RSS

100 ANTEQUERA: LA ANTIGUA

martes, 8 de marzo de 2011

Antequera abruma. Abruma su skyline erizado, espigado de torres y pináculos, de veletas imposibles y elevados cimborrios, de torreones tullidos y enhiestas almenaras. Abruma Antequera en su vasto horizonte de falsa llanura, de rica vega, de valle estepario. Abruman los campos verdes que rodean la ciudad y que se alejan hacia el horizonte salpicados de enormes insectos metálicos, modernos arados y cosechadoras. Abruman las calles de Antequera que atesoran el 75% del patrimonio histórico-artístico de la provincia de Málaga. Y todo lo observa el Peñón de los Enamorados, el peñón del indio, el peñón de la mujer que despierta de la tierra. Y abruma su historia. Una historia que se escribe desde el pasado remoto con los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral, que vio caminar entre sus pastos a íberos y tartesos y fenicios y cartagineses, que contempló las sangrientas batallas entre Asdrúbal y las legiones romanas, que vivió bajo el manto protector de Abdelaziz Ben Muza, que sucumbió al poder cristiano de la mano del Infante Don Fernando, que permitió señorear a la iglesia en los siglos XVI y XVIII, que observó desfilar a las tropas napoleónicas en el XIX, que vio cómo despuntaba su industria textil en el XX y que nos permitió visitarla en el siglo XXI. Abruma Antequera.

Antequera necesita tiempo, tiempo para conocerla y tiempo para disfrutarse. Sirva como ejemplo el dato de que es uno de los municipios de España con mayor número de iglesias. Antequera requiere en su visita cierta planificación, escoger entre sus opciones y optar por una visita adecuada a cada interés. Desde la Oficina de Turismo se ofrece la posibilidad de realizar un tour guiado por el centro histórico. Es un recorrido completo y básico que no incluye la Alcazaba ni los dólmenes. Nosotros optamos por sumarnos a la primera parte del tour, visitar la Alcazaba por cuenta propia y dejar para la tarde y el final del día los dólmenes megalíticos. Para contactar con la Oficina de Turismo, situada en la plaza de San Sebastián 7, y concertar el tour se puede llamar al teléfono 952 70 25 05, escribir al mail turismo@antequera.es o visitar la página web municipal www.antequera.es. El precio del tour es de seis euros por persona, dura aproximadamente dos horas e incluye la presencia de un guía. En la oficina nos pueden facilitar también un folleto actualizado y detallado con los horarios de los monumentos, iglesias y conventos. Llamamos y concertamos la cita. A las once de la mañana, 22 personas nos juntamos para visitar a pie la parte antigua de Antequera, y subrayamos a pie, porque también existe un servicio de guía en minibús para aquellas personas con movilidad reducida o con menos ánimo caminante. Comenzamos y que “Salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera”.

