RSS
Mostrando entradas con la etiqueta embutido. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta embutido. Mostrar todas las entradas

56 COLMENAR: DE MIELES Y MIESES

martes, 4 de mayo de 2010


Antes de arribar nos llegan sus perfumes, aroma de aulagas y azahares y tomillos. También resuena en nuestras lecturas el pálpito de esta localidad que es corazón de los Montes de Málaga. Degustamos el sabor de su nombre y el ambarino producto de las abejas que Colmenar le nombró. Pintamos en la imaginación su virgen isleña, tan lejos de su condición insular. Y nos remitimos a su pasado y su presente que le encumbró como cruce de caminos natural entre la Axarquía y la campiña antequerana. Visitamos Colmenar, la del escudo con un almiar en su centro y siete abejas zumbando en derredor.

El paisaje

Posee el paisaje que circunda Colmenar la esencia primera de tres comarcas malagueñas. Aúna el campo cerealista de la antequerana, la abrupta sinuosidad de la axárquica y la rotunda severidad de los Montes de Málaga. Así, las lomas suaves se transmutan en serios barrancos y estos en campos sembrados que verdean en primavera. Se otean en el horizonte que se vierte hacia la Axarquía los picos más altos de todas sus cimas. Privilegiado enclave el de Colmenar que vive con naturalidad esta condición tridimensional que le confiere su ubicación, por otra parte, estratégica.

La calle de las flores

Hemos estacionado al comienzo del casco urbano, llegando desde la carretera de Casabermeja, un tanto lejos del centro, pero esto nos va a permitir hacernos una idea de cómo está constituido Colmenar. Descendemos por la calle Camino de Málaga, y observamos que el municipio se asienta sobre dos colinas, la primera de ellas donde nos encontramos nosotros y la segunda, más antigua, donde se sitúa la iglesia y algo más arriba la ermita. Por su parte, la calle Camino de Málaga es una avenida rematada de arriates culminados en geranios rosas, blancos y rojos, una calle festoneada por una balaustrada de ladrillo visto en la que destacan las coloridas macetas en las que viene estampado el nombre de la localidad. Las casas poseen la estructura que ya hemos reconocido en la comarca de Antequera o en la del Guadalteba. Dos plantas, puerta con zaguán, estructura de patio interior umbrío, ventanas y puertas con rejas de forja... Descendemos hasta la continuación de Calle Camino de Málaga con calle Ñora, una plazuela, cruce de calles, una de las vías principales de Colmenar. En el centro de la misma se sitúa una escultura que representa a un hombre acompañado de un niño. Es uno de los hijos ilustres de la localidad, Don Alfonso Medina, que fue el promotor de la obra "benéfico-docente, Orfanato de Jesús y Candelaria, Fundación Molina-Padilla".

Hacia la iglesia

Para ascender hacia la iglesia tenemos que girar a la derecha por la estrecha calle Pescadería, que tiene una historia. Nació como calle Platería, pero tras la guerra civil se le cambió el nombre por el de Italia, debido a que en la contienda fue en este lugar donde estuvieron acampadas las tropas italianas. Más tarde pasó a llamarse Sánchez Platero en honor a un párroco muy querido por sus vecinos. En la actualidad responde a su primigenio nombre de Pescadería. En nuestro caminar observamos pronto cuál es uno de los motores económicos de Colmenar, el embutido artesano. Proliferan las tiendas con este título y exhiben sus productos naturales en sus escaparates como reclamo al público. No en vano, los embutidos son de tal calidad en estas tierras que en diciembre se celebra el Día del Mosto y la Chacina donde además de las consabidas degustaciones gastronómicas se recibe al visitante al son de verdiales y de flamenco, habilitándose una ruta tapera en la que degustar los mejores platos colmenareños. Seguimos adelante hasta llegar, ascendiendo a la Taberna de Flores, donde giraremos a la derecha para llegar hasta la iglesia. Resulta Colmenar un pueblo tranquilo, silencioso, que transita arriba y abajo entre sus dos colinas, acomodándose a las subidas y bajadas del terreno. Llegamos hasta la plaza de la iglesia, donde se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. En 1566 se lleva a cabo en la parroquia el primer bautizo, a la niña Catalina, hija de Rodrigo de Alonso y Catalina López. Es un edificio que más parece una fortificación que una iglesia, debido al aspecto que ha tomado con el transcurso de los años y los diferentes arreglos, obras y añadidos que ha vivido. Pese a todo es un templo robusto y curioso pintado en color blanco con algunos ribetes crema. Su interior consta de tres naves divididas por arcos de medio punto. Posee tres camarines, uno de ellos, de un barroquismo exagerado.

