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46 FARAJÁN: PARAÍSO NATURAL

martes, 23 de febrero de 2010

Queda todo dicho. Los árabes dieron a este lugar el nombre de "Farhan" que en su significado en castellano se traduce como "lugar deleitoso", "lugar alegre", "lugar de reposo o descanso"... Los colores ocres y dorados que nos recibieron en otoño cuando visitamos Cartajima y Júzcar, se han transformado en este invierno de lluvias en blancos y lilas de almendros, en verdes fogosos de olivos, en grises de ramas desnudas... Muestran los castaños su tronco hercúleo y sus ramas delicadas, su entramado limpio de hojas que ascienden al cielo como una telaraña... La tierra muestra sus tonos más oscuros, marrones húmedos e intensos, perfumados... Muestra el Alto Genal su alma abierta, sin concesiones... Apasionante...

Faraján

Verdean también los campos. Conducimos a la sombra de los alcornoques en el camino que une Júzcar con Faraján. Es una carretera sinuosa y estrecha pero que compensa en luminosidad y paisaje. Vemos en la serranía a Benadalid y Benalauría, como dos caseríos fantasma flotando sobre las laderas de roca... Llegamos a Faraján y estacionamos el coche en un pequeño aparcamiento que hay junto a la piscina municipal. Al abrir las puertas nos asalta de inmediato un intensísimo aroma de brasa y chimenea. Se aprecia aún que el invierno no nos ha dejado y pese a que hoy impera un sol radiante que calienta los huesos, aún quedan resquicios de frío agazapados en los rincones. Una señal indicadora nos ofrece un camino sin pérdida, hacia abajo. Descendemos por la calle Corchuelo y nos vamos adentrando en este mundo rural de tan recio encanto. Al comienzo de la calle nos encontramos con un panel explicativo que habla de la arquitectura popular: "Piedras, barro, arena y cal, maderas, cañizo, cerámica y forja han sido, desde antiguo, nobles materiales que combinados de forma sabia y sencilla, han ido dando origen a este tipo de construcciones que tan bien se integran en el entorno.(...) Estas pequeñas arquitecturas, sugestivamente bellas, dormidas en el paisaje, reflejan modesta sencillez, inteligencia económica y acendrada autenticidad". Faraján es un grupo de casas apretadas enmarcado en mitad de un denso y tupido bosque. La mirada se escapa entre las calles y pugna el horizonte contra las montañas. Pronto llegamos hasta la plaza de Andalucía. La modernidad y el pasado se dan la mano en este municipio donde un burro y un coche parecen pastar del mismo abrevadero o donde la arquitectura rompedora de la Casa Consistorial parece competir con la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Al amor de las paredes podemos ver otros dos paneles explicativos que hacen referencia a los juegos populares tradicionales, como el diábolo, las chinitas, el tejo o la rayuela, y a las temibles supersticiones, cuando soñar con pollos, morir en domingo, o ver un cura al amanecer son presagios funestos. Aún forman parte de la memoria colectiva y menos de la vida cotidiana. Bien está que se recuerde a las generaciones venideras estas tradicionales formas de juego y de pensamiento para que, al menos, no se olviden.

La iglesia y el camino

La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside la plaza de Andalucía desde tiempo inmemorial, ya que pese a haberse construido en el siglo XVI, reformada en el siglo XVIII y reconstruida posteriormente, su génesis se sitúa en el tiempo de los árabes, en lo que fue antigua mezquita. Consta de una sola nave y está cubierta por un techo plano. Tiene una capilla con una elegante bóveda de arista decorada con yeserías. Pero quizá lo mejor sea su ubicación, recortada contra el color azul del cielo y mostrando una porción de serranía a su espalda. Desde la parte izquierda de la iglesia parte la calle Camino del Molino, que apenas diez metros más tarde nos llevará hasta el camino a Benaluría. Aquí nos adentramos en un paraíso auténtico. Nada se oye a excepción del trinar de los pájaros y el cacareo de algunas gallinas. Sopla el viento en forma de suave brisa y el camino es de los que invitan a andar. Si a la izquierda se abren los campos de almendros, a la derecha se abre un paisaje de encinas y alcornoques apretados sobre la ladera del monte. El sendero está asfaltado y vallado con balconadas de madera. Vemos los campos de un verde intenso, cuajados de flores amarillas, unas cuidadísimas huertas en forma de bancales. Es un edén arbolado. Llegamos a un mirador y nos sentamos, dejándonos imbuir por los colores, los aromas, los silencios de la naturaleza. Callamos. Caminamos un trecho más, pisando las flores lilas de los almendros caídas en el suelo. Es este un paseo más que recomendable, con la silueta de la serranía de frente, y a la derecha, con los caseríos de Benadalid y Benaluría suspendidos en el aire... Y seguiríamos y seguiríamos y seguiríamos hasta donde la senda promete, precisamente hasta Benaluría. Recorrido, disfrutado, degustado un buen trecho optamos por dar la vuelta y visitar algunas de las calles del pueblo. Es este paseo un bálsamo inspirador para los sentidos. Los sonidos de la naturaleza, los matices de los colores, los cálidos rayos de sol templándonos la piel... Faraján es naturaleza viva. Una muestra de la perfecta coexistencia entre el ser humano y su entorno. A nuestro regreso observamos cómo la torre campanario de Nuestra Señora del Rosario se yergue sobre el resto de alturas, límpida y majestuosa. Tomamos la calle Balastar, situada a al derecha y nos sumergimos en sus calles.

