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07 VALLE DE ABDALAJÍS: BAJO EL PEÑÓN

martes, 26 de mayo de 2009

Valle de Abdalajís, Abd-El-Aziz, hijo de Muza. Valle de Abdalajís que antes fue Nescania. Valle de vuelos altos, vista de águila, volar, sueño del hombre. Valle de Abdalajís apretado sobre un roquerío de grises y blancos. Valle de olivo y cereal. Valle de Andalajís de inquieto pasado romano, árabe, celta, íbero, púnico... Valle de Andalajís, centro geográfico de la provincia de Málaga. Valle de Abdalajís, parada y fonda del caminante andalusí. Valle de Abdalajís desde las alturas, desde el cielo, desde el aire. Valle de hombres y de pájaros. Valle y montaña.


On the road y algunos datos


Se observa, al fondo, el roquerío calizo, casi blanco al final de cuya ladera se encarama Valle de Abdalajís. Los campos que lo rodean parecen un puzzle, una combinación de telas superpuestas que se asemejan a un patchwork. Se compone del verde de los olivos, del amarillo del cereal. Todo son lomas y cerros. Algún cortijo aquí y allá, blanco sobre el amarillo. Es un deleite conducir despacio por esta estrecha y sinuosa carretera que une Álora con Valle. Se ven caballos, se escucha, en la quietud de la mañana algún relincho. El trigo está alto, los olivos de profundo verde. Las rocas señalan sus propios hitos sobre el horizonte. Todo el campo está serpenteado por innumerables caminos rurales. Hace apenas 5 kilómetros que hemos dejado atrás el frutal Valle del Guadalhorce y la diferencia entre el color de la tierra, los cultivos, el paisaje, es enorme con esta tierra próxima a Antequera. Valle de Abdalajís se sitúa en el centro geográfico de la provincia de Málaga, muy próximo, al sur, del Torcal de Antequera. Históricamente, por sus situación, fue paso obligado entre el norte y el sur de la provincia y de Andalucía. Con el legado de los viajeros recogió su rica historia. Su visión, junto a la enorme montaña que le precede se asemeja a un alumbramiento. Casi parece formar parte natural de ese roquerío de piedras. Valle de Abdalajís es conocido por ser uno de los lugares de la provincia más propicios para practicar ala delta, vuelo libre y parapente, sus alturas y constantes térmicas del aire lo han convertido en centro neurálgico para la realización de este deporte. También cuenta con cerca de 75 vías de escalada de diferentes grados de dificultad. Los menos temerarios también pueden practicar senderismo o cicloturismo a través de la información y las rutas que explicaremos más adelante.



Aparcar y comenzar la visita, todo es uno


Al llegar a la entrada del pueblo tomamos la dirección Centro Urbano que nos lleva directamente a la Plaza de San Lorenzo, la plaza principal del municipio. Aparcamos en alguno de los primeros sitios que veamos libres y si no, un poco más arriba del ayuntamiento. No es un pueblo grande, así que podremos acceder a todos los lugares que deseemos visitar de manera muy fácil y rápida. La mole de piedra preside la visión desde prácticamente todas las calles de Valle de Abdalajís. Es impresionante y cuando ascendamos hasta uno de nuestros objetivos, aún más. Iniciamos la visita desde el propio ayuntamiento. Muy próximo a él se encuentran el Museo Etnográfico, la Iglesia de San Lorenzo y el Palacio de los Condes de Corbos que son casi todo uno. No hay pérdida. En la plaza del Ayuntamiento hay un estanco donde poder comprar sellos y postales para enviar un recuerdo, el buzón está a escasamente diez metros de allí, frente al mercado municipal, en la inferior plaza de San Lorenzo. Comenzamos por orden de situación.



La Iglesia de San Lorenzo



Los vallesteros, gentilicio de los habitantes de Valle de Abdalajís han tomado hoy las proximidades y el interior del templo. Es tiempo de comuniones y, endomingados, han acudido en procesión a ver cómo sus hijos, hijas, sobrinos, nietas, etc... realizan este ritual sacramental. Quizá la imagen de la iglesia sea un tanto más despoblada en otras épocas del año, lo que seguro no le resta belleza. Nos asomamos al interior donde se celebra la misa y los vallesteros atienden a las palabras del párroco. En silencio y con respeto nos colamos entre las filas para contemplar las tres naves de la iglesia y la cantidad de imágenes que guardan en su interior: vemos una Virgen de los Dolores, una Santa Rita (patrona de los funcionarios), un San José, una Virgen del Carmen... Es un templo sencillo y recio, sin profusión de decoraciones pero con encanto. La iglesia, según leemos en nuestros documentos extraídos de la web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, se terminó de construir en 1599.



La Oficina de Turismo y la información de turismo activo


Salimos de la Iglesia y, tal como nos ha indicado el dueño del estanco, entramos en la primera puerta a la izquierda, es el Museo Etnográfico y la Oficina de Turismo. Lo primero que nos sorprende es encontrar en su interior una docena de mountain bikes aparcadas. - ¿Y esto?-, preguntamos a la chica que nos atiende. - Se alquilan a 20 euros el día, más otros 20 euros de fianza-, nos contesta. - Pero hoy no se pueden utilizar porque estamos renovando su seguro. Aquí se inicia una conversación acerca de las diferentes actividades que se pueden realizar en Valle de Abdalajís. En la Oficia Turística ofrecen información de todas las posibilidades, rutas, teléfonos de contacto, etc. En forma de dípticos, y fotocopias para que el viajero pueda llevarse consigo una descripción detallada de todas ellas. Para la mountain bike hay varias posibilidades de la que se nos recomiendan dos: la Ruta de Los Nogales, señalizada, de 17 kilómetros de distancia, de dificultad media y 517 metros de desnivel acumulado. Todas las rutas comienzan desde el centro del pueblo, frente al Cuartel de la Guardia Civil, donde se encuentra ubicado el panel informativo. La segunda ruta es la de La Rejoná, también señalizada, de 20 kilómetros, con 487 metros de desnivel acumulado y catalogada con dificultad media alta. Para practicar trekking o senderismo se nos ofrecen tres posibilidades el Paseo Rural PR-A85, conocida como la Ruta del Nacimiento, el PR-A86, Ruta de la Ratilla y PR-A87, Ruta del Torcal del Charcón. Echamos un vistazo a la información sobre Ala Delta y Parapente, pero optamos por dejársela a los expertos, se puede visitar la página web de la Capital del Vuelo donde se ofrece más información, precios, meteorología, guía, posibilidades, etc... Con toda esta información en la mochila y abriendo nuestras perspectivas para otras ocasiones decidimos continuar con nuestro plan y visitar el adjunto Museo Etnográfico.



Museo Etnográfico y el Palacio de los Condes de Corbos


Tienen este tipo de museos sencillos la capacidad de trasladarnos, por lo auténtico y real de sus piezas, hasta tiempos pasados con una vividez impresionante. El Museo Etnográfico, ubicado en un salón con arcos de medio punto, oscuro y fresco. Cuelgan de sus paredes, se apoyan en ellas, en el suelo, multitud de utensilios de labranza, hoces, horcas, yuntas para burros, canastos. En uno de sus rincones, hasta un maniquí cose con una vieja máquina. Asimismo también podemos observar la reproducción auténtica de una pequeña cocina con todos sus utensilios cotidianos. Es un museo sin duda instructivo y didáctico, reflejo de nuestro pasado, eminentemente rural, que hemos de conservar para que no caiga en el olvido. Salimos del Museo Etnográfico y a la izquierda, adyacente, encontramos la Torre del Palacio de los Condes de Corbos. El palacio, del siglo XVI posee la planta de una enorme casa solariega. Pintada su fachada de blanco con cenefas amarillas resulta casi tan imponente como la iglesia. Se adivina el patio interior y el esplendor de antaño en sus paredes. Por donde hemos venido regresamos y bajamos a la plaza de San Lorenzo.Todo está muy próximo.



