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46 FARAJÁN: PARAÍSO NATURAL

martes, 23 de febrero de 2010

Queda todo dicho. Los árabes dieron a este lugar el nombre de "Farhan" que en su significado en castellano se traduce como "lugar deleitoso", "lugar alegre", "lugar de reposo o descanso"... Los colores ocres y dorados que nos recibieron en otoño cuando visitamos Cartajima y Júzcar, se han transformado en este invierno de lluvias en blancos y lilas de almendros, en verdes fogosos de olivos, en grises de ramas desnudas... Muestran los castaños su tronco hercúleo y sus ramas delicadas, su entramado limpio de hojas que ascienden al cielo como una telaraña... La tierra muestra sus tonos más oscuros, marrones húmedos e intensos, perfumados... Muestra el Alto Genal su alma abierta, sin concesiones... Apasionante...

Faraján

Verdean también los campos. Conducimos a la sombra de los alcornoques en el camino que une Júzcar con Faraján. Es una carretera sinuosa y estrecha pero que compensa en luminosidad y paisaje. Vemos en la serranía a Benadalid y Benalauría, como dos caseríos fantasma flotando sobre las laderas de roca... Llegamos a Faraján y estacionamos el coche en un pequeño aparcamiento que hay junto a la piscina municipal. Al abrir las puertas nos asalta de inmediato un intensísimo aroma de brasa y chimenea. Se aprecia aún que el invierno no nos ha dejado y pese a que hoy impera un sol radiante que calienta los huesos, aún quedan resquicios de frío agazapados en los rincones. Una señal indicadora nos ofrece un camino sin pérdida, hacia abajo. Descendemos por la calle Corchuelo y nos vamos adentrando en este mundo rural de tan recio encanto. Al comienzo de la calle nos encontramos con un panel explicativo que habla de la arquitectura popular: "Piedras, barro, arena y cal, maderas, cañizo, cerámica y forja han sido, desde antiguo, nobles materiales que combinados de forma sabia y sencilla, han ido dando origen a este tipo de construcciones que tan bien se integran en el entorno.(...) Estas pequeñas arquitecturas, sugestivamente bellas, dormidas en el paisaje, reflejan modesta sencillez, inteligencia económica y acendrada autenticidad". Faraján es un grupo de casas apretadas enmarcado en mitad de un denso y tupido bosque. La mirada se escapa entre las calles y pugna el horizonte contra las montañas. Pronto llegamos hasta la plaza de Andalucía. La modernidad y el pasado se dan la mano en este municipio donde un burro y un coche parecen pastar del mismo abrevadero o donde la arquitectura rompedora de la Casa Consistorial parece competir con la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Al amor de las paredes podemos ver otros dos paneles explicativos que hacen referencia a los juegos populares tradicionales, como el diábolo, las chinitas, el tejo o la rayuela, y a las temibles supersticiones, cuando soñar con pollos, morir en domingo, o ver un cura al amanecer son presagios funestos. Aún forman parte de la memoria colectiva y menos de la vida cotidiana. Bien está que se recuerde a las generaciones venideras estas tradicionales formas de juego y de pensamiento para que, al menos, no se olviden.

La iglesia y el camino

La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside la plaza de Andalucía desde tiempo inmemorial, ya que pese a haberse construido en el siglo XVI, reformada en el siglo XVIII y reconstruida posteriormente, su génesis se sitúa en el tiempo de los árabes, en lo que fue antigua mezquita. Consta de una sola nave y está cubierta por un techo plano. Tiene una capilla con una elegante bóveda de arista decorada con yeserías. Pero quizá lo mejor sea su ubicación, recortada contra el color azul del cielo y mostrando una porción de serranía a su espalda. Desde la parte izquierda de la iglesia parte la calle Camino del Molino, que apenas diez metros más tarde nos llevará hasta el camino a Benaluría. Aquí nos adentramos en un paraíso auténtico. Nada se oye a excepción del trinar de los pájaros y el cacareo de algunas gallinas. Sopla el viento en forma de suave brisa y el camino es de los que invitan a andar. Si a la izquierda se abren los campos de almendros, a la derecha se abre un paisaje de encinas y alcornoques apretados sobre la ladera del monte. El sendero está asfaltado y vallado con balconadas de madera. Vemos los campos de un verde intenso, cuajados de flores amarillas, unas cuidadísimas huertas en forma de bancales. Es un edén arbolado. Llegamos a un mirador y nos sentamos, dejándonos imbuir por los colores, los aromas, los silencios de la naturaleza. Callamos. Caminamos un trecho más, pisando las flores lilas de los almendros caídas en el suelo. Es este un paseo más que recomendable, con la silueta de la serranía de frente, y a la derecha, con los caseríos de Benadalid y Benaluría suspendidos en el aire... Y seguiríamos y seguiríamos y seguiríamos hasta donde la senda promete, precisamente hasta Benaluría. Recorrido, disfrutado, degustado un buen trecho optamos por dar la vuelta y visitar algunas de las calles del pueblo. Es este paseo un bálsamo inspirador para los sentidos. Los sonidos de la naturaleza, los matices de los colores, los cálidos rayos de sol templándonos la piel... Faraján es naturaleza viva. Una muestra de la perfecta coexistencia entre el ser humano y su entorno. A nuestro regreso observamos cómo la torre campanario de Nuestra Señora del Rosario se yergue sobre el resto de alturas, límpida y majestuosa. Tomamos la calle Balastar, situada a al derecha y nos sumergimos en sus calles.

