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87 SAYALONGA: AROMAS DE SEDA Y NÍSPERO

martes, 7 de diciembre de 2010

Se abraza Sayalonga a sí misma gracias a sus callejas, que se extienden sobre el centro urbano y se cierran unas sobre otras, recogiendo en su regazo un pueblo blanco e inmaculado. Un municipio de aromas esenciales y profundos, de tranquilas sonoridades, que se amolda a la orografía de un barranco, adaptando sus desniveles y sus casas cúbicas a las querencias del terreno. Sayalonga, nombre sanguino y delicado, a fruto tropical, a conjunciones latinas que nos hablan de antiguas sayas largas. Es un misterio el origen de su nombre, la raíz que lo sustenta, su génesis. Más se hablaba en las crónicas musulmanas y cristianas de su anejo, Corumbela que de ella, de la desaparecida Batarxis incluso. Pero ahí está, aparecida tras una curva pronunciada como un fantasma inmaculado, como un jirón de niebla en el otoño, con sus penachos de nubes blancas provenientes de las chimeneas agitándose en el cielo cual banderolas.
Sayalonga.

Una aproximación

Sayalonga se configura como el acceso hacia el interior de la Axarquía desde Torrox, Nerja, Algarrobo o Frigiliana, los municipios costeros más orientales de la provincia de Málaga. Abre un nuevo mundo plagado de barrancos, de tajos ganados a las laderas de las montañas por los que ahora circulan las carreteras y sus coches y en el pasado fueron las trochas de arrieros, carros y caballos. Los pueblos blancos de la Axarquía que se asientan sobre el abrupto terreno, formando algunas de las más destacadas estampas de la provincia. Pequeñas poblaciones como Salares, Sedella, Canillas de Albaida o Árchez hunden sus raíces en estos terrenos desde tiempo inmemorial. Algunas más grandes como Cómpeta forman cabeza de una comarca en la que se entrecruzan, para gozo del viajero, las rutas del mudéjar y del sol y del vino. Una zona para visitar a conciencia y con tranquilidad, sin prisas, para admirar sus rincones insólitos, sus trazados urbanos imposibles, sus joyas en forma de alminar, de antiguas mezquitas, de plazuelas secretas de patios precedidos de adarves. Pertenece Sayalonga a la ruta del sol y del vino, pero bien podría pertenecer también a la del mudéjar, gracias al alminar que se conserva en el anejo de Corumbela.

Inicio del recorrido

Llegamos a Sayalonga desde Algarrobo y obviamos la primera indicación de parking, para llegar algo más arriba en su trazado y aparcar en la parte superior del municipio en un estacionamiento en batería habilitado en una cuesta. En nuestro recorrido ya hemos comprobado la estructura del municipio, adaptada al terreno y aferrada a él. Nos pertrechamos e iniciamos el descenso hacia el centro. Sayalonga posee una página web municipal que facilita muchísimo la visita al viajero. En la misma se especifican los monumentos a visitar y los horarios, se detallan las diversas historias que pueblan sus calles y se puede descargar un callejero en formato pdf completamente actualizado, útil y legible. Aún con todo, las indicaciones en forma de paneles y losetas que aparecen en sus paredes y fachadas casi nos van a hacer obviar el documento que ya nos habíamos impreso.

