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EN / 17 MONTES DE MÁLAGA: Corazón verde

martes, 29 de noviembre de 2011

Mira a la ciudad desde su posición de altura. Dibuja con la yema de sus dedos arbóreos, picudos, el trazo que forma la bahía de Málaga, la semicircunferencia aristada de edificios, de casas apretadas, de calles improbables, de arácnidas grúas portuarias. Y desde allí, desde el verdor esmeralda de sus cimas, envía un hálito de vida que inunda la capital como un manto. Respiran los Montes de Málaga y las briznas de hierba inundan el aire capitalino, las pinazas revolotean y tocan el mar. Se confunde el penetrante aroma de los pinos con el perfume denso de las ollas rebosantes de callos y de coles, de los almuerzos serios y contundentes de las ventas que salpican el camino viejo de Colmenar. Montes de Málaga vive en lo alto de la ciudad, que parece querer encaramarse a sus laderas y, desde esta posición privilegiada contempla el trasiego de la vida cotidiana. Respiran los montes, respiran. Inspiran, espiran.

Una aproximación

Una masa densa de pinos, apretados, de color esmeralda tras el rocío de la mañana, marca el límite del parque natural. Bordea la carretera serpenteante que une la capital malagueña con el municipio de Colmenar, una vía que asciende y asciende, que parece revolverse sobre sí misma, como una víbora. A su vera, se pierden las construcciones antiguas, desportilladas algunas, desvencijados los antiguos cortijos de patio ancho. Salpican el recorrido las ventas de oficio inmemorial que si en el pasado alimentaron en su caminar a los arrieros a base de comida sobria, ahora hacen deleite de sabaderos y domingueros capitalinos que se asoman al parque natural para degustar su celebérrimo Plato de los Montes, siempre acompañado de los pucheros tradicionales que airean su perfume entre los pinares. Carreteras transitadas por ciclistas y andariegos, parque natural surcado por rutas senderistas que van desde los miradores naturales hasta las umbrías serenas. Parque Natural el de los Montes de Málaga que cuenta con dos centros de interpretación, el Lagar de Torrijos, magnífico etnomuseo, y el Aula de las Contadoras, de dos zonas de acampada libre organizada, de cientos de caminos y trochas por recorrer. Nuestra visita irá desde el Lagar de Torrijos y sus inmediaciones, hasta el Mirador del Pocopán. Visita en la que nos cruzaremos con un nutrido grupo de scouts, con aguerridos ciclistas, con senderistas animosos, con sabaderos vocingleros, con el sonido de un río y con el color de otoño pintado en la copa de los árboles.

El Parque Natural de los Montes de Málaga

Un Parque Natural que ha sufrido los embates de la naturaleza y del ser humano. La naturaleza en forma de inundaciones, de filoxera. El ser humano en forma de incendios devastadores. Estos hechos han provocado a lo largo de su historia que el perfil faunístico y florestal de Montes de Málaga haya cambiado con el paso de los años. Las encinas, alcornoques, madroños, lentiscos y quejigos en algunas zonas húmedas, tuvieron que ser sustituidos por pinos de repoblación. Tras la llegada de la filoxera, que acabó con las viñas y en gran parte con el trabajo del que proveía la zona, el campo se abandonó a su suerte, los múltiples lagares que se asentaban en sus laderas cerraron y desaparecieron (a excepción del de Torrijos). Además, las grandes lluvias torrenciales (diecisiete registradas en el siglo XIX y dos en el XX) arrasaron con parte de su bosque primigenio llegando hasta la capital de la provincia. Las autoridades se vieron en la obligación de restaurarlo hidrológicamente con el embalse del Limonero y con la repoblación de sus montes con pino carrasco. Poco a poco, la vegetación original se va recuperando y se pueden ver algunos grupos de encinas y alcornoques creciendo en el parque. En 1907 comenzó el plan hidrográfico para salvar a Málaga de las inundaciones. En 1921 se construyó el Pantano del Agujero. En 1930 comenzaron las primeras actuaciones forestales encaminadas al encauzamiento del río Guadalmendina. En 1975, Montes de Málaga fue incluido en el inventario de Espacios Naturales Protegidos. En 1986 se adscribió al catálogo de Espacios y Bienes Protegidos de la provincia de Málaga. En 1989 recibió la calificación de Parque Natural.
Pino carrasco, pino negral y pino piñonero constituyen la principal masa forestal, con la regeneración natural del entorno, comienzan a verse algarrobo y alcornoque, a la vez que la presencia de matorral se está haciendo más evidente con matagallos, aulagas, tomillo, romero, jara blanca o cantaueso. Dado su carácter agrícola, en algunas zonas del parque se observan también olivos y algarrobos.
La fauna tiene su representante de mayor envergadura en el jabalí, del que algunos ejemplares pueden alcanzar hasta los 180 kilos de peso. Del mismo modo a parecen turones, comadrejas, gatos monteses, garduñas, jinetas, conejos, liebres, zorros, etc. Pero si destaca alguna especie es el camaleón, ya que Montes de Málaga es uno de los pocos enclaves en la provincia en el que habita. La presencia de aves es constante y no es raro observar las evoluciones del águila culebrera, cernícalos, lechuzas, azores ratoneros, gavilanes, chotacabras o alondras.
El Parque Natural de los Montes de Málaga es un espacio amplio, de gran extensión, de riquísimo ecosistema y muy visitado por los habitantes de la capital. Ocupa un total de 4.995 hectáreas, de las cuales el 96% pertenecen a Málaga y el restante 4% a Colmenar y Casabermeja.
La visita de hoy nos llevará a conocer el Lagar de Torrijos y sus inmediaciones, para descubrir después la zona del Aula de las Contadoras y llegar hasta el mirador de Pocopán.

