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81 FUENTE DE PIEDRA: EL ESPEJO DE SU LAGUNA

martes, 26 de octubre de 2010

Y no es un espejismo. Es una lámina de agua real, cercada de olivares y de monte bajo. No es un espejismo. Es una nube de rosas y blancas alas en movimiento, de cloqueos, graznidos, cacareos como banda sonora, de sosiegos otoñales y respingos del invierno. No es un espejismo. Era una zona de paso, de nidificación, de crianza. Ahora parece convertirse en destino estable de su población más notable, los flamencos. No debería haber agua en esta época del año, y la hay. No debería haber flamencos en esta época del año, pero los hay. “La naturaleza nos enseña que nada es inmutable”, apuntaba un buen amigo, conocedor. Contemplamos la lámina de agua ante nuestros ojos, vemos las ondas que se mecen en su superficie batidas por la brisa, confundimos el cielo con su reflejo y creemos que todo lo que vemos es un espejismo.

El Centro de Visitantes

Atravesamos el centro urbano de Fuente de Piedra. Como una ciudad en la llanura extiende sus casas por entre sus alargadas calles. Casas bajas de planta y piso, dos alturas a lo sumo. Ventanas enrejadas con forja plata y negra. Los carteles indicadores señalan perfectamente el camino a seguir para encontrar la laguna y su Centro de Visitantes. Nos adentramos en las primeras estribaciones del entorno protegido y contemplamos la superficie de agua ante nuestros ojos. Parece de acero bruñido, gris sobre gris, como si de plomo derretido se tratara. Algunos acebuches se asoman a ella con la timidez de saberse ante algo poderoso e intenso. Estacionamos en el parking habilitado y al abrir la puerta del coche llega hasta nosotros un aroma inconfundible a tierra húmeda y apretada. Aspiramos y sólo con este primario sentido que es el olfato realizamos una composición de lugar. En nuestra mente podemos bosquejar las primeras aves, el recorte de los juncos en las orillas, algunas superficies desecadas en el otoño, el aroma de las plantas… El Centro de Visitante se encuentra situado en un altozano, sobre el Cerro del Palo, y tiene una vista privilegiada sobre la laguna. Es un edificio antiguo, que ha sabido conservar en su exterior la apariencia de antigua hacienda, para preservar en el interior un completísimo Centro de Visitantes. Priman los colores rosas y fucsias de los flamencos en sus paneles explicativos, nutridos de excelente información que satisfará la curiosidad de los neófitos y de los expertos. En ellos se detallan y cuentan los tipos de aves y distinta fauna que pueblan la Laguna de Fuente de Piedra, así como el proceso de nidificación de los flamencos y el proyecto anual de anillamiento de los nuevos ejemplares nacidos. En el centro de la sala principal, unas figuras que representan al detalle y en tamaño real a varios flamencos. Pero sin duda, el mejor panel de todos los existentes, el gran hallazgo de este centro de visitantes es el enorme ventanal abierto hacia la laguna, donde el viajero puede contemplar la lámina de agua en todo su esplendor. Miramos a través de ella. Contemplamos la intrincada red de senderos que surcan la ribera de la laguna y que permiten al visitante un excepcional acercamiento a este portentoso y excepcional ecosistema. No en vano está considerado como uno de los humedales más significativos de Europa y el más importante en la cría y reproducción de flamencos. El color plúmbeo de la laguna engaña nuestra vista, pero cuando descubres uno, ya los ves todos. Primero es una mota rosa cerca del horizonte. – Mira, mira, allí hay uno-, señalo. – Espera, espera que hay más, allí y allí-, continúo. – Y allí, y allí y allí-, me contestan. Es cierto, una nube rosácea se eleva a un palmo de la superficie del agua. Una nube que se mueve a un compás insólito, marcado por el característico caminar de los flamencos. El descubrimiento nos hace sonreir y apuramos la salida del Centro de Visitantes para, siguiendo las explicaciones de la guía, recorrer una pequeña parte de la laguna. Son tantas las cosas que se podrían contar, detallar y explicar sobre esta Laguna de Fuente de Piedra. Desde su pasado como reserva de caza hasta su presente como Reserva Natural. En la página web del ayuntamiento de Fuente de Piedra se detallan todos los aspectos históricos y naturales de este ecosistema. Nosotros vamos a ofrecer nuestra visión más personal que apela más a los sentimientos de la visita que a los conocimientos naturales.

