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47 ATAJATE: DULCE GENAL

martes, 2 de marzo de 2010

El Alto Genal es de una belleza abrumadora en cualquier época del año. Conducimos entre algarrobos y encinas y alcornoques y olivos y almendros en flor... Hemos dejado atrás Faraján y nos dirigimos en esta mañana de soles invernales hacia el próximo destino: Atajate. Para ello hemos de conducir por las sinuosas carreteras del Alto Genal. Carreteras que nos descubren paisajes nuevos, montañas rotundas, cielos templados, naturaleza agreste, el cuidado trabajo del ser humano, las flores amarillas que inundan los campos, los colores lilas y blancos de los almendros en flor bailando la danza que les imprime la brisa, las cimas graníticas de la sierra, los caseríos blancos suspendidos en el aire como barcos varados... Conducimos despacio, con cautela y con deleite, parando de tanto en tanto para contemplar el paisaje, tirar un par de fotografías, dejarnos embrujar una vez más por estos paisajes de completa armonía. Cruzamos Alpandeire con su iglesia robusta, la más importante de la comarca en tamaño y en historia. Observamos el pueblo arracimado sobre un prado, protegido del norte por las moles de la serranía rondeña. Fotos. Seguimos camino y el paisaje se trasforma. Una vez dejado atrás Alpandeire cambia el horizonte, nos sumergimos en el corazón de las montañas. La vegetación se retira para dar paso al roquedal más rotundo, a los picos despoblados y grises. Este paisaje duro y recio tiene el encanto de lo desolado, el encanto de lo primitivo, de los primigenio. Nos incorporamos a la carretera que une Ronda con Algeciras y ponemos rumbo hacia Atajate, donde nos esperan unas muy dulces sorpresas.

Atajate su nombre y su iglesia

Aparece Atajate reposado sobre la ladera de una montaña, sobre una atalaya natural que mira de tú a tú al Valle del Genal. Pronto se divisa la torre de su iglesia recortada sobre el cielo. Tomamos la primera entrada hacia el pueblo y estacionamos en la calle principal, junto a una fuente-lavadero construida, según reza una leyenda a la entrada en 1932. Junto a la fuente hay un pequeño parque de juegos infantiles y unos bancos de forja sobre los que sentarse a la sombra en los días duros del verano. Atajate es un pueblo apacible y sosegado, de tranquilo discurrir. Dice la historia que su nombre proviene del nombre árabe "Athaxat" y que perteneció a una red de fortificaciones que el Rey de Granada cedió a la tribu de los Banu-Marin en el siglo XIII. Atajate es el pueblo de Málaga con menor número de habitantes, 130 en 2009 según el SIMA, y uno de los más pequeños en extensión 10,9 kilómetros cuadrados. Entre el caserío apretado contra un promontorio destaca la construcción de la iglesia de San Roque. El templo data del siglo XVIII aunque en el XIX tuvo que ser reconstruido. Destacan los ribetes de color albero con los que se enmarca la torre y la portada y que destacan sobre el verdor de la montaña que luce a su espalda.

La panadería y Josefa

Frente a la iglesia se sitúa uno de los lugares importantes de Atajate, la Panadería Rocío. Entramos atraídos por el reclamo de sus "quesos de almendras" (que no son tal queso) y descubrimos, en su interior, un grandísimo surtido de panes y pastas. Paraíso de los golosos, paraíso de los amantes de la repostería artesana, oscura tentación para los diabéticos. Es una tienda pequeña y apretada que hace veces de ultramarino, pero que en su mostrador principal luce toda suerte de pastas. Mientras una mujer mayor atiende y hace las cuentas a mano con un bolígrafo: - tres más dos, cinco y con la que me llevo seis... Esas de ahí, majos son un poco más caras porque llevan almendra, estas otras, más baratas porque son de manteca... ¿por dónde iba? Ah, seis...-, subraya la mujer. Tras despachar a una parroquiana, nos atiende. Se llama Josefa y tras sus gafas gruesas esconde una mirada de simpatía burlona. Vamos pidiendo: - Pues nos pone un queso de almendra y luego dos de estas, dos de estas, dos de estas y dos de estas, ah, y dos de estas-, señalamos. Josefa comienza a poner. - Las madalenas y los suspiros no os lo puedo poner en caja porque se chafan, os pongo una bolsita-, nos comenta. - ¿Suspiros, de qué están hechos?-, inquirimos. - Pues de eso, de suspiros-, ríe Josefa. Nos comenta que la gente viene de muy lejos a por los dulces de la panadería, que son muy famosos en la comarca y que hay gente que los encarga. - Y es que, aquí todo es natural. Aquí no hay química, nada de química, y eso se nota-, apunta orgullosa. En total compramos un queso de almendras, 8 euros; un surtido de 8 pastas por un lado, 7,57 euros; y otro surtido de pastas por otro, 6, 84. Total, 22, 41 euros. Salimos de la panadería con una sonrisa. Horas más tarde, en el calor del hogar, cuando la noche comenzaba a caer decidimos abrir el queso de almendras... Leemos los ingredientes. - No lleva leche... ¿Un queso sin leche?... Abrimos... Un perfume dulce... Cortamos... Probamos... ¡¡Es como si fuera mazapán!! Está muy bueno...

