Que la nieve en el barranco/eres más bonita niña/que la nieve en el barranco/que la rosa en el rosal/que la azucena en el campo./Una vez yo bien te quise/me olvidaste, te olvidé./Una vez yo bien te quise/zapato que yo desecho/no me lo vuelvo a poner./En la raya de tu pelo/está la luna parada/en la raya de tu pelo.../si no la deja salir/la hermosura de tu cara. Y así cantan este fandango los pujerreños en las fiestas de la recolección de la aceituna, en el Domingo de Resurrección y en la Fiesta Mayor en honor a San Antonio de Padua. Estrofas de picardía y alegre despreocupación, pero que encierran un elemento clave. Así, encontramos en estos versos un lugar común a la vida cotidiana de este pueblo situado en el palpitante corazón de la Serranía de Ronda y del que tuvimos constancia en nuestra visita: la nieve. Y es que para acceder hasta Pujerra hace falta ascender a través de la A-376 hasta las proximidades de Ronda y tomar un desvío que nos llevará a cruzar el municipio de Igualeja (con el impresionante nacimiento del río Genal) y llegar hasta el final de la carretera por un trazado sinuoso que se abre a los vecinos pueblos de Cartajima y Júzcar, situados como barcos de niebla sobre la ladera de la montaña. Impresiona. Sobrecoge.
El paisaje y la llegada
Es invierno. Las hojas caídas de los castaños alfombran el suelo en el Alto Genal. La tupida niebla se encarama a las cimas y la nieve incipiente pace sobre los campos con aparente fragilidad. Hay hielo sobre las cunetas de la carretera y observamos algunos coches estacionados en los arcenes para buscar el preciado tesoro blanco y frío, tan codiciado desde las playas costasoleñas. Los árboles, desmadejados y desnudos, a la intemperie, parecen monumentales marionetas a las que han cortado los hilos. Es un paisaje de una belleza sin concesiones, que conjuga el hermoso esplendor de la luz invernal y el temor urbanita a la falta de referencias. Con ese espíritu nos adentramos en la serranía, embebidos de belleza y atemorizados ante la predicción meteorológica. La lengua, aún negra y oscura, que es la carretera zigzaguea hacia abajo. Ya hemos dejado atrás la A-376 que une Ronda con San Pedro Alcántara y hemos tomado el desvío que nos lleva hasta Igualeja y Pujerra por la MA-526 primero y la MA-527 después. Circulamos despacio, con prudencia. Y nos dejamos llevar por las sensaciones embriagadoras del camino. Un rebaño de cabras camina por uno de los pastos próximos y contemplar otra presencia animal parece tranquilizarnos. Nos adentramos en un tupido bosque de castaños que han perdido todas las hojas y así cruzamos las estrechas calles de Igualeja hasta llegar al centro de Pujerra. Nieva. Los copos, grandes y densos, descienden muellemente sobre nosotros. Nos pertrechamos contra el frío y, pronto, sentimos el calor de los pujerreños que nos saludan con afabilidad y nos aconsejan de una u otra manera para no resbalar por sus calles. Es un día de preciosa luz, fría y dorada.
