Barcos en el horizonte, espejeando sobre un mar de plata líquida. Mira aquel hombre las embarcaciones que van y vienen. Se ven diminutas en la distancia. Lleva su fajín puesto, sus abarcas. Las tareas del campo han sido hoy especialmente duras. Se siente cansado. Sobre una piedra reposa y deja que el sol del mediodía le atrape los huesos, le caliente la piel. El burro pace y manea las hierbas de alrededor. El hombre dirige la mirada hacia el camino que lleva a la costa y les ve llegar. Son una pareja joven, muy joven. Pelo largo ambos, rubísimo, casi blanco. Lleva camisa abierta de flores él, gafas de sol oscuras y grandes. El pelo recogido en una coleta que se asemeja a una cascada sobre los hombros, sombrero de paja, una sonrisa resplandeciente, ella. Saludan en un idioma que el hombre no conoce. Sonríen. Ella se acerca al burro y lo acaricia despacio. Le pasa la mano por la testuz, por la quijada. Él explica por señas al hombre que a ella le gustaría montarse. El hombre comprende pero no entiende. ¿Quién se quiere montar en un burro por placer? Asiente. Ayuda. Ella se sube y el burro comienza a andar, remoloneando. Ella se ríe, él también. El hombre sonríe y mira. Un grupo de otros diez turistas rubios, de ojos azulísimos, jóvenes, de camisas floreadas se acercan por el camino. Todos señalan a la mujer montada a horcajadas en el burro. Palmotean. El hombre mira al burro y a la mujer, luego mira al grupo. El hombre comprende y entiende. Sonríe.
Mijas, una aproximación
Abalconada sobre la Costa del Sol, Mijas es un mirador privilegiado de casas apretadas y perfume andaluz. Se aloma sobre la sierra que lleva el mismo nombre y mira de tú a tú al espejo Mediterráneo. Quizá esa posición privilegiada sobre la costa y el mar hizo que Mijas viera llegar el flujo de turistas más pronto que otras localidades próximas y así se adaptó a los recién llegados de una manera práctica y radicalmente eficaz. Es la Mijas del burro-taxi, del museo de las miniaturas, del capricho de la plaza de toros… La cabeza de puente que mostrar al turista pasajero, al de la estancia corta, a los que llegan y se van. Pero Mijas va más allá de esa apariencia. Bajo los reclamos y oropeles se encuentra un pueblo blanco, de trazado milimétricamente árabe, de calles transversales largas que se combinan con otras cortas y duras de pendiente, quebradas y torcidas. Todas ellas de blanco inmaculado, blanco sobrio de detalles pero repleto de empuje, de solemnidad, de honestidad. Saludamos hoy en este viaje a la Mijas bella y superficial y a la hermosa Mijas, honda y auténtica.
Llegada
En los meses de repunte turístico no es sencillo aparcar en Mijas, en sus calles. El centro histórico es prácticamente intransitable en coche. Las calles se estrechan y el trasiego de viajeros y turistas es siempre numeroso. La mejor opción es estacionar en el gran parking público que, perfectamente señalizado, y en el mismo centro del municipio cuenta con diez plantas de aparcamiento. Eso hacemos y pese a la larga visita que realizamos en Mijas las tarifas no resultaron especialmente caras. Tiene la ventaja, además, de que su boca principal de salida se encuentra junto a la Oficina de Turismo, visita imprescindible y necesaria para conocer Mijas en la intimidad. Con un horario amplio e ininterrumpido, la oficina abre de 9:00 a 19:00 horas en invierno y de 9:00 a 20:00 horas en verano. Los sábados de 9:00 a 14:00 y los domingos permanece cerrada. El teléfono es 952.58.90.34 y el correo electrónico es turismo@mijas.es. Entramos. El personal nos atiende muy amablemente y nos facilita un plano completo y muy sencillo en el que aparece un callejero con dos rutas marcadas por delante (una de color rojo conocida como ruta comercial y que transcurre por el centro y otra, más amplia, de color amarillo conocida como ruta turística y que amplía horizontes un poco más allá) y una breve descripción de los monumentos a visitar por detrás. El plano es muy útil y vamos a seguir a pies juntillas el itinerario marcado. Salimos y nos dirigimos a la izquierda. En ese momento llegan dos autobuses repletos de jubilados. Son catalanes, de Mollet.
Los burro-taxi
Iniciamos la visita con un el tópico más típico de Mijas, los burro taxi. Una idea sencilla y que ha reportado a Mijas fama internacional, ya que este medio de transporte es conocido en el mundo entero. Los precios y tarifas se exponen en un panel informativo escrito en español, francés, inglés, alemán y japonés. El recorrido por el municipio cuesta 10 euros en burro y 15 euros en calesa tirada por burros. Cada uno de ellos tiene su número de identificación en forma de placa que pende sobre los ojos del animal. Por cierto, que están limpios y lustrosos, enjaezados con pertrechos de vivos colores. Esperan, mansamente a que alguien decide montarse sobre ellos. Los burro-taxi son un ejemplo único de transporte público que tiene su origen en la década de los años sesenta del siglo XX. Muchos de los veraneantes que visitaban Mijas en aquella época solicitaban a los trabajadores que regresaban del campo montados en burros y mulas fotografiarse con ellos como un recuerdo típico de Andalucía, los más atrevidos incluso pedían al trabajador del campo dar una vuelta subidos a ellos. Los visitantes ofrecían a los campesinos cuantiosas propinas, en muchas ocasiones mayores que sus salarios, así que no dudaron en dedicar parte de su tiempo en profesionalizar lo que se había convertido en rito turístico. Los burros-taxi son una institución en Mijas, en la actualidad se conservan más de una cincuentena de ellos y tienen acondicionadas sus propias plazas de aparcamiento en la Avda. Virgen de la Peña s/n. Para más información, llamar al teléfono 627 026 958. Pese a que puedan parecer una anécdota, los burro-taxi despiertan muchísimo la atención. El gran grupo de turistas jubilados que nos pisará los talones durante toda la mañana se para y ríe, acarician a los animales bajo la atenta mirada del cuidador, festejan su engalanamiento y los más osados piden sacarse una foto montado en ellos. Un burro rebuzna y el eco resuena más allá de la próxima ermita de la Virgen de la Peña.