Paseamos por Atajate

Las montañas rodean Atajate en un abrazo infinito y eterno. Todas las calles están cuidadosamente empedradas. Son estrechas, arrebujadas las unas contra las otras. Quedan en pie algunas construcciones antiguas, de piedra vista sin encalar, lo que dota al pueblo de una aire aún más austero y auténtico. Llegamos hasta la plaza de la Constitución, presidida por una gran cruz de piedra. Una niña juega con un triciclo, mientras su madre reposa en uno de los bancos. Se respira tranquilidad, armonía. Las cimas de los montes circundantes sobresalen en el paisaje. Tiene Atajate su propio "Torcal", constituido por el paraje de los Tajos, una rompecabezas de matorral y roca que, según los lugareños, se parece un tanto al de Antequera, de ahí su nombre. Desde lo más alto de los Tajos se pueden obtener unas vistas inmejorables del Genal y de la Serranía de Ronda. Lo mejor para llegar hasta ellos es preguntar a un atajateño que, en seguido mostrará el mejo camino a seguir. Cruzamos la plaza de la Constitución y subimos a la zona más elevada del municipio, hasta llegar al cementerio. El sol que luce hoy en el horizonte tras los días de intensa lluvia ha hecho florecer la ropa tendida en numerosos balcones y huertos. Se confunden así los rosas, blancos, turquesas, rojos, verdes y amarillos con el entramado del paisaje y todas las calles de Atajate desprenden un delicado aroma a suavizante. Bajamos, cruzamos de nuevo la plaza de la Constitución y tomamos el camino de la calle Sauquillo. Tras treinta metros llegamos hasta el mirador que lleva el mismo nombre que la calle. Reposamos. Nos sentamos. Obtenemos desde aquí una nueva panorámica del pueblo, una visión distinta, más apretada aún si cabe. Miramos el reloj. El instinto no se confunde. Es la hora de comer.

La comida en el cruce

Nos ha recomendado Josefa que comamos en el Mesón de los Pilarejos. Está a la salida del pueblo dirección Algeciras, en el cruce que lleva al Guadiaro, hacia Jimera de Líbar, Cortes de la Frontera, Benaoján y la Cueva de la Pileta o Montejaque y su Hundidero. No hay pérdida, sólo hay un cruce y está balizado por una enorme encima que crece sobre un promontorio. Entramos. El comedor es amplio y los grandes ventanales nos permiten ver Atajate y una panorámica del Genal, un bosquete de alcornoques desciende hasta el fondo del valle. En el menú hay sopas variadas, ensaladas, picadillo de tomate, conejo en salsa, caldereta de cordero, entrecot, etc... Pedimos una sopa de picadillo, 3 euros; una sopa de puerro, 3 euros; una presa ibérica, 12, 5 euros; una chuleta de cordero, 11 euros; 2 cervezas de tercio, 2 euros; y una botella de agua mineral de litro y medio, 1,50 euros. Total: 33 euros. Las sopas están servidas en recipientes de barro tapados y las carnes acompañadas de una guarnición de verdura salteada y patatas fritas caseras. Todo bueno.

