Ulula, sopla, silba el viento entre los farallones de piedra. Dos rapaces vuelan en círculos bajo los pies de un rey. Se agita el cuerpo enjuto de Alfonso XIII al compás que marcan los vientos. Se encuentra a más de setenta metros de altura, en un pasillo de madera, hierro y cemento adosado a una pared vertical que discurre por la cara interior de la estrechísima garganta conocida como el Desfiladero de los Gaitanes. Impone. El pasillo apenas tiene un metro de anchura y forma parte del complejo hídrico del pantano del Guadalhorce. Se estremece el cuerpo del rey. Corre el año 1921 y la visita del rey va a crear una leyenda. La Leyenda del Caminito del Rey.
Álora, “La Bien Cercada”Reposa Álora acunado entre tres promontorios. En uno de ellos el abigarrado, apretadísimo, casco urbano; en otro de ellos, que contempla de tú a tú al Valle del Guadalhorce, el mirador de Alí Ben Falcum Al Baezi; en el tercero al ermita del Calvario. Entre ellos descansa muellemente el corazón blanco del municipio perote, tensado sobre una red que tiene como vértice estos tres puntos. Respira el pueblo de Álora, coge aire al inicio de sus cuestas, exhala tradición antigua en sus rincones. Pese a tener cerca de 14.000 habitantes, conserva aún las esencias de municipio antiguo, con un trazado morisco de pasado innegable, irregular, roto, reconstruido. Turdetanos, fenicios, romanos, musulmanes, cristianos… Las civilizaciones antiguas habitaron sus calles, defendieron su castillo con férrea convicción, fueron sus murallas inexpugnables, su emplazamiento geoestratégico codiciado por todos. No en vano, Álora tiene a gala su romance de “La Bien Cercada” que cuenta en forma de poema épico la historia de la batalla entre musulmanes y cristianos que dio lugar a la muerte del Adelantado de Andalucía, D. Diego Gómez de Rivera en el año 1434.
Llegada y aparcamientoPor ser un municipio de trazado árabe y estrechas y empinadas cuestas es recomendable dejar el coche en las proximidades del centro urbano y pasear por el interior del municipio con tranquilidad y buenas piernas. Provenimos de la carretera que comunica Málaga con Campillos y al llegar al término municipal aloreño nos desviamos en la primera indicación que nos señala centro urbano. Al final de una prolongada cuesta encontramos un amplio estacionamiento donde se celebra el mercado semanal. Desde aquí iniciamos la visita ascendiendo por una calle flanqueda de naranjos para llegar a la confluencia de la calle Cantarranas con la calle Algarrobo a la derecha. Donde encontramos el monumento a la faenera.
Hasta la iglesia de la EncarnaciónDédalo de calles, laberinto de callejas y plazuelas. Sorprende esta estructura de trazado árabe en un municipio tan populoso. La extensión del casco urbano es amplia, y la compleja red de calles de extiende sobre las colinas, adaptándose a la morfología geográfica del terreno con resuelta imaginación arquitectónica. Llegamos a la plaza del ayuntamiento, edificio notable, como otras casonas solariegas que veremos en nuestro recorrido. Y es que Álora, además de ser codiciada por las grandes civilizaciones, también tuvo un notable pasado en los siglos XVI y XVII gracias a su potencial económico y agrícola, lo que ha provocado la existencia de esas amplias casonas. Huele a otoño tardío, a puchero y a
olla, a perfumes de
comida recia, a sopas perotas (excelencia culinaria local confeccionada a base de pan y de hortalizas que luego probaremos), a hierbabuena. Y quizá siguiendo ese perfume descendemos por las calles camino de la plaza Baja o de la “Despedía”. En el camino observamos las casonas de amplio zaguán, de secretos patios interiores, de puertas historiadas, de portalones con dintel de columnas clásicas, de ventanas enrejadas con forja negra, con llamadores de bronce bruñidos con forma de puño, de garra o de paloma… Pasear por aquí es recorrer un pedazo de historia. No en vano descubriremos que frente a la iglesia hay una casa en la que una placa reza lo siguiente: “S.M. Felipe IV, Rey de las
Españas, acompañado de su valido, D. Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares, y de otros cortesanos, visitaron este lugar de Álora el día 2 de abril de 1624, aposentándose en esta casa”, dicho queda. Preguntando llegamos hasta la plaza de la Despedía, la plaza Baja, donde los aloreños festejan algunas de sus populares tradiciones, pero aquí lo que se impone es el cuerpo de la iglesia, Un templo grande, de piedra vista y altísima torre campanario que se sitúa por tamaño y majestuosidad como el segundo de la provincia malagueña después de la catedral. Casi cien años, noventa y nueve para ser
exactos, entre 1600 y 1699, se tardó en construir el edificio. Accedemos a su interior por una puerta lateral y lo primero que sorprende es su oscuridad. Es un templo oscuro, porque contrariamente todos los que hemos visitado hasta ahora, sus paredes no están encaladas y pintadas de blanco, si no que mantiene la piedra vista original, dotando al templo de una singularidad única. Un grupo de niños corretea entre las bancadas de madera, entonan villancicos y revolotean entre los camarines… El altar es portentoso y destaca por su recargado estilo frente a la sobriedad de la piedra desnuda que presentan las paredes. Conviene mirar hacia el techo del templo, ya que posee un artesonado impresionante, con tirantes de madera que se cruzan y se descruzan. Salimos.