La iglesia, la ermita y la Alcuza

Seguimos las indicaciones hasta la amplia plaza de Rafael Alcoba. Dos niños juegan con una pelota, un grupo de mayores charla a la querencia del cálido sol de otoño. Junto a la plaza se encuentra el ayuntamiento y desde allí nos adentramos en el laberinto de calles en una visita que, para nuestra sorpresa, realizamos de una manera muy sencilla. En las placas de las calles se puede observar el nombre de la misma y sobre ella, un níspero. Esta fruta es uno de los importantes activos de Sayalonga, tan es así que el primer domingo del mes de mayo se celebra el “Día del níspero” fiesta declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía. Una jornada en la que se pueden degustar estos productos y sus diferentes variantes gastronómicas. Apenas a veinte metros de la puerta del ayuntamiento nos encontramos con la portada d ela iglesia de Santa Catalina, a su vera, la ermita de San Cayetano y frente a ellas el estrechísimo callejón de la Alcuza. Tanto la ermita como la iglesia son de una sencillez apabullante. Blanco exterior, de formas puras, puerta enrejada la ermita, puerta de madera la iglesia. Sobre el techado de esta última, construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita destaca su torre campanario octogonal. Del mismo periodo data la ermita, construida en los tiempos de cohabitación entre cristianos y musulmanes. En su interior se encuentra la imagen e San Cayetano, una escultura del siglo XVIII de gran valor artístico. Frente a ellas, el callejón de la Alcuza, vocablo que proviene del árabe y que significa embudo. “Callejón de la Alcuza. Con una anchura de 56 centímetros en uno de sus extremos, este callejón es el más estrecho de la comarca de la Axarquía”, reza una placa en su entrada. Y estrecho, es. Una persona de talla normal roza con los hombros los laterales que lo conforman. Callejón que entra en competición de estrecheces con el “Callejón de Araceli” en la vecina Canillas de Albaida. Hasta aquí regresaremos más tarde para, a través del Callejón de San Cayetano, llegar al Cementerio Redondo de Sayalonga. Antes, un visita a sus miradores.

El mirador de Morales

Continuamos camino adelante por la senda que nos marcan las placas informativas hacia el Museo Morisco. Llegamos a una bifurcación. A la izquierda al museo, a la derecha al mirador de Morales. Optamos por esta segunda opción. Abrumador es el calificativo que ha de situarse tras el paisaje que se observa desde el mirador de Morales. A la derecha vemos los vaivenes de los montes, cimas y barrancos axárquicos. Sobre ellos parece flotar el anejo de Corumbela con su torre alminar despuntando. Más allá el Parque Natural de las Sierras Tejeda y Almijara, despuntando sobre ellas, la cumbre más alta de la provincia de Málaga, la Maroma, con su cima cubierta de un manto de nieve pulquérrima. Junto a Corumbela, en segundo plano, las fincas y cortijos de Cómpeta y Canillas de Albaida, aunque no se llegan a distinguir los núcleos de población principales. Abajo, en el valle, junto al río se puede intuir Árchez. Nos sentamos en los bancos y dejamos que el fresco de la mañana nos inunde. Bancales de frutales, naranos con sus frutos, limoneros. Se oyen algunos ladridos lejanos. Las columnas de humo de las chimeneas ascienden hacia el cielo, desmadejándose. El mirador posee un panel explicativo en el que se cuenta que: “Esta calle recibe el nombre de Morales porque en esta zona era donde se encontraba una amplia plantación de morales (…) Estos morales se dedicaban a la cría del gusano de seda, exportándose esta seda desde un embarcadero que había en Torre del Mar a numerosos países europeos como Holanda, Inglaterra e Italia. Tal era la cantidad y la calidad de la producción que ésta era una de las zonas más prósperas del Reino de Granada”.

El Museo Morisco

Regresamos el camino recorrido hasta la bifurcación y tomamos la dirección d ela derecha hasta llegar al Museo Morisco de Sayalonga. “La elección de su emplazamiento viene derivada de motivos históricos. El edificio, propiedad del Ayuntamiento, ha tenido varias funciones a lo largo de la historia pues ha servido de escuela, de Ayuntamiento, ha sido taller de artesanía de adelfas... Actualmente sirve de museo tras una remodelación del edificio que ha permitido restaurar su estructura manteniendo en lo posible su configuración original y permitiendo crear un lugar que combina los nuevos adelantos con un estilo rústico, lo que ofrece una imagen de gran belleza. Así, el edificio en sí mismo ofrece una riqueza visual, mostrando arcos de herradura, puertas de gran belleza talladas a mano, paredes que emulan riqueza morisca y colores que impresiona al visitante. Su variedad, su multifuncionalidad y su contenido conforman un edificio muestra de la riqueza cultural de Sayalonga ofreciendo a sus visitantes información sobre cualquier aspecto relacionado con el patrimonio, la cultura y la historia. El edificio cuenta además con todos los avances tecnológicos desde medios audiovisuales, hilo musical... para facilitar cualquier acto que tenga lugar en el punto con ello pretende ser un centro cultural con amplias funciones y con muchas cosas que ofrecer al público”.