El Lagar de Torrijos y su entorno

Ascendemos, ascendemos, serpeamos entre las curvas de la carretera vieja de Colmenar. Dejamos atrás la ciudad, las primeras ventas, el eco de la ciudad. El paisaje, cada vez más apretado de pinos, perfumado de bosque, asciende y asciende. Aparece, tras un buen trecho colmado de vueltas y revueltas, reposada en una curva, la Fuente de la Reina, junto a un bar en el que una manada de motocicletas reposa el desayuno, como antiguas mulas de arrirero. Continuamos el ascenso, hasta que una indicación a la izquierda señala Ecomuseo Lagar de Torrijos. Hemos bordeado el límite del parque natural y ahora, nos adentramos de lleno en él. Circulamos por una pista asfaltada, estrecha, que desciende hasta el corazón mismo del verde. Se pintan aquí y allá los colores del otoño. Ocres y naranjas y marrones. Descendemos hasta el fondo del valle tras dos kilómetros de recorrido y estacionamos el vehículo. Abrimos la puerta y una vaharada de intenso aroma a tierra húmeda nos saluda, a pinar vivo, a bosque. No se asoma el lagar hasta caminar tras una ligera curva.
Se mantiene, blanco e incólume, entre los colores ocres del otoño. Es un edificio de rasgos poligonales, casi cúbicos, que vive en el aliento del bosque como un ser más de los Montes. Único lagar que se mantiene en pie entre los cientos que había antes de la llegada de la temible filoxera en el siglo XIX, que terminó con el tradicional cultivo de la vid en la zona. El Lagar de Torrijos es un lugar vivo, dinámico, es uno de los dos puntos de referencia del parque natural junto con el Aula de Naturaleza de las Contadoras.
La empresa Educare Aventura (www.educare-aventura.com) es la responsable de que este edificio de 1843 se mantenga en funcionamiento. Desde aquí se organizan visitas guiadas para grupos y escolares, rutas de senderismo, talleres de elaboración de pan artesanal, múltiples actividades que ayudan a conservar el entorno, rico en bosques umbríos y en murmullos de agua. Toda la información, horarios de apertura, índice de actividades etc, se pueden consultar en la página web de la empresa
Tal y como se apunta en uno de los paneles informativos, “Un lagar es literalmente, una casa cuya parte principal se destina a la elaboración de vinos, predominando el elemento funcional sobre la comodidad. El Lagar de Torrijos no solo es un prototipo de las edificaciones típicas de los montes, sino que además en él tendrás la oportunidad de contemplar algunos de los instrumentos, máquinas y aperos empleados en las labores agrícolas y de transformación que constituían la base económica de la población de este territorio. El Lagar de Torrijos se ha conservado hasta nuestros días con todos sus detalles. El lagar propiamente dicho, con su prensa de viga en su parte más accesible de la casa (para facilitar la entrada de las uvas), la sala de fermentación, la bodega, los hornos de pan (donde se cocía un pan cateto riquísimo), el molino de aceite, etc. y la parte superior de la construcción que se destinaba a vivienda”. Entramos, tocamos, observamos. Huele a pan. En el horno late el color cobrizo de las brasas, que parece respirar de manera propia. Con la ayuda de Gabriel, el responsable del lagar, nos ubicamos en tiempo y espacio, en la necesidad de conservar el patrimonio etnográfico como muestra del pasado reciente, el patrimonio natural y el entorno como una promesa del futuro próximo. Charlamos. Un grupo entra. Tiramos una, dos, cinco fotografías. El lagar está en impecable estado de revista y su colección de aperos y útiles es rica y original. Paseamos por sus diferentes estancias y nos asombra la temible envergadura de la viga de prensa principal. Hacemos un ejercicio imaginativo, y no resulta difícil ponerse en situación. Dibujar un arriero con su reata de mulas, de burras, de pollinos cargados los cestos de uva recién cortada, dejar que transite por estos pagos, que se lleve a la mano las herramientas. Imaginamos.
Salimos del recinto y descendemos hasta el cauce del río. Es este un lugar magnífico. El entorno del lagar está rodeado de una zona recreativa concurrida los fines de semana, además de una zona de acampada libre organizada (una de las tres que hay en el interior del parque, las otras dos se encuentran en la zona de El Cerrado). Recorremos alguno de los senderos. Este es un lugar magnífico. El murmullo del arroyo, el crujido del alfombrado de hojas secas bajo nuestras pisadas, el trino distraído de los pájaros, los pasos de una pareja de senderistas que saludan y continúan su camino. Precisamente desde aquí parte un sendero que es columna vertebral del parque y que comunica el Lagar de Torrijos con el llano de las Contadoras, del que parten, dos senderos más, en cinco kilómetros que transcurren entre la sombra del bosque apretado. Mesas de madera dispuestas para recibir a un grupo de scouts del que vemos su bandera y sus tiendas de campaña y al que encontraremos algo más tarde en nuestro recorrido por los montes.