Hacia al ermita

Retomamos el camino andado hasta la Taberna de los Flores y si antes habíamos girado a la derecha, ahora habremos de tomar el camino hacia la izquierda, empedrado, y que nos muestra una cuesta, cuando menos, seria, así que habrá que templar el ánimo. Discurrimos por sus calles traspasados por la vida cotidiana de los colmenareños y colmenareñas que realizan sus labores, paseos, trabajos... Saludan quedamente y nos señalan el mejor camino para rematar la llegada a la ermita. Llegamos, poco a poco hasta el punto más alto del pueblo, la ermita de la Candelaria, curiosamente, culto procedente de las Islas Canarias y es que la leyenda cuenta que en el año 1700, unos marineros canarios que se encontraban en el Mediterráneo faenando padecieron una terrible tormenta que a punto estuvo de desarbolar su barco. Alzaron en esa noche aciaga plegarias a la virgen Candelaria, procedente de su tierra para que les salvara y de ser así construirían en los montes que vislumbraban desde la embarcación una ermita para su culto. Así fue. La leyenda parece refrendada con una popular canción colmenareña que dice "Saliste de las Canarias/con gran acompañamiento/pasaste por tierras varias/hasta llegar al convento/Virgen de la Candelaria". La realidad nos cuenta que es una edificación sencilla, de una sola nave, construida en el siglo XVII. Lo mejor, quizá, de la ermita sea su ubicación. Desde este atalaya natural se pueden contemplar hacia el oeste los contundentes Montes de Málaga, recios, seriamente plantadas, con una altitud creciente; hacia el este, la Axarquía más occidental, con sus lomas y barrancos abruptos, tajos cortados a pico que descienden casi hasta el nivel del mar. Hoy la bruma nos empaña un tanto la vista, pero vislumbramos Riogordo en el fondo de un valle y tras él las primeras estribaciones de La Maroma, pico más alto de la provincia de Málaga. Nos sentamos en uno de los bancos de forja que rodean la ermita y dejamos que la brisa nos mezca. Suenan, algo más abajo, las llamadas de la torre campanario de la parroquia de la Asunción, a la que acompañan el trinar indolente de algunos pájaros. Hasta nosotros llega la fragancia del azahar, dulce y fresco, como una certificación de la primavera.

Despedida


Dejamos atrás Colmenar y serpenteamos por la antigua carretera de Málaga. Los campos sembrados de trigo aún verde se asemejan a un mar de sargazos con sus ondulaciones. No podemos resistir la tentación. Paramos en una de las curvas y echamos la vista atrás. Nos sumergimos en uno de ellos, rozando con la yema de los dedos los trigales verdes. Sólo se escucha el rumor del viento.


