Siglo XIX. Juan "El Camisón", ladrón y contrabandista huye de las autoridades. El apodo le pesa como una losa. Su cuerpo lleno de llagas purulentas y en carne viva no le permite llevar puesta otra prenda. Escapa con su camisón y con el dolor de su piel y va a refugiarse al corral de un pastor que le acoge más por pena que por temor, era el "Cortijo de las Aguas Hediondas". Pasan las jornadas. "El Camisón" observa cómo de tanto en cuanto el pastor sumerge a algunas ovejas en un agua de fortísimo olor. "El Camisón" pregunta y el pastor responde que mete las ovejas que tienen fea la lana y la piel ennegrecida por el relente del campo. El ladrón, ni corto ni perezoso, decide sumergirse él también en aquellas aguas de olor fétido y tras una, dos, tres, veinte inmersiones comprueba que la piel que antes se mostraba tumefacta y ulcerosa recupera el color y tersura ordinarias. Nadie podía imaginar que esas mismas aguas en las que "El Camisón" encontró cura para sus enfermedades de la piel iba a ser en unos años epicentro de la vida burguesa malagueña, lugar donde se cerrarían tratos millonarios mientras se "tomaban las aguas", lugar de retiro y de reposo para la aristocracia económica, industrial y artística de la capital de la provincia, todos ellos auspiciados bajo el manto de la potentada Doña Trinidad Grund, hija de un cónsul prusiano que se casó con Manuel Agustín Heredia Livermore, heredero de una de las familias industriales más importantes de Málaga. Surge así la historia moderna de Carratraca, auspiciada por una mujer de talento y poder económico que atrajo a numerosos empresarios y artistas a este lugar de curativas aguas hediondas. Hoy en día, frente a la puerta de este balneario de raigambre burguesa se encuentra la humilde Fonda Casa Pepa. Un lugar de prodigios gastronómicos tradicionales que quizá aquellos potentados hubieran deseado degustar.
La llegada
Cruzamos el Valle del Guadalhorce como una exhalación, dejando atrás las rectilíneas plantaciones de frutales que se abren a izquierda y derecha, observando cómo las motas naranjas y amarillas de los cítricos han cobrado prestancia y ganado en suculencia, percibimos algunos perfumes erráticos, dulces y ácidos, a nuestro paso... Esta olla malagueña, donde se cocinan frutas y verduras al amor del sol y de la luz, resulta un espectáculo hortofrutícola de primer orden. Las filas rectas de naranjos que se desdibujan y se recomponen una y otra vez según se cruzan con el coche. Fum-una - fum- otra - fum-una - fum - otra... Mientras ascendemos dirección Campillos, el paisaje cambia un tanto, se vuelve más abrupto y aparecen los roquedales y los barrancos... También tornan las plantaciones y lo que antes eran cítricos ahora son olivos. Vemos asimismo las primeras aspas del parque eólico situado en las proximidades de Carratraca. Aparecen y desaparecen, hundiéndose, blancas, sobre la tierra en un ritmo acompasado y constante, como el péndulo de un prestidigitador. A Carratraca se puede acceder por dos vías que parten de esta carretera que une Málaga con Campillos. La primera llevará al visitante a la parte baja del pueblo y la segunda, algo más alejada, a la parte alta. Optamos por la segunda. Conviene permanecer atentos, ya que la carretera de acceso al municipio continúa, pero se ha de tomar una vía a la izquierda, donde se indica además de "Centro Urbano" algunos de los monumentos y lugares a visitar en el pueblo. Nos introducimos en una calle festoneada de pequeños naranjos y bancos de forja hasta llegar al Polideportivo Municipal. En ese punto nos encontramos con un tumulto de bulla y de puestos y de mercancías y de mujeres y hombres comprando y vendiendo. Los sábados hay mercadillo en Carratraca. Estacionamos, nos pertrechamos y cruzamos el bullanguerío buscando un foulard que nos resguarde un tanto más del primer frío del invierno. Pronto se estrechan las calles y lo que antes era recto ahora se troca curvo y lo ancho en estrecho... Aparecen las macetas en las paredes, los arriates sobre el suelo, el color florido sobre el encalado. Caminamos e iniciamos un viaje que nos va a llevar desde lo más tradicional a lo más burgués, de lo más etéreo a lo más sólido y contundente, de lo más refinado a lo más genuinamente tosco. Nos adentramos en el corazón de Carratraca.
