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77 TORREMOLINOS: UN PUZLE INFINITO JUNTO AL MAR

martes, 28 de septiembre de 2010

El puzle de Torremolinos se construye con muchas piezas, con la esencia de su carácter cosmopolita, la arista kitsch de su pasado reciente, el lado incuestionable de la vanguardia turística, el rostro que mira al mar, la faz indudable de su historia y de sus tradiciones, la cara de sus arenales aposentados en los brazos del paseo marítimo, el flanco de sus comercios y comerciantes, el margen delicado e intenso de su potente gastronomía con sabor a mar, la banda infinita que conforma su horizonte… Y así podría continuarse hasta recrear el puzle de Torremolinos que es as u vez una sola cara de todas aquellas impresiones configuradas por los miles de visitantes que recibe al año y que comenzó con una piedra sobre otra, un manantial, un molino y un río.

Torre de Los Molinos


1.300 molinos nazaríes y una torre vigía cristiana dieron nombre a la ciudad, que fue Torre de los Molinos y después Torre de Molinos y más tarde Torremolinos. Ya habían pisado la arena de sus playas las civilizaciones mesopotámicas y romanas que instalaron aquí sus industrias de salazones y de garum, siendo parada obligada de la calzada que unía Málaga con Cádiz. Intrínseca e históricamente ligada a la capital de la provincia como un barrio más hasta su moderna independencia en 1988. Centro neurálgico del turismo internacional en la Costa del Sol, pionero y transgresor. Se inicio este viaje a finales del siglo XIX, cuando Sir George Langworthy compró el castillo de Santa Clara y lo convirtió en hotel residencia en 1930. Continuó su camino Doña Carlota Alessandri que convirtió su cortijo de la Cucazorra en el parador de Montemar. Más tarde abre el Hotel la Roca y a finales de los 40 El Remo, en la Cairhuela. En los años 50 fueron Los Nidos y el Pez Espada (primer establecimiento de lujo). Luego los sesenta y setenta y el turismo internacional, después, la modernidad de la jet set en los ochenta y el turismo de masas en los noventa. En esta primera década del siglo XXI pugna Torremolinos por ser centro de calidad y excelencia turística.

La Calle San Miguel

Todo tipo de souvenirs kitsch, flamencas de felpa, mandiles de topos que simulan un traje de gitana, toros en miniatura, toreros en mil formatos y poses, macetas con flores de plástico… No puede resistir la calle San Miguel a ese toque de cierta decadencia que la hace tan especial. NO es una calle peatonal más, se alimenta de la perplejidad de los turistas extranjeros, de la sonrisa de los nacionales, de la complacencia cómplice de los torremolinenses. Es una calle internacional que en los meses de verano llega a recibir más de 100.000 visitantes diarios, no es una errata, son más de 100.000 visitantes diarios. La calle San Miguel es bulliciosa y jaranera, un permanente ir y venir de gentes, de curiosos, de torremolinenses oriundos y de adopción, de compradores… Y tiendas y comercios, cuya retahíla, por extensa sería interminable… Joyerías, zapaterías, tiendas de de moda y de tatuajes, relojerías, marroquinerías, perfumerías, regalos y souvenirs, restaurantes (en la parte más próxima a la Torre Pimentel), la Casilla, con sus soldados de plomo, angelotes y miniaturas, también hay oulets, estancos, tiendas de cambio… No podemos resistir ante las muchas tentaciones y sucumbimos ante el poderoso influjo de un espeto-imán para la nevera (2 euros)… Heladerías, licorerías, clínicas… La avenida peatonal Jesús Santos Reina atraviesa la calle San Miguel abriéndose a una gran plaza con un quiosco de música a la antigua, una fuente recoleta y una estatua firmada por Laverín y que lleva como título “Nacimiento de Eva”. Muchos de los comercios se convierten aquí en restaurantes y cafeterías. Regresamos al bullicio de la calle San Miguel y continuamos nuestro descenso. Qué tranquilidad produce que todo nuestro paseo discurra por zonas peatonales, lo que nos permite recrearnos en los comercios y en las tiendas con total tranquilidad para ejercer el sutil arte del shopping. El tránsito de gente aumenta según avanza la mañana. Parecen multiplicarse las tiendas y comercios cuando nos acercamos a las escaleras de la Torre de Pimentel.

