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81 FUENTE DE PIEDRA: EL ESPEJO DE SU LAGUNA

martes, 26 de octubre de 2010

Y no es un espejismo. Es una lámina de agua real, cercada de olivares y de monte bajo. No es un espejismo. Es una nube de rosas y blancas alas en movimiento, de cloqueos, graznidos, cacareos como banda sonora, de sosiegos otoñales y respingos del invierno. No es un espejismo. Era una zona de paso, de nidificación, de crianza. Ahora parece convertirse en destino estable de su población más notable, los flamencos. No debería haber agua en esta época del año, y la hay. No debería haber flamencos en esta época del año, pero los hay. “La naturaleza nos enseña que nada es inmutable”, apuntaba un buen amigo, conocedor. Contemplamos la lámina de agua ante nuestros ojos, vemos las ondas que se mecen en su superficie batidas por la brisa, confundimos el cielo con su reflejo y creemos que todo lo que vemos es un espejismo.

El Centro de Visitantes

Atravesamos el centro urbano de Fuente de Piedra. Como una ciudad en la llanura extiende sus casas por entre sus alargadas calles. Casas bajas de planta y piso, dos alturas a lo sumo. Ventanas enrejadas con forja plata y negra. Los carteles indicadores señalan perfectamente el camino a seguir para encontrar la laguna y su Centro de Visitantes. Nos adentramos en las primeras estribaciones del entorno protegido y contemplamos la superficie de agua ante nuestros ojos. Parece de acero bruñido, gris sobre gris, como si de plomo derretido se tratara. Algunos acebuches se asoman a ella con la timidez de saberse ante algo poderoso e intenso. Estacionamos en el parking habilitado y al abrir la puerta del coche llega hasta nosotros un aroma inconfundible a tierra húmeda y apretada. Aspiramos y sólo con este primario sentido que es el olfato realizamos una composición de lugar. En nuestra mente podemos bosquejar las primeras aves, el recorte de los juncos en las orillas, algunas superficies desecadas en el otoño, el aroma de las plantas… El Centro de Visitante se encuentra situado en un altozano, sobre el Cerro del Palo, y tiene una vista privilegiada sobre la laguna. Es un edificio antiguo, que ha sabido conservar en su exterior la apariencia de antigua hacienda, para preservar en el interior un completísimo Centro de Visitantes. Priman los colores rosas y fucsias de los flamencos en sus paneles explicativos, nutridos de excelente información que satisfará la curiosidad de los neófitos y de los expertos. En ellos se detallan y cuentan los tipos de aves y distinta fauna que pueblan la Laguna de Fuente de Piedra, así como el proceso de nidificación de los flamencos y el proyecto anual de anillamiento de los nuevos ejemplares nacidos. En el centro de la sala principal, unas figuras que representan al detalle y en tamaño real a varios flamencos. Pero sin duda, el mejor panel de todos los existentes, el gran hallazgo de este centro de visitantes es el enorme ventanal abierto hacia la laguna, donde el viajero puede contemplar la lámina de agua en todo su esplendor. Miramos a través de ella. Contemplamos la intrincada red de senderos que surcan la ribera de la laguna y que permiten al visitante un excepcional acercamiento a este portentoso y excepcional ecosistema. No en vano está considerado como uno de los humedales más significativos de Europa y el más importante en la cría y reproducción de flamencos. El color plúmbeo de la laguna engaña nuestra vista, pero cuando descubres uno, ya los ves todos. Primero es una mota rosa cerca del horizonte. – Mira, mira, allí hay uno-, señalo. – Espera, espera que hay más, allí y allí-, continúo. – Y allí, y allí y allí-, me contestan. Es cierto, una nube rosácea se eleva a un palmo de la superficie del agua. Una nube que se mueve a un compás insólito, marcado por el característico caminar de los flamencos. El descubrimiento nos hace sonreir y apuramos la salida del Centro de Visitantes para, siguiendo las explicaciones de la guía, recorrer una pequeña parte de la laguna. Son tantas las cosas que se podrían contar, detallar y explicar sobre esta Laguna de Fuente de Piedra. Desde su pasado como reserva de caza hasta su presente como Reserva Natural. En la página web del ayuntamiento de Fuente de Piedra se detallan todos los aspectos históricos y naturales de este ecosistema. Nosotros vamos a ofrecer nuestra visión más personal que apela más a los sentimientos de la visita que a los conocimientos naturales.