La Laguna que vivimos

Hace fresco en esta mañana de primer otoño, un fresco estimulante y gozoso, que invita al paseo holgado, perfecto para caminar entre los límites de esta privilegiada superficie acuática. El entorno se encuentra perfectamente adecuado para la visita, los emplazamientos fotográficos y de avistamiento son magníficos ojos de madera integrados en el paisaje. Escuchamos como graznan las aves, como cloquean y cacarean, y vemos, cómo en su lánguido andar arrancan destellos fucsia los flamencos, semisumergidos en el agua. Visitamos la Laguna de las Paloma desde la que se pueden observar avefrías, gaviotas reidoras, ánades, andarríos, chorlitos, etc. Se detallan además las épocas del año en el que cada especie puede ser avistada. Contemplamos la laguna y antes siquiera de pensar en dejarla atrás ya estamos pensando en volver, en primavera, en su máximo apogeo, y recorrer con despacio y detenimiento los 21 kilómetros de su perímetro salpicado de miradores privilegiados. Resulta imprescindible llegarse hasta aquí con los prismáticos y la cámara de fotos. Y huele a romero, a tierra húmeda de manera muy intensa, a distintas flores y plantas. Se mecen todas las flores y los aromas al compás de la brisa suave. Caminamos hasta el Observatorio de las Albinas (al que llaman así por el blanquecino color de la tierra que le rodea) primero y hasta el Mirador de la Vicaría después, cruzando varios puentes de madera. Son apenas dos kilómetros y medio de distancia por un llano suave en un entorno privilegiado. Nos cruzamos con algunas parejas de excursionistas. Todo el mundo habla quedo, bajito, como para no enturbiar la paz del lugar. Llegamos hasta el observatorio, más próximo a la laguna y a las bandadas de flamencos a los que se ve y escucha a la perfección. Cloqueos, graznidos, cacareos, croar de ranas, esa es la música ambiente. Es una vista privilegiada rodeada de falso silencio. Esconden los flamencos su cabeza y su pico en el agua con la intención de alimentarse, de atrapar su sustento, su comida. Imaginamos volar toda la bandada que tenemos ante nuestros ojos, teñir de rosa el cielo, de fucsia intenso. Una grupo de lo que creemos son gaviotas reidoras alza el vuelo y ríen en el aire mientras forman círculos que se ensanchan y se empequeñecen. Nubes rosas tintan el agua plateada de la laguna, pequeños jirones blancos y fucsias. Caminan despacio los flamencos, posan sus patas sobre el fondo de la laguna con la delicadeza de un bailarín. “No debería haber agua ni flamencos en esta época del año”, regresan a nuestra mente esas palabras. “Sin embargo tenemos hoy mismo una población censada de 30.000”, nos subrayan desde la oficina de turismo de Fuente de Piedra. “Los pollos que nacieron este año (unos 7.000) se han quedado, y parte de sus 20.000 progenitores también”, continúan. “No debería haber agua ni flamencos en esta época del año”, pero ahí están, los hay. Y no es un espejismo.


El centro urbano de Fuente de Piedra

La Fons Divinus romana marcó su nombre y parte de sus primeros destinos. Y es que, dentro de las provincias de la Hispania romana, se tenía como muy eficientes las aguas de Fuente de Piedra para disolver cálculos renales. El agua que se consumía procedían de una fuente divina, Fons Divinus, que trocó su nombre por el de Fuente de Piedra quizá influida por sus poderes curativos contra dicho mal renal. Tan eficaz parecía ser aquel agua que en los siglos XVI y XVII se comercializó, exportándose al Reino de Nápoles e incluso hasta América. De aquella primigenia fuente romana surgió otra, más moderna, para la que, según se cuenta, se utilizaron bloques de piedra de la anterior. Pero antes de conocer la fuente, debemos llegar hasta el centro urbano desde la laguna. No hay pérdida. Fuente de Piedra, sus calles y monumentos están perfectamente señalizados. Estacionamos en la plaza de la Constitución en uno de cuyos vértices, bajo el auspicio del ayuntamiento se encuentra la Oficina de Turismo. Entramos. La guía nos cuenta, nos explica, nos recomienda. Y, bien pertrechados de catálogos, tarjetas y fichas, salimos. En apenas una encrucijada de calles se sitúan los lugares a visitar más simbólicos del municipio: la plaza, la fuente, la iglesia, el ayuntamiento. La visita a la Laguna nos ha abierto el apetito, pero vamos a dejarlo para algo más tarde. Si caminamos por la calle Juan Carlos Primero llegamos, en apenas cien metros, hasta la iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes. Un templo curioso, que parece querer mimetizarse con el paisaje que le rodea gracias a su color arenoso, rojizo. El templo, de estilo neomudéjar, se construyó en el siglo XIX. Además de su color destaca su campanario, que en lugar de formar una torre descansa sobre una gran espadaña remata por dos arcos de los que penden sendas campanas, con una cruz de hierro en la parte más alta. La portada es muy sencilla, y sobre su portal principal descansan dos grandes vidrieras. Una placa, situada en la parte izquierda de la iglesia, recuerda a los muertos caídos en todas las guerras. Regresamos por donde hemos venido hasta llegar a la plaza de la Constitución. En el caminar encontramos algunas casas solariegas de cierta presencia. La fuente que da nombre al pueblo, además de su prosperidad, también trajo su desgracia. Después de una temporada de grandes sequías, las epidemias se expandieorn por la comarca, y los malos agoreros achacaron el origen de las misma a la fuente, antigua Fons Divinus, que a través de los vapores producidos por su agua estancada se propagaron diversas enfermedades. La historia da y la historia quita. En la actualidad, la fuente preside la plaza. Cuatro buenos caños surten de agua el pilar central acompañados a la izquierda por un grifo más modesto. Es una fuente hermosa, rematada por elemento central que quizá pudo coronar una cruz. Nos refrescamos. Recomendados por una vecina villafontense dirigimos nuestros pasos hacia el Bar Tejeda.