Hasta la iglesia del Carmen

Iniciamos la visita en la plaza de San Sebastián, donde se erige la iglesia del mismo nombre, una construcción solemne y espigada que dispara su torre hacia las alturas. Torre más alta de la ciudad, construida a comienzos del siglo XVIII, coronada con la figura de un angelote que hace las veces de veleta y que porta en su mano una banderola que parece flamear al viento. El conjunto resulta formidable y será punto referencial del skyline antequerano cuando ascendamos hasta las alturas de la Torre del Homenaje de la Alcazaba. Decir que le viajero podría sufrir el llamado síndrome de Stendhal en su visita a Antequera quizá fuera exagerar, pero la cantidad y calidad de monumentos, portadas, doseles, torres civiles y religiosas que encuentra la mirada podría aproximarnos al éxtasis que sufrió el excelso escritor cuando cayó desmayado ante la belleza de la Basílica florentina de la Santa Cruz.
Descendemos por la calle San Sebastián hasta la plaza del Coso Viejo, punto de partida de la ruta guiada. Ya en esta plaza nos encontramos con el convento de Santa Catalina de Siena a la izquierda, el Museo Municipal-Palacio de Nájera a la derecha y el antiguo pósito municipal de frente. El Museo Municipal acoge en su interior un repaso sobre la historia de la ciudad y de la comarca, exhibiendo diversas piezas arqueológicas de altísimo valor, incluido el famoso Efebo de Antequera, una escultura de bronce del siglo I d.C. que se ha convertido con el paso de los años en imagen de la ciudad. En febrero de 2011 el museo se encuentra cerrado por remodelación. La guía nos cuenta que la comarca de Antequera es la primera comarca de Málaga en extensión y la quinta de España, relata asimismo el origen de la expresión “Salga el sol por Antequera”. Tres son las versiones del origen de este dicho, sean aquí expuestas por igual: “Existen varias hipótesis sobre el origen de este dicho, pero todas lo sitúan en los tiempos de la Guerra de Granada. Según, José María Iribarren en El porqué de los dichos (1996), proviene de la frase "Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera", que habría sido exclamada en el campamento de los Reyes Católicos en las proximidades de Granada. Dado que Antequera está situada a poniente, tiene un carácter irónico. El Diccionario del Español Actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, indica que el dicho significa que no importan las consecuencias y explica su origen en una leyenda según la cual, estando Fernando I de Aragón indeciso en relación al próximo lugar que tenía que atacar, se le apareció una joven con unos leones que le dijo: “Salga el Sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera”. Otra hipótesis apunta a que el origen de la frase no se halla en los reyes cristianos, sino en la corte granadina, concretamente en un discurso de El Zagal, quien, sabiendo que la guerra estaba perdida, pidió coraje a sus soldados y que lucharan a la desesperada”, de estas formas y maneras lo cuenta al menos la wikipedia…
Desde la plaza del Coso Viejo descendemos por la calle Encarnación hasta la plaza de las Descalzas, donde encontramos el museo conventual de la orden. En el interior del museo (3 euros) pueden contemplarse diversas obras pictóricas de gran valor. Es un edificio recio y muy amplio con pocas concesiones a la alharaca, tan solo su portada se descubre trabajada con conciencia. En Antequera, tal y como apunta la guía, existen cinco conventos de monjas y dos de frailes, los siete aún en activo. Antes de continuar dirigimos la mirada hacia la calle Calzada. El origen de su nombre proviene de la época romana, ya que precisamente por esta calle cruzaba la Via Agusta, una de las grandes conexiones del mundo romano en la Hispania de su tiempo. Antequera, en aquella época era una ciudad que albergaba más de 2.500 almas y su situación geográfica, nudo de comunicaciones entre Málaga, Sevilla, Córdoba y Granada siempre la hizo preciada.
Desde la plaza de las Descalzas ascendemos pro la cuesta de Los Rojas. Observamos la arquitectura civil antequerana, las casas de zaguanes amplios, de patios umbríos, de rejas de forja negra, de persianas de madera entrecerradas, de terrazas cúbicas asoleadas, de fachadas trabajadas y puertas con regios dinteles. Llegamos hasta el refugio exterior de las murallas. Aún se mantienen en pie varios lienzos y nos ofrecen una buena idea de la robustez de sus muros, de la fortaleza de sus murallas. No entraremos aún al intrincado juego de calles del barrio viejo. La guía nos ofrece la posibilidad de llegar hasta la iglesia del Carmen, uno de los monumentos más destacados del barroco andaluz. Desde la plaza que precede la entrada de la iglesia se observa, a su izquierda, la efigie del Peñón de los Enamorados, y a la derecha el trasunto fortificado de la alcazaba y, en primer plano, el perfil de la colegiata de Santa María la Mayor. La entrada a la iglesia cuesta 2 euros para adultos, 1 euro para niños y 1,60 euros para grupos mayores de diez personas. Pagamos religiosamente, nunca mejor dicho. La iglesia del Carmen pertenecía a un convento hoy desaparecido. Su exterior no hace justicia al tesoro que hayamos dentro. Es uno de los máximos exponentes del barroco andaluz y este título patrimonial es justamente merecido. Lo primero que impresiona del templo es su altar mayor. En contra de muchas otras iglesias, la del Carmen antequerana nos ofrece un altar tallado en madera de pino rojo no policromado. Oscuro, veteado. A esta impresión se le añaden sus trabajadas filigranas, que recorren el armazón principal repleto de volutas, hojas y motivos religiosos. Abruma Antequera y abruma la iglesia del Carmen con sus camarines elaboradísimos, todos ellos distintos y recargados. Abrimos la boca al admirar su restaurado artesonado mudéjar, su órgano y su coro de madera, sus pinturas, sus imágenes y tallas. Impacta e impresiona. Nos llama la atención un símbolo que se repite. Tres estrellas, separadas por tres lóbulos, aparecen salpicando aquí y allá los trabajos de madera, mármol o yeso. Tres estrellas sobre tres lóbulos. Nos pica la curiosidad y gracias a las nuevas tecnologías podemos consultarlo. Es el símbolo de los Carmelitas, orden a la que pertenece la iglesia, y que con él en la mente veremos salpicado por distintos lugares y monumentos del municipio. Recorremos la iglesia en silencio, casi con devoción, fotografiando, contemplando, disfrutando.

