Y cuando las formas más ingeniosas y caprichosas se han presentado a la vista, nunca piensas que puedan dar un paso más. Si el Torcal representa la excentricidad de la naturaleza, su imaginación y querencia, el Tornillo del Torcal representa el sueño de un escultor orate, de un Praxíteles más antiguo que el propio ser humano. Láminas de rocas que parecen flotar unas sobre otras, sostenidas en un punto de apoyo casi inexistente. Simulan estar a punto de desmoronarse, de caer en lascas calizas sobre el valle. Y es en este juego cuando la composición final parece tan sutil y volátil que esté a punto de echar a volar o de derrumbarse definitivamente. Nada más lejos de la realidad. Por milenios se mantienen erguidas de estas singulares maneras, tan aparentemente precario su equilibrio. Un juego imposible de emulaciones en las que las rocas parecen enormes hamburguesas, tartas de varios pisos, discos compactos amontonados… cada cual que juego su juego. El Tornillo del Torcal parece un prodigio y resulta tan representativo que ha sido elegido como símbolo de este Paraje Natural. Pero detrás de esa efigie hay más. Y vamos a descubrirlo.
El Monumento Natural Tornillo del Torcal
Si la excentricidad de la que hace muestra el Torcal tiene un ejemplo mejor, ese es el del Tornillo del Torcal. El nombre, apropiado donde los haya, ya le confiere una precisión de cirujano en la que la mano del ser humano nada ha tenido que ver. La disolución de los diferentes estratos gracias a la erosión del viento, el agua y la diferencia de temperaturas, ha creado una figura tan caprichosa como inusual, un tornillo. Una serie de seis lascas colocadas una encima de otra y de menor a mayor configuran este juego de erosiones. En realidad, no están colocadas una sobre otra, sino que forman parte de un conjunto erosionado, de un todo que la acción de los meteoros ha hecho desaparecer poco a poco.
El Tornillo del Torcal fue declarado Monumento Natural en 2001, tiene una superficie de 1953 metros cuadrados y va más allá de la figura más representativa, ya que esta forma parte de un conjunto mayor de formas tan caprichosas como ella. Tal y como sucede con el Torcal, en el Jurásico esta zona estaba sumergida bajo el mar de Tethys, la salida a la superficie de las rocas tras diferentes movimientos sísmicos y la retirada de las aguas dejaron en la piel de la tierra un conjunto montañoso formado por roca caliza muy susceptible a la erosión. Aquí se inicia el proceso de conversión del Torcal hasta lo que es hoy en día.
El Tornillo del Torcal representa la esencia del Paraje Natural y de ese complejo mecanismo natural que ha permitido albergar en su interior infinidad de formas excéntricas. Además para llegar hasta el Tornillo se debe atravesar otra formación geológica particular, el Lapiaz Agrio del Caracol. Este Monumento Natural comparte con el Torcal la fauna y flora que ya hemos comentado en el post anterior.
La visita
Se puede llegar hasta el Monumento Natural de dos maneras desde el Centro de Visitantes del Torcal. La primera, caminando por la carretera, apenas a 300 metros hay un desviación a la derecha con una indicación, sin pérdida. La segunda, a través del Lapiaz Agrio del Caracol, a 450 metros de sendero, perfectamente señalizado, sin pérdida tampoco. Optamos por la segunda posibilidad.