Enlaces de interés y consejos útiles

Senderismo: Su ubicación estratégica hace que la práctica del senderismo sea uno de los mejores recursos turísticos de Colmenar en la página web del ayuntamiento nos muestran cuatro posibilidades e incluyen una mapa esquemático de las mismas. La primera de ellas nos lleva al nacimiento del Río Guadalmedina que con cuatro kilómetros y medio de recorrido y un desnivel del cinco por ciento ofrece al senderista la posibilidad de conocer de primera mano las sonoridades del nacimiento de este río. La ruta transcurre por la conocida como Dorsal Bética, entre caminos abiertos por el ganado hasta llegar a una vaguada donde se parecía el eco del río Guadalmedina. En el camino, el senderista podrá reposar y refrescarse en los Llanos de Marchena, donde abundan las fuentes y el agua cristalina. La segunda ruta es la del Chamizo que con un desnivel del 11 por ciento tiene una duración aproximada de tres horas y media. En el transcurso de la misma se pueden encontrar liebres, topos, jabalíes o cabras hispánicas, además de otearse buitres y águilas. La tercera propuesta es la Ruta de Solano de seis kilómetros de distancia y dos horas y media aproximadas de duración. La particularidad de esta ruta reside en los restos arqueológicos que se hallan a lo largo de la misma. Al final del camino el senderista encontrará una masa granítica rectangular que es la que le da nombre, Mesa de Solano. La cuarta opción es la Ruta de la Molina, que además de un contrastado atractivo paisajístico, también lo tiene histórico, ya que transcurre entre cortijos como “La Molina” o “Napolín”, del siglo XVIII. El camino ocupa una antigua Cañada Real que unía Alhama con Antequera y que era paso natural y obligado de todo el ganado que transitaba entre las provincias de Granada y Málaga.
Enlaces de interés: tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, así como la web municipal de Colmenar y la web Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

54 ARRIATE: SERRANÍA INÉDITA

martes, 20 de abril de 2010

Pinta verde intenso sus campos la provincia de Málaga. Verde nutrido por las últimas lluvias que imprimen color a los campos y hacen espejear las pequeñas lagunas. Se combina el verde con el ocre húmedo de la tierra y todo ello señoreado por el murmullo de los cauces de torrentes y ríos que viven momentos de máximo esplendor. Tomamos el camino de Arriate atravesando el Guadalhorce que nos ofrece este paisaje de vivos contrastes para entrar en la comarca de Guadalteba. Dejamos tras de nosotros los campos de cereal sembrado con sus suaves colinas y ondulaciones, como un mar de tierra. Y de lleno cabeceamos sobre la Serranía de Ronda que da paso a las moles graníticas, a los alcornoques y encinas y olivos, a las simas y las crestas al desvarío de las montañas. En uno de esos valles acunados por las montañas se encuentra Arriate.

En Arriate

Decía su nombre en árabe "Arriadh", traducido como "Los Vergeles" y no equivocaban este vocablo sus antiguos moradores porque Arriate se abre sobre la depresión rondeña como un auténtico edén conformado de huertas y campos y cereales y frutales en todo su término municipal. Arriate que vivió a la sombra de Ronda en un ir y venir de anexiones y desanexiones hasta que en el año 1630 consiguió al fin su independencia tras el pago de 352.739 reales, independencia merecida, ya que posee este pueblo su carácter propio, una singularidad única que era necesario se desarrollara por sí misma. Pese a estar situado a cierta altura, Arriate disfruta de las bondades de un terreno casi llano que discurre en profundidad por la depresión situada tras la ciudad del tajo. Los paseos por sus calles y las rutas senderistas que desde el casco urbano se extienden hacen que su visita sea muy agradable, tanto para aquellos que gustan del caminar recio o para aquellos otros que disfrutan con el caminar más sosegado. Nosotros optamos hoy por lo segundo, por pasear por el centro del pueblo y poner buen ojo a algunas de las puertas de madera de sus casas, dicen que de las más bellas artesanías de la comarca. Nos adentramos en Arriate.

