos, sus zambullidas sorpresivas. Observamos su vuelo a ras del agua, casi tocando la superficie con la punta de las alas.
Es paseo estupendo, excelente para acudir con niños gracias a su baja dificultad y su buena señalización. Nos permite acercarnos a unos de los centros hidroeléctricos más importantes de Andalucía.
Desde el cauce del río se asciende por la parte inferior al Mirador de los Tres Embalses. En el camino podemos observar la enorme boca del embalse del Guadalhorce primero y del embalse Conde del Guadalhorce después. Sus lenguas de desagüe que llegan hasta el fondo del cauce, la presión que retiene la fuerza del agua. Transcurre el sendero entre pinos hasta una bifurcación. Si seguimos la indicación hacia arriba, llegaremos hasta el mirador y al lugar donde hemos estacionado el coche. Si continuamos hacia adelante llegaremos hasta un túnel que tras atravesar nos abrirá una panorámica inmejorable del embalse Conde del Guadalhorce. Justo a la derecha de la salida del túnel podemos encontrar el Restaurante El Kiosko, un lugar estupendo
para comer y reponer fuerzas. Como nuestra intención es cerrar el camino, ascendemos hasta el mirador.
Unas vistas magníficas. La serenidad de las aguas embalsadas contrasta con lo abrupto del desfiladero. Parece mentira que esta misma agua, reposada y serena, sea capaz de horadar una montaña hasta partirla en dos. Nos apoyamos sobre la barandilla de madera y contemplamos el paisaje del Guadalteba, con Ardales al fondo y el cauce del río Turón. Respiramos y creemos, convencidos, que la provincia de Málaga es diversa y poliédrica y única.
Despedida
El bramido bajo nuestros pies. Retumba el agua. Observamos el cortado que alcanza el cielo y la débil balconada que se interna en el tajo. Llegan hasta nosotros el eco de los mitos y de las leyendas, de las historias que caminan por la estrecha vereda, de la Historia con mayúsculas y de las historias con minúsculas, de los temerarios y de los imprudentes, de los osados… Imaginamos a los trabajadores que erigieron el camino del desfiladero, sin saber que estaban realizando una combinación única entre la labor humana y la labor natural, conformando un paisaje sin igual, sin parangón. También creemos ver a un rey diminuto ante la grandiosidad de la naturaleza.
Esperaremos, pacientes, a que el nuevo proyecto se transforme en una pronta realidad y que sean nuestros pasos los que resuenen entre los ecos de los otros muchos que caminaron por esta senda antes que nosotros.
Mi acompañante me dice al oído: “Yo lo hice. Yo recorrí el Caminito del Rey”. Me giro y la voz desaparece por entre los farallones de piedra.
Enlaces de interés y consejos útiles
Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Los ayuntamientos de Ardales y Álora lo incluyen en sus webs. en las entradas correspondientes a ambos pueblso en este blog también se puede encontrar información útil para su visita, gastronomía, patrimonio histórico y cultural , actividades, rutas senderistas, etc. "ARDALES: Un encuentro milenario" y "ÁLORA: La Bien Cercada y su Caminito del rey".
Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.
Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural Protegido.
Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande
EN / 14 DESFILADERO DE LOS GAITANES: El mito
martes, 18 de octubre de 2011
Publicado por Israel Olivera en 0:01 3 comentarios
Etiquetas: Álora, Ardales, Caminito del Rey, Desfiladero de los Gaitanes, El Chorro, Gaitanejo, paraje natural, rutas senderistas, senderismo, trekkiing
89 ALORA: LA BIEN CERCADA Y SU CAMINITO DEL REY
martes, 21 de diciembre de 2010
Ulula, sopla, silba el viento entre los farallones de piedra. Dos rapaces vuelan en círculos bajo los pies de un rey. Se agita el cuerpo enjuto de Alfonso XIII al compás que marcan los vientos. Se encuentra a más de setenta metros de altura, en un pasillo de madera, hierro y cemento adosado a una pared vertical que discurre por la cara interior de la estrechísima garganta conocida como el Desfiladero de los Gaitanes. Impone. El pasillo apenas tiene un metro de anchura y forma parte del complejo hídrico del pantano del Guadalhorce. Se estremece el cuerpo del rey. Corre el año 1921 y la visita del rey va a crear una leyenda. La Leyenda del Caminito del Rey.