La capilla de San Miguel, la Torre Pimentel y el camino hacia el paseo marítimo

Al final de la calle San Miguel y a la derecha nos encontramos con la plaza del mismo nombre y con un moderno templo religioso de reciente construcción. Muestra la capilla dos espadañas en su parte superior, la entrada, presidida por una figura de San Miguel, con una fiera espada en la mano. Templo de paredes blancas, con un altar mayor edificado con molduras sobre la pared. San Miguel lo preside con el dragón a sus pies y la espada amenazante apretada en su puño derecho. Luce coraza y casco el santo. Salimos. Desde la calle San Miguel continuamos hacia el barrio del Bajondillo, un barrio típico de pescadores. Nos cruzamos en nuestro caminar con la Torre Pimentel. Fue esta construida en el año 1300 con la idea de servir de baluarte defensivo ante las hordas de piratas corsarios y berberiscos. Destacar como curiosidad que el primer torremolinense del que hay constancia llevaba por nombre Alonso Martín y fue precisamente contratado como guarda de la torre, actividad por la que cobraba 25 maravedíes diarios. Eso sí, no de le permitía tener caña de pescar, ni perro ni practicar juegos de naipes para no distraerse de su principal objetivo. Corría el año 1503 cuando Alonso fue contratado. La torre pronto se quedó corta en su objetivo de combate y en 1770 se construyó una fortaleza en el lugar que ahora ocupa el Hotel Santa Clara. De ella quedan aún algunos restos en el parque de La Batería. Por cierto que aquella fortificación estaba armada con seis cañones de 24 libras con un alcance de unos seis kilómetros cada uno. Y esta torre fue primero la Torre de los Molinos, después Torre de Molinos y por último Torre Molinos. No hará falta insistir en la etimología del nombre de la localidad. Seguimos por la calle Cuesta del Tajo, calle Bajondillo hasta llegar a la calle Peligro, a la derecha, por la que continuamos. Continúan las tiendas de artesanía y de regalos, de souvenirs… Termina la calle Peligro y desde aquí, Torremolinos se abre al mar.

El Bajondillo

Al salir al Paseo Marítimo caminamos hacia la izquierda. El olor a sal, a mar, a brasas se abre paso y nos invade. Es una delicia caminar por el paseo, sentir la delicada brisa del mar sobre la piel. Riela la luz del sol sobre la lámina del mar, espejea, y los perfiles de los bañistas se recortan contra el horizonte, que se disuelve entre la arena y el agua… A un lado, la tranquilidad dormida de las playas de arena ocre, fina. Al otro, el animado bullicio de los comercios. En nuestro caminar, recortado contra la loma sobre la que se asienta el centro urbano de Torremolinos vemos al extraña construcción que es la Casa de los Navaja. Es este un edificio extravagante que construyó en 1925 un vecino de Churriana imitando el estilo neomudéjar de los musulmanes sometidos a los cristianos. Caminamos hasta llegar al monumento a la playas, inaugurado en 2004 y que se inspira libremente en la obra de Picasso “Mujeres corriendo a la playa”. Torremolinos cuenta con 7 kilómetros de playas, todos ellos comunicados gracias al paseo marítimo. Arenales que cuentan con todos los servicios esenciales para su higiene y comodidad. Playas a disfrutar, protegidas algunas de ellas con grandes palmeras que proyectan su sombra fresca sobre la arena. En la misma plaza nos encontramos con uno de los centros de información turística del municipio. Direccion: Plaza de las Comunidades Autónomas, barrio del Bajondillo, horario de invierno de Lunes a Viernes de 9:30 a 14:30 h; horario de verano todos los días de 10:00 a 14:00 y de 18:00 a 20:00 h. Además de esta, Torremolinos cuenta con otras dos oficinas de turismo, una en La Carihuela, C\ Delfines s/n (Paseo Marítimo La Carihuela) y otra en la Plaza Independencia, Plaza de la Independencia, s/n. Todas ellas con los mismos horarios. Nos pertrechamos con un mapa y algunos folletos más y preguntamos a la persona que nos atiende cuánto tardamos hasta la Carihuela caminando: - 30 minutos, nos contesta. Estupendo, pensamos. Hace una mañana excelente, con un sol cálido y templado, una luz diáfana que pinta azules aquí y allá.

El Paseo Marítimo y La Carihuela

Tenemos un paseo de madia hora al borde del mar desde el Bajondillo hasta La Carihuela (cuna gastronómica del pescado y el marisco). Y lo realizamos con mucho gusto. Extranjeros residentes, lustrosos en este inicio de otoño, leen sus periódicos al sol sentados sobre el pretil del paseo. Arden los carbones preparando las brasas para los espetos de sardina (y de dorada y de calamar) y perfuma el ambiente su aroma como una promesa de pescado fresco. Descansan sobre los taludes de piedra y chumbera asomados a la playa y al paseo algunos privilegiados hogares. El de Torremolinos es un Paseo Marítimo largo y sinuoso, que se adapta a los entrantes rocosos del terreno y los perfila y nuestro caminar con él. Nos sentamos en uno de los bancos de forja negra que salpican el paseo. La brisa marina, el aroma a espetos, el murmullo suave del mar junto a la arena, los ecos de los bañistas a lo lejos, el timbre de una bicicleta que pasa, dos velas triangulares en el horizonte, y la brisa, la brisa que dulcifica la caída del sol sobre nuestro rostro. A la vuelta de un promontorio aparece el barrio de La Carihuela, un barrio de sabor pesquero que aún conserva parte de su encanto en cerrado en sus calles estrechas , trufadas de macetas de colores, de arriates coloridos. Algunas barcas descansan sobre la arena esperando junto al torno que las arrastrará, más tarde, cuando regresen de la faena desde el mar hasta la playa. Duermen las barcas boca abajo, reposando. Vive La Carihuela un bullicio tranquilo, reposado, que sólo se altera cuando llega la hora de comer.

