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43 CAMPILLOS: AL REFLEJO DE SUS OCHO LAGUNAS

martes, 2 de febrero de 2010

El reflejo del agua espejeaba sobre las verdes colinas como un manto de cristales vibrantes. El cielo, azul y rotundo, se asemejaba a una taracea sobre las lomas, dejando su estela de nubes grises aquí y allí en forma de sombra. Una suave brisa hacía que el paisaje cambiara de manera constante, añadiendo y quitando brillos, sumando y restando colores, como un caleidoscopio natural sobre la tierra. Y entre ese espejismo en mutación sólo una imagen permanecía, una sombra de colores rosas reposada sobre la superficie del agua, una pálida aura rosácea sobre la laguna. A lo lejos apenas se distinguía y a medida que el camino nos aproximaba comenzamos a vislumbrar la magia de esas tinturas sobre el agua. Eran flamencos.

La magia del Guadalteba

Cambia de colores y de formas en cada estación, como un juego complejo. En primavera y el último tramo del invierno verdean sus colinas, amarillean en el estío veraniego, se desnudan en el profundo invierno, para encarnarse en otoño. Suaves lomas que esconden suaves valles que muestran suaves meandros de suaves ríos. No hay que dejarse engañar por la armoniosa cadencia de su orografía porque próximos se encuentran el Desfiladero de los Gaitanes y El Chorro con sus abruptas oquedades y eternas paredes. La comarca del Guadalteba está formada, además de por Campillos, por los municipios de Almargen, Ardales, Cañete la Real, Carratraca, Cuevas del Becerro, Sierra de Yeguas y Teba. El camino hacia Campillos es agradable como amable su paisaje, muestra, al viajero que desee verlos, unos encantos sutiles, armados a base de lomas y oteros y campos de cereal y olivo. Además de augurar la plenitud del agua con el Parque Embalse del Guadalteba (que esconde bajo sus aguas el antiguo pueblo de Peñarrubia) o la Ruta de las Ocho Lagunas del propio Campillos. Es así la aproximación al municipio campillero un recorrido de amplios horizontes que desemboca en un municipio de trazado lineal, casi rectangular y de pasado rico en historia.

Llegada a Campillos

Se puede acceder a Campillos por dos entradas si accedemos desde Málaga. Optamos por la primera de ellas que nos llevará con comodidad hasta el centro del pueblo. Campillos es grande, sus más de ocho mil habitantes y cerca de 190 kilómetros cuadrados de extensión hacen que sea punto de referencia de la comarca y que posea todos los servicios. Esta condición no le resta encanto, las casas se asoman a las calles, casi trazadas con tiralíneas, con balcones y ventanas de forja, hermosos zaguanes alicatados de azulejos vistosos, posee una iglesia de imponente portada barroca, un parque dispuesto al relajo y al paseo... Estacionamos a la vera del Ayuntamiento, un gran edificio de ladrillo que se asienta en el borde derecho del paseo, frente a la escuela municipal de música, la casa de la cultura y la policía local. Campillos se puede recorrer a pie y aunque las distancias no son cortas, su orografía plana y sin altibajos es muy propicia para el caminar, además todo está muy bien señalizado. Antes de dirigirnos al "Centro Ciudad", nos deleitamos un tanto en el paseo adyacente al ayuntamiento. Es largo y las hojas caídas le otorgan un aire de paisaje romántico, como un escrito de Lord Byron. Sobre sus adoquines aparecen una serie de arcos abovedados que parecen llegar hasta el final del paseo y sumergirse en los mares de cereal. Muchos campilleros y campilleras pasean con deleite, despacio, sin prisa, degustando cada paso... Cruzamos la avenida porticada y nos dirigimos a una edificio blanco, en cuya calle lateral izquierda se encuentra el museo Memoria de la Vida.