La Plaza de San Lorenzo, la Peana, el Mercado Municipal


La plaza de San Lorenzo tiene en uno de sus laterales el mercado municipal, una curiosa porticada con los puestos de venta de charcutería, pescadería, verdulería y carnicería mostrados directamente al público. El cobijo que tienen los posibles compradores en caso de lluvia o de fuerte sol es el soportal. Hay media docena de puestos con aparente buen género, bastante concurrido por los vallesteros. En la portada del mercado, algunos azulejos nos informan del contenido de los puestos, dibujando productos de la huerta, de la carne o embutidos. Resulta curioso y siempre es una buena opción para comprar algo de chacina, una barra de pan y hacerse un buen bocadillo si el visitante quiere hacer alguna de las rutas previstas anteriormente. Otro de los laterales de la plaza lo conforma una fuente decorada profusamente con dibujos de algunas aves y una perspectiva del pueblo. En otro lateral de la fuente se encuentra el monumento de La Peana, sin duda uno de los restos arqueológicos más destacados de Valle de Abdalajís, no quizá por su espectacularidad, pero sí por su trascendencia histórica. La Peana es el pedestal de una estatua dedicada al emperador Trajano y data del año 107dc. Tras su descubrimiento, que fortalecía la existencia de la ciudad romana de Nescania en lo que ahora es Valle de Abdalajís, la pieza fue llevada hasta Antequera en 1585. Tras años de luchas oficiales y reclamaciones, la pieza fue devuelta a Nescania, a Valle de Abdalajís. Tras estas visitas, vamos a subir a uno de los puntos más altos.


La Ermita del Cristo de la Sierra y el mirador del Gangarro



Desde que hemos llegado a Valle de Abdalajís, y con la presencia sempiterna de la mole montañosa sobre nosotros, hemos observado que hay una trazo blanco sobre el roquerío. Un trazo blanco que se asemeja a una barandilla de piedra, rematada con una cruz de considerables dimensiones. Leyendo la información que portamos con nosotros, deducimos que habrá de ser la Ermita del Cristo de la Sierra. Preguntamos, así es. Para llegar hasta el punto de acceso a la subida hay tantas posibilidades como calles tiene el pueblo. Nosotros optamos por la que creemos más cercana. Caminamos por calle Real unos cien metros y tomamos a la izquierda la calle Cristo de la Sierra, perfectamente restaurada, escalonada, con flores a los lados y con la vista de nuestro objetivo frente a nosotros, arriba. Llegamos a la calle de Juan Chamizo, atravesamos la Plaza del Sol hacia arriba y tomamos calle Calvario a la derecha. Enseguida encontramos una indicación hacia la ermita, una arco de entrada indica claramente por dónde hay que ascender. Es un buen trecho de subida, con escaleras en perfectas condiciones. En el camino nos encontramos con un rebaño de ovejas considerable acompañadas de su pastor que nos saluda con la mano amistosamente. Seguimos ascendiendo con un par de paradas para tomar notas y, sobre todo, tomar aire. Llegamos. La Ermita del Cristo de la Sierra es de reciente construcción, año 1957, lo que no impide que su interior esté repleto de ofrendas, plegarias y fotografías. Las vistas desde aquí arriba son impresionantes. Valle de Abdalajís a nuestros pies se asemeja al fondo de una caldera entre los montes... Cerro Alto, Peñón de la Horca, El Camello, las Yeseras.... Aún queda más altura sobre nosotros desde este murallón de piedra. Observamos el trazado del municipio. Curiosamente, frente a otros pueblos que hemos visitado, Valle de Abdalajís tiene una plano muy rectilíneo, casi rectangular. Dentro de su antigüedad parece una construcción racionalista. El paso de los árabes por estos lugares apenas si se traduce en su trazado. Leemos. Parece ser que la comunidad árabe que se asentó en estas tierras durante cerca de 700 años nunca llegó a formar una gran núcleo poblacional, más bien fueron una serie de alquerías y casas de campo diseminadas las que pusieron de nombre Abdalajís a la que fue Nescania, destruida a su vez por los Vándalos y los Visigodos... Quizá sea esta la razón para observar este trazado rectilíneo. Continuamos. Desde el lateral izquierdo de la ermita asciende un sinuoso tramo de escaleras que nos llevará hasta el mirador del Gangarro. Se pasa por un puente de hierro y comienza la subida. Estupendas vistas. Desde el pueblo nos llegan el trinar de pájaros y, tan alto, apreciamos junto a nosotros el aletear de las golondrinas. Desde aquí no nos extraña que sea este un paraíso para practicar parapente o ala delta. Aún queda mucha montaña sobre nosotros y, ya desde aquí, las vistas son espectaculares. Tras un rato observando y poniendo nombres a las cimas, decidimos descender. Nos hemos ganado la comida. Por cierto la bajada se torna bastante empinada desde el mirador del Gargallo, no tiene ninguna dificultad, pero siempre es mejor extremar las precauciones.



La comida: Bar Pilas - El Rincón del Tapeíto


Las comuniones han atestado los restaurantes del municipio, así que optamos por tapear y tomar algunas raciones. Preguntamos a dos o tres vallesteros y nos señalan el Bar Pilas - El Rincón del Tapeíto como la mejor de las opciones. Optamos por tomar una tapa y una caña y probar. Tras degustar una tapa de queso en aceite en su punto, una de panceta plancha deliciosa y dos cañas bien frías, no pudimos quedarnos sólo en eso y al final decidimos meternos en el cuerpo algo más contundente. Otras tres cañas, una ración de filetitos plancha (6 euros), otra de chorizo plancha (5 euros) y una de almejas salteadas (6 euros) damos la comida por cerrada. Total, 22 euros. Alabar que la comida vallestera tiene mucho en común con la antequerana, de ahí que sean famosas su porra, sus migas o sus ollas. Pero cada vez resulta más complicado encontrar lugares donde además de comer bien y a un precio razonable se encuentren platos enteramente típicos. Se elaboran quizá en las casas, en las comidas familiares, pero es más difícil hallarlas para el público en general. La gastronomía tradicional, como patrimonio intangible de un lugar habría de cuidarse e incentivarse más, que fuera más sencillo encontrarla o desgustarla más allá de su contexto cotidiano. Son platos de sabiduría pura, de arraigo y raigambre que deberían conocerse mejor. En todo caso, las tapas y raciones del Rincón estaban deliciosas, además, si se reserva con 24 horas de antelación se puede degustar porra antequerana, migas o sopas perotas. Por cierto que el bar se encuentra en otra de las esquinas de la Plaza de San Lorenzo.


Despedida


Tras comer, decidimos dar un paseo por las calles de Valle de Abdalajís. Su trazado rectangular nos trae reminiscencias castellanas, pero perduran los patios interiores, los arriates plagados de flores, el perfumes de azahares. Vemos como la montaña preside la vida cotidiana de los los vallesteros y no nos resulta complicado imaginar por estos pagos la travesía de los romanos, los vándalos, los visigodos, los árabes que la dieron en llamar Abd-el-aziz, hijo de Muza y que hasta hoy lleva ese nombre. Recogemos el coche, nos montamos, salimos del pueblo. No sin antes parar un instante para contemplar el caserío de Valle de Abdalajís lamiendo las laderas de esa montaña imponente, roquerío poderoso, presencia mayestática. Sacamos un par de fotos y nos hacemos la promesa de volver para subir, un día, hasta lo más alto, lo de saltar en parapente, lo pensaremos.