La comida

Es un bar sencillo, del que entran y salen vecinos y vecinas. Nos sentamos en una de las mesas exteriores, nos ofrecen la carta en la que vemos algunas especialidades que nos abren aún más el apetito como berenjenas fritas con miel de caña o croquetas de morcilla… Nos decidimos por un plato de lomo a la sal, un entrecot y una chuleta de ternera a la brasa. A lo que añadimos dos refrescos de cola, aceitunas y pan. Total, 51 euros. El lomo a la sal casi parece un carpaccio, el aceite cruda servido por encima realza su intenso sabor natural. En entrecot y el chuletón son fresquísimo y hechos al punto, sazonados con sal gorda y acompañados de patatas fritas caseras. De las aceitunas, ya no queda ni una. Comentamos en la comida las excelencias de lo que hemos visto hasta ahora, de la laguna y de la historia de Fuente de Piedra y su ininterrumpida población de íberos, fenicios, cartagineses, romanos, árabes.

El Refugio del Burrito

A las afueras de Fuente de Piedra, perfectamente señalizado, entre olivos y viñas se encuentra el Refugio del Burrito. Una iniciativa solidaria que se emparenta, además, con un pasado reciente común a la mayoría de los pueblos malagueños: el burro, animal de carga y trabajo que se encuentra en peligro de extinción. Para ello se ha creado El Refugio del Burrito, un lugar donde se provee a los burros y mulos abandonados o maltratados de un lugar seguro, desde el que se denuncian comportamientos negligentes y donde se ofrecen visitas gratuitas, excursiones escolares y asinoterapia (terapias pedagógicas con asnos o burros) para niños con necesidades educativas especiales. El Refugio del Burrito está abierto todos los días, en horario de 11:00 horas a 19:00 horas en verano y de 11:00 horas a 18:00 horas en invierno. Para más información se puede llamar al 952.031.622. Hemos llegado hasta el parking y lo primero que nos sorprende es la limpieza, cuidado y profesionalidad con el que se encuentra todo montado. Los diferentes boxes y cercados de madera. Los ejemplares de diferentes razas de burro separadas por edades. La facilidad con la que se facilita el acceso a los visitantes. Las fichas de los animales, en las que se indica el nombre y año de nacimiento, así como otra serie de características. Paseamos por entre los cercados, algunos se dejan acariciar la testuz, otros son algo más esquivos. Observamos las cuadras, cómo se alimentan. Nos sentamos un rato en el primer atardecer y escuchamos cómo rumian a nuestro alrededor. Ofrecemos un pequeño donativo a la causa, y nos perdemos de nuevo por la carretera entre olivos, dejando tras de nosotros una estela de polvo blanco.

Despedida

Es el momento del descubrimiento, la sensación de hallar entre el color plateado de la laguna ese primer ejemplar de flamenco, la sorpresa inicial, la emoción primera. Y el paseo entre los juncos, sobre las tierras arenosas que en primavera se ocupan de agua, las flores rojas ante el puente de madera, el cloqueo permanente de las aves, el canto delicado de un pájaro posado con delicadeza sobre una delicada rama, el falso silencio del entorno de la laguna, el color que muta y cambia de plomo a plata, de plata blanco, de blanco a rosa, de rosa a fucsia, el movimiento pendular del cuello del pelícano sumergiéndose una y otra vez bajo el agua… Nos apostamos sobre uno de los miradores, dejamos los prismáticos y la cámara de fotos y, ahora nos dedicamos a ver con los cinco sentidos.

