Hablamos de antiguo, con el lenguaje de los árabes, de los romanos, de los fenicios. Hablamos de antiguo, del pasado colmado de historias, del tiempo trufado de nombres, de ilustres, de plebeyos, de cortesanos. Hablamos de antiguo, de Mariyya Ballis, de Bentomiz, de Mainake, de Maenoba, de as-Sarqiya, de Abul Cacim Venegas, de El Idrisi, de Abulfeda, de Ibn Batuta, de Abd-al-Basit o de María Zambrano. Hablamos de Vélez Málaga y hablamos de Historia.
Impone enfrentarse a una ciudad así, a una ciudad que tuvo máxima importancia en los tiempos de Al-Ándalus, que la tuvo en la conquista cristiana, en la guerra de la independencia. Imponen su pasado glorioso y su moderno presente. Vélez Málaga asciende su mirada hasta lo alto de un cerro doble, donde de un lado muestra su cara más belicosa con la presencia de la torre del castillo y de otro su rostro más espiritual con la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. A caballo entre ambos se estructura una ciudad de calles largas y sinuosas en los barrios más modernos y callejones estrechos en el barrio de la Villa que rebosa el límite de las antiguas murallas. Salpican el trazado de Vélez Málaga los monumentos religiosos, conventos y ermitas, iglesias y cruces, que delinean el horizonte de la ciudad con sus cúpulas y campanarios. Tras la conquista cristiana se remozó el callejero y algunos de sus monumentos religiosos de origen árabes fueron transformados en epítomes de la cristiandad y así las mezquitas transformadas en iglesias y ermitas y conventos. La profusión de estos últimos fue tal que el municipio fue tipificado como “ciudad conventual”.
Llegada y aparcamiento
Las amplias avenidas que nos introducen camino del corazón veleño nos engañan. Poco a poco los caminos que nos llevan al Centro Histórico se estrechan y retuercen conforme se abrigan en torno a la antigua fortaleza. La mejor posibilidad, dado que el recorrido que vamos a realizar en Vélez nos obligará a caminar es estacionar el coche en las calles próximas al centro urbano y tomar como referencia una de sus múltiples plazas para que, ayudados de un plano callejero o georreferenciados a través de un gps, se puede iniciar la visita desde cualquiera de estos puntos. Así lo hemos hecho y partimos nuestro recorrido de Vélez Málaga en la plaza de los Carmelitas.
Desde la Plaza de las Carmelitas hasta la plaza de la Constitución
Contemplamos el convento que se yergue frente al ayuntamiento veleño. Impone el edificio, su solemnidad, combinando la sobriedad de su cuerpo con la magnificencia de su portada. Impacta el silencio que reposa en su entrada lateral, donde se halla el torno con el que las monjas carmelitas se comunican con el exterior. Es el convento de Jesús María y José, también conocido como “de las Carmelitas”. Fue fundado en el año 1702 por la orden del Carmelo y tiene su origen en dos amplias viviendas contiguas compradas en 1699, reformadas hasta quedar como un único recinto cerrado, uniforme y con escasos vanos dirigidos hacia el exterior para acentuar el rigor de la clausura. La iglesia fue construida entre 1738 y 1745. Descubrimos en el pie de los paneles explicativos de los monumentos, este es el primero pero en casi todos existe, un sistema de información muy práctico. Un número de teléfono, un número asignado a cada monumento y un número para cualquiera de los idiomas en los que se quiera escuchar la conversación. Tecleamos, tecleamos y tecleamos. Escuchamos. Una agradable voz nos transmite toda la información referente al convento. Práctico, eficaz y enriquecedor. Descendemos por la calle hasta tomar un bifurcación a la derecha por Montera y Téllez Macías, para girar de nuevo a al derecha y ascender por Félix Lomas. En esta última nos encontramos con un imponente monumento. Por su arquitectura y por su amplitud. El convento de Nuestra Señora de Gracia o convento de las Clarisas. Blanco inmaculado, formando un rectángulo que ocupa varias calles. Su entrada, porticada. El origen de este edificio, el convento de Nuestra Señora de Gracias se sitúa en el barrio de la Villa donde pronto se quedó pequeño y tuvo que ser trasladado hasta su ubicación actual, elevado en 1555 y poseedor de un hermoso claustro de estilo mudéjar. La iglesia del convento fue restaurada en el siglo XVIII.
Impresiona Vélez por su porte y señorío. Destaca en su arquitectura civil y religiosa la importancia centenaria de sus calles y monumentos, el abolengo de sus edificios. Caminamos por un pedazo de rica historia y es conveniente ser consciente de ello.