Enlaces útiles y recomendaciones


Recomendaciones: todo está muy cerca en el municipio. Si la intención del viajero es complementar la visita con una ruta senderista o cicloturista, recomendamos visitar primero la oficina de turismo, donde se les facilitará completa información. Conviene llevar algo de ropa de abrigo ligera, la presencia de la montaña hace que las temperauras bajen un poco llegada la noche. Como siempre, calzado cómodo y ganas de andar. No está de más llevar unos prismáticos si se quiere subir hasta la Ermita del Cristo de la Sierra, la panorámica del pueblo y del valle es sobrecogedora.
Enlaces de interés: Como páginas de referencia sirvan la del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal del Valle de Abdalajís.
Turismo activo: La llamada Capital del Vuelo tiene su propia página web en la que se recogen todas las posibilidades para aquellas personas ineteresadas en el parapente o el ala delta. Es una página web bastante completa y con mucha información. Muy próximo a Valle de Abdalajís se encuentra el Chorro y el Parque Natural del Desfiladero de los Gaitanes, uno de los parajes más impresionantes de la provincia y del que ya hablaremos profusamente en otra ocasión.


Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.

06 MONDA: AL-MUNDAT, EL BLANCO Y LA LEYENDA

martes, 19 de mayo de 2009

Monda recogida. Monda de espíritu blanco inmaculado. Monda de sopas arrieras, contundentes y soberbias. Monda de tradición serrana con vistas a las nieves y al Guadalhorce. Monda de castillos enhiestos y frescas aguas corrientes. Monda de estatura y paso obligado. Monda de Al-Mundat. Monda de leyendas y almendros ensangrentados. Monda presunta del César de Roma. Monda de los campos y de los olivos. Monda pregonada por Omar Ben Hafsun. Monda de atalayas y calvarios. Monda que fue declarada Paisaje Pintoresco en 1971. Monda con sus plazas y plazuelas. Monda para recorrerla, para degustarla.

Llegada y planning

Surge como un caserío blanco entre los olivares. Reminiscencia mediterránea, aromas de aceite y Omar Ben Hafsun que todo parece presidirlo desde el castillo. Monda sinuosa, encamada sobre las laderas de los cerros que la circundan. Pronto desde la llegada se observan sus tejados cuadrados, sus azoteas de ropas tendidas a secar al sol. Siguiendo las indicaciones de centro urbano encontramos el parking público gratuito de Arroyo de la Luci. No hay problema para estacionar, el aparcamiento está en el mismo centro. Nada más descender del coche nos saluda la apacible y tranquila banda sonora mondeña que nos acompañará toda la mañana, trinar de pájaros y vuelo esquivo de golondrinas. Hoy no tenemos un planning de viaje establecido, conocemos, gracias a la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, los lugares más destacados a visitar y esperamos, con esta referencia, seguir las indicaciones turísticas que nos señalen el camino. Hay varias cosas que ver: el Castillo, el Lavadero de La Jaula, el Calvario, las cuatro fuentes, la Parroquia de Santiago y la casa Museo de Mari Gloria.

El desayuno en casa de Juan "Papa" o "El de las Papas"

Desde el parking salimos a la calle principal y frente a nosotros tenemos la que será una de las primeras visitas, la Fuente y Lavadero de La Jaula. Pero antes, hemos de desayunar, así que tomamos camino a la izquierda y nos dirigimos al bar "De la Rubia". En la misma calle, y mientras ascendemos, encontramos un estanco donde comprar postales y franqueo, 0,82 céntimos. Subimos por la calle/carretera de la Jaula y llegamos hasta la Plaza de la Ermita, donde podemos contemplar el monumento al carbonero, una estatua erigida en memoria de los trabajadores de Monda. Vemos el Bar Restaurante "De la Rubia" también conocido como el de Juan "papa" o Juan "el de las papas". Tomamos asiento en su terraza y no podemos resistir en preguntar - ¿Por qué ese apodo?. - Porque ya me tocó, ya me tocó sembrar muchas papas-, contesta desde sus 77 años. -La gente me preguntaba, Juan ¿dónde vas con tantas papas?, a lo que les contestaba - Y no me pesan, y no me pesan- El bar de Juan es uno de esos establecimientos de comida auténticamente casera, sin aditivos, en la que el servicio es charlatán y amigable y en el que se podría departir durante horas con los dueños. Historia viva de Monda, de sus querencias y de sus vicisitudes. Hoy estamos tres viajeros. Pedimos 2 refrescos de cola, 1 café con leche, 1 pitufo de bacon queso, 1 pitufo mixto y una chapata de bacon queso, en total 7 euros. Por cierto, el bacon, es bacon de verdad. Sobran las palabras para definir la textura, el sabor intenso, el aroma delicioso... Sobran las palabras. Antes de terminar Juan "papa" nos trae unas aceitunas "aliñás" por su hija. - Son de la casa-, asegura.

El Lavadero de la Jaula

Tras el desayuno, descendemos de nuevo por la calle/carretera de La Jaula y realizamos nuestra primera visita. La Fuente lavadero que lleva el mismo nombre de la calle. Situada en el centro del pueblo y de un blanco inmaculado imaginamos hubo de ser en tiempos pasados un lugar neurálgico de Monda. Su nombre, la Jaula, proviene del vocablo árabe "Al-Haura" que significa fuente de las afueras o de la hondura. Una fuente de cuatro caños principales, perfecta para refrescarse, constituye la pared primera del lavadero, construido a continuación. En su placa puede leerse un poema de Cristóbal Jiménez Encina que dice "Misterio encierra en su rumor la fuente que en su cristal retrata el firmamento". Más adelante sabremos que el lavadero y Fuente de la Jaula están recientemente restaurados y que estuvieron a punto de perderse por falta de cuidado. Ahora, luce de blancura reluciente y acompaña, con su canto de aguas al viajero. Nuestro próximo objetivo es la Parroquia de Santiago. Más o menos ubicados, ascendemos por el lavadero y una vez subidas sus escaleras, decidimos preguntar a una mondeña por la dirección de la iglesia. Se presta a acompañarnos y, enseguida, nos facilitará una información muy útil.

La Casa Museo de Mari Gloria

Llegamos a una bifurcación y tomamos dirección a la derecha, pasamos enfrente de la Fuente de la Esquina, junto una plazuela, una de las muchas que hay en Monda y que, siempre acompañadas de buena sombra, son un lugar ideal para el descanso. Mientras caminamos al lado de la vecina mondeña nos explica que la Parroquia está cerrada. Nuestro gozo en un pozo. Pero que se puede visitar preguntando en la casa de María Sánchez. Primer intento. - No está, ha marchado a Alhaurín el Grande. O preguntando en la Casa Museo de Mari Gloria, que también está cerrada, pero que quizá pueda atendernos. Despedimos a la vecina que amablemente nos ha acompañado y dirigimos nuestros paso hacia la Casa Museo de Mari Gloria, situada en la C/ Amargura 2, tras la plazuela que acabamos de atravesar. La puerta está abierta y escuchamos sonidos de limpieza. Llamamos. Aparece Mari Gloria, le explicamos qué estamos haciendo y que nos gustaría visitar la Parroquia y que una vecina nos ha dicho que ella tiene llaves. Mari Gloria, mujer afable y sonriente, accede amablemente a mostrarnos primero su casa y después la parroquia, que se mantiene cerrada al público de manera habitual y, quizá, como veremos más tarde, con razón. La Casa Museo de Mari Gloria es una viaje al pasado. En ella se conservan las esencias de la vida rural y serrana en una inmutabilidad que ayuda a la imaginación. Una mecedora silenciosa, las camas de hierro forjado, las tinajas, vasos y tazas de barro, el brasero del que parecen destilar perfumes de brasa de naranjo, tinajas, cayados, aperos de labranza. Todo cuidado con exquisito detalle, limpio como una patena y expuesto de forma tan natural que más parece un auténtico viaje en el tiempo que la visita a un museo, un museo vivo. La Casa Museo de Mari Gloria es un exquisito centro etnográfico sin aspiraciones a más, con el detalle de lo simbólico plasmado en los utensilios del quehacer cotidiano, un recordatorio del pasado, y de muchos actuales presentes, del mundo rural. Detalle, grata compañía y el reclamo de la vida sencilla mucho más allá del siglo XXI.

