Año 1570. Apenas era una niña, una adolescente. Con decisión subió hasta las almenas del castillo y desde allí tiro una y mil flechas contra aquel tercio de moros que asediaban Alozaina. Los hombres se afanaban en las tareas del campo y pese a que se tocaron las campanas a rebato ante el ataque les era imposible regresar a tiempo para defender sus casas. Mujeres, ancianos, niños y ella, María Sagredo, nadie más había en el interior de las murallas. Vio cómo su padre, Martín Domínguez, moría a manos del ejército invasor. ¿Qué hacer? ¿Cómo repeler el ataque? Con ingenio. María vistió a los pocos pobladores que en Alozaina había con las vestiduras de hombres y los colocó sobre las murallas para simular un ejército y que el temor entrara en las huestes moras. Con valentía inusitada repelió el primer ataque y el segundo y el tercero, poniendo a salvo las vidas de sus vecinos y vecinas. María estaba agotada, el cansancio y el miedo se agitaban en su interior, sentía un frío inmenso en los huesos y la huella de la derrota próxima se comenzaba a dibujar en su cara. La cara se le iluminó. Ordenó recoger las colmenas de abejas que había bajo los alares de algunas casas y las lanzó contra el enemigo. Una, otra, otra... Logrando así repeler el ataque hasta la llegada de refuerzos. Desde entonces, los vecinos y visitantes le decían: "María, que pican las moscas de tu tierra". María Sagredo "mereció que por parte del Rey Felipe II se la nombrara Alférez de los Tercios españoles y le diera unas haciendas de moriscos en Tolox para su casamiento", así se recoge en la pagina web del ayuntamiento de Alozaina. Tan destacado resultó este hecho que está recogido en el Escudo Heráldico de la localidad.
Sierra de las Nieves, llegada
El camino discurre entre olivares encaramados a las sugerentes lomas que algo más arriba de Alozaina irán cobrando incipiente altura hasta transformarse en moles graníticas, en montañas de sólida consistencia que batallan contra el frío en invierno y con un calor que rompe las piedras en verano. Este ecosistema único y sumamente delicado es el que conforma la Reserva de la Biosfera Sierra de las Nieves, galardonada en 2008 con el premio EDEN de la Unión Europea al Turismo Sostenible. Un lugar de mágico resonar con una especie arbórea única en el mundo, el pinsapo, al que acompañan olivos, quejigos, castaños... Circulamos por las curvas sinuosas de la carretera que une Coín con El Burgo, y poco a poco, ascendemos más y más. Las casas de labranza salpican las laderas de los montes y observamos algunas señas que indican alojamientos de turismo rural. Vemos cabras pastando en un campo mientras el cabrero las azuza, un hombre encabalgado sobre un burro, una mujer sentada junto a una fuente en el camino. Todo trasciende autenticidad como la esencia misma de lo natural, de lo normal, de la vida cotidiana en esta serranía. Una tierra que acoge al viajero sin caretas ni disimulos, abriendo los brazos para que conozcan, de cerca, su particular realidad. Vemos asomar el caserío de Alozaina en lo alto de un cerro que mira al inmenso valle del Guadalhorce. Entramos.