Álora, “La Bien Cercada”Reposa Álora acunado entre tres promontorios. En uno de ellos el abigarrado, apretadísimo, casco urbano; en otro de ellos, que contempla de tú a tú al Valle del Guadalhorce, el mirador de Alí Ben Falcum Al Baezi; en el tercero al ermita del Calvario. Entre ellos descansa muellemente el corazón blanco del municipio perote, tensado sobre una red que tiene como vértice estos tres puntos. Respira el pueblo de Álora, coge aire al inicio de sus cuestas, exhala tradición antigua en sus rincones. Pese a tener cerca de 14.000 habitantes, conserva aún las esencias de municipio antiguo, con un trazado morisco de pasado innegable, irregular, roto, reconstruido. Turdetanos, fenicios, romanos, musulmanes, cristianos… Las civilizaciones antiguas habitaron sus calles, defendieron su castillo con férrea convicción, fueron sus murallas inexpugnables, su emplazamiento geoestratégico codiciado por todos. No en vano, Álora tiene a gala su romance de “La Bien Cercada” que cuenta en forma de poema épico la historia de la batalla entre musulmanes y cristianos que dio lugar a la muerte del Adelantado de Andalucía, D. Diego Gómez de Rivera en el año 1434.
Llegada y aparcamientoPor ser un municipio de trazado árabe y estrechas y empinadas cuestas es recomendable dejar el coche en las proximidades del centro urbano y pasear por el interior del municipio con tranquilidad y buenas piernas. Provenimos de la carretera que comunica Málaga con Campillos y al llegar al término municipal aloreño nos desviamos en la primera indicación que nos señala centro urbano. Al final de una prolongada cuesta encontramos un amplio estacionamiento donde se celebra el mercado semanal. Desde aquí iniciamos la visita ascendiendo por una calle flanqueda de naranjos para llegar a la confluencia de la calle Cantarranas con la calle Algarrobo a la derecha. Donde encontramos el monumento a la faenera.
Hasta la iglesia de la EncarnaciónDédalo de calles, laberinto de callejas y plazuelas. Sorprende esta estructura de trazado árabe en un municipio tan populoso. La extensión del casco urbano es amplia, y la compleja red de calles de extiende sobre las colinas, adaptándose a la morfología geográfica del terreno con resuelta imaginación arquitectónica. Llegamos a la plaza del ayuntamiento, edificio notable, como otras casonas solariegas que veremos en nuestro recorrido. Y es que Álora, además de ser codiciada por las grandes civilizaciones, también tuvo un notable pasado en los siglos XVI y XVII gracias a su potencial económico y agrícola, lo que ha provocado la existencia de esas amplias casonas. Huele a otoño tardío, a puchero y a
olla, a perfumes de
comida recia, a sopas perotas (excelencia culinaria local confeccionada a base de pan y de hortalizas que luego probaremos), a hierbabuena. Y quizá siguiendo ese perfume descendemos por las calles camino de la plaza Baja o de la “Despedía”. En el camino observamos las casonas de amplio zaguán, de secretos patios interiores, de puertas historiadas, de portalones con dintel de columnas clásicas, de ventanas enrejadas con forja negra, con llamadores de bronce bruñidos con forma de puño, de garra o de paloma… Pasear por aquí es recorrer un pedazo de historia. No en vano descubriremos que frente a la iglesia hay una casa en la que una placa reza lo siguiente: “S.M. Felipe IV, Rey de las
Españas, acompañado de su valido, D. Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares, y de otros cortesanos, visitaron este lugar de Álora el día 2 de abril de 1624, aposentándose en esta casa”, dicho queda. Preguntando llegamos hasta la plaza de la Despedía, la plaza Baja, donde los aloreños festejan algunas de sus populares tradiciones, pero aquí lo que se impone es el cuerpo de la iglesia, Un templo grande, de piedra vista y altísima torre campanario que se sitúa por tamaño y majestuosidad como el segundo de la provincia malagueña después de la catedral. Casi cien años, noventa y nueve para ser
exactos, entre 1600 y 1699, se tardó en construir el edificio. Accedemos a su interior por una puerta lateral y lo primero que sorprende es su oscuridad. Es un templo oscuro, porque contrariamente todos los que hemos visitado hasta ahora, sus paredes no están encaladas y pintadas de blanco, si no que mantiene la piedra vista original, dotando al templo de una singularidad única. Un grupo de niños corretea entre las bancadas de madera, entonan villancicos y revolotean entre los camarines… El altar es portentoso y destaca por su recargado estilo frente a la sobriedad de la piedra desnuda que presentan las paredes. Conviene mirar hacia el techo del templo, ya que posee un artesonado impresionante, con tirantes de madera que se cruzan y se descruzan. Salimos.
