Y asciende el leve y delicado paisaje. Asciende hasta querer encaramarse a ese enorme farallón de piedra que emerge de la tierra como una barrera colosal. Farallón que esconde un corazón pétreo, un jardín oculto que late al compás que le marca Tethys, un mar tan antiguo como la humanidad. Tesoro cincelado a base de tiempo y tiempo y tiempo. Tesoro que muta y cambia al albedrío de los fríos y de los vientos, de los meteoros. Jardín inmemorial de piedra inmemorial. Corazón oculta de Villanueva de la Concepción. Un jardín confeccionado con torcas y dolinas y lapiaz. El Torcal, su corazón oculto.
Aproximación a El Torcal
Y según ascendemos se erizan las rocas blancas, se endurecen las tierras sembradas de piedra, se ciernen sobre nosotros las lascas megalíticas, las láminas de piedra inmensa. Al revés que la bíblica mujer de Lot, nos convertiremos en estatua si miramos hacia adelante, porque si miramos hacia atrás se extenderá ante nosotros un perfecto mapa en relieve de la provincia de Málaga, un paisaje privilegiado en el que el cielo se confunde con el mar y el horizonte con las cimas de las montañas. Sólo las brumas matinales parecen escapar al hechizo de la distancia. Antes de llegar al centro de visitantes, estacionamos por un momento en el Mirador de Diego Monea. Poner el pie en el suelo y nos saluda una orquesta de esquilas y cencerros, el ganado ovino y caprino y sus dominios. La vista que obtenemos desde esta atalaya es impagable, quizá como ningún otro mirador en la provincia de Málaga. Los límites de las montañas granadinas, la Axarquía, Málaga capital, la serranía rondeña, la Sierra de las Nieves, los Montes de Málaga. Es sobrecogedor, parece que tengamos toda la provincia sobre la palma de la mano. Continuamos por este paisaje grisáceo y lunar y nos adentramos con cada tramo recorrido en un mundo imposible en formas, en tamaño, en comprensión. Parecen las dolinas los dedos de un gigante surgiendo de la tierra, descenso a los infiernos las depresiones del terreno, escaleras al cielo las torcas. Sea aquí que la naturaleza deja a tras al ser humano y para subrayarlo, un importante rebaño de ovejas reduce el paso de nuestro avance. Llegamos al Centro de Visitantes.
El Centro de Visitantes
Dada la afluencia de visitantes hasta El Torcal, los responsables han organizado un sistema que permite acceder a él sin crear en su entrada un embotellamiento de tráfico. No en vano, la carretera es sinuosa y estrecha. De esta manera, cuando se detecta que el parking superior está completo, existe una zona de aparcamiento en los accesos donde el visitante puede dejar estacionado su vehículo y ascender hasta El Torcal en un minibús. Cómodo, práctico y sostenible. No es nuestro caso, ya que la pronta hora de la mañana a la que hemos llegado nos permite acceder con nuestro propio vehículo. Estacionamos y nos adentramos en el edificio del Centro de Visitantes. Por fuera, una mole de piedra más entre todas las que le rodean, perfecto mimetismo con el entorno. El Centro de Visitantes del Torcal es reciente y como tal, responde a las necesidades del viajero moderno. Instalaciones que nos explican con paneles interactivos la formación del Torcal desde el pasado mar de Tethys, el trabajo de la erosión, el origen de las formas caprichosas que conforman este entorno tan espectacular. Además, ofrece la posibilidad de jugar con representaciones de las cadenas tróficas de la flora y la fauna, contemplar fósiles de muy muy cerca, e incluso oler los perfumes que exhala el Torcal, romero, tomillo… Un audiovisual de quince minutos explica en forma de cuento gótico la historia de esta formación geológica tan particular. Por cierto, el centro también dispone de un servicio de restaurante y bar donde avituallarse hoy se anuncia “Paella” con grandes letras, aunque también hay otras delicatesen como migas, huevos fritos con jamón ibérico, croquetas caseras y, no podía faltar, porra antequerana. Una vez informados, comenzamos la ruta.