Desde la calle Félix Lomas, tomamos, hacia la derecha, la calle Tiendas, una importante vía de comunicación que une la parte más antigua de la ciudad con la más moderna, poniendo en contacto la plaza de la Constitución con la plaza de las Indias. Caminamos, nos cruzamos con algunos vecinos y vecinas que nos saludan. Observamos sus fachadas, sus detalles de flores, las sorpresas de sus arquitecturas.
Recogida sobre una esquina, indicando al caminante, como un faro, la dirección a seguir, formando una perfecta bifurcación entre la calle Tiendas y la calle Piedad nos encontramos con la capilla camarín de la Virgen de la Piedad. Impresiona. Impresiona por su falsa sencillez. En el primer piso dos puertas de madera se abren para mostrar una imagen de la Virgen en todo su esplendor. Se remata el conjunto con un tejado sobre el que se levanta una pequeña linterna. La imagen de la Virgen, acomodada tras un cristal, se halla rodeada por dos columnas de estilo corintio y un frontón reposado sobre un arco de medio punto. Flores.
Continuamos por la calle Tiendas, a la izquierda.
Nos encontramos muy próximos a las murallas de la antigua ciudad, aún se pueden ver lienzos de las mismas sobresaliendo, incólumes, en el tiempo. Torreones defensivos, láminas de terroso ladrillo. Las oficinas del Centro de Información Juvenil se amparan bajo ellas con total naturalidad como si hubieran estado allí siempre. Algo más adelante, apenas veinte metros y a la derecha nos encontramos con la fuente de Felipe II y Fernando VI. Es una fuente de mármol blanco majestuosa. Recargada, sin concesión a la sobriedad. El agua brota de cuatro caños, a través de la boca de sendos animales mitológicos. Nos refrescamos en tan insigne lugar, construida en el siglo XVI y trasladada hasta el lugar actual en 1758. En la fuente original aparecía el escudo de armas de Felipe II y en su traslado se incluyó el escudo de Fernando VI, de ahí su regio nombre doble.
Se abre ante nosotros la plaza de la Constitución. Imaginamos. Corre el año 1487, los Reyes católicos llegan a Vélez Málaga. Muralla sin mancha que vivió la guerra desde lejos gracias a pactos y rendiciones entre los vencedores y vencidos. Isabel y Fernando, reyes, cruzan desde aquí los gruesos muros de la fortaleza a través de la sólida puerta que daba acceso al barrio de la Villa. Desde entonces aquel dintel recibió el nombre añadido de Real, llamándose Real Puerta de la Villa. Una de las cuatro puertas que rodeaban la antigua medina, sólo ella queda en pie, esquinada, protegida a su vez por dos torreones y un grueso lienzo de muralla. Este fragmento mural se encuentra perfectamente restaurado y ofrece una idea cabal de la prestancia y solidez de la defensa.
Frente a la antigua fortaleza se ubica el pósito, un almacén de grano que se utilizaba en previsión de malas cosechas, épocas de racionamiento, delicados momentos bélicos. Es un edificio civil amplio, rectangular, blanco, constituido por dos plantas y que podría albergar buen número de provisiones. Tiene forma de lonja y en su piso bajo diferentes arcos forman la cara de la fachada. Cayó en desuso y fue ocupado por viviendas particulares. En la actualidad existe un proyecto para reconvertirlo en centro cultural, en espacio de ocio.
Presidiendo la plaza de la Constitución nos encontramos con un templo de prestancia singular. Su enorme torre campanario impera en el horizonte. ¿Cuántos metros de altura tendrá? Calculamos a ojo de mal cubero… ¿Veinte, treinta metros? Su posición privilegiada, rematando el frontal de la plaza, situada en un altozano natural provoca que el efecto sea aún mayor. Es la iglesia de San Juan Bautista. Construido en planta basilical en el siglo XVI. En el XIX experimento una serie de serias reformas impulsadas por el abogado veleño D. Federico Vahey, ministro de Gracia y Justicia de Isabel II, promoviendo tal transformación que el templo de aire mozárabe se tornó en un edificio neoclásico. A la puerta de la iglesia, la estatua de un nazareno acompañado de un monaguillo completa la visión de conjunto del templo. Suena el repique de campanas, un curioso soniquete que va más allá de los toques tradicionales y muestra una compleja secuencia musical de graves y agudos que recorren las calles del barrio de la Villa y alrededores.