Las calles

Faraján es un pueblo sencillo en sus formas, sobrio, recio. Un pueblo que muestra en todo momento su cara más auténtica. Un pueblo acostumbrado a los rigores del invierno a los que obliga la serranía y que en días luminosos y azules como hoy se abre y despliega al sol como una flor. Sorprende en este silencio aparente escuchar, de pronto, una canción de Alicia Keys propagándose desde una ventana, el sonido del timbre de un teléfono, un acento extranjero... Faraján es un pueblo que se enclava en lo más íntimo de la sierra, un municipio al que hay que ir ex profeso, no se encuentra de paso a una gran ciudad y su acceso es costoso, pero compensa la autenticidad, la belleza inmaculada del paisaje, el aire limpio, los colores, aromas, sabores... Ernest Hemingway, conocedor de la Sierra de Ronda, visitó en su día Faraján, al que describió como "un cisne blanco sobre un estanque de esperanzas". No se podría añadir una palabra más ante tan precisa descripción.

Despedida

Dejamos atrás Faraján con un suspiro anidando en nuestro interior. Hoy nuestra ruta nos llevará a otro punto destacado de la serranía. Tomamos dirección Alpandeire y según nos alejamos llegan hasta nosotros la sombra lila y blanca de los almendros que dejamos atrás. Volveremos. Si es que alguna vez nos hemos ido.

Información útil y enlaces de interés

Embutido: Faraján cuenta con una importante tradición de fabricación de embutidos artesanos. No en vano es un lugar idóneo para la crianza del cerdo de bellota y la curación de jamones y derivados. El frío seco de la serranía rondeña permite que esta maceración natural les dote una sabor inigualable. Faraján posee un amplio catálogo de bares y restaurantes donde degustarlos y un buen puñado de tiendas de ultramarinos donde adquirirlos. Además, a la entrada del pueblo se sitúa una fábrica local de embutidos.
Las chorreras: Es un paraje natural situado a las afueras del municipio, pero al que se puede acceder desde el centro urbano. Descendiendo por la calle Corchuelo, el sendero que lleva hasta allí es la última calle a la derecha antes de entrar en la plaza de Andalucía. El arroyo Balastar forma dos saltos de agua imponentes en esta zona, tan imponentes que llegan a alcanzar los 50 metros de altura. En las inmediaciones también existen restos de un antiguo molino árabe.
Senderismo: Es casi una práctica obligada. Si bien existen dos rutas homologadas por la Federación Andaluza de Montañismo, Faraján posee numerosos senderos rurales usados desde tiempo inmemorial por sus habitantes para acudir a sus huertos y campos. Las dos rutas homologadas son las que unen Faraján con Júzcar (PR-A 227) y Faraján con Alpandeire (PR-A 228). Además se puede seguir el camino que une el centro del pueblo con Benalauría. Todos estos recorridos exigen planificación, una forma física adecuada y un correcto equipamiento. Para más información se puede visitar la página web de la Federación Andaluza de Montañismo y la página web de la Asociación Senderista Pasos Largos. Para las personas interesadas hay un albergue municipal situado en la parte trasera de la iglesia, para más información se puede llamar al teléfono del ayuntamiento en el teléfono 952.180.506.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Faraján.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

1 comentarios:

Nekane dijo...

Eso que dices de que un sol radiante calienta los huesos aunque queden resquicios de frio agazapados en los rincones quizá refleje esa sensación que yo quiero describir que siento en invierno en los pueblos de Málaga cuando siento frío y calor a la vez.
PAZ
Voy a ir caminando desde Fajarán a Benalauría sintiendo esa paz y viviendo ese paisaje de naturaleza viva como tu dices,Israel.
Un abrazo y gracias por sacarme de
la cama otro martes más.