Calles lentas y largas, despacioso pasear. La luz del invierno incide sobre las paredes blancas y crema de las casas. Todo es lánguido y delicado. Algunos almendros explosionan de flores lilas e inmaculadas los campos. Archidona otea su pasado desde lo más alto del Pico del Conjuro. Archidona que sonó como Ascua, como Arx Domina, como Medina Arxiduna en las lenguas antiguas. Archidona que fue refugio y hogar de fenicios y cartagineses, de romanos. Archidona que contempló la coronación del emir Abd al-Rhaman como primero de los reyes independientes de Damasco. Archidona que fue omeya primero y nazarí después. Archidona, de caminar lento, de pasear despacioso y delicado. Archidona, medina Arxiduna, Arx Domina, Ascua. Archidona.
Parecen prolongarse las calles de Archidona en el espacio y en el tiempo. Largas calles, como las arterias auténticas que bombean desde un corazón con forma de plaza Ochavada. Nos impulsa el paseo la tranquilidad, el ambiente de despaciosidad prolongada. Caminamos por sus calles y observamos el remate de sus edificios nobles, de sus casas nobles y solariegas, de los zaguanes embutidos de sombras, de los remates de sus chimeneas y tejados. La forja negra de sus ventanas y balcones se asoma a las calles, insinuando tras sus persianas de madera o de cañas enrolladas y pintadas de verde. Salpican nuestro pasear la historia y los monumentos, las portadas de ermitas e iglesias, de museos y ayuntamientos, de semblantes de antigua y rica historia. Se saborea el pasado de Archidona con cada paso. La ciudad nos lleva y nosotros nos dejamos llevar. Olemos sus perfumes, nos bañamos en el sol esquivo, atendemos a sus monumentos, paseamos y paseamos y paseamos…
Inicio: La plaza Ochavada
Estacionar y caminar. Estas son las dos primeras y mejores recomendaciones. Buscar la plaza Ochavada y hacerse con un plano guía en la oficina de turismo son las dos siguientes. Nos asaltan el porte señorial de muchas de las fachadas, su aspecto serio y recio, bello. Nos dirigimos hacia la plaza Ochavada y tras pasar un arco parece que hemos entrado en otro mundo y época. Corría el año 1780 cuando comenzó la construcción de la plaza. Fue el rey Carlos III (uno de los ideólogos del urbanismo del Madrid moderno) el que impulsó su creación. La crisis del siglo XXI no era ajena en el siglo XVIII y uno de los objetivos de la puesta en pie de la plaza fue, precisamente, paliar una situación de profundo desempleo que reinaba en la comarca. Sus arquitectos fueron los alarifes locales Francisco de Astorga Frías y Antonio González Sevillano y responde al gusto estético del barroco andaluz, tan es así, que se la plaza se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de este estilo en el mundo. Tiene ocho caras, de ahí su nombre, Ochavada, todas ellas diferentes y en sus años de existencia ha cumplido diversas funciones. La plaza ha acogido al vecindario, ha sido mesón, ha sido sede del ayuntamiento yd el Colegio Menor “Fray Martín de León”. Además, la Ochavada ha sido el motor de comercio y mercaderías, punto de reunión vecinal, necesario escenario cultural… Se accede a ella a través de tres arcos que desembocan en otras tantas calles. Se respira aquí aire de majestuosidad. Algunas macetas cuajadas de geranios decoran las balconadas. Requiere un tiempo contemplar sus ocho fachadas, las ocho caras que miran al centro, los ocho rostros. Un grupo de vecinas conversa en mitad de la plaza, ajenas en su charla a la joya que las acoge. Sonreímos. Junto a una de sus arcadas de entrada se sitúa la Oficina de Turismo. Visita obligada, ya que en ella proporcionan cantidad de información útil (como horarios, etc), documentación acerca del patrimonio histórico, cultural y religioso y un plano callejero donde ubicar las principales referencias a visitar. El teléfono de la Oficina Municipal de Turismo es 952.716.479. Con el callejero en la mano, nos marcamos un itinerario aconsejado por la técnica que nos atiende. Dos calles principales que suben y bajan desde la plaza Ochavada hasta el Paseo de la Victoria. Nos ponemos en marcha. Salimos de la plaza a través del segundo de sus arcos, el que se asoma a la calle Salazar.