La Parroquia de Santiago y las llamas

La propia Mari Gloria, erigida en ama de llaves de la parroquia nos acompaña hasta la misma. Apenas dista 100 metros de la Casa Museo y se encuentra presidiendo la Plaza de Andalucía, plaza principal del pueblo y de la que los mondeños, por comentarios traídos al aire aquí y allá parecen sentirse orgullosos. Entramos por la puerta parroquial, donde preparan los utensilios del mercado del trueque que iba a tener lugar 24 horas más tarde, tras la sala, salimos a un precioso jardín jalonado de rosales amarillos, rosas, blancos y que posee los restos de la que fue bomba de un pozo. La Parroquia de Santiago tiene tres naves, dos puertas laterales y una central protegida con una reja. Sencilla y fresca, con la figura del venerado nazareno bajo una de las dos cúpulas barrocas y las cruces de la procesión de semana santa como principales objetos de culto. Tenemos suerte de poder contemplarla. Mari Gloria nos cuenta la historia. Hace tres años, en 2006, un vecino de Monda intentó prender la puerta principal de la Iglesia. Derramó líquido inflamable y lo prendió. Gracias a la reja las llamas no pudieron llegar hasta la madera y todo quedó en un susto. Varios días después, el mismo vecino lo intentó de nuevo. Esta vez atacó la puerta lateral, sin protección. El fuego prendió en la madrugada y sólo el azar hizo que el incendio no llegara a mayores. Una vecina pudo dar el aviso. Los bomberos acudieron con la mayor inmediatez y sofocaron las llamas. Antes, la puerta lateral había sido consumida casi en su totalidad y de manera irrecuperable, el humo había penetrado en el interior del templo y ennegrecido todas sus paredes. Nadie podría decirlo contemplada desde 2009, con su blanco reluciente y su conservación perfecta. Quizá, y esto es suposición, venga de ahí ese celo con el que permiten la entrada a los visitantes. Agradecemos a Mari Gloria la exquisita atención prestada y la acompañamos de regreso hasta su casa. Nos indica que desde su puerta a la derecha y ascendienco unos escalones se llega hasta el mirador de la Cruz de Caravaca. Tomamos nota y nos despedimos.

El mirador de la Cruz de Caravaca

Por la misma calle de la Casa Museo, apenas a diez metros a la derecha, vemos una calle escalonada que asciende hasta un camino de tierra y cemento. Una vez accedido a él ya divisamos la pequeña hornacina en la que se encuentra la cruz, enclavada en un mirador. Subimos sin mayor problema y contemplamos la vista de todo Monda a nuestros pies. Es una panorámica perfecta del pueblo. A la izquierda el Castillo Hotel de Al-Mundat, de frente la torre campanario de la Parroquia de Santiago, a su derecha uno de nuestros próximos objetivos, la Cruces del Calvario y, sobre el horizonte, extensiones remotas de olivos. Nos sentamos, a la sombra, en uno de los dos bancos, no sin antes habernos remojado en la fuente tras la hornacina. Allí departimos de lo que vemos y observamos el trazado sinuoso de Monda, que desciende con la forma de los cerros que la rodean. Continuamos. La Fuente de la Mea Mea y las Cruces del Calvario, próximos objetivos.

La Fuente de la Mea Mea y El Calvario

Descendemos por el mismo camino que hemos ascendido, calle Caravaca, llegamos a la puerta de la Casa Museo y giramos hacia la izquierda por la calle Marbella. Vamos en busca de la Fuente de la Mea Mea. Nos llama la atención el nombre, al que no hemos logrado aún dar significado. Por la calle Marbella, dirección Castillo nos topamos con la fuente casi de frente. Se encuentra sobre la acera, en la parte derecha de la carretera. Nos refrescamos y leemos el poema de Federico García Lorca que ilustra los dos caños de agua "Bebe el agua tranquila de la canción añeja ¡arroyo claro, fuente serena!". Con el rostro mojado y el poema aún resonando en los oídos, recorremos el camino a la inversa y dirigimos los pasos hacia la Plaza de Andalucía y la parroquia de Santiago. Tomamos la calle que discurre por el muro derecho del templo hasta llegar a ver la Cruz del Carnero, lugar que marca la entrada antigua al camposanto y que subraya con esa sencilla cruz de madera su aspecto un tanto tenebroso. De frente encontramos el ayuntamiento y por esa misma calle descendemos. Una calle repleta de color y de flores, de macetas, de arriates y de patios escondidos que se entreven tras las puertas abiertas. Siempre resulta agradable perderse un tanto entre las callejas, recorrerlas despacio, con tranquilidad, saboreando la esencia de aromas netamente andaluces y malagueños. Caminamos un trecho hasta la calle/carretera La Jaula y tomamos dirección Coín para dirigirnos hasta las Cruces de El Calvario. No tiene pérdida, se sigue la carretera durante unos cinco-diez minutos hasta la salida del pueblo. Junto a un olivar extenso contemplamos una carretera de subida y, sobre ella, las eras y el Calvario. Blanquísimo, inmaculado sobre el cielo rotundamente azul. Las tres cruces, fin del Via Crucis de Semana Santa, refulgen bajo el sol. Se oyen las primeras chicharras y el trinar constante de los pájaros que nos sobrevuelan. Tras la cruz, la sombra y desde ella, el horizonte de olivos. Sobre el poyete de piedra que circunda el Calvario reposamos y hacemos notar que el apetito se ha ido abriendo paso sin quererlo.

La comida

Nos recomiendan varios establecimientos y aún ansiosos por probar la sopa mondeña decidimos degustarla en una temporada más discreta en relación al calor. Nota pendiente que se puede soslayar hasta el mes de marzo, cuando el municipio celebra su tradiconal fiesta de La Sopa Mondeña. Este año 2009 se celebró el día 22 de marzo con grandísima afluencia de público y donde se cocinó sopa para más de 7.000 personas. Si alguien tiene curiosidad por conocer el secreto de esta sopa contundente puede pinchar en el siguiente enlace: Sopa Mondeña. El Día de la Sopa Mondeña está declarada Fiesta de Singularidad Turísitica Provincial. Pero como decimos, la dejaremos para el mes de marzo. Acudimos al Balcón de la Jaula. Una terraza sobre el Lavadero, donde, cobijados a la sombra sentimos el frercor del discurrir del agua. Lugar perfecto para ir con niños, ya que hay un parque infantil al lado. Somos tres viajeros en este día, pedimos la carta 2 refrescos de cola, una copa de vino, una botella de agua grande para beber. Para comer una Ensalada Alpujata, una pata de chivo, un entrecote a la brasa y una brocheta de pollo. De postre, un café cortado. Precio 57,30 euros. Casi 20 euros por comensal. Las raciones son abundantes, la ensalada deliciosa y completísima (con aguacate, lechuga, maíz y naranja), el entrecote en su punto y una señora pata de chivo. Reposamos con charla amena. Y con el objetivo último de nuestro viaje casi sobre nosotros.

El Castillo de Al-Mundat o de La Villeta

Recogemos el coche del parking. Salimos a la calle/carretera de La Jaula y tomamos dirección Guaro, a la derecha. Al Castillo se puede subir de dos maneras, a través del pueblo y callejeando o por una pendiente mayor, sin calles, a las afueras del pueblo. Optamos por esta última. Salidos del centro urbano y tras descender una cuesta llegamos a una curva de derechas, en ese codo del camino un cartel indica el camino del Castillo, una cuesta seria que se sube sin apenas dificultad. En lo alto del cerro donde se ubica la construcción hay un parking donde estacionar. Del castillo originario, que se data en el siglo III antes de cristo y de época romana, no queda apenas nada. Quizá del catillo pergeñado por Omar Ben Hafsun pueda apreciarse cierto aroma. El castillo es ahora un hotel de lujo con habitaciones a las que han dado en llamar aposentos, con grandes salones para celebraciones, bodas incluidas, piscina, solarium, restaurante, etc. El personal nos atiende amablemente y nos permite pasar hasta la cafetería y divisar así Monda a nuestros pies y un horizonte desde el que se ven los Montes de Málaga. Fresco y perfumado por los pinos de sus alrededores el Castillo es ya sólo un vestigio de lo que fue. Aún con todo, y para respirar cierto hálito de historia medieval nos quedamos con la leyenda que se le atribuye magnificamente relatada por José Antonio Molero en el siguiente enlace: El Almendro Ensangrentado de Monda. Con el eco de los fantasmas aún resonando en nuestros inquietos oídos nos despedimos de Monda. El atardecer se pliega bajo las montañas de Sierra de las Nieves, desde el núcleo urbano nos llegan los cantos de la vida atareada, los trinos de los pájaros, el murmullo de los caños de agua. Observamos Monda y la redescubrimos. Entre su trazado sinuoso, por entre las callejas podemos vislumbrar el rostro de una bella joven que quizá pudiera llamarse Beatriz.

