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EL MAPA QUE NOS CONDUCE AL COLOR AZUL DEL CIELO

martes, 29 de marzo de 2011

Han sido 101 municipios desde abril de 2009. 101. Más de 1.000 fotografías, 105.000 viajeros que nos han seguido desde el inicio, cerca de 700 comentarios, opiniones y sugerencias, 6 cuadernos de viajes, 11 lapiceros, muchos kilómetros, 2 cámaras de fotos...

Y además...

La expectación por lo desconocido.
El redescubrimiento de lo ya sabido.
Las sorpresas en forma de lugares. Las promesas de regreso a flor de labios.
Los colores del atardecer y de la mañana.
Tan distintos horizontes de mar límpido y azul y cristalinas crestas de montaña.
El sol y la nieve y la lluvia y la tormenta y las nieblas.
Las campos alfombrados de flores, vides y espigas.
El silencio del viaje.
Las compañías esporádicas.
Nueve comercas que conforman la provincia: Antequera, Axarquía, Guadalteba, Costa del Sol Occidental, Málaga-Costa del Sol, Comarca Nororiental (Nororma), Guadalhorce, Serranía de Ronda, Sierra de las Nieves... Cada una con sus esencias y sus particularidades y su habla y sus gentes y su patrimonio cultural, histórico, artístico y natural...
Y la expereriencia, única de haber recorrido Málaga.

Este es el mapa que refleja nuestro viaje, en cada punto, una historia y un enlace donde leerla.


Ver El Color Azul del Cielo (Un viaje por Malaga) en un mapa más grande

El Color Azul del Cielo no termina aquí, muy pronto habrá nuevas noticias, nuevos viajes, sólo hay que esperar la llegada del mes de abril...

101 MÁLAGA: SUEÑO MEDITERRÁNEO (Segunda Parte)

martes, 22 de marzo de 2011


Proviene de la primera parte,
101 MÁLAGA: Sueño Mediterráneo,
que se puede consultar en el propio enlace


Picasso, el museo

Perfila Picasso con su mirada una nueva visión de Málaga. La Málaga de rostro sesgado, bosquejado a veces, tamizada la normalidad por el cincel de un aliento distinto, diferente, único. Quizá nada sea casual. Quizá los múltiples rostros de Málaga esbozaran en aquel niño que jugaba en la plaza de la Merced la idea de una mirada sin igual, deshilaran en la mente del pintor universal el perfume del salitre, el vuelo raso de las gaviotas, las mujeres y hombres tendidos en los arenales. Quién sabe cuál sería el germen que culminó en el desbocado cubismo. Pero no hay duda de que el Mediterráneo malagueño está siempre presente en la vida de Picasso, ya sea como una ensoñación de la infancia o como un aliento en su adn. Con estas ideas pergeñando en nuestra cabeza guardamos la civilizada cola.
El Museo Picasso ocupa el antiguo Palacio de Buenavista. Paredes blancas, encaladas. Un edificio majestuoso con cierta disposición ascética erigido en el siglo XVI. Todo en Málaga es vanguardia y pasado, y así bajo este templo de modernidad que alberga una de las obras más prolíficas y rompedoras del siglo XX se encuentra un yacimiento arqueológico en el que fenicios, romanos y árabes parecen compartir con Picasso su gusto por la esencia mediterránea en su obra.
Son 155. 155 obras que sirven para trazar un perfecto mapa de la evolución de Pablo Ruiz Picasso como pintor y escultor. 155 obras que avalan la existencia de este museo en Málaga, ciudad natal del artista, y que lo transforman en el más visitado de la provincia. Encontramos libros ilustrados, pintura, dibujo, escultura, cerámica, obra gráfica en un arco temporal que va desde 1890 hasta 1973. Son ellas, las 155 obras, las que cobran protagonismo absoluto. Las paredes blancas permiten la explosión de los colores y las composiciones, percibir los perfiles imposibles, las palomas a punto de iniciar un vuelo imaginario, la volatilidad de sus esculturas.
Nos sumergimos en el onírico mundo del autor, flotando, vagando, mirando al resto de visitantes con una visión nueva. Descomponemos sus rostros y los volvemos a componer en un juego de rompecabezas equívocos. Visitantes de paso que saltan de una obra a otra. Visitantes apasionados, que hablan con certeza de ese o este brochazo. Visitantes descreídos, incapaces de poner en valor lo rompedor de la obra. Visitantes concienzudos, que desmenuzan y se acercan y se alejan y respiran Picasso por los poros. Nosotros saltamos, hablamos, creemos, desmenuzamos. El Museo Picasso requiere tiempo y necesita que el visitante aporte, solo hay que abrir la mente y dejarse llevar.
Toda la información acerca del museo, horarios, tarifas, exposiciones temporales, la colección, orígenes y obras, agenda, noticias, etc… Se pueden encontrar en la página web http://www.museopicassomalaga.org/. Nosotros hemos adquirido la entrada combinada a la Colección Permanente y a la exposición temporal “Kippenberger miró a Picasso" (8 euros por persona. El acceso a la colección permanente es de 6 euros y la exposición temporal de 4,50 euros). Como recomendación aparte de esta visita y afrontando un gasto generoso pero muy bien empleado, recomendamos desayunar un día en la cafetería del museo, en el patio, agua y piedra. Una auténtica gozada antes de que el recinto termine de desperezarse, cuando las obras aún parece palpitar y quitarse el sueño para vencer el amanecer.

Desde la Plaza de la Merced hasta el Museo de de Arte Flamenco Peña Juan Breva pasando por la Casa Natal de Picasso