El Cementerio Redondo

Desde allí regresamos hasta la plaza de la Constitución, donde se ubican la iglesia y la ermita y tras ella nos ponemos en camino del Cementerio Redondo de Sayalonga. Es curioso, curioso y, efectivamente, redondo. Los muros exteriores del cementerio forma un círculo imperfecto (en realidad es octogonal), ante ellos, los nichos con forma abovedada que nos hacen recordar, un tanto, a los del camposanto de Casabermeja. Estos son más sencillos, quizá más toscos es su acabado, pero igualmente destacados y curiosos. Los nichos abovedados se superponen unos sobre otros y le dan al cementerio cierto aire de panal, de colmena. Son tres o cuatro las hileras superpuestas de manera irregular. La creencia popular atribuye esta forma de enterramiento al deseo de los sayalonguinos de no ser enterrados dándose la espalda unos a otros. En la actualidad, la parte central del cementerio se encuentra ocupada por nichos de corte más convencional. El camposanto de Sayalonga es uno de los lugares más visitados de toda la comarca de la Axarquía, llegando a recibir más de 3.00o al año. Junto a la puerta de entrada, a la izquierda se encuentra el Centro de Interpretación del cementerio. Recorremos sus callejas y sobrecoge el silencio, la estructura, el encerramiento. Contrasta su blanquísimo color con el azul del cielo. Antes de dejar Sayalonga camino de Corumbela, vamos a parar en el mirador del cementerio, desde el que se puede tener una visión perfecta de su redondez.

Corumbela

“La paloma blanca”, así la calificaron los romanos y de ahí proviene su nombre. Corumbela es una pedanía, un anejo de población con no más de 300 habitantes situado a unos siete kilómetros del núcleo principal. Se sitúa en un altozano y parra llegar hasta allí desde Sayalonga hay que seguir el recorrido por la carretera de Cómpeta, desviarse en el acceso a Árchez y desde allí seguir las indicaciones hacia Corumbela. Es una carretera estrecha y plagada de curvas, pero la llegada merece la pena. Por las vistas y por su magnífico alminar. Tenemos querencia en El Color Azul del Cielo por estas torres, normalmente adosadas a las iglesias y que en el pasado fueron las torres de las mezquitas en las que el muecín llamaba a la oración, como las que hemos visto en Salares o en el propio Árchez magníficamente conservadas. La de Corumbela se halla anexa a la iglesia de San Pedro y responde al canon de estructura en fábrica de ladrillo visto. En este caso no se encuentra muy historiada, pero esta sencillez es la que le dota de gran belleza. El templo es una construcción sencilla, de fachada blanca rematados sus doseles en color grana intenso. Desde Corumbela, otero privilegiado, se puede observar el Mare Nostrum, el caserío de Sayalonga, Canillas de Albaida y Cómpeta. Es una pedanía recogida y aislada, tranquila, plena de sosiegos y con un buen par de restaurantes donde comer.

Despedida

Imaginamos cómo teje la seda el gusano en el mirador de la calle Morales. Teje la fina materia prima que se transformará en delicada prensa para la corte de los reyes nazaríes. Viajará a Nápoles y a Venecia, al reino de Granada, a Roma y a Flandes. Viajará al lejano Oriente, a la Provenza francesa. Viajará. Nos sentamos en uno de los bancos de forja negra, contemplamos el paisaje. Llegan hasta nosotros los aromas de la brasa de naranjo, de los pucheros y ollas de otoño. Miramos allá Corumbela, como paloma blanca que es, a punto de alzar el vuelo. Todo es quietud y silencio. Imaginamos, imaginamos como el gusano de seda teje la fina materia prima que se transformará en delicada prenda.