Un museo, dos ermitas y una portada barroca fascinante

Memoria de la Vida pretende ofrecer al visitante un recorrido por los quehaceres habituales de los hombres y mujeres en el siglo XX. Cien años que han visto cómo los campilleros vivían de la agricultura y la ganadería con los usos y costumbres adquiridos de siglos, hasta el tránsito al siglo XXI, donde la informática, internet y la mejora de las comunicaciones han revolucionado el mundo rural. A base de objetos y paneles explicativos Memoria de la Vida nos aporta el mapa necesario para conocer de cerca y sin tapujos la dureza de la vida en el campo y el desarrollo económico de la comarca del Guadalteba. La entrada cuesta 3 euros y se encuentra abierto los fines de semana con horario de 10:00 a 14:30 horas los viernes y sábados y de 10:00 a 14:00 horas los domingos. Para más información se puede llamar al teléfono 952.713.455. La responsable de este museo, al igual que los de Almargen, Carratraca o Cañete la Real que ya hemos visitado, es la Red de Patrimonio del Guadalteba. Esta institución se está haciendo cargo además de la habilitación y musealización de la Necrópolis de las Aguilillas y de una necrópolis hispano-visigoda, ambas en Campillos, y que muestran la importancia del municipio campillero en la historia, que ha tenido presencia humana ininterrumpida desde el neolítico. Salimos. Apenas a veinte metros del museo se encuentra la plaza principal de Campillos, con un parque de grandes árboles, una curiosa escultura metálica de un flamenco, bancos donde reposar a la sombra las horas duras del verano, y que preside la iglesia de Sta. María del Reposo, un colosal edificio que tiene en su portada principal uno de sus más grandes tesoros. Desde esta plaza se nos indican varios caminos, a la derecha, por la calle Real iríamos a la ermita de San Benito, a la izquierda y de frente, por la calle San Sebastián, iríamos a la ermita del mismo nombre. Optamos por realizar un recorrido circular que nos permitirá visitar casi todo el municipio, pero antes, accedemos a la iglesia de Sta. María del Reposo. Es un templo de sencillez engañosa, porque si en el primer momento parece una iglesia de interior blanco inmaculado y simple, muy pronto vemos que sus bóvedas están formadas por arcos de medio punto cruzados y que sus camarines están decorados hasta la excentricidad, camarines que alojan a su vez una seria colección de imágenes. El templo fue construido en el año 1506 y ha vivido diferentes remodelaciones en los siglos XVIII y XIX. Destaca, además del altar mayor, de un dibujo geométrico casi obsesivo, la capilla dedicada a San Benito, oscura, cuyas paredes están forradas de tela encarnada y donde el santo reposa sobre un altar de reminiscencias romanas. El interior de Sta. María del Reposo tiene también sobre el sotocoro un imponente órgano cuyos tubos cilíndricos apuntan al cielo y al altar. La portada, sobresaliente obra de Antonio Matías de Figuerora, construida en 1770 es de una preciosismo abrumador, con dos columnas que acaban en adornos floreaos que ascienden como una llama por la pared de piedra arenisca casi hasta el tejado superior. Salimos de la iglesia y tomamos la calle San Sebastián. Las casas de Campillos no difieren de las que hemos encontrado en otros municipios de esta comarca: ventanas y balcones enrejados con forja, zaguanes frescos y umbríos, alicatados con azulejos multicolores y que preceden a interiores profundos que desembocan en patios arbolados, pisos superiores ahora aprovechados como vivienda y que antes sirvieron para secar el grano. En nuestro paseo vemos que sobresalen en tronío las portadas de las Casas Hermandad de las diversas cofradías como la del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de las Angustias o la del Dulce Nombre de Jesús y María Santísima del Socorro en la que destacan sus espadañas que parecen elevarse al cielo para tocarlo con sus pináculos. Estas dos portadas también dan fe de la trascendencia cultural, religiosa y social de la Semana Santa en Campillos, una de las más destacadas de la comarca y que cada año congrega a miles de curiosos y de feligreses. Caminando llegamos hasta la ermita de San Sebastián, un edificio del siglo XVIII de aspecto sobrio y recio, sólido. Tomamos la calle San Juan y giramos a la derecha por la calle Carmen hasta alcanzar la calle Alta que nos llevará, casi derechos hasta la ermita de San Benito. En este recorrido es cuando nos percatamos realmente del trazado de Campillos. Rectilíneo, casi dibujado con escuadra y cartabón, las calles rectas que comunican con avenidas más amplias y que se abren a derecha e izquierda en perpendiculares hasta salir al campo. Este trazado racional se debe al aumento de población que vivió Campillos en la segunda mitad del siglo XVI y que obligó a una ampliación del casco urbano recurriendo a la línea recta como forma lógica de expansión en este terreno de suave orografía. Llegamos al final de la calle Alta y cruzamos la Avda. de Sierra de Yeguas, una vez allí preguntamos por la ermita. Nos indican, sin pérdida, la dirección y así desembocamos por la calle de nombre tan singular como Todos a Una en la que es más iglesia que ermita. San Benito es el patrón del pueblo y parece que los campilleros así lo hayan entendido al ofrecer al santo un lugar de reposo de proporciones más que considerables. Es este un templo con torre campanario precedido de una explanada en forma de plaza y cuyo frontal está dividido en líneas de ladrillo visto. Se construyó en el siglo XVII y fue reformada en el siglo XVIII. Reposamos un tanto en uno de los bancos de la explanada y nos dejamos llevar por el apacible vivir de Campillos. El cielo está azul, moteado por algunas nubes grises, y el sol templa los huesos, aliviados así del fresco que recorre sus calles. Desde aquí, al estar situados en uno de los lugares más elevados del muncipio, se observan algunas de las lomas circundantes, verdean así los prados y observamos cómo el resol se va apoderando del horizonte. Retomamos la visita caminando hasta la calle Real, una de las principales del municipio, y donde podemos ver, una vez más, las muestras arquitectónicas características, con los balcones enrejados y las casas altas de frontal severo, algunas, y otras un tanto más recargado. Aquellos visitantes que quieran comprar sellos o enviar una postal, esta es su oportunidad, ya que en la calle Real se encuentra la oficina de correos. Nosotros ya hemos comprado la preceptiva tarjeta en el estanco que se encuentra en la plaza de la iglesia, la hemos escrito arropados por la ermita de San Sebastián y la enviamos a mil kilómetros de distancia.