Desde el Museo Picasso abordamos de nuevo la calle Granada, cruzamos por delante de la puerta de El Pimpi, que tantas satisfacciones nos ha ofrecido hace apenas un rato y continuamos el paseo por esta vía siempre bulliciosa hasta llegar a la plaza de la Merced. Si la calle Larios era la arteria principal de Málaga, la que nos conducía a su corazón, la plaza de la Merced es el epicentro de un terremoto. Lugar habitual de reunión de los más jóvenes al terciar la llegada de la noche y de turistas, familias tempraneras y palomas en las horas del mediodía tardío. En el centro de la plaza se yergue hacia el cielo el monumento al general Torrijos, uno de esos raros hombres comprometidos con el ideal y la libertad por encima de todas las cosas, afán que le causó la muerte violenta y cuya historia completa se puede leer en este enlace.
Asomada a la propia plaza de la Merced se asienta la Fundación Picasso y que incluye en su haber el Museo Casa Natal del artista. Entramos (2 euros). En la página web de la Fundación Picasso encontramos toda la información de sus objetivos, publicaciones y actividades. El precio de la entrada incluye una audioguía en la que se explica con detalle los orígenes del que fuera niño Pablo, su familia y sus primeros pasos en Málaga. Curiosa visita por saberse en el lugar en el que nació uno de los grandes genios creativos del siglo XX. Participamos así de un fragmento más de su vida y entendemos cómo se forjó su mirada desde estos balcones y en esta misma plaza. Para los más interesados en la vida del pintor, se puede descargar en la web de Málaga Turismo una ruta específica que abarca la visita a 13 puntos de influencia en la vida del artista, la Málaga Picassiana. Desde la Fundación Picasso hasta la Plaza de Toros de la Malagueta pasando por la iglesia de Santiago, el antiguo Museo Municipal o la antigua Escuela de Bellas Artes.
Desde la Casa Natal avanzamos en nuestro camino de descubrimiento de Málaga para afianzar nuestros pies en la portada del Teatro Cervantes. Destaca el color gris de sus paredes frente a las nubes azules que se imprimen sobre el lienzo del horizonte. El Teatro Cervantes es un edificio construido en 1870 y su interior recoge durante todo el año una completa programación musical y teatral que eclosiona de manera definitiva durante la celebración del Festival de Cine Español de Málaga, siendo sede principal del festival y lugar donde se realizan las ceremonias de inauguración y clausura. En la página web http://www.festivaldemalaga.com/ se pueden encontrar todas las referencias acerca de este evento que genera mayor expectativa con cada edición y que añade más vitalidad durante unos días de marzo y abril a una ciudad ya de por sí inmensamente vital. Junto al Teatro Cervantes participan en el festival también el Teatro Echegaray y el Cine Albéniz. Resistimos la tentación de tomarnos un buen café en una de las terrazas que se encuentran en la plaza de entrada al teatro. Desde la calle Carcer conectamos con la calle Álamos y tomamos dirección a la plaza de la Merced. En nuestro tránsito accedemos al Museo de Arte Flamenco Juan Breva, situado en la calle Ramón Franquelo 4. El edificio se comparte entre la Peña Juan Breva y el museo, siendo éste una consecución directa de la primera. Precisamente el museo se inauguró en 2008, año en el que la peña cumplía 50 años de existencia. En su interior alberga 5.000 piezas, entre las que destacan 2.500 discos, formando una de las colecciones más importantes de España, además se pueden contemplar 40 guitarras (de hasta 2 siglos de antigüedad alguna de ellas), mantones de manila, aparatos fonográficos, batas de cola, etc… Sin duda, un museo de visita obligada para los flamencos y que puede resultar muy curioso para el público en general.
Llegamos de nuevo hasta la plaza de la Merced y aquí terminamos la primera jornada de nuestro viaje.

Algunas pistas

Intercambiamos opiniones, repasamos algunas notas y apuntes, leemos dos o tres folletos de los que nos hemos traido con nosotros y nos percatamos de la certeza de que ha sido una jornada intensa y que las ideas, reflexiones, emociones y sensaciones que nos ha traído el día aún viven frescas en nuestra memoria reciente.
Sirvan como pistas algunas calles, plazas y lugares donde poder cenar, comer, tapear o tomar una copa. El Centro Histórico de Málaga es un hervidero de gente los fines de semana. La confluencia de la calle Larios y la calle Granada con todas sus derivaciones ofrece mil posibilidades para el ocio y la gastronomía nocturnas. Escribimos aquí algunas pistas próximas o derivadas de estas dos calles y que reúnen ambientes de distinto tipo. A tener en cuenta las inmediaciones del Cine Albéniz, punto de reunión de terrazas para cafés por la tarde y copas largas entrada la noche. Sentarse en uno de sus sillones a una de sus mesas y poder contemplar la Alcazaba y el Teatro Romano es todo un privilegio. La plaza Uncibay posee distintos bares, restaurantes y cafeterías. La plaza del Carbón y la plaza del Siglo, la plaza Jerónimo Cuervo frente al Teatro Cervantes, la calle Méndez Núñez, etc, etc, etc. Todo a pie, distantes unos espacio y otros a diez minutos. Cocina internacional, tapeo, cocina mediterránea y cocina de vanguardia, comida rápida, pescaíto… Gustos y colores para todos los paladares.
Un café en una terraza, una cena en un restaurante moderno y dos pintas de cerveza negra más tarde, decidimos ir a dormir. Hemos reservado una habitación en un céntrico hotel a un precio más que razonable, todo es cuestión de mirar las distintas tarifas y ofertas en los múltiples y variados establecimientos hosteleros.

El Teatro Romano

Hoy vamos a visitar la Málaga más antigua. El Teatro Romano, la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro por la mañana, para terminar nuestra visita con una comida en el Palo.
El Teatro Romano tiene uno de los centros de interpretación más modernos que hemos visitado. Es de entrada gratuita y la visita comienza con una proyección multimedia a tres pantallas, para dejar paso a unas vitrinas que se encienden con el paso de los visitantes para volverse a apagar y cuenta con unos paneles táctiles donde la información elegida por el visitante aparece y desaparece con cada toque. Moderno y muy enriquecedor. El contraste entre el centro y el teatro es brutal y, precisamente por eso, lo disfrutamos más. Pasamos de las más modernas tecnologías del siglo XXI a las más modernas tecnologías del siglo I a.C. El Teatro Romano de Málaga es una construcción que corresponde a la importancia de la ciudad en la época. Se asienta sobre la ladera de una colina a la sombra de la Alcazaba y fue utilizado de manera activa y con su propósito original hasta el siglo III d.C, es decir, durante casi cuatrocientos años. A la llegada de los árabes el teatro se hallaba casi abandonado y se utilizaron parte de sus piedras para la reestructuración de la Alcazaba, así no es raro encontrar elementos de algún chapitel y fustes romanos en el interior de una construcción netamente árabe. Paseamos por su escenario y alabamos el proceso de reconstrucción que se ha seguido en el que el visitante puede sentirse partícipe sin dañar la obra original. Pensamos en las tragedias griegas que aquí se habrán representado, en las comedias romanas y resuenan los ecos de las voces de los actores reviviendo entre las bancadas de piedra.
La salida del Teatro Romano nos conduce a la entrada de la Alcazaba casi como por un sortilegio.