Fiestas, gastronomía y enlaces de interés

Día del Níspero: “Se celebra el primer Domingo de Mayo en plena temporada de recogida del níspero, cuando el fruto está maduro y en todo su esplendor. En este importante día de celebración, también se dan a conocer los productos típicos y derivados del níspero como la mermelada dulce de níspero o el licor de níspero; y los productos típicos del lugar como el vino del terreno. Igualmente se hace entrega de los galardones del níspero a nivel andaluz, comarcal, y local. A lo largo de toda la jornada hay degustación gratuita de vino, nísperos y mermelada; y se venden y exponen los productos de los numerosos cursos que se imparten el pueblo a lo largo del año”, como apunta la web municipal. En cada edición se entrega el Níspero de Oro a todas aquellas personas e instituciones de relevancia que han dado en promulgar los intereses de Sayalonga.
Sopas cachorreñas: “Sin lugar a dudas es uno de los platos más peculiares con los que cuenta la gastronomía de la localidad. Según se dice este plato tiene su origen en Sayalonga popularizándose a continuación en la gastronomía de la Axarquía. Ingredientes: 2 ó 3 dientes de ajo, 1 Cucharada de aceite de oliva, 1 pimiento verde, pan a rebanadas, agua, vinagre (al gusto), sal., 1 huevo por persona. Preparación: Se pone el agua a hervir, cuando ya hierve se le echa el pimiento verde, su ajo machacado, su “mijita” de sal, y su cucharada de aceite. Cuando ya está cocido, se le echa un huevo por persona y se cuaja y se aparta en los platos con su pan picado y su vinagre”, así lo indica la página web de Sayalonga..
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la completísima página web municipal de Sayalonga.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

51 CANILLAS DE ALBAIDA: BLANCO SOBRE BLANCO

martes, 30 de marzo de 2010

Albaida. Blanco. Inmaculado. Albaida en árabe se traduce como blanco, inmaculado. Se asemeja así Canillas de Albaida a una pincelada sutil que pinta de manera transversal la ladera de una colina. Blanco. Albaida. Inmaculado. Su caserío se arracima sobre sí mismo, se estrechan sus calles, se vigorizan sus cuestas. Inmaculado. Blanco Albaida. Del que sólo sobresale, enhiesta, la torre de la iglesia, como un faro y aviso para navegante serranos, único edificio que se manifiesta distinto a nuestra mirada, ocre, oscuro, de ladrillo visto. Canillas de Albaida. Blanco. Inmaculado.

Canillas de Albaida: sobre una ladera

Aparece tras una curva, oculta a las miradas inquietas de los viajeros ahora y de los antiguos enemigos antes, cuando las revueltas moriscas y la reconquista a sangre que propiciaron los Reyes Católicos. Y más que aposentada parece abarrancada sobre la ladera de un cerro, como si los cimientos de sus casas se unieran a él de manera inextricable, imposibles de desenredar. La sensación se acrecienta más aún cuando nos vamos acercando, buscando un lugar donde estacionar, en la parte más baja del municipio, con el trazado laberíntico sobre nosotros. Los desniveles de las callejas se salvan con una arquitectura abrupta e imaginativa que dota a su estructura urbana de un carácter recio, con fuertes contrastes. Así nos encontramos muros fuertemente asolados, donde el sol se ensaña y refulge con intensidad blanquísima y esquinas donde duerme, fresca, la sombra. Serpentean las calles hacia arriba, buscando la verticalidad. Sus casas son blanquísimas y repelladas una y otra vez, refulgen ante el sol de mediodía. Albaida. Blanco. Inmaculado.