En la época estival, el color amarillo tiñe los resquicios de campo que aún pueden verse entre el roquedal. Amarillos y ocres, salpicados de cardos. Este sendero nos permite aproximarnos, tocar, rozar con la yema de los dedos la suavidad de las rocas moldeadas pro el tiempo… Contemplar de cerca algunas curiosidades como los pequeños caracoles adheridos a la piedra en grupos apretados, algún fósil retorcido sobre sí mismo, plantas que parecen crecer del interior de las rocas… Caminamos entre hierbas altas, por el sendero marcado, y llegamos al lapiaz. Estamos ante la formación primigenia del modelado kárstico, es decir, en la primera fase de lo que fue el Torcal justo después de que el Mar de Tethys se retirara. “Las calizas son rocas sedimentarias compuestas por carbonato cálcico, mineral soluble en agua. Esto facilita que se formen relieves en los que abundan las cavernas y las aguas subterráneas, los hundimientos del terreno, las cárcavas y, como en este caso, un lapiaz fruto de la erosión. El aspecto de un lapiaz es el de un micropaisaje árido. Está formado por rocas de color blanco o grisáceo semicubiertas por arcillas de descalcificación, conocidas como “terra rossa”. Se confirman estas explicaciones ante nuestra vista. Es agreste, pero intensamente atractivo. Ocre y pálido, relamido por el sol. Las hierbas altas, mecidas por la brisa parece la superficie de una mar dorado donde asomaran olas en forma de rocas. Caminamos entre el lapiaz y lo dejamos atrás para seguir sorprendiéndonos antes las formas que nos ofrece el Torcal. Piedras que forman ánulos perfectos, como capiteles de un templo romano o griego, callejones estrechos, brechas y aberturas en la piel de la piedra, portillos, mesas, pequeñas caménicas como un fantasma de pequeñas lagunas sobre la roca y las primeras pilas de bollos.
Es esta última formación la que configura la mayor parte del Tornillo. El desgaste produce hendiduras transversales en la roca y hacen que el resultado se asemeje a una pila de pequeños cilindros de piedra colocados unos encima de otros. Muchos de ellos están erosionados en su base y su caída se nos antoja inminente.
Una curva nos lleva hasta el auténtico Tornillo del Torcal. Ante nosotros una gran masa de pilas de bollos de distintos tamaños. Destaca entre ellos, en la parte izquierda, una alargada figura formada por ocho alturas, el centro más esbelto y estrecho, la parte superior más ancha, la inferior también, parece que vaya a girar sobre sí mismo, a iniciar una danza insólita, a retorcerse en un movimiento único e imposible. Se aparta del resto de formaciones, solo, separado del conjunto por milenios de erosión y de desgaste. Contemplarla es saber que, pese a su inmutabilidad milenaria, estamos ante una hermosa figura finita, que más pronto o más tarde terminará venciéndose por su propio peso, cayendo, derrumbándose en la ladera, quizá arrastrando a otras consigo. Quizá en el momento preciso, dentro de una tiempo indeterminado y remoto para nosotros, no haya nadie para contemplar el espectáculo de su caída, mientras tanto nos quedamos con su reinado, majestuoso y espigado, símbolo del Torcal, el Tornillo.
Caminamos por entre las pilas de bollos, nos fijamos en su precariedad, en su entereza, en las plantas y líquenes que habitan sobre su piel, imaginamos las formas que dibujan contra el cielo, fantaseamos… Abandono el grupo por un momento y recorro algunos pasos atrás, asciendo por un camino y subo a lo alto de una pequeña meseta. Suelto la mochila, la cámara de fotos, pongo una piedra sobre el cuaderno para que las hojas no revoloteen, me quito la gorra y las gafas de sol, cierro los ojos, me siento y dejo que la brisa me acompañe en esta ensoñación jurásica. Abro los ojos. Ante mí aparece el Tornillo del Torcal en su conjunto, apretado. Es hermoso saber de su antigüedad, del esfuerzo temprano del ser humano por conservar la belleza de la naturaleza sin maltratarla. El cielo es intensamente azul y las piedras calizas, grises, casi blancas, despuntan. Me pongo en pie y me giro, miro hacia el Mediterráneo, que se ve allá, a lo lejos, tan distante y tan próximo, los Montes de Málaga, el Torcal Bajo y Villanueva de la Concepción, los campos sembrados, los cortijos desvencijados y los cortijos reformados, la antiguas majadas de los pastores, los techos desportillados, las paredes de piedra oscura. Imagino a los habitantes de esas antiguas casas que desde aquí se ven… ¿Qué sentirían ellos al ver el Torcal, el Tornillo, cuando aún no había explicaciones científicas que ofrecerles? ¿Qué verían, qué seres poblarían aquellas formaciones de piedra? ¿Qué leyendas susurrarían a sus hijos en las noches de invierno, al amor de la lumbre? ¿Hablarían de dragones y de gigantes y de seres extraordinarios? Lo imagino. Y allí estoy ahora, con ellos, con el Torcal y el Tornillo a mis espaldas y en la cabeza bullendo las imágenes que aún mantengo en la mirada.