La Laguna que vivimos

Hace fresco en esta mañana de primer otoño, un fresco estimulante y gozoso, que invita al paseo holgado, perfecto para caminar entre los límites de esta privilegiada superficie acuática. El entorno se encuentra perfectamente adecuado para la visita, los emplazamientos fotográficos y de avistamiento son magníficos ojos de madera integrados en el paisaje. Escuchamos como graznan las aves, como cloquean y cacarean, y vemos, cómo en su lánguido andar arrancan destellos fucsia los flamencos, semisumergidos en el agua. Visitamos la Laguna de las Paloma desde la que se pueden observar avefrías, gaviotas reidoras, ánades, andarríos, chorlitos, etc. Se detallan además las épocas del año en el que cada especie puede ser avistada. Contemplamos la laguna y antes siquiera de pensar en dejarla atrás ya estamos pensando en volver, en primavera, en su máximo apogeo, y recorrer con despacio y detenimiento los 21 kilómetros de su perímetro salpicado de miradores privilegiados. Resulta imprescindible llegarse hasta aquí con los prismáticos y la cámara de fotos. Y huele a romero, a tierra húmeda de manera muy intensa, a distintas flores y plantas. Se mecen todas las flores y los aromas al compás de la brisa suave. Caminamos hasta el Observatorio de las Albinas (al que llaman así por el blanquecino color de la tierra que le rodea) primero y hasta el Mirador de la Vicaría después, cruzando varios puentes de madera. Son apenas dos kilómetros y medio de distancia por un llano suave en un entorno privilegiado. Nos cruzamos con algunas parejas de excursionistas. Todo el mundo habla quedo, bajito, como para no enturbiar la paz del lugar. Llegamos hasta el observatorio, más próximo a la laguna y a las bandadas de flamencos a los que se ve y escucha a la perfección. Cloqueos, graznidos, cacareos, croar de ranas, esa es la música ambiente. Es una vista privilegiada rodeada de falso silencio. Esconden los flamencos su cabeza y su pico en el agua con la intención de alimentarse, de atrapar su sustento, su comida. Imaginamos volar toda la bandada que tenemos ante nuestros ojos, teñir de rosa el cielo, de fucsia intenso. Una grupo de lo que creemos son gaviotas reidoras alza el vuelo y ríen en el aire mientras forman círculos que se ensanchan y se empequeñecen. Nubes rosas tintan el agua plateada de la laguna, pequeños jirones blancos y fucsias. Caminan despacio los flamencos, posan sus patas sobre el fondo de la laguna con la delicadeza de un bailarín. “No debería haber agua ni flamencos en esta época del año”, regresan a nuestra mente esas palabras. “Sin embargo tenemos hoy mismo una población censada de 30.000”, nos subrayan desde la oficina de turismo de Fuente de Piedra. “Los pollos que nacieron este año (unos 7.000) se han quedado, y parte de sus 20.000 progenitores también”, continúan. “No debería haber agua ni flamencos en esta época del año”, pero ahí están, los hay. Y no es un espejismo.


El centro urbano de Fuente de Piedra

La Fons Divinus romana marcó su nombre y parte de sus primeros destinos. Y es que, dentro de las provincias de la Hispania romana, se tenía como muy eficientes las aguas de Fuente de Piedra para disolver cálculos renales. El agua que se consumía procedían de una fuente divina, Fons Divinus, que trocó su nombre por el de Fuente de Piedra quizá influida por sus poderes curativos contra dicho mal renal. Tan eficaz parecía ser aquel agua que en los siglos XVI y XVII se comercializó, exportándose al Reino de Nápoles e incluso hasta América. De aquella primigenia fuente romana surgió otra, más moderna, para la que, según se cuenta, se utilizaron bloques de piedra de la anterior. Pero antes de conocer la fuente, debemos llegar hasta el centro urbano desde la laguna. No hay pérdida. Fuente de Piedra, sus calles y monumentos están perfectamente señalizados. Estacionamos en la plaza de la Constitución en uno de cuyos vértices, bajo el auspicio del ayuntamiento se encuentra la Oficina de Turismo. Entramos. La guía nos cuenta, nos explica, nos recomienda. Y, bien pertrechados de catálogos, tarjetas y fichas, salimos. En apenas una encrucijada de calles se sitúan los lugares a visitar más simbólicos del municipio: la plaza, la fuente, la iglesia, el ayuntamiento. La visita a la Laguna nos ha abierto el apetito, pero vamos a dejarlo para algo más tarde. Si caminamos por la calle Juan Carlos Primero llegamos, en apenas cien metros, hasta la iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes. Un templo curioso, que parece querer mimetizarse con el paisaje que le rodea gracias a su color arenoso, rojizo. El templo, de estilo neomudéjar, se construyó en el siglo XIX. Además de su color destaca su campanario, que en lugar de formar una torre descansa sobre una gran espadaña remata por dos arcos de los que penden sendas campanas, con una cruz de hierro en la parte más alta. La portada es muy sencilla, y sobre su portal principal descansan dos grandes vidrieras. Una placa, situada en la parte izquierda de la iglesia, recuerda a los muertos caídos en todas las guerras. Regresamos por donde hemos venido hasta llegar a la plaza de la Constitución. En el caminar encontramos algunas casas solariegas de cierta presencia. La fuente que da nombre al pueblo, además de su prosperidad, también trajo su desgracia. Después de una temporada de grandes sequías, las epidemias se expandieorn por la comarca, y los malos agoreros achacaron el origen de las misma a la fuente, antigua Fons Divinus, que a través de los vapores producidos por su agua estancada se propagaron diversas enfermedades. La historia da y la historia quita. En la actualidad, la fuente preside la plaza. Cuatro buenos caños surten de agua el pilar central acompañados a la izquierda por un grifo más modesto. Es una fuente hermosa, rematada por elemento central que quizá pudo coronar una cruz. Nos refrescamos. Recomendados por una vecina villafontense dirigimos nuestros pasos hacia el Bar Tejeda.