Las calles

Faraján es un pueblo sencillo en sus formas, sobrio, recio. Un pueblo que muestra en todo momento su cara más auténtica. Un pueblo acostumbrado a los rigores del invierno a los que obliga la serranía y que en días luminosos y azules como hoy se abre y despliega al sol como una flor. Sorprende en este silencio aparente escuchar, de pronto, una canción de Alicia Keys propagándose desde una ventana, el sonido del timbre de un teléfono, un acento extranjero... Faraján es un pueblo que se enclava en lo más íntimo de la sierra, un municipio al que hay que ir ex profeso, no se encuentra de paso a una gran ciudad y su acceso es costoso, pero compensa la autenticidad, la belleza inmaculada del paisaje, el aire limpio, los colores, aromas, sabores... Ernest Hemingway, conocedor de la Sierra de Ronda, visitó en su día Faraján, al que describió como "un cisne blanco sobre un estanque de esperanzas". No se podría añadir una palabra más ante tan precisa descripción.

Despedida

Dejamos atrás Faraján con un suspiro anidando en nuestro interior. Hoy nuestra ruta nos llevará a otro punto destacado de la serranía. Tomamos dirección Alpandeire y según nos alejamos llegan hasta nosotros la sombra lila y blanca de los almendros que dejamos atrás. Volveremos. Si es que alguna vez nos hemos ido.

Información útil y enlaces de interés

Embutido: Faraján cuenta con una importante tradición de fabricación de embutidos artesanos. No en vano es un lugar idóneo para la crianza del cerdo de bellota y la curación de jamones y derivados. El frío seco de la serranía rondeña permite que esta maceración natural les dote una sabor inigualable. Faraján posee un amplio catálogo de bares y restaurantes donde degustarlos y un buen puñado de tiendas de ultramarinos donde adquirirlos. Además, a la entrada del pueblo se sitúa una fábrica local de embutidos.
Las chorreras: Es un paraje natural situado a las afueras del municipio, pero al que se puede acceder desde el centro urbano. Descendiendo por la calle Corchuelo, el sendero que lleva hasta allí es la última calle a la derecha antes de entrar en la plaza de Andalucía. El arroyo Balastar forma dos saltos de agua imponentes en esta zona, tan imponentes que llegan a alcanzar los 50 metros de altura. En las inmediaciones también existen restos de un antiguo molino árabe.
Senderismo: Es casi una práctica obligada. Si bien existen dos rutas homologadas por la Federación Andaluza de Montañismo, Faraján posee numerosos senderos rurales usados desde tiempo inmemorial por sus habitantes para acudir a sus huertos y campos. Las dos rutas homologadas son las que unen Faraján con Júzcar (PR-A 227) y Faraján con Alpandeire (PR-A 228). Además se puede seguir el camino que une el centro del pueblo con Benalauría. Todos estos recorridos exigen planificación, una forma física adecuada y un correcto equipamiento. Para más información se puede visitar la página web de la Federación Andaluza de Montañismo y la página web de la Asociación Senderista Pasos Largos. Para las personas interesadas hay un albergue municipal situado en la parte trasera de la iglesia, para más información se puede llamar al teléfono del ayuntamiento en el teléfono 952.180.506.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Faraján.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

45 CÁRTAMA: UN BALCÓN SOBRE EL GUADALHORCE

martes, 16 de febrero de 2010

Respondía Cártama al nombre de Cartha cuando los fenicios. Cartha que significaba "Ciudad Oculta" y en esta mañana de nieblas y lluvias de invierno bien parecemos escuchar los ecos de ese nombre en nuestros oídos. La Ermita de la Virgen de los Remedios, situada a 300 metros de altura, permanece oculta bajo la densa niebla. Los paños de las murallas pertenecientes al antiguo castillo parecen construidos de algodón. Todo le confiere un aire místico, volátil, etéreo a esta ciudad que nos abre las puertas al Valle del Guadalhorce.