La iglesia de San Juan de Letrán

Actúa la altísima torre campanario de la iglesia de San Juan de Letrán como inevitable punto de localización, como si de un gigantesco gps se tratara. Espigada, firme, enhiesta, con tres cuerpos diferenciados que se elevan hacia el cielo. Tomamos como clave esta referencia y la señal que indica centro urbano. Estacionamos en las proximidades del templo, nos pertrechamos y descendemos del coche. Desde aquí tomamos la calle Juela (curioso juego de palabras) hasta la plaza de D. Antonio Marañón donde encontramos la iglesia. La plaza es un lugar discreto y pequeño, con una farola de hierro fundido presidiéndola y unos bancos en los que sentarse, es un lugar agradable y fresco. Hasta nuestros oídos llegan los ecos de una voz cantando una canción del mítico grupo de rock andaluz Triana: "Cada noche mi vida es para ti/como un juego cualquiera/y nada más/porque a mí me atormenta en el alma/tu frialdad". Es el interior de la iglesia sencillo, de una sola nave y con unas vidrieras multicolores ilustradísimas que permiten que la visita pueda realizarse a la luz del día. Es una construcción relativamente moderna con un altar sobrio, serio. Hasta seis imágenes inundan los laterales de la única nave. Profesan los arriateños y arriateñas con fe y ahínco su religión, hasta el punto que su Semana Santa fue declarada en 2001 Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía por acreditar "su antigüedad en su celebración además de la originalidad y diversidad de actos que suponen la manifestación de valores propios y de gran tradición popular", tal y como reza una placa colocada en la entrada de la parroquia.

Siguiendo el curso del río Guadalcobacín

Rodeamos la iglesia por la derecha y tomamos, en descenso, la calle Correderas. Nos percatamos que en algunas de las fachadas se encuentran una placas de barro sobre las que hay dibujados diversas imágenes de la localidad. Por la calle Correderas llegamos hasta la glorieta de San José, más conocida entre los arriateños como la Plaza de la Residencia, donde se ubica el edificio de un centro para personas mayores fundada en el año 1900 por la beata Madre Petra de San José. La residencia posee una estructura de patio central en forma de claustro abierta al exterior sobre el que reposan cuatro palmeras que le otorgan cierto aire indiano. En el ala izquierda se sitúa la capilla, que se distingue desde el exterior gracias a su espadaña de la que penden dos campanas. Tomamos, con la residencia frente a nosotros, la calle de la derecha. Hasta desembocar en el puente 1º de Mayo sobre el río Guadalcobacín. Es un puente coqueto, con dos pequeños balcones que se asoman al cauce por ambas márgenes. Así llegamos hasta la plaza de la Aurora. Un lugar fresco y agradable, presidido por el murmullo constante del río, con una serie de bancos de piedra blanqueados cuajados de flores. Un panel de cerámica cuenta la historia de Los Auroreros: "La Aurora es la tradición religiosa y popular más antigua del pueblo de Arriate. Cada domingo por la madrugada un grupo de hombres llamados Auroreros recorren las calles del pueblo cantando coplas acompañándose de guitarras, campanillas, platillos y triángulo. (...) De origen rural, del valle del río Gudalcobacín se trasladó del campo al pueblo, apareciendo desde entonces la Virgen del Rosario como patrona de Arriate y cantándose "La Aurora" al final del rosario que recorre las calles los domingos por la mañana durante el mes de octubre. Tradición que se mantiene en la actualidad. (...) Los auroreros terminan las coplas o versos con el grito de ¡Ave maría Purísima!". Continuamos por la calle Huerto. Nos asaltan perfumes de brasa, aromas dulces e intensos que compiten con los de las ollas y pucheros que ya se preparan en el interior de las casas. Las rejas en puertas y ventanas son seña de identidad, algunas incluso forman auténticas filigranas. Cruzamos, de nuevo el río Guadalcobacín por otro puente y ascendemos por unas escaleras que nos llevan hasta una plaza sobre la que se asiente un enorme árbol centenario que rodeamos. Callejeamos y disfrutamos con los saludos amables de los arriateños que tiene el buenos días, el buenas tardes, el hola, hombre, hola, a flor de labios. Pasamos frente al Café Albarra, donde un grupo de jubilados roma la sombra, también frente al Café Paquito donde otro grupo de hombres discute de fútbol. Las mujeres, por contra, no se solazan, pasean de aquí allá con bolsas de la compra colgadas del brazo, charlando con alguna vecina, con algún vecino... Pese a distar apenas 5 kilómetros de Ronda, Arriate conserva esa esencia de vecindario conocido y hace que su estancia en el pueblo nos resulte sumamente agradable. Los bajos de algunas casas de la parte vieja están ocupados por antiguas fábricas de embutidos, muy apreciados, no en vano el clima serrano favorece en sumo grado la curación natural de jamones, chorizos, morcillas, morcones, salazones... A esta fabricación artesanal también le acompaña la industria moderna con fábricas que ocupan naves algo más grandes. Tomamos un café tardío en uno de sus bares, 1, 10€ y tomamos notas sobre nuestra visita.