La leyenda del Peñón de los Enamorados y hasta la Alcazaba

Antes de continuar el camino, hacemos un alto. Es el tiempo de contar la leyenda del Peñón de los Enamorados. Presumen los antequeranos de haber escrito la tragedia shakespereana de Romeo y Julieta mucho antes que el autor británico. En tiempo de las luchas entre árabes y cristianos el amor entre unos y otros estaba prohibido. En una escaramuza, uno de los generales árabes capturó a un joven cristiano llamado Tello al que puso a su servicio. El joven cristiano cayó rendidamente enamorado de, Tagzona, la hija del general. El amor resultó ser recíproco. Una noche ambos deciden escapar. Son perseguidos por unos y por otros. Los antequeranos cristianos y los archidonenses árabes. Escalan la Peña de los Enamorados y, rodeados, deciden abrazarse y saltar al vacío. Dicen y cuentan que en las habituales mañana de niebla, puede verse en lo alto de la peña la silueta de un hombre y una mujer abrazados. Cuenta la leyenda…
Y con el eco de las historias antiguas aún resonando en nuestra cabeza caminamos hasta las murallas de la fortaleza árabe y nos adentramos en el laberinto de calles a través del Postigo de la Estrella. Los lienzos de las murallas que aún se mantienen en pie son sólidos, gruesos, serios. Destilan historia y las mentes imaginativas como la nuestra en seguida le imprimen carácter épico, escuchando el entrechocar de los cascos de los caballos contra la calzada, el murmullo de la coránica llamada a la oración, las espadas en lo alto…
Seguimos camino hasta la plaza de Santa María, lugar donde se ubica la Real Colegiata del mismo nombre y que con el paso del tiempo se ha convertido en símbolo de referencia en Antequera desde una doble perspectiva, la puramente arquitectónica y la política. La Colegiata de Santa María se encuentra en un lugar privilegiado, a la vera de la Alcazaba y sobre unas antiguas termas romanas. Una amplia explanada se abre ante su entrada y permite contemplar su fachada en total plenitud. Es el primer edificio renacentista que se erigió en Andalucía. En la actualidad estás desacralizado y su uso va más allá del puramente turístico, ya que alberga exposiciones, convenciones, etc… Incluso sirvió para celebrar varias sesiones del Parlamento Andaluz para conmemorar, entre otros, el vigésimo aniversario del Pacto de Antequera (“El Pacto de Antequera, conocido así por haberse firmado en la ciudad de Antequera, fue un acuerdo firmado el 4 de diciembre de 1978 entre los once partidos políticos implantados entonces en Andalucía, por el cual estos se comprometían a unirse para conseguir en el menor tiempo posible la autonomía de Andalucía. Se trató de un acuerdo sin ningún precedente en el resto de comunidades autónomas.”. Fuente: Wikipedia). El edificio es impresionante. Fue construido entre 1530 y 1550 y se articula en torno a tres arcos divididos por contrafuertes. Las tres naves que conforman por su interior están divididas por unas inmensas y altas columnas de orden jónico. El orden y la disposición de los espacios nos remiten de manera inmediata al arte romano. Además de su importancia arquitectónica y política, la Colegiata de Santa María apela a sentimientos más espirituales, ya que entre sus paredes se celebró una cátedra de gramática que desembocó en el grupo poético antequerano del Siglo de Oro, cuyo máximo exponente fue Pedro Espinosa, al cual se le rinde homenaje en el exterior del edificio con una noble estatua. Tras la visita a la Colegiata nos despedimos y separamos del grupo para visitar la Alcazaba, pero antes…
Frente a la Colegiata se encuentra el Arco de los Gigantes, una de las antiguas entradas a la alcazaba y que hace años se decoraba con valiosas piezas romanas que desaparecieron con el paso del tiempo. El Arco de los Gigantes ejerce una influencia magnética sobre nosotros. Es un gran arco que se abre entre los gruesos muros de la fortaleza. Según nos acercamos, el skyline de Antequera comienza a despuntar. Primero el angelote de la iglesia de San Sebastián, como una avanzadilla y tras él, el resto. Tejados y terrazas, torres, pináculos… Nos dejamos llevar por el paisaje urbano, el trazado de calles largas que se combinan con callejas chatas que desembocan en plazuelas minúsculas. El Arco de los Gigantes se construyó en el año 1585. Antes de cruzar el arco, a la izquierda se encuentra la entrada a la Alcazaba. Gratis, con horario de 10:30 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 de martes a viernes, de 10:00 a 14:00 horas los sábados y domingos. Es importante si el viajero decide planificar el viaje por su cuenta solicitar la hoja de horarios en la Oficina de Turismo, de lo contrario puede que la visita se nos vea truncada por encontrar alguno de los monumentos cerrados. La visita a la Alcazaba resulta indispensable. Jardines, murallas, la Torre Blanca, la Torre del Papabellotas… Caminamos bajo la sombra de los árboles, nos encontramos con otros turistas, otros viajeros y visitantes. Llegamos a la base de la Torre Blanca y ascendemos hasta las almenas de las murallas por unas escaleras de madera y de piedra. La vista desde esta altura es magnífica. No sólo el municipio de Antequera a nuestros pies, sino gran parte de la vasta y extensa comarca se abre a nuestra mirada. Nos paramos, apoyamos los codos sobre los muros, sonreímos, tiramos fotografías. La Alcazaba fue construida en el siglo XI, pero los restos que hoy en día quedan en pie se corresponden al siglo XIV. Subimos a la Torre del Homenaje, coronada por una segunda torre campanario llamada del Papabellotas. De esta pende una gran campana de bronce cuyo toque y repique sirvió durante décadas para regular los turnos de riego de la vega. El interior de la torre se encuentra perfectamente acondicionado, dividido en varias estancias. El sol se cuela por las troneras y dibuja diferentes formas con su luz. Comunicado por una adarve, la Torre del Homenaje se comunica con la Torre Blanca, un bastión sobrio y cuadrado de gran altura que otea la zona montañosa sobre la que se asienta la ciudad antes de dar paso a las gran altiplanicie de campos sembrados. Nos recreamos con la vista, paseamos entre las murallas. Como siempre, imaginamos y vemos estelas de polvo en el horizonte provocados por las caballerías cristianas, por los soldados napoleónicos… Disfrutamos del sol de invierno, del paisaje… Jugamos a contar iglesias, edificios referenciales, situamos en el mapa real el lugar donde se ubican otros pueblos ya visitados en nuestro periplo malagueño… Antes de que la campana toque a rebato de cierre abandonamos las murallas en pos de otros monumentos. No sin antes refrescarnos en una fuente y charlar amistosamente con otros compañeros de tour que también han decidido desgajarse del grupo general.