El laberinto

El consejo de perderse es en Canillas una obviedad. Nos enfrentamos a un dédalo de calles que se retuerce sobre sí mismo una y otra vez. Nuestra intención es ascender hasta la ermita de Santa Ana, situada en la parte más alta del pueblo y, en el camino, encontrar la iglesia y el callejón de Araceli a la subida y la fuente y el antiguo lavadero a la bajada para visitar, después y fuera del centro urbano, la ermita de San Antón y el puente romano. Los primeros pasos son resueltos para transformarse, minutos después, en vacilantes. Callejones cortos, plazuelas y plazoletas, rincones, pendientes pronunciadísimas. Estamos perfectamente perdidos, y encantados en esta pérdida que nos permite descubrir las esencias del pueblo, las calles vestidas de tiestos, arriates y macetas con tal profusión que llegan, en ocasiones a ocultar las paredes. Nos refugiamos a la sombra de los alares, bajo el abrazo de un limonero repleto de frutos amarillos y poderosamente olorosos. Caminamos, nos perdemos, nos reencontramos, preguntamos, paseamos, descubrimos. Este es el influjo poderoso de los viajes, de las visitas, el descubrimiento de lugares insospechados, de rincones secretos. Llegamos así hasta la plaza de Nuestra Señora del Rosario.

La plaza y el callejón de Araceli

Si hablábamos de profusión de flores y de calles verticales, en la plaza obtenemos un remanso de paz horizontal y un catálogo de arriates y macetas que cubren la práctica totalidad de los balcones que se asoman a la misma. Una línea de sombra parte el trazado de la plaza en dos, en sombra oscura y puro blanquísimo. La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside uno de los laterales de la plaza y resulta curioso que la torre que corona el templo no pueda verse desde esta ubicación por situarse justo en el lado contrario de la edificación. La puerta de la iglesia está abierta. Entramos. Nos sorprende de inmediato que la planta sea cuadrangular, es prácticamente una cuadrado perfecto. Está compuesta por tres naves, todas ellas cubiertas de artesonado de madera. El altar de apariencia sencilla está compuesto por cuatro columnas de estilo romano con un capitel triangular que apenas sobresalen del fondo. Pintado con tonos pastel, preside el conjunto la figura de la patrona de la localidad. En la entrada, a la derecha, dos imágenes femeninas parecen casi levitar por situarse sobre dos pequeñas hornacinas y cubrir con sus mantos a estas. Un crucifijo con la figura de Jesucristo encabeza este trío de figuras. Salimos, de nuevo al fulgor de la calle y, tras preguntar, subimos un trecho por la calle Hornos para girar, inmediatamente, a la derecha. Vemos el siguiente nombre: Araceli. Tiene fama merecida este callejón. Es estrecho y es relativamente largo. Mide apenas ochenta centímetros de ancho por diez metros de largo. La sensación de encajonamiento sorprende y se siente cuando los hombros apenas rozan las paredes que lo conforman. Fotos. Fotos personales con las manos extendidas tocando cada lado de sus muros, etc... Seguimos nuestro ascenso. Poco a poco, sin prisa, despacio. El sol aprieta. Nos paramos, contemplamos las casas, el paisaje. Continuamos.

La ermita de Santa Ana y el descenso hasta el lavadero

Espejean las paredes blancas, reverberan al sol. Llegamos. Los montes que rodean Canillas y la vecina Cómpeta están rodeados de vides y olivos. Suben y bajan, ascienden y descienden las colinas como una marea verde e inmóvil. No en vano nos encontramos en las estribaciones de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Dentro del Parque natural que las conforman. Llegamos así hasta la ermita de Santa Ana. El edificio es sobrio, antiguo, encalado y poderosamente atractivo. Un pequeño soportal cubre la entrada Y la disposición de la propia ermita la convierte en un mirador natural. Hacia el norte descubrimos el auténtico poderío de las sierras, las laderas que descienden de manera abrupta hasta el fondo de los valles donde resuena la cadencia vigorosa del agua. las estribaciones de Sierra Almijara son, desde aquí, una realidad palpable, constatable, impresionante. Un mosaico sobre una de las paredes del pequeño templo nos indica que data de los primeros años del siglo XVI y que está catalogada como Monumento Histórico Andaluz. Su enclave natural nos ofrece un paisaje abrumador. Al noroeste, el pico de la Maroma, el más alto de Málaga, al noreste la que podría ser provincia de Granada, bajo nuestros pies el dédalo enredado de las calles de Canillas. Y, al sur, el mar. Nos sentamos aquí un rato, recorremos las paredes d ela ermita, reposamos, descansamos, tomamos un tanto de agua. Disfrutamos. Tras el reparador respiro nos ponemos de nuevo en marcha. Descendemos por entre las callejas en un sinuoso recorrido que nos lleva por la Casa de las Marmotas, por callejas empinadísimas, por requiebros y recodos floreados, por tramos cortos de bajada, por calles transversales que nos cortan el paso. Preguntamos. Por aquí, luego allí a la derecha, después, tras un callejón, a la izquierda, tras la casa blanca de ventanas azules a la derecha otra vez, luego un poco más hacia abajo, a la izquierda y otra vez a la izquierda. Imposible. Intentamos seguir las indicaciones que de tan buena fe nos ofrecen pero nos hemos confundido en el segundo "a la izquierda". De pronto, ante nosotros, y tras una esquina aparece una hermosa fuente de tres caños poderosos y que se sitúa frente al antiguo lavadero. Dejamos la mochila en el suelo, las gafas de sol sobre una repisa, la cámara junto a las gafas, nos remangamos y sumergimos el rostro en el torrente de agua fresca y poderosa, vigorosa y reconstituyente. Nos mojamos también los brazos y dejamos que el sol nos seque al aire. Visitamos el antiguo lavadero que en la actualidad ha perdido su función primigenia y que se ve repleto de enormes maceta con plantas de todo tipo y color. Seguimos camino hacia abajo.

