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51 CANILLAS DE ALBAIDA: BLANCO SOBRE BLANCO

martes, 30 de marzo de 2010

Albaida. Blanco. Inmaculado. Albaida en árabe se traduce como blanco, inmaculado. Se asemeja así Canillas de Albaida a una pincelada sutil que pinta de manera transversal la ladera de una colina. Blanco. Albaida. Inmaculado. Su caserío se arracima sobre sí mismo, se estrechan sus calles, se vigorizan sus cuestas. Inmaculado. Blanco Albaida. Del que sólo sobresale, enhiesta, la torre de la iglesia, como un faro y aviso para navegante serranos, único edificio que se manifiesta distinto a nuestra mirada, ocre, oscuro, de ladrillo visto. Canillas de Albaida. Blanco. Inmaculado.

Canillas de Albaida: sobre una ladera

Aparece tras una curva, oculta a las miradas inquietas de los viajeros ahora y de los antiguos enemigos antes, cuando las revueltas moriscas y la reconquista a sangre que propiciaron los Reyes Católicos. Y más que aposentada parece abarrancada sobre la ladera de un cerro, como si los cimientos de sus casas se unieran a él de manera inextricable, imposibles de desenredar. La sensación se acrecienta más aún cuando nos vamos acercando, buscando un lugar donde estacionar, en la parte más baja del municipio, con el trazado laberíntico sobre nosotros. Los desniveles de las callejas se salvan con una arquitectura abrupta e imaginativa que dota a su estructura urbana de un carácter recio, con fuertes contrastes. Así nos encontramos muros fuertemente asolados, donde el sol se ensaña y refulge con intensidad blanquísima y esquinas donde duerme, fresca, la sombra. Serpentean las calles hacia arriba, buscando la verticalidad. Sus casas son blanquísimas y repelladas una y otra vez, refulgen ante el sol de mediodía. Albaida. Blanco. Inmaculado.

El laberinto

El consejo de perderse es en Canillas una obviedad. Nos enfrentamos a un dédalo de calles que se retuerce sobre sí mismo una y otra vez. Nuestra intención es ascender hasta la ermita de Santa Ana, situada en la parte más alta del pueblo y, en el camino, encontrar la iglesia y el callejón de Araceli a la subida y la fuente y el antiguo lavadero a la bajada para visitar, después y fuera del centro urbano, la ermita de San Antón y el puente romano. Los primeros pasos son resueltos para transformarse, minutos después, en vacilantes. Callejones cortos, plazuelas y plazoletas, rincones, pendientes pronunciadísimas. Estamos perfectamente perdidos, y encantados en esta pérdida que nos permite descubrir las esencias del pueblo, las calles vestidas de tiestos, arriates y macetas con tal profusión que llegan, en ocasiones a ocultar las paredes. Nos refugiamos a la sombra de los alares, bajo el abrazo de un limonero repleto de frutos amarillos y poderosamente olorosos. Caminamos, nos perdemos, nos reencontramos, preguntamos, paseamos, descubrimos. Este es el influjo poderoso de los viajes, de las visitas, el descubrimiento de lugares insospechados, de rincones secretos. Llegamos así hasta la plaza de Nuestra Señora del Rosario.

La plaza y el callejón de Araceli

Si hablábamos de profusión de flores y de calles verticales, en la plaza obtenemos un remanso de paz horizontal y un catálogo de arriates y macetas que cubren la práctica totalidad de los balcones que se asoman a la misma. Una línea de sombra parte el trazado de la plaza en dos, en sombra oscura y puro blanquísimo. La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside uno de los laterales de la plaza y resulta curioso que la torre que corona el templo no pueda verse desde esta ubicación por situarse justo en el lado contrario de la edificación. La puerta de la iglesia está abierta. Entramos. Nos sorprende de inmediato que la planta sea cuadrangular, es prácticamente una cuadrado perfecto. Está compuesta por tres naves, todas ellas cubiertas de artesonado de madera. El altar de apariencia sencilla está compuesto por cuatro columnas de estilo romano con un capitel triangular que apenas sobresalen del fondo. Pintado con tonos pastel, preside el conjunto la figura de la patrona de la localidad. En la entrada, a la derecha, dos imágenes femeninas parecen casi levitar por situarse sobre dos pequeñas hornacinas y cubrir con sus mantos a estas. Un crucifijo con la figura de Jesucristo encabeza este trío de figuras. Salimos, de nuevo al fulgor de la calle y, tras preguntar, subimos un trecho por la calle Hornos para girar, inmediatamente, a la derecha. Vemos el siguiente nombre: Araceli. Tiene fama merecida este callejón. Es estrecho y es relativamente largo. Mide apenas ochenta centímetros de ancho por diez metros de largo. La sensación de encajonamiento sorprende y se siente cuando los hombros apenas rozan las paredes que lo conforman. Fotos. Fotos personales con las manos extendidas tocando cada lado de sus muros, etc... Seguimos nuestro ascenso. Poco a poco, sin prisa, despacio. El sol aprieta. Nos paramos, contemplamos las casas, el paisaje. Continuamos.