El engaño de Cártama

Engaña Cártama al viajero, porque pese a sus edificios de nueva construcción que hablan de progreso, late en su centro urbano un corazón antiguo de callejas retorcidas y pasados ricos en historia. Con cada latido parece Cártama extenderse desde la antigüedad hacia el mundo moderno y cuanto más te adentras en ella, más denso y lleno de matices se troca el aire, como si el espejo de su pasado hubiera dejado allí una huella indeleble. Mientras conducimos hacia su interior casi parece que descubrimos un nuevo círculo concéntrico a cada paso, así abandonamos los edificios de arquitectura moderna y las calles trazadas con limpieza de bisturí, para pasar al siguiente círculo donde las calles se retuercen y los edificios cobran poso de antigüedad. Estacionamos en la plaza del pueblo, junto a la iglesia de San Pedro Apóstol. Desde aquí parece Cártama estar perpetuamente observada por la ermita de la Virgen de los Remedios, que contempla el paisaje y el paisanaje desde un claro abierto en las alturas. La puerta de entrada al templo está abierta. Es esta una iglesia encargada construir por los Reyes Católicos en el siglo XVI sobre la base de una antigua mezquita, perviven hasta la actualidad algunos elementos mudéjares que denotan su pasado remoto. Como apunta el panel explicativo adyacente: "Consta de tres naves separadas por arcos apuntados sobre pilares rectangulares: una central, cubierta con armadura de madera, y la capilla del altar mayor que alberga una imagen de Cristo Crucificado de comienzos del siglo XX". El interior es de apariencia sencilla, los bordes de las columnas rematados con algunos detalles y un altar sobrio y simple en el que destaca la ya mencionada imagen de Jesús Crucificado. Asimismo, conviene hacer notar la complejidad del artesonado sobre el altar mayor, que confecciona una red insólita de maderamen entrecruzado sobre el que destacan las figuras florales. La iglesia permanece en silencio, roto por el murmullo de una mujer que reza en la parte trasera de la izquierda. Encendemos la preceptiva vela y observamos el lugar en el que se hallaba la feligresa. Una pequeña sala parece albergar lo que es un pequeño lugar de entierro, diferentes nichos dispuestos a izquierda y derecha muestran los nombres de las familias que los sustentan. Salimos y nos dirigimos hacia la parte alta del pueblo. Antes, hacemos una parada. Junto a la iglesia y anexo a una tienda de ultramarinos hay un portal particular cuyo zaguán permanece abierto. En ese espacio reducido, la dueña ha incluido un pequeño mostrador donde vende, además de postales de la Virgen de los Remedios, escapularios, rosarios, rosarios de dedo, fotografías y diferentes recuerdos religiosos. Adquirimos la ya acostumbrada postal y la escribimos allí mismo, sobre el mostrador, mientras charlamos con la dueña. Preferimos escribirla aquí, ya que el día, lluvioso, podría estropearla, además hay un buzón en la misma plaza. El caserío de Cártama va ascendiendo hacia las sierras sobre cuyas laderas se asienta y en cada ocasión en la que volvemos la vista atrás intuimos una mayor porción del Valle del Guadalhorce, de la Hoya de Málaga trufada de frutales. En estos días de lluvias, con el brumoso horizonte, adquieren Cártama y el valle cierto aire de secretismo. Quizá aquí encontrara inspiración José González Marín, juglar moderno, rapsoda y repentizador, improvisador nato cuya poesía y cantares se encontraron entre los primeros lugares de esta pródiga tierra. Nació y murió en Cártama, entre los años 1889 y 1956, se codeó con estrellas internacionales y fue amigo de poetas destacados como Rafael Alberti y Salvador Rueda. En su haber, además de su historia como artista, tiene una medalla de honor de Isabel la Católica, concedida tras salvar la imagen de la Virgen de los Remedios de de la quema en plena guerra civil. El anecdotario relativo de González Marín es extenso y variado y se puede consultar en el siguiente enlace: "El juglar olvidado". Desde la plaza del pueblo, donde ya hemos visitado la iglesia de San Pedro Apóstol, ascendemos hasta el Pilar Alto, una antigua fuente datada en el año 1872 y restaurada en 1976. Pese a que el letrero indica que el agua no es potable, una vecina se acerca con una garrafa de cinco litros que llena con celeridad. -Pero, ¿no se van a poner enfermos? En ese cartel indica Agua No Potable-, preguntamos. - Pues hijos, yo llevo bebiendo de aquí toda la vida y nunca me he puesto mala-, nos contesta. Callamos, ya se sabe que la experiencia es un grado y que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

