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EN 06 LA DEHESA DEL MERCADILLO: Cinturón forestal

martes, 28 de junio de 2011

Como un abrazo protector, la Dehesa del Mercadillo rodea con sus brazos, corona, la zona norte de Ronda. Un apretado pinar salpicado de encinas centenarias que mira de tú a tú a la Hoya del Tajo rondeño, a los imponentes montes de la vecina Montejaque, a los caminos que van y vienen de Antequera y de Sevilla. Perfuma, con su denso aroma mediterráneo, pino, romero, tomillo, la llegada de los visitantes desde el norte y traslada su fragancia milenaria hasta la profunda y honda ciudad del Tajo. Silencio. Sólo el zumbido de algún insecto, el violín de la chicharra, un ladrido lejano, un trino aislado.

Parque Periurbano la Dehesa del Mercadillo

Allende los tiempos, cuando el ser humano tuvo primera memoria, alguien bautizó este lugar como Dehesa del Mercadillo por haberse situado precisamente en estos lares un mercado de ganado. La relación entre la ubicación del parque y su uso como punto intercambiador de mercancías tiene su lógica. Se sitúa en la zona norte de Ronda, antes de la entrada a la ciudad, los viajeros que provenían de la vecina provincia de Sevilla lo cruzaban, los que traían el camino desde Antequera también debían cruzarlo, los que llegaban desde Málaga tenían un fácil acceso a él, igual que los que accedían desde Sierra de las Nieves a través de El Burgo. Punto de unión, cruce de caminos. Tal es así que la Dehesa está atravesada por una serie de vías pecuarias como la Cañada Real de Setenil, el Cordel de Ronda a Olvera, la Vereda al Molino de la Fuente, el camino del Llano de la Cruz y la Cañada Real de Ronda a Jerez y Sevilla.
La Dehesa del Mercadillo fue declarada Espacio Natural Protegido en el año 2000 y cuenta con 137,77 hectáreas de extensión.

Entre el pinar

Hemos estacionado el coche en la parte norte del Parque Periurbano, junto a unos servicios de recreo y el acceso al centro de Reforestación de Ronda, donde varios vehículos de Medio Ambiente, un camión cisterna de bomberos y un helicóptero reposan. Vamos a atravesar del bosquete de pinos de norte a sur, caminando por las vías abiertas hasta descubrir la Olla del Tajo de Ronda y la pared granítica del Hacho de Montejaque, bajo el que se encuentra el abismo el Hundidero.
Los servicios, columpios y zona de barbacoas están bastante deterioradas por el uso y las encinas señorean por encima de los toboganes y las resbaletas. Una valla metálica baja separa la zona de esparcimiento del pinar, donde la umbría fresca reina sobre el primer sol de la mañana que comienza a apretar. Es un pinar de silencios, acompañado por los leves zumbidos de algunos insectos y los violines de chicharras aisladas. Más allá de la valla, si se camina con despacio y tranquilidad puede descubrirse el salto de algún conejo despistado. Señala la guía en la que nos hemos informado que los tejones y zorros también abundan. La masa forestal de la Dehesa está conformado por pinos piñoneros y pinos integrales, pero la sorpresa de encontrar los troncos retorcidos de alguna encina centenaria es una buena recompensa. Realizan algunas formas casi imposibles en el aire, sosteniendo sus copas sobre brazos ramudos sólidos que se extienden en horizontal. Priman los colores de secano, los ocres, amarillos, naranjas oscuros. El paseo por el pinar es tranquilo, sosegado y aunque se salvan un buen trecho de metros hasta la zona más alta, la paz que destila el lugar hace que se dulcifique la suave ascensión.
Recoge nuestro caminar un perfume de romeros y de tomillos y podemos ver aulagas, retamas, jaras y majuelos, mejorana. Pura esencia mediterránea de bosque aromatizado.
Este paraje, atravesado por esta red de vías pecuarias, no ha perdido aún su carácter eminentemente ganadero. Todos los años se realiza en sus inmediaciones una parada de sementales, donde las Fuerzas Armadas del Estado (provenientes de Jerez) ponen a disposición de los habitantes de la comarca sus sementales para montar a las yeguas privadas y de este modo mejorar la raza equina en la zona. La tradición, que se lleva a cabo en el Llano de la Cruz, se realiza desde el siglo XIX.
Caminamos por las trochas que, fundamentalmente en otoño y primavera, son utilizadas por los rondeños para realizar senderismo, bicicleta de montaña y equitación hasta llegar a la vista de la Olla del Tajo.