Despedida
Cuentan las leyendas, en un susurro por los callejones, que en tiempos inmemoriales, un rico emperador construyó en la cima de una montaña el más precioso de los palacios. Torres de luz, plazas de perlas, hermosas almenas. El Mediterráneo, celoso y roto por la envidia decidió enviar a la cima de la montaña sus más poderosos vientos. Soplaron durante días y meses, durante años y una fina capa de arena cubrió las torres y las plazas y las almenas. La piel de sus habitantes, animales y humanos, se escamó y endureció, formándose una coraza de piedra sobre ella. Cuando el viento amainó, y el torbellino de arenisca se posó de nuevo en el suelo, el Mediterráneo observó furibundo el resultado de sus celos. Todas las construcciones y seres vivos se habían transformado en roca, en piedra, y bañadas por la luz de la luna refulgían, bruñidas en plata. El Mare Nostrum contempló extasiado la belleza del lugar y, con humildad, decidió retirarse hasta la costa. Desde entonces, en el Torcal, en las noches de luna, se escuchan entre las piedras voces que juegan y que hablan de una antigua ciudad de luz y perlas que el Mediterráneo transformó en plata.
Enlaces de interés y consejos útiles
Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, las páginas web municipales de Villanueva de la Concepción y de Antequera ofrecen todos los datos necesarios para visitar el Torcal.
Turismo rural: En la comarca Antequera y su área de influencia confluyen tres espacios naturales de Málaga. El Torcal, el Tornillo del Torcal y el Pinar del Hacho. Una buena opción de visitar los tres sin desgastarnos mucho puede ser alquilar una casa rural en la zona, muy bien equipadas e ideales para la época estival ya que la mayoría tiene piscina. A través de la Asociación de Turismo Rural Sur de “El Torcal” se puede obtener un buen catálogo de casas muy próximas a los tres destinos. En esta ocasión los dos viajeros habituales hemos estado acompañados por nueve más, tomando como base de operaciones y de ocio la casa Villa Alba.
Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.
Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Monumento Natural.
Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande
Gracias a Jon, Mariví, Arregui, Paco, Sara, Andrés, Pepa, Rosamari, Jesús y especialmente a Antonia por acompañarme en este viaje.
EN / 10 EL TORNILLO DEL TORCAL: La piedra inconcebible
martes, 23 de agosto de 2011
Publicado por Israel Olivera en 0:01 2 comentarios
Etiquetas: El Torcal, el Torcal de Antequera, el tornillo del torcal, la villa del Torcal, Málaga, Monumento Natural, senderismo, tornillo, turismo activo, turismo rural
EN / 09 EL TORCAL: Jardín de piedra
martes, 9 de agosto de 2011
La piel de la piedra, que a través de sus cicatrices nos cuenta una historia tan antigua que parece leyenda, un relato que nos habla de un mar prehistórico en las alturas que respondía al nombre de Tethys, que sumergía el paisaje de piedra que ahora desafía al sol. Un mar imposible de imaginar, habitado por seres pétreos extraídos de la profundidad de la tierra. Un paisaje colmado de formas caprichosas, de seres imaginarios, de cumbres volátiles, de espigadas crestas, de retorcidas rocas, de equilibrios inimaginables…. Más aún el poeta malagueño Salvador Rueda lo dotaba de habitantes inquietantes, de arcaicas fortalezas…
El Torcal es heráldico, combina
Con sus piedras cuarteles y dragones
y –dominó gigante – arremolina
con grandes fichas, rotos, torreones
…y Rafael de la Linde dio a estas formas título de catedral, de templo glorioso, de musa poética en la forma de estos versos…
Tu altiva sierra con sus torcales
Nos forja templos y catedrales
Nos teje sueños a la ilusión
¡Torcal grandioso, sierra bravía
tienes tesoros de poesía
eres veneno de inspiración!