La Ruta Verde de El Torcal
Hay dos rutas señalizadas. La primera de ellas, la Ruta Verde, de 1,5 kilómetros de distancia y de 45 minutos de duración. Otra, la amarilla, es más larga y con una duración de dos horas. Optamos por la primera. Antes de llegar al Centro de Visitantes y desde el aparcamiento sale nuestra ruta, que comparte un tramo con la otra. Conjuga el Torcal las formas delicadas con las rotundas, en un juego de sorpresas continuas en el que la imaginación puede crear monstruos, figuras imposibles, princesas y guerreros de yelmo enhiesto. Parece congelado el silencio y parecen moverse por el rabillo del ojo las grandes formaciones rocosas. Es un paisaje de embrujos, de apariencias mágicas, un jardín pétreo donde todo parece posible, una ciudad dolménica donde los roquedales ascienden hasta transformarse en ciudades, en edificios, en enormes rascacielos. Nos observan, nos miran esos tótems de piedra. Pensamos en cómo será caminar aquí entre la niebla, en uno de esos días en los que el Torcal se encapota y muestra su ceño fruncido, su mal humor intempestivo. De ahí que convenga informarse sobre la predicción meteorológica antes de acudir. Hoy hace un día radiante de cielo azul otoñal. Cuando nos situamos en el fondo de este antiguo mar parece que unas fauces dentadas fueran a cerrarse sobre nosotros hasta engullirnos. El Torcal es un juego de geologías, perfecto para visitar con niños, que encontrarán en este paraje una vasta ludoteca. La Ruta Verde no es complicada, el trazado, eso sí y como es natural, está alfombrado de piedras, así que conviene no salirse del camino, aún con todo es una ruta muy sencilla y al alcance de prácticamente todo el mundo. Y cuando parece que ya hemos contemplado todas las formas imposibles, otras surgen a nuestro paso como auténticos colosos, como gigantes, como polifemos de mil ojos. De pronto, en un altozano, se recorta una silueta que no se sabe si es de piedra o humana hasta que se mueve. Caminamos por el corazón, entre sus arterias, entre roquerío y árboles retorcidos, palpando con nuestras manos, acariciando estas piedras antiguas. La ruta se completa con una visita al Mirador de la Escalerilla, un balcón natural desde el que se divisa Colmenar, Casabermeja, el mar Mediterráneo y las azoteas, lejanas, del Villanueva de la Concepción.
El centro urbano
Dejamos atrás las espigadas formas de El Torcal e iniciamos nuestro descenso hasta Villanueva de la Concepción. Como si fuera para contrarrestar el dédalo de piedra de su paraje natural, el centro urbano de Villanueva de la Concepción posee unas calles largas, rectilíneas, que forman líneas paralelas unas con otras. Parece responder este trazado moderno, a la modernidad de su constitución como municipio independiente, el uno de los ciento uno de la provincia de Málaga. Villanueva de la Concepción perteneció hasta 2009 al municipio de Antequera. Aunque la villa posee un pasado que se remonta hasta el neolítico, su configuración como municipio ha sido muy reciente. “Villanueva de la Concepción nace como pueblo el 3 de noviembre de 1880. En marzo de 1992 es declarada Entidad de Ámbito Territorial Inferior al Municipio (EATIM), para más tarde, en 2001, ser declarada Entidad Local Autónoma (ELA), iniciando así una etapa definitiva en su declaración de municipalidad. En 2007, la Junta de Andalucía reconoció su derecho a segregación del municipio matriz, Antequera, haciéndose efectivo dicho derecho el 17 de marzo de 2009 durante un consejo de gobierno en Málaga, que autorizó la construcción del ayuntamiento, convirtiéndose así en el municipio 101 de la provincia malagueña”, así nos resume su historia reciente la wikipedia. Seguimos las indicaciones que nos llevan hasta la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, estacionamos en la calle San Antonio, apenas a cinco metros de la entrada al templo. Es un edificio sencillo, construido a finales del siglo XIX, de luminosas paredes blancas y rematada con una sencilla espadaña. La iglesia se constituye en torno a una sola nave, en cuyo altar reposa una imagen de la Inmaculada Concepción. El retablo interior es neoclásico y posee un poco habitual color oscuro. Las calles rectilíneas, forjas negras en las ventanas y balcones, zaguanes que preceden al interior de las casas. Huele a otoño con intensidad, a comida casera, aromatizada y penetrante. Huele a brasa de picón. Paseamos por las tranquilas calles de Villanueva, tranquilas y aseadísimas, en perfecto estado de revista. El murmullo del trajín cotidiano se traduce en ruido de cacerolas, de ollas a presión, de conversaciones y saludos, de radiofonías, de músicas lejanas. Caminamos entre sus calles y no hay posibilidad de pérdida. Los paneles indicativos nos llevan hasta la plaza de Andalucía desde el callejón del Viento. La plaza es el centro neurálgico del municipio, lugar donde se celebran los eventos y fiestas más destacadas y que ha visto pasar ante sus bancos y naranjos la historia más reciente de la localidad. Posee estructura rectangular y en el centro destaca una fuente octogonal elaborada con granito rojo. Esta fuente está considerada como el principal punto de abastecimiento de agua de Villanueva. Un panel explicativo nos ayuda a situarnos y a buscar otro de nuestros objetivos. Antes, reposamos un tanto. Nos sentamos en uno de los bancos, junto a un naranjo. Dejamos que el sol, templado, nos caliente la piel. Vemos allá arriba, las estribaciones del Torcal que aún está reciente en nuestra mirada. Recordamos sus formas retorcidas y las comparamos con la rectitud de la fuente, de las esquinas de la plaza, de las azoteas de las casas. Seguimos camino por la calle Real hasta la plaza García Caparrós. Damos fe de lo que el panel explicativo subraya: “La plaza es un lugar idílico para pasar las largas tardes estivales a la sombra de los majestuosos olmos que la coronan”. Eso hacemos, trocando la tarde estival por la mañana otoñal, que vienen a tener una luz muy similar. A la plaza de García Caparrós confluyen las calles Nueva, Plantel Juvenil y García Caparrós, lo que la hace casi un lugar de paso obligado. En el centro de la plaza, una fuente borbote su murmullo de agua. Villanueva, tras la construcción del Camino Real por orden de carlos III y que comunicaba Málaga con Madrid fue un nudo de comunicaciones estratégico. Para mejorar sus accesos se construyeron tres puentes que pueden ser visitados por los curiosos de la historia, son los puentes del León, del Horcajo y del arroyo Cauche.