Hasta la plaza de Santa Ana
Caminamos. Caminamos y comprobamos que en Archidona todo está cuidado hasta el detalle, exquisitamente limpio. Las casas, todas ellas, conservan el aire antiguo gracias a sus uniformes balcones y ventanas de forja negra, además lucen en sus paredes tan solo dos colores, el blanco inmaculado o el crema, beige. Este detalle crea una sensación de cuidada uniformidad que muy lejos de asemejar todos sus rincones, permiten que nos deleitemos con sus diferencias, que apreciemos los elementos que se salen de tono, que reparemos en una chimenea, en un zaguán especialmente bien decorado, en una maceta más rabiosa de color que otra. Paseamos. Caminamos por la larga calle Salazar hasta llegar al antiguo convento de Santo Domingo. Y bien decimos antiguo no porque sea el primero de los conventos erigidos en Archidona (Año 1531), sino porque ha perdido su función eclesiástica para ganar otra bien distinta. El antiguo convento de Santo Domingo es ahora el Hotel-Escuela Convento de Santo Domingo. El edificio ha respetado la estructura externa del antiguo templo y ha modernizado su interior para alojar una escuela en la que se imparten hasta cinco cursos distintos de hostelería. Los clientes pueden disfrutar de su restaurante, de sus alojamientos, de su menú degustación… Para más información, precios y horarios se puede visitar su página web www.hotelescuelaturismoandaluz.com o llamar al teléfono 952.71.70.70.
En una de las paredes a las que se asoma un ángulo del convento vemos una placa que reza lo siguiente: “En esta casa murió Luis Barahona de Soto, uno de los más famosos poetas del mundo, no solo de España. Scripta Legito” Buceamos. El escritor fue también poeta y médico, e incluso guerreó en algunas contiendas contra los moriscos en las Alpujarras granadinas. El poeta vivió entre 1548 y 1595 y dejó escritos algunos versos como “Las lágrimas salidas de los ojos / más bellos, que en su mal vio amor dolientes,/ y de los que siguiendo sus antojos / vagaron por desiertos diferentes, / entre las armas, triunfos y despojos / gloriosos, cantaré, de aquellas gentes / que tras su error, por sendas mil que abrieron, / del fin de Europa, un tiempo, al de Asia fueron”.
Continuamos camino por la calle Santo Domingo, llegamos hasta la Plazuela de los Pollos y tomamos, a la derecha, la calle Carrera.
Apenas a veinte metros de la plazuela cruzamos a través de una estrecha calle (calle Dr. José Aguilar) hasta la plaza de Santa Ana. Se abre ante nosotros un recoleto conjunto d casas que parece vivir de manera paralela a las arterias principales de la localidad. Preside el conjunto, desde uno de los flancos de la plaza, la imponente iglesia de Santa Ana, a la que a su majestuosidad propia hay que sumarle el hecho de que esté edificada sobre un terreno elevando al que hay que acceder a través de una escalinata de piedra gris. Del templo sobresale una curiosa torre campanario con forma triangular. Dice la historia de esta iglesia que con toda probabilidad fue construida encima de una antigua mezquita que en época árabe se encontraría en las afueras de la ciudad de Medina Arxiduna. Gótico flamígero es su estilo con el que se proyectó su construcción en el siglo XVI. En el XIX se añadieron dos naves a la única primigenia. Es una construcción de empaque, cuyo interior está vivo y repleto de esculturas, pinturas e imaginería. No en vano, la parroquia es la sede canónica de las Cofradías de Pasión, la de la Soledad y la de la Humildad. Destaca entre su arquitectura la ya mencionada torre triangular, sin que ninguna explicación arquitectónica o racional justifique su curioso diseño.
La parroquia se asoma a la plaza colmada de casas señoriales, antiguos caserones que aún se conservan en perfecto estado de revista. Unos niños juegan con una pelota, dos mujeres charlan, un hombre desciende la escalinata de piedra y… Escuchamos un chiflido… Una tonada popular y perfectamente reconocible. Fliuuuuuuu-fi-fliuuuuuuuu-fi… Es el soniquete atemporal de un afilador. Le vemos, empujando su bicicleta sobre cuyo sillín descansa un cuerpo de madera que sostiene a su vez un pequeño motor con el que afila las tijeras y cuchillos. No es especialmente mayor y eso nos sorprende. Se cala un sombrero blanco en la cabeza. Sigue su tonada, su soniquete, que es el mismo en todos y cada uno de los lugares… Fliuuuuuuu-fi-fliuuuuuuuu-fi…
Con esta banda sonora salimos de la plaza de nuevo a la calle Carrera a través de calle Don Felipe.