El Mirador del Compás y la ermita de la Virgen de la Peña
A la izquierda del burro-taxi se encuentran el Mirador del Compás y la ermita de la Virgen de la Peña. Forman ambos un conjunto espectacular. La ermita, rocosa, excavada en el interior de un roquedal luce perfectamente troglodita. Se recorta contra el cielo de invierno y la imagen parece extraída de una época inmemorial, como si de una iglesia rupestre mozárabe se tratara. Excavada en la roca, parece la ermita arrancada a la montaña, como si se hubiera vaciado una parte sustancial de la roca y sustituido por elementos de mayor espiritualidad. Cuenta la leyenda que la Virgen de la Peña permaneció oculta en ese mismo lugar durante cinco siglos hasta que fue descubierta en 1586 por un albañil, padre de dos niños pastores que fueron guiados hasta el lugar por una paloma. El interior, oscuro y silencioso se compone de dos cámaras. La primera, la de culto, presidido el altar por una imagen de la virgen, la segunda alberga un museo mínimo con elementos religiosos, mitras, casullas, etc… El silencio es absoluto. Las velas encendidas conceden a la estancia una vaga sensación de antigüedad remota. El interior está decorado en esta época con flores de pascua, de color rojo intenso que dan un toque encarnado al interior. Una hilera formada por cuatro bancos dorados completa el interior de la ermita. Salimos. A la izquierda hay una pequeña tienda también troglodita donde se pueden obtener numerosos recuerdos de la ermita como escapularios, rosarios, postales, etc… La ermita es un bastión que despunta sobre el resto del Mirador del Compás, erigido sobre una atalaya natural y que se asoma, embarrancado a la Costa del Sol. El mirador es un balcón privilegiado, se abre hacia occidente como un baluarte. Hoy, esta mañana, las brumas han tomado el horizonte. El mar se esconde ralo, tras las nieblas, y los municipios próximos parecen absorbidos por las nubes marinas. Reposamos, nos acodamos sobre la balaustrada para mirar esta porción de la costa malagueña que esta mañana parece etérea, volátil, sutil.
El Carromato de Max
Desde el mirador, subimos por la avenida del Compás para comprobar algo a todas luces increíble. Lo que parece un antiguo vagón de tren se encuentra varado de manera transversal contra las casas blancas del centro urbano. Está pintado de amarillo y marrón. Sobre el tejado se asoma el nombre de: Carromato de Max. Parece un hechizo, el juego de un prestidigitador, de un mago. Podría ser, quizá, una ilusión hipnótica. Nos frotamos los ojos en una pantomima, sabemos qué es el Carromato de Max y sabemos quién fue el Profesor Max. Respondía al nombre real de Juan Elegido Millán y fue un hipnólogo e hipnotizador de notable éxito. Su nombre artístico era Profesor Max. En el año 1972 se instaló en Mijas y trajo con él una rareza, una auténtico museo de las cosas pequeñas, nada más y nada menos que un museo de miniaturas, lugar en el que se ensalza lo mínimo, la delicadeza de lo diminuto, la proeza de los artistas capaces de pintar un cuadro sobre una cabeza de alfiles, de tallar una bailarina en la cabeza de un fósforo. La entrada al museo cuesta 3 euros por persona para los adultos y 0,90 euros para los niños. El Carromato de Max permanece abierto desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde. Pagamos, corremos una cortina y nos adentramos en el mundo de lo minúsculo. La exposición se encuentra protegida por una serie de bóvedas de cristal. En cada una de ellas se expone una miniatura, una pequeña rareza. Desde la efigie de Abraham Lincoln pintada en una cabeza de alfiler, una copia de la última cena de Leonardo da Vinci sobre un grano de arroz, una bailarina tallada con precisión en la cabeza de una cerilla o la inquietante, y reducida, cabeza humana de un indio jíbaro. El Carromato de Max es un divertimiento, una curiosidad. Dice el panel explicativo que es el resultado de múltiples viajes, de contactos entre seres humanos distintos, de tribus ancladas en el tiempo “es un canto a la aventura”. Nos ponemos de puntillas, pegamos la nariz a las vitrinas, observamos a través de las lupas de aumento y vemos el mundo dibujado en un botón.