La ermita de la Virgen de los Remedios

Detrás de la Fuente del Pilar Alto se encuentra el camino de ascenso a la ermita de la Virgen de los Remedios y el castillo. Sólo se puede acceder caminando, aunque luego descubriremos cierto truco. El camino está empedrado y a cada tanto se afianza sobre escalones para reducir la pendiente. Es un buen trecho y hay que estar animado para subir, pero las vistas recompensan y es más el esfuerzo mental que el físico. La subida se acompaña de unas losas informativas que cuentan la historia de los abencerrajes, un periplo de amores y amistades entre moros y cristianos en tiempos de guerra y que se salda con honor, gallardía y palabra dada. Cada cierto tiempo paramos y contemplamos el paisaje que se intuye tras la neblina que ha ido levantando a lo largo de la mañana. Llegamos, despacio y con tranquilidad, hasta lo alto. La recompensa se traduce en un horizonte inigualable. El valle del Guadalhorce se abre a nuestros pies. No es un día despejado así que intuimos las vistas reales que podríamos tener. Lo pintamos en nuestra memoria con Málaga a la derecha, hacia el sur; Álora y Pizarra de frente, hacia el este; Casarabonela y las primeras estribaciones de Sierra de las Nieves a la izquierda, hacia el norte. Hoy es todo neblinas y brumas. Entramos en la ermita, pequeña y recargada, en cuyo altar luce una pequeña imagen de la Virgen de los Remedios. A la izquierda de la entrada, numerosas ofrendas y peticiones de los devotos en forma de recuerdos personales, escapularios, rosarios, cruces y numerosas fotografías, algunas más modernas, otras, más antiguas. Observamos las caras y nos percatamos de la juventud de muchos ellos. Un escalofrío nos recorre la espalda. Dentro de la sacristía escuchamos conversaciones, dos hombres mayores y un tercero algo más joven charlan, hablan de precios y de pedidos, de velas y de imágenes. Prudentemente salimos de la iglesia, nos pertrechamos bajo el paraguas y tomamos el camino hacia el castillo. No tiene pérdida, apenas a la entrada de la ermita un panel indica la dirección. Es un camino de losas de piedra protegido por una balaustrada de madera y que rodea la montaña sobre la que se asienta la edificación. 200 metros, indica. El castillo en sí no se puede visitar, se encuentra en pleno proceso de restauración, pero este camino nos permite hacernos una idea de la importancia que tuvo. Sus dimensiones son muy importantes y se halla encaramado sobre una colina , utilizando el roquedal que lo rodea como defensa natural. Se mantienen en pie un par de torres y varios paños de la muralla interior, así como otros tantos de la exterior. Cuando terminamos el recorrido observamos el "truco" para subir hasta la ermita sin tener que utilizar la pronunciada cuesta que la conecta con el centro del pueblo. En la parte de atrás del castillo, dos caminos rurales transitables en coche conducen hasta el corazón de Cártama, una desciende entre almendros en flor, el otro entre casas apiñadas. Si llegamos por detrás y estacionamos el coche ahí, podemos evitarnos la gran cuesta principal. Eso sí, nos perderíamos el paisaje hasta llegar a lo alto de la ermita.

Despedida

De regreso nos sentamos al cobijo de un árbol. Llueve, la tierra está húmeda y despide olores primarios, de intensidad, antiguos. Ante nosotros se extiende el Valle del Guadalhorce y casi podemos intuir la sonrisa de los trabajadores del campo que miran al cielo con gratitud ante esta lluvia que hará florecer los frutos de sus huertos y cultivos. Nos subimos los cuellos de la chamarra y sacudimos el gorro del impermeable. Podríamos disfrutar de este horizonte toda la mañana.