Despedida

Tomamos la carretera dirección Algeciras. Dejamos atrás el Alto Genal y este magnífico y soleado día invernal. Vemos Atajate en su cruce de caminos, sobre su promontorio y allá, a lo lejos, Alpandeire y Faraján y quizá Pujerra un tanto más arriba. Descendemos y nos topamos con Benadalid y es desvío a Benaluría, con Algatocín y los desvíos a Genalguacil y Jubrique, con el desvío a Benarrabá y Cortes de la Frontera un tanto más adelante. Resuenan los nombres al pronunciarlos con un eco cadencioso de sonoridad antigua. Casi oímos a sus antiguos pobladores pronunciarlos como una letanía que habla de naturaleza, de historia y de vida.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fotografía: Es indispensable acudir armado de una cámara de fotos. Los paisajes extremos de bosque y roquedal hacen de esta comarca un riquísimo abanico de tonalidades y de colores. Las distintas épocas del año confieren a su entorno una cromaticidad extensísima que va desde los ocres del otoño, a los blancos del invierno, los verdes intensos en primavera o los tostados en verano.
Fiesta del mosto: Se celebra el último sábado de noviembre y durante la festividad se procede a la degustación del mosto casero elaborado en el municipio. La bebida se acompaña de platos de gastronomía típica y de música. La Fiesta del Mosto se lleva a cabo en la plaza de la Constitución. Su fecha se hace coincidir con la Ruta Mototurística del Valle del Genal y del Guadiaro, un evento que concentra a cientos de seguidores de estas carreteras y que culmina con la celebración de la Fiesta del Mosto atajateña.
Senderismo: La Asoc. Senderista Pasos Largos nos ofrece varias rutas detalladas. La primera de ellas es la que une Atajate con Benadalid y Benalauría, de grado de dificultad bajo. La segunda, la que une Atajate con Alpandeire, también de un grado bajo de dificultad. La Federación Andaluza de Montañismo tiene tres rutas homologadas, la PR-A 229 que une Alpandeire con Atajate y la PR-A 235 que une Atajate con Benadalid y la PR-A 258 que une Atajate con Jimera de Líbar.
Enlaces de interés: Además de los ya citados, tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la pagina web municipal de Atajate y el blog personal de atajate.blogspot.com.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

25 BENALAURÍA: AROMAS DE TRADICIÓN Y CASTAÑO

martes, 29 de septiembre de 2009

Benalauría de castaños, de sabores antiguos, de perfumes olvidados. Benalauría de moros. Benaluría de cristianos. Benalauría de tradiciones. Benalauría de artes y de moliendas. Benalauría de calles ensortijadas, de balcones inmensos, de horizontes verdes. Benalauría de los hijos de Auria. Benalauría para regresar. Ben-Al-Auria.

Aproximación entre castaños

Descendemos hacia Benalauria. Las laderas por las que serpentea y se enrosca la carretera son un tupido manto de castaños festoneados por ese fruto de apariencia espinosa y dorada que en esta época disfruta de su madurez antes de ser recogido. Madurez de estallidos amarillos, algunos, ya caídos al suelo. Los castaños se cierran sobre nosotros formando una arcada verde e imposible. Observamos como las montañas se hunden en la tierra formando el Valle del Genal, tupido y umbrío. Embebidos ante el espectáculo, tras una curva y casi sin solución de continuidad aparece el caserío blanco de Benalauria. Una pequeña explanada sirve de estacionamiento y aconsejamos no internarse en sus calles por lo intricado y estrecho de las mismas. Lo mejor resulta estacionar en esta plaza y, si no hubiera sitio, aparcar en la misma carretera. Benalauría es un pueblo que debe recorrerse a pie, disfrutando de cada rincón, de cada sorpresa, de la explosión colorida de las buganvillas, de sus aromas antiguos, de sus plazuelas.... Es un pueblo intenso, un pueblo en el que agudizar todos los sentidos.