La Plaza de Toros
Desde el Carromato de Max nos adentramos en el centro urbano del municipio. Mijas es un pueblo fuertemente turístico, que tiene en este elemento su principal baza económica. Pese a todo, no fagotiza la esencia andaluza como ocurre en otros lugares. Mijas no ha perdido su encanto de tipismo andaluz con sus casas blancas, paredes encaladas, calles estrechas… Eso sí, en su trazado se mezclan en delicioso cóctel los acentos de diversísimas procedencias con el cantarín acento malagueño. Comprobamos la presencia de un nutrido grupo de turistas orientales que fotografían con fruición cada rincón y ahora entendemos por qué el cartel de los burro-taxi está escrito también en japonés. Mijas está aseadísima, limpia a rabiar, perfectamente cuidada, como si las calles se hubieran lustrado antes de abrirse un telón
Los caminos a seguir en nuestra ruta están perfectamente señalizados. Cruzamos la plaza de la Constitución y ascendemos por la calle de la derecha hasta llegar a la Plaza de Toros. Entramos, y es un templo. Es una loa al toreo, recuerdos y efemérides, nombres de matadores y cuadrillas, de corridas memorables, un toro disecado que aparenta estar vivo. Aquellos y aquellas que deseen ser toreros por un instante pueden fotografiarse ante una gran imagen a la que le falta el rostro en el que el visitante puede introducir su cabeza y clic-clic-clic ser un matador efímero y eterno. No podemos resistir. Nos bautizamos como “Oliverita de Ojén” y “Antonia Marbellera”. Se puede acceder al albero, pisar la arena y el impacto que eso produce se ve reflejado en la cara de algunos turistas. Es una plaza de toros antigua, edificada en el año 1900 y tiene como mayor curiosidad su forma, es ovalada. Subimos a los escalones después de haber atravesado la puerta de chiqueros, el desolladero, los corrales. Nos sentamos en la presidencia y sacamos un pañuelo blanco que agitamos al aire. Desde la plaza se ve la sierra mijeña, siempre presente, y la iglesia de la Inmaculada Concepción. Después de un molinete, una chicuelina y una verónica al natural rematada por un limpio pase de pecho salimos.
La muralla, los jardines, el mirador, la iglesia…
Antes de dirigir nuestros pasos hacia la iglesia, caminamos por las murallas y el mirador. Las vistas, pese a la bruma sutil que ya va despejando, son espectaculares. La Costa del Sol occidental se abre ante nosotros, el centro urbano de Fuengirola y hacia el este las montañas primeras, el mar, las urbanizaciones… Los jardines, abalconados sobre el tajo, están muy cuidados. A cada tanto un banco que mira al mar. Nos sorprende el corte que parte en dos el paseo y que se ha domesticado, aterrazado sobre una serie de balcones por los que cae el agua. Las vistas son abrumadoras y el paseo calmo y deleitoso, exuberante gracias a la cantidad de plantas, árboles y flores que lo decoran y lo configuran. Nos prodigamos en el caminar lento. Disfrutamos. Desde el paseo accedemos a la iglesia de la Inmaculada Concepción que preside la explanada entre la plaza de toros y el tajo del barranco sobre el que se asienta el mirador. Se calcula que el templo fue construido entre 1541 y 1565 sobre las ruinas de una antigua mezquita y castillo, aunque vivió una profunda restauración en 1992, época en la que se descubrieron una serie de frescos datados en 1632. Salimos de la iglesia y tomamos la calle Murillo, pasamos bajo las arcadas y portalones de la Universidad Popular hasta conectar con la calle Coín que tomamos para dirigirnos hacia el barrio de Santana.
Barrio de Santana
Parece retirarse el turismo masivo de esta zona de Mijas, dando paso a una vida mijeña más auténtica, quizá sin tanta alharaca pero igualmente hermoso. Parece este un barrio etéreo gracias a las blanquísimas paredes que conforman sus calles. Aseado, sin aparentes florituras que hay que descubrir adentrándose en las callejas que cruzan la vía principal. Caminamos, saludamos a los vecinos y vecinas que nos corresponden con amabilidad. Al final de la calle vemos la ermita de Nuestra Señora de los Remedios presidiendo la plaza de los Siete Caños. Popularmente el templo es conocido como la ermita de Santana y fue construido en el siglo XVIII. Es sencilla, pero con carácter. Dos hombres se encuentran sentados junto a ella, dando la espalda a la fuente de los Siete Caños de la que hoy no brota agua. Se respira en el barrio un aroma de pura autenticidad. Las callejas que parten de la vía principal recuperan los quebrados clásicos del trazado árabe. Explotan las paredes con las macetas trufadas de flores, tiestos coloridos, azules, rojos, verdes… Muchas plantas. Tramos cortos de escaleras que dan lugar a escondidos patios exiguos, calles cortadas o rincones floreados. Suena el rumor de la vida cotidiana que serpea entre las calles del Agua, Sierra, Larga del Palmar, Nuñez Sedeño, Alegre, Olivo, del Pilar, Cruz… Desde esta última podemos acceder a un mirador situada en la parte superior del centro urbano, en la carretera de Coín y que ofrece una panorámica excelente del conjunto de Mijas en primer término, la costa en segundo y el mar hasta el horizonte. Hoy las brumas le otorgan un carácter mágico, casi simbólico a esta costa que se apellida durante la mayor parte del año “del Sol”. Regresamos a las calles y anotamos el nombre de las casas como Falhala, Casa Vistas, Margarita, de Mi Abuelo, Cueva, Romanos….