La despedida

Nos vemos sentados en el parque de la Aurora. Sorprenden la suavidad y quietud de sus formas entre el horizonte agreste de montañas graves. Un remanso de paz este Arriate que vive con la cadencia permanente de su río acompañándole, con los rigores del invierno curando sabiamente los embutidos artesanales, con los perfumes de las brasas aún bien entrada la primavera... Es este tiempo de verdes intensos cuando Arriate cobra su mejor entonación, cuando los prados que lo rodean hacen que la intensidad de sus casas blancas brillen con mayor intensidad. ¡Uf! tanta reflexión nos ha provocado hambre, compraremos pan artesano y algo de embutido para disfrutarlos a la vera del río.

Consejos útiles y enlaces de interés

La "Fiesta de la Vieja": El “Día de la Vieja” se celebra en la localidad desde principios de siglo y tiene el origen de su nombre en la expresión “partir la vieja” que hacía referencia a partir los rigores de la “vieja cuaresma” y hacer un alto en el cumplimiento de esta ley de abstinencia implantada por la iglesia católica. En la comida del “Día de la Vieja”, además del vino moscatel local, se incluyen roscas de pan, huevos duros, salmorejo, limones dulces, rosquillos de vino y chacina variada.
Semana Santa: No se pueden olvidar las celebraciones de Semana Santa, que en 2001 fueron declaradas de Interés Turístico Nacional de Andalucía. En el siguiente enlace se ofrece al visitante los detalles de recorridos de la Semana Santa Arriateña: Semana Santa en Arriate.
Senderismo: El privilegiado enclave natural de Arriate, situado en la llanura que se extiende entre las sierras de Salinas y Las Cumbres ofrece al viajero que guste de pasear varias rutas senderistas de notable interés. Caminos que discurren en su mayoría por la campiña de la serranía rondeña y que tiene sus máximos niveles de altura entre los 500 y 600 metros. Así existen varios itinerarios de diversa dificultad, entre los que destaca el camino que lleva al Puente de la Ventilla, pasando por el enclave natural de Arroyo Oscuro o el camino a Montejaque, conocido por Ribera de Don Rodrigo o incluso arribar hasta las ruinas romanas de Acinipo.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Arriate.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

46 FARAJÁN: PARAÍSO NATURAL

martes, 23 de febrero de 2010

Queda todo dicho. Los árabes dieron a este lugar el nombre de "Farhan" que en su significado en castellano se traduce como "lugar deleitoso", "lugar alegre", "lugar de reposo o descanso"... Los colores ocres y dorados que nos recibieron en otoño cuando visitamos Cartajima y Júzcar, se han transformado en este invierno de lluvias en blancos y lilas de almendros, en verdes fogosos de olivos, en grises de ramas desnudas... Muestran los castaños su tronco hercúleo y sus ramas delicadas, su entramado limpio de hojas que ascienden al cielo como una telaraña... La tierra muestra sus tonos más oscuros, marrones húmedos e intensos, perfumados... Muestra el Alto Genal su alma abierta, sin concesiones... Apasionante...