Nos les faltan razones a los poetas. No les sobran motivos para dedicar al Torcal de Antequera y de Villanueva de la Concepción palabras de este calado. Entre las calles estrechas y sinuosas de esta insólita formación geológica podrían transitar todas y cada una de las leyendas concebibles. Pueblan el Torcal los seres de la imaginación que cada uno quiera ver tatuados en sus piedras, tallados a base de agua y viento y lluvia, de fuerzas telúricas que hacen desaparecer mares y crear montañas en su lugar. Que no espere el viajero un parque temático, porque aquí no lo hay, solo el resistente, insólito, brutal, caótico, hermoso hacer de la naturaleza. Esto es el Torcal, el jardín de piedra.
El Paraje Natural de El Torcal
Es de antiguo, su historia. La conversión de este reino de peñascos en Paraje Natural se remonta lejos. Los malagueños, los visitantes, los habitantes de su entorno entendieron pronto el valor de este paraje singular y así lo protegieron como Sitio de Interés Nacional en 1929, como Parque Natural en 1978 y como Paraje Natural en la actualidad. El Torcal, tiene en su geomorfología su particularidad, de hecho es el paisaje kárstico más importante de España y de Europa. La piedra calcárea que ha sido pulida, erosionada, cincelada hasta crear mutaciones inexplicables de piedras a dragones, de cimas a barcos, de rocas a rostros humanos. Y todo ello en una superficie concentrada de 20 kilómetros cuadrados dentro de un área protegida de 1.171 hectáreas.
En los días de bruma, visto El Torcal desde Villanueva de la Concepción, se acrecienta esta sensación mágica que ha sido catalogada por los científicos hasta su mínima expresión. Una dualidad, la de la imaginación y la del estudio que hace este lugar más especial aún. Se conoce mucho del Torcal, pero aún permite dejar volar la imaginación a aquellos que lo deseen.
Sabemos del Torcal que está conformado por cuatro partes diferenciadas: Sierra Pelada, el Torcal Alto, el Torcal Bajo y las Carihuelas y el Cortijo del Navazo Verde.
Además se conoce que entre los picos se hunden también los abismos, escondidos. Simas como la Azul con 114 metros de profundidad, la de la Mujer con 90 metros o la impresionante sima de la Unión con 143 metros. Y las cuevas, como la de Marinaleda, en la que se han hallado restos de cerámica funeraria, o como la de Toro, con restos arqueológicos del Neolítico Medio agazapados en su interior.
Es rico el Torcal desde el punto de vista geológico y arqueológico, y también faunístico. Se han catalogado 116 especies de vertebrados entre los que se cuentan anfibios, reptiles, aves y mamíferos, es, además, Zona Especial para la Protección de las Aves, y no es raro en el paseo descubrir majestuosas rapaces y tétricos carroñeros evolucionando en círculos en el aire. Sería baladí relatar aquí las especies de aves que el visitante puede encontrar, nombrar tan solo algunas de ellas, las más significativas como el águila real, el buitre leonado o el halcón peregrino, a los que habría que sumar el búho real, le herrerillo o el jilguero. Lo mismo ocurre en relación a los reptiles, tal es el caso del lagarto ocelado, la víbora hocicuda (precaución con esta especie), la culebra bastarda o la lagartija. Más visibles aún, los mamíferos como la cabra montesa (muy habitual y fácil de ver), el zorro, el tejón o el conejo.
Y conviene prestar atención a los números. Si se registraban 116 especies de vertebrados, se tiene constancia de 664 especies de plantas diferentes entre los que se encuentran además de líquenes, briofitos, pteridofitos y espermatofitas. Pero la comunidad vegetal más destacada son las rupícolas, que se valen de las grietas y fisuras abiertas en las rocas para crecer.
Y la importancia silente del agua, de los acuíferos, que corona y destrona las montañas con su sutileza impenitente y continuada, con las gotas de la lluvia, con las filtraciones, con el rocío y las brumas adheridos a la piel de las rocas, con su solidificación en forma de nieve y hielo. El agua, auténtico artífice del Torcal, que fue mar y dejó vestigios de su paso salado en formas de fósiles.
A toda esta información científica hay que añadir los seres creados por la imaginación. Caminar por el Torcal es descubrir dinosaurios escondidos, galeones embarrancaos en los alto de una montaña, antiguos tótems indios, temibles esfinges egipcias, camellos, etc… Todas ellas sin domesticas, sin dejar lugar al raciocinio, apelando a las fábulas que cada uno anhele construir. Nos adentramos en el Torcal y como cada ocasión en la que hemos realizado este viaje extraeremos una experiencia nueva y única.