En el corazón de Carratraca
La plaza de la Constitución es el lugar desde el que parte la calle principal de Carratraca. Una vía que une la iglesia de la Virgen de la Salud en un extremo con la plaza de toros en el otro. Escogemos comenzar por la izquierda y hacer después el recorrido de vuelta. En esta mañana de otoño se abrigan los carracatreños y es que, el municipio se enclava en la loma de una sólida montaña y frente a él la imponente sierra de Alcaparaín, un macizo continuado de altos picos que recoge las nubes grises de este día y parece alimentarlas con furia, para luego expulsar una fría brisa que se cuela entre los callejones del pueblo. Nos subimos los cuellos de la zamarra y seguimos el repiqueteo de las campanas de la iglesia, que se haya resguardada entre casas, como integrada en ellas. Hemos recorrido la calle Higuera casi hasta el final, girado a la derecha para subir una serie de escaleras y girado de nuevo, esta vez a la izquierda, para situarnos frente a la parroquia. Es un templo de construcción sencilla, con una sólida portada blanca, ribeteada de color albero en sus marcos y esquinas y que presenta una sencilla cruz de madera como único ornamento. De la portada parte una espadaña de tres ojos de los que penden las tres campanas cuyo sonido hemos seguido. Para nuestro regreso tomamos la calle Iglesia, que se transformará algo más adelante en la calle Baños. En el recorrido vemos como las casas se abren con su zaguán a la calle, guardando sus secretos hacia el interior, donde las chimeneas hacen su brasa y perfuman de otoño todos sus rincones. Continuamos.
El agua sulfurosa, el balneario, la historia...
El Balneario Villa Padierna Thermas de Carratraca se nos revela como un edifico recio, sólido, con una larga portada formada de piedra arenisca y de color ocre que sobresale de la altura regular de la construcción. Es un edificio de hermosura compacta. Sin dilucidar si es producto de nuestra imaginación o una realidad parece llegar hasta nosotros cierto aroma de aguas sulfurosas, como si se colaran bajo la rendija de la puerta. Vemos un cartel que nos indica que hay que entrar por la tienda, justo enfrente, y eso hacemos. Charlamos gratamente con Ana, una de las personas responsables de la atención al público. Nos explica que cuando hay clientes el balneario no se puede visitar, pero poniendo ojos cándidos y prometiéndole volver más tarde, nos franquea la puerta de entrada de un mundo de vapores y sales y masajes y duchas escocesas y tratamientos de belleza y piscinas de distintas temperaturas y... Un paraíso natural, que va desde el baño termal con hidromasaje, a la ducha jet, la envoltura con ducha termal, el baño turco, tratamientos de manicura y pedicura, tratamientos faciales, etc, etc, etc... Un sinfín de posibilidades con un sinfín de precios. Ana nos ofrece un pequeño y completo recorrido por el interior y así podemos observar las piscinas de agua esmeralda presididas por estatuas y bustos romanos, los secretos de todos sus rincones, la antigua y primigenia fuente de aguas mineralizadas, de donde partió el balneario original ideado por Doña Trinidad Grund. Esta casa de aguas, tras su esplendor en el siglo XIX vive una segunda juventud tras las reformas realizadas en su interior y su reapertura en 2007. Conserva el espíritu de la construcción original, pero en él se incluyen las más novedosas y avanzadas técnicas de salud e higiene. Tomamos nota. El agua y los baños han marcado la historia reciente de Carratraca, aunque los romanos y árabes que transitaron por estas tierras ya parecían conocer las propiedades curativas de sus aguas. No en vano, el actual nombre de Carratraca proviene de la voz árabe "Karr-al-krak", que significa "limpiar de lacra". Pero el recorrido del agua no termina aquí. Doña Trinidad Grund, al amor de las propiedades curativas del agua, decide establecerse en la localidad, para ello ordena construir una hermosísima casa-palacio de estilo mozárabe donde recibía a sus familiares, amigos y a parte de la burguesía malagueña de aquel mediado siglo XIX. La casa-palacio se sitúa un tanto más adelante del balneario y es una construcción espectacular. Se recorta contra la sierra