El castillo, la antigua iglesia y el miradorDesde la plaza Baja parte la calle Ancha, hacia arriba en importante cuesta. Junto al arranque de la calle se encuentra el mirador de Cervantes que recuerda la presencia del autor del Cervantes por estas tierras malagueñas cuando trabajara para la administración real. Asumimos el paseo hasta el elevado promontorio con tranquilidad y cierta parsimonia. El trazado se retuerce aún más. El camino merece la pena. Llegar hasta aquí supone tener una de las vistas más completas e impresionantes del valle del Guadalhorce. Se observan también algunas de las otras barriadas que configuran el término municipal aloreño. La Sierra de Mijas enfrente, la Sierra de las Nieves a la derecha. Tras de nosotros un
complejo sistema defensivo y religioso conformado por la primitiva parroquia de la Encarnación que se edificó sobre la mezquita mayor musulmana del municipio en el año 1484, tras la definitiva conquista de Álora por parte de los Reyes Católicos; el mirador de Alí Ben Falcum Al Baezi; y la fortaleza de origen fenicio levantada en el siglo X y construida y reconstruida por los romanos de la antigua Iluro, los árabes que dieron nombre a Álora y las definitivas tropas cristianas. Es en este escenario donde se desarrolla el romance de “Álora la Bien Cercada” y que cuenta la historia de la muerte de Diego Gómez de
Rivera, el Adelantado de Andalucía, en 1434. Y que dice así: “Álora, la bien cercada,/ tú que estás a par del río,/ cercote el adelantado / una mañana en domingo, / con peones y hombres de armas / hecho la había un portillo. / Viérades moros y moras / que iban huyendo al castillo; / las moras llevaban ropa, / los moros, harina y trigo. / Por encima del adarve / su pendón llevan tendido. / Allá detras de una almena / quedádose ha un morillo / con una ballesta armada / y en ella puesta un cuadrillo. / Y en altas voces decía / que la gente lo ha oído: / -¡Treguas, tregua, adelantado, / que tuyo se da el
castillo! / Alzó la visera arriba, / para ver quié lo había dicho, / apuntáralo a la frente, / salídole ha el colodrillo. / Tómale Pablo de rienda, / de la mano Jacobico, / que eran dos esclavos suyos / que había criado de chicos. / Llévanle a los maestros, / por ver si le dan guarido. / A las primeras palabras / por testamento les dijo / que él a dios se encomendaba / y el alma se le ha salido”. Recorremos sus muros sin poder acceder al interior y entendemos la magnitud de su importancia geoestratégica, las dificultades que tuvieron que plantear para su conquista los amplios muros, la inexpugnabilidad de sus enhiestas torres. Paseamos y recorremos y paseamos y observamos como Álora se mece entre sus colinas.