La comida

Es un bar sencillo, del que entran y salen vecinos y vecinas. Nos sentamos en una de las mesas exteriores, nos ofrecen la carta en la que vemos algunas especialidades que nos abren aún más el apetito como berenjenas fritas con miel de caña o croquetas de morcilla… Nos decidimos por un plato de lomo a la sal, un entrecot y una chuleta de ternera a la brasa. A lo que añadimos dos refrescos de cola, aceitunas y pan. Total, 51 euros. El lomo a la sal casi parece un carpaccio, el aceite cruda servido por encima realza su intenso sabor natural. En entrecot y el chuletón son fresquísimo y hechos al punto, sazonados con sal gorda y acompañados de patatas fritas caseras. De las aceitunas, ya no queda ni una. Comentamos en la comida las excelencias de lo que hemos visto hasta ahora, de la laguna y de la historia de Fuente de Piedra y su ininterrumpida población de íberos, fenicios, cartagineses, romanos, árabes.

El Refugio del Burrito

A las afueras de Fuente de Piedra, perfectamente señalizado, entre olivos y viñas se encuentra el Refugio del Burrito. Una iniciativa solidaria que se emparenta, además, con un pasado reciente común a la mayoría de los pueblos malagueños: el burro, animal de carga y trabajo que se encuentra en peligro de extinción. Para ello se ha creado El Refugio del Burrito, un lugar donde se provee a los burros y mulos abandonados o maltratados de un lugar seguro, desde el que se denuncian comportamientos negligentes y donde se ofrecen visitas gratuitas, excursiones escolares y asinoterapia (terapias pedagógicas con asnos o burros) para niños con necesidades educativas especiales. El Refugio del Burrito está abierto todos los días, en horario de 11:00 horas a 19:00 horas en verano y de 11:00 horas a 18:00 horas en invierno. Para más información se puede llamar al 952.031.622. Hemos llegado hasta el parking y lo primero que nos sorprende es la limpieza, cuidado y profesionalidad con el que se encuentra todo montado. Los diferentes boxes y cercados de madera. Los ejemplares de diferentes razas de burro separadas por edades. La facilidad con la que se facilita el acceso a los visitantes. Las fichas de los animales, en las que se indica el nombre y año de nacimiento, así como otra serie de características. Paseamos por entre los cercados, algunos se dejan acariciar la testuz, otros son algo más esquivos. Observamos las cuadras, cómo se alimentan. Nos sentamos un rato en el primer atardecer y escuchamos cómo rumian a nuestro alrededor. Ofrecemos un pequeño donativo a la causa, y nos perdemos de nuevo por la carretera entre olivos, dejando tras de nosotros una estela de polvo blanco.

Despedida

Es el momento del descubrimiento, la sensación de hallar entre el color plateado de la laguna ese primer ejemplar de flamenco, la sorpresa inicial, la emoción primera. Y el paseo entre los juncos, sobre las tierras arenosas que en primavera se ocupan de agua, las flores rojas ante el puente de madera, el cloqueo permanente de las aves, el canto delicado de un pájaro posado con delicadeza sobre una delicada rama, el falso silencio del entorno de la laguna, el color que muta y cambia de plomo a plata, de plata blanco, de blanco a rosa, de rosa a fucsia, el movimiento pendular del cuello del pelícano sumergiéndose una y otra vez bajo el agua… Nos apostamos sobre uno de los miradores, dejamos los prismáticos y la cámara de fotos y, ahora nos dedicamos a ver con los cinco sentidos.

Enlaces de interés y consejos turísticos

Imprescindible: Para visitar la laguna se recomienda encarecidamente llevar prismáticos, no hace falta ser una gran conocedor de la flora y fauna para disfrutar de este entorno privilegiado y dada que es una reserva natural la mejor forma de acercarse a los flamencos es a través de los prismáticos. Una cámara de fotos con un buen teleobjetivo para capturar los momentos más interesantes.
Anillado de flamencos: Una de las actividades que se puede contemplar en la laguna de Fuente de Piedra es el anillamiento de los flamencos en verano. La Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento villafontense organiza durante el mes de julio (con fecha determinada por el nacimiento y llegada de las aves) visitas guiadas a la laguna, exposiciones, desayuno andaluz en la plaza y una verbena en la que se da la bienvenida a los voluntarios ambientales participantes y a los observadores. El proceso de anillado de flamencos es fundamental para su control, ya que permite mantener un seguimiento anual de los flamencos, y se realiza bajo condiciones muy especiales, por tanto el voluntariado colaborador es escogido con detenimiento, aunque siempre se puede participar como observador cumpliendo unas estrictas normas de comportamiento. La mejor época para visitar la laguna, además de este proceso de anillado, es la primavera, cuando los flamencos llegan y nidifican, se aparean y crían sus primeros polluelos. Es el periodo en el que más agua tiene la laguna y más ejemplares de flamencos hay conviviendo en ella.
Turismo Rural: Son muchas las casas dedicadas al turismo rural en el municipio, a falta de aconsejar una, diremos que sólo con escribir “Fuente de Piedra” en alguno de los más conocidos buscadores se encontrará una amplia gama y oferta para todos los gustos, precios y estilos.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página del ayuntamiento de Fuente De Piedra, en especial la información dedicada de manera específica a la laguna. Además de estas dos sumamos otros enlaces de interés como la página web de la Junta de Andalucía sobre la Reserva Natural y otra que nos ofrece una visita virtual por la misma.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