La ermita de Santa Ana y el descenso hasta el lavadero

Espejean las paredes blancas, reverberan al sol. Llegamos. Los montes que rodean Canillas y la vecina Cómpeta están rodeados de vides y olivos. Suben y bajan, ascienden y descienden las colinas como una marea verde e inmóvil. No en vano nos encontramos en las estribaciones de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Dentro del Parque natural que las conforman. Llegamos así hasta la ermita de Santa Ana. El edificio es sobrio, antiguo, encalado y poderosamente atractivo. Un pequeño soportal cubre la entrada Y la disposición de la propia ermita la convierte en un mirador natural. Hacia el norte descubrimos el auténtico poderío de las sierras, las laderas que descienden de manera abrupta hasta el fondo de los valles donde resuena la cadencia vigorosa del agua. las estribaciones de Sierra Almijara son, desde aquí, una realidad palpable, constatable, impresionante. Un mosaico sobre una de las paredes del pequeño templo nos indica que data de los primeros años del siglo XVI y que está catalogada como Monumento Histórico Andaluz. Su enclave natural nos ofrece un paisaje abrumador. Al noroeste, el pico de la Maroma, el más alto de Málaga, al noreste la que podría ser provincia de Granada, bajo nuestros pies el dédalo enredado de las calles de Canillas. Y, al sur, el mar. Nos sentamos aquí un rato, recorremos las paredes d ela ermita, reposamos, descansamos, tomamos un tanto de agua. Disfrutamos. Tras el reparador respiro nos ponemos de nuevo en marcha. Descendemos por entre las callejas en un sinuoso recorrido que nos lleva por la Casa de las Marmotas, por callejas empinadísimas, por requiebros y recodos floreados, por tramos cortos de bajada, por calles transversales que nos cortan el paso. Preguntamos. Por aquí, luego allí a la derecha, después, tras un callejón, a la izquierda, tras la casa blanca de ventanas azules a la derecha otra vez, luego un poco más hacia abajo, a la izquierda y otra vez a la izquierda. Imposible. Intentamos seguir las indicaciones que de tan buena fe nos ofrecen pero nos hemos confundido en el segundo "a la izquierda". De pronto, ante nosotros, y tras una esquina aparece una hermosa fuente de tres caños poderosos y que se sitúa frente al antiguo lavadero. Dejamos la mochila en el suelo, las gafas de sol sobre una repisa, la cámara junto a las gafas, nos remangamos y sumergimos el rostro en el torrente de agua fresca y poderosa, vigorosa y reconstituyente. Nos mojamos también los brazos y dejamos que el sol nos seque al aire. Visitamos el antiguo lavadero que en la actualidad ha perdido su función primigenia y que se ve repleto de enormes maceta con plantas de todo tipo y color. Seguimos camino hacia abajo.

La ermita de San Antón y el puente romano

Justo en el lugar en el que hemos estacionado el coche una indicación señala la dirección hacia el puente romano. Se encuentra en el antiguo carril de Árchez, construido sobre el río Turvilla. Se puede acceder andando por el carril de San Antón, también desde la calle Axarquía, es un descenso relativamente suave que se va acrecentando y que luego habrá que hacer a la inversa. También se puede acceder hasta las proximidades en coche. En el camino se sitúa la ermita de San Antón, desde la que se tiene una buena perspectiva del caserío canillero. A su entrada un placa de cerámica nos cuenta que es una "sencilla construcción del siglo XVII, de una sola nave rectangular, cuberita con armadura de madera con tirantes de lazo. En el exterior, señalar su acceso de arco de medio punto con alfiz resaltado, apoyado en pilastras y espadaña de un solo hueco. Destacar en su interior el retablo de madera policromada, obra de fines del siglo XVIII y estilo rococó. La hornacina está ocupada por una imagen del patrón". Seguimos el camino de descenso hasta llegar al río Turvilla donde nos espera el sencillo puente romano, de un solo ojo y de sencilla construcción. Se puede acceder por el otro lado, desde un camino de piedra con balaustrada de madera. Frescor...

Despedida

Quizá la imagen del mar, desde la ermita de Santa Ana, el reposo tras el largo paseo en ascenso, la impresionante orografía de Sierra Almijara a nuestra espalda, el sonido lejano del agua vigorosa entre los barrancos, la brisa suave del viento que lega del Mediterráneo, el verdor intenso de las vides y de los olivos sobre las colinas, la tranquilidad del silencio de la tarde primera... Canillas. Blanco. Inmaculado. Albaida.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fábrica de la luz: Desde la ermita de Santa Ana parte un camino transitable en coche hasta la Fábrica de la Luz, una zona de esparcimiento y acampada perfectamente equipada: Mesas con bancos, barbacoas, fuente pública, duchas, fregadero, servicios, aparcamiento, plazas para tiendas. Se encuentra a 4 kilómetros, aproximadamente del centro urbano. esta zona recreativa se sitúa dentro del Parque Natural de Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Más información en el teléfono: 951.040.058.
Senderismo: Desde la Fábrica de la Luz parten numerosas rutas senderistas dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Toda la información sobre el Parque Natural se puede encontrar pinchando AQUÍ.
Ruta del Sol y del Vino: Junto con Algarrobo, Sayalonga, Cómpeta, Torrox, Nerja y Frigiliana, Canillas de Albaida forma parte de la Ruta del Sol y del Vino de la Axarquía.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Canillas de Albaida, la web personal Canillasdealbaida.com y la web Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

2 comentarios:

Begoña dijo...

Bonita La Plaza,parece que está hecha para el descanso y la contemplación.

Anónimo dijo...

Pues sí que son bonitas las fotos,y mucho más cuando uno se encuentra lejos.Para todo el que lo pueda leer,hay muchos rincones espectaculares,así que animaros,e ir a verlos,un saludo desde Tenerife