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39 SALARES: EL SECRETO REVELADO

martes, 5 de enero de 2010

El muecín llama a la oración y Salares despierta de su letargo noctámbulo. Ese Salares, este Salares, aquel Salares, puño apretado, racimo de casas asomadas a los barrancos. Salares de jardines secretos, de alminares que apuntan enhiestos al cielo, de rincones ocultos, de sabores pasados. Salares de querencias antiguas y triunfos presentes. Salares de perfumes mudéjares, de aromas delicados, de cuestas agostadas. Salares que fue la romana Salaria Bastitanorum. Salares también fenicia y griega y cartaginesa y hondamente musulmana. Salares de rebeliones y de revueltas moriscas, de héroes y de villanos. Salares de molinos y almadrabas, y eras y caleras devoradas por el pasado. Salares cayendo sobre la ladera. Salares aleteando sobre el paso del tiempo. Salares descubierto.

El descubrimiento

Los 4,5 kilómetros que separan Salares de Sedella siguen, como si de un patrón se tratara, los perfiles de los abruptos barrancos que las rodean. Los cortes en la montaña se pronuncian al máximo y se asemejan a heridas primitivas, como si la orografía se hubiera conjurado para impedir revelar los secretos que alberga esta comarca, protegerla, en el pasado, de las miradas inquisitorias de otros. Esta particularidad ofrece al viajero actual la posibilidad de buscar su esencia entre los riscos y los tajos, descubrir estos pueblos como una sutil pincelada blanca sobre las laderas de las montañas, a la sombra de las sierra de Tejeda o Almijara, o bajo el cerro rotundo de La Maroma. Disfrutar con su aparición súbita tras una curva cerrada o un sinuoso trazado de la carretera. Forma parte de su idiosincrasia, de su personalidad, de su austero encanto.

Salares revelado

Observamos Salares y nos sobrecoge su perfil. El pueblo se embarranca, literalmente, sobre un corte en la montaña, se deja caer por su ladera hasta el fondo del valle. Aparcamos en la parte más alta del municipio y descendemos por un entramado de calles empinadísimas que se recortan a cada instante. Muy pronto nos encontramos con una de las pequeñas losetas decoradas que marcan las estaciones penitenciales del Vía Crucis. Y es que en Salares se vive uno de los días grandes de Semana Santa de una forma, cuando menos, curiosa. El Domingo de Resurrección, la imagen de la Virgen de los Dolores es portada exclusivamente por mujeres y se procesiona en la parte alta del pueblo, mientras que la imagen de Niño Resucitado es portada de manera exclusiva por hombres y procesionada por la parte baja del pueblo. Ambas secciones procesionales llegan hasta las puertas del cementerio, donde se produce el definitivo encuentro. Las paredes de sus calles muestran un grosor de contundencia que abriga de los fríos invernales y aísla de los calores estivales. Es este pueblo el que posee las cuestas más pronunciadas de todos los que hemos visitado hasta el momento. Las calles, adoquinadas, parecen derrumbarse hacia la parte baja sin ningún tipo de orden establecido. Salares posee una belleza inusitada, su arquitectura vive aún aposentada sobre firmes cimientos musulmanes. Los arcos y los adarves, las casas de paredes blanquísimas, su estructura quebrada, todas estas construcciones son testigos de esta afirmación. Algunas de las edificaciones de la calle Castillejo parecen extraídas de un belén casero. Llegamos enseguida a la pequeña plaza donde se encuentra la puerta de entrada a la parroquia de Santa Ana, cuya torre alminar, recortada contra el cielo plomizo y gris se muestra en toda su grandeza. Alminar que en el año 1979 fue declarado Monumento Histórico-Artístico. Antes de la plaza, y situado justamente a nuestra espalda se halla la Casa Torreón, una vivienda peculiar y blanquísima cuya estructura en semicircunferencia nos habla de otros usos pasados más batalladores que los atribuibles a una simple morada. Descendemos por la calle del ayuntamiento y justo sobre él encontramos un lugar secreto y hermosísimo.