Despedida
Aún con el temblor del tibio sol en nuestra espalda, imaginamos el Torcal. Lo pensamos y dibujamos en nuestra mente, recorremos sus surcos y sus secretos, sus pasadizos retorcidos, sus grutas oscuras, sus edificios de piedra gris. Bosquejamos el Torcal como si fuera un sueño, los relieves de su trazado, los horizontes dentados, los caminos imposibles. Imaginamos el mar de Tethys, la pasada superficie sumergida en la que ahora nos encontramos. Imaginamos como Villanueva de la Concepción surge de los mares portando en su testuz esa corona pétrea que es su Torcal.
Información útil y enlaces de interés
El Torcal: Antes de acudir es necesario consultar el parte meteorológico, el acceso por carretera es relativamente sencillo pero puede complicarse con lluvia, hielo o nieve. Pertrecharse de cámara de fotos y de prismáticos. Imprescindible acudir antes de iniciar la ruta al Centro de Visitantes para saber y conocer qué vamos a ver.
Fiesta de la independencia: El 3 de noviembre, Villanueva de la Concepción festeja el aniversario de su proclamación como Población Rural en 1880. Es ésta una de las citas más significativas de la localidad, que transcurre con la celebración de juegos deportivos y con una gran fiesta popular. Dentro del programa festivo se incluye un acto homenaje a los mayores del pueblo como reconocimiento a su esfuerzo en la constitución de Villanueva de la Concepción como pueblo y municipio.
Día de la Haba: Villanueva de la Concepción produce anualmente entre un millón y un millón y medio de habas en cada cosecha, es de recibo que el municipio rindiera homenaje a este producto con la celebración del Día de la Haba. Durante la jornada se dan a degustar más de 2.000 raciones de cazuelas de habas. Los actos comienzan a las diez de la mañana, cuando los bares ofrecen a los visitantes y vecinos raciones de habas con aceite mientras la música de verdiales acompaña a los participantes durante toda la jornada. A mediodía la plaza de Andalucía se transforma en centro neurálgico de la fiesta donde se ofrecen de manera gratuita estas 2.000 raciones de cazuelas de habas mencionadas, acompañadas por otros surtidos gastronómicos con este ingrediente como elemento principal proporcionados por los bares y tabernas. El Día de la Haba se celebra en el mes de abril.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal, a las que sumamos una página personal sobre Villanueva de la Concepción y otra específica sobre El Torcal.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.
84 VILLANUEVA DE LA CONCEPCIÓN: AL AMPARO DEL TORCAL
martes, 16 de noviembre de 2010
Publicado por Israel Olivera en 0:01
Etiquetas: El Torcal, el Torcal de Antequera, la villa del Torcal, Málaga, Ruta del Torcal, Villanueva de la Concepción
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3 comentarios:
Israel contigo dá gusto, haces de las guias turisticas, un pozo de sabiduría.
Impresionate esta formación geológica tan particular "EL TORCAL",espero algún día conocer este impresionante paisaje lunar y de paso,of course, comer las habas, pero qué ricaaaaasssss!!!.
Besitos, para tí y para Anto.
Pantxike.
Israel,haces de tus guias turisticas un "pozo de sabiduría".Estoy encantadada, con esta formación geólógica tan particular"EL TORCAl", impresionante paisaje lunar y encima se puede comer alli unas ricas habas,plan perfecto,¿quién da más?.
Besitos para Anto and of course for you.
Pantxike
Hoy me quedo con todo.Elijo cualquier ruta.Todas me parecen sugestivas.
Más sorpresas,Israel que nos concsdes cada martes.
MARAVILLOSAMENTE contado.
Un abrazo enorme.
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