Alozaina, hacia el corazón de María Sagredo
Estacionamos en la calle principal, Avda. de Andalucía, para adentrarnos a pie en el municipio. Alozaina es un pueblo con forma de alargado cuello de botella que acaba en el recipiente formado por la iglesia y la plaza de maría Sagredo, mostrando en primera instancia la parte más nueva del municipio, para dejar al final del camino la más antigua. Leemos uno de los postes indicativos que nos invitan a escoger en una bifurcación, así se realiza el recorrido por la izquierda a través de la calle Calvario, o por la derecha teniendo como referente la propia Avda. de Andalucía. Nos hemos descargado un plano en la web municipal, y consideramos que la mejor opción para ver todos los puntos de interés es tomar la calle Calvario. Hacia allí nos dirigimos. Caminamos por la parte más moderna de Alozaina hasta llegar a un gran arco de piedra conformado por tres ojos y que sirve como tótem de entrada a la parte antigua del municipio. El Arco de Alozaina es una construcción relativamente reciente, data de mediados del siglo XX y según reza su correspondiente panel informativo... "Esta gran arquería de piedra de tres cuerpos, todos ellos de herradura, y el central más grande que los dos laterales, se construyó a mediados del siglo XX para conmemorar el pasado árabe de la villa, convirtiéndose en pórtico de entrada al pueblo, dándonos paso a una estructura urbanística eminentemente musulmana, sobre todo en su parte más antigua"... Y es que Alozaina, como muchos otros pueblos de la serranía, vivió intensamente la época árabe, así como la posterior reconquista o la rebelón morisca de 1571, imprimiendo todas ellas su particular huella en el municipio. Como se señala en el panel, a partir del arco comienza un bullir de calles que parecen trazadas sin atender a ningún orden cabal, restos de ese pasado musulmán que adaptaba sus edificaciones al terreno, aprovechando los desniveles para cimentar sus casas, buscando en la proximidad de las paredes y su sombra el refugio contra el calor. Nos sumergimos en el corazón de la villa y descubrimos, recién cruzado el arco a la izquierda una pequeña tienda de ultramarinos donde venden postales originales, realizadas por un artista de la localidad. - Un extranjero que vive aquí desde hace varios años las pinta y nos las trae. Son bonitas y también hay especiales para la Navidad-, nos comenta con amabilidad el chaval que atiende el comercio. Adquirimos por dos euros un par de ellas para escribirlas y enviarlas a mil kilómetros de distancia. Huele a brasa y a chimenea, un aroma que se pierde entre las callejas, un perfume rotundo y evocador que huele a pasado antiguo, quizá el mismo que aspirara María Sagredo. Llegados a la plaza del Romero, el suelo se transforma en empedrado. Accedemos a la plaza de la Constitución, donde se ubica el ayuntamiento y el único buzón que, según preguntamos, hay en la localidad. Un grupo de mayores se refugia del sol bajo los arcos del consistorio y pese a que esta no es una plaza grande tiene mucha actividad, Preguntamos por el torreón de María Sagredo y se nos indica que hay que cruzar un pequeño arco que hay en la misma plaza y tomar la primera bocacalle a la izquierda. Eso hacemos, y en apenas veinte metros encontramos los antiguos restos de aquella torre que vivió ese episodio de valentía y guerra. Queda en pie la base de la torre y dos láminas del muro que pertenecía a la construcción defensiva de la ciudad. Miramos hacia arriba y casi podemos imaginar a la heroína, enfundada en traje de hombre y con las colmenas en las manos... Frente a los restos del castillo encontramos una pequeña hornacina con un crucifijo en su interior y decorada con rojos claveles. Tras el torreón se encuentra la iglesia y el parque María Sagredo. La entrada a la iglesia parroquial de Santa Ana está precedida de una pequeña plaza con suelo de adoquín grana en la que desembocan, además de la principal del templo, las entradas a la sacristía y la Hermandad de la Veracruz y la santa Cruz de Jorox. Es un lugar apacible, recogido y reservado, con vistas impresionantes a los cerros preñados de olivos que preceden a los abruptos picos de la sierra y al valle del Guadalhorce. Nos sentamos, reposamos, aspiramos el aire límpido de la mañana serrana, tiramos un par de fotos, charlamos, y nuestras voces casi parecen retumbar hacia el cielo azul. Salimos de la plaza y tomamos la calle Viña, la primera a la derecha, para