La ermita de San Antón y el puente romano

Justo en el lugar en el que hemos estacionado el coche una indicación señala la dirección hacia el puente romano. Se encuentra en el antiguo carril de Árchez, construido sobre el río Turvilla. Se puede acceder andando por el carril de San Antón, también desde la calle Axarquía, es un descenso relativamente suave que se va acrecentando y que luego habrá que hacer a la inversa. También se puede acceder hasta las proximidades en coche. En el camino se sitúa la ermita de San Antón, desde la que se tiene una buena perspectiva del caserío canillero. A su entrada un placa de cerámica nos cuenta que es una "sencilla construcción del siglo XVII, de una sola nave rectangular, cuberita con armadura de madera con tirantes de lazo. En el exterior, señalar su acceso de arco de medio punto con alfiz resaltado, apoyado en pilastras y espadaña de un solo hueco. Destacar en su interior el retablo de madera policromada, obra de fines del siglo XVIII y estilo rococó. La hornacina está ocupada por una imagen del patrón". Seguimos el camino de descenso hasta llegar al río Turvilla donde nos espera el sencillo puente romano, de un solo ojo y de sencilla construcción. Se puede acceder por el otro lado, desde un camino de piedra con balaustrada de madera. Frescor...

Despedida

Quizá la imagen del mar, desde la ermita de Santa Ana, el reposo tras el largo paseo en ascenso, la impresionante orografía de Sierra Almijara a nuestra espalda, el sonido lejano del agua vigorosa entre los barrancos, la brisa suave del viento que lega del Mediterráneo, el verdor intenso de las vides y de los olivos sobre las colinas, la tranquilidad del silencio de la tarde primera... Canillas. Blanco. Inmaculado. Albaida.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fábrica de la luz: Desde la ermita de Santa Ana parte un camino transitable en coche hasta la Fábrica de la Luz, una zona de esparcimiento y acampada perfectamente equipada: Mesas con bancos, barbacoas, fuente pública, duchas, fregadero, servicios, aparcamiento, plazas para tiendas. Se encuentra a 4 kilómetros, aproximadamente del centro urbano. esta zona recreativa se sitúa dentro del Parque Natural de Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Más información en el teléfono: 951.040.058.
Senderismo: Desde la Fábrica de la Luz parten numerosas rutas senderistas dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Toda la información sobre el Parque Natural se puede encontrar pinchando AQUÍ.
Ruta del Sol y del Vino: Junto con Algarrobo, Sayalonga, Cómpeta, Torrox, Nerja y Frigiliana, Canillas de Albaida forma parte de la Ruta del Sol y del Vino de la Axarquía.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Canillas de Albaida, la web personal Canillasdealbaida.com y la web Axarquía Costa del Sol.