La comida en La Lonja

La oferta hostelera de La Carihuela es infinita. El pescado y el marisco en todas sus variantes son el rey. Ocupa gran parte de la barriada el restaurante Casa Juan, un establecimiento enorme y amplio, muy conocido, pero optamos por la recomendación que nos ha hecho un amigo, el restaurante La Lonja (http://www.restaurantelalonja.com/). Además del pescado y el mársico que se muestra en la carta (almejas, cigalas, arroces variados, todas las posibilidades de pescaíto frito, etc…) ofrecen otras combinaciones como Urta a La Lonja (16 euros), Mariscada y botella de Villalua para dos personas (75 euros), Bacalao o rape con carabineros al ajillo (19 euros) o Almejas con Alcachofas y Gambas (14 euros). Ante tamañas suculencias pedimos una ración de coquinas, un rape con carabineros al ajillo y una dorada a la plancha (que tendrá que ser besugo por ser la dorada un tanto grande para una sola ración). Para beber dos botellas de agua de un litro y dos cafés solos con hielo. Total 71, 20 euros. Nos hemos sentado junto al paseo marítimo, en una mesa que mira al mar y a la playa, un local con aire acondicionado. Esto está muy próximo al paraíso. Las coquinas saben a mar ya sal y a aceite y a limón, con muchísima intensidad. Impresionante el rape con carabineros, con una salsa delicada y contundente y el paladar del Mediterráneo en cada bocado. El besugo, jugoso, tierno, delicado, en su punto. No podemos pedir más.

La Batería

Torremolinos nos guarda una sorpresa, el Parque de La Batería. Sólo tiene una entrada y para acceder a ellas desde La Carihuela hay que caminar un tanto, cuesta arriba. Nos sirve para bajar la comida. Desde el centro de la barriada accedemos a la avenida Carlota Alessandri y caminamos dirección este hasta llegar a la calle de la Ermita, hacia arriba, continuamos hasta la calle Monte Coronado, a la derecha cogemos la calle de la Cornisa hasta la entrada principal del Parque de la Batería. Nos hemos dado un buen paseo, pero el parque merece la pena. Es una superficie grande, 74.000 metros cuadrados, presidido por una lámina de agua, un lago artificial de 9.000 metros cuadrados. Es un parque tranquilo, perfecto para ir con niños pues cuenta con dos áreas de juego importantes y un sinfín de sorpresas que les encantarán. Los árboles que lo pueblan ofrecen una densa sombra sobre la hierba. Algunas fuentes con motivos mitológicos aquí, algunas tarjetas explicativas de los árboles plantados allá. Al fondo, una torre mirador blanca en forma de espiral, y varios cañones modernos que apuntan hacia el mar. Nos acercamos a la laguna y nos sorprende ver varias barcas (con capacidad para cuatro personas) surcando sus aguas. Cuesta un euro la media hora y algunos de los aprendices de marinero tienen algún problema para manejarlas. No resultan peligrosas, ya que el fondo de la laguna no es excesivamente profundo. Seguimos nuestro pasear y vemos una serie de cenadores de forja negra con bancos en su interior, uno de ellos está acristalado e imaginamos cómo sería estar aquí dentro una tarde lluviosa de tormenta en invierno. Caminamos hacia los cañones, con la torre blanca como un enorme imán. Nos sorprende los dos bunkers que nos encontramos, perfectamente adecuados para su visita en los polvorines y acompañados de la presencia de varios cañones imponentes. Dada la situación geográfica del parque de La Batería, no olvidar que ya se construyó en sus inmediaciones una fortaleza en 1770, no resulta extraño que se utilizara este emplazamiento como fuerte defensivo. Por último la torre que, curiosamente tiene un ascensor en su interior. Subimos. Las vistas son arrebatadoras, todo el barrio de La Carihuela se extiende a nuestros pies. Hacia la izquierda, Torremolinos, y frente a nosotros el mar que dibuja infinitas intensidades de azul en su mezcla con el cielo. Las nubes blancas perfilan dibujos en el aire. La brisa refresca el ambiente. Nos apoyamos con los codos sobre el pretil nos dedicamos a mirar y a mirar y a mirar… Suspiramos.

Despedida

Nos sorprende Torremolinos en su delicadeza, en su conjunción peculiar entre lo kitsch y lo tradicional. Aún sentimos en la planta de nuestros pies la calidez de la arena, el caminar en el Paseo Marítimo, la brisa salada sobre la piel y el rostro, los perfumes a brasas. Se emulsionan en nuestra mirada los azules que configura el mar, como hilos verdes que se desvanecen y se mesclan y se vuelven a desvanecer en el límite que marcan el horizonte y el cielo.