Hasta el inicio en la plaza de San Sebastián

Abandonamos la protección de las murallas, cruzamos bajo la Puerta de los Gigantes y tomamos, a la izquierda, la calle Herradores. Calle larga que discurre bajo la sombra de las murallas de la alcazaba. Casas recias y enjutas, apretadas, que dejan vislumbrar en el fondo del hogar patios de sombra fresca. Caminamos despacio, haciendo hambre al paso. Desembocamos en la plaza del Hortichuelo donde nos encontramos la capilla-tribuna de la Virgen del Socorro y, tras ella la iglesia de Santa María de Jesús. La capilla es de estilo barroco, dos alturas, con columnas de ladrillo visto en estilo barroco. Una arcada soportal precede su entrada, sobre ellas se sitúa una pequeña balconada rematada con tres faroles.
La iglesia de Santa María de Jesús destaca por su sobriedad entre tanto monumento de cargada composición. Un gran muro del que se desprende, hacia el cielo, una espadaña doble, la puerta, seria precedida por una gran valla de forja negra, dos faroles y dos turistas fotografiándose. Pese a su aparente sencillez, el interior del templo alberga una imagen de Santa María de Jesús, que es una de las más veneradas en la Semana Santa antequerana.
Descendemos por la calle Álvaro de Oviedo, hasta llegar a la confluencia con calle Pasilla. En esta precisa esquina se eleva el Palacio del Marqués de Escalonia con una portada de estilo marinista digna de mención. Ladrillo visto, ventanas de forja negra en la mejor tradición de la comarca, portada con doble escudo y blasón de rango marquesado.
Continuamos y tomamos la primera calle a la izquierda, la calle Cuesta de la Paz. En ella se encuentra la iglesia de Santo Domingo. Una construcción seria, con una afilada y estrecha espadaña de dos arcos y de los que penden sendas campanas de bronce. En el interior de la iglesia de Santo Domingo se puede encontrar una imagen de la Virgen de la Paz Coronada y otra de la Virgen del Rosario. Destaca en este templo el artesonado policromado. Llegamos así, de nuevo, al punto de partida en la plaza de San Sebastián, donde además del mencionado templo dedicado al santo encontramos un arco nazareno del siglo XVIII y una fuente renacentista elaborada por Pedro Machuca en el año 1545. Hemos caminado un buen trecho y un buen rato, hemos vivido la historia de cerca, hemos imaginado las anécdotas, fotografiado, embebido de luz la mirada en los horizontes abrumadores de Antequera. Con tanta emoción y con tanta información que profesar nos hemos olvidado de la hora. Un gruñido del estómago nos recuerda que tenemos que comer. Hoy la elección de plato es fácil y la de local, también. Hemos preguntado a uno de los responsables de la Alcazaba. Nos cuenta que en la carretera que lleva al Valle de Abdalajís y a Villanueva de la Concepción hay una gran zona de esparcimiento y que en estos caminos modernos y de antaño hay varias ventas donde degustar productos típicos y platos contundentes. En el centro, nos recomienda un par de locales frecuentados por los antequeranos. De uno de ellos, visitado en otra anterior ocasión guardamos buen recuerdo, así que… allí vamos.

La comida: porra, mollete, pelona y bienmesabe

La larga avenida Infante Don Fernando que comunica la plaza de San Sebastián con la plaza Castilla está colmada de bares donde tapear. Optamos por el Restaurante Castilla, un bar-taberna-pensión-restaurante. Pasamos al fondo, está casi lleno, pero tenemos una mesa para nosotros. ¿Qué pedir? A partir de este instante, todas aquellas personas que estén haciendo, o pensando hacer, algún tipo de régimen, que salten directamente hasta el siguiente punto del reportaje. ¿Hecho? Pues adelante. En Antequera hay un plato inexcusable, la porra antequerana, a la que añadimos un entrecote, una pelona de lomo y rematamos con un bienmesabe. Vayamos por partes. La porra antequerana, es algo más que un gazpacho espeso y sólido que se acompaña con huevo cocido, jamón y atún. Está delicioso. Aunque se toma preferiblemente en los meses de verano, su contundencia posibilita que se deguste de igual manera durante las estaciones más duras. Seguimos con la pelona de lomo que se acompaña con huevos, pimiento y patatas fritas. La pelona de lomo no es más (ni menos) que la carne de lomo en manteca servida templada y con dicha manteca derretida impregnando el acompañamiento. Para rematar saboreamos uno de los postres más ricos que hemos probado nunca, el bienmesabe. Cabello de ángel espolvoreado con canela y trufado de almendras. Dicen los expertos culinarios que es un plato cuya elaboración ha variado muy poco desde la época árabe, tiempo en el que se sitúa su origen. Estamos extasiados. El precio total del menú, al que añadimos un entrecote, dos cervezas, una botella de agua de un litro y medio y dos cafés es de 39 euros. Ya hemos retomado fuerzas, no sólo para culminar la visita a Antequera con un recorrido prehistórico por sus dólmenes, si no para afrontar el trabajo de varios días más por delante.