El Aula de las Contadoras y el Mirador del Pocopán

Además de por el interior y gracias al sendero antes mencionad, también se puede acceder hasta el Llano de las Contadoras en coche. Partiendo de la Fuente de la Reina un panel nos indica la presencia del Aula de las Contadoras a dos kilómetros de distancia. No tiene pérdida. Una pista nos acercará hasta el monolito del lugar, otro de los emblemas del parque, ya que se erigen en los lugares considerados importante cruce de caminos e indican las direcciones y distancias hasta puntos destacados como antiguos lagares, casas, miradores e incluso hacia las poblaciones de Colmenar o Casabermeja. Estacionamos. Dentro de las varias posibilidades que nos ofrece el parque desde aquí hemos optado por realizar el camino que nos llevará hasta el Mirador del Pocopán, por ser la ubicación de este un cerro alto y casi aislado que permitirá tener una visión circular no solo del parque natural, sino también de algunas de las más importantes sierras de Málaga. Es un recorrido lineal de ida y vuelta con 2,5 kilómetros de longitud, que transcurre por pista de tierra compacta, de dificultad media y que se puede realizar en aproximadamente una hora y media.
Antes de iniciar el camino, es necesaria hacer una referencia al Aula de las Contadoras. Tal y como se indica en su página web (www.contadoras.org), “El Aula de las Contadoras es un Centro de Educación Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía gestionado por la Sdad. Coop. And. Aula de la Naturaleza Montes de Málaga. Las instalaciones cuentan con calefacción, chimeneas, piscina, laboratorio, pista deportiva, salas audiovisuales, cocina y comedor”. En sus dependencias se desarrollan diversos programas destinados a la preservación del medio ambiente con escolares, formación de voluntariado ambiental, cursos de fin de semana, etc. Desde el hito del llano se puede acceder hasta sus instalaciones. En su web se encuentra toda la información, contactos y actividades del centro.
Precisamente, para llegar hasta el Mirador de Pocopán, tenemos que dejar el camino que lleva hasta el aula a la izquierda y continuar por un tramo de pista perfectamente accesible.
El paseo es tranquilo y gratamente concurrido, sin estar masificado. Discurre por un carril de pista transitado por grupos y parejas de ciclistas, por algunos rápidos andariegos y por el grupo de scouts que pernocta en las inmediaciones del Lagar de Torrijos. Precisamente, nos hemos cruzado con ellos en el Llano de las Contadoras, han recorrido caminando el sendero desde el lagar y van a realizar nuestro mismo itinerario hasta el Mirador de Pocopán.
El bosque se aprieta en las riberas de la senda, un bosque de color verde vivo, brillante por el rocío de la mañana, casi esmeralda. Nos permite entrever las colinas próximas que desciende progresivamente, sin producir cortes radicales en el paisaje, suavizando el horizonte en el que brilla el mar y se mueven las grúas del Puerto de Málaga. Entre los árboles se vislumbra el conjunto del Aula de las Contadoras, como un refugio para caminantes al abrigo de los pinares. – Buenas, buenas, hola, hola, buen día, buen día.- Nos cruzamos con otros senderistas. Crujen la botas sobre la grava. Cuán distintos paisajes nos ofrece el parque natural. El más umbrío y cerrado del entono de Torrijos, con este más luminoso. Un contraste que se complementa a la perfección y que ofrece dos rostros del mismo espacio.
Sobre una colina, divisamos la casa que marca el Mirador del Pocopán. Se encuentra a una altura considerable y para llegar hasta él habrá que tomar la senda de un cortafuegos. Precisamente para evitar incendios devastadores, también se observan los resultados de las tareas de limpieza, en las que se desbroza el matorral para evitar cobijos a las llamas y se mantienen las anchas avenidas de los cortafuegos como vastos cinturones de seguridad. Se talan algunos árboles para evitar males mayores. Más aguerridos ciclistas, un buen grupo que se espera. Algunos de ellos, sentados, toman barritas energéticas para recuperar fuerzas. Escuchamos las voces apagadas de los scouts unos cuantos metros por detrás de nosotros.
Para ascender hasta el mirador tenemos que tomar la senda del cortafuegos. Para la subida es el mejor de los dos posibles caminos, sin embargo, para el descenso recomendamos que se baje por la parte de atrás, algo menos pronunciada y sin piedra suelta para evitar alguna caída.
Las vistas son inmejorables. Rodeado de encinas, con las huellas leves del ganado ovino y caprino formando estrechos hilos de senda, se abre ante nosotros un mirador espectacular, desde el que se divisa gran parte de la Bahía de Málaga, el Puerto de las Pedrizas, las sierras de Jobo y Camarolos, las sierras Gorda y de San Jorge, los tajos de Gomer y Doña Ana, la sierra de las Cabras, el Torcal, la sierra de las Chimeneas y la del Valle de Abdalajís.
Se sitúa el mirador al abrigo de una casa, con una altura de 853 metros y en una colina casi aislada del resto, lo que permite tener una visión de 360º sobre el parque natural. La panorámica es espectacular. Hacia el sur, espejea el Mediterráneo que baña las costas de la provincia con su embate suave y caprichoso, hacia el este, el oeste y el norte, el arco calizo de Málaga, las moles graníticas que cortan barrancos y configuran el paisaje y el paisanaje. Nos sentamos, contemplamos. No queremos regresar, pero el aroma de los pucheros y del plato de los montes en las ventas tiene también un influjo poderoso, como un sortilegio.

Despedida

El sol se abate muellemente sobre el mar, con una cadencia de lentos compases, como en un baile sutil y ligero. En el recorrido tiñe de púrpuras y naranjas el cielo que hasta ese momento era azul. Poniente es una fiesta de colores y sobre levante comienza a pintarse un velo oscuro de noche. Las luces capitalinas comienzan a titilar, con timidez, casi una a una, y dibujan un nuevo mapa sobre la bahía. Reina el silencio en el mirador del Pocopán, la espalda apoyada sobre la pared, aún caliente, de la caseta de cuento que se yergue en su cima. El atardecer desde aquí es solo para nosotros. No se puede fotografiar, hay que venir a vivirlo.