Enlaces de interés y consejos útiles

Los diseminados: Cártama se configura, además de por su centro urbano, por los núcleos diseminados de Estación de Cártama (el más importante en población y que tuvo su origen en la estación ferroviaria construida en 1865), el Sexmo, Doña Ana, la Aljaima y la Sierra de Gibralgalia.
Los restos romanos: Prueba del paso de distintas civilizaciones por las tierras del término municipal son los restos hallados en varios emplazamientos. Aún se pueden observar los antiguos arcos de un acueducto romano o una Cruz del Humilladero que data de 1752 y donde aparece un censo de población de aquella ápoca. La planta originaria de la iglesia de San Pedro es de origen árabe y la torre, aunque reconstruida en 1834, se asienta sobre un antiguo alminar. Ejemplos del cruce de caminos que ha sido, y es, Cártama.
Gatronomía: Destacan las sopas cachorreñas y las tortas cartameñas además de un amplio surtido de embutidos elaborados de manera tradicional.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Cártama.

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44 EL BURGO: AUTÉNTICA SERRANÍA

martes, 9 de febrero de 2010

Y atrás queda el Mediterráneo con su espejo de brillos antiguos y delante se abre la Sierra de las Nieves con su puerta asomada al mar que es Ojén para luego llegar a Monda y a Guaro y a Tolox y a Alozaina y a Yunquera y, por fin, a El Burgo, acunado entre el poderoso roquedal de la serranía, entre los picos graníticos y los almendros en flor. El Burgo muestra así su cara agreste de serranía dura y su cara delicada de colores vivos e intensos. Y en este enclave que late en el corazón mismo de la sierra se nos permite conectar con Ronda y con Antequera y con Casarabonela y con el Mediterráneo. Las culturas antiguas lo eligieron y así los íberos construyeron aquí sus castros y después los romanos y más tarde los árabes y después los cristianos. Un oasis entre las montañas, un río caudaloso que aplaca su sed, terrenos aptos para el cultivo... Vive así El Burgo como cruce de caminos antiguos y paraíso ecológico moderno... ¡Ah! y no faltan las historias que hablan de bandoleros para contar al amor de una brasa y con las que asustar a los más pequeños...

Llegamos, las primeras luces de El Burgo

Embebidos por los colores que parecen extraídos de una paleta impresionista nos aproximamos al centro urbano de El Burgo. Atrás hemos dejado las falsas campiñas, los más de ochocientos metros de altura del Puerto de las Abejas, los almendros que coloreaban las laderas de las montañas... Ahora cruzamos el río Turón por el Puente Nuevo para adentrarnos en las venas de este corazón serrano que no deja de palpitar. Estacionamos frente al Colegio Público San Agustín, en la calle Las Erillas, justo frente a la fuente de El Conejo, antigua Cañada Real de paso obligado. El centro urbano de El Burgo está muy bien señalizado y el viajero no ha de albergar temor a perderse... Seguimos las indicaciones que nos llevan hasta el "Casco Histórico" para desembocar en la plaza de Abajo. Vemos ya en las calles burgueñas mucha actividad, se nota que es un pueblo vivo, que las gentes hacen vida social en la calle, que el murmullo de la vida cotidiana se va trasladando, como los girasoles, en busca del sol. Se mueven así los hombres mayores buscando a cada rato los bancos más cálidos, yendo de la plaza de Abajo a la de Arriba en un paseo trazado de manera casi rectilínea... Charlando en voz alta, haciendo de sus comentarios banda sonora en nuestro paseo... Observamos también que El Burgo tiene una buena oferta hostelera, son numerosos los restaurantes que ofrecen sus menús en el centro urbano con cartas para todos los gustos. Tomamos, a la derecha, la calle Real, una de las principales avenidas en las que se halla el Ayuntamiento, el estanco y correos y que nos llevaría hasta la plaza de la Villa si continuáramos de frente, pero optamos por tomar un camino a la derecha que promete acercarnos hasta el río Turón gracias a la Ruta de la Acequia del Molino.



La Ruta de la Acequia y mucho más...