Los dólmenes, el impresionante ingenio del ser humano

Los dólmenes megalíticos de Antequera están divididos en dos ubicaciones. La de Menga y Viera y la de El Romeral. A los dos primeros se puede acceder caminando desde el centro urbano en un buen paseo de quince minutos, al de El Romeral conviene ir en coche, ya que se sitúa a unos tres kilómetros del casco. Optamos por coger el coche, estacionado en uno de los varios parkings públicos gratuitos que están distribuidos en los aledaños del centro. No hay pérdida para encontrarlos, ya que ambas ubicaciones se encuentran en dirección Málaga.
El acceso a los dólmenes de Menga y Viera es relativamente reciente y se halla junto al centro de interpretación, donde además, se puede estacionar en un pequeño parking. Los dólmenes se pueden visitar de manera individual o a través de una vista guiada que se puede concertar en el teléfono 952.71.22.06. Nos asaltan duda en esta recomendación, no sabemos si es mejor acudir al centro de visitantes primero para ver el audiovisual donde se explica cómo se construyeron los dólmenes o, al revés, visitar primero los dólmenes y, después, ver el documental. Nosotros lo hicimos de la segunda forma y nos resultó muy enriquecedor.
Son oscuros, un túmulo, cerro, se eleva unos metros sobre el suelo. Una entrada estrecha que se adentra en forma de pasillo hacia la oscuridad. A los lados, conformando las paredes, unas enormes losas de piedra. Pesan toneladas. Sobre nosotros, en el techo, losas más grandes aún. Su construcción data del 3.000 a.C y el hecho de que se encuentren en apenas tres kilómetros de distancia tres elementos como estos nos indica la importancia que tuvo el lugar desde tiempos inmemoriales. La presencia del Peñón de los Enamorados, que en las cultura megalíticas podría imaginarse como una mujer (la madre tierra) surgiendo de los pastos pudo influir a la hora de su construcción. Los dólmenes de Antequera son unas de las construcciones megalíticas más importantes de España gracias a su envergadura y estado de conservación. Como profanos en la materia diremos que nos parecen impresionantes. El ingenio humano capaz de crear estas construcciones y dotarles de simbolismo complejo nos parece sobrenatural. Recorremos los espacios en silencio, paseamos la yema de los dedos sobre su superficie. En un momento, cuando nos encontramos solo en su interior buscamos el silencio que transmiten sus paredes. Enterraron aquí a sus muertos los hombres y mujeres del calcolítico, elevaron estas losas enormes, las ajustaron al terreno, taparon el cielo con piedras talladas, cubrieron la construcción son tierra sobre la que floreció la hierba. Sí podemos extraer algunas conclusiones. Se necesitaba una densidad de población amplia para poder llevar las construcciones a cabo, también una idea potente y poderosa para elevar estas cámaras, del mismo modo era necesaria una sociedad compleja, clánica, fuertemente jerarquizada y cooperativa. Nuestros antepasados fueron capaces, a través de una compleja técnica de poner en pie una construcción que se ha mantenido inalterable por una periodo cercano a los cinco mil años.
Desde los dólmenes de Menga y Viera nos trasladamos hasta el dolmen de El Romeral, más impresionante aún que los primeros. En el interior del túmulo de encuentran dos espacios rematados por una bóveda de considerable tamaño. Su construcción es muy compleja y detallada. En los tres espacios megalíticos se han encontrado algunos símbolos ideoformos a los que aún no se ha encontrado explicación. Paseamos despaciosamente y nuestra mente camina del presente al pasado y del pasado al presente con rapidez fulgurante. Pensamos, recapacitamos. Sólo pensar en el esfuerzo supremo que tuvo que suponer elevar estos megalitos nos deja sin aliento.

Despedida

Aún mantenemos en la mirada y en la mente el abrumador compendio de sensaciones, informaciones e imágenes que nos supone nuestra visita a Antequera. Recordamos las historias, los versos y los dichos, los datos y las fechas. Pensamos en Antequera como un cruce inevitable de culturas, a veces colaborativas, otras ocasiones guerreantes. Apoyamos los codos, de nuevo, en las murallas de la Alcazaba y podemos ver a todos los protagonistas caminando por los campos de su extensa vega, yendo o viniendo hacia un destino que conforma lo que hoy, ahora, resulta ser Antequera, Anticaria, Antaquira, La Antigua…

Otras informaciones, eventos, enlaces y datos de interés

Gastronomía: Aquí ofrecemos tres enlaces a sendas páginas que ayudarán a las personas interesadas en las artes culinarias a realizar porra antequerana y bienmesabe. Además en la página http://www.mollete.com/ se pueden adquirir estos panes o bollos típicos de la comarca que resultan ideales para bocadillos, desayunos, acompañamiento, etc.
El Torcal: Muchos de los lectores se preguntarán por qué no hemos incluido el Torcal en nuestra visita. La explicación viene de que este hermosísimo y único paraje natural comparte titularidad con el vecino pueblo de Villanueva de la Concepción y en nuestro viaje a dicho municipio incluimos la ineludible e inexcusable visita al mismo. Para las personas interesadas, aquí está el enlace al reportaje.
La Semana Santa: Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía por ser considerada una de las más antiguas y singulares de la comunidad autónoma. Dos aspectos deben ser tenidos en cuenta a la hora de visitar la Semana Santa. Primero, el valor de sus tallas e imágenes, de los siglos XVI y XVIII y pertenecientes a la propia “escuela antequerana”. Segundo, la tradición de “correr la vega”, que consiste en llevar los tronos a la carrera por una pronunciada pendiente. Esta celebración suscita no sólo la curiosidad e interés de los visitantes, sino gran devoción entre los antequeranos.
La Real Feria de Agosto: Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional por ser una de las más antiguas de España. Su génesis se remonta hasta el año 1748 fecha en la que el rey Fernando VII concedió a Antequera el privilegio de celebrar esta fiesta anual. La inauguración de la Real Feria está marcada por el encendido del alumbrado que los antequeranos esperan con ansia y deleite. La feria se divide en dos momentos que comparten una misma jornada: la Feria de Día y la Feria de Noche. Las celebraciones se disfrutan en ambientes muy distintos. Si por la mañana el turno corresponde a los locales del centro urbano que las cofradías y asociaciones se encargan de acondicionar y engalanar, por la noche el ambiente festivo se traslada al reciento ferial, situado en las proximidades de la Plaza de Toros, donde se ubica la caseta municipal, los puestos de venta ambulante, las atracciones, etc. El broche final a la Real Feria lo pone un gran castillo de fuegos artificiales que se hace explotar el último día de los festejos.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Antequera, donde se encuentran todos los teléfonos de interés necesarios para preparar la visita.