La Olla del Tajo

Hemos dejado a tras un vivero de plantas y nos encaminamos a la parte superior de la Dehesa. Vemos las aves rapaces planear sobre nosotros con majestuosa parsimonia, distinguimos algunos buitres y al menos dos águilas. No resulta extraño poder contemplar desde el Parque Periurbano algunos ejemplares de la avifauna local como pinzones, verdecillos, verdones, piquituertos, jilgueros y picapinos, agateadores, gorriones chillones, abubillas, pitos reales, petirrojos y mirlos o las ya mentadas águilas calzadas y buitres leonados, acompañados en el vuelo con mochuelos o cárabos.
Ante nosotros se asoma la ciudad de Ronda que a su vez parece colgar de las paredes que conforman su Tajo. No llega a verse como tal, tampoco el Puente Nuevo, pero sí su Olla. Su campo que casi parece taracea, jugando con los colores amarillos y ocres aparcelados, marcados lo límites por los caminos rurales, algunas plantaciones apretadas de olivos, suaves ondulaciones que se van estrechando hasta llegar a las estrecheces del Tajo.
Frente a nosotros la cadena montañosa presidida por el Hacho de Montejaque acompañado por la cimas del Palo, la Ventana, San Cristóbal, Torrejón o el Peñón de las Mures, pertenecientes al Parque Natural Sierra de Grazalema. Contemplamos algunos remolinos de polvo elevados al cielo por el viento. Podemos imaginar las reatas de burros acercándose hasta Ronda procedentes de otros lugares, los batallones de soldados árabes cercando la ciudad, a Orson Welles paseando por estos parajes antes de una corrida de toros, a los viajeros románticos sumergidos en la fragancia procedente del pinar. Oímos un chillido en el aire. Ahí están, una pareja de águilas, una de ellas gira en el aire y desciende de pronto a gran velocidad, la perdemos. Una pareja pasea tomados de la mano, caminan hacia el pinar, hacia la umbría fresca que procede de la masa forestal.

Despedida

Solo por un momento. Sentados sobre una roca. Cerrados los ojos. Sólo escuchamos el crepitar de algunos insectos. Aspiramos y hacemos nuestras las fragancias mediterráneas a tomillos y romeros. Rozamos con la yema de los dedos las hierbas altas. Abrimos los ojos. Frente a nosotros una encima enorme, enraizada al suelo desde hace centurias, nos contempla. Se esconde y funde sus colores verdes con los verdes de los pinos.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. El Parque Periurbano la Dehesa del Mercadillo se encuentra en el término municipal de Ronda.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.



Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Espacio Natural Protegido.


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EN / 05 LAGUNAS DE CAMPILLOS: El color

martes, 14 de junio de 2011

Es delicado y sutil , frágil. Un conjunto de lagunas que todos los años desaparecen en verano y renacen como un ave fénix en las estribaciones del invierno, en la primavera, para desaparecer de nuevo en la llegada del periodo estival. Frágil. Sutil. Delicado. Un ecosistema cíclico que cada año pugna por regresar, que con cada nueva estación muere y germina, desaparece y se reactiva. A cambio, ofrece al observador sentimental un paisaje de contrastes inverosímiles, de juegos de espejismos, de apariciones insólitas, de colores caleidoscópicos. Ahí está el verde y el azul y el blanco y el amarillo y el ocre y el caldera y el gris y el rosa y el negro. Todos presentes en este horizonte que palpita entre campos de cereal empacado, entre olivos grises, entre tractores solitarios, entre el silbido del tren. Las Lagunas de Campillos, un ecosistema único, sutil, frágil, delicado.