de Alcaparaín y desde ella se otean parte de los campos del Valle del Guadalhorce. Pintadas sus paredes en intenso albero y ribeteadas en grana, con unos juegos arabescos en pilastras, ventanas y puertas que la dotan de una inusitada fuerza visual. En la parte trasera del edificio, los balcones de madera y hierro forjado se abren a una panorámica de cerros y huertas espectacular. La casa-palacio de Doña Trinidad Grund es ahora el consistorio carracatreño. Al conjunto de la casa le acompaña una torre octogonal de similares características y que es, de facto, puerta de entrada al centro de interpretación "Un manantial para un balneario". Entramos. La responsable del centro, Pepi, nos detalla la historia del balneario, la leyenda que atribuye al contrabandista Juan "El Camisón" el redescubrimiento de las propiedades curativas del agua, etc. Gracias a un audiovisual nos situamos históricamente y en el interior, una docena de paneles explicativos nos relatan los hechos más notables y curiosos de esa legión de "agüistas" que visitaron y disfrutaron del balneario en el XIX, tras su inauguración oficial en 1856. Destacar quizá dos anécdotas: la primera de ellas está formada por la crónica social, donde los periodistas, apostados en el interior y exterior del balneario criticaban y puntuaban los vestidos y modelos que lucían las señoritas de la época; la segunda era el juego, ya que mientras las mujeres recibían los tratamientos curativos, los hombres jugaban celebradas partidas de cartas, donde las fortunas cambiaban de unas manos a otras en cuestión de horas. Y es que Carratraca fue centro de la burguesía malagueña durante muchos años. Con la disculpa de "tomar las aguas" eran muchos los empresarios y políticos que cerraban tratos y negocios entre las timbas o en los paseos. El balneario también atrajo a personalidades como el poeta Rilke, Alejandro Dumas o el premio Nobel del Literatura de 1977, el malagueño Vicente Aleixandre (ya en el siglo XX). Todos ellos orquestados siempre bajo la batuta de la gran anfitriona que fue Doña Trinidad Grund. El centro de interpretación está pintado de azules, sus paneles se asemejan al fluir del agua y una dulce sintonía de rumores fluviales acompaña todo el recorrido. Gracias a los paneles el visitante puede hacerse una idea muy aproximada de cómo pudieron ser aquellos años.
La plaza de toros, sobre la piedra de la montaña
Dejamos atrás la casa-palacio de Doña Trinidad Grund y continuamos nuestro camino. A menos de cien metros de distancia se encuentra la plaza de toros de Carratraca, un coso que puede alojar a cerca de 3.000 espectadores y que fue construido en el año 1878. Esta plaza de toros tiene dos particularidades, la primera de ellas es que el graderío está construido sobre la roca de la montaña, recortado a la misma a modo de anfiteatro romano; la segunda es que este es el escenario natural en el que se desarrolla la representación de la Pasión en Semana Santa. Representación muy querida por los vecinos y vecinas, que se vuelcan en su preparación y organización y que todos los años recibe miles de visitantes. Aunque no se puede acceder al interior del coso, sí se puede ver toda su formación desde las puertas enrejadas del exterior. Es aconsejable dar este pequeño paseo para contemplar la curiosa construcción de la plaza (y también con el ánimo secreto de hacer apetito para degustar las excelencias de la Fonda Casa Pepa). A la salida de la plaza nos encontramos con un carracatreño que nos cuenta, entre otras muchas cosas, que él representó el papel de Jesucristo en dos ocasiones y que el espectáculo merece la pena por la meticulosidad con la que se lleva a cabo. Los carracatreños son de carácter afable y así pasamos el rato charlando acerca de la artesanía, él es un artesano del reciclaje y nos muestra algunas pulseras, pendientes y collares que realiza con... (nos pide que no revelemos el producto secreto con el que están elaboradas algunas de las piezas, y así lo hacemos), de la vida en el pueblo, de sus quehaceres cotidianos... Una charla amable que nos permite apreciar más si cabe las singularidades de este pueblo. Es mediodía, ha llegado la hora de la Fonda Casa Pepa.