Enlaces de interés y consejos turísticos

Imprescindible: Para visitar la laguna se recomienda encarecidamente llevar prismáticos, no hace falta ser una gran conocedor de la flora y fauna para disfrutar de este entorno privilegiado y dada que es una reserva natural la mejor forma de acercarse a los flamencos es a través de los prismáticos. Una cámara de fotos con un buen teleobjetivo para capturar los momentos más interesantes.
Anillado de flamencos: Una de las actividades que se puede contemplar en la laguna de Fuente de Piedra es el anillamiento de los flamencos en verano. La Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento villafontense organiza durante el mes de julio (con fecha determinada por el nacimiento y llegada de las aves) visitas guiadas a la laguna, exposiciones, desayuno andaluz en la plaza y una verbena en la que se da la bienvenida a los voluntarios ambientales participantes y a los observadores. El proceso de anillado de flamencos es fundamental para su control, ya que permite mantener un seguimiento anual de los flamencos, y se realiza bajo condiciones muy especiales, por tanto el voluntariado colaborador es escogido con detenimiento, aunque siempre se puede participar como observador cumpliendo unas estrictas normas de comportamiento. La mejor época para visitar la laguna, además de este proceso de anillado, es la primavera, cuando los flamencos llegan y nidifican, se aparean y crían sus primeros polluelos. Es el periodo en el que más agua tiene la laguna y más ejemplares de flamencos hay conviviendo en ella.
Turismo Rural: Son muchas las casas dedicadas al turismo rural en el municipio, a falta de aconsejar una, diremos que sólo con escribir “Fuente de Piedra” en alguno de los más conocidos buscadores se encontrará una amplia gama y oferta para todos los gustos, precios y estilos.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página del ayuntamiento de Fuente De Piedra, en especial la información dedicada de manera específica a la laguna. Además de estas dos sumamos otros enlaces de interés como la página web de la Junta de Andalucía sobre la Reserva Natural y otra que nos ofrece una visita virtual por la misma.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

80 ALGARROBO: ENTRE EL BANCAL Y LA ARENA

martes, 19 de octubre de 2010

Algarrobo se parte, se divide, se fragmenta en dos realidades muy distintas. Una de ellas vive encajonada a la vera fresca del cauce del río que le da nombre, entre frutales y bancales de naranjos, reposada y aromatizada por el azahar en primavera, por los limoneros en el otoño tardío, por el perfume dulce de las tortas durante todo el año. La otra vive de cara al mar, que lame sus costas de arena oscura e intensa, bebe de los aromas de salitres y espumas, del sol avezado en verano, de los espetos tumbados sobre las brasas, de los acentos bávaros, germanos que depositan sus anhelos de calor en sus playas. Vive Algarrobo en la línea de costa y sirve Algarrobo de puerta hacia la Axarquía más profunda, encaramada a los barrancos, de indudable pasado mudéjar, de casas blancas silenciosas, calles pulcras, jardines ocultos, de municipios como Árchez o Sedella o Salares o Cómpeta o Arenas… Y en esta dualidad de sentidos y sentimientos se asienta Algarrobo, un municipio de pequeña extensión, pero colmado de contrastes, que se alimenta del sol y de los frutales a partes iguales.

Aproximación e inicio

Discurre la carretera que comunica la costa con el interior por la parte baja de Algarrobo, al llegar a una plaza se nos indica, hacia arriba la dirección al centro del pueblo. Por una estrecha calle de dirección única nos adentramos en el corazón algarrobeño con deleite. Señal de una P blanca sobre fondo azul, “Parking”. Seguimos hasta encontrar un hueco libre y estacionar. Hemos aparcado frente a un gran parque equipado con juegos, canchas, mesas de ping pong, bancos… Es la calle Escalerilla. Algarrobo Pueblo es un caserío apretado en el que las calles se apiñan unas sobre otras cortadas por tramos de escaleras, por puentes, por plazuelas. Caminamos por la calle Las Flores y sumamos a ésta otros nombres evocadores como calle Corta, calle de la Iglesia, calle Desamparados. Se confunden las casas antiguas con otras edificaciones de corte más moderno, pero Algarrobo conserva su esencia tradicional.