La Alcazaba, sueño árabe

Nos gusta. Desde la primera vez que la visitamos hace algunos años nos gusta. Sus callejas empedradas, sus vistas sobre el puerto de Málaga y sobre los tejados de la ciudad, su recorrido delicado, sus perfumes de azahar, su mirada directa al Mediterráneo.
Las entradas son múltiples y variadas y como vamos a visitar el castillo de Gibralfaro también, aquí se pueden sacar entradas combinadas para los dos monumentos, siempre con la prudencia evidente de no extraviarlas. Nos cuestan 6,90 euros para dos personas. Es recomendable llevar suelto, puesto que los tickets se deben extraer de unas máquinas expendedoras.
La Alcazaba combina en su esencia la delicadeza de un palacio y la rectitud de una fortaleza defensiva. Es en esa combinación donde radica su especial esplendor. Cuando se transita por sus almenas y se contempla la ciudad y el mar se entiende y comprende a la perfección la importancia de esta edificación desde allende los tiempos. Controla desde un promontorio junto al mar la bahía natural que forma el puerto de Málaga.
Fue edificada en el siglo XI y permaneció en pie y en manos musulmanas hasta la conquista de Málaga por las tropas cristianas en el siglo XV. Dos murallas con puertas acodadas forman el recinto principal. La inferior y de más vigor constructivo rodea por completo el edificio superior que alberga los palacio de los gobernantes. Paseamos, paseamos, paseamos.
Recreamos con nuestra imaginación la vida de antaño, los enseres que se muestran en las vitrinas, el murmullo del agua recorriendo las canalizaciones, las pinturas policromadas de sus arcos nos ayudan en la tarea. Observamos velos y túnicas y turbantes tras las esquinas, reinas moras, emires y gobernantes que miran las tierras de África desde la Torre del Homenaje. Nos sentamos un instante en sus jardines, cerramos los ojos, nos dejamos abrazar por el frescor de la mañana, por los perfumes violentos de las flores, por el arrullo de los caños de agua. Los visitantes vienen y van ante nuestros ojos, hablan idiomas distintos, acentos pronunciados y pensamos en el babel que tuvo que ser el puerto malagueño en el tiempo de los emires…
La Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro están comunicados por la Coracha, una calle ascendente entre dos lienzos de muralla imponentes. No se puede acceder a ella, así que para subir a Gibralfaro existen tres opciones. Caminando por la muralla exterior, en autobús (los horarios y paradas se indican en la entrada a la Alcazaba) o en coche. Si se toma la primera opción es aconsejable descender hasta la calle por el ascensor que hay en los palacios, ya que nos permite acortar un tramo antes de afrontar la subida hacia el castillo.

El Castillo de Gibralfaro, la fortaleza de Málaga

Son 20 minutos andando de manera ascendente y con un buen porcentaje de desnivel. El paseo, si se está en una mediana buena forma o si se hace con tranquilidad merece la pena, porque la ciudad de Málaga, la plaza de Toros de la Malagueta y los barrios de Pedregalejo, Limonar y el Palo van apareciendo poco a poco ante nuestros ojos). Llegamos algo cansados, pero con el cielo azul de Málaga anidando en nuestros ojos. Entramos.
La historia, como siempre, resulta evocadora. Los la etimología de las palabras, los topónimos. Gibralfaro se cree que proviene de la conjunción de dos vocablos uno árabe y otro griego. El primero de ellos Yabal, que podría traducirse como monte. El segundo, Faruh, que se traduce como faro, Su combinación Yabal-Faruh y su combinada evolución posterior llega a transformarse en Gibralfaro. El nombre indica también su más que probable origen fenicio-púnico como atalaya costera. El castillo de Gibralfaro se construyó en tiempos de Yusuf I, en el siglo XIV y probablemente se ideó como defensa natural de la Alcazaba contra los ataques por mar y por tierra con piezas de artillería.
Decir esto, describir el contexto en el que se construyó la fortaleza, sus razones y motivos pierden relevancia ante el paisaje que se abre ante nosotros. La vega del Guadalhorce se adentra en la provincia con sus inmensos campos de hortalizas y frutales. Málaga, Malaka, se rinde a nuestros pies, enseñándonos, casi a vista de pájaro alguno de sus secretos. Desde este otero podemos contemplar la catedral inacabada, el edificio del Museo Picasso, el torreón de la iglesia de los Martires y el de San juan, las barridas y nuevas urbanizaciones que se alejan del mar, el estadio de fútbol de La Rosalada (sede del Málaga Club de Fútbol), los bosques de pinos que abrigan el castillo, la alcazaba y sus palacios, las murallas, el puerto con sus insectos de acero con forma de grúas, la plaza de toros de la Malagueta, la extensión de Málaga hacia el este con El Palo al fondo, hacia el oeste y su conexión con Torremolinos, las estribaciones de las montañas…. Y el cielo azul… De ese color único y especial que luce sobre Málaga, que es común y distinto a los 101 municipios que componen la provincia, que no es agua ni es nube, que ofrece sol bravío en verano y una lánguida pereza en otoño, que regala días de playa en invierno y el revivir de los colores en la primavera…
Las murallas del castillo se pueden recorrer de forma perimetral. Hay tramos de escaleras bastante altos, pero se nos permite acceder a todos los baluartes defensivos, contemplar desde arriba el pasillo comunicante de la coracha o jugar a las guerras disparando ficticios cañones desde las troneras…
En el interior del recinto hay un centro de interpretación con algunas piezas auténticas y otras reproducciones que ponen en valor el relieve histórico de la fortaleza y de la ciudad de Málaga. Los fusiles, sables y trajes pueden hacer volar la imaginación de los niños.
Reina el sol en lo alto, llega el mediodía tardío, es tiempo de pensar en nuestro próximo objetivo: almorzar en la playa.