La visita

Desde la plazuela donde estacionamos el coche iniciamos la visita. A la entrada encontramos un plano mural del municipio que nos sitúa y nos muestra los lugares más destacados que visitar. Aún con todo, desde la oficina de turismo de Benalauría ofrecen al visitante un plano callejero con dos rutas a seguir en el pueblo, muy práctico, muy útil y muy cómodo. Para informarse acerca de los horarios de la Oficina de Turismo pueden llamar al teléfono del ayuntamiento: 952.15.25.02. En algunos otros lugares, como el Mesón la Molienda (del que luego hablaremos) también se pueden encontrar estos planos. Ante nosotros el intrincado dédalo de calles, un sortilegio encaramado a la ladera y que se asoma al Valle del Genal mirándolo de tú a tú.
Es dar un paso y adentrarse de manera casi inmediata en un mundo de perfumes antiguos, de esencias añejas, de arte rural... Celebra Benalauría en el mes de agosto una fiesta de moros y cristianos donde los vecinos y vecinas se atavían con los trajes típicos y hacen resonar voces de antaño, recreando episodios históricos en los que se mezcla la historia, la leyenda y la tradición oral. Y es ahora, cuando hemos dado ese primer paso cuando percibimos esa esencia moruna y casi llegamos a advertir en el recodo de sus calles el fantasma de una chilaba mecida por el viento.... Las calles del pueblo nos guían sin esfuerzo, es Benalauría el que nos muestra sus calles repletas de flores. La luz del otoño le confiere a todo un aura con una intensidad especial. Caminamos por la calle Calvario y apenas a diez metros a la derecha encontramos el taller de Artesanía de Naturarte y en su puerta un cartel que reza: Museo Etnográfico / Antigua almazara del siglo XVIII / para visitar el museo preguntar en la tienda de artesanía / Tlf: 616.179.730, 646.028.992 (pueden llamarnos a estos dos teléfonos) /precio de entrada: 2€/ persona. Grupos de más de 15 personas 1€ / Naturarte: subiendo la calle, la primera a la derecha. Eso hacemos, subimos la calle, primera a la derecha. Nuestro gozo en un pozo, la tienda está cerrada. Llamamos a los teléfonos que se incluían en el cartel y nos dice una chica que precisamente hoy están en un encuentro de asociaciones en Algatocín, nos preguntan si nos vamos a quedar en el pueblo y contestamos que sólo a comer, nos señalan que después de comer llamemos de nuevo para ver si han regresado y poder realizar la visita. Tomamos nota.
Continuamos caminando por la calle Calvario hasta llegar a la plaza Teniente Viñas que precede a la plaza del Ayuntamiento. La plaza Teniente Viñas es un recoleto rincón presidido por la Fuente Grande, con cinco caños rebosantes de agua, a su izquierda se sitúa la Oficina de Turismo y justo encima la Biblioteca Municipal, todo en un edificio apoyado sobre la piedra y que forma, en su lateral uno de los lados de la contigua plaza del Ayuntamiento a la que accedemos. Destacar como curiosidad de esta plaza las hendiduras que tiene una de sus paredes, una serie de rectángulos horadados en la piedra y que, antiguamente, sirvieron como burladeros en los tiempos en los que se realizaban en el pueblo suelta de vaquillas. El ayuntamiento presenta su seria fachada diociochesca con sus balcones enrejados aparejados al lugar que ocupa el archivo municipal. Centro de reunión en los buenos días de otoño, la plaza presenta hoy su cara más visible. Descendemos por el lateral derecho de la casa consistorial, calle iglesia, y nos perdemos en el laberinto de calles, disfrutando de las macetas coloridas, de la arquitectura popular de algunas casas con sus tejadillos, con sus aleros de teja, con sus portadas. Nos asalta, sin previo aviso, un aroma intensísimo a puchero a esa sabia mezcla de ingredientes contundentes que se rematan con hierbabuena y con los que se hace la pringá. Un perfume antiguo y conocido y tremendamente evocador. Era sólo este elemento el que faltaba para completar el perfecto puzzle de Benalauría. Cada vez que las calles escapan hacia el horizonte surge ante la vista el inmenso mar de castaños. Continuamos caminando y llegamos hasta la iglesia de Santo Domingo, a la que se accede a través de una reja que da a una plazuela donde se encuentra una puerta lateral. Un templo del siglo XVIII, sencillo y austero en el exterior y pintados sus ribetes de color salmón en el interior. Un altar imponente cuyas flores arregla una mujer, con la que charlamos irremediablemente acerca del pueblo, de la iglesia, de los castaños. La iglesia huele a pintura, se han acondicionado algunas rejas y balconadas en los últimos días, luciendo un aspecto lustroso y novísimo.
Salimos de la iglesia y nos perdemos de nuevo por entre las callejas del pueblo. No seguimos un itinerario trazado, vagamos aquí y allá, asomándonos a algunos rincones, disfrutando de las vistas, de las balconadas que se abren al valle, caminando sin rumbo fijo ascendemos, descendemos.... La niebla comienza a elevarse desde el valle, las colinas parecen humear con un vapor intenso transformado en jirones que quedan aferrados a los castaños. Es hora de comer.