La iglesia y la ermita

Hemos caminado por sus callejas hasta desembocar en la plaza de la iglesia. El templo la preside desde su estatura. Blanco inmaculado, ribetes de albero y una torre campanario adosada de cuatro cuerpos cuadrangulares marcan el estilo de su fachada. Es la iglesia parroquial de Santa Ana, erigida en el siglo XVII. Tiene cruz latina y tres naves separadas por arcos de medio punto. Sus artesonados de madera y el camarín del siglo XVIII merecen una especial atención por parte del visitante. Regresamos por la calle Las Flores y tomamos la calle Santo Domingo. Frente a nosotros nos encontramos con un establecimiento que dice en su escaparate “Carmen Lupiañez. Tortas de Algarrobo. Despacho de pan”. Ni que decir tiene que entramos. Las tortas de Algarrobo son muy conocidas en la provincia de Málaga. Dulces realizados con dos ingredientes principales, aceite de oliva y almendras, y que tiene su origen en la historia árabe de la localidad. Son un bien preciado, así que nos hacemos con una caja de dos docenas por ocho euros. En el lateral izquierdo de la panadería se encuentra la calle Desamparados, por la que ascenderemos hasta la ermita. La calle depara sorpresas en forma de patios, rincones, plazuelas, adarves. No puede negar Algarrobo su pasado árabe rubricado en este trazado de comprensión insondable desde nuestro tiempo, laberíntico, retorcido… Después de ascender un buen tramo de escaleras llegamos hasta una calle que corta la ascensión, la calle Enmedio. Como nos han indicado en la panadería, giramos a la derecha hasta llegar a otro tramo de escaleras a la izquierda. Llegamos a la calle Sol, giramos a la izquierda y ascendemos hasta el “Mirador del cielo” que gracias a su “Ventanal marinero” nos permite observar el Mediterráneo lamiendo las playas de Algarrobo Costa. Desde el mirador accedemos a la ermita de San Sebastián a través de los jardines del mismo nombre. Nos encontramos en la zona más alta del pueblo, lo que nos permite contemplar las montañas le rodean, que aún sin ser abruptas encajonan el cauce del río Algarrobo. Sus laderas se transforman en bancales que arropan el cultivo de frutales subtropicales y de cítricos. Nos sentamos un tanto en los jardines, bien cuidados y atendidos, y contemplamos el Mare Nostrum desde esta altura privilegiada. La ermita se sitúa al fondo de los jardines y es de reciente construcción, año 1975, pero que se edificó desde la base de una anterior del siglo XVII. La brisa del mar dulcifica nuestra estancia aquí, es fresca y suave. Viene a nuestra mente una historia de este territorio plagado de relatos y leyendas en la que se cuenta que en tiempos remotos existía un pasadizo, túnel secreto, que comunicaba bajo tierra la desaparecida fortaleza de Algarrobo con el Castillo de Bentomiz, situado en próximo municipio de Arenas. Como toda buena leyenda e historia, nunca se ha llegado a encontrar ese secreto pasadizo. Con esta historia rondando, retomamos el camino. Desde el “Mirador del Cielo” descendemos hasta el centro del pueblo a través de un pasaje con nombre de reminiscencias rockeras “Starway to Heaven”, “Escalera hacia el Cielo” que en su día hiciera famosa la banda Led Zeppelin. Aunque en esta ocasión la recorremos en sentido inverso y en lugar de llevarnos al cielo, nos lleva hasta la tierra. Desde la calle Santo Domingo, tomamos la calle Beatas, la calle Cobertizo hasta llegar, de nuevo, a la calle Escalerilla, lugar donde hemos estacionado el coche.