El Palo

Recogemos el coche en el parking en el que lo hemos estacionado y nos encaminamos en dirección al barrio de El Palo, lo que nos permite recorrer la costa de la capital y disfrutar del perfume de las primeras brasas para los espetos, del salitre intenso, de la ola recalada sobre la arena. Pasamos frente a los Baños del Carmen, un antiguo balneario construido en 1920 y que aocgió a las clases adineradas y burguesía malagueña. Ahora vive de su pasado, con un toque decadente que lo hace profundamente irresistible y lo convierte en uno de los mejores lugares de la capital para disfrutar de un café acompañado por la puesta de sol. Seguimos camino adelante hasta llegar al barrio de El Palo.
Huele a mar de manera instantánea, inmediata, como si fuere impreso en el adn esencial de la brisa. Se mece su vida al compás de las olas, del murmullo del mar, del vaivén delicado o recio del Mediterráneo.
Pasean las gentes por su paseo marítimo y se confunden turistas, visitantes y locales en una combinación única. Pasean las gentes en patines y en bicicleta, a paso ligero y a paso cansino, con el estupor en los ojos o la mirada azul del que todas las mañanas lo primero que ve es el mar. Y huelen las brasas preparadas para recibir la sardinas espetadas. Y son los espeteros los que las aventan con mimo y sabiduría centenaria. Al mar por el mar, por el aroma, por el gusto. Y los personajes que pueblan estos pagos. Como el marinero recio y enjuto, quemado mil veces por el sol, barbudo, que juega, silencioso al ajedrez con una caballero encorbatado. O la mujer mayor que pasea a su perro minúsculo ataviado con una traje de leopardo (el perro) mientras ella luce vestido de flores, mandil de flores, diadema de flores y unas bambas Nike con cámara de aire. Y todo salpicado por el reclamo de los restaurantes que pueblan el barrio y que ofrecen en sus cartas todos los pescados, todos los arroces, todas las combinaciones entre ambos, todo el mar Mediterráneo encerrado entre pucheros. Pero la elección la tenemos hecha. Es un clásico sin remedio ni intención de dejar de serlo y en una visita a Málaga es imprescindible descubrirlo, vivirlo o padecerlo al menos una vez: El Tintero.

Comida en El Tintero ¡¡Y yo cobreo!!

Aún sorprende, incluso habiéndolo visitado en un par de ocasiones. El griterío de los camareros “Concha fina, fina, fina, de verdad”, “En vinagre, llevo los boquerones en vinagre” “Cigalita plancha, digo, cigala plancha”, etc… Y así una retahíla simpar que comienza y no para. Los camareros se pasean entre las mesas gritando la mercancía que en ese momento llevan en la mano. El comensal levanta el brazo y el camarero se lo trae a la mesa. No hay carta en el sentido tradicional ni servicio en el sentido tradicional, es lo que se llama subasta de pescado. Los platos no se retiran de la mesa hasta el final, se acumulan sobre ella, son de tamaños y formas distinto y ahí se encuentra uno de los secretos del famoso ¡¡Y yo cobro!! ¡¡No me quieren ver, pero yo corno!! Se hace una llamado, el cobrador aparecem, cuenta los platos, las bebidas y con un bolígrafo escribe el importe sobre el mantel de papel de la mesa. Eso es el Tintero, pero hay que vivirlo. Es un espectáculo, siempre a rebosar, no existe el concepto de reserva… Y cuanta más gente, más lío, más griterío, más bulla… Abstenerse todos aquellos que esperen un lugar tranquilo y reposado al borde del mar. Hay que disfrutarlo sin complejos, levantar la mano sin contemplaciones para hacer un llamado al camarero que grita, por ejemplo ¡¡Calamar plancha llevo, oiga, calamar plancha!! Dos consejos: primero, en época alta de turismo ir pronto a comer (sobre la una o una y media), más tarde será difícil conseguir mesa, aunque se libran y se ocupan de manera permanente; segundo, no enloquecer pidiendo lo primero que se saque, tomarse su tiempo, esperar el plato del antojo personal o el que suene bien, hay para todos y con garantía de que el pescado es siempre completamente fresco. Pedimos agua y cerveza para beber y una retahíla de platos que incluyen arroz, gambas plancha, calamar plancha, almejas, adobo, peregrinas… El total de tanto dispendio en la cuenta se puede ver en una de la sfotografías. Tras la comida grabamos una secuencia mínima de la vida en El Tintero que se puede ver en el siguiente vídeo:





Despedida

La despedida de Málaga nos llena el corazón de emociones, colores, sabores, esencias, nombres, historias mínimas e historias mayúsculas, de pueblos y gentes, artistas, calles y plazuelas, edificios notables, paseos lentos, atardeceres de fuego, anochecidas alegres, amaneceres de postal, poemas y poetas, tapas, pintores y romanos, cofradías y turistas, museos, ríos ya renales, personajes, miradas, devociones y placeres, religiones, rectitud y parranda, soledad y bulla, calle Larios, teatros, almenas… Todo ellos lo agitamos, lo mezclamos hasta obtener un color único y especia, distinto e inigualable, el color del cielo de Málaga, el color azul del cielo, el color azul de su cielo.

Otras informaciones y enlaces de interés

La intención de esta visita: Hemos intentado hacer el recorrido más completo posible de la ciudad con puntos de interés dirigidos a un público general y que incluyen, creemos, los indispensables de Málaga y algo más. Nos hemos dejados llevar por buenas recomendaciones de profesionales y amigos, por la intuición y por la experiencia propia de la ciudad. Este reportaje en dos partes sólo pretende ser un boceto porque lo mejor, sin duda, es descubrir la Málaga que cada uno desee, quiera o necesite. La oferta de esta ciudad es tal que seguro, todos encontrarán su sitio como nosotros hemos encontrado el nuestro. Disfrutadla y vividla, en sus calles está parte de un sueño mediterráneo.
Los 23 museos: Málaga posee 23 museos de toda corte e índole, en el siguiente enlace se puede descargar un archivo pdf donde aparece la ubicación y descripción somera de cada uno de ellos. Museos de música, de casas de muñecas, de vidrio, de automóviles, un sinfín… Málaga Ciudad de Museos.
Las fiestas: Creemos que son cuatro los eventos sobre los que pivota la actividad festiva/cultural en Málaga. La Semana Santa, las fiestas de la Virgen del Carmen con su procesión marinera, la Feria de agosto y el Festival de Cine Español. A todos ellos los referenciamos con su correspondiente enlace.
Consejos: Para una visita completa, consultar a los técnicos del Patronato de Turismo de la Costa del Sol a a través del Contact Center o los técnicos de las diferentes oficinas de turismo. Una visita planificada, conociendo horarios, itinerarios y precios hará de la visita un recorrido o estancia más agradable.
Enlaces de interés: Además de todos los referenciados en las dos partes de este reportaje, tomamos como camino indispensable dos: la web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web Turismo Málaga. En ellas encontrarán toda la información necesaria para una perfecta planificación de la visita.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