acceder al parque María Sagredo. La puerta de acceso está formada por un arco de tres ojos con formas de reminiscencia árabe, una vez traspasados nos encontramos con amplio mirador hacia el Guadalhorce, delimitado por unas murallas en forma de almenas y torreones blancas. El parque se sitúa a la sombra de la parroquia de Santa Ana, que con su gran campanario octogonal preside todo el conjunto. Es una plaza amplia, con servicios públicos abiertos y un recinto a la derecha en el que en la celebración de actos festivos sirve como tasca o taberna. Dos niños juegan, se persiguen, corren. Viven en una casa próxima y disfrutan de sus correrías en un marco histórico. Nos sentamos en una de las bancadas de piedra y casi podemos oír los gritos de los moriscos asediando las murallas de la villa, el miedo no nos traspasa, sabemos que el espíritu de María Sagredo está con nosotros. Las vistas desde el mirador se extienden en el horizonte. El Valle del Guadalhorce a nuestros pies, las plantaciones de olivos y los cerros que se pierden en lontananza hasta casi alcanzar el mar. Nos despedimos del mirador y nos perdemos por entre las calles de la parte antigua de Alozaina, donde nos encontramos con casas blancas encaladas de manera impoluta, los arriates de flores y las macetas con geranios, los vecinos y vecinas que se esmeran en sus tareas cotidianas, un perro que ladra, otros dos niños que juegan... Alozaina es un pueblo vivo, donde comparten la historia y la vida cotidiana los mismos sonidos, las mismas calles, los mismos perfumes. La villa pechera resulta un balcón exultante, camino de paso hacia Yunquera y El Burgo, pueblos más altos de Sierra de las Nieves, y hacia Casarabonela, conexión directa con el Guadalhorce... Un cruce de caminos asaltado por la historia...
Adiós, María Sagredo
Escribimos la postal sentados en el parque de María Sagredo, dejamos que el sol temple nuestra piel con una lámina de calor suave y delicada. Contamos en ella las hazañas de la heroína pechera, describimos el arco de entrada, los perfumes de las calles, las paredes encaladas, los arriates festoneados de flores, la vida traspasada por la historia... Escribimos y contamos lo que aquí vivimos y lo que aquí se vivió.
Consejos útiles y enlaces de interés
Pecheros: El gentilicio de Alozaina es pechero, se cuenta en la página web de la villa que este curioso nombre proviene del año 1498 cuando "se acuña el apelativo gentilicio de "pecheros", con el que se denomina a los habitantes de Alozaina. El vocablo "Pechero" viene del tributo "pecho", los primeros en pagar los impuestos".
El Hoyo de los Peñones: Así es como se llama a un asentamiento de cristianos mozárabes del siglo XI que consta de una necrópolis y una pequeña ermita. El enclave se sitúa en el camino de Casarabonela y tiene más interés arqueológico que turístico. El conjunto se completa con la Fuente del Albar, un tosco acueducto que conectaba el nacimiento del río con la fuente del mismo nombre.
Fiestas pecheras: Destacan los carnavales, en los que los pecheros y pecheras además de disfrazarse en enharinan unos a otros, siguiendo una tradición que viene de antaño. También conviene señalar el Día de la Aceituna, en el que se rinde homenaje a este producto del campo que tanta importancia tiene para Alozaina. Se celebra en el mes de septiembre.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Alozaina y la web personal Alozaina.net. Se puede completar la información visitando las páginas de la Reserva de la Biosfera de Sierra de las Nieves y de la Mancomunidad de Municipios de Sierra de las Nieves.
Este blog queda abierto a todas las opiniones y sugerencias de sus lectores. Os esperamos en El Color Azul del Cielo
37 ALOZAINA: EL ESPÍRITU DE MARÍA SAGREDO
martes, 22 de diciembre de 2009
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: aceituna, Alozaina, Málaga, María Sagredo, morisco, Reserva de la Biosfera, Sierra de las Nieves
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2 comentarios:
¡Qué coraje el de María Sagredo!
Estoy aprendiendo historia contigo además de disfrutar de los viajes.
Me maravilla la integración de la cultura árabe en Alozaina.
Precioso pueblo y te superas a ti mismo cada martes con las fotos.
Un abrazo.
Zorionak eta Urte Berri On .(Felicidades y Feliz Año Nuevo).
Esto es para todos los viajeros y viajeras y para ti,Israel, con un gran abrazo.
ZORIONTSUAK ETA GABON
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