Reserva Natural de las Lagunas de Campillos

Fueron siete , pero la fragilidad a la que ya nos hemos referido hicieron que dos de ellas, la Redonda y la de Toro, desaparecieran hace años. Permanecen cinco en el término municipal de Campillos, son la laguna Dulce, la Salada, la de Camuñas, la de Capacete y la del Cerezo. Entre ellas se teje un hilo de caminos rurales, de paseos y trochas de campo, de carreteras secundarias y principales, de vías férreas, incluso por sus lares pasa una cañada real, la que comunica Ronda con Algeciras. De ahí que el viajero pueda recorrer las 1.126 hectáreas de Reserva Natural a pie, en bicicleta de montaña, a caballo o en coche (aunque el automóvil no permite llegar a todas ellas), disfrutando de la llanura del entorno y de su paisaje de olivos y acebuches, de cereal y de girasoles. Las Lagunas de Campillos tiene el tratamiento de Reserva Natural desde 1989 y su carácter fuertemente estacional hace que su visita y disfrute se limite entre el otoño entrado y la primavera larga. En épocas de sequía las lagunas pueden llegar a desaparecer por completo, dejando un espejismo blanco de salinidad consumida, un velo blanco reducido.

Las cinco lagunas y los campos

Dada la fragilidad estacional de las lagunas nos sorprende leer una noticia relativa al siglo XIX en la que se indicaba que los habitantes de Campillos utilizaban la laguna Dulce para realizar pesca deportiva. Se deriva de ahí que hace 150 años ésta podría no desecarse en verano y que la población de peces se mantuvo más o menos estable durante muchos años. Concretamente se hace referencia a un manuscrito datado en el año 1833 que confirma el hecho. Con esta idea rondando en nuestra cabeza estacionamos el coche. Nos pertrechamos. La laguna Dulce es grande, nada más descender del automóvil escuchamos los primeros sonidos que nos traslada, es un lenguaje único y universal a un tiempo. La red de humedales de Málaga está bien preparada, bien cuidada, en casi todos ellos nos encontramos una zona de avistamiento habilitada para poder contemplar la avifauna sin que sea molestada. De ahí que entre los pertrechos llevemos, además de la cámara y del bloc de notas, los prismáticos.
La observación requiere paciencia, tiempo. Primero se les escucha entre los carrizos y los juncos, movimientos, aleteos, graznidos, cloqueos, zambullidas. El primer y superficial vistazo muestra el que parece un paisaje estático, quieto. Con la segunda mirada, más profunda e intensa, todo comienza a moverse. Se observan los aleteos, las estelas volátiles de las orillas, los planeos sobre el aire caliente. Las piezas encajan como en un puzle. Se asocian los cloqueos a las estelas, los graznidos a los planeos, los aleteos a las zambullidas y comenzamos a poner nombres. Las aves acuáticas como los tarros, las garcetas, ánades, chorlitejos patinegros, correlimos, flamencos, cigüeñuelas, fochas y avocetas son los más abundantes y casi todos ellos visibles con cierta perseverancia. Acompañarse de un manual de la avifauna malagueña puede ser un buen complemento para disfrutar la visita al cien por cien. Parapetados en el puesto de observación y acodados sobre las repisas de madera vemos como las aves despliegan sus distintos compases de baile, con gracilidad, con agresividad, con suavidad, con maternal ternura. La población de aves de las lagunas de Campillos se comparte con la laguna de Fuente de Piedra, las de Archidona y la de la Ratosa en Alameda. Zona de paso y migración de las aves que circular de sur a norte y de norte a sur, este es territorio de alimentación y nidificación para algunas especies. Es más, un panel informativo nos propone una ruta que, en primavera, debe ser más que interesante. Son 22 kilómetros que se pueden realizar en unas 7 horas aproximadamente y nos llevaría desde esta laguna Dulce de Campillos hasta el Desfiladero de los Gaitanes en Ardales. Se puede realizar andando, en bicicleta de montaña o incluso a caballo. Recorre gran parte de la comarca del Guadalteba, visitando lugares destacados para contemplar la avifauna y se asegura que es un itinerario perfecto para los amantes de la ornitología. Tomamos nota.