101 MÁLAGA: SUEÑO MEDITERRÁNEO (Primera Parte)

martes, 15 de marzo de 2011

Parpadean las luces de la calle Larios, titilan y alumbran y enmudecen y pintan y decoran y bosquejan la ciudad. Calle Larios, que parece marcar la senda desde el mar hacia el interior de la ciudad, que permite que el sabor de la sal, del Mediterráneo, del Mare Nostrum se cuele en el corazón de una capital siempre viva, de una ciudad que se despereza tarde y que se acuesta más tarde aún. Calle Larios, calle Marqués de Larios, arteria principal, fundacional, que parece dirigir con su pálpito las emociones de la capital, emociones que ya intuyeron los fenicios y los romanos y los árabes y los cristianos y los franceses y los burgueses y los turistas del siglo XX. La calle Larios es una calle de reposos y urgencias y, desde ella, se abre Málaga. Se abre la ciudad como una flor que muestra sus encantos a todos los visitantes y que muestra sus secretos a los viajeros que deseen descubrirlos. Málaga, que resume las esencias de la provincia entre sus calles. Málaga que es beata y bullanguera, artística y artesana, pícara y honesta. Málaga asomada al mar, inevitable, que perfuma sus calles con el salitre, que acompasa sus horas de siesta con el graznido de las gaviotas. Mar por el que recibió a los fenicios en el siglo VII a.C., que compuso salazones con los productos extraídos de su corazón más íntimo y azul para el imperio romano, que permitió que el mundo la descubriera a través de su puerto. Málaga de Semana Santa y catedral inacabada, de pescaíto y espeto, de Picasso y de biznagas, de azahar y jazmín, de mártires y cenacheros, de tapeo y de paseo, de alcazaba y de convento… Málaga para vivirla. Malaka, Málaga.

La preparación del viaje, de la visita, de la experiencia

Tiene Málaga tantos rostros como el viajero desee, se adapta su patrimonio cultural, histórico, sociológico, gastronómico y artístico a prácticamente todos los gustos y experiencias. De este modo se abren ante nosotros un sinfín de posibilidades que vamos a tratar de condensar, de aglutinar y desgranar. Para realizar una visita lo más completa posible se requiere tiempo. Tiempo para visitar, pero también tiempo para dejarse llevar. Málaga es una ciudad de rica historia, pero también profundamente dionisiaca. Gusta de mostrar sus placeres en forma de atardecer, de paseos largos al borde del mar, de templos culinarios, de perfumes de jazmín y de azahar, de patios típicos, de gastronomía popular, forma parte de su idiosincrasia, de su esencia, y eso no se puede olvidar en su recorrido.
En la página web http://www.malagaturismo.com/ encontramos muchas pistas y posibilidades para organizar nuestro viaje. Rutas, agenda, descripciones de monumentos, teléfonos de interés, guías de hoteles, guías de la provincia, etc.
Para los viajeros urgentes, con poco tiempo y que deseen realizar una visita a los principales monumentos de la ciudad, Málaga Turismo ofrece una visita guiada al precio de 5 euros que incluye un recorrido exterior del Centro Histórico, y en la que se visitará (sin entrar en los monumentos) la Catedral, el Museo Picasso, el Teatro Romano, la Alcazaba, la Casa Natal de Picasso y la iglesia de Santiago para terminar con una copa de vino dulce en la bodega El Pimpi. La visita tiene una duración aproximada de 90 minutos, se realiza en español y en inglés. Si se requiriera en francés, alemán o italiano, habría que solicitarlo previamente en el teléfono 669.127.457.
Para los viajeros que quieran hacer un tour a su acomodo y gusto. En la misma web se pueden descargar hasta 8 rutas en formato pdf. Rutas señalizadas en un plano callejero muy útil y que son: Málaga monumental, Málaga botánica, Málaga romántica, Málaga sacra, Ruta de la piedra y el agua, Málaga tradicional, Málaga contemporánea y Málaga picassiana.
Para aquellas viajeros que deseen un poco de todo con tiempo, también se puede descargar un callejero de la ciudad donde se indica el posicionamiento de los monumentos más relevantes y hacer un trazado de la visita a su gusto y según sus intereses.
Aún con todo, el viaje, previamente informados y documentados, es aconsejable iniciarlo en la Oficina de Turismo de la plaza de la Marina, situada en la entrada de la calle Larios, hay otras repartidas por la ciudad, pero esta es la principal. Allí nos orientarán sobre horarios (casi todos los monumentos abren de manera ininterrumpida, pero hay algunos que no, y eso a la hora de planificar la visita es imprescindible), precios, etc. En la gran mayoría de monumentos y museos hay que pagar por entrar, tarifas que van desde 1 euro hasta 8, así que para evitar congestiones y hacer demasiada cola, es aconsejable llevar dinero suelto. Con la entrada a los monumentos se sufraga su conservación, la gran mayoría de las veces están bien empleados, ya que en el interior de los mismos siempre hay guías dispuestos a explicar, contar o solventar alguna duda surgida en la visita.
Para realizar nuestra visita a Málaga, hemos decidido emplear dos días. En el primero realizaremos una visita al Centro Histórico, con sus monumentos y museos, y en el segundo una visita al Teatro Romano, la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro y los barrios marinos y pesqueros de Pedregalejo y el Palo. Las opciones que ofrece Málaga para pernoctar son infinitas y de tantos precios como turistas. Nosotros optamos por un alojamiento en el centro, para dejar el coche estacionado en uno de los varios parking públicos y olvidarnos de él. Muchos establecimientos tienen convenios con los estacionamientos públicos y al pasar la noche en uno de ellos ofrecen buenos descuentos, es interesante preguntarlo antes de decidirse por uno otro.
Nos hacemos con una buena cantidad de folletos, diseñamos el trazado definitivo de nuestra ruta que incluye Picasso, la burguesía del XIX, varias iglesias y museos, la Catedral, Lorca, el Pimpi, una parada técnica/homenaje en el Pimpi…

Desde la plaza de la Marina hasta el Museo de las Artes Populares, pasando por la Casa de Guardia y el mercado de Atarazanas

