Ulula el viento y eriza el vello de la nuca. El invierno lame la serranía rondeña y sus colinas rocosas, duras, cobran mayor prestancia si cabe. Ulula el viento y mece las hojas desnudas de los castaños, el matorral bajo, los bosquetes de romero bailan su son. Ulula el viento y este ulular imprime carácter al caserío que tenemos ante nosotros. Blanco, puro, casi parece tallado sobre el la ladera del cerro sobre el que se arrumba. Los primeros soles de esta mañana de invierno templan las terrazas cúbicas y calienta los huesos de ese hombre, mayor, que camina solo y despacio por la carretera de montaña. Arrebol en sus mejillas.
No entienden la serranía de Ronda ni el valle del Genal de estaciones, las viven con profusión, con pasión, con intensidad. Si el otoño nos ofrece los colores dorados de los bosques de castaños y la primavera los brotes verdes de las flores, el verano deja que asome la placidez de la pereza y en invierno los campos y caminos curtidos se abren al caminante para su paseo. Sus pueblos apretados, abrazadas las calles unas a otras y a su propio abrigo conforman trazados de sabores antiguos. Se paladean, se saborean con intensidad estos pueblos blancos engarzados en la sierra como joyas de una corona antigua. Parauta es uno de ellos. Silencioso y recio.
Llegada y fuente
El olor, el perfume, aroma de las brasas, de los hilachos de humo que desprenden las chimeneas nos asalta con tan solo asomar el rostro fuera del vehículo. Es denso, intenso, profundo, auténtico. Los fuegos hogareños se prenden aquí para calentarse, para calentarse de verdad. El invierno es frío y duro en ocasiones y las mujeres y hombres de Parauta lo saben bien. Estacionamos junto a la Fuente de la Alquería. Un gran pinsapo, seña de identidad de la Sierra de las Nieves a la que también pertenece Parauta, nos da la bienvenida. Mojamos las manos en el agua fría y sentimos en ellas la mordida intensa del invierno. Su ubicación, a la entrada del municipio da una idea de su importancia antes de la llegada del agua corriente. Abastecía a la localidad su caudal fresco y claro. El nombre parece querer indicar la existencia en este lugar de alguna antigua alquería árabe, pero como gran parte de la historia de Parauta aparece sumida en el misterio de lo ignorado. En todo caso, la fuente nos recuerda la significación de estos elementos en los pueblos antiguos. Desde el mirador que nos ofrece el caño de agua cubierto de un tejadillo podemos observar la imponencia de las sierras de Jarastepar y Oreganal, de Los Riscos y de la Cancha de Almola. El paisaje es recio y duro, pero eso le dota de una fuerza telúrica impresionante. La naturaleza, aquí, parece estar a una con el hombre, en un juego imbricado de relaciones centenarias.
Todo a un paso en el centro urbano
Caminamos por la entrada principal al municipio. Conformadas sus calles por casas bajas, blanquísimas, encaladas una y otra vez, nos sumergimos en su abrazo. Nos encontramos en primera instancia con un ejemplo de Turismo Rural perfecto para la sierra rondeña, las Casas de Parauta. Una serie de 21 apartamentos diseminados por el centro urbano que han conservado y mantenido la arquitectura popular y la esencia serrana en todos ellos. Una forma de vivir una experiencia excelente para un tipo de turismo familiar, romántico, deportivo, etc… Y la hospitalidad, durante los días en los que el visitante se aloje en ellas podrá sentirse uno más del pueblo, viviendo lo que sus promotores definen como una experiencia personal, una vivencia para el recuerdo. En la página web de este centro turístico tan especial (www.casasdeparauta.com) podrán ver todas las posibilidades que se ofrecen. En nuestro caminar por el pueblo nos encontraremos con muchas de ellas.
Continúa el viento, ulula entre las callejas retorcidas. Caminamos por sus calles silenciosas, prácticamente vacías hasta que irrumpe en la mañana el claxon de la furgoneta del panadero. Como un flautista de Hamellin que hace su sortilegio comienzan a surgir mujeres mayores de las puertas de las casas. Abrigadas lo justo, con mandiles cubriéndoles el cuello y medias gruesas. Saludan al pasar de manera muy afable y se dirigen al reclamo del pan templado y charlan y conversan y sonríen, negocian con el panadero los precios y productos, y se dirigen con despacio, de nuevo, al abrigo de sus casas.
Seguimos camino hasta llegar a la plaza de la Constitución. Haces de leña se apilan en el hueco de las escaleras de algunas casas. Cruzamos el arco de la calle Altillo y vemos un sorprendente pinsapo junto a un colorido limonero en el centro de una plazuela. Se entrecruzan las calles en este barrio alto y se pierden en rincones imposibles. El sol va ganando terreno e ilumina, poco a poco, las calles, templando sus paredes. En la plaza de la Constitución contemplamos y leemos con fruición un panel cerámico en el que se habla de la importancia del esparto y su relación con Parauta. En la información leemos que el esparto se obtenía de la sierra del Oreganal, donde es muy abundante y que con él se realizaban diversos utensilios aunque su elaboración era costosa en tiempo y ganas. El esparto se recogía, se mantenía en agua quince días y se majaba posteriormente con el machacadero. Tras este proceso, los ramales se vuelven flexibles y resistentes, quedando listos para su trenzado. En la elaboración de los diferentes utensilios participaba toda la familia “los ancianos y niños haciendo soguillas y tomizas, las mujeres elaborando las pleitas y los hombres trasmallando y cosiendo esas pleitas hasta lograr la pieza convenida”.