Recomendaciones y enlaces de interés

Consejos útiles: Monda es un municipio relativamente pequeño y el parking donde estacionar está muy céntrico, por eso recomendamos no coger el coche hasta la hora del ascenso al castillo, al que se puede acceder, por su puesto, andando.
La sopa mondeña: Es una sopa arriera contundente, el verano, con el calor es época poco recomendable para degustarla en todo su haber. Si, por contra los viajeros acuden al municipio en época otoñal, no se puede dudar en pedirla.
Enlaces de interés: La página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol ofrece completa información, también en la página web de la Sierra de las Nieves, a la que pertenece. En la web municipal de Monda se puede encontrar información actualizada de los eventos.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.




05 ÁRCHEZ: ENTRE SIERRAS, RÍOS Y FRUTALES

martes, 12 de mayo de 2009

Árchez entre frutales, sobre la hondura perfumada de un valle. Tímido Árchez bajo el cielo azul y entre el verde. Suenan en sus calles las melodías del río Turvilla. Árchez con esa torre alminar que todo lo vigila desde la altura. Árchez traspasado por su historia mudéjar y por sus leyendas. Árchez, con sus apenas 400 almas rezuma esencia andaluza. Árchez, Joya Merinita del Siglo XII. Fresco y delicado Árchez en su valle de naranjos, entre acequias y molinos. Árchez por descubrir. Ahí está, con su eterno alminar contemplando las laderas de la sierra. Árchez para recogerse.


Árchez, entre frutales

Parece el caserío de Árchez con su blancura entre verdes ser un fruto más de las vides, olivos y nísperos que le rodean. Se encuentra protegido en el fondo de un valle, a la sombra de Cómpeta y acariciado por el frescor de los árboles que le rodean. No resulta de extrañar que la población árabe escogiera este lugar para establecerse. Bebe de su río Turvilla, se refresca de sus frutales, se alimenta de sus cosechas. Se encuentra Árchez en ese trazado histórico que en la Axarquía se ha dado en llamar Ruta Mudéjar, desde la costa, pasado Algarrobo y Sayalonga, poblaciones de mayor presencia poblacional. Parece que será umbrío bajos los soles de justicia estival, fresco y apretado en los calores del verano. Un parking mínimo frente al ayuntamiento nos da la bienvenida y, de manera inmediata, podemos perdernos entre sus calles, laberinto blanco. En el comienzo de ese dédalo nos encontramos con un panel explicativo donde se indican los lugares de interés para ser visitados. Tomamos nota y nos prestamos a ello, con la intención primera de disfrutar de las callejas frescas y tranquilas, acompañadas por numeroso trinar de pájaros y arrullo de palomas. Pronto nos encontramos con una joya arquitectónica.

El alminar de Árchez

Sito en la Plaza Mudéjar y visible casi desde cualquier calle del municipio, el Alminar muestra el delicado poderío de la arquitectura árabe. Se eleva y recorta contra el cielo azul con sus fachadas de ladrillo rojo, su parte superior de albero y su cinta de azulejos blancos y azules. Una pareja de bancos, próximos a la base del alminar, invita a sentarse. Apacible rincón en el que ya resuena el bullanguerío del río cercano. Nos sorprende el repicar de campanas, insistente y agudo en su llamada a misa. El alminar, antigua torre de llamada del muecín a la oración se encuentra adosada a la Iglesia de la Encarnación. Precisamente en uno de sus muros y gracias a uno de los múltiples paneles explicativos que hay en el municipio conocemos que las campanas tienen nombre propio, una de ellas responde a Nuestra Señora del Pilar y otra a María de la Encarnación. Del mismo modo otro de los paneles explica cómo se desarrolló la construcción de este monumento sobresaliente y la trascendencia que tiene como monumento arquitectónico "Elemento vertical en la horizontalidad de la mezquita, el alminar evoca la gravedad vencida por el esfuerzo del hombre, estableciendo la comunicación entre dos espacios, el interior y el exterior". Para los amantes de la anécdota, no podemos dejar de reseñar la historia de una leyenda.
La leyenda de la lagartija y las tentaciones del vino dulce

La leyenda de la lagartija dice lo siguiente: "Cuenta la tradición que en el proceso de fabricación de la campana de la iglesia cayó una lagartija y quedó incrustada e ella. A raíz de ésto, cualquier persona en edad de merecer y soltero podría subir a la torre y tocar la lagartija, en el plazo de un año, encontraría el amor...". Mientras releemos la recreación de esta historia popular, se nos acerca una mujer, nos invita a pasara a los bajos de su casa en lo que intuimos será una pequeña tienda en diario. Allí, en una alacena mínima nos ofrece todo un surtido de productos típicos archeros. Vino dulce, que nos da a probar, higos de Árchez, pasas, torta con almendras, un amplio surtido de dulces... En todos los envoltorios aparece el símbolo del municipio, su torre alminar. La mujer que nos atiende y que nos reclama la compra se llama María y, ante tanta tentación, caemos. Una botella de vino dulce de dos litros - Dura hasta dos años embotellada.- Nos señala María, 6 euros. Y un pan de higos selectos, 6 euros. Caprichos y tentaciones. Será más tarde cuando veamos a María de nuevo en acción, esta vez con dos turistas extranjeros a los que también lleva a su tienda. Sí parecen los archeros y archeras gentes afable y con ganas de entablar conversación. Continuamos el paseo.

La Iglesia y su plaza

Los naranjos, mecidos por la brisa, impregnan de dulce aroma todas las calles. La puerta de la Iglesia de la Encarnación nos muestra una pequeña plaza rectangular en la que se puede leer un panel explicativo en el que se detallan y explican las particularidades de la comida mudéjar, combinación exacta de dulce y salado "La cocina medieval andaluza se caracterizó por el uso de las fermentaciones, de lo agridulce, de las especias, de las hierbas aromáticas y de los dulces. El alcuzcuz, a base de harina de trigo, carne, legumbre, verduras y frutos secos era el plato completo más corriente, como el alhale, carnero curado en sal, o los cocidos de bovino, palomos, perdices y francolines... sin olvidar los panes de pasas y almendras, los buñuelos de queso con miel y los célebres higos de la Axarquía, tan elogiados por Al'Umari e Ibn Al Jabib, con los que se preparaba pan y arrope"... Tendremos la oportunidad, más tarde, de comprobar algunas de estas afirmaciones. Entramos en el templo. Una sola nave ofrece en su frente un altar penachado de nubes blancas y azules. A la izquierda nos llama la atención una imagen de la Virgen de Monserrat, conocida popularmente como La Moreneta. Preguntamos acerca de su presencia en la iglesia y tras dos contestaciones contradictorias optamos por quedarnos con la intriga. Salimos de iglesia. Al final de la plaza, a la derecha y de espaldas al templo hay una buena fuente de dos caños en los que sumergir la cabeza, refrescarse y paliar la sed. A la vuelta de la plaza nos encontramos con una de las muchas sorpresas que ofrece Árchez.... ¡¡Una casa de inspiración gaudiesca!! Como si un fragmento de la Casa Batlló de Barcelona se hubiera trasladado hasta este valle. Sumamos la Virgen de Monserrat y esta casa y deducimos a vuela pluma y sin mucho fundamento que la presencia de algún reducto catalán en estas tierras ha de ser factible. Observando el alminar desde cualquiera de los puntos del municipio, casi se puede imaginar la voz del muecín llamado a la oración. Se respira en Árchez cierta brisa de pasado de relumbrón. Avanzamos por sus calles y accedemos a la Puerta del Río.