El Museo Etnográfico o la reconstrucción de la vida cotidiana
Descendemos por la calle San Sebastián hasta la plaza de la Libertad, donde se encuentran la iglesia de San Sebastián y el Museo Etnográfico. La iglesia, esquinera y alejada del mundanal ruido gracias a un biombo situado en la entrada esconde en su interior una edificación sencilla, simple, de una sola nave, frecuentada por los mijeños y mijeñas gracias a su ubicación estratégica en el centro del municipio. En el lateral de la iglesia, ocupando el que fuera durante años el ayuntamiento de Mijas, se encuentra el Museo Etnográfico., la Casa Museo, porque se trata, en realidad, de la recreación de una casa de un pasado reciente que a menudo olvidamos y en la que se reconstruye con todo detalle la vida de principios del siglo XX con sus aperos, herramientas y útiles cotidianos. Resulta una visita estupenda. Las diferentes habitaciones están divididas en actividades, así podemos visitar un antiguo horno, una habitación completa con bacinilla incluida, un molino harinero y la recreación de algunos trabajos del campo. Se acompañan, en muchos casos de maquetas en las que se explica cómo se llevaban a cabo las labores. Es una vuelta al pasado, un vistazo atrás a cómo eran las cosas hace apenas unas décadas, una vida que nuestros abuelos y abuelas han vivido de pleno y nuestros padres de refilón, un pasado que forma parte del presente actual. El grupo de jubilados de Mollet entran y disfrutan, muchos de ellos reconocen los aperos y explican a otros, más jóvenes, para qué servían, cómo se utilizaban. Sonríen al recordar que esa cama era igual que la que había en el cuarto de la abuela y esa jofaina idéntica a la que el abuelo utilizaba todas las mañanas para asearse. Nos deleitamos con la visita. Salimos del Museo y nos encontramos en el corazón mismo de la ruta comercial, donde una serie de tiendas con souvenirs y artesanías de todo tipo, gusto, color y condición reclaman nuestra atención. El ayuntamiento de Mijas, como nos explica un conocido mijeño al que encontramos callejeando, ha puesto cuidado en dotar a las tiendas de un mismo sentido estético para que no se rompa la armonía de pueblo blanco. Así, por ejemplo, todos los toldos que cubren la entrada a los comercios son iguales y de color crema. Recorremos las callejas y entramos en algunas tiendas, vemos, comprobamos. Esto también forma parte de la visita a Mijas, curiosear, ver, comprar alguna artesanía, algún souvenir. Y a tan deleitoso fin nos abandonamos.
Despedida
Paseamos por el tajo aterrazado de los miradores y contemplamos el Mediterráneo ante nosotros, como una presencia magnética. Una inmensa lámina de agua en calma, un espejo magnífico y rotundo por donde quizá llegara Ptolomeo, geógrafo de la Escuela de Alejandría, que nombró en sus escritos a esta ciudad de Tamisa por primera vez en el siglo II d.C. Tamisa que fuera romana y que gracias a su proximidad a la Via Apia, que comunicaba Cádiz y Málaga, tuvo una actividad más que notable. Mixa que fue árabe prontamente tras la llegada de los ejércitos del Magreb y que en el año 714 d.C. ya se exhibía como una ciudad destacada. Y luego Mijas, la que vio pasar al general Torrijos el 2 de diciembre de 1831 en pos de las libertades del pueblo y que terminó con la sangre de sus soldados derramada sobre la arena. Esas calles son las que pisamos, las calles de la historia y el pasado, las calles del presente y del futuro. Vive Mijas desde su otero, viendo cómo pasan las civilizaciones y cómo ella permanece, sin que el devenir del tiempo cambie en exceso su fisonomía y su carácter, añadiendo un renglón más a su historia viva.
Otras informaciones y enlaces de interés
La Cala de Mijas y Las Lagunas: El término municipal de Mijas desciende desde la sierra hasta el mar y comprende tres núcleos poblacionales entre los que se encuentran, además de Mijas pueblo, la Cala de Mijas y Las Lagunas. Dos centros urbanos destinados al turismo residencial y vacacional con apego a las playas y al sol. Precisamente en la Cala de Mijas se ubica el Centro de Interpretación de las Torres Vigía, sede además de la Oficina de Turismo de este núcleo poblacional. El centro de interpretación tiene como objetivo dar vida al Torreón de la Cala que tras una cuidadosa restauración alberga en su interior este museo que analiza la importancia, funcionalidad e historia de las torres vigía que jalonan el litoral mijeño. Está compuesto por la Sala de las Torres, la sala Torrijos y la Sala de la Pesca Tradicional. El Centro de Interpretación de las Torres Vigía se encuentra en la calle Torreón s/n, en la Cala de Mijas. Durante el invierno su horario es: sábados, domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas. En verano el horario pasa a: de martes a domingo de 10:00 a 13:00 horas y de 20:00 a 23:00 horas. La entrada es libre. Para más información se puede llamar al teléfono (+34) 952 59 03 80. (Fotografías extraída de la página web municipal de Mijas)
Otras actividades de ocio: El Hipódromo de Mijas (http://www.hipodromocostadelsol.es/) está considerado como uno de los mejores y más completos de España. Además de las clásicas carreras de caballos, el recinto también acoge actuaciones musicales y posee varios restaurantes. Las carreras se celebran los domingos por la mañana en la época invernal y los sábados por la noche en la estival. Mijas cuenta en su término municipal con un Parque Acuático (http://www.aquamijas.com/) perfectamente equipado y que posee los clásicos toboganes de diferentes alturas y velocidades, además de un completo servicio de restauración y hostelería.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de Nerja y el resto de direcciones aparecidas en este reportaje, muy útiles a la hora de preparar la visita.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.