Se manifiesta el jardín secreto

Una puerta de madera situada en la base del alminar da paso a una pequeña estancia, un callejón corto que se asemeja a una habitación, equipada con chimenea y donde se ubicaba el antiguo acceso a la torre alminar. Esta estancia abre un dintel que se asoma a un reducido patio con dos bancadas de madera y algunas macetas, construido al abrigo de las paredes de la iglesia, el alminar y lo que parecen restos amurallados de un antiguo castillo. La perspectiva que nos ofrece desde aquí la torre mudéjar es impresionante. Nos sentamos un rato. Con la cabeza hacia atrás observamos el cielo, la torre, las primeras estribaciones de la montaña, el aliento de la sierra. Nada se oye, excepto el ronroneo cálido de unos gatos. Nos dejamos llevar por las ensoñaciones y casi podemos escuchar el canto del muecín. Desde el propio patio desciende una hilera de escaleras que, protegidas por una muralla, nos conducen hasta la parte trasera del ayuntamiento. Continuamos nuestro descenso. Conserva Salares la sustancia última del pueblo añejo, de sabor a tradición antigua. Las casas de piedra nos conducen por sus caminos secretos allá donde Salares quiere. Poco interviene nuestra voluntad en este paseo. Vagabundeamos por entre sus rincones, esperando asomar en cada esquina una recta figura ataviada con chilaba y turbante. Nombres sugerentes como Rincón de las Maravillas o Casa Escondida hacen que los estereotipos vayan más allá de lo cuestionable para transformarse en una realidad de hermoso trazado. Quizá una muestra de la convivencia entre el pasado y el presente, entre lo musulmán y lo cristiano sean en este siglo XXI las ya comentadas losetas que marcan el Vía Crucis. Muchas de ellas sobre la imagen más netamente cristiana, que representa una de las estaciones penitenciales, se encuentra otra loseta de menor tamaño con caracteres y dibujos netamente árabes. Muchas de las casas aún conservan su estructura de piedra sobre piedra posteriormente encalada y encalada y encalada y vuelta a encalar. En nuestro descenso llegamos hasta la plaza baja del municipio y así podemos observar el pueblo en su totalidad, que se eleva como una herida blanca sobre la montaña. Ascendemos ahora por la calle Pasadizo. Más que orientarnos vamos acertando el camino de subida hasta donde hemos estacionado el coche. Nos cruzamos con una empleada de correos y nos compadecemos de sus subidas y bajadas cargada con los envíos postales. Nos cuenta que está acostumbrada y que así hace buenas piernas. También reparte el correo en Sedella (de hecho a ella preguntamos por un camino hacia la ermita en esa localidad) y todos los días acude hasta Canillas de Aceituno, donde se encuentra la central. Sin duda, ella conocerá los secretos mejor guardados del municipio y tentados estamos de acompañarla en la ronda para descubrirlos todos. Pero pensamos que quizá sea mejor así, haber revelado algunas de sus esencias y dejar para posteriores visitas las otras muchas que esconde. Ascendemos, despacio, parando, disfrutando, charlando, hacia el coche y la despedida.

Dejamos atrás Salares

Nos deja Salares un sabor inconfundiblemente mudéjar en el paladar. Es este municipio una pequeña joya blanca en el corazón abrupto de la Axarquía. Desciende la niebla y, al partir, distinguimos el canto cadencioso del muecín que llama a la oración.

Enlaces de interés y consejos útiles

Ruta Mudéjar de la Axarquía: Gracias a su trazado y a la conservación de su alminar, Salares se incluye dentro de la Ruta Mudéjar de la Axarquía junto con Arenas, Árchez, Sedella y Canillas de Aceituno.
Senderismo: Salares, situado dentro del Parque Natural de Sierra Tejeda, Alhama y Almijara es un punto fundamental para la práctica de este deporte. Desde el propio Salares como de los municipios colindantes parten numerosas rutas de diversos grados de dificultad.
Festival Árabe-Andalusí: En el mes de septiembre Salares celebra el Festival Árabe-Andalusí donde se ofrece al visitante una muestra de la gastronomía, artesanía, cultura, arte e historia del legado de Al-Ándalus en el municipio.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de Salares y el portal de Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

4 comentarios:

Nekane dijo...

Impresionantemente blanco Salares.
Es bello sin ni siquiera buscar su esencia .Así que buscándola y encontrándola...
Y tu forma de contarlo,Israel.
Un abrazo muy grande.Maravillosa manera de comenzar el 2010.Tan blanco que podría ser una postal navideña.

antonia dijo...

Qué preciosidad!

Pantxi dijo...

Nos ha cautivado Solares. De verdad que si vamos al Sur esta joya no dejaremos de visitarla.
Besos.
Pantxi,Dani eta Sara

Anónimo dijo...

Viajando,viajando
a los 38000 (o mas)nos hemos ido acercando.
Quería ser un pareado
no sé si lo habeis notado.


Un abrazo viajeros y viajeras.
Y a ti,otro más fuerte,Isra.