Desde la plaza de la Constitución hasta la ermita de la Virgen de los Remedios
Bordeamos la iglesia y descendemos por la calle Sevilla, tras veinte metros, a la izquierda tomamos la calle Mercader, primera a la derecha calle San Francisco. Cruzamos frente a la puerta de la llamada Casa de Cervantes. Un caserón solariego de proporciones más que destacadas, construido en el siglo XVI y que mira al exterior con su fachada de balcones forjados y dos puertas, la de carruajes y la principal, que tras un zaguán se abre al interior de un patio con arcos de medio punto sustentados sobre columnas de ladrillo.
Accedemos hasta la plaza de San Francisco donde dos edificios principales enmarcan su tremenda actividad. Uno de ellos, el municipal mercado de abastos, que genera un continuo tráfago de coches y de gentes portando bolsas con compras y enseres y alimentos. Otro, el convento de San Francisco, fundado en 1498 sobre una antigua mezquita, de la cual, el único resto visible es la torre alminar transformada en campanario. El claustro, impresionante, es de estilo mudéjar, y el estilo de la iglesia original queda enmascarada por el remozo posterior, de gusto barroco. En su interior, destaca la capilla del Buen Pastor.
Desde uno de los laterales del convento accedemos a la fachada del Palacio de Beniel. Solemne, elevado, distinguido, quizá la muestra más destacada de arquitectura civil de la localidad. Destaca su piso superior, formado por una terraza abalconada, cuyos arcos miran hacia el centro urbano de Vélez. Fue don Alonso de Molina Medrano el que lo mandó construir en el siglo XVII. Fue, durante un tiempo, la Casa Consistorial y desde hace algunos años, la sede de la Fundación María Zambrano. Alberga exposiciones pictóricas y arqueológicas, conferencia, etc. Surge por primera vez aquí el nombre de María Zambrano, quizá la más insigne de las veleñas, una mujer comprometida con su tiempo y su época. Nació en Vélez Málaga el 22 de abril de 1904 y falleció en Madrid el 6 de febrero de 1991. Escritora, ensayista, profesora universitaria y eminente filósofa, discípula de José Ortega y Gasset, posee una amplia bibliografía en la que se incluyen elaborados escritos sobre la política y la sociedad, el comportamiento del ser ante el tiempo, la razón poética de la vida y de lo social, la ética, etc. Un pensamiento complejo que se vio truncado por la obligación del exilio. Aunque en 1937, el mismo día de la caída de Bilbao, regresa de Chile y cuando es preguntada por las razones de regresar a una tierra con la guerra ya perdida, Zambrano contestó de manera taxativa con un enérgico “Por eso”. De nuevo el exilio en 1939 a Francia y de ahí a La Habana, México, San Juan de Puerto Rico, París, Roma hasta regresar a España de nuevo en 1984. Para entonces había sido reconocida en 1981 con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, con el título de Hija Predilecta otorgado por el pueblo de Vélez Málaga, como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Málaga, como Hija Predilecta de Andalucía y con el Premio Cervantes en 1989. El 6 de febrero de 1991 fallece en Madrid, siendo enterrada en su ciudad natal de Vélez Málaga. Sin duda una vida y una obra apasionantes.
Desde el Palacio de Beniel tomamos la calle Arroyo de San Francisco para ascender hasta el cerro de San Cristóbal, un otero privilegiado donde se ubica la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. La subida no es dura, pero tampoco fácil. Se puede acceder también en coche, pero el ascenso nos ofrece el privilegio de disfrutar, poco a poco, de las vistas que nos ofrece la colina. Se observan los tejados de las terrazas veleñas, los bancales de frutas, las plantaciones de cítricos en la vega, los montes próximos, el caserío completo, el campanario de la iglesia de San Juan, la Torre del Homenaje de la fortaleza, la vega que desemboca en el Mediterráneo, en Torre del Mar, y sobre la ermita… el perfil de la Maroma, montaña más alta de la provincia de Málaga. La panorámica es espectacular. Un grupo de personas mayores se sientan en lso bancos del mirador, al sol de invierno, relajados, charlados, con la historia mediterránea a sus espaldas…
La ermita guarda una sorpresa. Su exterior es sencillo, encalado, inmaculado de blancos. Se corona su tejado por una espadaña de la que penden dos campanas. Su interior es punto y aparte, una obra de arte viva, espectacular. La entrada a la ermita se encuentra en su lateral derecho y lo que esperamos encontrar dentro, paredes blancas, columnas más o menos historiadas, una artesonado interesante, se troca en color. Toda la ermita está pintada. Merece destacar la obra que actualmente cubre los muros interiores de la Ermita, cuya superficie total ronda los 1.150 metros cuadrados. Evaristo Guerra, es el autor de esta magistral obra, que mediante la técnica del “fresco” pretende “hacer los muros transparentes” para que la Virgen de los Remedios pueda ver a través de los mismos los paisajes de la Axarquía, de los alrededores de la Ermita y los edificios emblemáticos de la ciudad. Pero contarlo no es vivirlo. Los tonos, los colores, las figuras, la viveza de los gestos, la plasmación de las escenas cotidianas. Todo resulta ser de una hipnótica belleza. Nos deleitamos contemplando las pinturas murales hasta descubrir sus secretos, las figuras que se escondían. Se nos revelan detalles que no habíamos visto, riquezas insólitas en la perspectiva, en la naturalidad de las expresiones de los representados. Reposamos, descansamos sentados en sus bancos de madera, inundados por la especial luz, por el color, por la sensación de permanecer en el interior de un cuadro.