Hasta la iglesia de la Victoria y el Museo Municipal
La arquitectura civil de Archidona nos sigue sorprendiendo a cada paso. Este municipio de historia prolija y antigua ha sabido conservar sus esencias, depositadas en casas solariegas de aspecto más que señorial, en palacetes y entradas de dinteles elaborados, en rejas negras de filigranas imposibles. Caminamos, despacio y a gusto, con lentitud, saboreando.
En el paseo nos encontramos con la ermita del nazareno. Ermita que en cualquier otra localidad recibiría el título de iglesia parroquial, dada su envergadura y majestuosidad. Torre campanario en fábrica de ladrillo, paredes blancas rematadas con el mismo material y un portal con dos grandes columnas que encierran en su parte superior un escudo condal. Anexo a la ermita se encuentran el que fuera antiguo colegio de Escolapios (actual instituto de bachillerato) al que permanece unido por el cordón umbilical de un arco-puente. Nos encandila el espíritu que emana de la población.
Por recordar dos apuntes históricos destacados, ya que de aquellos pagos llegan estas mieses hasta hoy en día. Archidona, siendo aún Medina Arxiduna, vivió varias décadas de esplendor. El emperador Abderramán I fue coronado primer Emir en el año 756. La ciudad fue, hasta el siglo X, capital de la llamada Cora de Rayya, una región que ocupaba, más o menos, la extensión de la Málaga actual. Ya en el siglo XVIII la llegada de los Padres Escolapios marcó un segundo esplendor, ya que dotaron a la ciudad de un importante renacimiento cultural, referente de toda la provincia hasta el siglo XX. Presisamente en las escuelas de los Escolapios a las que antes mencionábamos, estudió durante unos años el padre de la Patria Andaluza, Blas Infante. El paso natural entre Granada y Sevilla donde radica este núcleo de población siempre le ha colocado en una situación privilegiada, donde han llegado los comerciantes de manera permanente durante toda su historia y donde aún hoy continúan llegando. En el siglo XXI Archidona se encuentra en el punto de una Y ya que hacia el suroeste cruza la autopista que une Málaga con Granada y hacia el noreste la que comunica Málaga con Córdoba, Sevilla y Antequera. Archidona todo lo ve desde lo más elevado de su Pico del Conjuro. Continuamos nuestro paseo hasta llegar a la iglesia de la Victoria. Monumento destacado erigido en 1555 como un convento de Frailes Mínimos y del que sólo queda la fachada original. Destacan en su fachada las pinturas que se sitúan sobre su puerta y la espadaña, de tres ojos de los que penden dos campanas. N su interior destaca la figura del nazareno en sustitución de la Virgen de la Victoria que antaño ocupara el altar mayor. La parroquia es, además sede canónica de varias cofradías y de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa.
Junto a la iglesia se encuentra el edificio de la Cilla, sede del ayuntamiento y del Museo Municipal. Tiene una historia curiosa, porque pese a su señorío y portazgo el edificio se utilizó en su primer origen como silo para guardar cosechas. Tras una primera reforma se transformó en Casa Consistorial para después albergar el Museo Municipal. Accedemos. El museo abre en época de verano de martes a sábado de 12:00 a 14:00 horas y de 17:30 a 19:30 horas, y domingo y festivos de 12:00 a 14:00 horas. En invierno los horarios de martes a sábado son de 11:30 a 13:30 horas y de 16:30 a 18:30 horas y domingos y festivos de 11:30 a 13.30 horas. La entrad es gratuita y merece la pena. Además del natural repaso por la prehistoria e historia archidonense, el museo alberga un recorrido por la memoria tradicional y popular muy rico, donde se reflejan tradiciones como la de “correr las latas” (los niños y niñas de Archidona corren por las calles con hatillos de latas para que los Reyes Magos no se olviden de acudir a traerles juguetes) o la de los cordones de San Blas, que portege la garganta durante todo el año si se ata una cinta bendecida al cuello y decorada con pequeños roscos de pan. Recorremos los pasos de la sala de la Memoria Colectiva, donde también pueden apreciarse otras tradiciones comunitarias, la sala de la Villa, donde se reúnen los archivos y elementos municipales más antiguos, entre ellos una caja fuerte de madera y hierro que se ha utilizado en el ayuntamiento hasta hace relativamente poco (con tres llaves, una en posesión del alcalde, otra en posesión del secretario y otra en posesión del interventor), o los trajes señoriales con los que se avían en las fiestas grandes. La sala de la Villa dispone además de sillas y bancadas, y una mesa señorial perteneciente a la que fuera sala de recepciones de Archidona y que, hoy por hoy, se utiliza para realizar bodas y otros actos civiles destacados. Paseamos por el museo y paseamos por la memoria de Archidona sin sentirnos intrusos, es más sintiéndonos partícipes de su historia de sus tradiciones. El técnico responsable del museo nos atiende y recrea con minuciosidad cada detalle. Respiramos antiguo y salimos.