76 MARBELLA: DOS VIDAS, UNA SOLA CIUDAD QUE MIRA AL MAR

martes, 21 de septiembre de 2010

Vive Marbella dos vidas que palpitan al unísono, que se complementan, que se sobreviven y se superponen. Dos vidas que coexisten, que se retroalimentan, que necesitan la una de la otra para la subsistencia. Vive Marbella dos vidas que son una sola. La Marbella tradicional e histórica, la de los hombres y mujeres del campo y de la mar, la del trabajo duro, del esfuerzo, del sudor y de la tradición, del silencio calmo en invierno y del jolgorio bullanguero en verano, la que ha visto crecer una ciudad que se superponía sobre la suya propia, y en esa superposición aparecía la otra Marbella, la del oropel, el lujo y los excesos, el glamour y la fama, la jet set y el mal juego político. Vive Marbella dos vidas, quizá incluso desde su génesis impreso en su adn urbano, que los íberos llamaron Salduba y los romanos Cilniana. Vive Marbella dos vidas, dos vidas que son una sola ciudad.

El Casco Antiguo

Y el corazón que las mueve que las alimenta que las hace respirar es el Casco Antiguo. Blanco e inmaculado, colorido en sus macetas y gentes, impoluto en sus empedrados, vivo en su permanente bullicio. Y hoy nuestro viaje lo iniciamos aquí. En el Casco Antiguo de Marbella que huele dulce en la primavera, que se colma de aromas a jazmín, a dama de noche, a azahar. Casco Antiguo que late y que palpita, formando una onda que se extiende desde la Plaza de Los Naranjos hasta Las Chapas, Nueva Andalucía, San Pedro, Puerto Banús, la Concha y Sierra Blanca, y el mar, Mediterráneo que es espejo y reflejo de una ciudad que forma un caleidoscopio de distinto colores, formando tantas realidades como prismas. Hoy nos reservamos una mirada cómplice para una ciudad que guarda secretos para descubrir. Uno de esos primeros secretos es su ingente patrimonio histórico y cultural, una ciudad que alberga al menos tres museos, una iglesia, varias ermitas y capillas, una fortaleza de origen árabe, antiguas casas señoriales del siglo XVI y XVII y uno de los entramados urbanos en su Casco Antiguo mejor conservados de la Costa del Sol. La recomendación primera es acudir a una de las diferentes oficinas de turismo, donde personal especializado nos orientará acerca de las posibilidades de nuestra visita. Marbella posee en su totalidad cuatro oficinas de turismo, la Oficina Municipal de Turismo de Marbella, Glorieta de la Fontanilla, s/n Telf.: (+34) 952 77 14 42 / 952 77 46 93 Fax: 952779457 E-mail: turismo@marbella.es; Oficina Municipal de Turismo de San Pedro Alcántara (Marbella), Avda. Marqués del Duero, 69 (San Pedro Alcántara) Tlf: 952 78 52 52 Fax: 952 78 90 90 E-mail: otsanpedro@marbella.es; Oficina Municipal de Turismo de Puerto Banús (Marbella), Acceso Principal a Poniente Puerto Banús Tlf: 952 81 85 70 Fax: 952 81 85 70 E-mail: otbanus@marbella.es, además de la Oficina de Turismo de la Plaza de Los Naranjos, sita junto al ayuntamiento, y que es la que nosotros vamos a visitar. Marbella posee diferentes aparcamientos públicos con diferentes tarifas. Lo más aconsejable, si no se conoce la ciudad es estacionar en uno de ellos y caminar hasta la Plaza de los Naranjos. Las distancias no son muy largas y un paseo en el centro siempre es un enriquecimiento. Comenzamos la visita en el corazón mismo de Marbella, en la plaza de Los Naranjos. Una plaza rectangular y espaciosa, con un amplísimo surtido de hostelería y que siempre despierta una fragancia delicada y dulzona, particular, que hacen de este lugar punto obligado para la visita turística. Tras armarnos con un callejero y algunos prospectos comenzamos nuestra visita.