Cuando las calles de El Burgo escapan hacia el horizonte, la mirada se topa con el roquerío de las montañas, con los campos de cultivo... La ruta de la acequia discurre a lo largo del Río Turón, desde el puente Nuevo y bajo las chumberas que sustentan las antiguas murallas. Este paseo nos llevará hasta la antigua Fábrica de Harina y posteriormente Fábrica de Sal que no es otra cosa que un molino de considerables dimensiones que ahora permanece en ruinas pero que permite hacerse una idea cabal de la importancia que llego a tener. Comenzamos el camino arrullados por el fuerte murmullo del Turón que bravío y generoso en agua desciende desde las montañas... El paseo discurre a su vera, bajo una ingente cantidad de chumberas. Este es un espléndido paseo que circunda la parte más baja del municipio y nos permite descubrir parte de su pasado. Caminamos bajo un imponente roquerío que se cruza en el propio paseo, que cierra el paso en ocasiones hasta abrirse, como se abre el cauce, ensanchándose a los campos y a las montañas. Este paseo nos sitúa, además, bajo las murallas de la antigua fortaleza y ofrece una idea de su inexpugnabilidad. Llegamos a las antiguas ruinas del molino. Junto al paño de uno de sus muros discurre un estrecho callejón que nos lleva a la parte más baja del pueblo. Toca ascender. En el camino se pueden observar algunos de los fragmentos que integraban las antiguas murallas del castillo y que ahora forman parte de las sólidas paredes de viviendas particulares. La calle Casas Largas nos lleva hasta las estribaciones de la plaza de Arriba. Seguimos, de nuevo, las indicaciones para llegar hasta la iglesia de la Encarnación. El Burgo tiene un encanto de fuerte carácter rural, de ambiente auténtico e inviolado. Sensación que se acrecienta aún más al estar rodeado de imponentes montañas. Llegamos al templo que se levanta, desde el siglo XVI, sobre una antigua mezquita y que posee incluso el que fuera un alminar convertido en torre campanario. Destaca la entrada del templo, que se abre sobre un mirador natural que nos permite contemplar la compleja orografía de la Sierra de las Nieves. En su interior sobresale el artesonado, una armadura de madera que ofrece complejas formas, asimismo, también destacan los camarines dedicados al patrón de la villa, San Agustín, y a la Purísima Inmaculada. Contemplamos que algunos árboles repartidos por el casco urbano están acompañados de una loseta en la que indican no sólo su tipología, si no la historia que les acompaña, tal es el caso del Árbol de Amor que nos habla de monedas de oro y de Judas Iscariote... Desde la plaza de la Villa, donde se ubica la iglesia de la Encarnación bajamos por la calle Escaloncitos hasta la Plazuela, desde donde se puede observar la torre del castillo, en mejor conservación que otros paños de las murallas, pero que de igual forma se encuentra integrada en las casas, que la han asumido como propia. Llegamos de nuevo hasta la plaza de Arriba y la cruzamos para dirigirnos hasta la ermita de San Sebastián, aparejada al cementerio de la localidad. Tuvo un uso curioso. Fue mandada construir en el siglo XV por los Reyes Católicos, y durante el siglo XIX "era lugar de citación para comunicar a los vecinos los asuntos graves, los cuales eran previamente citados a toque de rebato". Actualmente se encuentra en proceso de restauración. Junto a la puerta hay un banco de forja en el que nos sentamos a reposar y contemplar así una buena vista. Descendemos de nuevo, cruzamos la plaza de Arriba y tomamos la dirección de la calle Enmedio para visitar la iglesia de San Agustín. Pronto observamos su torre campanario sobre el que se erige una figura del Sagrado Corazón que parece orar en dirección a las montañas. Es una edificación moderna, construida a mediados del siglo XX, donde los párrocos hicieron un gran esfuerzo por lograr fondos del gobierno de Franco en plena posguerra. A esta iglesia le acompaña una historia triste. Antes de terminarse la casa del cura, dos niños jugaban en una explanada junto al templo, donde encontraron una bolita de hierro, se fueron a jugar a la calle Porrillo y allí quitaron la anilla de la bolita y la hicieron explosionar. Era una granada de la guerra civil. Uno de los niños murió. El día 27 de abril de 1952 se inauguró la iglesia. En su interior destacan su retablo y las imágenes de San Agustín, la Virgen de Fátima, San José y el Crucificado. Salimos y descendemos hasta la calle Real. Nos han recomendado un sitio de cocina casera y platos típicos pero... - Ustedes entenderán, una se ha hecho mayor, los hijos están fuera y no se puede llevar el negocio de la pensión y el restaurante a la vez. Sí que hacía platos caseros, sí, de los de toda la vida, para que no se pierdan,- nos contesta la dueña de la Pensión Restaurante Sierra de las Nieves. - ¿Y dónde nos recomienda usted comer?-, inquirimos.- Pues hay muchos, majos, el de allí enfrente, el de la esquina, la venta que está en la salida del pueblo, todos son buenos-. Nos despedimos de ella y decidimos tres cosas: visitar el Mirador del Guarda Forestal, comer en la venta del Yoni (que es como se llama la venta que se sitúa fuera del pueblo) y acercarnos, ya entrada la tarde, al Área Recreativa de la Fuensanta. Pero antes buscaremos los indicios del bandolero Pasos Largos y el puente romano.