Compartiendo las cinco lagunas de Campillos un pálpito común, cada una de ellas tiene su propia personalidad, ya sea por la proximidad de las tierras de cultivo, por el sobresalto casi telúrico al paso del tren, por su pasado con uso comercial, por su reducidísima estacionalidad… Así otra de las lagunas con historia en Campillos es la laguna Salada. Todo el complejo lagunar es de baja salinidad, pero hasta hace aproximadamente 50 años, los habitantes de la localidad extraían cloruro sódico de manera artesanal de esta laguna Salada. Se sitúa en el centro mismo del complejo, semiescondida tras una loma y junto con la de Capacete es la segunda en tamaño. En la laguna salada destaca su flora acuática, entre ella la Althenia orientales, la Chara áspera, la Chara galioides y la ruppia.
Nuestros paseos entre un humedal y otro nos permiten contemplar además otras especies animales. Las trochas que marcan los campos como una red de caminos imposibles nos permiten, con suerte, y casi por descuido y sorpresa otras especies como el lagarto ocelado, las culebras bastarda y viperina, la culebra de agua, la rana verde, los sapillos moteado y común, liebre y conejos, comadrejas, zorros… Todo el ecosistema se retroalimenta y nosotros solo somos viajeros de paso, así que importa más el capricho o descuido de algunos animales y reptiles de asomarse que nuestro empeño de verlos. Es un instante, una mota anaranjada que desaparece tras una aulaga, la estupefacción marrón y gris de un conejo en mitad de una trocha, el bisbiseo de una serpiente.
El camino entre la laguna Dulce y la de Capacete, pasando por el Cerezo y por Camuñas discurre entre campos. Imaginamos aquí al campesino de antaño, con sus acémilas cargadas de aceituna, con una ramita de romero en la boca, con su gorra para combatir el sol y la piel cobriza y tersa producto de la intemperie. Poco queda de todo aquello y los burros se sustituyen por tractores y empacadoras que saludan al mundo elevando al aire sus columnas de tierra ocre. Caminamos despacio, bajo el sol de la mañana. Permitimos paso libre a la brisa que de tanto en tanto nos refresca. Es imprescindible si se quiere hacer un recorrido circular entre las lagunas de Campillos llevar agua. El paseo no es muy largo y discurre de forma prácticamente llana, ideal para un recorrido suave en mountain bike, sin embargo no se aprecian fuentes en el camino, así que el agua, además de la de las lagunas, hay que llevarla en el equipo. En algunas de estas trochas cercanas a las lagunas contemplamos hilos de plata que cruzan de un lado a otro. Forman redes en el suelo y sólo pueden verse bajo el reflejo del sol. Algunas de las aves que se alimentan en las lagunas, nidifican entre los juncos y los carrizos que las rodean, así, sus patas mojadas dejan rastro en los caminos cuando pasan de una zona a otra. Son recientes.
Los aromas de estos complejos lagunares son únicos. Se conjuntan de una manera especial el salinoso de las láminas de agua y el serrano del tomillo y del romero. Estas últimas son especies abundantes en los campos y embridan al aire con su perfume dulce e inconfundible. Del mismo modo que se encuentran tomillo y romero, también pueden verse jaras, matagallos, aulagas y en las proximidades de la laguna de Camuñas, lentiscos.
Las nubes se reflejan sobre la superficie mansa de la laguna, como un espejismo que fluye sobre el aire. Los colores ocre, verde, azul, amarillo se mezclan, formando un paisaje único y especial. En otras épocas del año, más próximas al invierno, prima el verde por encima de otros, en este final de primavera es el ocre y el amarillo los que señorean. Un mismo paisaje teñido de diversidad cromática también estacional.
Caminamos a campo abierto, entre árboles, al borde de un campo de girasoles, vemos las pacas de cereales reposando sobre una ladera, pisamos tierra y pisamos asfalto, observamos y escuchamos a lo lejos cómo pasa el tren que une Ronda con Algeciras. Anotamos, ese puede ser un buen recorrido motorizado.

Despedida

Sentados sobre un banco de madera. Escuchamos un aleteo, un flamear rosa y blanco se abre ante nuestros ojos, una sacudida, dos, nada más. El flamenco se estira, sumerge el pico en el agua una vez más. Bate las alas de nuevo. Levanta el vuelo. Comienza a planear. Realiza un círculo sobre la laguna y se aleja dirección nornoroeste, dirección Fuente de Piedra. Observamos como el flameo rosa y blanco rompe el aire. Los cloqueos, zumbidos, trinos, chapaleos parecen apagarse un instante. Todo es calma.


Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. La Reserva Natural de las Lagunas de Campillos se encuentra en el término municipal de Campillos, perteneciente a la comarca del Guadalteba.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de esta Reserva Natural, situada en Campillos


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