Enlaces de interés y consejos útiles

Gastronomía: Para poner colofón a la ruta es perentorio degustar cualquiera de los paltos de cuchara que se ofrecen en las múltiples ventas que salpican la carretera vieja de Colmenar. Puchero, coles, callos, la variedad es finita pero deliciosa y contundente. Pero si hay algo que destaca es el nada calórico Plato de los Montes, que después de un buen recorrido senderista es de muy buen apreciar. Es variado y depende de la venta, pero tiene el denominador común de lo nada sobrio. El Plato de los Montes suele llevar lomo en manteca colorá, acompañado de patatas fritas, chorizo, huevo frito, morcilla y pimientos fritos, entre otros. Se dice que tiene su origen a finales del siglo XIX y principios del XX, en la comida enérgica que se ofrecía a los arrieros que cruzaban los montañosos accesos a la capital con sus burros y mulas cargadas. Se ha transformado en un clásico de los domingos de otoño e invierno, cuando las ventas se transforman en un hervidero de gentes, deseosas de degustar tan deliciosa contundencia.

Enlaces de interés: Toda la información aparece en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol Occidental y en la web especializada de la Junta de Andalucía, la Ventana del Visitante. Los ayuntamientos de Málaga, Colmenar y Casabermeja lo incluyen en sus webs. en las entradas correspondientes a los tres municipioso en este blog también se puede encontrar información útil para su visita, gastronomía, patrimonio histórico y cultural , actividades, rutas senderistas, etc.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural Protegido.


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EN / 16 LA FALLA DEL CAMORRO: La roca partida

martes, 15 de noviembre de 2011

Abrazado por un cinturón de pinos, surge la falla como un espigón recortado contra el cielo. El Camorro nos mira, nos evalúa, nos reta con una impostura similar al de una estatua griega. La En su perfil se observa oquedad de la Cueva de Belda, como una herida sobre la montaña, una promesa de entrada a un laberinto único. La Falla de la Sierra del Camorro asemeja a un buque varado entre los campos de olivos, un pecio arrojado sobre la tierra. Tierra partida, fraguada en fuegos primigenios que provoca la hendidura de la falla como una cicatriz sobre la superficie. Allí está, sublime e impresionante, esperando que lo coronemos, que nos acerquemos hasta su falda, que desentrañemos los secretos de la tierra y del demonio que, dicen las leyendas, habita en su interior.

Una aproximación

La Falla del Camorro y su sierra coronan la testa de Cuevas de San Marcos, que extiende sus dominios desde la plácida cuenca del río Genil hasta más arriba de la Cueva de Belda. Engaña este territorio de la Sierra Norte (Nororma) con sus suaves ondulaciones trufadas de olivos. También se asoman los cerros a barrancos invisibles y permiten que la tierra hable a través de montañas imposibles.
La falla es producto de la brutalidad de la naturaleza, de las fuerzas inconcebibles que aprisionan y mueven y desplazan y rompen y elevan las rocas. El macizo es el resultado de la acción de fuerzas compresivas que provocaron fracturas independientes en la tierra, hasta que el macizo montañoso se elevó y desplazó en dos sentidos adquiriendo la forma actual. Esta fisura dejó a la intemperie diferente material kárstico, muy susceptible a la erosión, formando oquedades, recovecos y cuevas destacadas como la de Belda.
Su difícil acceso y su posición privilegiada propició que los árabes construyeran en lo más alto de la falla la antigua ciudad de Medina de Belda. Desde la altitud se otean los caminos cordobeses y granadinos sin pudor, observando cómo se elevan hacia el cielo las columnas de polvo generadas por las máquinas de labrado.
Miramos hacia arriba, hacia el punto más alto y dejamos que la mañana comience a pintar la cima del Camorro.