Iniciamos nuestros recorrido en la plaza de la Marina, que recoge el rumor del tráfago portuario a su espalda y se abre a la ciudad en tres direcciones. Hacia el este se encuentra el paseo del Parque, hacia el norte la calle Larios y hacia el oeste la Alameda. Seguimos este rumbo. Caminamos bajo los árboles, contemplando el ir y venir de los coches, los turistas, los malagueños, todo en un totum revolutum que hace de esta ciudad lo que es. Nuestra idea es llegar hasta el mercado de Atarazanas, sin duda uno de los centros neurálgicos de las mañanas malagueñas, donde el tráfago de gentes y mercancías es constante. Pero antes, en el número 18 de la Alameda, nos encontramos con uno de los templos de Málaga, la Antigua Casa de Guardia. Un monumento a la taberna tradicional, a la cantina de barrica y vino dulce, al tiento del caldo terreno. Barra de madera, productos frescos, la luz entrando con timidez en su interior. En su página web (http://www.antiguacasadeguardia.net/) incluyen toda la información necesaria para poder disfrutar del bar antes incluso de recalar en él. Decir, como nota, que está fundado en el año 1840, que permanece inalterable desde entonces y que está considerada como la bodega más antigua de la capital. Anotamos horarios. La Bodega aún legañosa, está despertando.
Continuamos el camino por la Alameda hasta encontrar la desviación (indicada) hacia el Mercado de Atarazanas. Nos encanta. Los mercados tienen ese algo especial que marca el pulso de la ciudad con sus horarios, con su algarabía, con sus productos. El de Atarazanas se edificó en el siglo XIX y su arquitecto, Joaquín de Rucoba dejó intacta la fachada mudéjar labrada en mármol. Entramos y en la luz tan particular que tienen los mercados nos sumergimos. Productos mil, frescos, los pescados aún cabecean y se mueven. Compras, soniquetes, llamadas. Malagueños con urgencias y turistas con la boca abierta. Palpita el mercado de Atarazanas y su vidriera transmite una gama de colorido imposible. Transitamos por sus puestos de pescado, de encurtidos, de carnes y verduras… Por su olor particular. El nombre del mercado proviene de la ocupación del antiguo edificio que aquí se ubicaba, una atarazana, que venía a ser un taller o un lugar de fabricación.
Con el perfume inconfundible del mercado aún en la nariz continuamos nuestra visita, para llegar hasta otro templo malagueño del comercio. Continuamos por la calle Atarazanas hasta Puerta del Mar y de ahí hasta la plaza Félix Saénz. Precisamente aquí se encuentra el edificio con los almacenes del mismo nombre. En marzo de 2011 se encuentra en pleno proceso de rehabilitación, pero es, sin duda un edificio majestuoso. Y es que en la visita al Centro Histórico hay que mirar hacia arriba. Son numerosas las construcciones destacadas, con las galerías abalconadas acabadas en madera blanca, con balcones cerrados y con visillos, con las persianas de listones enrolladas y los balcones de forja negra. El siglo XIX y principios del XX fue el periodo de la eclosión económica de la capital malagueña, su centro, punto de reunión de la burguesía creció al florecimiento de la industria y del comercio. Los potentados burgueses construyeron aquí sus tiendas, sus casas, sus lugares de encuentro. En la actualidad Málaga desprende aún ese encanto rococó, neobarroco y decadente de aquella época. Muchos edificios se encuentran restaurados y en nuestra visita no podemos dejar de mirar hacia arriba. El de los Almacenes Félix Sáenz corresponde a la corriente modernista, elevado entre los años 1912 y 1914 por Guerrero Stracham. En su interior albergó hasta hace relativamente poco tiempo (la empresa cerró en 2007) los almacenes del mismo nombre, uno de los primeros centros comerciales de la capital, abrió sus puertas en el año 1886 y llegó a tener 300 trabajadores.
Continuamos el paseo por el centro a la búsqueda del río Guadalmedina, a su vera, en el pasillo de Santa Isabel se encuentra el Museo de las Artes y Costumbres Populares. Ocupa un antiguo edificio del siglo XVII llamado mesón de la Victoria. Es completísimo. El repaso por el pasado reciente es casi abrumador, desde los detalles más insignificantes de la vida cotidiana hasta un antiguo coche de bomberos forman parte del patrimonio del museo. Se encuentra dividido en 19 salas y en todas ellas se explica con piezas inigualables y auténticas los trasiegos de los malagueños y malagueñas con el devenir de los años. Detallar un sillón de partera del siglo XVI, una traíña aún utilizada en el siglo XX, los aperos de labranza para la recolección y la siega en el campo, la recreación casi perfecta del interior de una casa burguesa. Resulta fascinante comprobar cómo han cambiado las tradiciones en apenas cincuenta o sesenta años, la evolución de los útiles cotidianos. La entrada al museo cuesta dos euros por persona. Sentimos el sabor de lo añejo en el paladar. La recuperación de las artes populares en forma de patrimonio etnográfico es impagable y en el museo se le da la relevancia que debe tener.

Desde el Museo de las Artes Populares hasta la Catedral (sin entrar aún)