94 MIJAS: O LA TRADICIÓN MILENARIA DEL TURISMO
martes, 25 de enero de 2011
Publicado por Israel Olivera en 0:01 3 comentarios
Etiquetas: Andalucía, burro taxi, carromato de max, Costa del Sol, Málaga, Mijas, plaza de toros
93 NERJA: AZUL E INTENSA
martes, 18 de enero de 2011
Nerja es Azul. Azul como el verano de la serie televisiva, azul como la lámina de agua en la que hunden sus manos los acantilados de maro. Nerja es azul, como azul es el mar al que se asoma el Balcón de Europa. Azul como el cielo sobre ella. Nerja es azul como el Mediterráneo que surcaron los fenicios y los romanos y los árabes y los cristianos y los corsarios otomanos. Nerja es azul y azul es Nerja.
Es una cavidad enorme, arrancada de las entrañas de la tierra, sumida en la penumbra silenciosa del paso de los años. Hemos abierto los ojos hacia ese cielo oscuro cuajado de estalactitas, al suelo espinoso alfombrado de estalagmitas. Respira la Cueva de Nerja un aroma antiguo, un suspiro telúrico y ancestral. Y después de visitarla, casi renacemos al sol templado del invierno nerjeño y nos deslumbra la luz intensa, azul, purísima del cielo. Tras el viaje a las profundidades de la tierra nos asomamos a los tajo de maro, que caen cortados a pico desde las alturas y se hunden en el mar purísimo. Paseamos luego por Nerja , el Balcón de Europa, con la efigie de un rey apoyado en su baranda, reta al mar de tú a tú. Laberinto turístico y marinero el de sus calles entrelazadas, perfumes a pescado fresco, a brasas, a delicias extraídas al mar. Su iglesia rotunda y asoleada, sus parques abiertos a la sierra. Vemos la efigie de un antiguo pescador faenando sobre la cubierta de la Dorada, la memoria infantil se nos agolpa y creemos que podría ser Chanquete.
Sensaciones de Nerja, azul e intensa.
La Cueva de Nerja
No tiene pérdida. Desde la autopista A7 las indicaciones son múltiples y la señalización clara y perfectamente visible. No en vano, la Cueva de Nerja es el monumento de la provincia de Málaga que más visitantes recibe al año, unos 500.000, y sólo por eso ha de tener una serie de infraestructuras básicas mínimas. Y así es. A nuestra llegada nos sorprende el numeroso personal, la situación de los parking (1 euro) y la oferta de distracciones varias que hay en la entrada en forma de tiendas de souvenirs o restaurantes. Estacionamos y nos dirigimos hacia el recinto que indica “Entradas”. Todos los horarios, precios e información sobre la cueva y sobre el festival que se celebra en el interior de la cueva en el mes de julio se incluyen en la página web http://www.cuevadenerja.es/es/, también se puede llamar al teléfono 952 529 520 donde se ofrece cumplida información. Somos dos personas y cada entrada nos cuesta 8,50 euros aunque el precio para los niños entre 6 y 12 años es de 4,50 euros y los menores de 6 tienen la entrada gratuita, también hay descuentos para grupos, asociaciones, colegios, etc… El flujo de turistas y visitantes es constante, permanente. Accedemos a las entrañas nerjeñas. La Cueva de Nerja es una cueva domesticada, no tan agreste como las de la Pileta en Benaoján o la de Doña Trinidad Grund en Ardales. Tiene la ventaja sobre las dos anteriores de que está preparada para recibir cualquier tipo de visitantes, está iluminada, lo que ayuda a hacerse una idea cabal de su enormidad, y su paseo (de 700 metros aproximadamente) se realiza de manera muy cómoda. La Cueva de Nerja fue descubierta en el año 1959, cuando cinco jóvenes de Maro se acercaron hacia el conocido como pozo de las Minas del Cementerio con la intención de cazar murciélagos. Se introdujeron de forma precaria por una abertura hasta, tras pasar un pasadizo, llegar a un peralte. Habían llegado a una de las primeras cavidades y la luz de sus faroles y linternas se perdía en la oscuridad. Se inauguró el 12 de junio de 1960. El resto es historia. Primero fue conocida como la Cueva de las Maravillas hasta que adquirió el nombre con la que se le conoce actualmente, Cueva de Nerja. Pese a la gran número de visitantes hay un gran silencio en el interior de la cueva. Calor y humedad a partes iguales. Caminamos y nos maravillamos con las estalactitas y las estalagmitas, sobre todo en el tamaño que alcanzan en la Sala del Cataclismo, donde se encuentra la columna natural más grande del mundo, de 18 metros de grosor y 49 de altura, inscrita en el Libro Guinness de los Records. La afluencia de visitantes es importante y la gran mayoría de los escolares malagueños visitan en alguna ocasión la cueva. Casualidades, también nosotros nos encontramos con una pareja de conocidos. Ella, precisamente profesora y él, espeleólogo de afición. Charlamos, en murmullos. El interior de la cueva es el escenario natural donde se celebra un festival de música conocido internacionalmente. Por sus tablas han pasado artistas como José Carreras, Monstserrat Caballé, Alfredo Kraus., Rostropovich o Yehudi Menuhin. Seguimos la visita y nos deleitamos con cada excéntrica formación constituidas en las Salas de Los Fantasmas o la Sala del Ballet… Salimos y el cielo azul nos ciega por un instante. Parece mentira que hayamos permanecido en el interior de la tierra por un periodo de casi cuarenta minutos. El tiempo se ha pasado volando. A la entrada nos ha flasheado una cámara de fotos, nos han dado un ticket verde que nos da derecho a comprar una fotografía. La compramos. 8 euros. Preceptiva postal, 0’50 euros. Nos dirigimos al coche.