La plaza de Los Naranjos

Epicentro de la vida marbellera y marbellí, del trasiego imparable de turistas y comerciantes, de la vida política local. La plaza de Los Naranjos concentra dentro de sus cuatro lados tres edificios destacados de la localidad. El primero de ellos, la Casa Consistorial, un edificio datado en el siglo XVI al que con el paso del tiempo se han realizado diversas reformas en aras de su funcionalidad, pero que aún trasluce el señorío e importancia de su génesis nobiliaria. En su interior (que se puede visitar) destaca el Salón de Comisiones, que era la antigua Sala Capitular. Dos hileras de balcones con forja negra de hierro saludan a la plaza. El edificio cumple las premisas de los circundantes y así aparece pintado de un blanco inmaculado. A la izquierda del ayuntamiento, se sitúa una hermosa construcción, la Casa del Corregidor, que para muchos turistas pasa desapercibida por encontrarse situado en sus bajos un local de hostelería. Es un edificio del año 1552 en cuya fachada destaca un mirador con cuatro arcos en el que confluyen los estilos gótico, renacentista y mudéjar. Bajos los arcos, una balconada de fábrica de ladrillo con un portalón central y dos blasones labrados en piedra a su izquierda y derecha. En la plaza de Los Naranjos también se encuentra el que está considerado como más antiguo edificio religioso de la localidad. Es la ermita de Santiago. Su fecha de construcción se remonta al siglo XV y coincide en fecha con la conquista de Marbella por parte de las tropas cristianas de los Reyes Católicos.

La Virgen de los Dolores y la calle Ancha

Las calles del Casco Antiguo se recogen unas sobre otras y resulta embriagador en colores, aromas, texturas pasear por ellas, perderse, vagabundear... A cada recodo un comercio, una sorpresa, un rincón. Calles que parecen cerradas y a su término se quiebran para dejar paso a otra que cruza o que se escapa por un lateral. Casas blancas protegidas en la sombra, casi silenciosas pese al trajín viajero. Macetas y arriates, flores de todos los colores. Y el blanco inmaculado. Desde la plaza de Los Naranjos tomamos la calle Ortiz de Molinillos hacía arriba, que se transformará en la calle Virgen de los Dolores. Matas de buganvillas de un morado explosivo caen como cascadas sobre el empedrado. Quedan los rastros de sus flores sobre el suelo, como un camino a seguir, una alfombra delicada y sutil. Los restaurantes aún no han colocado sus mesas en la calle, así que la podemos ver en todo su esplendor, con la hornacina azul de la Virgen de los Dolores presidiendo la escena. En la noche, dos velas iluminan el rostro inmaculado. Tomamos la calle de los Remedios, arriba a la izquierda, y desde ahí hacia la derecha la calle Ancha. Sea quizá esta una de las calles más destacadas del casco antiguo. Su nombre delata sus hechuras y la calle Ancha es ancha, no una de esas guasas que subrayan un nombre para decir el contrario. Se presupone una de las calles más importantes de la Marbella antigua, situada de manera inmediatamente posterior a las murallas árabes. La calle Ancha, Con sus antiguas casas solariegas de enormes portalones y zaguanes de adoquines damasquinados. Casas de espectaculares jardines interiores que contienen auténticos vergeles conformados por arriates repletos de plantas y flores, incluso algún limonero. Las calles que derivan desde esta Ancha a izquierda y derecha constituyen un verdadero jardín botánico gracias a sus tiestos de flores y macetas de color colocadas en largas hileras a lo largo de las fachadas de las casas. Como la calle Príncipe, rebosante de verdes o su confrontada calle Princesa. Al final de la calle Ancha se perfila la silueta de la iglesia del Santo Cristo de la Vera Cruz, un templo del siglo XVI, reformado en el siglo XVIII. Destaca el tejadillo de su torre campanario, decorado con cuadros azulejos blancos y azules. La plaza que constituye la antesala del templo se comparte con la antigua Fonda (ya cerrada) y que atraía en los años ochenta a la creme de la creme de la política, el artisteo y el famoseo nacional e internacional, y que servía de espectáculo infantil ver los coches cargados de estrellas pasar, y con el tablao de Ana María, epicentro flamenco de Marbella, tablao de casta, abierto todos los días del año (excepto domingos) a partir de las once de la noche. Tomamos un estrecho callejón situado a la derecha de la capilla.

