Y así podemos imaginar a ese morisco encaramado a una de las atalayas de la fortaleza. Ante su mirada, un dulce valle de olivos y acebuches que se asoma entre perezosos jirones de niebla. Allá, al fondo, el espejismo del mar erizado de montañas azules. Huele a aceite, a olivas recién prensadas, a las últimas brasas de la noche. El morisco mira el horizonte infinito y nosotros con él, y creemos que aquella mirada antigua y esta mirada nueva, la nuestra, no han cambiado un ápice en más de 500 años. El sol nos calienta la piel y el rostro. Estamos en Castra Vinaria, en Qasr Bunayna, en Casarabonela.
Llegada al “embrujo morisco”
Y es llegar, posar un pie sobre el suelo empedrado y traspasarnos esa sensación de poso viejo e historia antigua que destilan sólo un puñado de pueblos. Vive Casarabonela con naturalidad su esencia de calles quebradas, de plazuelas insólitas, de callejas que parecen no querer tener fin. Sólo ha sido traspasar el arco próximo a la fuente del Cristo y caminar por la calle José Hidalgo para comprobar en nuestra piel todas estas sensaciones. Para no perdernos en este dédalo nos hemos descargado desde la completísima página web del municipio un callejero gracias al que nos podremos ubicar, situar en el mapa del laberinto de calles superpuestas. Tañen las campanas de la iglesia, suenan los acentos serranos, el rumor de la fuente Caño de Álora un tanto más adelante (de gran importancia en el desarrollo de la Fiesta de los Rondeles que veremos más adelante). Se cierran las calles, proyectan sus sombras unas sobre otras. Casarabonela obliga al viajero a buscar y encontrar sus secretos escondidos en sus rincones blancos. Hemos recorrido la calle José Hidalgo, la calle Municipal Juan Díaz y la calle Veracruz hacia abajo para conocer nuestros primer destino, la ermita. Una curiosa construcción que abandona el blanco inmaculado preponderante para instalarse en unas tonalidades más cálidas, con fábrica de ladrillo visto en una fachada de tres cuerpos y solería de azulejos damasquinados en el exterior. La ermita de la Veracruz resguarda en su interior a la Virgen de los Rondeles, protagonista de una de las fiestas más destacadas de la comarca de la Sierra de las Nieves, en la que la oscuridad, el fuego y las antorchas juegan un papel muy destacado. Nos encontramos en la parte baja del pueblo y desde aquí tendremos que ascender hasta la fortaleza y la iglesia.
Hacia arriba
Desde la calle Verazcruz hacia arriba conectamos con la calle Albaiva, retorcida y quebradiza, hasta entroncar con la calle Real, que asciende hasta la iglesia. Múltiples hornacinas salpican las fachadas de los edificios, punto de interés turístico y que incluso contiene su propio recorrido, solicitado por distintos visitantes. En la calle Real, antiguo matadero municipal, encontramos abierta la oficina de turismo, que nos regala una entrada decorada como un mínimo museo etnográfico, con aperos de labranza, artesanía local, guías, folletos, libros…. Apenas despunta el sol en la mañana y la responsable no acudirá hasta algo más tarde. Necesitamos su ayuda y colaboración para visitar el Molino de los Mizos, pero podemos dejarlo para más tarde. Eso sí, nos facilitan las llaves del castillo para que podamos disfrutar de una de las grandes experiencias que nos deparará Casarabonela. Nos indican cómo llegar, por dónde entrar… Tomamos nota de todo ello. Durante el resto de la mañana nos sentiremos unos auténticos privilegiados, llevamos en el bolsillo las llaves de un castillo. Apenas diez metros más adelante de la oficina de turismo no encontramos con la plaza Buenavista, que remacha el significado de su nombre con un mirador espectacular que se abre al valle del Guadalhorce en una panorámica magnífica. Nos sentamos, reposamos un tanto, nos dejamor embrujar por la luz, los olores, el trino de los pájaros, el bullir cotidiano de la vida. Parece una escena arrancada de un cuento bucólico, pero hoy, aquí, ahora, en Casarabonela es una realidad.