Maro y sus acantilados cortados sobre el mar
La Cueva de Nerja se sitúa en la pedanía de Maro y desde la entrada de la misma se puede descender a pie o en bicicleta por una carril verde específico para estos menesteres y creemos que en otra ocasión deberá ser un buen recorrido a realizar a pie, puesto que desde aquí ya se ve cómo el mar destella en el horizonte azul sobre el caserío inmaculado. Mientras nos dirigimos hacia allí comprobamos como se funden los colores azules y verdes y blancos sobre el mar. Seguimos la dirección que nos señala “parking”. Maro es una pequeña pedanía que tiene en sus acantilados, su tranquilidad y su ambiente popular ganadero y marinero sus mejores bazas. Pero su mayor atractivo se encuentra en el Parque Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. La Sierra de Almijara se sumerge con brusquedad en el mar, dando lugar a una serie de abruptos acantilados que caen a pico sobre el Mediterráneo y que aún hoy permanecen casi vírgenes. De ahí que las calas sean pequeñas y de difícil acceso, lo que las dota de un especial encanto. Son muchos los turistas extranjeros que recalan en Maro con sus autocaravanas para disfrutar de las aguas transparentes. Merece la pena caminar un trecho y acercarse, entre huertas y bancales, hasta alguna de ellas para disfrutar de un territorio inusual en la Costa del Sol. Nosotros descendemos hasta la Playa de Maro, un tranquilo arenal en el que cuatro o cinco parejas disfrutan del invierno soleado tumbados sobre la arena, paseando, leyendo… Hundimos nuestros pies en el agua, fresca y caminamos un trecho, dejando que el mar nos atrape con sus sensaciones. Para conocer a fondo el Parque Natural de los Acantilados de Maro se pueden contratar los servicios de algunas empresas especializadas en buceo y snorkeling así como en travesías de kayak y piragua por la zona, recomendados por la Oficina de Turismo, anotamos empresas que trabajan durante todo el año, Life Adventure (http://www.lifeadventure.es/) o Actividades Acuáticas Playa de Burriana con la que se puede contactar en los teléfonos 615.974.716 ó 679.942.691. Tras el deleite subimos hacia el centro urbano, donde visitamos el exterior del Ingenio de Maro, una gran fábrica de azúcar (hay hasta cinco en el término municipal de Nerja), construida en el año 1585 y que estuvo en funcionamiento hasta los años sesenta del siglo XIX, cuando un incendio devastó sus instalaciones. Aún se conserva su estructura, paredes y forma con sillares de travertino, arcadas de medio punto o un poderoso contrafuerte. El ingenio se encuentra junto al parking y sobre este la plaza que acoge la iglesia de de Nuestra Señora de las Maravillas. Es un templo sencillo, sobrio, construido en el siglo XVII y restaurada en el XVIII. Con una torre aparejada terminada en cúpula de teja y con una pequeña espadaña al frente. La iglesia se recorta, blanquísima, contra el color azul del cielo. Se respira en Maro un ambiente de tranquilidad inusitada, parece que el tiempo no avanza, que los relojes se han parado. Los hombres charlan buscando el sol templado en los bancos de la plaza, una pareja de extranjeros residentes les saluda con la bolsa de la compra en la mano, un grupo de turistas se sienta en las mesas de una terraza y degusta una cerveza y una tapa. Nos quedaríamos.