99 RINCÓN DE LA VICTORIA: EL PERFUME DEL SALITRE

martes, 1 de marzo de 2011

Salitre, perfumes de mar entre espumas blancas. Salitre y aromas marineros. Rincón de la Victoria vive entre las barriadas de casas bajas de los pescadores que aún se afanan en sus redes cuando hay mala mar y los alojamientos turísticos que pusieron en el mapa internacional este municipio. Pero Rincón destila salitre, olores de mar antiguo, esencias mediterráneas en sus barcas varadas, en sus playas de arena oscura, largas, hasta el horizonte, en sus torres vigía, en su cielo fundido con la lámina de agua. Tan es así, que uno de sus mayores tesoros, la cueva del mismo nombre, Cueva del Tesoro, resulta ser también de origen marino. Conviven en Rincón las ancestrales muestras del marino antiguo y las idas y venidas del turista moderno. Rincón huele a salitre y a espuma de mar, blanca.

Quizá confunda Rincón de la Victoria al visitante puntual. El viajero debe mirar más allá, descubrir precisamente sus rincones, sus esencias. Observar las casas bajas, humildes, de los pescadores, saborear los productos del mar como si fuera la primera vez, pasear entre los muros de la Fortaleza de Bezmiliana caminar, despacio con los pies sobre la arena, sintiendo la presencia húmeda del Mediterráneo bajo sus plantas. Es Rincón de la Victoria un pueblo antiguo y moderno a un tiempo, conviven las amplias avenidas concurridas con los callejones de las barriadas pesqueras. Reside ahí su riqueza y su encanto. Y más allá de todo ello, el perfil sinuoso de sus playas…

La fortaleza de Bezmiliana

Hemos estacionado en la avenida principal de Rincón. Una calle larga que discurre paralela a la línea de playa y que comunica el centro urbano con la Cala de Vélez. Si hemos llegado desde la autopista, el acceso nos llevará hasta un desvío. Izquierda, la fortaleza. Derecha, la Cueva del Tesoro. Tomamos camino hacia la izquierda y estacionamos en el primer lugar que encontramos libre. La fortaleza es un edificio imponente, retirado del mar unos cincuenta metros, frente a ella, las casas bajas de pescadores. Imaginamos el poder armado de la misma en tiempos de la guerra con británicos. Pese a no ser un edificio de grandes dimensiones, queda más que patente su funcionalidad. Además, su presencia se ve reforzada por las torres del Cantal y Benagalbón. Fue construida en el año 1766 y respondía tras la toma de Gibraltar por parte de las tropas británicas. Es un edificio severo, de líneas rectas, que sólo se dulcifica en las torres que ocupan sus ángulos. Impone. En el año 1992 se reformuló el concepto de su utilidad y lo que fuera una construcción bélica se transformó en un espacio lúdico y cultural. Ahora, sus paredes arenosas se abren al arte y a las exposiciones. Nos gusta la luz que se tamiza a través de sus ventanas, lo tiño todo de un color terroso claro. Los cuadros que penden de sus paredes, arte moderno, actual, conviven a la perfección con su pasado antiguo. La fortaleza está dividida en dos salas. La primera de ellas parece destinada a las caballerizas, la segunda resulta ser el espacio destinado a la vivienda, con el hogar de una gran chimenea de piedra en uno de sus laterales. Las puertas de este espacio se abren a un pequeño porche con techo de madera. Recorremos su interior y también su perímetro, con tranquilidad. Nos sentimos cómodos con el tono cálido de la luz y los colores. Nos quedaríamos, pero debemos continuar la visita.