Hasta la Torre del Homenaje
Descendemos, con las maravillas de las pinturas murales de Evaristo Guerra aún titilando en nuestros ojos. Y recuperamos el camino que nos lleva hasta la plaza de la Constitución. Podemos llegar por donde hemos venido o atravesar parte del barrio por la calle Calzada Herrera, por la plaza Santa Cruz, la Cruz del Arrabal, que fotografiamos, cruzar la plaza de Los Sastres y llegar hasta las murallas que preceden a la Real Puerta de la Villa. Cruzamos bajo su arco y nos sumergimos en un mundo de arquitectura antigua, de perfilado y retorcido trazado árabe. Aquí se abrigaba la medina, con sus casas bajas, comercios, pequeñas fábricas, aljibes… Protegidos bajo la mirada impertérrita de la Torre del Homenaje, abrigados por las murallas de la fortaleza. Así caminamos por la calle Real, cruzamos las plazas del Espinar primero y de Rojas después para ascender por la calle Santuar Sta. hasta la iglesia de Santa María.la Mayor, en cuyo interior se encuentra el Museo de la Semana Santa. Edificada sobre una antigua mezquita a finales del siglo XV y principios del XVI. El interior del templo es amplio, elevado hacia las alturas. El artesonado de madera, mozárabe, resulta especialmente destacado. El conjunto de la iglesia es regio, serio, rico. Se sitúa en lo más alto del barrio de la Villa y desde su exterior se domina Vélez Málaga a sus pies. El Museo de la Semana Santa, recogido en su interio muestra toda una imaginería de coronas y capas de oro, casullas y vestimentas, arropos para la Virgen y sus imágenes que se velan hasta la llegada del tiempo de la Pasión. Ricos adornos que denotan el poder de la iglesia. Más allá de los poderes terrenales se encuentran los poderes del arte. El fino detalle con el que están talladas las piezas, las filigranas y finuras con las que se rematan las figuras, el cuidado y el esmero de los artesanos que las elaboraron. Dejamos atrás lo espiritual y salimos al sol del mediodía. Desde la iglesia tomamos la calle Cuesta de Sta. María y accedemos, tras un murete al recinto del antiguo castillo. En pie queda la imponente Torre del Homenaje y algunos lienzos de las murallas que se abren hacia la vega y hacia el mar. Las vistas son espectaculares. Ante nosotros se abre el terreno de plantaciones de frutales que se extienden desde el mar hacia el interior de esta zona de la Axarquía en pueblos como Benamocarra, Benamargosa o los accesos desde el Mediterráneo a Canillas de Aceituno, La Viñuela, Alcaucín o Periana. Salida natural al mar, esta fortaleza lo dominaba todo, la llegada de barcos, las comunicaciones con Granada y Almería y Málaga por la costa, hacia la Granada interior a través del boquete de Zafarraya. Vélez Málaga era, y es, un lugar geoestratégico idóneo para el control de personas y mercancías. Desde esta Torre del Homenaje se divisaba cualquier movimiento. Hoy dos jóvenes se sientan y charlan, las piernas cuelgan murallas abajo. Hablan de chicas, de nocturnidades y alevosías. Contemplan un pasado hermoso y antiguo, quizá sin saberlo en su ansia por vivir el momento. Carpe Diem. El sol nos templa la piel con su exquisita calidez de invierno. Miramos los distintos horizontes que nos propone la fortelza e imaginamos, nos lo imaginamos todo. Luchas, rendiciones, caballeros cristianos y califas árabes, crónicas egipcias, expediciones romanas, cultura fenicia. Todo.