El castillo, la antigua iglesia y el miradorDesde la plaza Baja parte la calle Ancha, hacia arriba en importante cuesta. Junto al arranque de la calle se encuentra el mirador de Cervantes que recuerda la presencia del autor del Cervantes por estas tierras malagueñas cuando trabajara para la administración real. Asumimos el paseo hasta el elevado promontorio con tranquilidad y cierta parsimonia. El trazado se retuerce aún más. El camino merece la pena. Llegar hasta aquí supone tener una de las vistas más completas e impresionantes del valle del Guadalhorce. Se observan también algunas de las otras barriadas que configuran el término municipal aloreño. La Sierra de Mijas enfrente, la Sierra de las Nieves a la derecha. Tras de nosotros un
complejo sistema defensivo y religioso conformado por la primitiva parroquia de la Encarnación que se edificó sobre la mezquita mayor musulmana del municipio en el año 1484, tras la definitiva conquista de Álora por parte de los Reyes Católicos; el mirador de Alí Ben Falcum Al Baezi; y la fortaleza de origen fenicio levantada en el siglo X y construida y reconstruida por los romanos de la antigua Iluro, los árabes que dieron nombre a Álora y las definitivas tropas cristianas. Es en este escenario donde se desarrolla el romance de “Álora la Bien Cercada” y que cuenta la historia de la muerte de Diego Gómez de
Rivera, el Adelantado de Andalucía, en 1434. Y que dice así: “Álora, la bien cercada,/ tú que estás a par del río,/ cercote el adelantado / una mañana en domingo, / con peones y hombres de armas / hecho la había un portillo. / Viérades moros y moras / que iban huyendo al castillo; / las moras llevaban ropa, / los moros, harina y trigo. / Por encima del adarve / su pendón llevan tendido. / Allá detras de una almena / quedádose ha un morillo / con una ballesta armada / y en ella puesta un cuadrillo. / Y en altas voces decía / que la gente lo ha oído: / -¡Treguas, tregua, adelantado, / que tuyo se da el
castillo! / Alzó la visera arriba, / para ver quié lo había dicho, / apuntáralo a la frente, / salídole ha el colodrillo. / Tómale Pablo de rienda, / de la mano Jacobico, / que eran dos esclavos suyos / que había criado de chicos. / Llévanle a los maestros, / por ver si le dan guarido. / A las primeras palabras / por testamento les dijo / que él a dios se encomendaba / y el alma se le ha salido”. Recorremos sus muros sin poder acceder al interior y entendemos la magnitud de su importancia geoestratégica, las dificultades que tuvieron que plantear para su conquista los amplios muros, la inexpugnabilidad de sus enhiestas torres. Paseamos y recorremos y paseamos y observamos como Álora se mece entre sus colinas.