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17 IZNATE: LAS GENTES DE LA UVA MOSCATEL

martes, 4 de agosto de 2009


Iznate de uvas, de pasas, de moscateles. Iznate de calles erizadas, de empedrados, de rincones ambiguos. Iznate de cuestas, de arribas y abajos. Iznate de gentes afables. Iznate axárquica hasta la médula. Iznate de historias y de Historia. Iznate para recorrerse, para perderse, para encontrarse. Iznate moro, moruno, mozárabe, árabe, morisco. Iznate de trazado imposible. Iznate de los Iznateños. Iznate para los viajeros. Iznate.


Llegada y desayuno

Abalconado sobre una ladera incipiente, Iznate se abre a un paisaje abrumador. Una extensa vaguada plagada de colinas y valles que tiene como remate en el horizonte más próximo el Pico Chamizo en la Sierra de Camorolos, la cima de la Maroma en Sierra Tejeda o el Navachica, techo de la Sierra de Almijara. Todo a la vista son plantaciones de vides más o menos apretadas, paseros y pequeños cortijos blancos salpicando la tierra parda. Si llegamos desde la costa observaremos un gran cartel de bienvenida que señala Iznate, es preferible continuar adelante por la carretera en descenso y seguir las indicaciones próximas que nos llevarán hasta el centro del pueblo, una plaza alargada, un pequeño anfiteatro, un espacio de reposo con bancos y jardines y el ayuntamiento nos reciben. Estacionamos aquí el vehículo y nos preparamos para caminar. Encontramos en seguida una indicación que nos señala la dirección de la iglesia y, a su vez, nos adentra en un auténtico y quedradísimo laberinto de calles. Para aplacar los rigores del verano estamos viajando un tanto más temprano, así que hemos sustituido los aperitivos contundentes por los desayunos desahogados. Los desayunos malagueños poseen la contundencia necesaria para afrontar una buena mañana de viaje y la variedad justa para que haya para todos los gustos. Optamos por una bar repleto de gente, justo al inicio de las estrecheces iznateñas y tomamos 2 sombras, 1 pitufo mixto y 1 pitufo bacon/queso, 4, 20 euros. Advertir que el pitufo más parecía una viena, así que su contundencia nos ayudó a subir y bajar las cuestas que ahora relataremos.

Inicio del paseo y algunas curiosidades

Resulta Iznate uno de los pueblos más pequeños de la provincia de Málaga con una extensión de 7, 5 kilómetros cuadrados, y a su vez en el siglo XVI era uno de los municipios de mayor producción de uva. Con estos dos parámetros imaginamos lo que podemos encontrar, un centro urbano apretado, arracimado sobre la loma de una pronunciada colina y rodeado a su vez de los perfumes de la uva moscatel. Su pasado delata su presente y así, las calles se rompen y se quiebran y ascienden y descienden sin orden aparente, haciendo que las sorpresas sean mayúsculas aquí y allá. Así se delata su tiempo pretérito árabe. Fue en aquella época donde Iznate gozó de un privilegio que en 2009 podemos ver habitual, era el derecho de behetría, una suerte de elecciones democráticas donde los habitantes del municipio elegían a sus dirigentes. No ocurrió así después de la ocupación castellana, donde se impuso a un único regidor a golpe de decreto real. Se confronta Iznate con Parauta por el lugar de nacimiento del rebelde Omar Ben Hafsún que puso en jaque el emirato de Córdoba con sus constantes revueltas y rebeliones en la Serranía de Ronda y en la Sierra de las Nieves. La balanza parece inclinarse hacia uno de los dos municipios, pero no serán estos escritos los que siembren la discordia intermunicipal.
Y es dejar atrás la plaza y comenzar el juego de equívocos en las calles, las rampas y ascensiones, las cuestas y descensos, los quebrados, recodos, esquinas... Y todo tiestos y flores iluminando las paredes, un perfume de jazmines que mueve el aire denso. En apenas 50 metros y siguiendo la calle Vélez y calle Málaga, llegamos a la plaza de la Virgen, donde se ubica la iglesia parroquial de San Gregorio. Un remanso llano entre las calles erizadas. Es el centro desde el que parten hasta seis callejas.