La costa de Algarrobo, Algarrobo Costa

Apenas a tres kilómetros de Algarrobo Pueblo se halla Algarrobo Costa. Presiden las playas algarrobeñas las modernas torres vigía que son los edificios de apartamentos, miran a ese mar antiguo desde la osadía del siglo XX. Altas torres que componen un puzle, un sky line recortado contra el cielo azul. Las dos playas de la localidad La Mezquitilla y Playa de Algarrobo se encuentran separadas por un puente de suelo de madera bajo el que discurre el río que da nombre a la localidad. Playas de arena oscura, casi negra, gris, de piedra fina sobre la que asientan tumbonas y hamacas dispersas. Escuchamos una mezcla de acentos, de énfasis, de inflexiones en las que el alemán parece ocupar el primer puesto. Quizá influya que este fin de semana Algarrobo celebra su Oktoberfest particular con una amplia oferta de cerveza bávara, salchichas, codillos, ensaladas de col y patata entre cantos de Ein Prosit. Todo discurre bajo una gran carpa de rombos azules y blancos. Caminamos un trecho por el Paseo Marítimo y comprobamos que aún quedan muestras de arquitectura marinera, de casas bajas con porches abiertos al mar donde refugiar las barcas, de viviendas de planta y piso decoradas con redes y artículos marinos. Caminamos, cruzamos, si caminamos en dirección inversa el puente que nos une con la Mezquitilla, una punta en la que se localizó un yacimiento de la Edad de Bronce, un yacimiento púnico y un yacimiento romano, lo que deja constancia evidente del rico pasado histórico de la localidad. Algarrobo nos ofrece en la playa de la Mezquitilla una amplia oferta de restauración, donde priman los pescados y los mariscos, los espetos, las especialidades a la sal con precios para todos los gustos y todos los bolsillos. En nuestro camino de regreso buscamos las dos torres vigías algarrobeñas. Toda la Costa del Sol, prácticamente toda la costa de Andalucía, está minada de estas torres que avisaban a las poblaciones de las posibles incursiones de corsarios y piratas berberiscos. La particularidad de las torres de Algarrobo es que tiene una Torre Derecha y otra Torre Ladeada (Más conocida por la deformación del habla como Torre Ladeá). Esta última parece emular a la famosa Torre de Pissa. Una mujer nos cuenta que dada su proximidad al mar (se encuentra a escasos 20 metros de la arena de la playa) sufrió los embates del mismo en una tormenta y desde entonces quedó así, ladeá. Nos fijamos, tiramos fotos. Realmente está ladeada, muy ladeada, hacemos unos cálculos rápidos y consideramos que estará a unos 20 grados, más o menos. El misterio es… ¿cómo sigue en pie? Dejamos atrás la costa pura y nos dirigimos a ver las tumbas fenicias de Trayamar. Se encuentran a 500 metros escasos en la carretera que une las playas con Algarrobo Pueblo. Un desvío a la derecha nos indica la señal de un vivero de árboles y la señal indicadora de “Tumbas Fenicias”. Nos adentramos con el coche entre los árboles del vivero hasta llegar a un punto que señala “Oficina”. Descendemos del coche. Par poder visitar las tumbas, protegidas bajo una construcción, tenemos que pedir las llaves aquí. Es una propiedad privada, pero sus dueños, permiten amablemente a los visitantes acceder a las tumbas por considerar que es un patrimonio de todos. La hija pequeña de la pareja, Eva, de unos ocho o nueve años, nos acompaña hasta la construcción y nos da sus explicaciones: - Antes había una tumba allí y otra allí. Ese jarrón lo encontraron cuando lo descubrieron y lo dejaron donde está-, nos explica. – Eva, ¿no te da un poco de miedo esto de las tumbas?-, preguntamos. – No, que va, nunca me ha dado miedo- contesta con desparpajo. Leemos las informaciones que aparecen en las paredes y que detallan cómo fue el descubrimiento de esta necrópolis fenicia de Trayamar, qué se encontró en un primer momento, cómo se ha conservado, dónde se encuentran las piezas más destacadas. Nos despedimos de Eva y regresamos al coche acompañados por la intensa fragancia de los árboles frutales.

Despedida

La brisa del mar asciende desde las playas, es leve y sutil el perfume de salitre, pero ahí está, inconfundible. Se mezcla y une con los aromas intensos de los frutales y entre ellos se conjuran para crear una esencia única. Estamos en los jardines de San Sebastián, sentados, contemplando del mar desde las alturas. Huele también a hierba recién regada. Es este un mirador privilegiado, a nuestra espalda las primeras montañas de la Axarquía plagadas de bancales, frente a nosotros, el espejeo constante del mar Mediterráneo. Respiramos hondo y nos comemos la primera torta de Algarrobo de las dos docenas que hemos comprado.

Informaciones útiles y enlaces de interés

San Sebastián: El 20 de enero, Algarrobo celebra la festividad de su patrón. En el transcurso de la fiesta la imagen del santo es trasladada en romería hasta la ermita del mismo nombre, recorriendo las calles retorcidas del centro del pueblo. Toda la comitiva se acompaña de una sonora “cohetá”.
Los carnavales: Cada año, los carnavales de Algarrobo cobran más auge, llegando a celebrarse, además de los tradicionales concursos de disfraces, un concurso de bailes y de murgas carnavalescas.
Festival Folclórico: El último fin de semana de agosto, Algarrobo celebra el Festival Folclórico, un evento que reúne lo más variado y variopinto de las tradiciones y bailes populares, ya sean locales, comarcales o internacionales en un intento de acercar diferentes tipos de cultura hasta la localidad.
Noche Flamenca de Algarrobo: El primer fin de semana de septiembre se celebra la Noche Flamenca de Algarrobo, un festival decano que ha traído en toda su trayectoria a los mejores artistas de este género musical que se entierra en las raíces más profundas de la cultura popular andaluza.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Algarrobo.