La Fonda Casa Pepa, punto y aparte
Recomendados y orientados por un amigo, Ramón, optamos por este restaurante. Se sitúa en la calle Baños, muy próximo a la entrada al balneario, y no tiene pérdida. Todos los vecinos y vecinas lo conocen y el artesano carracatreño con el que hemos charlado nos ha sonreído cuando le preguntamos dónde comer y nos corroboró: la Fonda Casa Pepa. La entrada al restaurante es humilde y cuando la traspasamos creemos habernos equivocado de puerta. Esto no es un restaurante, es una casa particular. En el centro de la vivienda, un patio repleto de flores y plantas, tras el patio, una mujer guisa entre las ollas de su cocina, nos mira y sonríe. Todas las habitaciones que se encuentran alrededor del patio han sido transformadas en salones de comida. Mesas desparejadas con sillas desparejadas cubiertas con manteles de papel. En las paredes, fotografías de bodas y comuniones familiares, un joven vestido de color caqui, tonos sepia y coloridos de los años setenta. Hay un ligero bullicio y algunas mesas ya están ocupadas. Pedimos sitio para dos y nos ubican en una de las salas que se encuentran a la izquierda. No tendrá más de doce metros cuadrados y nos apiñamos sobre una mesa presidida por una botella de tinto y otra de gaseosa. Todo es casero y auténtico, y por el toque kitsch parece extraído de una película de Almodóvar. Una chavala joven nos dice: - De primero hay arroz, berza y callos. - Yo, callos-, comento. - Yo, berza-, solicita mi acompañante. Dos minutos más tarde regresa la chica y nos planta dos enormes pucheros sobre la mesa. - Que aproveche-, nos dice. Huele delicioso, asciende el vapor preñado de aromas y casi podría percibirse el perfume de todos los pucheros de todas las abuelas malagueñas prendidos en esa olla. Nos servimos uno, dos, tres cazos. Intercambiamos callos y berza. Parece que estamos en nuestra propia casa. El volumen del restaurante aumenta y nos percatamos de que se ha llenado en apenas quince minutos. Más tarde la chica nos dirá que también se puede reservar y que desde hace un par de años, la Fonda Casa Pepa se pone a rebosar los fines de semana. Vaya aquí el teléfono para situarlo dentro de sus comedores de cabecera: 952.458.049 / 686.401.610. Nos miramos y disfrutamos del sabor auténtico. Retirados los peroles, la chica regresa. - De segundo hay albóndigas, carrillada, y huevo con "papas" y chorizo. - Yo, carrillada-, digo. - Yo, albóndigas-, dice mi acompañante. Dos minutos más tarde, allí están sendas bandejas de guisos y, de acompañamiento de la casa, unas porciones de chorizo frito. Todo es casero y delicioso. El viajero no encontrará aquí delicadezas, pero sí un sabor completamente auténtico, sin distracciones ni alharacas, comida sólida y contundente, comida de antaño y comida de siempre. A estas alturas el restaurante ya está lleno. Un buen grupo de amigos con hijos se ha recolocado en nuestro comedor y allí parten el pan y los callos como buena familia. - De postre tenéis flan, plátano o naranja-, nos comenta, de nuevo, la chica. - Creo que no queremos nada más, gracias, la cuenta, por favor. Dos minutos más tarde reaparece y nos dice: -16 euros. - ¿Cada uno?-, preguntamos. - Nooooo, los dos-, nos señala. 16 euros, los dos. La Fonda Casa Pepa de Carratraca no logrará nunca una "estrella michelín", pero tampoco nunca le hará falta. Curioso lugar. Excelente comida tradicional. Muy buen trato. Mejor precio.