Consejos útiles y enlaces de interés

El Molino de Inca: Está situado en la zona de Los Manantiales, es el más antiguo de cuantos había en el municipio (en 1923 había 19 molinos) y el primero que recibía el agua de la sierra. Estaba dedicado a la molienda de cereales. La rehabilitación del Molino de Inca, que data del año 1488, ha sido total, recuperando su fisonomía y funcionamiento con fidelidad absoluta. Su nueva puesta en actividad supuso la construcción de un aljibe de casi 50.000 metros cúbicos de capacidad. El Molino de Inca está situado en un lugar paisajístico privilegiado, donde se ubican los nacimientos originales de los manantiales de Torremolinos que son el Inca, el de la Cueva y el del Albercón del Rey. Para observar este espacio se han colocado cuatro miradores estratégicamente situados. Horarios: De martes a domingo, de 11:30 a 13:30 horas y de 18:00 a 21:00 horas.
El parque acuático Aqualand: (C/Cuba, 10, Tlf: 902 114 996) constituye para muchos visitantes un excelente complemento de la playa. En sus 70.000 metros cuadrados de espacio recreativo se ubican prácticamente todas las posibles atracciones que puede ofrecer este tipo de instalaciones, desde el gran tobogán ‘kamikaze’, de 24 metros de altura, al barco pirata, el castillo o la saeta acuática, pasando por cascadas, rápidos, jacuzzi, mini-golf y grandes zonas verdes arboladas donde pasar una agradable jornada en familia. Su pagina web contiene toda la información necesaria sobre precios y tarifas, horarios, cómo llegar, etc.
El Parque Cocodrilos-Crocodile Park: (C/Cuba, 14, Tlf: 639 169 347), recientemente inaugurado, ocupa una superficie de 16.000 metros cuadrados repartidos entre una selva de bambúes traídos de Malasia y Borneo, un gran lago de 6.000 metros cuadrados con cinco islotes para los cocodrilos, un albergue para monos, museo, área de proyecciones y un mirador. El visitante puede contemplar más de 300 ejemplares de cocodrilos, caimanes suramericanos y aligators americanos. Su página web reúne toda la información de utilidad.
Fiestas: Son innumerables los actos de índole festiva que acoge Torremolinos nombraremos aquí algunos de ellos en sus fecha de celebración. El Campeonato de Baile Retro (última semana de febrero), Día de los Verdiales (finales de marzo, principios de abril), la Noche de San Juan (23 de junio), la Feria del Carmen (mediados de julio, con especial incidencia en La Carihuela), la romería de San Miguel (último fin de semana de septiembre), Día del Turista (primer jueves de septiembre), Día del pescaíto (primer jueves de octubre), encuentro de Encaje de Bolillos (finales de mayo), EUROAL, feria de arte y turismo latinoamericano (junio)…
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web del ayuntamiento de Torremolinos.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

76 MARBELLA: DOS VIDAS, UNA SOLA CIUDAD QUE MIRA AL MAR

martes, 21 de septiembre de 2010

Vive Marbella dos vidas que palpitan al unísono, que se complementan, que se sobreviven y se superponen. Dos vidas que coexisten, que se retroalimentan, que necesitan la una de la otra para la subsistencia. Vive Marbella dos vidas que son una sola. La Marbella tradicional e histórica, la de los hombres y mujeres del campo y de la mar, la del trabajo duro, del esfuerzo, del sudor y de la tradición, del silencio calmo en invierno y del jolgorio bullanguero en verano, la que ha visto crecer una ciudad que se superponía sobre la suya propia, y en esa superposición aparecía la otra Marbella, la del oropel, el lujo y los excesos, el glamour y la fama, la jet set y el mal juego político. Vive Marbella dos vidas, quizá incluso desde su génesis impreso en su adn urbano, que los íberos llamaron Salduba y los romanos Cilniana. Vive Marbella dos vidas, dos vidas que son una sola ciudad.

El Casco Antiguo

Y el corazón que las mueve que las alimenta que las hace respirar es el Casco Antiguo. Blanco e inmaculado, colorido en sus macetas y gentes, impoluto en sus empedrados, vivo en su permanente bullicio. Y hoy nuestro viaje lo iniciamos aquí. En el Casco Antiguo de Marbella que huele dulce en la primavera, que se colma de aromas a jazmín, a dama de noche, a azahar. Casco Antiguo que late y que palpita, formando una onda que se extiende desde la Plaza de Los Naranjos hasta Las Chapas, Nueva Andalucía, San Pedro, Puerto Banús, la Concha y Sierra Blanca, y el mar, Mediterráneo que es espejo y reflejo de una ciudad que forma un caleidoscopio de distinto colores, formando tantas realidades como prismas. Hoy nos reservamos una mirada cómplice para una ciudad que guarda secretos para descubrir. Uno de esos primeros secretos es su ingente patrimonio histórico y cultural, una ciudad que alberga al menos tres museos, una iglesia, varias ermitas y capillas, una fortaleza de origen árabe, antiguas casas señoriales del siglo XVI y XVII y uno de los entramados urbanos en su Casco Antiguo mejor conservados de la Costa del Sol. La recomendación primera es acudir a una de las diferentes oficinas de turismo, donde personal especializado nos orientará acerca de las posibilidades de nuestra visita. Marbella posee en su totalidad cuatro oficinas de turismo, la Oficina Municipal de Turismo de Marbella, Glorieta de la Fontanilla, s/n Telf.: (+34) 952 77 14 42 / 952 77 46 93 Fax: 952779457 E-mail: turismo@marbella.es; Oficina Municipal de Turismo de San Pedro Alcántara (Marbella), Avda. Marqués del Duero, 69 (San Pedro Alcántara) Tlf: 952 78 52 52 Fax: 952 78 90 90 E-mail: otsanpedro@marbella.es; Oficina Municipal de Turismo de Puerto Banús (Marbella), Acceso Principal a Poniente Puerto Banús Tlf: 952 81 85 70 Fax: 952 81 85 70 E-mail: otbanus@marbella.es, además de la Oficina de Turismo de la Plaza de Los Naranjos, sita junto al ayuntamiento, y que es la que nosotros vamos a visitar. Marbella posee diferentes aparcamientos públicos con diferentes tarifas. Lo más aconsejable, si no se conoce la ciudad es estacionar en uno de ellos y caminar hasta la Plaza de los Naranjos. Las distancias no son muy largas y un paseo en el centro siempre es un enriquecimiento. Comenzamos la visita en el corazón mismo de Marbella, en la plaza de Los Naranjos. Una plaza rectangular y espaciosa, con un amplísimo surtido de hostelería y que siempre despierta una fragancia delicada y dulzona, particular, que hacen de este lugar punto obligado para la visita turística. Tras armarnos con un callejero y algunos prospectos comenzamos nuestra visita.