Desde la ermita de la Veracruz al convento de Nuestra Señora de las FloresDescendemos desde la fortaleza y callejeamos por el dédalo aloreño. Caminamos con tranquilidad empapándonos del sabor del municipio, contemplando sus entramados callejeros, descubriendo un antiguo aljibe, alguna plazuela oculta a ojos de visitantes. De esta manera llegamos hasta la plaza de Arriba, la plaza del ayuntamiento, donde preguntamos por la ermita de la Veracruz. Se nos indica el camino con una mano y un “-No tiene pérdida”. Serpentemos y llegamos hasta un edificio sencillo en apariencia, esquinado entre una serie de casas y marcando el antiguo camino hacia Málaga y la Estación de Álora. La ermita es un edificio blanco, rematado en colores c
rema y cuyo principal valor arquitectónico reside
en su espadaña. Regresamos hasta donde hemos estacionado el coche. Nuestro objetivo próximo se encuentra a dos kilómetros del centro urbano, es el Convento de Nuestra Señora de las Flores. Salimos del centro hasta llegar a una rotonda que nos llevará por la antigua carretera de Carratraca hasta el centro religioso. Este camino resulta muy frecuentado por grupos de paseantes que se ejercitan en el arte andariego de “hasta el convento y volver”. Pequeños grupos de mujeres caminan con decisión, una pareja de hombres talluditos acompañados de un perro, dos adolescentes con gorra de raperos… Llegamos hasta el convento dejando atrás la Cruz del Humilladero. Situado en un altozano, desde aquí se dominan unas vistas muy destacadas, donde se intuye el altísimo sifón del Desfiladero de los Gaitanes y las cumbres que cercan el río hasta encajonarlo en uno de los parajes más destacados d ela provincia. El templo del convento, construido en el siglo XVII y sometido a distintas reformas en el siglo XVIII y XX destaca por su sobriedad y sencillez. El patio que precede a la entrada es un remanso de paz. Nos sentamos. Dejamos que el frescor de las huertas aloreñas llegue hasta nosotros. En el corazón nos envuelve la impaciencia por llegar, después de comer, a vislumbrar el Caminito del Rey, la boca del desfiladero, el corte profundo hecho en la tierra.
La comidaHoy no comeremos solos. Una aloreña y su insigne acompañante nos han citado en un restaurante muy conocido en el municipio y que se sitúa apenas a dos kilómetros del convento. El lugar en cuestión responde al nombre de “Los Conejitos” y es toda una institución. Además es uno de esos lugares en los que se pueden degustar las “sopas perotas” plato de antigua tradición aloreña que tiene su propia festividad. Saludos y abrazos entre todos, conversación amena, charla distendida, juegos varios con columpios, pájaros y tortugas y buena comida. Pedimos, para cuatro p
ersonas, una ensalada tropical, una sopa perota, un filete de pollo para nuestro ilustre acompañante, una brocheta, un chivo al estilo mozárabe, refrescos, agua, algún postre y café. La sopa perota es otro de esos platos de subsistencia que ha trascendido el paso del tiempo convirtiéndose en una institución propia. Sopa realizada a base de pan un sofrito de pan viejo, con un añadido de agua y que se acompaña de cebolla, pepinos y algunas frutas como la uva , naranja e higo chumbo. Buena comida, buena compañía.
El Desfiladero de los Gaitanes y el Caminito del ReyTras la comida nos dirigimos hacia la barrida de El Chorro, un camino de carretera serpenteante que transcurre entre casonas, cortijos, barriadas, huertos y bancales para desembocar en la presa de El Chorro, alimentada por el río que parece huir de las estrecheces que conforman el desfiladero, escapar. Es impresionante, un paisaje de farallones de piedra cortados a pico, de requiebros del terreno, de arquitectura natural imposible y entre ellos, tres construcciones: las humanas, un enorme sifón que se sitúa junto a las antiguas ruinas de Bobastro en forma de altísima columna de cemento y que sirve para
desaguar la caída de la presión de agua de la presa desde sus más de veinte metros de altura sobre la montaña y el Caminito del Rey, una línea perfilada contra un precipicio que se adentra en una garganta horadada en la roca; y la natural, un estrechísimo desfiladero (en algunos punto no alcanza los más de diez metros de anchura) de columnas verticales con una altitud aproximada de entre 70 y 100 metros y de tres kilómetros de recorrido que se adentra en una oscura garganta. Corta el aliento. Nos acercamos, más sorprendidos aún. Contemplamos la magnitud de este paraje natural imposible,