Despedida
Paseamos con el fresco de la primera hora de la tarde. Caminamos un trecho para bajar la comida. Paramos en la plaza de la Constitución y escribimos la consabida postal que hemos adquirido en la tienda del balneario. En ella relatamos la historia de las aguas sulfurosas, hablamos de Doña Trinidad Grund y de su casa-palacio, describimos la plaza de toros con el graderío de piedra ganado al monte, de la torre, del artesano, de la Fonda Casa Pepa y así nos comprometemos a regresar a Carratraca para "tomar los baños", degustar la comida tradicional y quizá perder una o dos fortunas jugando a las cartas como aquella burguesía del siglo XIX.
Consejos útiles y enlaces de interés
El balneario: Sin duda es uno de los privilegios con los que cuenta la localidad. El listado de tratamientos y de precios es amplísimo y puede adecuarse para la mayoría de los bolsillos. Su visita, dada su trayectoria y trascendencia histórica es inexcusable y muy recomendable. Se pueden encontrar todos los datos en su página web: Thermasdecarratraca.com. El teléfono de contacto es (+34) 952.48.95.42.
El "Embrujo de la Luna Mora": El primer fin de semana de septiembre se celebra en Carratraca el "Embrujo de la Luna Mora", una fiesta en la que se recrean los usos y costumbres árabes que conformaron la historia de la comarca. Un zoco con puestos de artesanía, talleres, música, artes circenses, etc., es el centro principal de la fiesta, al que se suman otras actividades como danza o degustación de platos típicos andalusíes. A las siete de la tarde se apagan las luces del municipio y se encienden miles de velas que dotan a Carratraca de un ambiente mágico inigualable. Para más información, visitar la página web: www.embrujodelunamora.com
Enlaces de interés: Como referencia hemos tomado la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Carratraca, además de la web de la Red de Patrimonio del Guadalteba.
Este blog queda abierto a todas las opiniones y sugerencias de sus lectores. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.
35 CARRATRACA: DE BALNEARIOS Y FONDAS FORMIDABLES
martes, 8 de diciembre de 2009
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: balneario, callos, Carratraca, Fonda Casa Pepa, Málaga, Siglo XIX, termas, Trinidad Grund
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7 comentarios:
la señora Doña Trinidad además de rica riquísima era lista listísima.Amén de disfrutar de los Baños como supo la buena mujer ubicar el palacete.
Bueno,Isra cada martes un descubrimiento.Lo de Los Baños increible,divino.
Oye,y El Camisón que listo también.
¿Quitarán algún añito esas aguas?
Habrá que pasar por allí.
Me parece una idea genial la incorporación del link de Maps.
Felicito a los carratraqueños por tener un pueblo tan singular y por la preciosidad del cartel anunciador de EL embrujo de la luna Mora.me ha fascinado.
Un abrazo,Israel
hasta muy prontito.
Gran belleza en tus palabras y gran belleza en los pueblos malagueños.
Un saludo.
Pasamos largamente de 24000 los viajeros y viajeras.Muchooo ¿no?
Zorionak,Isra,por dirigirnos por tan
bellos senderos.
Tenemos que ver esa plaza de toros y si `podemos sumergirnos en la termas.
Muy bien todo,Israel
Saludos
Para los desubicados.
Para los desorientados.
Para los despistados.
Para los argentinos y argentinas en tránsito.
Para todos está perfecto que pongás el mapa,Israel.
Así descubriremos y ENCONTRAREMOS los seductores pueblos malagueños.
Buen blog.Muy bueno.
Argentinos en tránsito por Málaga.
Felicidades por tu blog, soy de Carratraca y tengo alojamiento en varios apartamentos rurales, si quereis os dejo mi email por si os interesa:neofm@hotmail.com por cierto mi nombre es Pedro.
Ademas de estas cosas os diré que tenemos unas antiguas minas de niquel, hierro, y cromo y que en los setenta tuvimos unas minas de diamantes, que por cierto salieron en un capitulo de la serie cuentame hablando de ellas.
Saludos y os esperamos.
Buenas,me duele decirlo porque soy de malaga,pero ayer me decepcione mucho con la fonda... e ido millones de veces y me di cuenta de que las sobras de un plato las echan en la olla..para posteriormente echarla en otro plato.........eso es asqueroso y va en contra de la sanidad!!!
el ir es cuestion vuestra
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