La plaza de Los Naranjos

Epicentro de la vida marbellera y marbellí, del trasiego imparable de turistas y comerciantes, de la vida política local. La plaza de Los Naranjos concentra dentro de sus cuatro lados tres edificios destacados de la localidad. El primero de ellos, la Casa Consistorial, un edificio datado en el siglo XVI al que con el paso del tiempo se han realizado diversas reformas en aras de su funcionalidad, pero que aún trasluce el señorío e importancia de su génesis nobiliaria. En su interior (que se puede visitar) destaca el Salón de Comisiones, que era la antigua Sala Capitular. Dos hileras de balcones con forja negra de hierro saludan a la plaza. El edificio cumple las premisas de los circundantes y así aparece pintado de un blanco inmaculado. A la izquierda del ayuntamiento, se sitúa una hermosa construcción, la Casa del Corregidor, que para muchos turistas pasa desapercibida por encontrarse situado en sus bajos un local de hostelería. Es un edificio del año 1552 en cuya fachada destaca un mirador con cuatro arcos en el que confluyen los estilos gótico, renacentista y mudéjar. Bajos los arcos, una balconada de fábrica de ladrillo con un portalón central y dos blasones labrados en piedra a su izquierda y derecha. En la plaza de Los Naranjos también se encuentra el que está considerado como más antiguo edificio religioso de la localidad. Es la ermita de Santiago. Su fecha de construcción se remonta al siglo XV y coincide en fecha con la conquista de Marbella por parte de las tropas cristianas de los Reyes Católicos.

La Virgen de los Dolores y la calle Ancha

Las calles del Casco Antiguo se recogen unas sobre otras y resulta embriagador en colores, aromas, texturas pasear por ellas, perderse, vagabundear... A cada recodo un comercio, una sorpresa, un rincón. Calles que parecen cerradas y a su término se quiebran para dejar paso a otra que cruza o que se escapa por un lateral. Casas blancas protegidas en la sombra, casi silenciosas pese al trajín viajero. Macetas y arriates, flores de todos los colores. Y el blanco inmaculado. Desde la plaza de Los Naranjos tomamos la calle Ortiz de Molinillos hacía arriba, que se transformará en la calle Virgen de los Dolores. Matas de buganvillas de un morado explosivo caen como cascadas sobre el empedrado. Quedan los rastros de sus flores sobre el suelo, como un camino a seguir, una alfombra delicada y sutil. Los restaurantes aún no han colocado sus mesas en la calle, así que la podemos ver en todo su esplendor, con la hornacina azul de la Virgen de los Dolores presidiendo la escena. En la noche, dos velas iluminan el rostro inmaculado. Tomamos la calle de los Remedios, arriba a la izquierda, y desde ahí hacia la derecha la calle Ancha. Sea quizá esta una de las calles más destacadas del casco antiguo. Su nombre delata sus hechuras y la calle Ancha es ancha, no una de esas guasas que subrayan un nombre para decir el contrario. Se presupone una de las calles más importantes de la Marbella antigua, situada de manera inmediatamente posterior a las murallas árabes. La calle Ancha, Con sus antiguas casas solariegas de enormes portalones y zaguanes de adoquines damasquinados. Casas de espectaculares jardines interiores que contienen auténticos vergeles conformados por arriates repletos de plantas y flores, incluso algún limonero. Las calles que derivan desde esta Ancha a izquierda y derecha constituyen un verdadero jardín botánico gracias a sus tiestos de flores y macetas de color colocadas en largas hileras a lo largo de las fachadas de las casas. Como la calle Príncipe, rebosante de verdes o su confrontada calle Princesa. Al final de la calle Ancha se perfila la silueta de la iglesia del Santo Cristo de la Vera Cruz, un templo del siglo XVI, reformado en el siglo XVIII. Destaca el tejadillo de su torre campanario, decorado con cuadros azulejos blancos y azules. La plaza que constituye la antesala del templo se comparte con la antigua Fonda (ya cerrada) y que atraía en los años ochenta a la creme de la creme de la política, el artisteo y el famoseo nacional e internacional, y que servía de espectáculo infantil ver los coches cargados de estrellas pasar, y con el tablao de Ana María, epicentro flamenco de Marbella, tablao de casta, abierto todos los días del año (excepto domingos) a partir de las once de la noche. Tomamos un estrecho callejón situado a la derecha de la capilla.