Desde la plaza de la Constitución descendemos por la calle Iglesia hasta llegar al templo de la Inmaculada Concepción. Las montañas están siempre presentes en nuestro paseo por Parauta, forman parte del centro urbano, como una edificación más. Parece que las casas hubieran sido escavadas en la roca, arrancadas a las colinas poderosas. Vemos asomando cada tanto el próximo municipio de Cartajima, con la torre de su iglesia presidiendo su línea de horizonte. Caminamos entre las flores de los arriates, entre el saludo quedo de algunos vecinos, sumergidos en la plácida tranquilidad de esta visita sin prisas.
Y en esta tesitura de calles enredadas, la iglesia. En el tiempo en el que Ronda fuera conquistada por los ejércitos cristianos de los Reyes católicos, año 1485, se ordenaron construir templos en todos los municipios de la serranía, de ahí que muchas de las iglesias de la comarca pertenezcan a los siglos XV y XVI. Tal es el caso de la parroquia de la Inmaculada Concepción. Sobresale su campanario, como un nervio hacia el cielo azul. La torre, edificada en fábrica de ladrillo al estilo mudéjar, está hoy en día pintada de blanco, encalada, manteniendo así el conjunto del caserío. Se remata con un tejado a cuatro aguas de cuyos ojos penden cuatro campanas. Junto a la iglesia se abre una nueva plaza, que se presume será centro de la vida social de Parauta en tiempos venideros.
Paseamos, indagamos, nos asomamos a las calles, a sus miradores, recorremos sus callejones, aspiramos el aroma inconfundible de las brasas que alimentan los hogares. Caminamos, tranquilos, con deleite.
Y despaciosamente llegamos de nuevo hasta la plaza de la Constitución, cruzamos bajo el arco de la calle Altillo y allí, preguntamos, un hombre nos indica y acompaña hasta el camino correcto. Vamos a ver la encina Valdecilla, que ya intuimos por encima de algunos tejados. Tiene veinte metros de altura y se calcula que tres de diámetro. Es imponente, frondosa, repleta de vigor. Parece vigilar por el bien del pueblo, otear las montañas, peinar el viento desde su copa. Si continuáramos de frente, a la derecha, llegaríamos hasta el municipio de Igualeja, si giramos a la izquierda desembocaríamos en la calle principal de Parauta. Tomamos esa dirección. Es un paseo empedrado flanqueado de farolas, donde los castaños, desvestidos, parecen estirar sus nervaduras hacia el sol creciente. El paseo dese la encina hasta la fuente de la Alquería resulta espléndido y vigorizante. Olivos, naranjos y limoneros colmados de frutos… Paseamos…
Despedida
Aspiramos. El aroma de brasas. Sentimos. El frío en la piel. Escuchamos. Los pájaros quedos. Vemos. La enormidad de la sierra. Paladeamos. La naranja caía en el paseo de piedra. Disfrutamos de Parauta con los cinco sentidos en una visita reconfortante, donde la naturaleza imprime su carácter indomable a un caserío que convive con ella y sirve de refugio y reposo al viajero que pretende en su visita algo más que un simple paseo. Una experiencia única.
Información turística y enlaces de interés
Senderismo: Dada su ubicación geográfica, Parauta es uno de los puntos naturales de salidas y llegadas de las rutas senderistas que discurren por todo el valle del Genal. Además, en su término municipal se incluye parte de la falda del pico Torrecilla, el segundo más alto de la provincia de Málaga y forma parte del Parque Natural de la Sierra de las Nieves. Precisamente en sus estribaciones se ubica el área recreativa de Conejeras y el camping del mismo nombre, muy frecuentados ambos por los amantes del senderismo. En el término municipal de Parauta también se puede encontrar el famoso Pinsapo de las Escaleteras, un ejemplar enorme de esta especie arbórea en démica de Sierra de las Nieves y que es todo un monumento natural. En la página web de la Asoc. Senderista Pasos Largos se incluyen algunas rutas que tienen a Parauta como punto de partida, de llegada o de paso.
La Fiesta del Conejo: La Fiesta del Conejo se ha convertido desde su primera edición en 2008 en una de las citas imprescindibles de la serranía rondeña y del Alto Genal. Parauta acoge en las celebraciones de esta jornada a más de 1.500 visitantes dispuestos a degustar el plato estrella, que en su primera edición fue arroz con conejo. La fiesta transcurre acompañada de la presencia casi continuada de pandas de verdiales que la amenizan y ponen la nota de color y que tienen su primera escuela de la serranía de Ronda precisamente en Parauta. En cada nueva edición de la Fiesta del Conejo los platos se elaborarán siguiendo distintas recetas siempre tradicionales. La degustación del conejo se acompaña de vino dulce. En 2009 la fiesta recibió el título de Singularidad Turística Provincial. La Fiesta del Conejo se celebra en el mes de noviembre.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Parauta. Como oferta de alojamientos turísticos incluimos la web de Casas de Parauta.
96 PARAUTA: Y LA NATURALEZA INDÓMITA
martes, 8 de febrero de 2011
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: conejeras, Parauta, Ronda, senderismo, Serranía de Ronda, Sierra de las Nieves, turismo rural, Valle del Genal
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2 comentarios:
Parauta,cuanta belleza paiasajistica en la Serranía de Ronda, maravilloso Israel un poeta de guia turisticas,¿Quién da más?, imposible. Bueno y la fiesta del conejo me parece genial. Sabeis que en el horoscopo Chino es el año del conejo, simbolo de la buena suerte y logevidad.
Besitos para Anto y un fuerte abrazo para tí Isra.
Ya me quedaba yo en una casa rural de ésas y me calzaba las deportivas para ver los pinsapos que no sé por qué siempre me han seducido.Precioso y tranquilo pueblo para caminar y disfrutar.
Como siempre relatado por ti de esa forma tan especial.
Un martes más viajando contigo y un miércoles esperanzador.
Un abrazo,Israel
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