Monumento Natural Falla de la Sierra del Camorro

Declarada Monumento Natural en 1999. Tiene una superficie muy extensa para su catalogación, con 1.086.057 metros cuadrados que no solo incluye a la falla, si no al macizo completo de la sierra. Aunque los monumentos naturales son una figura de protección destinada a conservar un elemento concreto de reducidas dimensiones, la Falla del Camorro es una excepción, ya que resultaría imposible concebir la falla sin el conjunto de la sierra.
En su extensión destacan el pino carrasco, la aulaga, la cornicabra, el espino negro y las orquídeas. Destacar la presencia de algunas encinas centenarias, testimonio del primitivo encinar que poblaba la zona.
Entre la fauna se encuentran zorros, conejos, liebres, y perdices, así como búhos reales, águilas perdiceras y buitres leonados. Pero si por algo se destaca la falla es por albergar una importante colonia de murciélagos, que aprovechan las cavidades y oquedades de la roca para buscar refugio.
En este entorno hay que destacar tres elementos, la Cueva de Belda, Medina Belda y el Centro de Interpretación Senda de los Milenios.
Este último, de reciente inauguración, es el primer paso para acercarse a la falla del Camorro. En su interior, gracias a una serie de paneles y elementos didácticos se explica al visitante el origen y formación de este monumento natural y sirve como somera guía de la comarca de Nororma y del municipio de Cuevas de San Marcos. Es un edificio moderno que ha adaptado su construcción a la orografía del terreno.
La Cueva de Belda, tal y como apunta la web municipal: “Está ubicada en la Sierra del Camorro. Presenta una orientación N-S y unos 350 m. de desarrollo. Tiene un alto valor arqueológico, geológico y biológico. Constituye una galería de origen cárstico, con formaciones de estalactitas y estalagmitas. La boca de esta cueva es de forma ovalada y grandes proporciones, midiendo 6 por 12 metros, con una serie de escalones labrados en la roca. Por un alto y estrecho corredor se llega a la primera sala, donde se han encontrado los hallazgos más interesantes, además de la cerámica, se encontraron los restos de ocupación humana que quizás corresponderían a un posible enterramiento. Tiene elevadas cúpulas y tres lagos interiores fácilmente accesibles, enormes columnas de piedra de más de un metro de diámetro y recovecos de singular belleza. Es una de las zonas de refugio de murciélagos más importantes de Europa”.
Sobre Medina Belda se cuenta que “Ptolomeo, en su Geografía, habla del poblado de Belda en el año 298 a. de J.C. Durante la dominación, Belda fue de las ciudades más ricas de la Bética. Se ha hallado un féretro de bronce, ánforas y monedas del Bajo Imperio Romano. En la cumbre del Cerro del Camorro hay huellas de la población musulmana, siglos XIII y XIV, pavimentos de habitaciones, trozos de muros estucados, restos de cerámica del tipo de cuerda seca, y parte de los cimientos del castillo”.
Con todos estos datos en el zurrón, comenzamos.

La visita: Hasta la Cueva de Belda