Pasos Largos, el Puente Romano y el Mirador del Guarda Forestal



Fue un bandolero. Y como toda sombra alargada que acompaña a la leyenda unos lo definen como auténtico Robin Hood que robaba a los ricos para dárselo a los pobres y otros como un cruel y sanguinario asesino que tuvo en jaque a la Guardia Civil de la Serranía a comienzos del siglo XX. El caso es que participó en la guerra de Cuba y que está documentado asesinó a dos miembros de una misma familia, que fue preso en 1916 e indultado en 1932. Una vez libre volvió a las andadas, a los asaltos y a la caza furtiva. Su muerte en la cueva de Sopalmillo está rodeada de misterio, unas voces cuentan que fue traicionado por un compañero aunque la versión oficial asegura que fue tiroteado por la Guardia Civil. El Burgo recuerda al personaje de Pasos Largos, Juan José Mingolla Gallardo, con una estatua y un panel informativo. La leyenda todavía cabalga por la Serranía de Ronda y las abuelas aún asustan a sus nietos diciéndoles.... - Pórtate bien o vendrá Pasos Largos y te llevará-. La estatua y el panel se encuentran en el Cruce, en la entrada del municipio, muy próximo a donde hemos estacionados el coche. Nos subimos y, desde dentro del municipio, tomamos dirección Casarabonela. Tras quinientos metros, y ya saliendo del pueblo, hallamos el Puente Romano. Una construcción robusta, recia, con un solo ojo de medio punto y de sólida piedra. Se cree que formó parte de la Vía Augusta y por él se tomaba el camino a Málaga, de ahí el nombre que se le daba como "Puente de Málaga". Desde su construcción hasta hoy han pisado esas piedras nobles, plebeyos, árabes, legiones romanas, carros, burros, coches.... Regresamos por la calle por la que hemos llegado con la promesa en un futuro próximo de recorrer ese camino que comunica El Burgo con Casarabonela. Llegamos hasta el Cruce y tomamos dirección Ronda. Apenas a dos kilómetros del centro urbano, por una carretera sinuosa, llegamos hasta una explanada situada tras un promontorio rocoso. Estacionamos y caminamos un trecho por un camino de piedra que circunda un pico. Una vez bordeado, se abre ante nosotros un espectáculo majestuoso. Las cimas, los valles, los senderos que configuran Sierra de las Nieves. Los pinos, los olivos, los almendros que conforman su flora. Un ave rapaz, probablemente un águila, surca el cielo sobre nuestras cabezas. Desde aquí se escucha el murmullo lejano del río de El Burgo antes de convertirse en el Turón. Apreciamos apenas las primeras estribaciones del Valle del Guadalhorce. Sobre el pico, la figura de un guarda forestal señalando el horizonte acompañado de un niño nos habla de promesas de futuro y de cómo las generaciones venideras habrán de mirar este paisaje para conservarlo. Nos sentamos entre las piedras y descansamos, mecidos por la brisa fresca. Nos damos cuenta de que se nos ha abierto el apetito.



La "Venta del Yoni"