Los molinos

El olor dulce, penetrante, permanente nos acompaña. Accedemos al paseo del Río Turvilla, fresco, arbolado. Un puente nos da acceso a los restos de una casa que pudo haber sido molino, y creemos encontrar una comuna hippy. Mujeres de vestidos floreados y pelo larguísimo nos saludan cuando cruzamos. Llegamos hasta el que fue Molino de Doña Fidela, que también lleva una leyenda "comprado el molino por un archero a la propietaria original y haciendo éste obras de restauración en el edificio ha que hallare un cofre repleto de monedas de oro...." Ahora, centro neurálgico de la comuna hippie, se llama Molino Winkler. Buscamos el siguiente Molino, el de Don Matías. Preguntamos a Rafael, un archero que nos indica con exactitud el camino a seguir. Se le ve dibujado en los ojos una pregunta -¿A dónde irán estos? - pero nos atiende con muchísima amabilidad. Pasada la fuente de El Pilar, cogemos el camino del cementerio, por su flanco derecho enseguida veremos una acequia. Hay que continuar por ella hasta el final, allí, nos esperará el Molino de Don Matías. Es un camino trufado de amapolas, nísperos, olivos, chumberas... y sobre ellas bancales de vides que ascienden hacia la sierra. Como permanente banda sonora el sonido del río Turvilla, invisible a nuestra izquierda, y a la derecha el de la acequia por cuyos bordes caminamos. No es un camino apto para todos los públicos, la acequia se rompe en un par de tramos y hay que bordearla, pasar bajo un par de troncos, sortear unas matas y ortigas. Sólo recomendado para personas con cierto espíritu aventurero. Caminamos cerca de veinte minutos entre huertas hasta que entre lo umbrío de varios matorrales altos divisamos nuestro objetivo: el Molino Matías, del que sólo se intuye su esplendor, ahora completamente abandonado. Regresamos. La dificultad del camino nos ha abierto el apetito.

La Posada Mesón Mudéjar

Un amigo nos ha recomendado en Árchez la Posada Mesón Mudéjar, situada en el centro del pueblo, frente a la portada de la Iglesia de la Encarnación, sin posibilidad de pérdida. Llevados por los aromas del pasado y sabiendo que estamos en uno de los pueblos incluidos en la ruta mudéjar de la Axarquía, no podemos menos que hacerle honor a la historia archera. La Posada Mesón Mudéjar es un establecimiento cuidado al detalle. Todos sus elementos, en armonía, hacen de él un lugar cálido, confortable. Velas sobre las mesas, arcos de madera, color albero en las paredes... Además del restaurante posee cinco habitaciones decoradas con delicadeza. Nos sentamos en una pequeña mesa en el patio. Saludamos a Serafín, el propietario, y dejamos que el menú circule ante nosotros: chipirones salteados con ajillo, guindilla y cilantro, revuelto de ortigas del río de Árchez, merluza mudéjar, ajoblanco, pollo mudéjar...
Pedimos 4 cervezas, 2 botellas de agua, 1 ensalada mudéjar, 1 cordero a la miel, 1 pollo mudéjar,1 helado de chumbo = 41 euros. Recomendamos fervientemente sus helados artesanos tal como de higo y pasas, algarrobas o el propio helado de chumbo. Deliciosos. Los precios son razonables y las raciones son generosas. La carta, muy especial, y el toque último, muy bueno. Tras el deleite gastronómico, un paseo.

Despedida

Nos despedimos de Árchez caminando por el paseo del Río Turvilla, el fresco de las sombras y de los frutales aplaca el calor y la inmediatez del río calma la impenitencia del sol. Caminamos despacio, sin poder evitar echar un vistazo al alminar que todo lo preside y dejando volar la imaginación, ideamos aquellos tiempos del S. XVI, cuando la población morisca trasegaba por estos pagos. Casi podemos ver una chilaba a la vuelta de una esquina, pero esto ya no sabemos si es realidad o producto del embrujo mudéjar.

Recomendaciones y enlaces de interés

Recomendaciones: Charlar con los archeros, se sacarán un buen puñado de historias agradables de escuchar y de decir. Dejarse llevar por el pausado ritmo que destila Árchez.
Enlaces de interés: Tres páginas web indispensables para conocer más acerca de este pueblo de la Ruta Mudéjar. La primera de ellas, la del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la segunda, la página web municipal de Árchez. Y tercera, la página web personal de un vecino archero.
Dónde comer: Árchez, además de la Posada Mesón Mudéjar tiene otras opciones gastronómicas. Recomendamos ésta por tener la versión más completa del arte culinario mudéjar.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

04 FRIGILIANA: AZUL SOBRE BLANCO

martes, 5 de mayo de 2009

Frigiliana es esencia blanca. Frigiliana es explosión de color. Aromas de pasados intensos, de presentes perfumados, de futuros por descubrir escondidos tras sus esquinas. Frigiliana desciende desde las laderas de la sierra para ver el mar, al fondo. Y en el camino, olvida olivos, almendros, naranjos, limoneros, aguacates, nísperos. Villa combativa en la que aún se escuchan los ecos de la cruenta batalla del Peñón. Frigiliana, donde las flores rojas y violetas dibujan su sombra en las paredes inmaculadas. Frigiliana para ser sentida, para ser recorrida con morosidad, despaciosamente. Frigiliana para respirar el intenso embrujo de sus calles. Frigiliana única. Frigiliana de las Tres Culturas.

Allí está

Entre los bancales de frutales que buscan el mar se percibe el intenso blanco de la villa. Encaramada al perfil exacto de la Sierra de Almijara, desciende en pendiente hasta su plaza principal y ya desde ella se intuye el embrujo que destila. ¿Por dónde empezar cuando hay tanto que disfrutar? La información que hemos preparado para este viaje la hemos extraído de la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y de la web municipal de Frigiliana. En esta última se nos propone una ruta dividida en cuatro tramos que nos parece muy interesante y muy práctica. Primer tramo: del Apero al Portón; segundo tramo: del Portón al Torreón; tercer tramo: del Torreón a la Ermita; y cuarto tramo: el Barribarto. Pero antes, hemos de aparcar. Al llegar a una primera rotonda en la entrada de Frigiliana se nos indica Centro Pueblo y Circunvalación, aunque las dos rutas propuestas nos llevan al mismo sitio, aconsejamos escoger la segunda, pues nos conduce directamente a los lugares de estacionamiento. Hay un parking público de pago perfectamente visible, pero aconsejamos dar una o dos vueltas en las inmediaciones para intentar aparcar en la calle. Quizá andemos un poco más, pero dado el tiempo que nos llevará visitar la Villa es mucho más económico dejar el coche al aire libre. Sólo un poco de camino y otro poco de paciencia.