El mar, las playas

Salimos al paseo marítimo y descubrimos el mar ante nuestros ojos, un mar de febrero, de tonos algo más oscuros, igualmente magnético. El paseo está concurrido, las gentes caminan y hacen jogging y pasean por una calzada habilitada para las bicicletas, algunos también patinan. Un grupo camina sobre la arena húmeda, hundiendo los pies en el agua fresca de este invierno primaveral. Las jábegas reposan sobre la playa, panza arriba, descansando de sus afanes de pesca. La Cala, Rincón, Torre, los Rubios…. Nombres de las playas principales de Rincón de la Victoria, unos arenales de arena oscura y seria. La Cala del Moral, la más occidental de todas ellas, con una extensión de casi kilómetro un y medio, muy transitada en la época estival y de arena gravosa. Tiene un paseo marítimo que se extiende por todo el litoral. Este arenal se separa del resto por obra y arte del promontorio del Cantal, un cabo que se hunde en las aguas del Mediterráneo y sobre el que se sitúa la torre vigía del mismo nombre. Tras El Cantal, la playa de Rincón, de 3'6 km de longitud y situada en el centro urbano. Perfectamente accesible desde su paseo marítimo y de un alto grado de ocupación en los meses de verano. Más orientales son las playas de Torre de Benagalbón, con 700 metros de longitud y que aún conserva cierto aire agreste. de situada en la zona central del núcleo urbano. Es igualmente accesible desde un paseo marítimo. Tiene arena oscura y un grado de ocupación alto. A continuación, hacia el este, se extiende sobre unos 700 m la playa de Torre de Benagalbón, semiurbana de arena oscura y con un grado de ocupación medio y, por último, la playa de Los Rubios, con una longitud de algo más de un kilómetro e igualmente de arena oscura. Tienen las playas los días de invierno soleado un encanto especial, una luz brillante y efímera que tiñe la lámina de agua de matices verdosos y oscursos. El reflejo del mar se rompe con las espumas que forma el oleaje. El sonido de la solas nos acompaña en nuestro caminar. Vemos como un hombre mayor, sentado de cara al paseo marítimo se afana sobre unas redes, cosiéndolas con mimo, ajeno al trasiego de deportistas mañaneros y visitantes. Teje y cose y repara sus artes de pesca el pescador. En nuestro paseo observamos las llamadas, exclamaciones de las bondades gastronómicas de esta tierra. Pescaíto frito, boquerones vitorianos (así, sin la preceptiva “c”), arroces a banda, vemos las barcas transformadas en hornos braseros para el espeto de sardinas, aún frías en la mañana. Caminamos, tocamos la arena, paseamos. Antes de llegar al promontorio de El Cantal abandonamos el mar para, hacia la derecha, sumergirnos en la urbe rinconera.

La iglesia de la Victoria

Si el mar era la tranquilidad, el centro urbano de Rincón es el movimiento, el trajín, el trasiego de los quehaceres cotidianos, las compras, el ajetreo de una ciudad viva en invierno y vivísima en verano. Escuchamos sones de trompetas y vemos una pequeña banda desfilar en ensayos de Semana Santa. Es alegre y bulliciosa Rincón de la Victoria, animada. En este tramo de ciudad, han desaparecido las casas bajas de pescadores y se han erigido los edificios que albergaban las segundas residencias de los malagueños, de los visitantes nacionales e internacionales. Y es que Rincón de la Victoria ha sido durante muchos años lugar de segunda residencia para muchos habitantes de la capital de la provincia y de los pueblos del interior. Junto a la calle principal se abre una plaza y de ella emerge la iglesia de la Victoria. Es un templo moderno, construido en el siglo XX al gusto de la arquitectura andaluza. Tres arcos se abren en su portada que da paso a unos soportales cubiertos que preceden a la entrada. En su flanco más occidental, una torre campanario despega hacia el cielo. El interior resulta moderno como el exterior y, nada más entrar en el templo, a la izquierda, alberga una imagen de la Virgen del Carmen del siglo XVII. La plaza en la que se asienta el edificio está concurrida, dos o tres bares y cafeterías a sus lados sirven desayunos, cafés, tostadas, pitufos, molletes. Un grupo de niños se asolea mientras juega al fútbol con una pelota verde. Los padres miran cómo corretean.

La Cueva del Tesoro y el Parque Arqueológico del Mediterráneo

Preguntamos por la Cueva del Tesoro, sabemos que está relativamente cerca pero no sabemos cuánto. Una mujer joven nos dice que cojamos el coche y un hombre mayor nos dice que se puede ir andando, pero que es un buen trecho. Optamos por recoger el coche y llegar, después de la visita a la cueva, a la Cala de Vélez.
Regresamos los pasos andados, nos desviamos hacia el paseo marítimo y caminamos al borde de la playa hasta llegar al lugar donde hemos estacionado el vehículo, casi frente a la fortaleza de Bezmiliana.
El acceso hacia la Cueva del Tesoro se realiza desde el promontorio de El Cantal. Situada, precisamente sobre éste, la cueva hunde sus raíces marinas en lo más profundo de la tierra. Es una de las tres cuevas marinas del mundo visitables y la única en Europa. La apodan la Hija del Mar y razón no les falta como descubriremos más tarde. Antes de entrar en la Cueva preguntamos por los horarios de visita, que siempre tienen que ser guiadas. Por la mañana a las 10:45, 11:30, 12:15 y 13:00 (último pase). Por la tarde a las 15:45, 16:30 y 17:15 (último pase). Los precios de la visita son 4,65€ para los adultos (entre los 15 y los 64 años), 2,15 para los niños (hasta los 14 años) y 2,75 para la tercera edad (mayores de 65 años). Faltan aún veinte minutos para nuestra visita, así que nos acercamos hasta el inmediato parque Arqueológico del Mediterráneo. Tiene una extensión de 90.000 metros cuadrado y además de servir como zona de esparcimiento se pretende que sirva como elemento de divulgación científica, para ello en su construcción se ha recuperado la superficie geomorfológica original, así como la vegetación mediterránea autóctona. Una serie de caminos elaborados en roca natural guían al visitante en su recorrido, además, se puede disfrutar de una réplica a escala 1.1 de la parte de la Cueva de la Victoria en la que se han hallado pinturas rupestres, así como diversas indicaciones y paneles informativos sobre la misma. Lo recorremos, nos sentamos en uno de sus bancos, miramos el mar, dejamos que el sol nos temple la piel hasta que llega la hora de la visita. Formamos un grupo de algo más de veinte personas.
Nos gustan las leyendas y la Cueva del Tesoro tiene la suya propia. Se llamaba Tasufin Ibn Alí, siglo XII. Antes de dejar Rincón de la Victoria el emperador almorávide escondió un gran tesoro en las cavidades de esta cueva marina. Monedas, collares, joyas… Siguiendo los ecos de esta leyenda, Manuel Laza Palacios se sumergió en las profundidades para intentar encontrarlo. Y lo hizo. En todos los años de investigación descubrió 6 monedas de oro, más concretamente, 6 dinares de oro. Nada más. A cambio ofreció al mundo otro tesoro muy distinto, la propia cueva. Entramos nos sumergimos. La Cueva del Tesoro es muy distinta a otras que hemos visto, prácticamente no hay estalactitas ni estalagmitas y las formas blancas y redondeadas, repletas de oquedades, son las que predominan. Se dibujan en sus paredes formas fantasmagóricas, ojos que nos miran… Y nos acompaña en la visita el permanente susurro del agua. Son seis las salas que pueden visitarse. La Sala de la Virgen, con una imagen de la misma alumbrada por una candelaria. La Sala de Marco Craso, donde se cuenta se refugió el general en el año 88 A.C. durante los ocho meses que duró su persecución por parte de Mario y Cinna. La Sala del Águila y la Sala Noctiluca, donde puede apreciarse una forma rocosa que dibujaría la figura de esta diosa paleocristiana en el interior de la cueva, la Sala del Volcán, en cuyo interior se aprecia un considerable aumento de la temperatura y de la humedad y la Sala de los Lagos, donde el agua predomina por encima de cualquier otro elemento. Disfrutamos la visita, imaginamos las expediciones de Manuel Laza en aquellos años cincuenta, los primeros años de su descubrimiento, las escalas de madera, las lámparas de carburo. Con esta imagen aún fresca en la mente salimos, de nuevo, poco a poco, a la luz del día.