Desde la ermita de la Veracruz al convento de Nuestra Señora de las FloresDescendemos desde la fortaleza y callejeamos por el dédalo aloreño. Caminamos con tranquilidad empapándonos del sabor del municipio, contemplando sus entramados callejeros, descubriendo un antiguo aljibe, alguna plazuela oculta a ojos de visitantes. De esta manera llegamos hasta la plaza de Arriba, la plaza del ayuntamiento, donde preguntamos por la ermita de la Veracruz. Se nos indica el camino con una mano y un “-No tiene pérdida”. Serpentemos y llegamos hasta un edificio sencillo en apariencia, esquinado entre una serie de casas y marcando el antiguo camino hacia Málaga y la Estación de Álora. La ermita es un edificio blanco, rematado en colores c
rema y cuyo principal valor arquitectónico reside
en su espadaña. Regresamos hasta donde hemos estacionado el coche. Nuestro objetivo próximo se encuentra a dos kilómetros del centro urbano, es el Convento de Nuestra Señora de las Flores. Salimos del centro hasta llegar a una rotonda que nos llevará por la antigua carretera de Carratraca hasta el centro religioso. Este camino resulta muy frecuentado por grupos de paseantes que se ejercitan en el arte andariego de “hasta el convento y volver”. Pequeños grupos de mujeres caminan con decisión, una pareja de hombres talluditos acompañados de un perro, dos adolescentes con gorra de raperos… Llegamos hasta el convento dejando atrás la Cruz del Humilladero. Situado en un altozano, desde aquí se dominan unas vistas muy destacadas, donde se intuye el altísimo sifón del Desfiladero de los Gaitanes y las cumbres que cercan el río hasta encajonarlo en uno de los parajes más destacados d ela provincia. El templo del convento, construido en el siglo XVII y sometido a distintas reformas en el siglo XVIII y XX destaca por su sobriedad y sencillez. El patio que precede a la entrada es un remanso de paz. Nos sentamos. Dejamos que el frescor de las huertas aloreñas llegue hasta nosotros. En el corazón nos envuelve la impaciencia por llegar, después de comer, a vislumbrar el Caminito del Rey, la boca del desfiladero, el corte profundo hecho en la tierra.
La comidaHoy no comeremos solos. Una aloreña y su insigne acompañante nos han citado en un restaurante muy conocido en el municipio y que se sitúa apenas a dos kilómetros del convento. El lugar en cuestión responde al nombre de “Los Conejitos” y es toda una institución. Además es uno de esos lugares en los que se pueden degustar las “sopas perotas” plato de antigua tradición aloreña que tiene su propia festividad. Saludos y abrazos entre todos, conversación amena, charla distendida, juegos varios con columpios, pájaros y tortugas y buena comida. Pedimos, para cuatro p
ersonas, una ensalada tropical, una sopa perota, un filete de pollo para nuestro ilustre acompañante, una brocheta, un chivo al estilo mozárabe, refrescos, agua, algún postre y café. La sopa perota es otro de esos platos de subsistencia que ha trascendido el paso del tiempo convirtiéndose en una institución propia. Sopa realizada a base de pan un sofrito de pan viejo, con un añadido de agua y que se acompaña de cebolla, pepinos y algunas frutas como la uva , naranja e higo chumbo. Buena comida, buena compañía.