parece cincelado, tallado en la materia primigenia de los montes, una abrupta rotura de la montaña, una partición violenta por cuyos oscuros bajíos se conduce un río sutil y bravío. El paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes comienza en el vecino municipio de Ardales, partiendo desde la presa Conde del Guadalhorce y se interna en las montañas durante algo más de tres kilómetros hasta llegar a esta inmensa y profunda gargante. Es aquí desde donde parte el llamado Caminito del Rey, un pasillo estrecho adosado gracias al hierro y al hormigón a las enormes paredes, suspendido en el aire y que ha hecho las delicias de aventureros, escaladores, osados y temerarios durante años. Recibe este nombre porque el caminos e
construyó para que el rey Alfonso XIII pudiera recorrer las obras consecuencia del levantamiento de la presa y el discurrir del río entre las montañas. Esto aconteció en el año 1921. Las mañas lenguas subrayan que el rey se asomó ante aquel abismo y rechazó cortésmente la posibilidad de un paseo. La estructura montada ha servido desde entonces para que cientos de personas recorran este camino único en la provincia de Málaga. El paso del tiempo ha deteriorado las instalaciones y lo que era una aventura se ha convertido en auténtica peligrosidad. El Caminito del Rey se ha cerrado. Pero para alegría de futuros y pasado visitantes, hay un proyecto de rehabilitación integral que comenzará en la primavera del año 2011 y que se detalla en el siguiente artículo del diario SUR. Somos muchos, nos incluimos, los que esperamos con ansiedad el momento de su reinauguración, poder recorrer las paredes verticales de este enclave espectacular. Para todas aquellas personas que no conozcan el Caminito del Rey exponemos aquí dos ejemplos en formato de vídeo extraídos del portal YouTube. Si algún lector tiene curiosidad, sólo hay que teclear Caminito del Rey en la mencionada web y le aparecerán multitud de referencias.
Despedida
El viento no llegó a agitar el enjuto cuerpo de Alfonso XIII, pero sí espoleó nuestra imaginación y ahora nos pintamos sobre ese altísimo pasillo, oteando el fondo del cauce fluvial ahí abajo, muy abajo. Vemos una bandada de palomas volar bajo nuestros pies y dos aves rapaces. Llega hasta nuestros oídos el trueno del río, como una promesa de peligros infalibles. Suspiramos y esperamos. Esperamos la llegada de su reapertura. La reapertura del Caminito del Rey.
Información útil y enlaces de interés
Sopas Perotas: Tal y como apunta la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol La fama de la ‘sopa perota’ ha eclipsado en cierto modo la gran variedad gastronómica de esta zona, basada fundamentalmente en los excelentes productos de su fértil vega. La receta de la sopa perota es, en principio, aparentemente sencilla, pues los ingredientes no van más allá de un sofrito mezclado con agua y trozos de pan, y que se suele acompañar de frutas del tiempo (uvas, chumbos, naranjas e incluso pepinos y cebollas crudas). Lo complicado es conseguir la medida justa y el sabor tan especial de este plato. De este modo, el primer sábado de octubre se celebra cada año el “Día de las Sopas Perotas” jornada gastronómica dedicada a este plato durante la cual el Ayuntamiento reparte más de 7.000 raciones además de gran cantidad de degustaciones de productos típicos, así como gran número de actividades que se organizan durante esta jornada.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Álora a la que habría que añadir la multitud de referencias que aparecen en YouTube y los buscadores web sobre el Desfiladero de los Gaitanes, el Chorro y el Caminito del Rey.
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89 ALORA: LA BIEN CERCADA Y SU CAMINITO DEL REY
martes, 21 de diciembre de 2010
Publicado por Israel Olivera en 0:01 1 comentarios
Etiquetas: Álora, Caminito del Rey, Costa del Sol, Desfiladero de los Gaitanes, El Chorro, La bien Cercada, Málaga, Valle del Guadalhorce
78 ALHAURÍN EL GRANDE: LA MUSA DE BRENAN
martes, 5 de octubre de 2010
Una figura alargada y largirucha camina entre las hileras de naranjos. Lleva un sombrero oscuro y un cigarro en la mano. Bajo el brazo, un cuaderno. Pasea tranquilo, saboreando los perfumes de los frutales. Un pie tras otro. Le llaman de muchas maneras, "El inglés", "El viajero", "El escritor", algunos le llaman Don Gerald, otros señor Brenan. Hace algunos meses que escogió Alhaurín el Grande para vivir, para escribir, para caminar. Le vemos caminar por entre las hileras de naranjos y nos preguntamos si esa sombra será ficción o será realidad.