Las murallas y el Museo del Grabado Español Contemporáneo

Desde el callejón del santo Cristo salimos a la calle Lobatas, una de las vivas y antiguas calles de la ciudad y hasta la que llegaban en tiempos inmemoriales (cuenta la leyenda), lo lobatos jóvenes, de ahí el nombre... Llegamos hasta las ruinas del castillo árabe que permanecen integradas en la ciudad como uno más. Hasta fecha reciente, una de sus murallas era ocupada por los calabozos de la policía local. La fortaleza Árabe de Marbella se situaba a una distancia relativa del mar, ya que permitía otearlo y ofrecía a los viajeros una ruta segura próxima a la costa. Se conservan parte de sus murallas y una torre. Su construcción se sitúa entre los siglos IX y X y para ella se utilizaron materiales romanos como sillares o capiteles jónicos. Bordemos la terrosa muralla, que nos sirve de guía, para adentrarnos de nuevo en el Casco Antiguo. Llegamos hasta la plaza del Santo Sepulcro donde se encuentra la capilla del mismo nombre y a cuyas imágenes muestran profunda devoción los Tercios de la Legión, que brindan al respetable en cada Semana Santa un espectáculo que va más allá de lo religioso y cultural. Es un capilla pequeña, recoleta, que alberga en su interior dos imágenes de gran valor artístico. A la derecha de la capilla, descendemos hasta llegar al Museo del Grabado Español Contemporáneo. El museo, que ocupa el espacio que antes albergara el Hospital Bazán edificado sobre tres antiguas casas árabes, fue inaugurado en el año 1992 y desde entonces se ha convertido en uno de los más importantes espacios artísticos de su género en España. Su colección alberga muchas sorpresas, como grabados de Picasso, Miró, Tapies, Antonio López, Palazuelo o Chillida. De manera regular organiza cursos y talleres de grabado que despiertan gran interés por parte de los aficionados. La entrada al museo cuesta 3 euros por persona (gratuita para jubilados y menores de 18 años), que pagamos religiosamente para adentrarnos en un curioso edifico asimétrico (producto de su original trazado sobre las ya mencionadas casas árabes), pero con itinerario perfectamente señalado. Recorremos en silencio sus estancias, luminosas cuando se requiere, de luz más tamizada cuando resulta obligado. Nos encontramos cara a cara con Picasso (que nos sobrecoge) con Miró (que nos llena de color). En la parte baja, una de las últimas salas, muy hermosa gracias a los arcos que componen una de sus paredes, nos muestra una prensa mecánica utilizada para grabar, para imprimir trabajos. Merece la pena anotar su teléfono, dirección y horarios: Museo del Grabado Español Contemporáneo, C/ Hospital Bazán s/n, teléfono 952.765.741, mail info@mgec.es y dirección web http://www.museodelgrabado.es/. Horario: Lunes de 09:00 a 14:00 horas. De martes a viernes de 09:00 a 14:00 horas y de 18:30 a 23:00 horas. Domingos y festivos cerrado.

El “Hospitalillo” y la iglesia de la Encarnación

Salimos del museo y a la derecha tomamos la calle Pelleja hasta la plaza de Altamirano. Tomamos nota del restaurante Altamirano, pues aquí es donde, más tarde comeremos. Nos adentramos en el Casco Antiguo por la calle Misericordia para cruzarnos con el “Hospitalillo”, el Hospital San Juan de Dios, en pleno proceso de restauración y reforma (muy avanzada) y que se convertirá en un centro cultural. Rodeamos el “Hospitalillo” para por la calle Alderete. El edificio, tal y como se apunta en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol fue, “(fundado por los Reyes Católicos bajo el nombre de hospital Real de la Misericordia), construido en el siglo XVI. Del edificio hoy se conserva la capilla de la Misericordia. En su fachada contrasta la parte inferior, realizada en piedra, con la del campanario, que, siguiendo la costumbre popular de enjalbegarlo todo, aparece encalado. Tiene una portada realizada en piedra y en su puerta de madera están labrados el escudo real y el de la orden de San Juan de Dios. Conserva la techumbre mudéjar”. Rodeado el edificio, regresamos, de nuevo a la calle Misericordia. En una de sus esquinas e integrado en la estructura del Hospital San Juan de Dios se encuentra la capilla del mismo nombre, sede de la imagen de “La Pollinica”, primero de los tronos en salir en procesión en la Semana Santa de Marbella. Destaca, como símbolo religioso, su espadaña y su gran portalón de madera. Si ascendemos por esa calle llegamos hasta la iglesia de la Encarnación. Un templo de grandes proporciones, centro de los actos religiosos de la ciudad y que posee una portada barroca espectacular. Sobre la fachada blanca destaca esta entrada labrada en piedra y completamente historiada con dos columnas que parecen sostener un gran arco rematado en un rosetón y una cruz. La torre campanario, de dos altura, recoge ocho arcos con sendas campanas. El templo está pintado de blanco inmaculado, rematados sus doseles y esquinas de crema oscuro. La Encarnación se construyó en 1618 y su interior posee numerosas imágenes y capillas a cada cual más historiada. En el altar mayor, San Bernabé, patrón de la ciudad. Sobre la portada se encuentra una de las joyas de la iglesia de la Encarnación, el Órgano del Sol Mayor, una incorporación relativamente reciente (es de 1971) y que es una pieza única en su género. En su página oficial http://www.organo-del-sol-mayor.com/ se encuentra abundante información acerca de su construcción, obras interpretadas y conciertos, historia, etc… En la salida de la iglesia se confunden los grupos de turistas con las bodas locales en un crisol de lo que Marbella es, pueblo y ciudad, local y global, tradicional y turística, andaluza y foránea, todo junto y unido y mezclado arbitrariamente en el cóctel perfecto de acentos, religiones, nacionalidades, culturas y gastronomías. Y ahora, vamos a comer.