El convento de las Mínimas y sus dulces deliciosos
La visita al convento de las Mínimas tiene un antes y un después. El antes es nuestra presencia en Archidona y el deleite con el trato y el conjunto arquitectónico y el después tiene que ver con algo mucho más prosaico, con la delectación con la que degustamos los dulces adquiridos en el templo. Si las monjas de clausura de Archidona tienen fama en la elaboración de sus dulces, podemos admitir y subrayar que es una fama ganada a pulso. Pero será un poco más tarde y en un lugar privilegiado donde daremos cuenta de los mostachones y quesos de almendra y…
El convento de las Monjas Mínimas se construyó en 1551 sobre el espacio que ocupaba un antiguo edificio palaciego, propiedad del conde de Ureña y una antigua ermita. La fachada del convento y de la iglesia son impresionantes casi abarcan una calle entera, así que podemos adivinar, acaso intuir las dimensiones verdaderas del edificio en el que residen estas monjas de clausura. El interior de la iglesia es de una sola nave con bóveda de cañón y nos sorprenden los techos, trabajadísimos y su altar mayor de blanco y oro. Salimos. Buscamos la puerta de entrada al torno donde se venden los dulces. Si no situamos frente a la portada principal, a la derecha, a unos veinte metros hay una pequeña puerta, ahí se encuentra el acceso. Atención a los horarios, porque una vez que la puerta esté cerrada no hay manera de dar aviso. La venta de dulces artesanos es de 10:00 a 12:00 y de 17:00 a 19:00 horas. Entramos, frente a nosotros una puerta, a la izqueirda un torno. Nos entra una duda. Junto a la puerta hay un timbre eléctrico normal. Junto al torno hay una cadena que suponemos hace sonar una campana. Optamos por el timbre eléctrico. Llamamos hasta tres veces. Nadie atiende. Tiramos ahora de la cadena, al tira de ella escuchamos una serie de engranajes que corren y al final de ellos, cuando se llega al tope… suena lejana una campana… Esperamos… -Hola,- escuchamos una voz joven al otro lado. – Buenos días, queríamos unos dulces,- Decimos. -¿De cuáles desean?,- nos preguntan. -¿Cuáles nos recomiendan?,- preguntamos. - Qué te voy a decir majo, aquí todos están muy buenos. Pedimos una caja de mostachones rellenos de batata, una caja de quesitos de almendra y unos aceitados. Además de estos tres manjares la oferta se completa con borrachuelos, cortadillos y roscos de San Francisco. Esperamos. Un par de minutos más tarde el torno gira y ahí aparecen, perfectamente empaquetados, nuestros pedimos. - ¿Cuánto es?,- preguntamos. –20, 40 euros,- nos contestan al otro lado. Pagamos y nos despedimos mientras escuchamos. – Vayan con dios. ¿Cómo saben que somos dos personas si sólo he hablado yo? Miramos el pequeño hall. Sobre la puerta una moderna webcam nos vigila. Sonreímos. Tradición y modernidad dadas de la mano.