Tramos primero y segundo: del apero al portón y del portón al torreón

Las indicaciones turísticas de la Villa se encuentran perfectamente visibles. Encontramos de manera casi inmediata y en la plaza desde que se contempla el enorme edificio del Ingenio y las construcciones de las Maquinillas una señal que nos lleva hasta el primer punto de destino, la Casa del Apero, que además hace las veces de oficina de información turística. La Casa del Apero ya es un prodigio de conservación, con su patio empedrado, su discreto rincón y la fuente indispensable para acallar los clamores del calor en verano. A la vez nos asalta cierta sana envidia, porque a ese patio desembocan dos casas particulares que en las noches estivales podrán contemplar el primero de los monumentos que ofrece Frigiliana. La Casa del Apero, como se destila de su nombre era un edificio dedicado a guardar los diferentes utensilios de labranza, además de caballerizas y que estaba inextricablemente unido a la fábrica de miel de caña del Ingenio. Ahora es casa de la cultura, oficina de información turística, museo y sala de exposiciones. Allí, previo pago de 1 euro, adquirimos un plano de la Villa en el que se detallan las posibilidades de la visita. Preguntamos por un lugar típico para comer y se nos recomienda... Lo veremos más adelante... Iniciamos desde aquí nuestra ruta con la intención de sumergirnos en la que está galardonada con el Primer Premio Nacional de Embellecimiento de los Pueblos de España. Dirigimos nuestros pasos hacia El Ingenio, antigua residencia de los marqueses de Manrique y, en la actualidad, única fábrica de miel de caña en funcionamiento de Europa. Ya nos advierten desde la oficina de turismo que la visita no es posible por cuestiones de preservación de la higiene. Comienzan desde aquí las primeras impresiones de las flores vivísimas sobre las paredes de blanco inmaculado. Iniciamos el camino por la calle Real, arteria principal del barrio bajo y que, en su camino, nos encontraremos con la gran mayoría de los elementos a visitar. Numerosas tiendas de artesanías, vinos y mieles se abren camino como tentaciones primeras. Tras descubrir los Reales Pósitos con sus arcadas de rojo intenso, se abre ante nosotros una bifurcación. Hacia la izquierda continuaremos por la calle Real, un camino casi liso, y por la derecha podríamos ascender al Barriobarto por la calle del Darra. La información nos indica que continuemos por calle Real (aunque luego habremos de recuperar la altura de una tacada por las escaleras de la calle Almona). Continuamos adelante. Comienza el dédalo de calles. Absolutamente todo el pueblo está empedrado y trufado de arriates y de tiestos y de flores de vivísimos colores y de perfume de naranjos... Paseamos despacio, dejándonos llevar por el ritmo que destila la Villa. En el inicio del callejón de correos hay una fuente, réplica de la que antiguamente hubo en ese lugar. Nos refrescamos con gozo antes de visitar en ese mismo callejón el Taller de Calabazas, una tienda donde el artesano fabrica todo tipo de objetos con este producto del campo, desde lámparas y colgantes hasta palilleros o esculturas. Sin duda, más allá de los monumentos, el auténtico embrujo de Frigiliana reside en las sorpresas que deparan sus callejones, sus rincones minúsculos, sus detalles de flores. Y los nombres, los nombres de sus callejones, del batanero, del señor, del horno... El silencioso rincón del Torreón esconde uno de los tesoros de Frigiliana, una vasija que contiene grabada la inscripción de las tres culturas. En esa inscripción la cruz cristiana, la media luna musulmana y la estrella de David judía aparecen juntas, en armonía cinceladas delicadamente en relieve sobre una tinaja. Hay que buscarla entre tiestos y macetas de flores y cáctus bañados por un tierno perfume de jazmín. De ahí, de aquel descubrimiento parte la idea de organizar el Festival de las Tres Culturas, que este año se celebrará los días 28, 29 y 30 de agosto, con la actuación de Pitingo y Medina Azahara entre otros. Tiene ese símbolo cierta cualidad mágica, un portento de energías que se desprende de él, o quizá sólo sea el deseo y la racionalización de su significado. Quién sabe.

Tercer tramo: del torreón a la ermita. Y el secreto de las doce cabezas. Avituallamiento

Las tentaciones a la derecha comienzan a ser muchas. Pese a no querer salirnos de la ruta preestablecida, un tirón nos hace mirar hacia arriba, hacia las peñas, hacia el Barribarto. Y es que este caserío se abre a la vista, se intuye y presiente como un tótem sobre nosotros. Se vislumbran sus calles a través de El Zacatín, una de las conexiones de calle Real con calle Alta. Se intuyen los vestigios de una torre, la presencia del rebelde morisco El Darra ahí arriba, sopesando la posibilidad de dar la vida en su lucha contra los cristianos. Todo parece posible en Frigiliana. Pasado el desvío que nos induce hacia la cima, El Zacatín, llegamos hasta la plaza de la Iglesia de San Antonio, uno de esos lugares donde sentarse, descansar y comprobar como las sencillas y delicadas paredes de la Iglesia contrastan con el intenso azul del cielo. La Iglesia de San Antonio, que guarda un secreto en su interior. No se observa a primera vista. Caminamos por la nave central, un delicado artesonado de madera sobre nosotros. A la izquierda vemos un grupo de personas agachadas. Se sacan fotografías. Tras ellas, en una hornacina... 12 cabezas. 12 cabezas con doce nombres, los doce apóstoles. Nos acercamos más entre el estupor de los visitantes fotografiados... No son cabezas, son máscaras. Máscaras que representan a los doce apóstoles. ¿Para qué se utilizarán? En la información no aparece nada, pero preguntamos. Las máscaras de los doce apóstoles se utilizan en la celebración de la Semana Santa, los doce acompañan al Cristo en su último día. Saciada la curiosidad y confesado el secreto, salimos de la iglesia y continuamos el paseo. Caminamos por el lateral izquierdo del templo y accedemos a una plazuela a través de "La Bodeguilla". En la plazuela, una trifurcación. Enfrente, la calle de El Garral que asciende al Barribarto, la siguiente, una calleja sin salida, el tercero.... el Callejón del Inquisidor, estrechísimo, en el que se sitúa una fuente con, de nuevo, una media luna, una estrella y una cruz. Tres símbolos, tres culturas. Comienza aquí en estas calles el barrio morisco, un red de calles más intrincada aún si cabe con rincones sorprendentes que recomendamos descubrir, reductos repletos de color, de rojos claveles, portones azules, zagüanes lilas... En las casas, sillas de enea con macetas de flores. Y continuamente, los nombres, callejón de las ánimas, de los moriscos... Llegamos de nuevo a la calle Real, frente a la plaza de la Fuente Vieja nos encontramos con un reclamo irresistible. "Tapa y caña, 1 Euro". El bar se llama "la Alegría del Barrio", taberna de señorío popular, con todo el sabor de lo propio, de lo auténtico, sin aparatajes, una bar de barrio. El ventilador en el techo, las paredes repletas de fotografías, radios antiguas sobre un estante. 4 cañas, 1 tapa de boquerones, 1 tapa de filetitos y 2 tortillas de bacalao = 4 Euros. Estas últimas son recomendación de la casa y están deliciosas, más aún si se mojan con un poco de miel de caña. Una de las hijas del propietario las degusta con fruición, recién hechas y embadurnadas de miel. Un acierto. Tras este avituallamiento seguimos trayecto, visitamos la Fuente Vieja, más adelante el monumento moderno a las tres culturas y al final de la calle, la ermita del Ecce Homo. Llega la hora de subir al Barribarto, y las vemos. Las escaleras de la calle Almona que nos llevarán hasta ese pedazo de historia que allí se fraguó. Subimos despacio, sin prisas, con paradas.