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79 ALHAURÍN DE LA TORRE: NARANJAS ENTRE LAURELES

martes, 12 de octubre de 2010

Un leve velo de bruma, jirones deslavazados, se extiende sobre el Valle del Guadalhorce. Hace fresco en la mañana, fresco que intensifica los aromas gracias a la humedad última de la noche. Así, huele generosamente a tierra, a pino, a frutales, nos llega un leve extracto de cítricos. Culmina en esta amplia vega el valle fecundo que Alhaurín de la Torre parece vigilar desde un altozano. El ambiente resulta fragante e intenso, fértil. No resulta de extrañar que ya los fenicios y turdetanos se instalaran en estas tierras explotando sus minas de oro y plata; y los romanos, que le dieron el nombre de Lauro Vetus (laurel viejo), y donde dicen las crónicas que fue el lugar en el que los seguidores de Julio César dieron caza a Cneo Pompeyo; y los árabes después, que llamaron a este municipio con el nombre que llega hasta nuestros días. En la historia moderna, Alhaurín de la Torre también vivió un episodio destacado para la provincia de Málaga y para España. Tal y como nos cuenta la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol “La Casa Refugio de Torrijos es el lugar donde el general José María de Torrijos se refugió al llegar a Alhaurín de la Torre en su huida de las tropas de Fernando VII, contra el que se había sublevado en 1831 en su intento de restituir la Constitución de 1812. El general y sus hombres buscaron cobijo en la finca llamada Hacienda de la Alquería, propiedad del Conde de Mollina (actual Torrealquería), donde fueron apresados. Poco después, Torrijos y sus leales fueron fusilados en las playas de San Andrés de la capital malagueña. Un obelisco erigido en la plaza de la Merced recuerda estos hechos.”

Aproximación

Seguimos las indicaciones que nos señalan “Centro Ciudad”, y así estacionamos en las cercanías de la plaza de la policía local, muy próximo al monumento de la torre señera que representa el nombre de la localidad, junto al que fuera en otros tiempos “Centro Rural de Higiene y Casa del Médico”. Salir del coche y que nos asalte un profundo e intenso perfume de jazmines es todo uno. Aroma poderosamente evocador, profundo, intenso, dulce. Alhaurín de la Torre es un pueblo grande, con cerca de 36.000 habitantes, cuajado de urbanizaciones periféricas que se han ido asentando en torno a sus barriadas y pedanías en un proceso creciente y continuado desde los años setenta. Es un municipio moderno, pero de antigua historia y rico pasado.

El parque, las hermandades y la iglesia

Descendemos, desde la plaza en la que nos ubicamos, por la calle Álamos hasta cruzar la Avda. España y la calle Juan Carlos Primero y llegar a la plaza de San Sebastián. Cruce de Caminos que nos llevará, desde la izquierda, hasta la ermita del Alamillo y a la derecha hasta la iglesia de San Sebastián. Tomamos la calle Málaga situada a la derecha. Es una calle peatonal trufada de diversos comercios en ambos lados. Tranquila y serena en esta hora de la mañana. Llegamos hasta la plaza del Conde, desde la que se vislumbra la iglesia de San Sebastián, pero en lugar de seguir adelante, descendemos a través de un arco hasta el Parque Municipal. Un frondoso espacio público equipado con un pequeño quiosco, juegos para niños, bancos, una fuente, cipreses, rosales, pacíficos, álamos, ficus, etc. y con una cascada de agua que desemboca en un estanque. Escuchamos el ronroneo de un gato, el arrullo de las palomas. Es un lugar fresco, agradable. Desde el parque tomamos dirección calle de la Mezquita, para ver las portadas de las dos principales casas hermandad de las cofradías de Alhaurín. La Semana Santa cobra especiales características en Alhaurín de la Torre. Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2001, en ella se revive cada año la rivalidad de dos de las tres cofradías locales: la Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, los Moraos, que se procesiona el Jueves Santo, y la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, los Verdes, que sale el Viernes Santo. Ambas hermandades tienen su casa en esta misma calle. Las dejamos atrás y ascendemos por el pasaje Félix Revello de Toro, hasta la calle Cantarranas, para girar a la derecha y llegar a la plaza de la Concepción, lugar en el que se encuentra la iglesia de San Sebastián. Es un edificio moderno, de corte muy sobrio, aspecto cuadrangular en su concepción estética y con una particularidad, no tiene torre campanario. A cambio, su fachada principal luce en sus laterales dos espadañas de tres ojos. De una de ellas penden tres campanas e incluye un reloj. Este diseño arquitectónico dota al templo de cierto aire singular. La portada es neoclásica, con el perfecto dibujo de varias columnas y capitel triangular sobre ellas. Los colores, blanco inmaculado y suave albero. El edificio primigenio fue construido en el siglo XVII, pero tras su destrucción en un terremoto se reconstruyó en el siglo XIX casi en su totalidad.