La Cala

Desde el promontorio del Cantal, tomamos dirección este para llegar hasta la Cala. Estacionamos en el primer aparcamiento que vemos y paseamos. Nos asomamos de nuevo al mar, a su paseo marítimo y se repiten las imágenes de paseantes. Algunos chiringuitos y restaurantes próximos a la playa comienzan a preparar las brasas para los espetos y llegan hasta nosotros sus perfumes. Cala adentro, descubrimos la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Es un templo de grandes proporciones, con una destacada torre campanario d ela que asoman cuatro balcones, está rematada en tejado de azulejo azul y blanco. Junto a la torre, la portada del templo, con un rosetón ciclópeo situado sobre la puerta principal. Sus paredes están pintadas de blanco, rematadas en color salmón claro. Una gran plaza le sirve de antesala, unos niños juegan, una pareja descansa, a la sombra en uno de sus bancos. Llega la hora de la comida y no nos decidimos por ninguno de los restaurantes, así que decidimos tapear en sus barras y probar, así los famosos boquerones vitorianos… Fritos (agrupados sabiamente en ramilletes unidos por su cola), abiertos y al limón, en vinagre… Todas las especialidades nos resultan deliciosas. Acompañamos nuestra degustación gastronómica con refrescos y alguna cerveza. Son algo más pequeños que los usuales, pero especialmente sabrosos. Los precios son más que razonables y las raciones no sobrepasan en ninguno de los casos los 10 euros.

Despedida

Nos atrevemos, hundimos los pies en el agua, fría aún. Nos reconforta, nos reconstituye. Con los pies mojados nos sentamos en la arena y contemplamos el mar ante nosotros. Esa lámina de agua que sirvió y sirve para el ir y venir de culturas, de gentes. El Mediterráneo que hunde sus brazos hasta el interior de la tierra en este Rincón, capaz de moldear sus entrañas hasta formar una cueva única. Nos llega a la mente la imagen de ese pescador que tejía sus redes, las jábegas varadas en la arena de la playa, los preparativos de esos barcos dispuestos a zarpar para capturar todos esos otros tesoros plateados en forma de boquerón.

Otras informaciones y enlaces de interés

Museo de las Artes Populares:
El Museo de las Artes Populares de Rincón de la Victoria es uno de esos hallazgos que nos remiten al pasado más reciente. Entre sus paredes se encuentra la reproducción de una casa labriega con dormitorio, cocina y salón y una multiplicidad de enseres, herramientas, útiles y aperos de labranza tradicionales. Gran parte de las piezas que se exhiben en este museo etnográfico han sido donadas por los habitantes de Rincón de la Victoria.
Virgen del Carmen: La Feria de Rincón de la Victoria tiene lugar en torno al 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, fecha en que se procesiona por mar a la Virgen, acompañada de numerosas barcas, y luego la imagen es sacada del mar a hombros de marineros quienes la pasean por las calles del pueblo concentrando a mucha gente, tanto rinconera como foránea. Durante estas fiestas se celebran las tradicionales regatas de jábegas, tradicional embarcación de origen fenicio típica de las costas malagueñas (información extraída de la web municipal).
Concurso de Verdiales: En la segunda quincena de septiembre se celebra en Benagalbón el ya famoso "Concurso tradicional de verdiales", que concentra en sus calles a más de doce grupos (llamadas pandas) del estilo "montes", interpretando este precioso cante y baile máximo exponente del folklore malagueño (información extraída de la web municipal).
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Rincón de la Victoria.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.