Se sitúa frente al caserío de El Burgo. Frente a su terraza se encuentran las murallas, las casas más altas, parte de la iglesia de la Encarnación, las chumberas y, abajo, el cauce del río Turón y el paseo de la Ruta del Molino que hemos recorrido esta mañana. Es un lugar privilegiado, una venta de paso que también pone a disposición de los visitantes carnes a la parrilla en primavera y verano. Miramos la carta y nos sorprende. Comida auténticamente tradicional, serrana, típica. Entre su oferta sopa de picadillo o sopa de los siete ramales, corderos al horno, ajoblanco de manzana y gazpacho... No podemos resistir la tentación y pedimos un ajoblanco de manzana, 3,5 euros; una sopa de los siete ramales, 5 euros; un cordero asado, 10 euros; una carrillada guisada, 8 euros; una cerveza de tercio y una botella de agua de litro y medio. Total: 29, 50 euros. Destacar la sopa de los siete ramales, una auténtica institución en la serranía y que nos habla de platos de subsistencia y que ahora se han transformado en un aliciente más para atraer al turismo. Una sopa hecha a base de pan viejo, de cebolla, de tomate, de patata, de ajo, de espárragos trigueros y con huevo frito colocado en la parte superior. Nos recuerda al gazpacho caliente que tomamos en Benalauría. Está deliciosa, de sabor contundente y muy terreno, pegado a la tierra, pero con muchos matices. Tal es la importancia de esta sopa que incluso tiene su propia fiesta el 28 de febrero, el "Día de la Sopa de los Siete Ramales", está declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial y se hace coincidir con al celebración del Día de Andalucía. Poner nota al ajoblanco sobre cuya superficie, de un blanco inmaculado, destilan sus jugos unos gajos de manzana. Nos vamos del Yoni con el placer de recomendarlo y de la buena atención, al que hay que sumar su enclave privilegiado sobre el Turón y frente al caserío de El Burgo. ¡Ah! Deliciosa carrillada y espléndido cordero...

El área recreativa de la Fuensanta

Apenas un kilómetro antes de llegar a El Burgo desde Yunquera encontramos el desvío hacia el área recreativa de la Fuensanta y de los Saucejos. Una pista de tierra perfectamente transitable en coche (turismos incluidos) discurre junto a un río. Arbolada y umbría nos conduce hasta el área recreativa de la Fuensanta. Unas decenas de bancadas y mesas de madera y varias barbacoas forman parte del equipamiento. Pero contar que junto a ellas se encuentra el edificio del antiguo Molino de la Fuensanta, una construcción seria y de dimensiones considerables todavía en pie y que alberga en su interior baños públicos, etc. En una de sus paredes se puede ver la imagen de la Virgen de la Sierra de las Nieves, a la que se rinde homenaje el día 5 de agosto con una misa en el transcurso de la celebración de su romería. Hay gente, familias y grupos de amigos. Algunos de ellos han venido en automóvil, otros, caminando. Charlan y comen tardíamente. Es un lugar perfecto para estar en contacto con la naturaleza, de fácil acceso y con gran predicamento entre las gentes de la zona.

Despedida

Dejamos atrás la Fuensanta. Y paladeamos aún en nuestra memoria más reciente los paisajes que rodean El Burgo. El horizonte desde el mirador, el guarda, auténtico vigía de la memoria, señala a su pupilo el camino que tenemos que seguir en estas tierras a las que la Unión Europea reconoció con el premio EDEN como Destino Turístico de Excelencia en 2008 y la Junta de Andalucía con el Premio Formación e Investigación Turística 2009. Observamos las tierras a nuestros pies y queremos pensar que la vista que se extiende ante nuestros ojos no debe ser muy distinta a la que contemplaron los íberos y los romanos y los árabes y Pasos Largos cuando, desde aquí oteaban el aliento de su tierra. Así la vean también las posteriores generaciones.

Consejos turístico y enlaces de interés

Senderismo: Para aquellos que gusten de andar, El Burgo es su sitio. Más de una decena de rutas parten desde el núcleo urbano y transitan por el protegido territorio de Sierra de las Nieves. Desde las de corto recorrido como la de Los Peñones, el Dique y el Laro o la Fuente Nueva; hasta las de largo recorrido como el Peñón de Ronda o el de Sierra de la Cabrilla; pasando por los de medio recorrido que llevan a la Fuensanta, al nacimiento del río Turón, o al Monte del Viento. Sin duda una oportunidad única de conocer la flora y la fauna en su estado más auténtico. Nueva web turística de la Sierra de las Nieves: La Mancomunidad y el Grupo de Desarrollo Rural Sierra de las Nieves han creado una herramienta muy útil para el viajero, la página web destinosierradelasnieves.com. En la página se aglutinan la mayor parte de los recursos turísticos de la comarca. Es fácil y sencilla de utilizar. Muy práctica.
La quema de Judas: Esta singular celebración tiene lugar durante el Domingo de Resurrección, en Semana Santa. En la plaza de Abajo, tras procesionarse las imágenes de la Virgen de la Medalla Milagrosa y el Corazón de Jesús se encuentran con la imagen del Judas, un inmenso muñeco de trapo repleto de serrín y de cohetes que se prende con gran algarabía de tracas, de petardos y de fuegos de artificio. Se puede ver un vídeo de la celebración pinchando AQUÍ.
Enlaces de interés: Además de los ya citados, tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de El Burgo.

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