Un panel indicativo nos señala el tiempo y duración del primer tramo del recorrido PR- A 234. Cueva de Belda (17 minutos, 953 metros). Nos hemos pertrechado. La mañana de otoño es húmeda, aún quedan restos de rocío sobre la hierba que araña nuestras botas. Huele intenso, húmedo, a tierra mojada y mullida. Comenzamos el camino bordeando el cinturón de pinos que abrazan al Camorro, un bosque silencioso y gris, sembrado de rocas caídas desde las paredes de la sierra. Nada se oye más que nuestros pasos. Parece vigilarnos el bosque, medirnos. Es un camino hermoso y mullido, de suave pendiente en este primer tramo. El Camorro se esconde entre las copas de los árboles y consigue, pese a su magnitud, no asomar.
Antes de inciar el ascenso directo, caminamos diez metros más para disfrutar de un descampado poblado por árboles y observar el macizo en su conjunto. Se abre la mañana destrás de la montaña, como un manto de luz que pintara la campiña, los altos árboles. Se escuchan los trinos de los pájaros y el eco que rebota en los farallones de piedra de la sierra. Cuevas de San Marcos vive aquí a través de esos ecos, que nos traen una sombra del tráfago cotidiano en el municipio, el ladrido de algún perro.
El camino se introduce hacia el bosque y los árboles se tumban a su paso, como si se tratara de un juego de equilibrios. El problema radica en el fuerte desnivel y en la presencia de rocas bajo la superficie, que impiden que los grandes pinos carrascos enraícen con fuerza. Este hecho provoca una sensación de leve mareo en el caminante, que permanece erguido y recto sobre la senda, mientras todo alrededor se inclina y parece caer. De hecho, son muchos los fragmentos de árboles antiguos caídos sobre la ladera.
El bosque se va despejando y aparece ante nosotros el tajo brutal, cortado a pico, cincelado por las manos de una naturaleza antigua.
Nos asombra y magnetiza lo que tenemos delante de nosotros, pero más aún si cabe el paisaje que se nos abre detrás. El pantano de Iznájar pertenece ya a la limítrofe Córdoba y remansa el río Genil. La boca del embalse se abre hacia nosotros y nos permite contemplar la lámina de agua azul espejeando sobre las tierras ocres y parduzcas del olivar. Las colinas se mecen entre las hileras de olivos, trazadas casi a escuadra y cartabón.
El camino continúa, húmedas las rocas, conviene presentar atención de por dónde se pisa. La senda está perfectamente adecuada e incluso hay algún tramo que se ayuda con pasamanos y refuerzos de tronco sobre el piso. Llegamos así hasta una verja cerrada de la que parte una escalera metálica hacia la boca de la Cueva de Belda. No está permitido el paso y se observan algunas herramientas de albañilería que indican su proceso de rehabilitación y transformación. Huelga decir que hay un modo de traspasar la verja, nada sutil, pero algo escondido para aquellos que quieran al menos asomarse.
Las vistas desde aquí son espléndidas, así que nos sentamos un tanto sobre un bancal de madera a observar. La falla gigantesca, los farallones de piedra que se elevan hacia el cielo nos cubren las espaldas.
La idea que teníamos era completar el recorrido circular que nos llevaría por el sendero ya caminado, por la falda de la sierra hasta el ascenso a Medina Belda. Parece ser que las últimas lluvias han cerrado un tanto el sendero, así que optamos por descender y reiniciar el camino en sentido inverso.