Caminamos por el pasillo de Sta. Isabel hasta tomar la calle Carretería que nos conduce desde la ribera del río, de nuevo al interior del centro de la ciudad. En nuestro caminar nos topamos con una par de comercios curiosos, erigidos en altar de la venta de imágenes religiosas, santos, escapularios, figuras del Belén, etc… Continuamos el camino, mirando hacia arriba, descubriendo siempre algún edificio que merece la pena ser visto. Más comercios curiosos, populares, tradicionales. Llegamos hasta la entrada a la calle Biedmas, donde se encuentra ubicado el Museo del Vino, en una plaza cuyo nombre le va que ni pintado, la plaza de los Viñeros. El museo ocupa el rehabilitado Palacio de Biedmas, de estilo barroco y erigido en el siglo XVIII y pretende ser un recorrido por todas las etapas de elaboración del vino, además de una muestra de los caldos propiamente malagueños. En su página web (http://www.museovinomalaga.com/) se puede acceder a toda la información, que incluye clases de cata, litografías, tienda, etc. El museo albergará además la sede del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen “Málaga”, “Sierras de Málaga” y “Pasas de Málaga”. La entrada cuesta 5 euros y en la misma se incluye una cata de dos vinos con Denominación de Origen. Tentador.
Salimos a la calle Carretería y nos dirigimos, pasando junto a un lienzo de la muralla medieval, hacia el Museo de la Semana Santa. En la acera derecha se nos direcciona perfectamente hacia el edificio de reciente apertura. Entramos, previo pago de tres euros por persona. Aquellas personas que no hayan vivido la Semana Santa malagueña de cerca e alguna ocasión se sentirán abrumadas. En el interior del espacio expositivo encontramos todos los elementos que la conforman, desde cómo se ordena una cofradía, hasta cómo se talla una imagen, pasando por una muestra del detalle de mantos y coronas e incluso de los inmensos frontales de dos tronos y uno de ellos completos. La Semana Santa trasciende lo religioso o espiritual para transformarse en un evento cultural y social de primer orden en la capital malagueña. En el museo se explica su evolución, su desarrollo, su importancia, sus aspectos más destacados y más curiosos. La majestad de los tronos es inconcebible, así como imaginar su peso imposible. Los profanos entendemos algunas de las claves tras la visita, comprendemos algunos porqués que hasta entonces nos podrían resultar inexplicables, desvelamos algunas incógnitas. Resulta una visita muy instructiva. Además, el museo se ubica en un edificio importante, el antiguo Hospital de San Julián, fundado por la Hermandad de la Santa Caridad, “hija de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla” en 1683 e inaugurado en 2010 para el propósito actual. Su página web (http://www.mssmalaga.es/) ofrece muchos e interesantes datos. El museo huele a incienso a velas prendidas, suenan los ecos de las bandas… Salimos de nuevo a la calle con un fragmento de la semana santa malagueña prendido en la mochila.
Tomamos la calle Ballesteros y desde allí la calle Andrés Pérez, de nuevo a la búsqueda del Centro Histórico. En nuestro camino nos cruzamos con la iglesia de la Divina Providencia y su espigada torre que despunta hacia el cielo entre las estrechas callejas hasta llegar a uno de los principales templos de la capital malagueña, la iglesia de los Mártires. Es un edificio majestuoso, de arquitectura poco convencional, con un diseño exterior fuera de lo común dentro de los cánones habituales. Destaca su revestimiento exterior en ladrillo rojo, vibrante y brillante, su altísima torre campanario que parece querer despegar hacia las alturas. Y el interior es apabullante, recargado, ejemplo claro del horror vacui (miedo al vacío) del barroco. Intenso perfume a inciensos que adensan el aire y la luz tamizada por los cristales de las vidrieras. Las gentes entran y salen, se arrodillan, murmuran una oración en alguna de sus capillas, encienden una vela votiva, se marchan. Los goznes de la puerta chirrían en cada ocasión en la que alguien entra o sale. La iglesia de los Mártires (San Ciriaco y Santa Paula) fue erigida en entre los siglos XV y XVIII, fue fundada tras la conquista de la ciudad por las tropas cristianas, aproximadamente en el año 1491 y consagrada en 1505. Caminamos despacio por su interior, con respeto y reverencia, procurando molestar lo menos posible a los feligreses. Salimos y tomamos la calle Mártires, cruzamos la calle Compañía y la calle Especierías hasta llegar a la iglesia de San Juan, otro de los templos referenciales de Málaga. Es uno de los cuatro templos fundados por los Reyes Católicos tras la conquista y rendición de la ciudad en su camino a Granada. Erigida en los siglos XV y XVII mezcla sin complejos el estilo gótico con el mudéjar. En 1543 se terminó la torre. En 1554 se realizó la primera ampliación. En 1620, la segunda ampliación. Y en 1680 se levantó el pórtico situada en la nave lateral derecha. En la actualidad es uno de los templos, junto con el de los mártires, más visitados por los feligreses, ya que su ubicación en el Centro Histórico permite más fácil acceso.
Desde la iglesia de San Juan accedemos hasta la plaza de la Constitución, cabecera de la Calle Larios, puntal de la vida malagueña, siempre concurrida. Pero antes, queremos acercarnos hasta el edificio de la Sociedad Económica de Amigos del País, una construcción con una historia interesante y que ha albergado en su interior, desde su construcción en 1785, diversas ocupaciones. Montepío de Socorro a los Cosecheros, del Consulado Marítimo y Terrestre, de la Sociedad Económica de Amigos del País y del colegio de Jesuitas. Las informaciones nos cuentan que es un edificio “típico de la arquitectura doméstica del siglo XVIII, con balcones corridos en sus pisos superiores donde se abren huecos regulares y patio central rodeado de galerías voladas”.
La plaza de la Constitución es otro de los centros neurálgicos de la capital malagueña. Por aquí transitan las procesiones de Semana Santa en su tiempo, los jóvenes que se desplazan a la calle Granada y la plaza Uncibay para su recreo personal, los malagueños y malagueñas con sus compras, los turistas guiados, los turistas sin guiar… Si la calle Larios es arteria principal, la plaza de la Constitución es corazón del Centro Histórico.
Desde la plaza, cruzamos el Pasaje de Chinitas en busca de la catedral y el Palacio Episcopal. Pasaje de Chinitas, de significación malagueña y referencia lorquiana. La historia del Café de Chinitas requeriría un reportaje en sí mismo. Decir tan sólo que fue lugar de parranda intelectual, de desorden público, de tertulia literaria y política, de buena escandalera, “a medio camino entre lupanar y escenario galante”, que apunta el Diario Sur. Todo entre finales del siglo XIX y principios del XX (cerró en 1937).
Federico García Lorca lo menta en una de sus obras del siguiente modo:
“En el café de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
“Soy más valiente que tú,
más torero y más gitano”.
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
“Soy más valiente que tú,
más gitano y más torero”.

Dicho queda. Desde aquí, y con el eco de la parranda resonando en los oídos caminamos hacia lugar más trascendental para el espíritu. La Catedral.

La Catedral y el Palacio Episcopal


Con los ecos lorquianos aún resonando como castañuelas en los oídos, nos acercamos a la rotundidad, la majestad de la Catedral, que Málaga, siempre dado a lo bufo y a lo solemne a parte iguales llama con naturalidad “La Manquita”, ya que de sus dos torres proyectadas tan sólo se pudo construir una, y así quedó el templo, manco (manca en esta caso al ser catedral) de una de sus torres. Si la catedral resulta impresionante por su magnitud y hechuras desde fuera, la visita al interior resulta impagable. Pero antes, vamos a visitar el llamado Palacio Episcopal, situado junto a la Catedral, en la plaza del Obispo. Este es un clásico centro de reunión turístico. La sombra de la catedral se proyecta sobre la plaza y bajo su protección son muchos los viajeros que se fotografían y retratan. Otros, toman un tentempié en algunas de las terrazas que ocupan parte de la delimitación. Hay murmullo de gentes, de idiomas diversos, de lenguas distintas y acentos lejanos. Grupos grandes y grupos pequeños siguen a banderas y paraguas con obediencia. Se cuentan aquí las cosas de la Catedral, de sus anécdotas y curiosidades. Mientras el Palacio Episcopal vigila. Es un conjunto de edificios que configuran una gran manzana erigidos entre los siglos XVI y XVII y que albergan en sus fachadas y contenidos diversos estilos destinados a diversas funciones. En la actualidad sus estancias interiores se utilizan como Museo Diocesano y sala de exposiciones. Dejamos atrás el museo y nos preparamos para entrar en la Catedral.
Aguardamos algo de cola y pagamos, religiosamente, 5 euros por persona. El interior del edificio, y pese a conocerlo ya, nos deja de nuevo sin habla. Es, espectacular. Ya los árabes escogieron este mismo emplazamiento para erigir su mezquita-aljama, la mezquita mayor de la ciudad durante los ocho siglos de permanencia árabe en la ciudad. Será a partir de 1528 cuando se inicie la construcción de la Catedral de la Encarnación que se prolongó durante los siglos XVI y XVIII y que resultó inacabada. Más concretamente el remate de la fachada principal y la torre sur, de ahí el sobrenombre, ya mencionado, de La Manquita. La página web de Málaga Turismo nos ofrece alguna explicación más: “De su interior cabe destacar la obra escultórica del coro, con 42 tallas realizadas por Pedro de Mena, y los dos órganos, magníficos instrumentos musicales -cuentan con más de 4.000 tubos-, raros ejemplares del siglo XVIII que aún se conservan en buen uso”. Las palabra, aún se quedan cortas. La altura interior del edificio sobrepasa el sentido de la medida, resulta altísima, más aún cuando nos encontramos bajo su cuerpo central, 41,79 metros de altura. Las columnas colosales sustentan todo el techo y gracias a un doble semicírculo forman un altar mayor único, presidido por una gran cruz de piedra y por cuya parte trasera se puede circular. La luz realiza juegos de tamiz imposible, los colores de las vidrieras pintan de manera caprichosa aquí y allá, obedeciendo a la lógica única del sol y su capricho. Los cuadros que penden de sus paredes también son grandes formatos, enormes, desproporcionados. Los turistas van de uno a otro, hacen amago de sentarse en su coro, caminan de aquí a allá y todos nos sentimos un tanto minúsculos, hormigas hacendosas que tiran fotos (sin flash), atienden a los comentarios, anotan, leen, reposan sobre los bancos de madera, rezan. Nos perdemos en el interior de la Catedral que nos devora sin contemplaciones, disfrutamos con cada detalle, con cada anécdota leída o escuchada, con algunos comentarios sorprendentes. La Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación vive a caballo de dos estilos, el barroco de su exterior y el renacentista de su interior, precisamente está considerada uno de los máximos exponentes de este tipo en Andalucía. En la siguiente referencia web las personas más interesadas podrán encontrar una información exhaustiva y muy detallada del conjunto catedralicio. Resuenan en nuestra cabeza los ecos oídos, entrevelados, en el templo, la luz prodigiosa, el coro delicado, los cuadros imponentes, la música de los órganos silenciosos… Nos asalta, en la calle la luz del sol y cierto pellizco en el estómago.