Una aproximaciónParece que la bruma matinal que cubre como leve nube de lana los frutales recogiera la exuberancia de sus aromas cítricos e impregnara el aire con ellos. Vive Alhaurín El Grande de su nombre árabe de raíz Al-haur traducido como hoya o valle, interpretando su nombre completo como “Jardín de Alá” como ya le nombraron los antiguos moradores de estas tierras. Vive remansado sobre un altozano, estribaciones primeras del norte de la Sierra de Mijas, desde el que contempla sus dominios de naranjos y limones. Salpican las casas solariegas, auténticos cortijos modernos, aquí y allá, asomando sus torres, sus lucernarios, sus muros de jardín domesticado. Y ese frescor primero de la mañana parece colarse entre las calles, largas, rectas, que nos conducen hasta el centro ciudad. Permanece silencioso aún Alhaurín El Grande en esta mañana de otoños todavía por cuajar.
Las primeras calles, la iglesia, el arcoHemos entrado en el municipio desde el camino de Coín, nos adentramos por la calle Convento hasta llegar a la plaza Alta, donde estacionamos. Nos pertrechamos, sacamos una excelente guía que nos hemos descargado desde la página web municipal y que nos será de gran ayuda en la visita. Comenzamos. Descendemos por la calle Cruz, la luz primera de la mañana tiñe de brillantes dorados las fachadas de las casas. Comienza la vida, sosegada y apacible. Grandes casas, de techos altos y puertas de umbrío zaguán que desembocan en patios luminosos. Nos dejamos llevar por la calle Cruz. Cruzamos por algunas panaderías y recordamos que se alaba el pan alhaurino en la comarca, subrayando que resulta de gran calidad, variedad y mejor cocción tradicional. Compramos una barra artesana, 1,60 euros. Grande, crujiente, olorosa, con perfumes de
trigo tostado, de corteza poderosa y restos de fina harina en la superficie que nos manchan de blanco las manos. Precisamente en esta calle Cruz se inauguraba en 2007 el primer Museo del Pan de España, un homenaje de la familia García, panaderos de toda la vida y dueños de la empresa “El Colmenero de Alhaurín”. Nos cruzamos con la calle Albaicín (a la que volveremos más tarde) y torcemos a la izquierda siguiendo el rastro del pináculo de la torre de la iglesia de la Encarnación. Desembocamos así en la plaza Baja, antesala del
templo, una plaza amplia, grande, peatonal, en la que algunos bares ya han colocado sus terrazas para el desayuno. “La iglesia de la Encarnación se construyó poco después de la llegada de los cristianos al municipio en el año 1485. Su edificación se llevó a cabo en lo alto de una colina y sobre un castillo. En la parroquia se rinde culto a Nuestra Señora de Gracia, patrona de Alhaurín el Grande. Del primitivo edificio se conservan vestigios como la bóveda de crucería gótica del cuerpo bajo de la torre, si bien se desarrollaron
importantes reformas a lo largo del siglo XIX, dándole su actual estética neoclásica”, apunta nuestra guía. Es un edificio macizo de forma cuadrangular con una torre campanario hexagonal rematada en un pináculo cerámico de color azul intenso. Es una iglesia de planta alargada, muy luminosa, con suelo de mármol blanco, remates color crema y láminas de madera forrando la base de las columnas. En los laterales de las naves aparecen hasta ocho hornacinas muy ilustradas portando otras tantas imágenes. Nos sorprenden los toques de campana cuyo tañido se extiende por las calles adyacentes al templo. Casi siguiéndolas nos situamos en la parte trasera de la iglesia, donde se halla el Arco del Cobertizo. Leemos nuestra guía “El Arco del Cobertizo es de época musulmana (S.XII). Este arco fue la entrada a la Medina y
posiblemente formaba parte de una muralla que protegía la ciudad. En sus inmediaciones se situaba el zoco, donde se vendían productos agrícolas y ganaderos de la zona”. Parecen sonar aquí los ecos de ese trasiego de caminantes y comerciantes que entraban y salían del zoco cargados de productos, de especias y telas, de frutos, de pescados y carnes. Imaginamos el trajín de los burros y de las mulas ascendiendo desde el fondo del valle.