Cuarto tramo: El Barribarto
El Barribarto es impresionante, dédalos de callejuelas, repletos de macetas. Violetas, rojos, azules, verdes sobre las paredes inmaculadas. Las cortinas de las puertas se baten con la brisa. Se hacen realidad las íntimas particularidades de Andalucía en estas calles de apacible transitar. Cada recodo, cada rincón merece ser visitado morosamente, con paciencia y con quietud, en silenciosa procesión, dejando que la vista y el olor y el tacto se sumerjan en esta íntima Frigiliana que parece no haber cambiado en los últimos quinientos años. Y el cielo siempre rotundo, inmenso y azul. Muchas puertas abiertas y casas con nombre femenino Casa Sofía, Casa Rosarico. Vemos, ahora desde arriba la calle El Garral, El Zacatín, cómo desciende hasta la Calle Real que antes hemos transitado. La calle Almona se transforma en calle santa Teresa y en calle Alta y en calle Sto. Cristo. Pese a la altura, el laberinto de calles aún no nos ha permitido ver el mar que se intuye más allá de las casas y de las terrazas, en el horizonte. En una de las calles que ascienden hacia los restos del castillo, la calle Chorrera, nos encontramos con el "Harén Fantástico", una suerte de artilugio mecánico que tras la introducción de 50 céntimos nos muestra las querencias de media docena de odaliscas árabes bailando. No logramos localizar el camino hacia el emplazamiento del antiguo Castillo de Lízar. Caminos que se acaban, puertas cerradas... Proseguimos. Como recomendación en el Barribarto y en Frigiliana en general, no guardar la cámara de fotos, cada rincón es susceptible de ser retratado. Seguimos hacia adelante cuando, de pronto, se abren las calles para dejar paso a un amplio mirador sobre el mar. Un banco invita a sentarse y disfrutar este espectáculo de arquitectura y naturaleza. Se contempla el mar, las montañas, el caserío blanco en una fusión completa hasta el Mediterráneo. Se le llama el Mirador del Sto. Cristo. Entablamos conversación con Antonio, un hombre mayor sentado sobre una silla entre el sol y la sombra, que nos cuenta los avatares de su vida en este barrio y nos detalla cómo en la guerra civil y a causa de un bombardeo se desprendió una roca desde lo alto del Barribarto hasta la parte más baja de Frigiliana. No tenemos posibilidad de contrastar la historia, pero allí contada, con la mirada en el mar y el sol sobre la cara, nos parece una buena historia. Caminamos. La montaña invade las casas y las calles y éstas se adaptan a lo abrupto, a lo sinuoso de la sierra. Un poco más adelante hay otro mirador completamente invadido por las mesas de un restaurante. Continuamos y, descendiendo ligeramente, llegamos al Peñón de la Sabina, un espléndido balcón bajo el que se observa la parte más nueva de Frigiliana, el Ingenio y las primeras estribaciones del Barribarto desde la calle El Darra. Fotos.

La Bodeguilla

Descendemos hasta la calle Real por entre las callejas, nos perdemos entre los aromas y los colores. Pero lo poético no está reñido con lo pragmático, así que decidimos escoger un lugar para comer entre la numerosa oferta que ofrece el barrio antiguo de Frigiliana. Hemos leido unas indicaciones, y hemos preguntado y hemos hecho averiguaciones. Entre los nombres que se nos ofrecen, uno se repite, La Bodeguilla "El Rincón más típico de Frigiliana", como reza su publicidad. Esta mañana pasamos por allí, se encuentra paralelo a la Iglesia de San Antonio, así que no hay problema para llegar. Apenas una decena de mesas se apiñan entre el callejón del Inquisidor y el comienzo de la calle Garral. Sillas de hierro y mesas camillas sin ostentaciones. Charlamos con Rosario, la propietaria, que nos atiende con amabilidad exquisita y nos cuenta que este es uno de los pocos restaurantes de la villa que ofrece platos típicos y de auténtica comida casera. Choto, migas, sopa de tomate, ajoblanco. Los precios son muy razonables si tenemos en cuenta que estamos comiendo en el corazón de Frigiliana. Los platos más caros, el entrecote a 10 euros y el plato especial La Bodeguilla, a 10 euros. Nos decantamos por choto a 9,50 euros y el plato especial a 10 euros al que añadimos 4 cervezas y dos vasos de vino dulce de postre. Total, 27,50 euros. El plato especial lleva huevo frito, papas a lo pobre, chorizo y morcilla, choto, pisto, carne en adobo y migas. Completísimo y delicioso. Caben destacar las migas, caseras y sabrosísimas. Es un restaurante completamente familiar bajo la premisa de "Después de 20 años nos sentimos orgullosas de nuestra clientela y esperamos gracias a Dios y a nuestros clientes, sigamos muchos años más". Se paga en el interior de la casa, entre las fotos de comuniones, bodas y reinas de la feria.

La búsqueda del emplazamiento del Castillo de Lízar

Optamos, en la tarde, más fresca, por recorrer las calles de Frigiliana para visitar las múltiples tiendas de artesanía que ofrecen todo tipo de productos. Hay varios comercios en los que se puede adquirir la miel de caña, deliciosa, y el vino realizado con sus vides próximas. Los precios, para todos los gustos, la artesanía, también para todos los gustos. Tras el paseo, bajada ya la comida, pero aún con la espina clavada en nuestra infructuosa búsqueda del acceso al emplazamiento del Castillo de Lízar, decidimos preguntar. ¿Cómo se llega hasta allí arriba? Desde la calle de El Zacatín se ve, pero no se puede acceder. Nos cuentan que hay que salir del pueblo, que el acceso no se realiza desde el Barribarto. Tomamos nota. Conviene ir en coche, los más animados pueden hacer el camino andando, pero son casi dos kilómetros de subida muy seria. Hay que atravesar el pueblo, dejando a la izquierda el nuevo pabellón municipal, a la derecha la entrada a la calle Rosario, y tomar dirección carretera de Torrox. Aproximadamente a 600 metros encontramos un desvío a la derecha en el que se indica "El Fuerte de Frigiliana". Allá vamos. Carretera de ascenso mal asfaltada y con su tramo final de pista. Hay que seguirla todo recto, entre algunas casas diseminadas en la parte superior hasta llegar a una gran alberca. Justo encima de la alberca hay una pequeña explanada donde dejar el coche y en la que vemos un panel explicativo que nos indica que estamos en el Pozo de Lízar. Enfrente, la sierras cortadas a pico, majestuosas e impresionantes, detrás, un pequeño promontorio en el que se aprecian algunos muretes derruidos. Miramos el promontorio, a la izquierda hay un camino marcado que proviene desde Frigiliana, un tanto a la derecha, una flecha blanca sobre una roca nos indica el camino. No es malo, pero sí estrecho y con cierta altura. Recomendamos a las personas con algo de vértigo que no se suban. El resto... se va a encontrar con una vista impresionante. Al fondo, el mar, a la izquierda, las sierras, a la derecha, las lomas repletas de frutales que llevan hasta Torrox, debajo, el Barribarto de Frigiliana. Vemos perfectamete su trazado, el Zacatín, la calle Chorrera, casi a vista de pájaro. El cielo azul sobre nosotros. No hay paisaje comparable. Resulta apabullante, casi estremecedor. El atardecer nos acompaña. Casi podemos sentirnos como el morisco El Darra esperando la llegada de los ejércitos de cristianos viejos. Pero ahora, en la cima, aguardamos ver la Frigiliana que no se ve, la que queda tras las calles encaladas y da paso a los umbríos patios decorados de explosivas flores, la de puertas adentro, la que se aferra a la tierra y mira al mar.

Recomendaciones y enlaces de interes

Dos recomendaciones útiles: Primera: Calzado cómodo, Frigiliana es una lugar para andar, para subir y bajar, para perderse y reencontrarse, para recorrer e investigar. Segunda: ligera ropa de abrigo, en las ncohes refresca y aunque en verano hace calor, el entramado de las calles permite las sombras y que corra cierta brisa.
Comer en Frigiliana: recomendamos la Bodeguilla por tradicional, pero son numerosos los restaurantes que desde el Barribarto ofrecen comidas caseras con unas vistas panorámicas impresionantes. En precios hay de todo, más y menos modestos.
Productos: No se olvide comprar la miel de caña elaborada en El Ingenio, única fábrica de Europa en la que todavía se fabrica. Es densa y untuosa y tiene un sabor excelente para combinar con salados o utilizarla para salsas.
El Festival de las Tres Culturas: este año celebra su cuarta edición. Conciertos y espectáculos para todas las edades. Su esencia es la mezcla, la convivencia entre árabes, judíos y cristianos. Una cita cada edición más destacada dentro del programa de actividades culturales que Málaga ofrece en verano. Podeís visitar su enlace en el Festival de las Tres Culturas.
Senderismo: El entorno natural de Frigiliana es espectacular, existe un completo programa de senderos para los visitantes más animados que podeis ver detalallado en Programa de Senderos.
Enlaces de Interés: para realizar este viaje hemos consultado tres páginas web la del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Frigliana y la página Frigiliana.info

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