La visita: hasta Medina Belda

El camino hasta Medina Belda no resulta en absoluto complicado, discurre por una pista en buen estado, el “carril de la cantera” que lleva hasta las antiguas canteras y que es practicable en coche durante bastantes metros. Optamos por caminar y dejar que el paisaje se vaya descubriendo a cada paso. Cuevas de san Marcos aparece y desaparece entre los árboles, dejando que las colinas de olivos asciendan y desciendan a su antojo.
A cada tanto, el camino nos reserva una sorpresa, un cartel realizado en madera que nos indica el nombre latino y castellano de una planta de terminada, así nos vamos encontrando desde romero y torvisco, hasta higueras y tomillo blanco o mejorana. Caminamos con tranquilidad, con la ruptura de la falla siempre ante nosotros. El sol se eleva en el horizonte y pinta en cada ocasión un tramo mayor de sierra. El ambiente a nuestro alrededor se calienta y templa. Llegados a un punto la carretera se bifurca, se estrecha hasta transformarse en un sendero impracticable para los automóviles. De frente retomaremos el camino que nos conduciría hasta la entrada de la Cueva de Belda, a la derecha nos llevaría hasta el primer tramo de ascenso a Medina Belda. Nos asomamos al primer camino para comprobar el estado del piso y decidimos por ascender directamente hasta la antigua ciudad nazarí. Los antiguos pobladores decidieron establecerse en las alturas por dos motivos principales, el refugio natural que suponía este nido de águilas y su posición geoestratégica que permitía otear todo el horizonte surcado de caminos.
La mañana de otoño es hermosa y fresca. Las piedras mantienen aún el relente de la noche, del rocío de la madrugada. Ante nosotros, un panorama inmenso. El embalse de Iznájar a nuestra derecha, los olivos al frente y a la izquierda. Nos sentamos. Nos sabemos, en este instante, unos privilegiados.

Despedida: la visita del diablo

Cuenta la leyenda que la oquedad de la Cueva de Belda estaba habitada por un demonio. El aroma a azufre que se desprendía desde el interior de la cavidad y los reflejos que pintaban sus paredes así lo constataban. Un grupo de soldados cristianos pernoctaron una noche en las proximidades de la cueva y su encuentro con el supuesto diablo fue inevitable. Ante el hecho el gobernador de Antequera envió a un clérigo para acabar con esta pérfida imagen de Satán. De nada sirvieron sus exorcismos ante la sabiduría del diablo. El monje, ya derrotado, se arrancó la cruz que llevaba al cuello y en una última y desesperada invocación dijo: “Con esta cruz yo te ato”. Así fue. Desde entonces el diablo desapareció de la cueva y nadie nunca lo volvió a ver. En la época de la reconquista, la musulmana Belda fue rebautizada como Cuevas de San Marcos, debido a que el macizo en el que se encuentra la cueva tiene forma de león, imagen tradicional del evangelista. Pero dicen, dicen, que esto es solo una leyenda.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, la página web municipal de Cuevas de San Marcos que ofrece todos los datos necesarios para visitar el monumento natural. Del mismo modo, en este blog también se puede recoger toda la información del municipio de Cuevas de San Marcos en su entrada correspondiente al 1 de noviembre.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de esta Reserva Natural.


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