La ermita de Nuestra Señora de Gracia y la despedida
Nos vamos, vamos a subir al Pico del Conjuro, a la ermita de Gracia, la que fuera antigua ermita, al castillo, al bosquete de almendros en flor, al verde, a la balconada natural sobre Archidona. Tomamos el coche y atravesamos Archidona por el Paseo de la Victoria y por la avenida Virgen de Gracia para tomar a a derecha el llamado Camino del Santuario. Está indicado, no hay mayor problema. El coche se puede estacionar en la parte de abajo y caminar hasta la cima, es una camino bueno pero un tanto largo y bastante empinado, También se puede acceder en coche hasta la ermita misma. Según ascendemos atravesamos un bosque de pinos y el parque periurbano Virgen de Gracia. Un velo de calima oculta el horizonte tras una seda, pero aún con todo, la vista se va dibujando de manera espectacular. Aparcamos. Un rebaño de ovejas nos sale al paso. Balan y caminan haciendo sonar las esquilas. Caminamos entre los restos de la antigua puerta de entrada al castillo de cuya existencia apenas quedan dos lienzos de muralla y los vestigios romos de un par de torreones. Sin embargo, la ermita, luce de blanco inmaculado recortada contra el cielo azul. Tras ella, se abre un abismo de olivos. Observamos cómo el rebaño de ovejas ramonea entre los pastos de hierba y escuchamos como un cordero de apenas dos días de vida (aún lleva prendado parte del cordón umbilical) bala en busca de su madre. Se ha perdido. Miramos a nuestro alrededor, no hay rastro del pastor. Intentamos atraparlo, pero salta y brinca y no se deja coger. Por fin, tras casi quince minutos de intentonas fallidas logramos conducirlo hacia donde se encuentra su madre. Sonreímos satisfechos. El cordero perdido nos había impedido levantar la vista y contemplar el espectáculo. Nos deja sin habla. Los almendros blancos se perfilan contra el horizonte. Bajo nuestros pies, el caserío de Archidona y su corazón palpitante en forma de plaza Ochavada. A los lejos las montañas de Málaga, de Granada, el Peñón de los Enamorados de Antequera. Y señoreando el paisaje, la ermita. Una de las pocas, la única, en toda Málaga que aún conserva en su interior la forma de arcadas de las antiguas mezquitas. El conjunto resulta sobrecogedor, impresionante. Visitamos su interior, coqueto y apretado, salimos, accedemos a los restos del castillo, disfrutamos del paisaje, del cielo límpido de febrero, del invierno amansado y hoy, en contra de la costumbre de este blog, despedimos desde aquí .
Nos sentamos en una piedra. El paisaje ante nuestra mirada, permanente y cambiante a un tiempo. De la pequeña mochila que siempre llevamos con nosotros, hoy, además de cuadernos, cámara de fotos, información y estuches de lapiceros y bolígrafos, tenemos un tesoro. – Ábrelas. Ante nosotros… Mostachones rellenos de batata, quesitos de almendra y aceitados… No podemos resistir la tentación y los probamos todos.
El aire nos acaricia la piel, le verde y el azul y el blanco reposan en nuestra mirada, escuchamos, algo lejanos los balidos del rebaños de ovejas, un par de ladridos algo más abajo, las ramas de los almendros de mecen con la brisa suave. Qué buenos están los mostachones.
Otras informaciones y enlaces de interés
Las lagunas de Archidona: apenas a cinco kilómetros del centro urbano se encuentra uno de los parajes naturales de Málaga, un humedal compuesto por dos láminas de agua que se conoce como las Lagunas de Archidona. Zona de paso y crianza de avifauna, tesoro preciado para los amantes de la naturaleza.
La Feria del Perro: En 1993 se organiza la I Feria del Perro de Archidona, posteriormente fue declarada Fiesta de interés turístico nacional por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Su origen es la recuperación de una feria típica de ganado que se venía celebrándose en la localidad desde principios del siglo XX y que se perdió por la mecanización y el progreso del campo. El Ayuntamiento de Archidona centró su interés en el mundo del perro para recuperarla tradicional feria de ganado. Está organizada por el Iltre. Ayuntamiento de Archidona, la Federación Andaluza de Caza, la Sociedad Canina Costa del Sol y la Asociación Cultural Amigos de la Feria del Perro. La feria es un acontecimiento singular, de ámbito nacional y una de las muestras más importantes de la Península Ibérica relacionada con el mundo del perro y de la caza; escenario importante para las razas españolas, en especial para el Podenco Andaluz. Destacar que esta raza tiene un antes y un después desde la primera edición de la Feria del Perro de Archidona, pues en ella, a través de diferentes foros se fijaron los cánones para la raza del Podenco Andaluz. (información y fotografía extraídas de la página web www.feriadelperro.com)
Semana Santa: 500 años de tradición avalan las celebraciones de la Semana Santa en Archidona. Desde el domingo de Ramos hasta el domingo de Resurrección las cofradías recorren con sus tronos las calles de la localidad hasta desembocar en la plaza Ochavada. Destaca en las celebraciones religiosas de esta época la llamada “Embajá del Ángel”, cuando un niño desciende desde los cielos ataviado como un ángel desde el balcón de la iglesia de la Victoria para anunciar la Pasión de Cristo.
Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Archidona además de las ya mencionadas en este reportaje.