La comida: Restaurante Altamirano

Regresamos sobre nuestros pasos y optamos por el restaurante Altamirano por ser uno de los establecimientos clásicos de Marbella. Una carta especializada en pescado (frito, a la plancha, etc…) y marisco y al que acuden parroquianos marbelleros, marbellíes y extranjeros a partes iguales. Tampoco es de extrañar ver por aquí a personajes populares. En verano hay que esperar y en invierno, acudiendo un poco pronto se puede conseguir mesa. Tiene el bullicio y el bullanguerío de todas las freidurías, el ir y venir de los camareros, de los clientes. Forma parte de su seña de identidad y es una de las cosas que más chocan a los visitantes, el lío, le trajín, la bulla. Pedimos para dos una ensalada mixta (7 euros), unas gambas plancha (15 euros), un calamar plancha (10,65 euros), una rosada plancha (9 euros) y tres botellas de agua fría de medio litro. Total: 48,50 euros. El pescado está fresquísimo, las gambas delicadas y sabrosas, la ensalada abundante y el calamar parece extraído de otro mundo… Tras la pitanza llega la hora del ver el mar…

La avenida del Mar, la playa, el paseo marítimo

Regresamos hasta la plaza de la Encarnación, junto a la iglesia donde tomamos el callejón Gloria, pasando frente a la tienda “Artículos Religiosos La Paz”, un comercio curioso que sólo vende artículos relacionados con la religión como rosarios, imágenes, escapularios, velas y cirios, etc… Continuamos hasta toparnos con la calle Valdés y de ahí, de frente, a la plaza África. Hemos recorrido el Casco Antiguo de Marbella, repleto de comercios, bullicioso de turistas y de marbelleros, colmado de comercios y de actividad… Zapaterías, perfumerías, joyerías, tiendas de souvenires, restaurantes, tabernas… Desde la plaza África cruzamos Ricardo Soriano, la avenida principal de la ciudad, y aparecemos en la Alameda, un jardín frondoso y tupido, con una hermosa fuente. Puede ser este uno de los puntos más frescos de Marbella, umbrío y tranquilo. Algunos mayores se sientan en sus bancos de piedra o de forja negra, al refugio de la sombra. La fuente se sustenta en un zócalo donde se representan los escudos de las hermandades de la Virgen del Rocío, preciso nombre que se atribuye la fuente. Desde ahí, a la avenida del Mar, una calle peatonal que nos conduce directamente al paseo marítimo. Es la antesala del Mediterráneo, de la playa y el sol, la apertura del Casco Antiguo al mar. En la avenida se hallan una serie de réplicas de diez Esculturas de Dalí realizadas en bronce, apoyadas sobre una base elevada y que representan desde mujeres y niños, hasta animales mitológicos. En la avenida del Mar ya se puede oler a mar brioso, a sal, a abrasas de espeto, a paellas y a crema solar. Una mezcla única en perfumes, una amalgama cromática propia y única de la Costa del Sol. Vemos ya el espejo del mar, azul e infinito. Marbella cuenta con más de una veintena de kilómetros de playas extendidas por todo su litoral, repartidas en 27 arenales, desde las más populares y céntricas como la Fontanilla, la Venus o la del Cable, hasta las de Puerto Banús, Costabella, Bahía Marbella, Pinomar, Los Monteros o Cabopino (con puerto deportivo incluido y una parte nudista). El Paseo Marítimo discurre junto a la arena y en él se concentra gran parte de la oferta hostelera de la ciudad, desde el afamado Restaurante Santiago hasta restaurantes indios, tailandeses, internacionales, andaluces, heladerías, etc… Si miramos al mar y caminamos a la izquierda llegaríamos hasta el puerto pesquero de la Bajadilla, con un buen puñado de restaurantes especializados en pescado como el Hogar del Pescador, el Luca, la Relojera o los Cañizos. Si caminamos hacia la derecha podríamos llegar hasta Puerto Banús y San Pedro Alcántara pasando por Río Verde a través de un extenso paseo de adoquín primero y de albero después. Tomamos esta dirección para dirigirnos hasta el Puerto Deportivo de Marbella, cuya cubierta superior ha sido recuperada y en ella se ha instalado un parque de suelo de piedra, con tejadillos de madera para refugiarse del sol y un amplio parque de juegos infantiles. Puerto Deportivo que tiene en sus locales inferiores uno de los lugares del ocio nocturno de la ciudad. Nos sentamos, descansamos, dejamos que el sol nos temple la piel. Escuchamos las drizas de los barcos golpeando contra los mástiles como consecuencia del viento. Gualdrapea alguna vela al ser recogida. Hemos decidió ir hasta Puerto Banús de una forma distinta. En barco.