Las murallas y el Museo del Grabado Español Contemporáneo

Desde el callejón del santo Cristo salimos a la calle Lobatas, una de las vivas y antiguas calles de la ciudad y hasta la que llegaban en tiempos inmemoriales (cuenta la leyenda), lo lobatos jóvenes, de ahí el nombre... Llegamos hasta las ruinas del castillo árabe que permanecen integradas en la ciudad como uno más. Hasta fecha reciente, una de sus murallas era ocupada por los calabozos de la policía local. La fortaleza Árabe de Marbella se situaba a una distancia relativa del mar, ya que permitía otearlo y ofrecía a los viajeros una ruta segura próxima a la costa. Se conservan parte de sus murallas y una torre. Su construcción se sitúa entre los siglos IX y X y para ella se utilizaron materiales romanos como sillares o capiteles jónicos. Bordemos la terrosa muralla, que nos sirve de guía, para adentrarnos de nuevo en el Casco Antiguo. Llegamos hasta la plaza del Santo Sepulcro donde se encuentra la capilla del mismo nombre y a cuyas imágenes muestran profunda devoción los Tercios de la Legión, que brindan al respetable en cada Semana Santa un espectáculo que va más allá de lo religioso y cultural. Es un capilla pequeña, recoleta, que alberga en su interior dos imágenes de gran valor artístico. A la derecha de la capilla, descendemos hasta llegar al Museo del Grabado Español Contemporáneo. El museo, que ocupa el espacio que antes albergara el Hospital Bazán edificado sobre tres antiguas casas árabes, fue inaugurado en el año 1992 y desde entonces se ha convertido en uno de los más importantes espacios artísticos de su género en España. Su colección alberga muchas sorpresas, como grabados de Picasso, Miró, Tapies, Antonio López, Palazuelo o Chillida. De manera regular organiza cursos y talleres de grabado que despiertan gran interés por parte de los aficionados. La entrada al museo cuesta 3 euros por persona (gratuita para jubilados y menores de 18 años), que pagamos religiosamente para adentrarnos en un curioso edifico asimétrico (producto de su original trazado sobre las ya mencionadas casas árabes), pero con itinerario perfectamente señalado. Recorremos en silencio sus estancias, luminosas cuando se requiere, de luz más tamizada cuando resulta obligado. Nos encontramos cara a cara con Picasso (que nos sobrecoge) con Miró (que nos llena de color). En la parte baja, una de las últimas salas, muy hermosa gracias a los arcos que componen una de sus paredes, nos muestra una prensa mecánica utilizada para grabar, para imprimir trabajos. Merece la pena anotar su teléfono, dirección y horarios: Museo del Grabado Español Contemporáneo, C/ Hospital Bazán s/n, teléfono 952.765.741, mail info@mgec.es y dirección web http://www.museodelgrabado.es/. Horario: Lunes de 09:00 a 14:00 horas. De martes a viernes de 09:00 a 14:00 horas y de 18:30 a 23:00 horas. Domingos y festivos cerrado.

El “Hospitalillo” y la iglesia de la Encarnación

Salimos del museo y a la derecha tomamos la calle Pelleja hasta la plaza de Altamirano. Tomamos nota del restaurante Altamirano, pues aquí es donde, más tarde comeremos. Nos adentramos en el Casco Antiguo por la calle Misericordia para cruzarnos con el “Hospitalillo”, el Hospital San Juan de Dios, en pleno proceso de restauración y reforma (muy avanzada) y que se convertirá en un centro cultural. Rodeamos el “Hospitalillo” para por la calle Alderete. El edificio, tal y como se apunta en la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol fue, “(fundado por los Reyes Católicos bajo el nombre de hospital Real de la Misericordia), construido en el siglo XVI. Del edificio hoy se conserva la capilla de la Misericordia. En su fachada contrasta la parte inferior, realizada en piedra, con la del campanario, que, siguiendo la costumbre popular de enjalbegarlo todo, aparece encalado. Tiene una portada realizada en piedra y en su puerta de madera están labrados el escudo real y el de la orden de San Juan de Dios. Conserva la techumbre mudéjar”. Rodeado el edificio, regresamos, de nuevo a la calle Misericordia. En una de sus esquinas e integrado en la estructura del Hospital San Juan de Dios se encuentra la capilla del mismo nombre, sede de la imagen de “La Pollinica”, primero de los tronos en salir en procesión en la Semana Santa de Marbella. Destaca, como símbolo religioso, su espadaña y su gran portalón de madera. Si ascendemos por esa calle llegamos hasta la iglesia de la Encarnación. Un templo de grandes proporciones, centro de los actos religiosos de la ciudad y que posee una portada barroca espectacular. Sobre la fachada blanca destaca esta entrada labrada en piedra y completamente historiada con dos columnas que parecen sostener un gran arco rematado en un rosetón y una cruz. La torre campanario, de dos altura, recoge ocho arcos con sendas campanas. El templo está pintado de blanco inmaculado, rematados sus doseles y esquinas de crema oscuro. La Encarnación se construyó en 1618 y su interior posee numerosas imágenes y capillas a cada cual más historiada. En el altar mayor, San Bernabé, patrón de la ciudad. Sobre la portada se encuentra una de las joyas de la iglesia de la Encarnación, el Órgano del Sol Mayor, una incorporación relativamente reciente (es de 1971) y que es una pieza única en su género. En su página oficial http://www.organo-del-sol-mayor.com/ se encuentra abundante información acerca de su construcción, obras interpretadas y conciertos, historia, etc… En la salida de la iglesia se confunden los grupos de turistas con las bodas locales en un crisol de lo que Marbella es, pueblo y ciudad, local y global, tradicional y turística, andaluza y foránea, todo junto y unido y mezclado arbitrariamente en el cóctel perfecto de acentos, religiones, nacionalidades, culturas y gastronomías. Y ahora, vamos a comer.