Torre del Mar
Hemos retornado al coche con la historia aún resonando en los oídos, ahora queremos disfrutar del sabor del salitre. Tomamos dirección a Torre del Mar. Tomamos dirección Centro Urbano y estacionamos en una de las calles próximas al Paseo Marítimo. Olores a espeto y a brasas, a pescados a la plancha, a pescaíto frito. Chiringuitos lamiendo la arena de la playa, amplios restaurantes con la especialidad del pescado y el marisco como reclamo principal, también restaurantes de comida internacional… Y el mar azul en conjunción con el cielo. Algunos grupos de jóvenes extranjeros toman el sol vestidos, con las camisetas remangadas hasta el pecho, capturando los delicados rayos que inciden sobre la arena… El paseo marítimo de Torre del Mar cuenta con tres kilómetros de longitud junto a las playas y con una amplísima oferta hostelera. Está poblado de numerosas especies vegetales que lo convierten en una gran zona verde y además se acompaña de las poesías en cerámica de Manuel Alcántara, teniendo como referente el gran faro de 26 metros de altura que domina el litoral torreño. El paseo nos permite contemplar desde los faros (el moderno y el antiguo de la avenida Toré Toré), a la Torre Manganeta junto al río, así como la ermita de la zona de la Noria. Paseamos, caminamos, paramos, picoteamos aquí y allá un par
de raciones de calamar plancha, de gamba fresca, dos refrescos, una cerveza. Otro paseo, algo más de tapeo, unas sardinas al espeto. Reposo, más camino, otra parada técnica para el avituallamiento… Paseo…
Despedida
Con la luz de los murales de Evaristo Guerra prendada en la mirada observamos ahora el mar Mediterráneo, intensamente azul. Se nos mezclan los colores de la memoria y del presente, de la historia antigua y de la racionalidad filosófica, de las vegas verdes y de las altas montañas. Reposa en Vélez Málaga un poso de historia que se transmite, que calza los pies del visitante, el pensamiento del curioso, la piel del emotivo. Cada rincón y esquina ofrecen un tesoro visible y un cuento cotidiano por descubrir. Nos empapamos de todo ello mientras, tumbados sobre la arena templada de Torre del Mar contemplamos el azul profundo del cielo.
Otras informaciones y enlaces de interés
Semana Santa Veleña: “Justamente considerada una de las más sobresalientes de Andalucía. La secular tradición religiosa de esta ciudad, marcada desde finales del siglo XV por la construcción de numerosos conventos e iglesias, desembocó de manera natural en la configuración de unos ritos externos que alcanzan su más alta expresión en la Semana Santa. Cofradías fundadas muy tempranamente compiten en esplendor con otras de más reciente cuño durante unos días en que la ciudad vive casi exclusivamente por y para sus procesiones. El fervor popular que se exterioriza al paso de algunas hermandades es tan contagioso que incluso los más escépticos ante estas manifestaciones de carácter religioso acaban por participar en ellas con verdadero entusiasmo. Sería inútil destacar unas cofradías sobre otras, pues todas, con su magnificencia ornamental y sus muchos devotos, contribuyen a hacer de la Semana Santa de Vélez-Málaga una memorable celebración” Información extraída de la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol. (Fotografía extraída de la web municipal de Vélez).
Caleta de Vélez: Caleta de Vélez es otro de los destacados núcleos poblacionales de Vélez Málaga, se sitúa a dos kilómetros de Torre del Mar y aún conserva toda la atmósfera de un barrio típico de pescadores. Caleta de Vélez acoge el puerto pesquero más importante de la provincia de Málaga, ineludiblemente unido a las actividades náuticas. También en Caleta de Vélez podemos encontrar un campo de golf de alta calidad como oferta de ocio y deporte.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Vélez Málaga.
97 VÉLEZ MÁLAGA: HABLAMOS DE ANTIGUO
martes, 15 de febrero de 2011
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: Axarquía, conventos, Málaga, María Zambrano, semana santa, Vélez Málaga
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3 comentarios:
Vélez Málaga parece integrar infinidad de culturas y estilos arquitectonicos con estilo y clase.
me encantan los frescos de la ermita.Inocentemente naif (creo).
Siempre aprendiendo y disfrutando contigo.
Un abrazo,Israel.
Sabía que Vélez Málaga era muy importante,pero Israel, con esta magnifica descripción lo has engradecido si cabe aún más. Enhorabuena,un placer leerlo y una maravilla de ver con ese reportaje fotográfico.
Besotes para Anto y fuertísimo abrazo para tí.
¡Bonita Torre del Homenaje!
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