La visita, los "san antonios", el Rey Wamba y los bancos de madera
Y Pujerra fue antes Bentomí y Benatamín y Buxarra y Poxera y Puxerra y Pugerra.... Y cuenta la leyenda y tradición oral, quizá no así la ciencia histórica, que también fue Cenay, cuna de el rey visigodo Wamba: "Éste vivía en Pujerra, donde se dedicaba a labrar sus tierras. Una comitiva salió en su búsqueda para coronarlo y, como no sabían donde encontrarlo, recorrieron toda la sierra hasta que, casualmente, lo hallaron arando las tierras que poseía en el molino Capilla. Wamba se resistió a ser coronado aduciendo su avanzada edad y su poca cultura. Finalmente dejó la cuestión a la voluntad divina. - Cuando esta aguijada que tengo en la mano florezca, seré yo Rey de España. Al hundir el palo en la tierra, se cubrió inmediatamente de hojas y flores. Ante tal prodigio, tuvo que aceptar la corona". Así reza al menos la placa cerámica que acompaña un busto con la efigie del rey visigodo y que nos encontraremos más adelante en nuestra visita. Pisamos así, si nos atenemos a la leyenda, tierra de cuna real... Hemos estacionado en el centro y pronto encontramos varios planos indicadores que nos señalan un posible recorrido turístico por la Pujerra monumental, y no dudamos en seguirlo. Vamos a ver la iglesia parroquial del Espíritu Santo y comprobar en nuestro itinerario la gran devoción que los pujerreños tienen por San Antonio. Las calles del municipio son estrechas, cortas y quebradas, perfectamente pavimentadas con adoquín y piedra. Pasamos por delante del ayuntamiento y giramos a la izquierda hasta llegar a la plaza de la Iglesia del Espíritu Santo. Es una plaza de considerable tamaño, presidida por un gran tótem que se eleva hacia el cielo en competición con la espadaña del templo. Espadaña con forma de ángulo que sobresale desde una de las esquinas de la parroquia. En la plaza conviven dos naranjos y dos bancos de madera de castaño con un respaldo de curiosa forma. Será esta una constante en el municipio ya que en nuestro paseo vamos a encontar varios bancos de madera de castaño tallados de manera artesanal y con caprichosos diseños, asimismo también estará presente este árbol en el pomo de la puerta principal de la iglesia, en las placas indicadoras de las calles, en las imágenes de San Antonio que presiden muchos de los rincones y entradas de las casas pujerreñas. Hacen valer los vecinos al castaño, que les ofrece todo su esplendor desde tiempos inmemoriales. De hecho el 31 de octubre se celebra en Pujerra la Fiesta de la Castaña, donde se disfruta de todas las posibilidades que ofrece este producto. La puerta de la iglesia está abierta, así que entramos directamente. Un templo delicado y sencillo, de una sola nave y artesonado de madera, con un coro situado a la izquierda y una decoración nada pretenciosa. Un templo acogedor, presidido por un San Antonio de Padua al que, preceptivamente, ponemos dos velas. No hace frío en el interior y al salir a la calle, comprobamos como los copos de nieve se van apoderando de los empedrados. Seguimos nuestro recorrido envueltos en un denso e intenso perfume de leña, brasas que se intuyen al otro lado de las gruesas puertas. El frío no impide a los vecinos y vecinas salir a la calle a sus quehaceres habituales. Pasan, nos dan los buenos días con amabilidad... Llegamos hasta la placilla Vieja donde el Rey Wamba nos saluda encarnado en escultura. Estudiamos la leyenda situada en su pedestal y observamos el porte regio del visigodo que pisó estas tierras. Continuamos nuestra senda por entre las calles del pueblo y nos deleitamos con cada rincón, con cada detalle. Pujerra mantiene una esencia de pueblo antiguo y auténtico y parece que ha sabido encontrar su lugar en la actualidad a base de delicadeza y cuidado. Su situación, geográfica e históricamente aislada, le ha permitido conservar sus rasgos principales sin desdibujar su pasado. Caminamos hasta el mirador de las cruces que nos ofrece una panorámica impresionante del Alto Genal. La nieve se troca en agua y hemos de guarecernos bajo los alares hasta encontrar refugio en un bar situado en la plaza de la Alameda. Parece que todos los pujerreños se hubieran refugiado allí y cuando entramos, ateridos de frío y con ganas de un buen café nos saludan y pegan la hebra. Hablan de la nieve y del hielo, de cómo se cortan las carreteras durante horas en los días más duros del invierno, de lo acostumbrados que están a conducir así. De que no nos preocupemos por nuestro regreso, que ha comenzado a llover y eso limpiará las carreteras de nieve y hielo. Es un ambiente confortable y cálido y se agradece un lugar así. En la propia plaza observamos varios de esos trabajos de artesanía de los que antes hablábamos, dos bancos y un poste de donde penden varias macetas metálicas. Y es que los castaños entran casi hasta el corazón del pueblo, lo rodean, lo sumergen y en los meses de otoño deben pintar todas las calles con los reflejos dorados de sus hojas. Otra constante del municipio son sus fuentes, de las que hoy sale un agua gélida, fría. En alguno de sus pilones este agua se congela y forma pequeñas placas de hielo simulando ser diminutos icebergs...