Hasta la ermita del Alamillo por el Portón

Regresamos hasta la plaza de San Sebastián por la calle Málaga. Alhaurín comienza a desperezarse y algunos de sus habitantes desayunan café y tostadas o molletes o pitufos en las terrazas. Tomamos la peatonal calle Ermita, una calle estrecha, empedrada, compuesta por casas bajas de tan solo planta y piso. Llegamos hasta la plaza Santa Ana, lugar donde se ubica la biblioteca municipal. Subimos por la calle Real hasta cruzarnos con la avenida Juan Carlos Primero. Tenemos un trecho hasta la ermita de El Alamillo y caminamos con deleite en la mañana fresca y perfumada de cítricos. Llegamos hasta la Finca El Portón, un frondoso jardín con un amplio auditorio rehabilitado. A finales del siglo XIX la finca El Portón fue cedida por Mr. Robinson al Ayuntamiento de Alhaurín con la finalidad de que su uso se proyectase para el desarrollo de actividades de carácter socio-cultural. La finca El Portón ofrece un entorno natural magnífico, ideal para el desarrollo de acontecimientos relacionados con la música, la danza y las artes plásticas. En este espacio tienen lugar una serie de actos permanentes como son los encuentros de bandas, el Festival Internacional de Folclore, el Ciclo de Jazz, el Cine de Verano o la elección de la Reina de las Fiestas de la Feria de San Juan. En la finca se ubica el Auditorio Municipal. Como curiosidad, la finca también se utiliza para realizar bodas. Para ello, las personas interesadas deberán realizar, además del trámite judicial, una previa reserva en el teléfono 952 41 71 64 o personándose en la Secretaría municipal en horario de 9:00 a 13:30 h. El camino hacia la ermita del Alamillo nos transporta junto a los primeros limoneros y naranjos. El municipio se abre al campo y nos deja entrever la Hoya de Málaga. Perfumes de otoño nos llegan sin sonrojo. Pasamos frente a la Hacienda del Cura desde donde, al fondo, podemos observar la ermita. Es un paseo tranquilo, acunado por el trino de los pájaros, algún ladrido en la distancia, el cacareo de un grupo de gallinas. Llegamos. El edificio, construido en 1875 y donde se venera a San Francisco de Paula, es sobrio y sencillo, delicado y etéreo. Parece surgir de entre los limoneros y los naranjos como una aparición. Nos sentamos en su entrada, descansando y permitiendo que el frescor húmedo de esta mañana de otoño nos cubra.

Despedida

El vergel que se extiende a los pies de Alhaurín constituye un auténtico paraíso para el cultivo de los cítricos y los árboles subtropicales. Densas hileras de naranjos y mandarinos y limoneros y aguacates y algunos mangos se alinean en parajes frondosos domesticados por el ser humano. Imaginamos un paseo entre ellos, quizá en primavera, con la explosión del azahar, o ahora, en otoño, cuando las ramas ya comienzan a tomar tonalidades amarillas y naranjas en forma de pequeños frutos, como tesoros en un mar de intensos verdes. Aspiramos el aroma de tierra húmeda, de cítrico intenso y sentimos porqué el Guadalhorce fue lugar propicio para los fenicios y los turdetanos y los romanos y los árabes y los cristianos y los malagueños y los visitantes y, ahora, en este momento, también para nosotros.

Consejos y enlaces de interés

Festival Flamenco Torre del Cante: El sábado anterior a San Juan se celebra el Festival Flamenco Torre del Cante en el campo de fútbol municipal. Éste es uno de los principales festivales de flamenco no sólo de la provincia de Málaga sino de toda Andalucía, y en él se dan cita los más destacados artistas.
Gala de Folclore Internacional: En septiembre tiene lugar la Gala de Folclore Tradicional Raíces, en la que exponentes de música tradicional de todo el país acuden hasta Alhaurín para realizar una muestra de su arte y su particular manera de entenderlo y expresarlo.
Portón del Jazz: Otra de las citas ineludibles con Alhaurín de la Torre es el festival Portón del Jazz. Durante los viernes del mes de julio, se puede escuchar en el auditorio alhaurino una muestra de la mejor música de jazz de la actualidad. Portón del Jazz inició su andadura en el año 1997.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Alhaurín de la Torre.

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