Nerja, aparcamiento
Dejamos atrás Maro y nos dirigimos hasta el centro urbano de Nerja por la Nacional 340, desde la que, a nuestra derecha, podemos observar el Acueducto del Águila, una construcción que se elevó al estilo romano para trasladar agua hasta las fábricas de Las Mercedes o San Joaquín. Es una edificación de cuatro pisos superpuestos de arcadas de ladrillo que conforman un total de 37 arcos de medio punto. En la actualidad continúa transportando agua. Una vez en el centro urbano buscamos el parking público Balcón de Europa, es de los más céntricos y la mejor manera de estacionar en Nerja, dado que su centro histórico recupera las maneras de trazado árabe y está compuesto por multitud de calles que se entrecruzan, la mayoría de ellas peatonales. Además, no es especialmente caro y se encuentra muy próximo al ayuntamiento, a la oficina de turismo y al propio Balcón de Europa. Precisamente nos dirigimos a la Oficina de Turismo, donde nos entregan una estimable cantidad de material, nos atienden con paciencia y tranquilidad, o señalan en un mapa los lugares a visitar y los posibles lugares donde comer pescado como pueden ser el restaurante el Chispa, el Pulguilla, el Pacomari o el famoso chiringuito de Ayo (en la playa de Burriana) que se hizo celebérrimo gracias a sus apariciones en la serie dirigida por Antonio Mercero, Verano Azul. Se nos ha echado el mediodía encima, así que elegimos la más próxima de las propuestas, el restaurante Pacomari, situado en la calle Gloria y al que accedemos a través de la Calle Pintada, una de las más populosas y céntricas de Nerja, repleta de comercios, de tiendas de típicos souvenirs, restaurantes, bulliciosa y activa. Grupos de nerjeños y de extranjeros se sientan en sus terrazas. En Nerja hay un elevado número de residentes extranjeros, tan es así que el ayuntamiento celebra la fiesta del Día del Residente Extranjero que se combina con la fiesta del Día del Turista, celebradas en el mes de abril y en el de septiembre respectivamente. Es una hora fronteriza y en la calle se mezclan los recién levantados que degustan cafés y chocolate con churros, los turistas que están comiendo el postre y los malagueños que aún se deleitan con el aperitivo
La comida en el restaurante Pacomari
La oferta de restauración de Nerja es inabarcable, desde los chiringuitos y restaurantes de pescaíto frito, hasta los de comida internacional, comida rápida, pizzerías y hamburgueserías, marisquerías, etc… Llegamos hasta nuestro destino y nos encontramos con una soleada terraza en el corazón del centro urbano de Nerja. No lo pensamos un instante y dejamos que el calor penetre en nuestros huesos. Pedimos un ajoblanco con uvas, una ensalada mixta, unos langostinos al pil pil, una rosada a la plancha, dos cervezas, una botella de agua, dos cafés solos, uno con hielo y otro sin hielo. Total 40’70 euros. El ajoblanco, refrescante, dulce y picante a un tiempo, con el aderezo justo de ajo y almendras está delicioso, así como los generosos langostinos y la rosada a la plancha acompañada de un majaíllo de ajos, aceite y perejil. La ensalada vista incorpora frutas como piña, kiwi o naranja a su compostura. Nos deleitamos con la comida, con el sol, con la terraza.
La ermita de las Angustias, el Parque Verano Azul y la Dorada, la iglesia del Salvador y…
Para después de comer hemos trazado un paseo que es una variante de la ruta azul que se nos propone en uno de los folletos que nos han ofrecido en la Oficina de Turismo. Desde el restaurante iremos a la ermita de las Angustias, después caminaremos hacia el parque Verano Azul dedicado a la serie televisiva dirigida por Antonio Mercero donde se encuentra el barco La Dorada que pilotaba el personaje de Chanquete, regresaremos al centro urbano para visitar la iglesia de San salvador y terminaremos asomados al Balcón de Europa.
Caminamos despacio, tranquilos, por la calle Cruz. El casco Antiguo de Nerja se encuentra activo, cuidado, limpio, con calles adoquinadas, la mayoría de ellas peatonales que se dejan recorrer con parsimonia y suavidad. Disfrutamos de sus terrazas al sol, de las macetas en los balcones, de las flores en los patios interiores, de los zaguanes embaldosados. Pese a ser un centro neurálgico del turismo malagueño, Nerja conserva aún el encanto del pueblo de pescadores que fue. Su tamaño permite ir caminando a todos los monumentos sin mayor problema, a lo que se añade que tampoco tiene cuestas. Llegamos así hasta la ermita de las Angustias. Sorprende el contraste entre el exterior y el interior. Por fuera el templo es sencillo, de una nave y con un portalón previo a la entrada formado por una triple arcada y una espadaña sobre el techado de teja. El interior presenta un imponente altar con una cúpula pintada con un Pentecostés. La ermita está fundada en el año 1720. Una monja nos saluda a nuestra entrada y comentamos con ella el preciosismo de la pequeña capilla. Ella sonríe y se muestra orgullosa de la ermita. Al otro lado de la puerta se escucha ruido de entrechocar de ollas.
Desde la ermita tomamos la avenida Antonio Ferrandis “Chanquete” para llegar al parque Verano Azul. El parque, además de ser una excelente zona de esparcimiento infantil, tiene como mayor interés la loa a esa serie mítica que se emitió en Televisión Española entre el 11 de octubre de 1981 y el 14 de febrero de 1982, con redifusiones posteriores. La trama era sencilla, un grupo de niños y niñas y sus aventuras y vicisitudes en su periodo de verano en la localidad de Nerja, las relaciones entre ellos y con una pintora llamada Julia (interpretada por María Garralón) y un viejo pescador, Chanquete, interpretado por Antonio Ferrandis que vivía en un barco de pesca sobre un cerro bajo. En el parque aparecen los nombres de los personajes como Tito o Piraña, nominando a las callejas del mismo, los título de los capítulos de la serie marcando el parking y como estrella del parque, el varado barco de La Dorada donde tenía su residencia y morada el entrañable Chanquete. Es visita obligada para los que fueron niños y niñas de una generación con un fortísimo componente nostálgico. Sin querer, cuando terminamos la visita aún resuena en nuestra cabeza la tonadilla que precedía la emisión de cada capítulo y que ha servido de banda sonora para muchos veranos azules.