La ermita de San Sebastián, las casasDesde el Arco del Cobertizo cruzamos delante de la puerta de la Casa Hermandad de Nuestra Señora de Gracia, y descendemos, cruzamos la Puerta de La Villa hasta llegar a la Casa de la Cultura, un hermoso edificio rehabilitado de fachada blanca y ventanas de forja negra. Cruzamos la calle Ollerías hasta llegar a la plaza de San Sebastián, lugar donde se ubica la ermita del mismo nombre. Curioso edificio que tuvo origen musulmán y que ya se presentaba en el año 1485 bajo la advocación de San Sebastián, del que eran muy devotos los Reyes Católicos. Sorprende el templo por su historiada espadaña de un solo ojo y doble campana, así como por sus elementos decorativos de estilo netamente andaluz y que se asemejan a cuatro jarrones alfareros pintados de brillante lila y blanco. Desandamos el camino andado
hasta regresar a la intersección de la calle Convento con la calle Albaicín. Nos sorprende la gran cantidad de casas imponentes, algunas del siglo XVIII y XIX, grandes edificios pintados de vivos colores sobre la base del blanco, con forja en sus ventanas y puertas, zaguanes de solería hasta media altura, patios vivos de frutales. Se mezclan en el aire los perfumes del jazmín y de los cítricos que provienen del campo. Huele dulce en Alhaurín El Grande.
El Portón de San Rafael, la ermita de la Vera Cruz, el ayuntamientoAscendemos por la calle Albaicín y se va abriendo a nuestra espalda el paisaje de esta hoya de frutales que es el Valle del Guadalhorce. El paisaje se remata con el campanario azul de la iglesia en primer plano. Al final de la calle Albaicín, que tiene en rigor más pendiente de lo que aparenta, se encuentra el portón de San Rafael, la antigua entrada a una capellanía de las muchas que había en Alhaurín y que marca la salida del municipio hacia la sierra mijeña. El portón está constituido por un arco de medio punto de fábrica de ladrillo, rematado por una hornacina con la imagen del santo y una sencilla cruz. Tomamos el camino de la izquierda hasta llegar al parque Arquilla del Agua, donde nos sentamos a reposar la visita y tomar aire tras la subida de la calle. Estamos llegando casi al final del municipio, vemos las estribaciones de la sierra de Mijas a escasos pasos y recortado c
ontra ella el
perfil de la ermita de San Antón. Tras el reposo, regresamos hasta el Portón de San Rafael, cruzamos la calle Albaicín y seguimos adelante hasta cruzar la calle Molinos de Arriba e incorporarnos a la calle de la Calderona. Seguimos observando incluso en esta parte alta más antigua del municipio algunas casas de tronío y aspecto de pasado señorial. Calles largas que se curvan poco a poco y nos impiden ver el final de las mismas. La calle de la Calderona se transforma en la calle de Burdos y salimos así hasta la principal calle Convento, vía por la que hemos accedido antes hasta el centro urbano. Giramos a la derecha. Desde aquí se ramifican calles
hacia arriba y hacia abajo, configurando, tejiendo, el entramado urbano de Alhaurín El Grande. Antes de comenzar nuestro descenso hasta la plaza Alta nos cruzamos con la plaza del Convento, lugar en el que conviven casi pared con pared el ayuntamiento y la ermita de la Vera Cruz (ahora en proceso de restauración). Es una plaza tranquila que también hace las veces de mirador natural sobre el Guadalhorce. Se observa desde aquí parte de la serranía rondeña con la Sierra de las Nieves en primer
término. Se ven los manchones blancos que son en lontananza los pueblos de Yunquera, Alozaina, Casarabonela un poco más a la derecha y Coín de frente. ¿Por qué recibe este lugar el nombre de plaza del Convento? Antiguamente existía sonde ahora está emplazado el ayuntamiento el llamado convento franciscano de Santa Catalina, en la actualidad, las cuevas que pertenecieron a ese templo religioso forman parte de los bajos de la estructura de la casa consistorial, utilizándose, tiempos atrás, como pósito y en la actualidad como centro de celebración de eventos culturales. La puerta del ayuntamiento está abierta, entramos y nos
encontramos con un gran patio interior de sabor típicamente andaluz. La ermita de la Vera Cruz, leemos lo que sobre ella apunta nuestra guía: “Dedicada en sus inicios al culto musulmán, está enclavada en el solar que albergó la ermita del s XVI destruida ,junto con el Convento franciscano de Santa Catalina, actual Ayuntamiento, por las tropas napoleónicas el 27 de Agosto de 1812 y ocasionando la muerte de 104 alhaurinos. De estilo Neogótico, fue reconstruida en el año 1921. Destaca su fachada principal, constituida por dos torres gemelas de esbeltos pináculos, que franquean la puerta principal, rematada en artístico rosetón y todo ello adornado con decoración vegetal”. Guerras que transforman la historia y la cara de los municipios. Desde la plaza descendemos a la calle Camino de Coín para encontrarnos con la fuente Lucena o la Fuente de los Doce caños, cuyo aspecto actual se debe a las obras de remodelación que se llevaron a cabo en el siglo XX. Fuente que dicen los alhaurinos nunca ha dejado de manar agua, incluso en los peores de tiempos de sequía. Nos refrescamos y buscamos el camino a la plaza Alta, donde hemos estacionado el coche.