Las lagunas: un espectáculo natural conmovedor

Queremos ver a los flamencos. Para ello tenemos que regresar hacia donde hemos estacionado el coche y en la rotonda que se sitúa frente al ayuntamiento tomar la calle Sta. María del Reposo, dirección al Colegio Interno de San José, que nos llevará hasta la Ruta de las Ocho Lagunas, uno de los escenarios más hermosos y conmovedores que hemos visitado. El agua caída en fechas recientes hace que este lugar, varios meses al año seco, luzca con un esplendor inaudito. Las suaves lomas de color verde se desdibujan junto con el horizonte azulísimo mientras el agua de las lagunas espejea y juega con el brillo de la luz. Una carretera estrecha y arbolada nos permite disfrutar de este paisaje conformado por la laguna Dulce, la laguna Salada, laguna Lobón, laguna Marcela, laguna Redonda, la de Capacete, la de Camuñas y la de Cerero. Si nos mantenemos en silencio podemos observar algunas de las muchas especies de aves que las habitan como tarros, cercetas, ánades, fochas o avocetas... Nuestra esperanza de observar de cerca los flamencos se evapora, ya que se encuentran a una distancia más que considereble, sobre el centro de una laguna, y apenas son una sombra rosácea sobre la superficie del agua. Vemos un par de ciclistas y una joven pareja haciendo footing. Un técnico de la Junta de Andalucía, supervisa un avistador de madera situado en laguna Redonda. Salimos del coche, paseamos, nos dejamos llevar por la sensación de ser uno con la naturaleza. Escuchamos los quejidos y llamadas de las aves y nos dejamos embriagar por los colores. Las lagunas están atravesadas por la que fuera antigua Cañada Real que unía Granada con Ronda y podemos imaginar el paso de los pastores y ganaderos por estas tierras hace años, siglos, arropados por el sonido de los animales. Una luz inaudita baña el paisaje, mientras el viento mece el reflejo del agua. Ulula la brisa entre los cañaverales. Respiramos hondo, nos dejamos llevar y hoy no nos despedimos. Nos quedamos aquí. Todo verde y azul y ocre y amarillo y gris. Toso rotundo. Todo delicado.

Enlaces de interés y consejos útiles

Las lagunas: Este complejo acuífero permanece seco varios meses al año, el final del invierno y la primevera son ideales para visitarlas, porque lucen en su total complejidad. Para acceder a ellas, si no se encuentra la calle, preguntar por el internado de San José, una vez allí se encuentran las primeras indicaciones. Son un gran espectáculo natural que requiere máximo respeto y cuidado. Las Lagunas de Campillos han sido nombradas por la Agencia de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía como Reserva Natural.
Industria peletera: Campillos, además de la agricultura y la ganadería tiene una potente industria textil y peletera, son muchas las fábricas con precios asequibles que se pueden encontrar en el municipio.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, además de la página web municipal de Campillos, la de la Red de Patrimonio del Guabalteba y la de la Comarca del Guadalteba.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

3 comentarios:

Nekane dijo...

Los martes me levanto con un impulso,sin pereza para comenzar el dia con un seductor viaje contigo.
Disfruto como siempre con la visita pero hoy me sumerjo especialmente con mis botas de andar por La ruta de las Ocho Lagunas y yo tampoco me despido.Aquí me quedo.

César dijo...

Vaya recorrido por la provincia que estás haciendo. Estupendo, Israel.

elba dijo...

Un auténtico poema la forma de invitarnos a visitar Campillo.PRECIOSO.
Un abrazo,Isra.
Agur.