La ermita de San Antonio y despedida
Apenas a dos kilómetros del centro urbano se encuentra la ermita de San Antonio, una construcción moderna, abrigada por un bosquete de castaños y a través del cual se accede al sendero de Bentomí. Este lugar es característico porque los pujerreños acuden a la ermita en romería el segundo fin de semana de agosto y porque en sus inmediaciones se situó el pueblo árabe de Benatamín, posible origen de la posterior Pujerra. La senda de Bentomí nos permite realizar un recorrido circular de menos de un kilómetro a través de castaños y alcornoques. Además, en este lugar se encuentra un complejo turístico municipal de carácter rural equipado con piscina y zonas de esparcimiento. Desde la subida a la ermita de San Antonio contemplamos el caserío de Pujerra. La nieve primera de la mañana se ha derretido y el color blanco del pueblo parece vibrar entre la tierra húmeda y parduzca. Miramos al cielo y casi esperamos que la nieve nos impida el regreso. Pujerra acoge al visitante con esa calidez de los pueblos pequeños, con el aroma de la leña y el calor de sus gentes. Miramos, de nuevo, al cielo. No nieva, pero aún decidimos demorar este instante un rato más. Vemos la sierra y los castaños desnudos en derredor del caserío apretado de Pujerra. Un copo de nieve se nos enreda en la bufanda. Sonreímos.
Información útil y enlaces de interés
Patrimonio natural: la riqueza paisajística de Pujerra es incontestable, su situación privilegiada en el corazón del Alto Genal hace que sean muchos aficionados al senderismo los que se acerquen a este término municipal para disfrutar de agradables paseos bajo los castaños y los alcornoques. El veterano Club Senderista Pasos Largos ofrece en su página web algunas rutas que comunican Pujerra con otros pueblos del Alto Genal, tal es el caso del camino de Pujerra a Igualeja o de Pujerra a Jubrique. Dentro del propio término municipal se puede acudir por el bien señalado cauce del Río Seco hasta los restos del molino de Capilla, donde la leyenda ubica al poblado de Cenay, cuna del rey Wamba. Hemos visitado Pujerra en invierno, pero el resto de las estaciones del año confieren a la localidad un aire nuevo y sorprendente en cada una de ellas. El estallido floral de la primavera, el fresco nocturno del verano o el dorado intenso del otoño son argumentos de peso para visitar la localidad durante los 365 días del año.
Turismo rural: En la propia web municipal de Pujerra se indican varias ofertas de turismo rural, entre las que se incluyen los apartamentos municipales de Bentomí.
Visita virtual: El centro Guadalinfo de Pujerra ofrece a través de su canal de Youtube una visita virtual del municipio. Pueden visitarla en el siguiente enlace: Visita Tu Pueblo, Pujerra.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Pujerra.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.
40 PUJERRA: DE CASTAÑOS Y REYES VISIGODOS
martes, 12 de enero de 2010
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: castañas, castaños, Genal, Málaga, Pujerra, Ronda, senderismo, turismo rural
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Me encantaría oir el fandango de Pujerra.No sé si se podrá.
Sorprende ver nieve.la gente de fuera no nos imaginamos una Málaga así.DIVINAS FOTOS.
Vamos... y lo de el rey Wamba.No,isra,si me estás picando con la historia.Isra:queremos com er...
Un abrazo.
El paisaje con las hojas caidas de los castaños es precioso,no había visto nunca los castaños sin hojas. El macetero muy curioso.
Magnifico fandango de inicio!!. Nos ha llamado la atención los bancos de madera,son caracteristicos de Pujerra?.
Menudo frío que habreís pasado para hacer el reportaje.
Besitos.
Dani,Pantxi eta Sara.
Queremos comeeer
Publicar un comentario