Puerto Banús

Desde el Puerto Deportivo hay una línea regular de barcos que comunican Marbella con Puerto Banús. Una de las compañías es Fly Blue con salidas desde los dos puntos a horas determinadas, comenzando a las diez de la mañana y terminando a las siete y media de la tarde. Los adultos pagamos 15 euros para el trayecto de ida y vuelta, los niños 8, 50 euros. Si sólo quisiéramos ida en cualquiera de los dos sentidos, adultos 8,50 euros y niños 5 euros. Más información en la página web http://www.fly-blue.com/. Cogemos el barco de las 16:00 horas. Se nos ofrece una perspectiva muy distinta de la costa, con la cima de la Concha al fondo, creando el microclima especial de la ciudad al retener el calor del terral y el frío y los chubascos de la serranía rondeña y de la Sierra de las Nieves. En apenas media hora hemos llegado a Banús, nos sentimos ciertamente privilegiados al codearnos con los enormes yates que atracan en el puerto, auténticas mansiones flotantes de más de treinta metros de eslora y con hasta tres y cuatro pisos de altura. Paseamos por Banús. Los turistas tiran fotografías aquí y allá, a los coches más lujosos, a las embarcaciones más destacadas. Los propietarios de los coches y de las embarcaciones se dejan ver y fotografiar como si esta expectación que despiertan no fuera con ellos. Las tiendas de marcas más punteras imperan en primera línea, así como multitud de restaurantes de todos los precios y clases. Pasear por Banús es ver y comentar y cotillear. Por la noche se transforma y chicos y chicas se ponen sus mejores galas para disfrutar en la segunda línea de puerto, donde se encuentran la mayoría de bares y discotecas. Presidiendo Puerto Banús, su torre de control, a su sombra una pequeña capilla de la Virgen del Carmen, patrona del mar y de los marineros. Puerto Banús es uno de los centros de turismo internacional y provoca siempre la curiosidad de los turistas y visitantes, un modelo de puerto deportivo que ideó el arquitecto José Banús y cuya construcción e inauguración se remonta a 1970. La página web del puerto, http://www.puertojosebanus.es/, detalla su historia, tarifas, servicios, etc… Incluye además un tour virtual para conocer mejor el lugar. Lo recorremos entero, caminamos por el espigón exterior, sentimos la brisa del mar sobre el rostro y observamos con detalle la maniobra de atraque de un gran yate. Nos sentamos y nos dejamos llevar por la imaginación. Esto también es Marbella.

Despedida

Aún con el blanco de las calles en la retina. Aún con la brisa del mar sobre nuestra piel. Aún con los aromas a sal y a espeto impregnándonos. Aún con los garbados impregnando nuestro deseo. Aún con el sabor del calamar sobre nuestros labios. Aún en Marbella y fuera de ella. Marbella vive dos vidas, Marbella es dos ciudades. Marbella vive dos vidas, dos vidas que son una sola ciudad. Nos quedamos.

Consejos y enlaces de interés

Marbelleros y marbellíes: En Marbella se realiza una diferencia entre marbelleros y marbellíes. Se considera marbelleros a los nacidos en la localidad y marbellíes a aquellos que viven en la localidad, pero no han nacido en ella. De aquí que aparezcan, algunas veces diferenciados, los dos vocablos a lo largo del texto.
Museo Cortijo de Miraflores: (C/Luis Morales y Marín, s/n. Tlf: 952 902 714), ubicado en un edificio de principios del XVIII sometido a una profunda reforma, alberga varias salas de exposiciones temporales y, como fondo permanente y característico, un viejo molino de aceite y todos los accesorios que intervenían en el proceso la para obtención de este producto. Alberga de manera habitual conferencias, charlas y…¡bodas!
Museo del Bonsái: (Avda. Dr. Maíz, s/n. Tlf: 952 862 926) está considerado como uno de los más completos en su género de toda Europa. Su colección de olivos silvestres llama poderosamente la atención, así como las miniaturas de los pinsapos, una especie autóctona en peligro de extinción. Entre sus ejemplares se cuenta con uno donado por el ex presidente del Gobierno, Felipe González, aficionado a esta práctica de jardinería.
Feria y Fiestas de San Bernabé: Se celebran en el mes de junio (día XXXX) y en ella se conjugan todas las esencias de las ferias malagueñas. Tapas, comidas, baile y cante en el Arroyo de la Represa durante la feria de día y jolgorio en el recinto ferial por la noche.
Semana Santa: Destaca la Semana Santa de Marbella por transcurrir en su mayor parte por las calles del Casco Antiguo, haciendo que los tronos cobren prestanza frente a las paredes encaladas, realizando un recorrido por exiguas calles que obligan a los hombres y mujeres de trono a realizar auténticos equilibrios. La magnificiencia de los tronos y de toda la imaginería que los acompaña.
Enlaces de interés: Además de las ya citadas a lo largo del relato, tomamos como referencia la páginas web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web del ayuntamiento de Marbella y la específica de la delegación de Turismo de la localidad.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.