Desde el parque nos introducimos de nuevo en el centro urbano por la calles Jaén y Diputación hasta llegar a la parte trasera de la iglesia de San Salvador. Se encuentra muy próxima al mar y al Balcón de Europa y sirve de marco a una gran plaza rodeada de árboles que la precede. Hay mucho trasiego en sus inmediaciones, la proximidad de la oficina de turismo, del ayuntamiento, de las terrazas de algunos bares y restaurantes, hacen que el templo y sus alrededores permanezcan muy vivos. La iglesia se construyó en 1697, terminándose el campanario en 1724. Es un edificio de estilo barroco dividido en tres naves y es, además una de las pocas construcciones religiosas del mundo en el que se encuentran representaciones de los tres arcángeles, siendo San Miguel el patrono de Nerja.
…el Balcón de Europa
Se cuenta que fue el rey Alfonso XII el que le dio ese nombre, Balcón de Europa, después de visitar la Axarquía malagueña en 1885. Independientemente de la autoría, en la que seguro se aúnan la ficción popular y la historia, esta balaustrada no podría tener un nombre más apropiado. Se sitúa sobre el acantilado que separa las playas de Salón y Calahonda y se enclava sobre una antigua fortaleza defensiva espigada de cañones (de los que aún asoman dos al mar) que resultó derruida por completo bajo el fuego de los barcos ingleses durante la guerra de la Independencia. Un ancho paseo flanqueado de palmeras le precede y tras él, el mar. El sol radiante de este invierno templado hace guiños sobre la superficie del agua. La brisa del mar, los aromas intensos y antiguos que emanan desde el Mediterráneo nos asaltan. Asomarse al Balcón de Europa es asomarse al azul, al gran azul de los fenicios y griegos y romanos y árabes y otomanos y cartagineses que vieron en este Mare Nostrum su natural vía de expansión. Cumple el balcón la literalidad de su nombre, cuelga su balaustrada como último baluarte de Europa, mirando de tú a tú al poderoso continente africano, tan cercano y tan lejano. Grupos de turistas invaden ahora esta balaustrada. Se fotografían con el horizonte espejeando tras de sí. Algunos se asoman, otros le dan la espalda y sonríen, otros se sientan y lo contemplan, el mar, infinitamente azul. Una egregia fgura real nos vigila, otea más allá, hacia occidente, apoya el codo izquierdo sobre la baranda y pierde su mirada en el más allá. Parece sonreir, y nosotros con él.
Despedida
El mar acaricia nuestros pies, la brisa nuestra cara. Más allá de la clina marítima se bosqueja la figura de una embarcación de pesca. Sobre ella un hombre se afana. Pelo cano, barba cerrada. Un grupo de niños festeja y corretea hacia el chiringuito de madera. Una mujer extiende un caballete sobre un acantilado, abre una silla plegable y comienza a pintar, lleva el pelo atado en una coleta. Podría ser aquel Verano Azul, pero es el hoy, el ahora de este invierno de 2011.
Más información y enlaces de interés
Turismo: Para organizar una buena visita a Nerja resulta imprescindible visitar la página web municipal (http://www.nerja.es/), prolífica en información útil y que nos ayudará a planificar nuestro viaje gracias a las tarifas, horarios y teléfonos de los monumentos a visitar y de las empresas turísticas que en la misma aparecen. Merece la pena, del mismo modo, visitar la Oficina de Turismo (952 52 15 31) donde les orientarán para hacer de la visita a Nerja una experiencia más que satisfactoria. Del mismo modo hay una oferta de turismo activo amplísima para aquellos espíritus inquietos que quieran más emociones.
Otros lugares a visitar: Las diferentes rutas que se nos propone desde la oficina de turismo nos pueden llevar a otros lugares que visitar como las diferentes fábricas e ingenios azucareros, auténtico patrimonio histórico-industrial, los diversos puentes para salvar los barrancos que preceden a la osta nerjeña, las torres vigías de las que Nerja posee cinco en su término municipal, los cementerios de Maro y de San Miguel, los diferentes yacimientos arqueológicos… Un sinfín de posibilidades…
Senderismo: Desde Nerja parten diversas rutas senderistas de grados de dificultad diversos y que acercarán al turista activo a algunos de los picos más altos que rodean la localidad y algunos de los enclaves más espectaculares. Una de las rutas más atractivas es la que transcurre por el cauce del río Chillar hasta la presa, caminando entre las profundas gargantas que forma su cuenca en el tramo denominado Los Cachorros y que se llegan a estrechar tanto que es posible tocarlas con ambas manos a un tiempo. La longitud de este itinerario es de 8 kilómetros, pero para su recorrido debe emplearse una jornada por la dificultad añadida de caminar entre agua.
Fiestas: Las celebraciones de la Virgen del Carmen, tanto en Maro como en Nerja, cobran una relevante importancia al ser ambos núcleos marineros. Cada 25 de julio, los barcos salen al mar hasta entrada la noche, procesionando a la virgen y culminando con un espectacular castillo de fuegos artificiales.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de Nerja y la web de la Cueva de Nerja.
Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.
Publicado por Israel Olivera en 0:01 2 comentarios
Etiquetas: Antonio Mercero, Axarquía, Balcón de Europa, Chanquete, Cueva de Nerja, Málaga, Maro, Nerja, Verano Azul