La visita
El automóvil serpentea por la lengua oscura de carretera que parece emular a una de esas culebras bastardas que pueblan el Torcal. El paisaje de Antequera y de Villanueva de la Concepción, amarillo, ocre, salpicado de los manchones blancos de los cortijos deja paso a un mundo nuevo. Se encuentra tan alejado de cualquier concepto posible de paisaje que sobrecoge aún sin descender del vehículo. Torres grises que se yerguen aquí y allá, farallones de piedra blanca, esculturas imposibles, túmulos… Los prados, impracticables para el cultivo, se ven salpicados de piedras que sobresales como mil promontorios de mil tamaños diferentes. Los calificativos de lunar, marciano, extraterrestres vienen de inmediato a nuestra cabeza. Es un paraje sin concesiones a la galería, rotundo y fascinante. Serpeamos un tanto hasta llegar al aparcamiento próximo al Centro de Visitantes. Es una parking con capacidad para cien vehículos aproximadamente, cuando el cupo se complementa, un servicio de autobuses gratuitos cubre el trayecto desde la carretera hasta el parking del centro con el objetivo de no congestionar innecesariamente los accesos. Escaladores equipados (previo permiso), familias enteras, senderistas avezados, turistas nacionales y extranjeros, expertos biólogos…. La fauna humana que puebla el Torcal es también variante y profusa y se concentra en las épocas de primavera tardía y primer otoño.
Se aconseja antes de elegir una de las dos rutas que se adentran en el Torcal acudir al Centro de Visitantes, donde se puede hacer una idea cabal de cómo se ha formado este paisaje tan singular, de cómo la naturaleza ha podido convertir un mar en un jardín de piedra. Olores y sonidos, paneles informativos, tacto… Sólo falta el gusto para completar un recorrido por los cinco sentidos que habitan el Torcal. El Centro de Visitantes es moderno, pedagógico y eficaz en su función de explicar los sistemas geomorfológicos que configuran el Torcal. Los eruditos ratificaran sus conocimientos y los neófitos comprenderán de manera muy didáctica rodo el proceso de formación. Así pues, con los conocimientos bullendo en nuetsro interior iniciamos la ruta.
Hay dos y ambas son circulares y comparten una tramo. La Ruta Verde, de 45 minutos y dificultad media-baja y la Ruta Amarilla, de 2 horas y también de dificultad media-baja. La primera nos va a ofrecer un completo muestrario de lo que es el Torcal, la segunda nos ayudará a profundizar más sobre este complejo sistema. Ambas rutas discurren por el interior del Paraje Natural, por senderos rotos y quebrados, así que se recomienda dos cosas casi obligadas: calzado adecuado y agua. Al equipo se puede añadir cámara de fotos, prismáticos y un gorro para el sol.
Optamos por la Ruta Verde.
El sendero esconde, oculta y, de pronto, muestra el corazón del Torcal. Nos adentramos en un mundo en el que la imaginación juega un papel fundamental, en el que las formaciones rocosas se transforman en dragones, en galeones piratas, en gigantes ensombrerados, en manos, en tótems indios, en animales prehistóricos, en murallas y almenas de castillos. Es frecuente encontrarse con otros viajeros, pero pese a ser un recorrido transitado, prima el silencio, la banda sonora de la naturaleza por encima de la posible injerencia del ser humano. Caminamos, pisamos las piedras milenarias, comentamos esta o aquella forma rocosa, fotografiamos una y otra, y nos dejamos llevar. Todo parece imposible el Torcal y nos acechan las preguntas… ¿Cómo puede mantenerse erguido ese muro? ¿Cómo puede continuar esa roca en esa posición? ¿Cómo puede…? ¿Cómo puede…? Y pese a parecer imposible, la realidad nos ofrece la verdad ante nosotros. Es posible. Está ahí.