Faraján

Verdean también los campos. Conducimos a la sombra de los alcornoques en el camino que une Júzcar con Faraján. Es una carretera sinuosa y estrecha pero que compensa en luminosidad y paisaje. Vemos en la serranía a Benadalid y Benalauría, como dos caseríos fantasma flotando sobre las laderas de roca... Llegamos a Faraján y estacionamos el coche en un pequeño aparcamiento que hay junto a la piscina municipal. Al abrir las puertas nos asalta de inmediato un intensísimo aroma de brasa y chimenea. Se aprecia aún que el invierno no nos ha dejado y pese a que hoy impera un sol radiante que calienta los huesos, aún quedan resquicios de frío agazapados en los rincones. Una señal indicadora nos ofrece un camino sin pérdida, hacia abajo. Descendemos por la calle Corchuelo y nos vamos adentrando en este mundo rural de tan recio encanto. Al comienzo de la calle nos encontramos con un panel explicativo que habla de la arquitectura popular: "Piedras, barro, arena y cal, maderas, cañizo, cerámica y forja han sido, desde antiguo, nobles materiales que combinados de forma sabia y sencilla, han ido dando origen a este tipo de construcciones que tan bien se integran en el entorno.(...) Estas pequeñas arquitecturas, sugestivamente bellas, dormidas en el paisaje, reflejan modesta sencillez, inteligencia económica y acendrada autenticidad". Faraján es un grupo de casas apretadas enmarcado en mitad de un denso y tupido bosque. La mirada se escapa entre las calles y pugna el horizonte contra las montañas. Pronto llegamos hasta la plaza de Andalucía. La modernidad y el pasado se dan la mano en este municipio donde un burro y un coche parecen pastar del mismo abrevadero o donde la arquitectura rompedora de la Casa Consistorial parece competir con la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Al amor de las paredes podemos ver otros dos paneles explicativos que hacen referencia a los juegos populares tradicionales, como el diábolo, las chinitas, el tejo o la rayuela, y a las temibles supersticiones, cuando soñar con pollos, morir en domingo, o ver un cura al amanecer son presagios funestos. Aún forman parte de la memoria colectiva y menos de la vida cotidiana. Bien está que se recuerde a las generaciones venideras estas tradicionales formas de juego y de pensamiento para que, al menos, no se olviden.

La iglesia y el camino

La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside la plaza de Andalucía desde tiempo inmemorial, ya que pese a haberse construido en el siglo XVI, reformada en el siglo XVIII y reconstruida posteriormente, su génesis se sitúa en el tiempo de los árabes, en lo que fue antigua mezquita. Consta de una sola nave y está cubierta por un techo plano. Tiene una capilla con una elegante bóveda de arista decorada con yeserías. Pero quizá lo mejor sea su ubicación, recortada contra el color azul del cielo y mostrando una porción de serranía a su espalda. Desde la parte izquierda de la iglesia parte la calle Camino del Molino, que apenas diez metros más tarde nos llevará hasta el camino a Benaluría. Aquí nos adentramos en un paraíso auténtico. Nada se oye a excepción del trinar de los pájaros y el cacareo de algunas gallinas. Sopla el viento en forma de suave brisa y el camino es de los que invitan a andar. Si a la izquierda se abren los campos de almendros, a la derecha se abre un paisaje de encinas y alcornoques apretados sobre la ladera del monte. El sendero está asfaltado y vallado con balconadas de madera. Vemos los campos de un verde intenso, cuajados de flores amarillas, unas cuidadísimas huertas en forma de bancales. Es un edén arbolado. Llegamos a un mirador y nos sentamos, dejándonos imbuir por los colores, los aromas, los silencios de la naturaleza. Callamos. Caminamos un trecho más, pisando las flores lilas de los almendros caídas en el suelo. Es este un paseo más que recomendable, con la silueta de la serranía de frente, y a la derecha, con los caseríos de Benadalid y Benaluría suspendidos en el aire... Y seguiríamos y seguiríamos y seguiríamos hasta donde la senda promete, precisamente hasta Benaluría. Recorrido, disfrutado, degustado un buen trecho optamos por dar la vuelta y visitar algunas de las calles del pueblo. Es este paseo un bálsamo inspirador para los sentidos. Los sonidos de la naturaleza, los matices de los colores, los cálidos rayos de sol templándonos la piel... Faraján es naturaleza viva. Una muestra de la perfecta coexistencia entre el ser humano y su entorno. A nuestro regreso observamos cómo la torre campanario de Nuestra Señora del Rosario se yergue sobre el resto de alturas, límpida y majestuosa. Tomamos la calle Balastar, situada a al derecha y nos sumergimos en sus calles.