La comida: Restaurante Altamirano

Regresamos sobre nuestros pasos y optamos por el restaurante Altamirano por ser uno de los establecimientos clásicos de Marbella. Una carta especializada en pescado (frito, a la plancha, etc…) y marisco y al que acuden parroquianos marbelleros, marbellíes y extranjeros a partes iguales. Tampoco es de extrañar ver por aquí a personajes populares. En verano hay que esperar y en invierno, acudiendo un poco pronto se puede conseguir mesa. Tiene el bullicio y el bullanguerío de todas las freidurías, el ir y venir de los camareros, de los clientes. Forma parte de su seña de identidad y es una de las cosas que más chocan a los visitantes, el lío, le trajín, la bulla. Pedimos para dos una ensalada mixta (7 euros), unas gambas plancha (15 euros), un calamar plancha (10,65 euros), una rosada plancha (9 euros) y tres botellas de agua fría de medio litro. Total: 48,50 euros. El pescado está fresquísimo, las gambas delicadas y sabrosas, la ensalada abundante y el calamar parece extraído de otro mundo… Tras la pitanza llega la hora del ver el mar…

La avenida del Mar, la playa, el paseo marítimo

Regresamos hasta la plaza de la Encarnación, junto a la iglesia donde tomamos el callejón Gloria, pasando frente a la tienda “Artículos Religiosos La Paz”, un comercio curioso que sólo vende artículos relacionados con la religión como rosarios, imágenes, escapularios, velas y cirios, etc… Continuamos hasta toparnos con la calle Valdés y de ahí, de frente, a la plaza África. Hemos recorrido el Casco Antiguo de Marbella, repleto de comercios, bullicioso de turistas y de marbelleros, colmado de comercios y de actividad… Zapaterías, perfumerías, joyerías, tiendas de souvenires, restaurantes, tabernas… Desde la plaza África cruzamos Ricardo Soriano, la avenida principal de la ciudad, y aparecemos en la Alameda, un jardín frondoso y tupido, con una hermosa fuente. Puede ser este uno de los puntos más frescos de Marbella, umbrío y tranquilo. Algunos mayores se sientan en sus bancos de piedra o de forja negra, al refugio de la sombra. La fuente se sustenta en un zócalo donde se representan los escudos de las hermandades de la Virgen del Rocío, preciso nombre que se atribuye la fuente. Desde ahí, a la avenida del Mar, una calle peatonal que nos conduce directamente al paseo marítimo. Es la antesala del Mediterráneo, de la playa y el sol, la apertura del Casco Antiguo al mar. En la avenida se hallan una serie de réplicas de diez Esculturas de Dalí realizadas en bronce, apoyadas sobre una base elevada y que representan desde mujeres y niños, hasta animales mitológicos. En la avenida del Mar ya se puede oler a mar brioso, a sal, a abrasas de espeto, a paellas y a crema solar. Una mezcla única en perfumes, una amalgama cromática propia y única de la Costa del Sol. Vemos ya el espejo del mar, azul e infinito. Marbella cuenta con más de una veintena de kilómetros de playas extendidas por todo su litoral, repartidas en 27 arenales, desde las más populares y céntricas como la Fontanilla, la Venus o la del Cable, hasta las de Puerto Banús, Costabella, Bahía Marbella, Pinomar, Los Monteros o Cabopino (con puerto deportivo incluido y una parte nudista). El Paseo Marítimo discurre junto a la arena y en él se concentra gran parte de la oferta hostelera de la ciudad, desde el afamado Restaurante Santiago hasta restaurantes indios, tailandeses, internacionales, andaluces, heladerías, etc… Si miramos al mar y caminamos a la izquierda llegaríamos hasta el puerto pesquero de la Bajadilla, con un buen puñado de restaurantes especializados en pescado como el Hogar del Pescador, el Luca, la Relojera o los Cañizos. Si caminamos hacia la derecha podríamos llegar hasta Puerto Banús y San Pedro Alcántara pasando por Río Verde a través de un extenso paseo de adoquín primero y de albero después. Tomamos esta dirección para dirigirnos hasta el Puerto Deportivo de Marbella, cuya cubierta superior ha sido recuperada y en ella se ha instalado un parque de suelo de piedra, con tejadillos de madera para refugiarse del sol y un amplio parque de juegos infantiles. Puerto Deportivo que tiene en sus locales inferiores uno de los lugares del ocio nocturno de la ciudad. Nos sentamos, descansamos, dejamos que el sol nos temple la piel. Escuchamos las drizas de los barcos golpeando contra los mástiles como consecuencia del viento. Gualdrapea alguna vela al ser recogida. Hemos decidió ir hasta Puerto Banús de una forma distinta. En barco.