Parada técnica / homenaje en El Pimpi

Teníamos la intención de visitar en primer lugar el Museo Picasso y, después acercarnos a una de las bodegas más famosas y con más solera de la capital, El Pimpi, pero el tiempo se nos ha echado encima entre perfumes cardenalicios y decidimos variar nuestros planes y dirigirnos nuestros pasos desde la Catedral a la calle Granada a través de la calle San Agustín. La calle Granada es uno de nuestros paseos preferidos de la ciudad, comunica la plaza de la Constitución con la plaza de la Merced y siempre es bulliciosa, de trasiego constante, de un marchar de gentes. Aquí se encuentran algunas tabernas populares como La Campana o El Piyayo, donde tapear y comer bien a gusto, algunos restaurantes de cierto postín como el Mariano en la plaza del Carbón o El Clandestino, muy próximo. También en la calle Granada, en la plaza del Siglo, se encuentra el moderno edificio del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, en cuyas oficinas se gestaron la idea de es blog de viajes que ha recorrido los 101 municipios de la provincia y el nombre de El Color Azul del Cielo. El periódico La Opinión de Málaga también tiene su redacción en esta calle, así como numerosas tiendas y comercios. En cuanto a tabernas, tenemos nuestra querencia personal y se llama Pimpi. Su historia y la de su nombre son estupendas. En el puerto de Málaga, a comienzos del siglo XIX había algunos jóvenes serviciales que ayudaban a las tripulaciones de los grandes barcos y a sus pasajeros a descender a tierra y a descargar sus equipajes, a estos jóvenes y niños se les llamaba “pimpis”. Con el paso del tiempo, los servicios de estos “pimpis” fueron aumentando y se convirtieron en los primeros guías turísticos de la capital, cuya seña de identidad era una bicicleta con la que se trasladaban de un lugar a otro. Un día, más o menos organizados, se hicieron cargo de una bodega que había frente al Teatro Romano, bodega a la que se denominó “El Pimpi” y que desde su creación se convirtió en punto de encuentro indispensable de jóvenes malagueños y de turistas. Ahí quizá radica parte de su encanto, que a la sombra de sus barricas y toneles se cobijan tanto los más puros “boquerones” como los más sonrosados nórdicos o asombrados japoneses todos al amor de la buena comida y la buena bebida. Además entre sus paredes se celebran tertulias, encuentros de poetas, flamencos, escritores y artistas… Antonio Gala, Manuel Alcántara, Lola Flores o Antonio Banderas han firmado en sus barricas. La historia remota del Pimpi que llega hasta 1800, se combina con su historia moderna, que nos reclama hasta el año 1971, cuando se creó el actual local sobre los vestigios (y nombre) del anterior sin mover ni una viga. A nosotros nos gusta por el ambiente auténtico, por sus inmensos y añejos carteles de toros, por el sabor inconfundible de lo tradicional, por el ambiente bullicioso y tranquilo dependiendo de las horas, porque tan pronto se come como que se almuerza o se tapea o se picotea o se cena. Nosotros entramos para hacer una parada técnica y el espíritu del Pimpi la transformó en un auténtico homenaje. En su carta tenemos tablas de ibéricos y quesos, carne a la sal y tortilla “de papas” casera, ligeritos y tostas, rellenitos, ensaladas… Para saber qué es cada uno de estos bocados… hay que descubrirlo in situ. Pedimos 6 cañas, 1 picadillo de tomate, un ligerito serrano (lomo con salsa de pimiento), un ligerito pringá (deliciosa carne de puchero), un ligerito montes (lomo en manteca), un ligerito palomar (chicharrones), un salmorejo (para limpiar) y una tortilla de patata casera. Total, 33,35 euros. Se nos pasa el tiempo de forma veloz, charlamos, comentamos, reímos, pedimos una caña y luego otra, un ligerito más. Miramos las fotos tiradas a lo largo de la mañana, planificamos el tiempo de la tarde, y sobre todo, disfrutamos, recordamos a los amigos y amigas con los que hemos compartido mesa aquí mismo, a los que queremos traer, a los que nos hubiera gustado acercar. Sonreímos y nos pertrechamos. Es hora de visitar a uno de los grandes hijos de Málaga, al menos su obra, el genio Pablo Ruiz Picasso, cuya obra sentimos palpitar al otro lado de los muros de la bodega, tan próximo está el museo que lleva su nombre del dionisos malagueño que es el Pimpi. Salimos.

Desde este enlace se viaja hasta la segunda parte de "101 Málaga: Sueño mediterráneo"