Despedida
Nos llegan los ecos de Gerald Brenan, el rumor de sus poemas, de sus escritos, de sus relatos y cuentos. Lo imaginamos apostado con su sombrero en lo alto del Albaicín, paseando por la calle Convento, sentado en las proximidades del Arco del Cobertizo, ideando las fuentes de su próxima novela, de su próximo reportaje. Nos llega el rumor del rasgar del lapicero sobre la cuartilla de su cuaderno y este se mezcla con la brisa procedente de los naranjos y los limoneros. Nosotros también nos sentamos y abrimos un ejemplar de su autobiografía donde habla de sus experiencias en el sur, en el sur de Andalucía, y también aquí, en el sur de Málaga.
Consejos, informaciones y enlaces útilesGerald Brenan en Alhaurín el Grande: Hispanista, escritor, periodista, viajero impenitente Gerald Brenan se trasladó a Alhaurín El Grande el 18 de enero de 1968. Entre 1968 y 1973 viaja por Grecia, Turquía e Italia; ese último año publica por fin su biografía de San Juan de la Cruz y al año siguiente su segundo libro autobiográfico, Memoria Personal (1920-1972). En 1977 publica en inglés Los mejores momentos. Poemas. En 1978, Pensamientos en una Estación Seca, un libro de aforismos fruto de sus lecturas, ya en aquel momento caudalosas. En 1982 se le hace un homenaje popular en Yegen y recibe la Orden de Caballero Británico de manos del cónsul británico. Sus bienes de fortuna, sin embargo, son cada vez más reducidos. El 11 de octubre de 1983 es nombrado hijo adoptivo de Ugíjar (Granada). En mayo de 1984 se hacen patentes sus estrecheces económicas y es enviado a una residencia de ancianos en el distrito de Pinner de Gran Londres. Sus admiradores realizan una campaña para que se le traiga de vuelta. Los gobiernos nacional y andaluz consiguen su vuelta a Alhaurín el Grande. El 1 de junio de 1984 y se crea la Fundación Gerald Brenan. El 19 de enero de 1987 muere a la edad de 93 años, lega su cuerpo a la ciencia y es depositado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga. El 20 de enero de 2001 su cuerpo es incinerado y sepultado en el Cementerio Anglicano de Málaga junto a su esposa Gamel. En total escribió unos cincuenta libros, la mayoría de ellos de viajes.
Semana Santa: Las procesiones de la Semana Santa alhaurina se hallan envueltas en la disputa entre “moraos” y verdes, es decir entre la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno que procesiona el Jueves Santo y la hermandad de la Santa Ver Cruz que procesiona el Viernes Santo. Esta disputa que consiste en la sana competencia de mejorar sus imágenes y tronos para vencer a los contrarios se traduce en una amplia participación de la ciudadanía en las celebraciones, que además de los desfiles procesionales incluyen representaciones de pasajes de la Pasión.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web del Ayuntamiento de Alhaurín El Grande. Complementamos la información de Gerald Brenan con su archivo histórico de la Universidad de Austin.
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