La iglesia y en derredor
Desde la plaza desembocamos a la calle Mesón, en la que nos asalta un intenso perfume a churros recién hechos. Vemos la fachada de la churrería La Gotera, que simula la entrada a una verde casa de madera. Llegamos así hasta la plaza de Casarabonela, desde la que además de contemplar la iglesia se observa un enhiesta torre chimenea. Resulta curiosa en el marco intensamente morisco que nos ofrece la localidad. Se mantiene como parte del patrimonio arqueológico industrial, el vestigio del paso de una fábrica de comienzos del siglo XX dedicada a la producción de energía eléctrica. Nos ofrece esta plaza una estampa de relax, de sosiego, donde los moriscos (gentilicio de los habitantes del municipio) departen, charlan a la sombra de los árboles. Huele a brasa de picón, a leña a campo puro de otoño. Ascendemos un tramo de escaleras y llegamos hasta la portada de la iglesia, que se abre de nuevo al horizonte, ofreciéndonos unas vistas inmejorables. Arrullan las palomas, aromatiza las calles el perfume a puchero malagueño. Y entre tanto alimento terrenal, dejemos paso al espiritual. La iglesia parroquial de Santiago Apóstol mira el perfil de las montañas malagueñas de tú a tú. Desde su posición geoestratégica, la torre campanario se observa desde la lejanía como un faro, un aviso para navegantes. Es un templo de líneas rotundas y hermosas, volátil y enjuto a un tiempo, inmaculado, que sólo deja concesiones a la portada en la que se puede contemplar un frontón enrollado, retorcido, apoyado sobre unas columnas toscanas. Está construido en mármol rosa y negro, que destaca sobre la blanca fachada del resto de la construcción. Es una iglesia imponente, su torre campanario se eleva sobre una construcción de cuatro cuerpos rematada por una pináculo de azulejo verde y marrón. En el interior de la iglesia se encuentra un pequeño museo de arte sacro, en el que se encuentran algunas piezas muy interesantes. Desde libros de oraciones hasta casullas.
El castillo
Tomamos la calle lateral izquierda al templo hasta llegar a la una fuente donde nos refrescamos. Desde aquí vemos ya los restos amurallados del antiguo castillo de Casarabonela, último en caer en manos cristianas de esta comarca y uno de los últimos de todo Al-Andalus, el 2 de junio de 1485. Llevamos sus llaves en el bolsillo. El acceso al recinto se hace desde una puerta alojada entre dos casas. Casi pasa desapercibida y tenemos que preguntar a un vecino que nos acompaña hasta el lugar exacto. Abrimos. Entramos. Pese a que de aquel orgulloso e imponente castillo queden no más que algunos lienzos de la muralla y tres o cuatro restos de torreones, la visita resulta del todo obligada. Visto desde este altozano se entiende y explica porqué esta fortaleza cobró tanta importancia en las revueltas de Omar Ben Hafsún contra la Córdoba Omeya en el año 922 y porqué fue una de las últimas en ser conquistadas de todo Al-Ándalus. Desde aquí se contempla no solo la totalidad del Valle del Guadalhorce y todos sus accesos, sino los macizos de Sierra Prieta, Cruz Alta, Comparate y Alcaparaín, además de las estribaciones de los Montes de Málaga y las estribaciones de algunos picos de la Axarquía, el espejismo titilante del mar, los senderos, trochas y caminos que surcan las tierras de esta comarca. Resulta extraño situarse en un paraje urbano más alto que la propia torre campanario de la iglesia, tan cerca y tan lejos que casi parece pueda tocarse con los dedos de la mano. Este es un lugar para quedarse. El solo nos acaricia el rostro, la brisa nos acuna. El castillo de Casarabonela está declarado Bien de Interés Cultural desde 1985, incluido en el Inventario de protección del Patrimonio Cultural Europeo desde 1989 y en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español con la categoría de Monumento desde el 22 de junio de 1993. Además de formar parte de los expedientes protegidos de la cultura en España, el castillo árabe de Casarabonela posee algunos de los mejores bancos de Málaga. Bancos en los que reposar y dejar volar la imaginación, bancos situados de cara al núcleo urbano, a las montañas, al Guadalhorce, bancos desde los que escuchar el rumor del viento, del trasiego de la vida morisca, bancos desde los que dejarse empapar la retina con unas vistas espectaculares. Es hora de regresar a la oficina de turismo y devolver las llaves.
La oficina de turismo y el molino de los Mizos
En las oficinas de la calle Real nos aguarda María. Nos pone al día de los planes turísticos del municipio, de las posibilidades que ofrece, de las visitas guiadas, algunas de ellas a la carta, de los distintos recorridos que se pueden realizar. Todo este recorrido que hemos realizado, incluso ampliado, se puede llevar a cabo acompañado por guías que detallarán las historias mínimas de Casarabonela, sus rincones, tradiciones, caños y hornacinas, monumentos, patrimonio cultural, patrimonio histórico. ¿Qué hacer para contactar? Llamar a la oficina de turismo en los teléfonos 952 456 561 y 952 456 067, escribir un mail a la dirección turismo@casarabonela.es o visitar la página web municipal que incluye la descarga en formato pdf de dos callejeros, tres rutas distintas a realizar, hasta 18 audioguías para su dispositivo pda, teléfono móvil, smartphone o portátil y sus correspondientes visitas virtuales. María nos acompaña por las intrincadas calles moriscas hasta el molino de los Mizos, situado en un patio sin salida en una prolongación de la calle Albaiva desde la calle Municipal Juan Díaz. El exterior no hace imaginar que tras esa puerta roja se encuentra un molino. Al cual parece una casa más, hasta que abrimos la puerta, la traspasamos y os hallamos en el corazón de un molino aceitero perfectamente conservado. Se ha estado utilizando hasta hace relativamente pocos años. Se aprovechaba la fuerza de un salto de agua combinada con tracción animal primero y mecánica más adelante para moler olivas y producir aceite o trigo y producir harina. Es curiosa su edificación. Para acceder al patio de trojes hay que traspasar una puerta y acceder a un tramo de calle cubierta por una algorfa. En el interior se puede observar la maquinaria, la bodega en la que se almacena el líquido extraído, algunos aperos de labranza y, sobre todo, se puede imaginar en uso, el sonido de la piedra contra la piedra, girando, la charla de los hombres y mujeres esperando turno de molienda, el esfuerzo de los animales tirando de las moles. Salimos y regresamos a las calles. Caminos junto a María, que nos ayuda a confeccionar el puzle definitivo del “embrujo morisco” que destila Casarabonela, como asegura su lema turístico. Casarabonela “Embrujo Morisco”, y no miente.