Las calles

Faraján es un pueblo sencillo en sus formas, sobrio, recio. Un pueblo que muestra en todo momento su cara más auténtica. Un pueblo acostumbrado a los rigores del invierno a los que obliga la serranía y que en días luminosos y azules como hoy se abre y despliega al sol como una flor. Sorprende en este silencio aparente escuchar, de pronto, una canción de Alicia Keys propagándose desde una ventana, el sonido del timbre de un teléfono, un acento extranjero... Faraján es un pueblo que se enclava en lo más íntimo de la sierra, un municipio al que hay que ir ex profeso, no se encuentra de paso a una gran ciudad y su acceso es costoso, pero compensa la autenticidad, la belleza inmaculada del paisaje, el aire limpio, los colores, aromas, sabores... Ernest Hemingway, conocedor de la Sierra de Ronda, visitó en su día Faraján, al que describió como "un cisne blanco sobre un estanque de esperanzas". No se podría añadir una palabra más ante tan precisa descripción.

Despedida

Dejamos atrás Faraján con un suspiro anidando en nuestro interior. Hoy nuestra ruta nos llevará a otro punto destacado de la serranía. Tomamos dirección Alpandeire y según nos alejamos llegan hasta nosotros la sombra lila y blanca de los almendros que dejamos atrás. Volveremos. Si es que alguna vez nos hemos ido.

Información útil y enlaces de interés

Embutido: Faraján cuenta con una importante tradición de fabricación de embutidos artesanos. No en vano es un lugar idóneo para la crianza del cerdo de bellota y la curación de jamones y derivados. El frío seco de la serranía rondeña permite que esta maceración natural les dote una sabor inigualable. Faraján posee un amplio catálogo de bares y restaurantes donde degustarlos y un buen puñado de tiendas de ultramarinos donde adquirirlos. Además, a la entrada del pueblo se sitúa una fábrica local de embutidos.
Las chorreras: Es un paraje natural situado a las afueras del municipio, pero al que se puede acceder desde el centro urbano. Descendiendo por la calle Corchuelo, el sendero que lleva hasta allí es la última calle a la derecha antes de entrar en la plaza de Andalucía. El arroyo Balastar forma dos saltos de agua imponentes en esta zona, tan imponentes que llegan a alcanzar los 50 metros de altura. En las inmediaciones también existen restos de un antiguo molino árabe.
Senderismo: Es casi una práctica obligada. Si bien existen dos rutas homologadas por la Federación Andaluza de Montañismo, Faraján posee numerosos senderos rurales usados desde tiempo inmemorial por sus habitantes para acudir a sus huertos y campos. Las dos rutas homologadas son las que unen Faraján con Júzcar (PR-A 227) y Faraján con Alpandeire (PR-A 228). Además se puede seguir el camino que une el centro del pueblo con Benalauría. Todos estos recorridos exigen planificación, una forma física adecuada y un correcto equipamiento. Para más información se puede visitar la página web de la Federación Andaluza de Montañismo y la página web de la Asociación Senderista Pasos Largos. Para las personas interesadas hay un albergue municipal situado en la parte trasera de la iglesia, para más información se puede llamar al teléfono del ayuntamiento en el teléfono 952.180.506.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Faraján.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.