La Iglesia Parroquial de San Gregorio y la Fuente de Palsonada

Sorprende la Iglesia Parroquial en su aparente sencillez que nos remite a las escuelas italianas de arquitectura. No en vano, está considerarda de estilo toscano. La portada pintada en colores crema la hace muy distinta. En este mismo frente aparecen 2 imágenes y un escudo, perteneciente a San Gregorio VII Papa, sin alambicadas columnas ni exageradas filigranas. En el interior según reza la página web del ayuntamiento de Iznate "podemos ver tres capillas en el lado del Evangelio con obras de cierto valor, como un óleo de San Francisco de Paula atribuido a escuela de Rivera de incalculable valor y una Inmaculada en madera policromada del siglo XVII". Desde la plaza de la Virgen apenas se puede ver la torre campanario del templo que parece escondida tras la nave central. El viajero puede sentarse al refugio de la sombra en algunos de los bancos que salpican la plaza, si no es suficiente, también puede refrescarse en la Fuente de Palsonada, que con sus dos piezas de grifería y un pequeño escudo forman parte de la arquitectura municipal.

Los rincones secretos

Posee Iznate innumerables rincones secretos que el viajero debe descubrir perdiéndose entre sus calles. Recomendamos calzado cómodo, algo de agua, un sombrero o gorro para cubrirse del sol y ganas de conversar. Es el mejor viaje de todos, perderse, callejear, descubrir. Cuando las callejas se abren fugazmente dan paso al paisaje de viñedos, olivos y huertos. Todo el suelo está empedrado y las esquinas, aquí y allá son el final de una calle o el comienzo de otra, o un recodo sin continuidad, o un patio sin salida. Cuando parece que los quebrados han cesado, siempre aparece uno más. Algunas casas poseen sus propios patios frontales que sirven de desahogo a las casas apretadas y que aparecen decoradas con arriates, pequeños árboles, plantas, flores y tiestos. Merece la pena encaramarse a sus empinadas cuestas para encontrar la esencia primordial del pueblo. Tienen los izteños un carácter afable, con ganas de conversar y esto hace siempre las visitas más placenteras. Comprobamos la paciencia de las mujeres subiendo despacio las cuestas cargadas con las bolsas de la compra, paso a paso. Las puertas abiertas de la casas permiten que el aire entre y despeje y airee y refresque el interior. También se aprecian algunas grandes casonas de aspecto señorial, ahora abandonadas. Ofrecen sabia sombra las calles estrechas donde reposar el sol de mediodía. Iznate a nuestros pies, con su puzzle de calles y su combinación de cuestas.

Despedida

- Hombre, se han olvidado ustedes el abrigo y la bufanda.- A lo que los viajeros responden con 37ºC de temperatura sobre sus cabezas....
- Las llevamos en el zurrón, por si refresca.
- Jajaja, menos mal, temía que pasaran frío.- Más risas.
- Oigan, cuando llueve ¿cómo bajan por aquí? .- Preguntamos ante la visión de una empinadísima cuesta.
- Con mucho cuidado, o.... de culo.- Risas.
Y así continuamos un rato, charlando sobre la vida cotidiana, preguntando, contando, escuchando y, sobre todo, riendo.

Consejos útiles y enlaces de interés

Recomendación turística: Caminar sin planos y perderse. El regalo que Iznate ofrece al viajero reside en el paseo lento por sus calles y en la charla de sus vecinos. Pertrecharse con calzado cómodo, una gorra o sombrero en el tiempo de calor y algo de agua.
La Fiesta de la Uva Moscatel: El primer día de agosto Iznate celebra la Fiesta de la Uva Moscatel, un reconocimiento a este producto que ha sido básico en la economía iznateña y, también, a todos los vecinos y vecinas que de sus tareas han participado. Está declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial.
Enlaces útiles: Como referencia, la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, muy completa la página web municipal www.iznate.es y como genéricas para la comarca Portal Axarquía, Mancomunidad de Municipios de la Axarquía.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.