Puerto Banús

Desde el Puerto Deportivo hay una línea regular de barcos que comunican Marbella con Puerto Banús. Una de las compañías es Fly Blue con salidas desde los dos puntos a horas determinadas, comenzando a las diez de la mañana y terminando a las siete y media de la tarde. Los adultos pagamos 15 euros para el trayecto de ida y vuelta, los niños 8, 50 euros. Si sólo quisiéramos ida en cualquiera de los dos sentidos, adultos 8,50 euros y niños 5 euros. Más información en la página web http://www.fly-blue.com/. Cogemos el barco de las 16:00 horas. Se nos ofrece una perspectiva muy distinta de la costa, con la cima de la Concha al fondo, creando el microclima especial de la ciudad al retener el calor del terral y el frío y los chubascos de la serranía rondeña y de la Sierra de las Nieves. En apenas media hora hemos llegado a Banús, nos sentimos ciertamente privilegiados al codearnos con los enormes yates que atracan en el puerto, auténticas mansiones flotantes de más de treinta metros de eslora y con hasta tres y cuatro pisos de altura. Paseamos por Banús. Los turistas tiran fotografías aquí y allá, a los coches más lujosos, a las embarcaciones más destacadas. Los propietarios de los coches y de las embarcaciones se dejan ver y fotografiar como si esta expectación que despiertan no fuera con ellos. Las tiendas de marcas más punteras imperan en primera línea, así como multitud de restaurantes de todos los precios y clases. Pasear por Banús es ver y comentar y cotillear. Por la noche se transforma y chicos y chicas se ponen sus mejores galas para disfrutar en la segunda línea de puerto, donde se encuentran la mayoría de bares y discotecas. Presidiendo Puerto Banús, su torre de control, a su sombra una pequeña capilla de la Virgen del Carmen, patrona del mar y de los marineros. Puerto Banús es uno de los centros de turismo internacional y provoca siempre la curiosidad de los turistas y visitantes, un modelo de puerto deportivo que ideó el arquitecto José Banús y cuya construcción e inauguración se remonta a 1970. La página web del puerto, http://www.puertojosebanus.es/, detalla su historia, tarifas, servicios, etc… Incluye además un tour virtual para conocer mejor el lugar. Lo recorremos entero, caminamos por el espigón exterior, sentimos la brisa del mar sobre el rostro y observamos con detalle la maniobra de atraque de un gran yate. Nos sentamos y nos dejamos llevar por la imaginación. Esto también es Marbella.

Despedida

Aún con el blanco de las calles en la retina. Aún con la brisa del mar sobre nuestra piel. Aún con los aromas a sal y a espeto impregnándonos. Aún con los garbados impregnando nuestro deseo. Aún con el sabor del calamar sobre nuestros labios. Aún en Marbella y fuera de ella. Marbella vive dos vidas, Marbella es dos ciudades. Marbella vive dos vidas, dos vidas que son una sola ciudad. Nos quedamos.

Consejos y enlaces de interés

Marbelleros y marbellíes: En Marbella se realiza una diferencia entre marbelleros y marbellíes. Se considera marbelleros a los nacidos en la localidad y marbellíes a aquellos que viven en la localidad, pero no han nacido en ella. De aquí que aparezcan, algunas veces diferenciados, los dos vocablos a lo largo del texto.
Museo Cortijo de Miraflores: (C/Luis Morales y Marín, s/n. Tlf: 952 902 714), ubicado en un edificio de principios del XVIII sometido a una profunda reforma, alberga varias salas de exposiciones temporales y, como fondo permanente y característico, un viejo molino de aceite y todos los accesorios que intervenían en el proceso la para obtención de este producto. Alberga de manera habitual conferencias, charlas y…¡bodas!
Museo del Bonsái: (Avda. Dr. Maíz, s/n. Tlf: 952 862 926) está considerado como uno de los más completos en su género de toda Europa. Su colección de olivos silvestres llama poderosamente la atención, así como las miniaturas de los pinsapos, una especie autóctona en peligro de extinción. Entre sus ejemplares se cuenta con uno donado por el ex presidente del Gobierno, Felipe González, aficionado a esta práctica de jardinería.
Feria y Fiestas de San Bernabé: Se celebran en el mes de junio (día XXXX) y en ella se conjugan todas las esencias de las ferias malagueñas. Tapas, comidas, baile y cante en el Arroyo de la Represa durante la feria de día y jolgorio en el recinto ferial por la noche.
Semana Santa: Destaca la Semana Santa de Marbella por transcurrir en su mayor parte por las calles del Casco Antiguo, haciendo que los tronos cobren prestanza frente a las paredes encaladas, realizando un recorrido por exiguas calles que obligan a los hombres y mujeres de trono a realizar auténticos equilibrios. La magnificiencia de los tronos y de toda la imaginería que los acompaña.
Enlaces de interés: Además de las ya citadas a lo largo del relato, tomamos como referencia la páginas web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web del ayuntamiento de Marbella y la específica de la delegación de Turismo de la localidad.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.