El sendero está perfectamente señalizado y no hay posibilidad de pérdida. Ante una bifurcación, aparece la señal preceptiva. Y así llegamos hasta el cruce que nos permitiría recorrer la Ruta Amarilla. La dejamos a la derecha y seguimos nuestro caminar. Observamos un grupo de cabras, alguna lagartija escurridiza. Caminamos hasta llegar a un pequeño circo montañoso presidido por un gigantesco murallón de piedra, tendrá 25 metros de altura e impone. Sus paredes, húmedas, arboladas incluso. Nuestras voces rebotan contra la pared y se nos devuelven transformadas en eco. Seguimos camino y nos adentramos en un paso más angosto, entre árboles y piedras blancas. El sendero es amarillo y nos permite recordar, vagamente, aquel de baldosas amarillas que se recorría en el Mago de Oz. Y es precisamente un mago el que parece haber situado, colocado, dejado caer, las piedras en el Torcal, por arte de magia. Nos cruzamos con otros viajeros, con niños, que intentas descubrir figuras aquí y allá. Pese a los viajeros, El Torcal aún parece indomable, un tanto indómito, dispuesto a cerrar los caminos, a cerrarse sobre sí mismo en el momento en el que el ser humano dejara de recorrer sus senderos. Se tiene esa sensación de vacío cuando se visita. Más allá de las cuestiones metafísicas el Torcal es un paraje perfecto para recorrer con niños, para hacerles volar su imaginación al viento, para que busquen e ideen formas donde hay roquedales, para que bosquejen un completo imaginario en este bosque de piedra.
La última parte del camino antes de llegar al Centro de Interpretación de nuevo se transforma en una cuesta, se amplía un nuevo circo montañoso y ya podemos ver la pasarela que nos llevará hasta el Mirador de las Ventanillas. Aún tenemos en el cuerpo la sensación de abandonar un mundo mágico, de ensueño. El mirador nos traslada de nuevo a la realidad. Nos permite contemplar ahí abajo el caserío de Villanueva de la Concepción, como un guardián de los secretos del Torcal, y enfrente, al este de los Montes de Málaga, el mar Mediterráneo, el heredero pequeño del antiguo Mar de Tethys, esa lámina de agua que cubrió todas y cada una de las rocas que pisamos, de las plantas que tocamos, del suelo por el que caminamos.
La brisa nos refresca el rostro, nos damos la vuelta y ahí está de nuevo el Torcal, como un secreto íntimo en el corazón de Málaga, un jardín de piedra único.
Nos encaminamos hacia nuestro próximo objetivo, muy próximo… El Monumento Natural del Tornillo del Torcal…
Despedida
Caminamos despacio por el sendero, saboreando el silencio de las rocas, el perfume de las flores, la intensidad de los colores. Alzamos la vista y vemos un ave rapaz alzando el vuelo hacia el cielo azul. El capricho de las formaciones se nos antoja cada vez más conocido, interpretamos sus formas y en la imaginación vamos dándoles formas, adecuándolas a los personajes de nuestros cuentos, de nuestras películas. No dejamos de sorprendernos. Sonreímos, caminamos y seguimos pintando seres imposibles con nuestra imaginación. Estamos en el Torcal, pero gracias a sus formas podríamos estar donde soñáramos.
Enlaces de interés y consejos útiles
Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, las páginas web municipales de Villanueva de la Concepción y de Antequera ofrecen todos los datos necesarios para visitar el Torcal.
Turismo rural: En la comarca Antequera y su área de influencia confluyen tres espacios naturales de Málaga. El Torcal, el Tornillo del Torcal y el Pinar del Hacho. Una buena opción de visitar los tres sin desgastarnos mucho puede ser alquilar una casa rural en la zona, muy bien equipadas e ideales para la época estival ya que la mayoría tiene piscina. A través de la Asociación de Turismo Rural Sur de “El Torcal” se puede obtener un buen catálogo de casas muy próximas a los tres destinos. En esta ocasión los dos viajeros habituales hemos estado acompañados por nueve más, tomando como base de operaciones y de ocio la casa Villa Alba.
Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.
Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de este Paraje Natural.
Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande
Gracias a Jon, Mariví, Arregui, Paco, Sara, Andrés, Pepa, Rosamari, Jesús y especialmente a Antonia por acompañarme en este viaje.
Publicado por Israel Olivera en 0:01 2 comentarios
Etiquetas: El Torcal, el Torcal de Antequera, jardínd e piedra, Málaga, turismo activo, turismo rural, Villanueva de la Concepción