La comida tradicional del Mesón La Molienda

En una llamada previa a la visita, sin dudar un instante se nos aconseja visitar el Mesón La Molienda. No tiene pérdida y lo conoce todo el mundo en el pueblo. El restaurante es una antigua almazara recuperada, transformada, restaurada... Está decorado con esmero y delicadeza, muros de piedra, algunos de ellos pintados en azules, amarillos, lilas; piedra y madera; una exposición en las paredes. Todo al detalle sin perder una pizca de autenticidad. Pequeñas mesas en su terraza y unas impresionantes vistas al Valle del Genal, cuyo perfil forma parte incluso de la carta. Nos trasladan hasta el comedor principal, a una mesa coqueta en la que antiguamente era sala de empiedro. Carta tradicional, de alimentos y sabores auténticos, con el toque justo de modernidad pero sin excesos, una carta completa y rica que se devora ya sólo con la mirada y que incluye platos como carne de matanza, lomo de cerdo ibérico en manteca, lomo de cerdo ibérico con tomates caseros fritos, solomillo ibérico relleno de castañas, cordero en salsa de almendras, venado a la canela... Todas ellas acompañadas de una breve descripción que indica los orígenes de cada receta. Optamos por una ensalada de naranja (gajos de naranja fileteados con cebolla y hierbabuena),una sopa de olla (3,50€), un gazpacho caliente (servido en dornillo, el cuenco de madera tradicional en el que servían las sopas serranas, 5€), una caldereta de cordero con castañas (9,50€) y una costilla de cerdo a la plancha con salsa jabata (un adobo frío, exclusivo de Benalauría, realizado con ajo, vinagre, aceite de oliva, sal, ñora y especias, 9€)... todo ello regado con tres cervezas y un botellín de agua: total 39, 50€. La relación calidad precio es excelente. Los sabores nos remiten inmediatamente a la tradición, a lo popular, a lo antiguo... A través de las ventanas vemos que la niebla ha ascendido y tomado todo el pueblo.

Despedida

Caminamos en silencio por las calles casi desiertas. Una tormenta atruena en el cielo, las nubes confieren al paisaje un ambiente de recogimiento, casero, evocador. Observamos el Valle del Genal, los montes que ascienden desde él, la figura de algunos otros pueblos entre la espesura de castaños. Echamos un vistazo hacia atrás y vemos a Benalauria enrocado sobre la ladera del monte. Aún con el perfume de lo añejo en nosotros, el sabor de la tradición fresco en la boca, sólo tenemos un pensamiento: Regresaremos. No hay duda. Cuando llegamos a casa vemos una llamada perdida. las responsables de Naturarte nos informaban de su llegada a Benalauría. Esta es una excusa perfecta más.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fiesta de moros y cristianos: al primera semana de agosto, Benaluría vive una de sus grandes tradiciones, la representación de la fiesta de moros y cristianos en la que los visitantes también forman arte y parte, ya que son "secuestrados" para entregar un óbolo a la puerta de la iglesia. La representación teatral trata del enfrentamiento de las revueltas producidas en la sierra en torno a 1570, en ellas los moriscos y los ejércitos de castellanos se enfrentaron por las tierras tras la rebelión de los primeros. Benalauría escenifica estas batallas y deja para el epílogo y último acto al elegía desesperada del qa'id hacia una tierra que le vio nacer y que se ve obligado a abandonar. En los bajos del ayuntamiento se encuentra el Centro de Interpretación de Moros y Cristianos, para consultar horarios se puede llamar al ayuntamiento en el teléfono 952.15.25.02. Para más información acerca de la fiesta hay una página muy completa donde se explica su historia y orígenes: Benalauria.net.
Turismo Rural: la oferta de turismo rural en Benalauría es enorme. Hay muchos alojamientos de este tipo preparados en las mejores condiciones para recibir al visitante. Sólo con teclear en google: Benalauría + turismo rural aparecerán numerosas ofertas. Ofertas que se completan con el turismo cultural.
Arte: el Valle del Genal ha sido el lugar elegido para residir por muchos artistas, no es extraño encontrar tiendas de arte y artesanía en la gran mayoría de municipios que lo conforman. En Benalauría existen dos: Naturarte, 952.152.543 y Artexperiencia, 627.333.792.
Épocas: Todas son buenas, pero el otoño confiere al paisaje un tono especial. En esta época otoñal, proveerse de algún impermeable y algo de ropa de abrigo, de una cámara de fotos y de prismáticos.
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web del Ayuntamiento de Benalauria.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.