El Desfiladero de los Gaitanes y el Caminito del ReyTras la comida nos dirigimos hacia la barrida de El Chorro, un camino de carretera serpenteante que transcurre entre casonas, cortijos, barriadas, huertos y bancales para desembocar en la presa de El Chorro, alimentada por el río que parece huir de las estrecheces que conforman el desfiladero, escapar. Es impresionante, un paisaje de farallones de piedra cortados a pico, de requiebros del terreno, de arquitectura natural imposible y entre ellos, tres construcciones: las humanas, un enorme sifón que se sitúa junto a las antiguas ruinas de Bobastro en forma de altísima columna de cemento y que sirve para
desaguar la caída de la presión de agua de la presa desde sus más de veinte metros de altura sobre la montaña y el Caminito del Rey, una línea perfilada contra un precipicio que se adentra en una garganta horadada en la roca; y la natural, un estrechísimo desfiladero (en algunos punto no alcanza los más de diez metros de anchura) de columnas verticales con una altitud aproximada de entre 70 y 100 metros y de tres kilómetros de recorrido que se adentra en una oscura garganta. Corta el aliento. Nos acercamos, más sorprendidos aún. Contemplamos la magnitud de este paraje natural imposible,
parece cincelado, tallado en la materia primigenia de los montes, una abrupta rotura de la montaña, una partición violenta por cuyos oscuros bajíos se conduce un río sutil y bravío. El paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes comienza en el vecino municipio de Ardales, partiendo desde la presa Conde del Guadalhorce y se interna en las montañas durante algo más de tres kilómetros hasta llegar a esta inmensa y profunda gargante. Es aquí desde donde parte el llamado Caminito del Rey, un pasillo estrecho adosado gracias al hierro y al hormigón a las enormes paredes, suspendido en el aire y que ha hecho las delicias de aventureros, escaladores, osados y temerarios durante años. Recibe este nombre porque el caminos e
construyó para que el rey Alfonso XIII pudiera recorrer las obras consecuencia del levantamiento de la presa y el discurrir del río entre las montañas. Esto aconteció en el año 1921. Las mañas lenguas subrayan que el rey se asomó ante aquel abismo y rechazó cortésmente la posibilidad de un paseo. La estructura montada ha servido desde entonces para que cientos de personas recorran este camino único en la provincia de Málaga. El paso del tiempo ha deteriorado las instalaciones y lo que era una aventura se ha convertido en auténtica peligrosidad. El Caminito del Rey se ha cerrado. Pero para alegría de futuros y pasado visitantes, hay un proyecto de rehabilitación integral que comenzará en la primavera del año 2011 y que se detalla en el siguiente artículo del diario SUR. Somos muchos, nos incluimos, los que esperamos con ansiedad el momento de su reinauguración, poder recorrer las paredes verticales de este enclave espectacular. Para todas aquellas personas que no conozcan el Caminito del Rey exponemos aquí dos ejemplos en formato de vídeo extraídos del portal YouTube. Si algún lector tiene curiosidad, sólo hay que teclear Caminito del Rey en la mencionada web y le aparecerán multitud de referencias.
Despedida
El viento no llegó a agitar el enjuto cuerpo de Alfonso XIII, pero sí espoleó nuestra imaginación y ahora nos pintamos sobre ese altísimo pasillo, oteando el fondo del cauce fluvial ahí abajo, muy abajo. Vemos una bandada de palomas volar bajo nuestros pies y dos aves rapaces. Llega hasta nuestros oídos el trueno del río, como una promesa de peligros infalibles. Suspiramos y esperamos. Esperamos la llegada de su reapertura. La reapertura del Caminito del Rey.
Información útil y enlaces de interés
Sopas Perotas: Tal y como apunta la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol La fama de la ‘sopa perota’ ha eclipsado en cierto modo la gran variedad gastronómica de esta zona, basada fundamentalmente en los excelentes productos de su fértil vega. La receta de la sopa perota es, en principio, aparentemente sencilla, pues los ingredientes no van más allá de un sofrito mezclado con agua y trozos de pan, y que se suele acompañar de frutas del tiempo (uvas, chumbos, naranjas e incluso pepinos y cebollas crudas). Lo complicado es conseguir la medida justa y el sabor tan especial de este plato. De este modo, el primer sábado de octubre se celebra cada año el “Día de las Sopas Perotas” jornada gastronómica dedicada a este plato durante la cual el Ayuntamiento reparte más de 7.000 raciones además de gran cantidad de degustaciones de productos típicos, así como gran número de actividades que se organizan durante esta jornada.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Álora a la que habría que añadir la multitud de referencias que aparecen en YouTube y los buscadores web sobre el Desfiladero de los Gaitanes, el Chorro y el Caminito del Rey.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.
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