Despedida
Aún nos encontramos en lo más alto de la fortaleza árabe. Sentados en uno de los bancos, dejando que el horizonte malagueño nos alimente la mirada. Sentimos los retazos de historia bailar a nuestro alrededor, historia que nos habla de árabes y mudéjares, de moriscos y tropas cristianas, de califas omeyas y rebeldes cristianos, de guerra civil y bastiones por conquistar… Pero sobre todo, esta fortaleza ofrece una visión inédita y completa de la provincia de Málaga, una visión subyugadora, compleja, rica en matices, en colores, en aromas. Dejamos volar la imaginación, creyéndonos aún poseedores de las llaves del castillo
Enlaces de interés y consejos útiles
La Fiesta de los Rondeles: “La Fiesta de la Virgen de los Rondeles, fue declarada a finales del año 2001 Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía. Esa noche, víspera de Santa Lucía (13 de diciembre), el fuego adquiere un protagonismo muy especial, iluminando el recorrido de una procesión que hunde sus raíces en las brumas del tiempo. Es entonces cuando el numeroso grupo de rondeleros inicia una andadura que, desde la pequeña plaza que se encuentra junto a la Ermita de la Veracruz -edificada sobre el solar de una antigua mezquita-, asciende hasta la parte más alta del pueblo, lugar en el que se ubica la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. La luz producida por los portadores de los capachos ilumina un trayecto que discurre a través de calles estrechas y empinadas, herencia de lo que fue la ciudad islámica. La mezcla de elementos tan diversos como el fuego, el humo de la combustión, el olor a aceite y el sonido de instrumentos tan peculiares como las castañuelas moriscas contribuye a crear una atmósfera irreal en la que las llamas proyectan sombras fantasmagóricas sobre las fachadas de los edificios que jalonan el recorrido de esta singular procesión”. Texto y fotos: página web ayuntamiento de Casarabonela.
Página web Municipal: Merece la pena destacar la completísima información turística que ofrece la página web municipal. Los planos callejeros y rutas en pdf, las audioguías, las visitas virtuales, las galerías fotográficas hacen de esta web una herramienta muy a tener en cuenta a la hora de realizar la visita a Casarabonela, Información útil, detallada, de sencilla aplicación y espléndido contenido. A este elemento se les suman las visitas turísticas guiadas, que hacen de Casarabonela uno de los municipios con la información más completa sobre su patrimonio turístico, cultural festivo y etnográfico. Los teléfonos de la Oficina de Información Turística, situada en la calle Real 5 son: 952 456 561 y 952 456 067, y el correo electrónico turismo@casarabonela.es.
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal y las páginas de la Mancomunidad de Municipios de la Sierra de las Nieves y de la Reserva de la Biosfera de Sierra de las Nieves.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo
83 CASARABONELA: “EMBRUJO MORISCO”
martes, 9 de noviembre de 2010
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: al andalus, Casarabonela, Costa del Sol, EDEN, fiesta de los rondeles, Málaga, morisco, Sierra de las Nieves, SKAL Internacional
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4 comentarios:
Casarabonela,que maravilla de pueblo.Me encantaria estar en la fiesta de Santa Lucia el próximo mes de Diciembre para descubrir bajo la atmosfera de las llamas el "Embrujo y el sonido de las castañuelas Moriscas".
Sigues cautivando Israel,enhorabuena.Besos.
Pantxike
Siempre aprendiendo contigo,Israel.
Novedad para mi que Casarabonela fuera el último reducto moro en aguantar.
Un paisaje maravilloso.
Aprovecho aquí para FELICITARNOS a todos los VIAJEROS Y VIAJERAS POR NUESTRAS 80000 VISITAS PASADAS.
uN ABRAZO;ISRAEL.
OTRO MARTES MÁS ME ANIMAS EL DÍA.
Me gusta el molino aceitero.
Cuanto viajo contigo a través del facebook Isra.. un beso
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